lunes, 17 de junio de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (2)

                                                                         

                                                                                   Las propuestas personales, dentro de la congruencia fluyen con más facilidad.  MJ

 

                                                Tener todo claro, no siempre es estar dentro de lo congruente posible, es por eso que apelar a la congruencia es algo que resulta muy positivo y complementario. No siempre es lo más fácil de lograr, parte de lo que ayuda a lo congruente es saber que no podemos estar en todo a la vez.

 El devenir de los tiempos actuales a veces nos exige estar en varios frentes al mismo tiempo, por lo que tendemos a descuidar aspectos de las situaciones o eventos que nos representan menos interés. Deslindar y esperar, son acciones que nos depuran, con lo que podremos estar más presentes en las centralidades y no en las periferias de lo que tenemos entre manos. Ante todo, la experiencia de vida como un hecho de calidad y no solo de supervivencia. Cuando solo sobrevivimos, aunque lo hagamos con gracia, el flujo no es completo, le faltará esa sal y pimienta que no se ve, y que afecta a todo.

No estar en lo que estamos, es posible que nos haga sentirnos cansados, sin saber por qué. A veces tal vez lleguemos de vuelta a casa después de las actividades, con un cansancio que, aún sustentado por la satisfacción de las tareas cumplidas, no deja una baja de energía, ésta se puede evitar. Lo peor es sentir que la vida se nos escurre como si por momentos fuera sin ton ni son, como si la vida nos robara los tiempos más preciados.

El tiempo, es una dimensión eterna, en la cultura actual se ha convertido en un bien que se evalúa como de costo ganancia/beneficio y ante esta visión de pronto nos perdemos de saber y recordar que hay tiempo para todo, es tan solo lo que percibimos de esta dimensión, lo que nos puede trastocar la vivencia.

 Sentir aburrimiento es un foco rojo que hay que observar, nadie debe tener ese sentimiento porque es tan plena la existencia que hay mucho por hacer a cualquier edad, si estamos en lo que nos toca. Cuando sabemos esa irrepetibilidad de nuestras vivencias, de entrada, nos bastará con respirar bien (como sugiere Nazareth Castellanos) y ya lo demás, podría decirse que fluirá tan acorde con lo que somos, prácticamente fluiremos como el aire mismo.

El reto de vivir siempre puede percibirse pleno.

Nada haría agua en la canoa de la vida diaria, en esa navegación del día a día, si comprendemos que solo es conveniente estar en lo que estamos y todo lo demás es complemento.

La columna vertebral de nuestro vivir diario la podemos percibir como las líneas del dibujo que sustenta a los colores de un mandala. Esos trazos firmes ahí están, es uno mismo quien los percibe coloridos, desleídos o ausentes de color.

Nos solemos adentrar en caminos pedregosos pensando que al caminar lento nos dará más tiempo y no percibimos que las sutilezas algunas veces de algún tipo de sacrificio se convierten en arma de dos filos, hay que tener mucho cuidado con esto, aprender el valor de esperar, de tener paciencia o de delegar y soltar son modalidades de un sacrificio que a veces permea y es loable, pero no siempre es bienvenido cuando nos saca de la escena de un devenir propositivo. La belleza, la felicidad y la plenitud, son asuntos que deben estar presentes siempre, aun pasando por momentos difíciles. Si ese caminar se hace sin la concentración necesaria y volteando a ver en demasía a los lados, es seguro que los resultados no serán del todo como quisiéramos.

¡No vayamos a convertirnos en estatuas de sal!

                    Se habla mucho hoy día de la conciencia, que si se abre la conciencia y todo ese discurso. A fin de cuentas, tan solo se refiere a que estemos atentos a lo que nos toca: estando, siendo, viviendo. El gerundio de nuestra existencia sí que tiene sentido, es un tiempo verbal que nos mantiene más cerca del presente.

                                          Existe un modo de llevar la vida personal, que en primera instancia es de la mano del sentido común, mas como decía un médico amigo: a veces es el menos común de los sentidos. Hace unos días estuve en las playas del norte de la península yucateca, un pesar grande me sorprendió, surgió cuando me encontré que, aun siendo una playa apartada, había basura regada por doquier. De entrada, uno se pregunta ¿Quién es ese ser humano que con la mano en la cintura abandona basura en una playa casi virgen y pletórica de vida? y me dije, yo no lo se. No podemos juzgar la falta de comedimiento en la educación de nadie, y aunque todo esto del medio ambiente apenas tiene pocos años haciéndose parte de la conciencia, uno no puede comprender porque no hay respeto al medio natural.

