Estar, en lo que estamos. (2)
Las
propuestas personales, dentro de la congruencia fluyen con más facilidad. MJ
Tener todo claro, no siempre es estar dentro de lo congruente posible,
es por eso que apelar a la congruencia es algo que resulta muy positivo y
complementario. No siempre es lo más fácil de lograr, parte de lo que ayuda a
lo congruente es saber que no podemos estar en todo a la vez.
El devenir de los
tiempos actuales a veces nos exige estar en varios frentes al mismo tiempo, por
lo que tendemos a descuidar aspectos de las situaciones o eventos que nos
representan menos interés. Deslindar y esperar, son acciones que nos depuran,
con lo que podremos estar más presentes en las centralidades y no en las
periferias de lo que tenemos entre manos. Ante todo, la experiencia de vida
como un hecho de calidad y no solo de supervivencia. Cuando solo sobrevivimos,
aunque lo hagamos con gracia, el flujo no es completo, le faltará esa sal y
pimienta que no se ve, y que afecta a todo.
No estar en lo que estamos, es posible que nos
haga sentirnos cansados, sin saber por qué. A veces tal vez lleguemos de vuelta
a casa después de las actividades, con un cansancio que, aún sustentado por la
satisfacción de las tareas cumplidas, no deja una baja de energía, ésta se
puede evitar. Lo peor es sentir que la vida se nos escurre como si por momentos
fuera sin ton ni son, como si la vida nos robara los tiempos más preciados.
El tiempo, es una dimensión eterna, en la cultura actual
se ha convertido en un bien que se evalúa como de costo ganancia/beneficio y
ante esta visión de pronto nos perdemos de saber y recordar que hay tiempo para
todo, es tan solo lo que percibimos de esta dimensión, lo que nos puede
trastocar la vivencia.
Sentir
aburrimiento es un foco rojo que hay que observar, nadie debe tener ese
sentimiento porque es tan plena la existencia que hay mucho por hacer a
cualquier edad, si estamos en lo que nos toca. Cuando sabemos esa
irrepetibilidad de nuestras vivencias, de entrada, nos bastará con respirar
bien (como sugiere Nazareth Castellanos) y ya lo demás, podría decirse que
fluirá tan acorde con lo que somos, prácticamente fluiremos como el aire mismo.
El reto de vivir siempre puede percibirse pleno.
Nada haría agua en la canoa de la vida diaria, en esa
navegación del día a día, si comprendemos que solo es conveniente estar en
lo que estamos y todo lo demás es complemento.
La columna vertebral de nuestro vivir diario la podemos
percibir como las líneas del dibujo que sustenta a los colores de un mandala.
Esos trazos firmes ahí están, es uno mismo quien los percibe coloridos,
desleídos o ausentes de color.
Nos solemos adentrar en caminos pedregosos pensando que al
caminar lento nos dará más tiempo y no percibimos que las sutilezas algunas
veces de algún tipo de sacrificio se convierten en arma de dos filos, hay que
tener mucho cuidado con esto, aprender el valor de esperar, de tener paciencia
o de delegar y soltar son modalidades de un sacrificio que a veces permea y es
loable, pero no siempre es bienvenido cuando nos saca de la escena de un
devenir propositivo. La belleza, la felicidad y la plenitud, son asuntos que
deben estar presentes siempre, aun pasando por momentos difíciles. Si ese
caminar se hace sin la concentración necesaria y volteando a ver en demasía a
los lados, es seguro que los resultados no serán del todo como quisiéramos.
¡No vayamos a convertirnos en estatuas de sal!
Se habla mucho hoy día de la conciencia, que si se abre la conciencia y
todo ese discurso. A fin de cuentas, tan solo se refiere a que estemos atentos
a lo que nos toca: estando, siendo, viviendo. El gerundio de nuestra existencia
sí que tiene sentido, es un tiempo verbal que nos mantiene más cerca del
presente.
Existe
un modo de llevar la vida personal, que en primera instancia es de la mano del
sentido común, mas como decía un médico amigo: a veces es el menos común de los
sentidos. Hace unos días estuve en las playas del norte de la península
yucateca, un pesar grande me sorprendió, surgió cuando me encontré que, aun
siendo una playa apartada, había basura regada por doquier. De entrada, uno se
pregunta ¿Quién es ese ser humano que con la mano en la cintura abandona basura
en una playa casi virgen y pletórica de vida? y me dije, yo no lo se. No
podemos juzgar la falta de comedimiento en la educación de nadie, y aunque todo
esto del medio ambiente apenas tiene pocos años haciéndose parte de la
conciencia, uno no puede comprender porque no hay respeto al medio natural.
Da lo mismo quien
lo hizo, lo importante es tener claro que todos somos el mismo grupo de homo
sapiens habitando. No es muy difícil entenderlo, y lo más importante es que
se nos pasa por alto que todos somos uno. Las repercusiones de todo
comportamiento llegarán a los demás.
