viernes, 31 de octubre de 2025

 

Un día, una circularidad. (13)

                                 Los momentos creativos en la vida del ser humano son fluidos y no recargados de excesivos pensamientos. MJ

                                                        No siempre es fácil empalmar lo que se quiere, con lo que se hace y mucho menos adosar como catalizador lo que tenemos en mente para lograr que esto sea acorde a la realidad. Estos aspectos si se enredan, nos pueden ganar la partida, la realidad es la que manda el juego. Cuando se quiere vivir una realidad cuadrada, se afecta la creatividad y se desvanece. Es muy importante aclarar lo que es simbólico para nosotros y así mismo hacerlo parte, tambien saber que los simbolismos personales han de dar la fuerza verdadera a la vida real y más feliz.

Prácticamente todo el año 2010 me dedique a reforzar mi mente creativa. No solo en la plástica que realizo y que quería expresar en algunos proyectos nuevos, sino ponía el interés en mejorar la creatividad en la mayoría de los aspectos, siempre con la premisa clara: ser creativos, es más que nada una actitud. Poder sentir que esa fuerza creativa que uno mismo hace presente, se vuelva compañera del día a día. De pronto uno se encuentra con mil pensamientos, poder observarlos es clave, y tener claros cuáles son los que en realidad implementan para la fuerza que necesitamos. El devenir de los años que percibimos de frente y que no siempre llega con toda la claridad deseada, nos permita saber cuáles pensares nada mas están ocupando espacios inútiles.

Cuando el vivir exige presencia de ánimo, tratar de estar en los momentos clave en presente y de ahí derivar de igual manera el estar atentos en momentos importantes de los seres con quienes compartimos. Hoy día, la misma situación de la tecnología que está dada en toda la vida activa, a veces nos facilita las cosas y otras veces solo entorpece. La virtualidad tiene sus bemoles, junto con la IA ya son una parte actuante que hay que saber compaginar con la realidad. Eso exactamente vino a enseñarnos la pandemia, ese saber qué, no en todos los casos habremos de estar en presencia física. Nos dejó claro que hay una nueva dimensión del modo de vivir.

Ese periodo pandémico que de entrada a todos nos significó un asunto doloroso (a unos más que a otros) nos queda claro que fue un momento en el que el mundo nos dijo a gritos ¡Parar por favor! y fue el paro más significativo del siglo. Nos cambió las percepciones a la mayoría. Hasta el caminar podía sentirse como algo diferente. La cautela se hizo más presente y saber llevar el tapabocas ni qué decir, soportarlo aún en momentos en que sentíamos que queríamos arrancárnoslo del rostro. Y así sucede en otros aspectos, la vida demanda y uno tan solo ha de saber cómo y con que responder.

Vivo en una calle cerrada y esa misma condición me encanta. Es una vía propicia para buenas caminatas y al llegar al fondo, poder sentir que se ha concluido algo muy saludable de ejercicio físico. De pronto surgió lo increíble: no poder salir por amenaza de perros que son agresivos. ¿¡Cómo!?

 Hacíamos caminatas hasta el fondo de la privada y nada nos parecía más hermoso. Era tranquilo, hasta que la jauría hizo su aparición.  Jamás volví por esa calle, esa serenidad que representaba saber contar con la calma natural, la vino a interrumpir un vecino con baja conciencia. De pronto nos topamos con seres que no logran comprender que todos debemos convivir en paz y de lo que es el simbolismo de hacer comunidad. Despiadadamente en este caso, esta persona deja que sus perros se escapen y hagan fechorías. Ante las demandas de todos los vecinos, hemos logrado cierta paz. No hay quien coma fuego dos veces: a mi marido esos canes lo tiraron de la bicicleta y paramos en el hospital.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de las trampas del ego?

Concretamente a veces, son esas confusiones entre lo que son nuestros derechos y obligaciones. Hay que tener claro en la vida todo lo que permea a nuestro derredor. No todos logramos comprender esto del ego que puede destruir. Es muy cierto que ese vecino argumenta que tiene esa enorme jauría (más de 12 perros, acinados) porque los rescata, olvidando que los que tambien habremos de terminar rescatados somos los que estamos pagando consecuencias de esa desfachatez. Hacer de la casa personal un sitio de rescate de perros, no es lo más común y menos manteniéndolos en condiciones que pueden salirse de control.