 Da lo mismo quien lo hizo, lo importante es tener claro que todos somos el mismo grupo de homo sapiens habitando. No es muy difícil entenderlo, y lo más importante es que se nos pasa por alto que todos somos uno. Las repercusiones de todo comportamiento llegarán a los demás.

 De inmediato la tarde del día siguiente, antes de salir a caminar tomé una bolsa de plástico y decidí recoger, no era mi trabajo directo, estaba claro, mas cuando uno está ante una situación que se puede mitigar, no hay que dudar. Como todos los que son parte de mi clan saben que mi salud no es del todo completa y en muchos aspectos ya tengo que cuidarme, me vi reprendida por estar tomando desechos con las manos, la verdad es que hice de la bolsa plástica un guante y traje a casa muchos objetos insólitos: Pedazos de red plástica reseca, una chancla rota de un infante, pedazos de cristal, así como de ese material que conocemos como hielo seco, que es funesto porque tarda siglos en degradarse, entre otras cosas.

¿Cuánto más pasaría para que todo eso que encontré, fuera evidente para ser recogido? Es seguro que mucho de lo que veía ahí tirado, antes de llegar al basurero correspondiente y que alguien más lo recogiera, entraría al mar.  Al fin me dije, recogeré lo que pueda. Eso me deja claro que era menos que un pedacito de un grano de arena respecto al escenario mundial, mas era tarea obligada. 

 Si la enorme tortuga que pudieron observar mi hija y nieto al dirigirse al mar después de depositar sus huevos en la arena, se hubiera enredado en una de esas redes de plástico, no quiero saber que habría sido de ese hermoso y frágil animal.

 Las fragilidades en la naturaleza aún son poco comprendidas. Un animal puede verse fuerte, grande o bien adaptado a su medio ambiente, más si su entorno se trastoca de más, es seguro que muera. Una tortuga enredada, no representa solo la unidad como tal, nos deja claro que muchas otras podrán morir. Esto, lo constaté esta mañana en el fraccionamiento en donde vivo, (es un lugar muy cercano al campo) después de la primera lluvia de verano salí en bicicleta, me encontré al menos con un centenar de ranas atropelladas. Es obvio que salieron al llover, y salieron a croar y, a renglón seguido morir aplastadas por los automóviles. Es un escenario muy triste e inevitable en este último caso. El asfalto no es su lugar y mucho menos su hábitat. Cercar de alguna manera las orillas del campo abierto en relación a la cinta asfáltica, es algo que no creo que sea del todo viable. En algunos países, hay espacios a campo abierto que se logran reservar para los animales, eso no es mala idea cuando se puede dar.

La red de inconciencias nos aleja de centrarnos en hacer lo que nos toca hacer. Los hechos no esperan, la tierra ya reciente ese devenir de hechos anti ecológicos, a tal magnitud, como ya lo percibimos hoy día. Muchas personas no siempre somos capacees de comprender el alcance de hechos que concatenados nos llevarán a cambios tales que pueden ser irreversibles.

Involucrarnos con la vida natural, es algo así como comprometernos con nosotros mismos. Las disfuncionalidades no las propicia nadie porque así lo decida, son producto de falta de conciencia y otras acciones y distracciones que a veces pueden ser prevenibles, previsibles y otras veces no.

El camino de ser quienes somos y más que nada estar en lo que estamos es el camino de una satisfacción que permite un asiento de bien, un camino de concretar de una manera personal esa misión encomendada que solo a cada persona corresponde. Los estados ansiolíticos no se crean solos. A veces son producidos por malas posturas en el pensamiento, en el modo de responder.

La ocupacionalidad como tal, se ha vuelto a aparecer en la escena de las terapias más propuestas por los profesionales de la conducta humana, estar conscientes de lo que hacemos y más que nada de lo que nos toca hacer, es algo que no podremos descuidar nunca, es materia imperativa. Es la esencia de la actividad de logros y concreción de proyectos.

                                                              Una conciencia armónica, al igual que un mandala fluido, necesita de observación y guía de la voluntad.

