Estar, en lo que estamos. (1) Día.
Dia. Horas.
Flujo vital. Tiempo.
Dia. Momentos.
Día.
Flujo constante.
Signos.
Respuestas.
Vida.
Noche. MJ
El Zen,
siempre nos otorga una sabiduría sencilla y simple, no por ello flácida.
Activar la palabra en acción concreta. Aunar verbo y
acción. Con sencillez.
Entendiendo que el día conlleva el flujo vital, los momentos
han de ponerse en un orden establecido por y para cada ser. Fluir con constancia es una combinación entre
observación y cuidado, estar presentes en lo que estamos. No siempre es
fácil, más lo que hay que tener claro es que los distractores son tantos que
casi hay que temerles como al mismísimo diablo, nos pueden descuadrar la
ventura de vivir con un buen ritmo.
Nada de lo que viven los demás aplica para nuestra vida.
Mientras más volteamos a los lados, menos estamos en el centro, ese único sitio
que nos pertenece.
Compartir es el secreto, observar modos diversos que
enriquecen.
Hablando del diablo, yo tuve que procesar el concepto que
se me dio de este personaje, al grado que he logrado que me produzca hilaridad,
cuando me topo con determinada imagen. En la infancia se me produjo enorme
terror, mismo que desterré de a poco. Solo recordar esa Biblia de Doré en la
mesa de la sala de casa de mis padres, me aterraba. Una Biblia hermosísima (aunque
difícil de leer) luego me reconcilie con el autor por esos grabados de un arte
sin igual. Con ese sentir en mis primeros años yo solo quedaba paralizada, ese
diablo, ese ser con cuernos, cola con punta de lanza y trinchante grotesco, no
me permitía dormir en paz.
Los significados son básicamente provenientes del entorno
cultural.
Cada signo que determina nuestra vida, ha de ponerse en
su apropiada dimensión. Recordar que el significado de las palabras: mientras
más claro, más vida.
Nada nos ha llevado más hondo en las discrepancias
sociales, que no comprender. Habrase de cuidar la distorsión de los
significados, y no dejar pasar el encontrar la claridad. Los diccionarios no
están de adorno, ni son tan solo para los críos que están en camino de pulir su
lenguaje. Es más propositivo dejar las fake news en un reposo momentáneo y
ocuparnos nada mas de saber que nos significan, de donde vienen. Todo adulto
que posea un celular, ha de poder tener ahí mismo el ícono de la Real Academia
de la Lengua Española y abrir cuanto sea necesario ese maravilloso mundo de las
significancias. Dar respuestas no es poca cosa, así como nos esmeramos en
responder a los críos para irles aclarando el camino de su propia existencia,
no podemos dejar la nuestra estancada en signos que no sean de los tiempos que
vivimos. Al paso de los años todo cambia, y sin temor tendremos que reaprender
a descifrar eso que se asienta en los tiempos históricos que nos toca vivir. La
vida social es un continuo caleidoscopio colorido que va dando nuevos modelos
que habremos de acatar con conocimiento de causa. Hace poco escuche a un gran
crítico y conocedor de la geopolítica actual, el Dr. Alfredo Jalife, muy
claramente dijo: -Ya el concepto de globalización está entrando a su fase
obsoleta. Habremos de observar el
movimiento mundial con otros parámetros-.
¿Cuáles son estos parámetros?
Habremos de averiguar.
Los que estamos peinando canas, sean visibles o no,
estamos en el mismo sentido. Habremos de tratar de vivir los años venideros con
mucha más atención.
El homo sapiens, que ha creado el verbo
concatenado en la unión de las palabras, las ha perfeccionado en sus signos, en
su decir. El zen, propone acciones sencillas.
Los hechos no se interconectan al azar, todos llevan
inmersos un discurso y a la vez una acción que se ha producido, se necesita de
un esfuerzo concreto y claro para que lo que: estamos haciendo, sea
acorde a lo que sí estamos viviendo.
Cuando la acción va dispar al discurso, todo se complica
con ideas que no tienen sustento, con palabras que se crean para asustar,
estamos en la era de tanta información que estamos con la necesidad de estar
mucho más atentos.
Ser armónicos solo está en nuestras manos. Nadie
determina más nuestro devenir que nosotros mismos y así es como estaremos en
lo que tenemos que estar.
Esta frase ha sido la que más me ha marcado desde que
comencé a vivir el zen.
Estar, en lo que estamos.
Como toda una
filosofía de vida se lleva su tiempo asimilar, asentar. Como todo lo que se
transforma va lográndose en la acción diaria y con buena dosis de paciencia. El
zen, está en la acción sencilla en la vida misma. Es la filosofía de la
sencillez, de lo poco que es mucho.
Cuando nos encontramos dándole vueltas a las cosas, diría
mi madre: - mal negocio- El devenir de la acción asertiva, cada ser humano lo
tiene claro, si se entorpece la visión es porque hemos permitido información
falsa.
La vida es tan
personal que solo en el acompañamiento bien logrado, podremos aportar para el
bien de los demás. Ese prójimo del que habla la religión católica, no es otro
que el ser mismo que tenemos al lado de nosotros, y por ahí comenzamos: Quien practica
la religión, claramente tiene en mente que redentor solo hay uno. Estar más
atentos a lo que se comparte, no es compartir por compartir. Esto suele
olvidarse, porque nos involucramos con las personas de manera desordenada y eso
puede ahogarlas y peor aún ahogarnos a nosotros mismos.
