Vivir
como un mandala que fluye. (19)
Lo que acaba con nosotros no es la tragedia, sino la confusión.
Sarah Ban Breathnach.
Tener todo con la
claridad meridiana es asunto que se va dando de a poco, nunca es tan fácil como
podríamos suponer, a menos que sepamos el valor de la concentración, del orden
y de que las cosas se dan juntas, pero nunca revueltas. Es así que el mandala vital,
del que podríamos asociar a cada uno de nosotros de una forma muy particular es
una figura que se mueve, como sucede con los caleidoscopios. Dar a diario salida a las cosas que ya no
tienen sentido en las acciones del día. Acomodar el conocimiento. Los
pensamientos chatarra están siendo cada día parte del léxico, e influyen
sin apenas percatarnos de su presencia y eso mismo en realidad puede
considerarse basura, confunde, obstruye y deja a la mente perpleja.
En estos días de 2004, nuestra hija mayor se graduó de la Licenciatura
en Mercadotecnia. Fue la elegida para
escribir y pronunciar el mensaje de despedida de la generación. He de decir que
me rodaron unas lágrimas muy justas, porque en verdad sentí que habíamos cerrado
una etapa junto con ella, y la joven que pronunciaba tan elocuentes y sentidas
palabras nos caló hondo en el pecho, a fin de cuentas, los padres así lo
sentimos. Hoy día, tras 20 (veinte) años de su graduación y que me inmerso en
esos días tan agitados de entonces, logro ver como es importante darle sus
tiempos a la vida. Luego, pasados los años, hoy que ya es parte de su alma
mater como profesional, hace una buena labor en el puesto que se le ha
encomendado. Una persona que logra no tener confusiones mayores en la mente,
deja abierta la puerta a miras claras en una misión sencilla y bien cumplida,
es un ser admirable. No apostarles a las actitudes que dan entrada a las
tragedias, éstas llegan solas.
En estos días que escribo, un tenista muy apreciado por
la comunidad deportiva y muy bien apreciado en el medio, nos mostró como está
cerrando su ciclo profesional. Jamás ha hecho sentir como si fuera el grande
que es, uno de los mejores de la historia del deporte blanco: Rafael Nadal.
Este joven de 38 (treinta y ocho) años, sabe perfectamente que es hora de irse
retirando y lo está haciendo con tal dignidad que nos deja muy bien
impresionados. Ayer, tras perder con un joven muy prometedor en el circuito,
Alexander Zverev, vimos de ambos esa clase de gente que es el tenista moderno,
un ser sensible hasta la medula, gente con gran corazón. Zverev tenía en
primera instancia el microfoneo por ser el ganador del partido y tan solo
mencionó el honor de jugar con un ser que lo motivo desde niño, y al momento
dijo: -este, es el tiempo de Rafa. Así que le doy la palabra. - Rafa tomó el
micrófono con humildad, he hizo rodar en muchos las lágrimas, no solo de saber
que ya no le veremos tanto como profesional, sino porque fue muy emotivo. Dijo
que se va, pero no sabe cuándo, mencionó lo agradecido que esta con Roland
Garros (torneo que ha ganado por 14 veces) y dijo adiós de una manera muy
elegante. Si, del tenis no solo se aprende del juego en sí mismo, sino de la
gente que lo practica por su calidad humana, un humanismo con ética evidente.
Los tiempos llegan a sus fines concretos y es difícil a
veces no aferrarse. El aferramiento es otro signo del temor, de creer que somos
eternos y esto mismo no nos ayuda a trabajar más atentos, y estar listos para
cambiar. Así sucede desde las naciones y los países que van renovando la
percepción del sentido común en lo social y van dando los giros necesarios,
aunque multitudes no lo puedan entender. El pensamiento colectivo también está
inmerso e impregnado de un sentido común que nos abarca a todos y que debiendo
dejar que fluya, se hacen muchas retrancas para los procesos dignos y
necesarios. No es el pensamiento de unos cuantos lo que define a los países,
ese pensar dejémoslo para los ámbitos sociales en los que nos desenvolvemos, es
el pensar colectivo lo que cuenta y que aterra a veces a las minorías que no
pueden aprender a renovarse. A fin de cuentas, el pensamiento personal ha de
permear en nuestra vida personal en primera instancia y si es posible al grupo.
Ánimo positivo es la tónica de casa. Centrarse en las
conveniencias de una mente que propone y la que se da a los demás no con lo
pegajoso de una moral curtida de mentiras y esperanzas vanas, sino con el talante
de lo que creemos.
El manejo de la gratitud es básico. Nos regresa a tierra
y nos hace tener enfoques mas naturales.
No andar agradeciendo sin ton ni son, sino saber que de
lo que damos nace lo que nos permite ser agradecidos hasta la medula, y la vida
se vuelve muy circular, como este mandala del que hemos tomado ejemplo en estos
textos.
Uno mismo es quien infunde al día la fuerza, con la
acción lograda y con el sentido de la vida elegido, nace el sentimiento que nos
da fe.
La nobleza del espíritu se va forjando con los días que
logramos mas constructivos, en los que nos reprochamos menos y nos animamos más,
con el bagaje de lo que sí somos. Para estar enteros, tiene todo que ver
la voluntad asertiva, la voluntad que nos hace abrir las puertas de la
creatividad en todos los ámbitos.
Nunca dejar de tener claro que la lucha más digna del
vivir es la que llevamos con nosotros mismos, ese devenir que nos hace crecer,
aunque nos sorprenda, nos va dando las herramientas para estar mucho mas de pie
y en acciones siempre propositivas.