Distractores siempre los hay y los habrá, la esencia de una conciencia lograda se basa en estar haciendo lo que nos corresponde, es decir: Estar en lo que estamos.

¿Cómo percibimos eso que nos distrae? Teniendo muy claro que es lo que nos corresponde hacer.

Solo una conciencia bien llevada nos hace libres.

Una definición de personalidad podría ser:

Lo que se construye en el interior de la persona, con objetivos propuestos por una jerarquía personal.

En el interior quien rige es la persona con el grado de conciencia logrado, con las bases que ha establecido de la personalidad. Todo se asienta en un círculo de causalidades que con sus efectos dan forma al mandala personal, a los coloridos que nos conforman.

¿Qué se entiende por desorden psicológico?

Es encontrar que entran en conflicto dos aspectos básicos: las intenciones vitales y la información recibida. Por eso mismo se dice que la globalidad ya no aplica en todos los casos, porque no a todos les cuadra para los logros certeros y concretos de algunas áreas del planeta. Hay partes del orbe, a las que no necesariamente les beneficia la misma información.

La congruencia es la madre de la paz. Ser congruente es un gran don, mismo que se cultiva. (Continuará)

 

                                                                         

 

 

 

 

 

jueves, 13 de junio de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (1)                Día.

                                                              Dia. Horas.

                                                              Flujo vital. Tiempo.

                                                              Dia. Momentos.

                                                               Día.

                                                               Flujo constante.

                                                               Signos.

                                                               Respuestas.

                                                                Vida.

                                                                Noche. MJ

                                                       

                                      El Zen, siempre nos otorga una sabiduría sencilla y simple, no por ello flácida.

Activar la palabra en acción concreta. Aunar verbo y acción. Con sencillez.

Entendiendo que el día conlleva el flujo vital, los momentos han de ponerse en un orden establecido por y para cada ser.  Fluir con constancia es una combinación entre observación y cuidado, estar presentes en lo que estamos. No siempre es fácil, más lo que hay que tener claro es que los distractores son tantos que casi hay que temerles como al mismísimo diablo, nos pueden descuadrar la ventura de vivir con un buen ritmo.

Nada de lo que viven los demás aplica para nuestra vida. Mientras más volteamos a los lados, menos estamos en el centro, ese único sitio que nos pertenece.

Compartir es el secreto, observar modos diversos que enriquecen.

Hablando del diablo, yo tuve que procesar el concepto que se me dio de este personaje, al grado que he logrado que me produzca hilaridad, cuando me topo con determinada imagen. En la infancia se me produjo enorme terror, mismo que desterré de a poco. Solo recordar esa Biblia de Doré en la mesa de la sala de casa de mis padres, me aterraba. Una Biblia hermosísima (aunque difícil de leer) luego me reconcilie con el autor por esos grabados de un arte sin igual. Con ese sentir en mis primeros años yo solo quedaba paralizada, ese diablo, ese ser con cuernos, cola con punta de lanza y trinchante grotesco, no me permitía dormir en paz.

Los significados son básicamente provenientes del entorno cultural.

Cada signo que determina nuestra vida, ha de ponerse en su apropiada dimensión. Recordar que el significado de las palabras: mientras más claro, más vida.

Nada nos ha llevado más hondo en las discrepancias sociales, que no comprender. Habrase de cuidar la distorsión de los significados, y no dejar pasar el encontrar la claridad. Los diccionarios no están de adorno, ni son tan solo para los críos que están en camino de pulir su lenguaje. Es más propositivo dejar las fake news en un reposo momentáneo y ocuparnos nada mas de saber que nos significan, de donde vienen. Todo adulto que posea un celular, ha de poder tener ahí mismo el ícono de la Real Academia de la Lengua Española y abrir cuanto sea necesario ese maravilloso mundo de las significancias. Dar respuestas no es poca cosa, así como nos esmeramos en responder a los críos para irles aclarando el camino de su propia existencia, no podemos dejar la nuestra estancada en signos que no sean de los tiempos que vivimos. Al paso de los años todo cambia, y sin temor tendremos que reaprender a descifrar eso que se asienta en los tiempos históricos que nos toca vivir. La vida social es un continuo caleidoscopio colorido que va dando nuevos modelos que habremos de acatar con conocimiento de causa. Hace poco escuche a un gran crítico y conocedor de la geopolítica actual, el Dr. Alfredo Jalife, muy claramente dijo: -Ya el concepto de globalización está entrando a su fase obsoleta.  Habremos de observar el movimiento mundial con otros parámetros-.

