jueves, 13 de junio de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (1)                Día.

                                                              Dia. Horas.

                                                              Flujo vital. Tiempo.

                                                              Dia. Momentos.

                                                               Día.

                                                               Flujo constante.

                                                               Signos.

                                                               Respuestas.

                                                                Vida.

                                                                Noche. MJ

                                                       

                                      El Zen, siempre nos otorga una sabiduría sencilla y simple, no por ello flácida.

Activar la palabra en acción concreta. Aunar verbo y acción. Con sencillez.

Entendiendo que el día conlleva el flujo vital, los momentos han de ponerse en un orden establecido por y para cada ser.  Fluir con constancia es una combinación entre observación y cuidado, estar presentes en lo que estamos. No siempre es fácil, más lo que hay que tener claro es que los distractores son tantos que casi hay que temerles como al mismísimo diablo, nos pueden descuadrar la ventura de vivir con un buen ritmo.

Nada de lo que viven los demás aplica para nuestra vida. Mientras más volteamos a los lados, menos estamos en el centro, ese único sitio que nos pertenece.

Compartir es el secreto, observar modos diversos que enriquecen.

Hablando del diablo, yo tuve que procesar el concepto que se me dio de este personaje, al grado que he logrado que me produzca hilaridad, cuando me topo con determinada imagen. En la infancia se me produjo enorme terror, mismo que desterré de a poco. Solo recordar esa Biblia de Doré en la mesa de la sala de casa de mis padres, me aterraba. Una Biblia hermosísima (aunque difícil de leer) luego me reconcilie con el autor por esos grabados de un arte sin igual. Con ese sentir en mis primeros años yo solo quedaba paralizada, ese diablo, ese ser con cuernos, cola con punta de lanza y trinchante grotesco, no me permitía dormir en paz.

Los significados son básicamente provenientes del entorno cultural.

Cada signo que determina nuestra vida, ha de ponerse en su apropiada dimensión. Recordar que el significado de las palabras: mientras más claro, más vida.

Nada nos ha llevado más hondo en las discrepancias sociales, que no comprender. Habrase de cuidar la distorsión de los significados, y no dejar pasar el encontrar la claridad. Los diccionarios no están de adorno, ni son tan solo para los críos que están en camino de pulir su lenguaje. Es más propositivo dejar las fake news en un reposo momentáneo y ocuparnos nada mas de saber que nos significan, de donde vienen. Todo adulto que posea un celular, ha de poder tener ahí mismo el ícono de la Real Academia de la Lengua Española y abrir cuanto sea necesario ese maravilloso mundo de las significancias. Dar respuestas no es poca cosa, así como nos esmeramos en responder a los críos para irles aclarando el camino de su propia existencia, no podemos dejar la nuestra estancada en signos que no sean de los tiempos que vivimos. Al paso de los años todo cambia, y sin temor tendremos que reaprender a descifrar eso que se asienta en los tiempos históricos que nos toca vivir. La vida social es un continuo caleidoscopio colorido que va dando nuevos modelos que habremos de acatar con conocimiento de causa. Hace poco escuche a un gran crítico y conocedor de la geopolítica actual, el Dr. Alfredo Jalife, muy claramente dijo: -Ya el concepto de globalización está entrando a su fase obsoleta.  Habremos de observar el movimiento mundial con otros parámetros-.

¿Cuáles son estos parámetros?

Habremos de averiguar.

Los que estamos peinando canas, sean visibles o no, estamos en el mismo sentido. Habremos de tratar de vivir los años venideros con mucha más atención.

El homo sapiens, que ha creado el verbo concatenado en la unión de las palabras, las ha perfeccionado en sus signos, en su decir. El zen, propone acciones sencillas.

Los hechos no se interconectan al azar, todos llevan inmersos un discurso y a la vez una acción que se ha producido, se necesita de un esfuerzo concreto y claro para que lo que: estamos haciendo, sea acorde a lo que sí estamos viviendo.

Cuando la acción va dispar al discurso, todo se complica con ideas que no tienen sustento, con palabras que se crean para asustar, estamos en la era de tanta información que estamos con la necesidad de estar mucho más atentos.

Ser armónicos solo está en nuestras manos. Nadie determina más nuestro devenir que nosotros mismos y así es como estaremos en lo que tenemos que estar.

Esta frase ha sido la que más me ha marcado desde que comencé a vivir el zen.

Estar, en lo que estamos.

 Como toda una filosofía de vida se lleva su tiempo asimilar, asentar. Como todo lo que se transforma va lográndose en la acción diaria y con buena dosis de paciencia. El zen, está en la acción sencilla en la vida misma. Es la filosofía de la sencillez, de lo poco que es mucho.

Cuando nos encontramos dándole vueltas a las cosas, diría mi madre: - mal negocio- El devenir de la acción asertiva, cada ser humano lo tiene claro, si se entorpece la visión es porque hemos permitido información falsa.