El alma se pule a diario.
Tiene todo que ver
con esas armonías que se van organizando en torno nuestro y que nos hacen
esbozar sonrisas que a veces solo son para nuestro interior y que nos refuerzan
con lo que habremos de compartir. Si vemos sonreír a alguna persona junto a nosotros,
a veces es bueno hacerle saber que hemos percibido ese gesto, que cada día se
pierde más y más.
Las facetas de la vida son un eterno crisol interior. Así
como el mandala, están todas juntas sin mayores mezclas que las ofusquen.
Asir el hilo
conductor de la propia vida. Todos lo tenemos, todos somos los dueños de ese
cable invisible que nos rige, y que no vamos soltar hasta el último suspiro.
Las abuelas de
casa estaban en proceso de despedirse. Se iba haciendo claro que la enorme
redondez de su mandala de vida nos iba permeando con sus colores. Ambas mujeres
fuertes, de vidas totalmente diferentes y que a quienes somos sus descendientes
nos iban dando de sí mismas sus mejores dones. Mi madre ya no se levantaba de
cama, estaba postrada y las visitas eran a su vera, íbamos y ahí mismo
seguíamos percibiendo su fortaleza de ser, sin caminar. Las pláticas eran
eternas. Empecé a rezar unas veces a la semana el rosario católico con ella (asunto
que no era parte de mi vida) y he decir que lo hice tan solo por el gusto de
verla feliz. Mi madre, de temple fuerte, era muy creyente de una religión que
ya mostraba los visos de cambios que ya conocemos hoy día, ella nunca los
entendió ni tenía porque entenderlos ya que cada ser habremos de vivir una
amalgama de lo que somos, con lo que aprendemos, con lo que nos toca en el
momento histórico que vivimos y más aun con lo que decididos y hacemos nuestro.
Tenía ese bagaje que hace a los muy religiosos a veces un tanto severos. Aun
así, le veía llenarse de paz. Notaba como con cada misterio rezado, su
semblante se daba momentos de solaz, cerraba los ojos, le podía contemplar plácida,
como dando los pasos seguros para que en el momento de la partida de este mundo,
se diera sin mayor problema, se entregaba a su realidad y pasábamos un momento
compartido que en mi vive hasta hoy.
No soy rezadora de rosarios.
Comprendo muy claramente como cuando se realiza esta
acción, la gente se une y esa misma energía positiva de compartir hace
maravillas.
Siempre hay oportunidad de hacer y ser lo que no se ha
hecho ni lo que se ha sido. Si lo
hacemos en función del país, del grupo en el que nos desenvolvemos aportamos
silenciosamente. El grito y el estruendo no son de cabalidad probada. El modo
de mi madre estaba íntimamente ligado a rezos, a sus encomiendas a Santa
Teresita del niño Jesús, que era como una amiga para ella.
Como todo estaba en orden y mis hermanos al pie del cañón junto a la
madre que nos había dado tanto, les avise que me iría unos días a Campeche. Una
vez más los destellos de plata vibrantes de un azul plumbago hermosísimo del
mar, nos volvían a dar la bienvenida, mi esposo para las investigaciones
históricas que llevaba en camino y yo para descansar, observar.
Volvía cuantas
veces pudiera al gozo de llevar arroz a las palomas del centro histórico, ahí
en el parque tan concurrido y a la vez placido.
En Campeche se toman muy en serio los Carnavales.
En esta ocasión
nos tocó disfrutarlo en todo su esplendor y extensión, porque son muchas comparsas
las que se arman. Admirar el ánimo festivo de disfrazarse (en lo personal no es
asunto que me guste y prácticamente lo evito) y encontrar personajes
disfrazados de todas las edades en las comparsas coloridas y llenas de vida.
En Campeche es bueno tomar el desayuno temprano.
Poder caminar con
mejor temperatura el centro histórico, es algo que se logra hacer si uno se lo
propone. Algunos días, elegíamos el desayuno llamado de albañil, por su
sencillez y poca pesadez, y por las tardes gozábamos las tortas de pan francés
conocidas como trancas, son enormes, hechas con una carne claveteada que
solo he comido ahí. A los panuchos los campechanos les llaman sincronizadas
y solo les ponen cebolla y pollo, también era parte de lo que solíamos degustar
en estas escapadas que iban siendo más esporádicas.
Paseos por el Fuerte San Miguel, me recordaron que, para
los mayas, los búhos son los mensajeros de la muerte y que los cocodrilos son
la fuerza divina vinculada a la tierra. En estos días que escribo estas revisiones,
han aparecido unos cocodrilos muy grandes en el puerto de Progreso, tiene
lógica, cada día les hemos robado el hábitat y no tienen a donde ir. Asombra como
hay seres que sin nada de miedo se acercan a ellos y les conducen de nuevo a
las rías de la ciénaga de donde provienen.
En términos generales estamos muy desorientados aun con
los asuntos ecológicos. Sería maravilloso que se implementara en esa parte de
la cultura, y creo que ya se está haciendo por varios caminos, las veletas
eólicas en su silencioso girar, mucho nos están diciendo de todo eso.
Mi nietro de 6 (seis) años ya pregunta porque a las veras
de la carretera se observa tanta basura. Solo le decimos que existen personas
que no han logrado entender ese asunto, que esperamos que con el tiempo y mas
vocación de enseñar a los niños, eso se termine. En esta época de tanta seca en
el ambiente del campo eso de la basura acumulada se observa más y más,
botellas, bolsas de plástico que vuelan al viento y se estacionan en los
árboles secos, como si fueran flores agregadas por un tiempo de inconciencia. (Continuará).