¿Cuáles son estos parámetros?

Habremos de averiguar.

Los que estamos peinando canas, sean visibles o no, estamos en el mismo sentido. Habremos de tratar de vivir los años venideros con mucha más atención.

El homo sapiens, que ha creado el verbo concatenado en la unión de las palabras, las ha perfeccionado en sus signos, en su decir. El zen, propone acciones sencillas.

Los hechos no se interconectan al azar, todos llevan inmersos un discurso y a la vez una acción que se ha producido, se necesita de un esfuerzo concreto y claro para que lo que: estamos haciendo, sea acorde a lo que sí estamos viviendo.

Cuando la acción va dispar al discurso, todo se complica con ideas que no tienen sustento, con palabras que se crean para asustar, estamos en la era de tanta información que estamos con la necesidad de estar mucho más atentos.

Ser armónicos solo está en nuestras manos. Nadie determina más nuestro devenir que nosotros mismos y así es como estaremos en lo que tenemos que estar.

Esta frase ha sido la que más me ha marcado desde que comencé a vivir el zen.

Estar, en lo que estamos.

 Como toda una filosofía de vida se lleva su tiempo asimilar, asentar. Como todo lo que se transforma va lográndose en la acción diaria y con buena dosis de paciencia. El zen, está en la acción sencilla en la vida misma. Es la filosofía de la sencillez, de lo poco que es mucho.

Cuando nos encontramos dándole vueltas a las cosas, diría mi madre: - mal negocio- El devenir de la acción asertiva, cada ser humano lo tiene claro, si se entorpece la visión es porque hemos permitido información falsa.

 La vida es tan personal que solo en el acompañamiento bien logrado, podremos aportar para el bien de los demás. Ese prójimo del que habla la religión católica, no es otro que el ser mismo que tenemos al lado de nosotros, y por ahí comenzamos: Quien practica la religión, claramente tiene en mente que redentor solo hay uno. Estar más atentos a lo que se comparte, no es compartir por compartir. Esto suele olvidarse, porque nos involucramos con   las personas de manera desordenada y eso puede ahogarlas y peor aún ahogarnos a nosotros mismos.

La mayoría de los adultos que nos precedieron, creía a pie juntillas en la caridad. Las más de las veces sin saber bien a bien como se come ese guiso.

Los de generaciones pasadas tuvieron muy buenas intenciones, se practicó mucho el asistencialismo (aún perdura, pero no es la respuesta exacta para dar la mano a los congéneres) y en muchos casos ahí quedo su acción, creyendo que su tarea era influenciar. En algunos casos no supieron tenerse y sostenerse a ellos mismos.

Si estamos, es para estar en ese atender a lo que nos centra, esa competencia que hay que desplegar en la misión encomendada. Ser competentes por donde hemos nacido, y mucho habremos de saber elegir, en otros ámbitos.  Nos encontramos a veces teniendo acciones que copiamos, que no son en realidad parte de lo que somos. La apertura de conciencia va aunada a la revisión de las actitudes.

Siempre me ha llamado mucho la atención el movimiento de la interacción humana. Es decir, lo que determina a las relaciones. La centralidad de mis estudios en Antropología me ha ayudado a comprender que muchos de los dolores existenciales que se viven hoy día, son producto de lo que se propicia, sin corresponder a la realidad. Como quien dice, esas inercias por las que nos puede llevar la vida y de pronto nos damos cuenta que tal vez estemos en el lugar equivocado. La mayoría de los grupos humanos aún sigue viviendo así, y por eso aparecen los contratiempos.

El dolor tiene dos vertientes, viene como parte de la vida misma, y el otro es propiciado por las personas. En el planeta aún se sigue viviendo así, solo avanzamos sí: Estamos en lo que estamos. Dicho plásticamente: es no temer agarrar por el cuello a lo que nos toca responder. Coherencia.

Junto con todos estos conocimientos de una filosofía de vida más sencilla, me llegó el buen conocer de El Quijote de la Mancha. Traté de darme cuenta de los eternos valores que se presentaron en esta primerísima novela, y que eran muy actuales muchos de ellos.