Nada se logró cuando quisimos remediarlo con el diálogo. Un licenciado vino a apoyar a todos los vecinos de la calle, se llevó el caso al ayuntamiento. Nada.

 Vinieron los de la autoridad competente y les cerraron la puerta en las narices. Se argumentó al final que: cada persona puede hacer lo que su ego le diga mientras esté dentro de su propiedad. La propiedad tambien se desborda y afecta a otros.

Y, así tambien de pronto se dan otros casos de inconciencia. Estoy segura que muchos de nosotros tendremos alguno en nuestro haber de comunidad en torno a lo que vivimos. Ayer mismo supimos de un gatito envenenado. Los dueños, unos vecinos tranquilos, le dejaban salir a deambular y se metía a casas ajenas. Por la tarde mi hija lo encontró a unas cuadras, muerto. Nadie supo nadie vio, pero el gatito murió. No murió, más bien ¡fue muerto! Qué complicada es a veces la convivencia.  Vivir en un lugar en donde nos podamos entender como sapiens.

 ¿Es tan difícil sabernos parte del otro aun sin vernos tan seguido?

Los Coaties por aquí siguen deambulando. Los vemos por las calles más tranquilas del fraccionamiento y por los muros más lejanos y hasta a veces entran a los jardines, esperemos que no se les empiece a minar por parte del género humano que aquí vive, o los mismos canes que, si no están bien cuidados, atacan.

¿Cómo percibir lo que el otro tiene como un valor, y que, aunque uno mismo no lo perciba tal cual el otro, se pueda resolver la vida sin afectar a los demás? Pues esa es la pregunta del millón, muy difícil de contestar en cuanto nos vamos haciendo más numerosos (cantidad numérica que se nos escapa hoy día de la mente en todos los entornos) y nos aleja de la vida real. Desvinculación acelerada del otro, afectar con cantidades las cualidades, o como si fuéramos de otros planetas.

El valor que le damos a los afectos humanos es crucial. Es claro que todos tenemos a personas mucho más cercanas que nos hacen más vivible la existencia a diario, y esos otros que están cerca de casa, bien valdría la pena saber que nos podríamos entender y merecer la práctica de un respeto mutuo, practicar empatía.

Es claro que las comunidades humanas están sufriendo cambios irreversibles.  Lo más visible que podemos ponderar en los entornos cercanos nos lo dice.

A veces cuando salgo a caminar (por calles en donde me aseguro que no me va a corretear un perro) si me cruzo con un ser humano, le saludo. No siempre obtengo respuesta de quien camina por el mismo entorno que yo. La costumbre hoy día es salir con audífonos, como que el mundo se aleja. Qué bueno que existan esas herramientas para escuchar la música que más nos gusta mientras vamos caminando y meditando, mas vivimos con ceguera a lo que pasa cerca de nosotros.  A veces pasamos junto al otro como si fuéramos ¿invisibles? No me importa quien camine... pensarán algunos, me da igual. ¡Saludar nos hace bien a todos! y aunque a veces la mano sea invisible, es bueno hacer ese gesto cuando es posible.

Tengo la costumbre de ser conversadora, al caminar a veces hago altos para unas cuantas palabras con los jardineros del fraccionamiento, y tambien me encanta conversar con los señores que cuidan de los automóviles en calles y supermercados, ellos nos ayudan a estacionar mejor y cuidan de los autos. Se les llama -viene viene- ya que ayudan al acomodo.  En lo personal trato de saber el nombre de pila de algunos de ellos que están en lugares que frecuento. Hubo un caso de un lugar médico al que acudimos con frecuencia, en donde dejamos de ver al ayudante. En estos días que volvimos, de pronto se apareció y me dio tanto gusto verle de nuevo que en esta ocasión fue más larga la conversada, y le pregunté por su prolongada ausencia en el lugar, a lo que me dijo -Ay señora, tuve una tremenda pulmonía, y casi me voy al otro mundo-. Esto dio pie a una charla aún más larga que nos hizo bien a ambos y fue algo muy chistoso lo que me dijo: -Se me ocurre salir a buscar una toalla a las 11 (once) de la noche a la intemperie y me batió el rocío. Eso basto para que terminara en el hospital-. Le prometí oraciones para su total recuperación. En los años que reviso de estos textos tomé en cuenta en mis actividades diarias hacer oración más seguido.  Me venía dando cuenta como orar nos hace un enorme bien interior a todos, nos pacífica. Esas oraciones que aprendimos de niños, en la adultez nos resuenan diferente, evocan momentos y aunque solo las repetíamos como loros y hoy son parte del recuerdo familiar. También por momentos hacer algunos altos y agradecer al Dios de todos.

