Vivir como un mandala que fluye. (20)
Los colores, marcan nuestras vidas, mucho más si los sabemos acomodar,
como lo haríamos en un mandala. MJ
Siempre he pensado y
dicho que comprender las dinámicas coloridas que nos rodean es una práctica que
nos remite a saborear mucho más el gusto por lo estético, y así comprender mejor
esas energías tan vitales que nos transmiten los pigmentos, a decir verdad,
solo los vemos por estar inmersos en la luz. No olvidemos que el color en sí
mismo no existe. Poco a poco nos damos cuenta del valor que tienen los colores.
Cuando estamos en el mar o cerca de éste, se puede notar
como los cambios del agua son constantes, la superficie marina nunca es igual
dependiendo de los momentos del día, la luz del sol rige todo ese colorido.
Con los colores de las vivencias pasa lo mismo. Cada
acción está determinada por una coloración.
Durante el año de 2005, fui teniendo la ventura de ser más observadora
de los cambios en los estados de ánimo. Poco a poco también, fui introduciendo
el sentido del color en mi vida y así aplicar con más conocimiento, qué color
poner en la mente dependiendo de lo que se vive. El observar cómo nos sentimos
y con qué color lo podemos asociar es una práctica que se puede volver una
buena costumbre. En verdad que las ideas se organizan mejor si observamos más
lo que ponemos en la mente.
La vida nos prepara para ser más y más observadores, es
casi una exigencia de la vida de hoy y depende de nosotros mismos cuanto caso
hacemos y que tanto nos convertimos en más fijados. A veces no se tiene claro cómo
se da esto en el día a día, es bueno saberlo, porque observar es vivir con más
plenitud. La madurez trae consigo estos nuevos planos de observación, depura y
nos enfoca en asuntos más puntuales.
Aprender a aceptar de los congéneres que nos rodean, solo
lo que pueden dar. A veces creemos que podríamos propiciar acciones más afines
con los cercanos, esto puede resultar falaz, la afinidad con los seres humanos
es todo un tema, cada vez se abre más la conciencia y la gente está muy
pendiente de su autonomía, esto afecta a las relaciones, ya no digamos de
pareja, sino de todo tipo. No podemos negar lo felices que somos cuando encontramos
afinidades, esas agujas del pajar son bendecidas. En esos aspectos las
generaciones pasadas aún eran un tanto ingenuas, se pensaba que las relaciones
era un asunto tan solo de voluntad, hoy sabemos que con la voluntad solo aplica
en algunos aspectos.
Las emociones en la vida no son poca cosa. Propiciar un ánimo
con movimiento es saber emocionarnos con lo que nos traerá fuerza y estar más
serenos cuando hay que resolver y dar soluciones. Nunca es fácil comprender del
todo las emociones. Con los años uno lo va comprendiendo mejor y más cuando
llegan los nietos a la vida en madurez, como que los colores de la vida se renuevan,
los niños eso mismo es lo que nos infunden, luz.
Se dice mucho que la perdida de magnesio en el cuerpo
humano se da cuando hay preocupaciones de más, se presentan esas rigideces
musculares que hoy en día ya los salones de masajes corporales están atendiendo
a la orden del día. En estos días ya se es más consciente de ingerir esos
suplementos alimenticios que nos darán mejor calidad de vida.
Por estar menos atentos a lo que pensamos, estamos propiciando
desequilibrios. Es verdad que la mente de hoy está más bombardeada con mensajes
absurdos, ideas innecesarias, mentiras, descubrir esto es tarea actual. Es
parte de la apertura de la conciencia
La valoración de los tiempos es algo principal en la vida
de cada ser. La mente suele llevarnos más rápido que la acción, ese incremento
entre lo pensado y lo logrado es lo que crea la tensión, el stress.
Hay que dejar emerger a la sensatez, como la madre de la
paz.
Apremiarnos es mala idea. A veces creemos que haciendo los
pendientes más rápido se sacaran ventajas a los tiempos y si no estamos
conscientes de estos flujos, acabamos con desconciertos y cansancios que solo
nos traen más problema.
Uno de los regalos de haber llegado a los 50 (cincuenta)
años de vida, fue la compra de un ejemplar del Quijote de la Mancha. Quería
leerlo con ritmo especial y subrayar lo más importante para mí. Encontré un
libro muy accesible para sostener y leer con mejor ritmo, salió al mercado conmemorando
el aniversario de la novela. Qué bueno que se hagan estas ediciones más
prácticas. En la mayoría de las casas tenemos un ejemplar del Quijote antiguo,
difícil de leer por su tamaño o porque está un tanto desvencijado por los años.
¿Qué es el contentamiento?
Es un estado de ánimo que nos permite tener presente un
sentimiento de que todo está bien, aunque estemos pasando momentos difíciles.