La percepción de que Sancho Panza fue un escudero sumiso, es equivoca, es el acompañante que lleva una enorme sabiduría que destila en momentos muy precisos, porque con naturalidad practica su estar en lo que está, para hacer de las dos personalidades un binomio completo, la de él mismo y la de Don Quijote.

Una armoniosa esfera de conocimiento práctico por un lado y el otro lleno de idealismo.  Sancho nunca quiere ser Don Quijote y Don Quijote nunca quiere ser Sancho. Se complementan.

La personalidad de Sancho es grandiosa, completísima, lleva un mundo colosal en la mente como algo muy único de su ser, y en lo particular es la visión de sentido común de la realidad, misma que tanto le falta a Don Quijote y que sin su noble escudero no tendría oportunidad de comprender.

Cada uno de nosotros podremos ser nuestro propio escudero, no necesitamos que venga de afuera de nosotros ese actuar con la sensibilidad de lo que sí es.

Don Quijote de lo que ve y de lo que vive convierte el mundo en algo fantástico. Ese aspecto es grandioso, porque es ahí donde se gesta casi todo el arte original, sin ese vuelo de la imaginación no habría lo artístico genuino, más para que llegue a la tierra de todos, el arte debe asentarse en la vida de todos los días.

A veces Sancho baja a tierra a Don Quijote con más o menos discreción, otras arrasan sus palabras y lanza los dichos más atinados que un humano pudiera imaginar, como que fueran lanzas de sentido común, jamás se enreda y no tiene pelos en la lengua para decir lo que ve, lo que siente cuando es propicio. Todo con tino y saliendo con fervor de su ronco pecho, actúa con todo lo que su mente le permite, que no es limitada, porque las mentes limitadas son las que no pueden adecuar los cambios propicios. La gente más sencilla es de la que podremos esperar las mejores respuestas. Sancho, nunca deja de ser ameno. En toda la novela las figuras literarias están creadas con un lenguaje riquísimo, pletórico de ese español que todos habríamos de conocer al menos una vez en la vida.

Hay una riqueza del idioma español como nunca nadie había imaginado, es maravilloso como Cervantes supo sacar de los momentos adversos tanto arte, tanto bien. Cervantes tiene la capacidad de hacernos sentir que nosotros también estamos dentro de sus escenas.

Hablando de escenas, la escena de nuestra vida personal más importante es la que está en tiempo presente. Cada día puede hacerse más rico y completo si así nos lo proponemos.

Pensar en el pasado es una acción que solo tiene sentido si es que nos va a enriquecer el presente, si es que nos va a aclarar los asuntos para un mejor flujo. De resto, el pasado puede ser tan solo anécdota divertida, compartida. Puede alegrar, pero no siempre aportar conocimiento. Poder estar con todo el potencial en presente, es estar en lo que estamos. El futuro, es seguro que llegará con plenitud en tanto el pasado enriquezca y el presente se viva activo y creativo. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

                          

 

jueves, 6 de junio de 2024

 

Vivir como un mandala que fluye. (20)

                                                                         Los colores, marcan nuestras vidas, mucho más si los sabemos acomodar, como lo haríamos en un mandala. MJ

 

                                                                                  Siempre he pensado y dicho que comprender las dinámicas coloridas que nos rodean es una práctica que nos remite a saborear mucho más el gusto por lo estético, y así comprender mejor esas energías tan vitales que nos transmiten los pigmentos, a decir verdad, solo los vemos por estar inmersos en la luz. No olvidemos que el color en sí mismo no existe. Poco a poco nos damos cuenta del valor que tienen los colores.

Cuando estamos en el mar o cerca de éste, se puede notar como los cambios del agua son constantes, la superficie marina nunca es igual dependiendo de los momentos del día, la luz del sol rige todo ese colorido.

Con los colores de las vivencias pasa lo mismo. Cada acción está determinada por una coloración.

                                                          Durante el año de 2005, fui teniendo la ventura de ser más observadora de los cambios en los estados de ánimo. Poco a poco también, fui introduciendo el sentido del color en mi vida y así aplicar con más conocimiento, qué color poner en la mente dependiendo de lo que se vive. El observar cómo nos sentimos y con qué color lo podemos asociar es una práctica que se puede volver una buena costumbre. En verdad que las ideas se organizan mejor si observamos más lo que ponemos en la mente.