¿Es tan difícil comprender que estamos unidos de diferentes maneras?

Tambien la meditación volvió más fuerte a mi vida cerrando la primera década del siglo. Cada día la practico desde el amanecer para emprender el día con más calma.

Cuando la lucha de luchitas diarias comienza con el buen principio de centrarnos en lo que estamos y llevar la atención a lo que nos corresponde, la vida se vive mucho mejor. Es bueno que la química del vivir siga un buen derrotero.

Y si el día se ve bañado por un pertinaz aguacero las dinámicas cambian, el sentimiento interior del día se ennoblece, al percibir la caída del agua, se nos pide bajar los ritmos. La lluvia puede ser un canto gris para quien solo la ve como una molestia o una alabanza a la tierra mojada que nos regala olores imperdibles.

Me replantee que significa el verbo respetar. Notaba que ante creencias hay que ser muy respetuosos. Lo que nos resuena en el interior tiene bases muy personales. Uno pensaría que la cosmovisión puede ser muy parecida entre congéneres, pero no es así.  Sin embargo, en los textos releídos, noto mucha confrontación conmigo misma, asunto que me ayudó a deslindar y me ha traído tremendos aprendizajes. De pronto llegó la hora de compartir algunos.

Por estos días, aún no lograba tener a la gatita que añoraba. Sabía que llegaría. Esperé con paciencia hasta la hora de una adopción muy fluida. Lo que sí viví fue cómo una prima muy querida y vecina se iba a otros lares a vivir, partía a la ciudad y estaba preocupada por sus gatos viejos que prefería dejar por acá en donde habían vivido buenos años de su vida. Fue así como a mí se me dio la encomienda: Alimentarlos. Ponía yo la comida en la terraza superior de casa y no solo venían los gatos de ella, a los cuales yo ya conocía más y apreciaba mucho, empezaron a venir otros gatos bastante amigables de diferente color y gatidad, así que de pronto yo me encontré alimentando a unos cinco o seis gatos del vecindario con sus modos y remilgos, lo disfruté mucho. Eso de tener claro que SI y que NO, es un don de la vida. Tiene todo que ver con ese conocimiento de nosotros mismos que se va aclarando, que se va afilando como se afina un lápiz o cómo se despeja una maceta de la yerba que le invade. Esa hierba a veces me pesa quitarla, porque tambien es bonita o percibimos que tiene algún sentido (porque salió de la misma tierra mojada que da vida a la planta). Sabemos que la mala hierba le resta vida a la planta.

Con los años, depuramos y nos vamos haciendo mucho más tolerantes hacia nosotros mismos y con los demás. Era algo que a estas alturas de los 55 (cincuenta y cinco) años de vida que ya estaban en mí, me decía y comprendía mejor.

Revisión del cuaderno número 85 (ochenta y cinco).

Estamos en el verano de 2010. ¿Quieres Paz? Me dije. -Solo tú sabes el camino-.

La risa silenciosa del fondo del alma comenzó a emerger, la percibía. Era como un manto de seda azul que se asentaba como cubriendo mi ser, en cuanto empecé este nuevo cuaderno. Sin embargo, a veces al discernir se aparece la nada. Ese sentimiento como de vacío que todos hemos experimentado. Escribí:

La Nadidad

Es periódica y se hace presente, de pronto

Es ese sentir como que todo se esfuma sin sentido

Como si nada quedase, y todo está

Es irruptora la nadidad

No avisa y se instala

¿Puede hacernos sentir que se ha perdido el sentido?

A veces

Otras tantas, las esferas sin nada nos muestran todo

Hay que saber que estando de paso, volveremos

A otra nadidad, la diferente

A otro silencio que tendrá vida propia y no lo conocemos

La nadidad existe

Si se espera algo de ella, es cuando vemos que el vacío tiene sentido. MJ.

(Continuará.)

 

 

 

 

 

 

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