jueves, 30 de mayo de 2024

 

 Vivir como un mandala que fluye. (19)

         

                                                              Lo que acaba con nosotros no es la tragedia, sino la confusión.

Sarah Ban Breathnach.

 

                                                                         Tener todo con la claridad meridiana es asunto que se va dando de a poco, nunca es tan fácil como podríamos suponer, a menos que sepamos el valor de la concentración, del orden y de que las cosas se dan juntas, pero nunca revueltas. Es así que el mandala vital, del que podríamos asociar a cada uno de nosotros de una forma muy particular es una figura que se mueve, como sucede con los caleidoscopios.  Dar a diario salida a las cosas que ya no tienen sentido en las acciones del día. Acomodar el conocimiento. Los pensamientos chatarra están siendo cada día parte del léxico, e influyen sin apenas percatarnos de su presencia y eso mismo en realidad puede considerarse basura, confunde, obstruye y deja a la mente perpleja.

                                                            En estos días de 2004, nuestra hija mayor se graduó de la Licenciatura en Mercadotecnia.  Fue la elegida para escribir y pronunciar el mensaje de despedida de la generación. He de decir que me rodaron unas lágrimas muy justas, porque en verdad sentí que habíamos cerrado una etapa junto con ella, y la joven que pronunciaba tan elocuentes y sentidas palabras nos caló hondo en el pecho, a fin de cuentas, los padres así lo sentimos. Hoy día, tras 20 (veinte) años de su graduación y que me inmerso en esos días tan agitados de entonces, logro ver como es importante darle sus tiempos a la vida. Luego, pasados los años, hoy que ya es parte de su alma mater como profesional, hace una buena labor en el puesto que se le ha encomendado. Una persona que logra no tener confusiones mayores en la mente, deja abierta la puerta a miras claras en una misión sencilla y bien cumplida, es un ser admirable. No apostarles a las actitudes que dan entrada a las tragedias, éstas llegan solas.

En estos días que escribo, un tenista muy apreciado por la comunidad deportiva y muy bien apreciado en el medio, nos mostró como está cerrando su ciclo profesional. Jamás ha hecho sentir como si fuera el grande que es, uno de los mejores de la historia del deporte blanco: Rafael Nadal. Este joven de 38 (treinta y ocho) años, sabe perfectamente que es hora de irse retirando y lo está haciendo con tal dignidad que nos deja muy bien impresionados. Ayer, tras perder con un joven muy prometedor en el circuito, Alexander Zverev, vimos de ambos esa clase de gente que es el tenista moderno, un ser sensible hasta la medula, gente con gran corazón. Zverev tenía en primera instancia el microfoneo por ser el ganador del partido y tan solo mencionó el honor de jugar con un ser que lo motivo desde niño, y al momento dijo: -este, es el tiempo de Rafa. Así que le doy la palabra. - Rafa tomó el micrófono con humildad, he hizo rodar en muchos las lágrimas, no solo de saber que ya no le veremos tanto como profesional, sino porque fue muy emotivo. Dijo que se va, pero no sabe cuándo, mencionó lo agradecido que esta con Roland Garros (torneo que ha ganado por 14 veces) y dijo adiós de una manera muy elegante. Si, del tenis no solo se aprende del juego en sí mismo, sino de la gente que lo practica por su calidad humana, un humanismo con ética evidente.

Los tiempos llegan a sus fines concretos y es difícil a veces no aferrarse. El aferramiento es otro signo del temor, de creer que somos eternos y esto mismo no nos ayuda a trabajar más atentos, y estar listos para cambiar. Así sucede desde las naciones y los países que van renovando la percepción del sentido común en lo social y van dando los giros necesarios, aunque multitudes no lo puedan entender. El pensamiento colectivo también está inmerso e impregnado de un sentido común que nos abarca a todos y que debiendo dejar que fluya, se hacen muchas retrancas para los procesos dignos y necesarios. No es el pensamiento de unos cuantos lo que define a los países, ese pensar dejémoslo para los ámbitos sociales en los que nos desenvolvemos, es el pensar colectivo lo que cuenta y que aterra a veces a las minorías que no pueden aprender a renovarse. A fin de cuentas, el pensamiento personal ha de permear en nuestra vida personal en primera instancia y si es posible al grupo.

 

 

 

Ánimo positivo es la tónica de casa. Centrarse en las conveniencias de una mente que propone y la que se da a los demás no con lo pegajoso de una moral curtida de mentiras y esperanzas vanas, sino con el talante de lo que creemos.

El manejo de la gratitud es básico. Nos regresa a tierra y nos hace tener enfoques mas naturales.

No andar agradeciendo sin ton ni son, sino saber que de lo que damos nace lo que nos permite ser agradecidos hasta la medula, y la vida se vuelve muy circular, como este mandala del que hemos tomado ejemplo en estos textos.

Uno mismo es quien infunde al día la fuerza, con la acción lograda y con el sentido de la vida elegido, nace el sentimiento que nos da fe.

La nobleza del espíritu se va forjando con los días que logramos mas constructivos, en los que nos reprochamos menos y nos animamos más, con el bagaje de lo que sí somos. Para estar enteros, tiene todo que ver la voluntad asertiva, la voluntad que nos hace abrir las puertas de la creatividad en todos los ámbitos.

Nunca dejar de tener claro que la lucha más digna del vivir es la que llevamos con nosotros mismos, ese devenir que nos hace crecer, aunque nos sorprenda, nos va dando las herramientas para estar mucho mas de pie y en acciones siempre propositivas.