La vida nos prepara para ser más y más observadores, es casi una exigencia de la vida de hoy y depende de nosotros mismos cuanto caso hacemos y que tanto nos convertimos en más fijados. A veces no se tiene claro cómo se da esto en el día a día, es bueno saberlo, porque observar es vivir con más plenitud. La madurez trae consigo estos nuevos planos de observación, depura y nos enfoca en asuntos más puntuales.

Aprender a aceptar de los congéneres que nos rodean, solo lo que pueden dar. A veces creemos que podríamos propiciar acciones más afines con los cercanos, esto puede resultar falaz, la afinidad con los seres humanos es todo un tema, cada vez se abre más la conciencia y la gente está muy pendiente de su autonomía, esto afecta a las relaciones, ya no digamos de pareja, sino de todo tipo. No podemos negar lo felices que somos cuando encontramos afinidades, esas agujas del pajar son bendecidas. En esos aspectos las generaciones pasadas aún eran un tanto ingenuas, se pensaba que las relaciones era un asunto tan solo de voluntad, hoy sabemos que con la voluntad solo aplica en algunos aspectos.

Las emociones en la vida no son poca cosa. Propiciar un ánimo con movimiento es saber emocionarnos con lo que nos traerá fuerza y estar más serenos cuando hay que resolver y dar soluciones. Nunca es fácil comprender del todo las emociones. Con los años uno lo va comprendiendo mejor y más cuando llegan los nietos a la vida en madurez, como que los colores de la vida se renuevan, los niños eso mismo es lo que nos infunden, luz.

Se dice mucho que la perdida de magnesio en el cuerpo humano se da cuando hay preocupaciones de más, se presentan esas rigideces musculares que hoy en día ya los salones de masajes corporales están atendiendo a la orden del día. En estos días ya se es más consciente de ingerir esos suplementos alimenticios que nos darán mejor calidad de vida.

Por estar menos atentos a lo que pensamos, estamos propiciando desequilibrios. Es verdad que la mente de hoy está más bombardeada con mensajes absurdos, ideas innecesarias, mentiras, descubrir esto es tarea actual. Es parte de la apertura de la conciencia

La valoración de los tiempos es algo principal en la vida de cada ser. La mente suele llevarnos más rápido que la acción, ese incremento entre lo pensado y lo logrado es lo que crea la tensión, el stress.

Hay que dejar emerger a la sensatez, como la madre de la paz.

Apremiarnos es mala idea. A veces creemos que haciendo los pendientes más rápido se sacaran ventajas a los tiempos y si no estamos conscientes de estos flujos, acabamos con desconciertos y cansancios que solo nos traen más problema.

Uno de los regalos de haber llegado a los 50 (cincuenta) años de vida, fue la compra de un ejemplar del Quijote de la Mancha. Quería leerlo con ritmo especial y subrayar lo más importante para mí. Encontré un libro muy accesible para sostener y leer con mejor ritmo, salió al mercado conmemorando el aniversario de la novela. Qué bueno que se hagan estas ediciones más prácticas. En la mayoría de las casas tenemos un ejemplar del Quijote antiguo, difícil de leer por su tamaño o porque está un tanto desvencijado por los años.

¿Qué es el contentamiento?

Es un estado de ánimo que nos permite tener presente un sentimiento de que todo está bien, aunque estemos pasando momentos difíciles. Hacer como una dialéctica de nuestro interior y saber cómo manejarla para estar en equilibrio. Lo dificultoso de la vida no nos priva de estar contentos, y no estoy hablando de masoquismo, estoy refiriéndome a saber dar su sitio a las acciones en conjunción con los pensamientos.                                                                                                                        Las lecciones que nos dan los grandes historiadores y estudiosos sociales del género homo sapiens, nos dicen que jamás habrá procesos sociales que no arrastren controversias, porque en parte, forman parte de su esencia. La historia humana está plagada de momentos difíciles que solo al ser vistos con las miras bien puestas y situados en el devenir del tiempo que nos ha tocado vivir, nos dan la certidumbre necesaria para valorar. La vida es cambiante, los procesos se presentan y nunca se dan en las mismas condiciones. Se nos olvida que los tiempos son cíclicos y mejoran invariablemente, no siempre de las maneras acostumbradas y conocidas. Siempre llegarán a nuevos puertos.  Los ciclos sociales tienen sus términos y condiciones, han sido parte del género humano desde que salió de la cueva a luchar por una vida digna y bien lograda, el asunto es que no siempre benefician directamente de las mismas maneras y por eso da tanto trabajo comprender.