Hacer como una dialéctica de nuestro interior y saber cómo manejarla para estar
en equilibrio. Lo dificultoso de la vida no nos priva de estar contentos, y no
estoy hablando de masoquismo, estoy refiriéndome a saber dar su sitio a las
acciones en conjunción con los pensamientos. Las
lecciones que nos dan los grandes historiadores y estudiosos sociales del género
homo sapiens, nos dicen que jamás habrá procesos sociales que no
arrastren controversias, porque en parte, forman parte de su esencia. La
historia humana está plagada de momentos difíciles que solo al ser vistos con
las miras bien puestas y situados en el devenir del tiempo que nos ha tocado
vivir, nos dan la certidumbre necesaria para valorar. La vida es cambiante, los
procesos se presentan y nunca se dan en las mismas condiciones. Se nos olvida
que los tiempos son cíclicos y mejoran invariablemente, no siempre de las
maneras acostumbradas y conocidas. Siempre llegarán a nuevos puertos. Los ciclos sociales tienen sus términos y
condiciones, han sido parte del género humano desde que salió de la cueva a
luchar por una vida digna y bien lograda, el asunto es que no siempre
benefician directamente de las mismas maneras y por eso da tanto trabajo
comprender.
Recuerdo a mi madre diciéndome (y casi reprendiéndome)
estando recién casada, que me iba a arrepentir toda la vida por no tener al
servicio doméstico de casa de una manera fija. Ella lo había vivido así y creía
que esa era la única forma. Se acostumbraba que las personas que ayudaban en lo
domestico fueran parte de la casa, casi podríamos decir para toda su vida. Si
las situaciones responden a una época, pues solo hay que observar cómo deben
evolucionar, Eso de acatar por inercias y costumbres ya es harina de otro
costal.
Mi marido y yo
tuvimos claro que no era eso lo que queríamos. Tuvimos que encontrar el justo
medio, la ayuda constante es más necesaria cuando los hijos son pequeños, luego
las cosas cambian. Las personas habrían de ayudarnos y al mismo tiempo tener
una vida propia fuera de nuestra casa. Luego, como es en la mayoría de los
casos de hoy día, es más apropiado y digno para quienes tienen todo el derecho
de hacer una vida propia, si así lo desean. Ahora que veo que en casa de mi
hijo si tienen a una persona viviendo ahí toda la semana para el cuidado de los
niños, me doy cuenta que las dinámicas responden a los momentos de vida. La
vida de una casa es algo que se ordena y hay que saber qué es lo mejor para
todos.
Refrendar en donde estamos parados cada cierto tiempo, es
una medida buena para la claridad mental y más que nada para la tranquilidad.
Saber que sigue en la escena vital, es muy sano y pertinente. Si lo que se ha
logrado ha traído contentamiento, es seguro que estemos listos para lo que
sigue. Saber ver el vaso medio lleno, no es fácil y sí muy necesario.
San Benito, nos recuerda: -Nada puede reemplazar el amor
de Dios-.
Esta frase solo aplica a quienes descubren ese amor. El
amor de Dios es un pensar que no corresponde a todos y si lo queremos entender
nos puede llevar años. El amor de Dios
no es algo que nos pongamos como un saco a la medida, es mucho más complejo
comprender como se manifiesta. En primera instancia no somos personalmente
redentores de nadie, en esta vida pasajera solo nos acompañamos. He ahí uno de
los asuntos más ríspidos de las enseñanzas religiosas, porque no es lo mismo
creer que infundiremos conocimiento espiritual en nadie, que tan solo estar
presentes en compañía que aporte.
¡La conciencia de las percepciones!, escribí, como
dándome cuenta como lo que percibimos no siempre está formando parte de la
conciencia real. A veces nos llega información que nada tiene que ver ni con lo
que somos, ni con lo que tenemos entre manos. Creer que en nuestras manos esta
todo, es estar valorándonos de más y propiciando más stress.
Volviendo al valor central de las temporalidades, nos
damos cuenta que el apremio en los ritmos y en las acciones puede trastocar
todo. Cada persona tiene sus ritmos, cada nación los tiene también y ni qué
decir del proceso social. Los hechos se fortalecen mucho más cuando sabemos
apreciar las pautas y pausas del silencio. Dejaba atrás la necesidad apremiante
de explicarme todo, había vivido mis primeros 50 (cincuenta) años tratando de
tener más respuestas de las que en verdad necesitaba. No había llegado aún al zen
de mi vida personal.
La plenitud llega cuando menos se busca. No es un estado
de ánimo por el que uno procure, no se insiste, se deja que fluya lo que es más
propicio. Es el resultado de toda una amalgama de actitudes. Ese hoyanco del
vivir que a veces se siente en el centro del estómago es lo que hay que abatir
con el contentamiento formal y constante. Eso sí está en nuestras manos.
Escribí:
Los naranjas del amanecer llegan.
El correr del día es un canto aunado al de los pájaros
que lo saludan.
Las horas primerizas se tornan indiscretas y van tomando
su lugar en los resquicios del ventanal.
Un pájaro murmura por ahí, otro más le contesta por allá.
El sol se tiende y baña la vida, nuestra vida.
Sí, el amor es un canto.
Podemos vivir en paz.
Podemos morir en paz. MJ (Continuará)
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