De inmediato la
tarde del día siguiente, antes de salir a caminar tomé una bolsa de plástico y decidí
recoger, no era mi trabajo directo, estaba claro, mas cuando uno está ante una
situación que se puede mitigar, no hay que dudar. Como todos los que son parte
de mi clan saben que mi salud no es del todo completa y en muchos aspectos ya
tengo que cuidarme, me vi reprendida por estar tomando desechos con las manos,
la verdad es que hice de la bolsa plástica un guante y traje a casa muchos
objetos insólitos: Pedazos de red plástica reseca, una chancla rota de un
infante, pedazos de cristal, así como de ese material que conocemos como hielo
seco, que es funesto porque tarda siglos en degradarse, entre otras cosas.
¿Cuánto más pasaría para que todo eso que encontré, fuera
evidente para ser recogido? Es seguro que mucho de lo que veía ahí tirado,
antes de llegar al basurero correspondiente y que alguien más lo recogiera,
entraría al mar. Al fin me dije, recogeré
lo que pueda. Eso me deja claro que era menos que un pedacito de un grano de
arena respecto al escenario mundial, mas era tarea obligada.
Si la enorme
tortuga que pudieron observar mi hija y nieto al dirigirse al mar después de
depositar sus huevos en la arena, se hubiera enredado en una de esas redes de plástico,
no quiero saber que habría sido de ese hermoso y frágil animal.
Las fragilidades
en la naturaleza aún son poco comprendidas. Un animal puede verse fuerte,
grande o bien adaptado a su medio ambiente, más si su entorno se trastoca de
más, es seguro que muera. Una tortuga enredada, no representa solo la unidad
como tal, nos deja claro que muchas otras podrán morir. Esto, lo constaté esta
mañana en el fraccionamiento en donde vivo, (es un lugar muy cercano al campo)
después de la primera lluvia de verano salí en bicicleta, me encontré al menos
con un centenar de ranas atropelladas. Es obvio que salieron al llover, y
salieron a croar y, a renglón seguido morir aplastadas por los automóviles. Es
un escenario muy triste e inevitable en este último caso. El asfalto no es su
lugar y mucho menos su hábitat. Cercar de alguna manera las orillas del campo
abierto en relación a la cinta asfáltica, es algo que no creo que sea del todo
viable. En algunos países, hay espacios a campo abierto que se logran reservar
para los animales, eso no es mala idea cuando se puede dar.
La red de inconciencias nos aleja de centrarnos en hacer
lo que nos toca hacer. Los hechos no esperan, la tierra ya reciente ese devenir
de hechos anti ecológicos, a tal magnitud, como ya lo percibimos hoy día.
Muchas personas no siempre somos capacees de comprender el alcance de hechos
que concatenados nos llevarán a cambios tales que pueden ser irreversibles.
Involucrarnos con la vida natural, es algo así como
comprometernos con nosotros mismos. Las disfuncionalidades no las propicia
nadie porque así lo decida, son producto de falta de conciencia y otras
acciones y distracciones que a veces pueden ser prevenibles, previsibles y
otras veces no.
El camino de ser quienes somos y más que nada estar en
lo que estamos es el camino de una satisfacción que permite un asiento de
bien, un camino de concretar de una manera personal esa misión encomendada que
solo a cada persona corresponde. Los estados ansiolíticos no se crean solos. A
veces son producidos por malas posturas en el pensamiento, en el modo de
responder.
La ocupacionalidad como tal, se ha vuelto a aparecer en
la escena de las terapias más propuestas por los profesionales de la conducta
humana, estar conscientes de lo que hacemos y más que nada de lo que nos toca
hacer, es algo que no podremos descuidar nunca, es materia imperativa. Es la
esencia de la actividad de logros y concreción de proyectos.
Una conciencia armónica, al
igual que un mandala fluido, necesita de observación y guía de la voluntad.
Distractores siempre los hay y los habrá, la esencia de
una conciencia lograda se basa en estar haciendo lo que nos corresponde, es
decir: Estar en lo que estamos.
¿Cómo percibimos eso que nos distrae? Teniendo muy claro
que es lo que nos corresponde hacer.
Solo una conciencia bien llevada nos hace libres.
Una definición de personalidad podría ser:
Lo que se construye en el interior de la persona, con
objetivos propuestos por una jerarquía personal.
En el interior quien rige es la persona con el grado de
conciencia logrado, con las bases que ha establecido de la personalidad. Todo
se asienta en un círculo de causalidades que con sus efectos dan forma al
mandala personal, a los coloridos que nos conforman.
¿Qué se entiende por desorden psicológico?
Es encontrar que entran en conflicto dos aspectos
básicos: las intenciones vitales y la información recibida. Por eso mismo se
dice que la globalidad ya no aplica en todos los casos, porque no a todos les cuadra
para los logros certeros y concretos de algunas áreas del planeta. Hay partes
del orbe, a las que no necesariamente les beneficia la misma información.
La congruencia es la madre de la paz. Ser congruente es
un gran don, mismo que se cultiva. (Continuará)