Recuerdo a mi madre diciéndome (y casi reprendiéndome) estando recién casada, que me iba a arrepentir toda la vida por no tener al servicio doméstico de casa de una manera fija. Ella lo había vivido así y creía que esa era la única forma. Se acostumbraba que las personas que ayudaban en lo domestico fueran parte de la casa, casi podríamos decir para toda su vida. Si las situaciones responden a una época, pues solo hay que observar cómo deben evolucionar, Eso de acatar por inercias y costumbres ya es harina de otro costal.

 Mi marido y yo tuvimos claro que no era eso lo que queríamos. Tuvimos que encontrar el justo medio, la ayuda constante es más necesaria cuando los hijos son pequeños, luego las cosas cambian. Las personas habrían de ayudarnos y al mismo tiempo tener una vida propia fuera de nuestra casa. Luego, como es en la mayoría de los casos de hoy día, es más apropiado y digno para quienes tienen todo el derecho de hacer una vida propia, si así lo desean. Ahora que veo que en casa de mi hijo si tienen a una persona viviendo ahí toda la semana para el cuidado de los niños, me doy cuenta que las dinámicas responden a los momentos de vida. La vida de una casa es algo que se ordena y hay que saber qué es lo mejor para todos.

Refrendar en donde estamos parados cada cierto tiempo, es una medida buena para la claridad mental y más que nada para la tranquilidad. Saber que sigue en la escena vital, es muy sano y pertinente. Si lo que se ha logrado ha traído contentamiento, es seguro que estemos listos para lo que sigue. Saber ver el vaso medio lleno, no es fácil y sí muy necesario.

San Benito, nos recuerda: -Nada puede reemplazar el amor de Dios-.

Esta frase solo aplica a quienes descubren ese amor. El amor de Dios es un pensar que no corresponde a todos y si lo queremos entender nos puede llevar años.  El amor de Dios no es algo que nos pongamos como un saco a la medida, es mucho más complejo comprender como se manifiesta. En primera instancia no somos personalmente redentores de nadie, en esta vida pasajera solo nos acompañamos. He ahí uno de los asuntos más ríspidos de las enseñanzas religiosas, porque no es lo mismo creer que infundiremos conocimiento espiritual en nadie, que tan solo estar presentes en compañía que aporte.

¡La conciencia de las percepciones!, escribí, como dándome cuenta como lo que percibimos no siempre está formando parte de la conciencia real. A veces nos llega información que nada tiene que ver ni con lo que somos, ni con lo que tenemos entre manos. Creer que en nuestras manos esta todo, es estar valorándonos de más y propiciando más stress.

Volviendo al valor central de las temporalidades, nos damos cuenta que el apremio en los ritmos y en las acciones puede trastocar todo. Cada persona tiene sus ritmos, cada nación los tiene también y ni qué decir del proceso social. Los hechos se fortalecen mucho más cuando sabemos apreciar las pautas y pausas del silencio. Dejaba atrás la necesidad apremiante de explicarme todo, había vivido mis primeros 50 (cincuenta) años tratando de tener más respuestas de las que en verdad necesitaba. No había llegado aún al zen de mi vida personal.

La plenitud llega cuando menos se busca. No es un estado de ánimo por el que uno procure, no se insiste, se deja que fluya lo que es más propicio. Es el resultado de toda una amalgama de actitudes. Ese hoyanco del vivir que a veces se siente en el centro del estómago es lo que hay que abatir con el contentamiento formal y constante. Eso sí está en nuestras manos.

Escribí:

Los naranjas del amanecer llegan.

El correr del día es un canto aunado al de los pájaros que lo saludan.

Las horas primerizas se tornan indiscretas y van tomando su lugar en los resquicios del ventanal.

Un pájaro murmura por ahí, otro más le contesta por allá.

El sol se tiende y baña la vida, nuestra vida.

Sí, el amor es un canto.

Podemos vivir en paz.

Podemos morir en paz. MJ (Continuará)