El alma se pule a diario.

 Tiene todo que ver con esas armonías que se van organizando en torno nuestro y que nos hacen esbozar sonrisas que a veces solo son para nuestro interior y que nos refuerzan con lo que habremos de compartir. Si vemos sonreír a alguna persona junto a nosotros, a veces es bueno hacerle saber que hemos percibido ese gesto, que cada día se pierde más y más.

Las facetas de la vida son un eterno crisol interior. Así como el mandala, están todas juntas sin mayores mezclas que las ofusquen.

 Asir el hilo conductor de la propia vida. Todos lo tenemos, todos somos los dueños de ese cable invisible que nos rige, y que no vamos soltar hasta el último suspiro.

 Las abuelas de casa estaban en proceso de despedirse. Se iba haciendo claro que la enorme redondez de su mandala de vida nos iba permeando con sus colores. Ambas mujeres fuertes, de vidas totalmente diferentes y que a quienes somos sus descendientes nos iban dando de sí mismas sus mejores dones. Mi madre ya no se levantaba de cama, estaba postrada y las visitas eran a su vera, íbamos y ahí mismo seguíamos percibiendo su fortaleza de ser, sin caminar. Las pláticas eran eternas. Empecé a rezar unas veces a la semana el rosario católico con ella (asunto que no era parte de mi vida) y he decir que lo hice tan solo por el gusto de verla feliz. Mi madre, de temple fuerte, era muy creyente de una religión que ya mostraba los visos de cambios que ya conocemos hoy día, ella nunca los entendió ni tenía porque entenderlos ya que cada ser habremos de vivir una amalgama de lo que somos, con lo que aprendemos, con lo que nos toca en el momento histórico que vivimos y más aun con lo que decididos y hacemos nuestro. Tenía ese bagaje que hace a los muy religiosos a veces un tanto severos. Aun así, le veía llenarse de paz. Notaba como con cada misterio rezado, su semblante se daba momentos de solaz, cerraba los ojos, le podía contemplar plácida, como dando los pasos seguros para que en el momento de la partida de este mundo, se diera sin mayor problema, se entregaba a su realidad y pasábamos un momento compartido que en mi vive hasta hoy.

No soy rezadora de rosarios.

Comprendo muy claramente como cuando se realiza esta acción, la gente se une y esa misma energía positiva de compartir hace maravillas.

Siempre hay oportunidad de hacer y ser lo que no se ha hecho ni lo que se ha sido.  Si lo hacemos en función del país, del grupo en el que nos desenvolvemos aportamos silenciosamente. El grito y el estruendo no son de cabalidad probada. El modo de mi madre estaba íntimamente ligado a rezos, a sus encomiendas a Santa Teresita del niño Jesús, que era como una amiga para ella.

                                                               Como todo estaba en orden y mis hermanos al pie del cañón junto a la madre que nos había dado tanto, les avise que me iría unos días a Campeche. Una vez más los destellos de plata vibrantes de un azul plumbago hermosísimo del mar, nos volvían a dar la bienvenida, mi esposo para las investigaciones históricas que llevaba en camino y yo para descansar, observar.

 Volvía cuantas veces pudiera al gozo de llevar arroz a las palomas del centro histórico, ahí en el parque tan concurrido y a la vez placido.

En Campeche se toman muy en serio los Carnavales.

 En esta ocasión nos tocó disfrutarlo en todo su esplendor y extensión, porque son muchas comparsas las que se arman. Admirar el ánimo festivo de disfrazarse (en lo personal no es asunto que me guste y prácticamente lo evito) y encontrar personajes disfrazados de todas las edades en las comparsas coloridas y llenas de vida.

En Campeche es bueno tomar el desayuno temprano.

 Poder caminar con mejor temperatura el centro histórico, es algo que se logra hacer si uno se lo propone. Algunos días, elegíamos el desayuno llamado de albañil, por su sencillez y poca pesadez, y por las tardes gozábamos las tortas de pan francés conocidas como trancas, son enormes, hechas con una carne claveteada que solo he comido ahí. A los panuchos los campechanos les llaman sincronizadas y solo les ponen cebolla y pollo, también era parte de lo que solíamos degustar en estas escapadas que iban siendo más esporádicas.

Paseos por el Fuerte San Miguel, me recordaron que, para los mayas, los búhos son los mensajeros de la muerte y que los cocodrilos son la fuerza divina vinculada a la tierra. En estos días que escribo estas revisiones, han aparecido unos cocodrilos muy grandes en el puerto de Progreso, tiene lógica, cada día les hemos robado el hábitat y no tienen a donde ir. Asombra como hay seres que sin nada de miedo se acercan a ellos y les conducen de nuevo a las rías de la ciénaga de donde provienen.

En términos generales estamos muy desorientados aun con los asuntos ecológicos. Sería maravilloso que se implementara en esa parte de la cultura, y creo que ya se está haciendo por varios caminos, las veletas eólicas en su silencioso girar, mucho nos están diciendo de todo eso.

Mi nietro de 6 (seis) años ya pregunta porque a las veras de la carretera se observa tanta basura. Solo le decimos que existen personas que no han logrado entender ese asunto, que esperamos que con el tiempo y mas vocación de enseñar a los niños, eso se termine. En esta época de tanta seca en el ambiente del campo eso de la basura acumulada se observa más y más, botellas, bolsas de plástico que vuelan al viento y se estacionan en los árboles secos, como si fueran flores agregadas por  un tiempo de inconciencia. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

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