La mayoría de los adultos que nos precedieron, creía a
pie juntillas en la caridad. Las más de las veces sin saber bien a bien como se
come ese guiso.
Los de generaciones pasadas tuvieron muy buenas
intenciones, se practicó mucho el asistencialismo (aún perdura, pero no es la
respuesta exacta para dar la mano a los congéneres) y en muchos casos ahí quedo
su acción, creyendo que su tarea era influenciar. En algunos casos no supieron
tenerse y sostenerse a ellos mismos.
Si estamos, es para estar en ese atender a lo que nos centra,
esa competencia que hay que desplegar en la misión encomendada. Ser competentes
por donde hemos nacido, y mucho habremos de saber elegir, en otros ámbitos. Nos encontramos a veces teniendo acciones que
copiamos, que no son en realidad parte de lo que somos. La apertura de
conciencia va aunada a la revisión de las actitudes.
Siempre me ha llamado mucho la atención el movimiento de
la interacción humana. Es decir, lo que determina a las relaciones. La
centralidad de mis estudios en Antropología me ha ayudado a comprender que
muchos de los dolores existenciales que se viven hoy día, son producto de lo
que se propicia, sin corresponder a la realidad. Como quien dice, esas inercias
por las que nos puede llevar la vida y de pronto nos damos cuenta que tal vez
estemos en el lugar equivocado. La mayoría de los grupos humanos aún sigue
viviendo así, y por eso aparecen los contratiempos.
El dolor tiene dos vertientes, viene como parte de la
vida misma, y el otro es propiciado por las personas. En el planeta aún se
sigue viviendo así, solo avanzamos sí: Estamos en lo que estamos. Dicho
plásticamente: es no temer agarrar por el cuello a lo que nos toca responder.
Coherencia.
Junto con todos estos conocimientos de una filosofía de
vida más sencilla, me llegó el buen conocer de El Quijote de la Mancha. Traté
de darme cuenta de los eternos valores que se presentaron en esta primerísima
novela, y que eran muy actuales muchos de ellos.
La percepción de que Sancho Panza fue un escudero sumiso,
es equivoca, es el acompañante que lleva una enorme sabiduría que destila en
momentos muy precisos, porque con naturalidad practica su estar en lo que
está, para hacer de las dos personalidades un binomio completo, la de él
mismo y la de Don Quijote.
Una armoniosa esfera de conocimiento práctico por un lado
y el otro lleno de idealismo. Sancho
nunca quiere ser Don Quijote y Don Quijote nunca quiere ser Sancho. Se
complementan.
La personalidad de Sancho es grandiosa, completísima,
lleva un mundo colosal en la mente como algo muy único de su ser, y en lo
particular es la visión de sentido común de la realidad, misma que tanto le
falta a Don Quijote y que sin su noble escudero no tendría oportunidad de comprender.
Cada uno de nosotros podremos ser nuestro propio
escudero, no necesitamos que venga de afuera de nosotros ese actuar con la sensibilidad
de lo que sí es.
Don Quijote de lo que ve y de lo que vive convierte el
mundo en algo fantástico. Ese aspecto es grandioso, porque es ahí donde se gesta
casi todo el arte original, sin ese vuelo de la imaginación no habría lo
artístico genuino, más para que llegue a la tierra de todos, el arte debe
asentarse en la vida de todos los días.
A veces Sancho baja a tierra a Don Quijote con más o
menos discreción, otras arrasan sus palabras y lanza los dichos más atinados
que un humano pudiera imaginar, como que fueran lanzas de sentido común, jamás
se enreda y no tiene pelos en la lengua para decir lo que ve, lo que siente
cuando es propicio. Todo con tino y saliendo con fervor de su ronco pecho, actúa
con todo lo que su mente le permite, que no es limitada, porque las mentes
limitadas son las que no pueden adecuar los cambios propicios. La gente más
sencilla es de la que podremos esperar las mejores respuestas. Sancho, nunca
deja de ser ameno. En toda la novela las figuras literarias están creadas con
un lenguaje riquísimo, pletórico de ese español que todos habríamos de conocer
al menos una vez en la vida.
Hay una riqueza del idioma español como nunca nadie había
imaginado, es maravilloso como Cervantes supo sacar de los momentos adversos
tanto arte, tanto bien. Cervantes tiene la capacidad de hacernos sentir que
nosotros también estamos dentro de sus escenas.
Hablando de escenas, la escena de nuestra vida personal
más importante es la que está en tiempo presente. Cada día puede hacerse más
rico y completo si así nos lo proponemos.
Pensar en el pasado es una acción que solo tiene sentido
si es que nos va a enriquecer el presente, si es que nos va a aclarar los
asuntos para un mejor flujo. De resto, el pasado puede ser tan solo anécdota divertida,
compartida. Puede alegrar, pero no siempre aportar conocimiento. Poder estar
con todo el potencial en presente, es estar en lo que estamos. El
futuro, es seguro que llegará con plenitud en tanto el pasado enriquezca y el
presente se viva activo y creativo. (Continuará).
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