 La vida es tan personal que solo en el acompañamiento bien logrado, podremos aportar para el bien de los demás. Ese prójimo del que habla la religión católica, no es otro que el ser mismo que tenemos al lado de nosotros, y por ahí comenzamos: Quien practica la religión, claramente tiene en mente que redentor solo hay uno. Estar más atentos a lo que se comparte, no es compartir por compartir. Esto suele olvidarse, porque nos involucramos con   las personas de manera desordenada y eso puede ahogarlas y peor aún ahogarnos a nosotros mismos.

La mayoría de los adultos que nos precedieron, creía a pie juntillas en la caridad. Las más de las veces sin saber bien a bien como se come ese guiso.

Los de generaciones pasadas tuvieron muy buenas intenciones, se practicó mucho el asistencialismo (aún perdura, pero no es la respuesta exacta para dar la mano a los congéneres) y en muchos casos ahí quedo su acción, creyendo que su tarea era influenciar. En algunos casos no supieron tenerse y sostenerse a ellos mismos.

Si estamos, es para estar en ese atender a lo que nos centra, esa competencia que hay que desplegar en la misión encomendada. Ser competentes por donde hemos nacido, y mucho habremos de saber elegir, en otros ámbitos.  Nos encontramos a veces teniendo acciones que copiamos, que no son en realidad parte de lo que somos. La apertura de conciencia va aunada a la revisión de las actitudes.

Siempre me ha llamado mucho la atención el movimiento de la interacción humana. Es decir, lo que determina a las relaciones. La centralidad de mis estudios en Antropología me ha ayudado a comprender que muchos de los dolores existenciales que se viven hoy día, son producto de lo que se propicia, sin corresponder a la realidad. Como quien dice, esas inercias por las que nos puede llevar la vida y de pronto nos damos cuenta que tal vez estemos en el lugar equivocado. La mayoría de los grupos humanos aún sigue viviendo así, y por eso aparecen los contratiempos.

El dolor tiene dos vertientes, viene como parte de la vida misma, y el otro es propiciado por las personas. En el planeta aún se sigue viviendo así, solo avanzamos sí: Estamos en lo que estamos. Dicho plásticamente: es no temer agarrar por el cuello a lo que nos toca responder. Coherencia.

Junto con todos estos conocimientos de una filosofía de vida más sencilla, me llegó el buen conocer de El Quijote de la Mancha. Traté de darme cuenta de los eternos valores que se presentaron en esta primerísima novela, y que eran muy actuales muchos de ellos.

La percepción de que Sancho Panza fue un escudero sumiso, es equivoca, es el acompañante que lleva una enorme sabiduría que destila en momentos muy precisos, porque con naturalidad practica su estar en lo que está, para hacer de las dos personalidades un binomio completo, la de él mismo y la de Don Quijote.

Una armoniosa esfera de conocimiento práctico por un lado y el otro lleno de idealismo.  Sancho nunca quiere ser Don Quijote y Don Quijote nunca quiere ser Sancho. Se complementan.

La personalidad de Sancho es grandiosa, completísima, lleva un mundo colosal en la mente como algo muy único de su ser, y en lo particular es la visión de sentido común de la realidad, misma que tanto le falta a Don Quijote y que sin su noble escudero no tendría oportunidad de comprender.

Cada uno de nosotros podremos ser nuestro propio escudero, no necesitamos que venga de afuera de nosotros ese actuar con la sensibilidad de lo que sí es.

Don Quijote de lo que ve y de lo que vive convierte el mundo en algo fantástico. Ese aspecto es grandioso, porque es ahí donde se gesta casi todo el arte original, sin ese vuelo de la imaginación no habría lo artístico genuino, más para que llegue a la tierra de todos, el arte debe asentarse en la vida de todos los días.

A veces Sancho baja a tierra a Don Quijote con más o menos discreción, otras arrasan sus palabras y lanza los dichos más atinados que un humano pudiera imaginar, como que fueran lanzas de sentido común, jamás se enreda y no tiene pelos en la lengua para decir lo que ve, lo que siente cuando es propicio. Todo con tino y saliendo con fervor de su ronco pecho, actúa con todo lo que su mente le permite, que no es limitada, porque las mentes limitadas son las que no pueden adecuar los cambios propicios. La gente más sencilla es de la que podremos esperar las mejores respuestas. Sancho, nunca deja de ser ameno. En toda la novela las figuras literarias están creadas con un lenguaje riquísimo, pletórico de ese español que todos habríamos de conocer al menos una vez en la vida.

Hay una riqueza del idioma español como nunca nadie había imaginado, es maravilloso como Cervantes supo sacar de los momentos adversos tanto arte, tanto bien. Cervantes tiene la capacidad de hacernos sentir que nosotros también estamos dentro de sus escenas.

Hablando de escenas, la escena de nuestra vida personal más importante es la que está en tiempo presente. Cada día puede hacerse más rico y completo si así nos lo proponemos.

Pensar en el pasado es una acción que solo tiene sentido si es que nos va a enriquecer el presente, si es que nos va a aclarar los asuntos para un mejor flujo. De resto, el pasado puede ser tan solo anécdota divertida, compartida. Puede alegrar, pero no siempre aportar conocimiento. Poder estar con todo el potencial en presente, es estar en lo que estamos. El futuro, es seguro que llegará con plenitud en tanto el pasado enriquezca y el presente se viva activo y creativo. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

                          

 

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