Escribir, leer, ser. (2)
Las intenciones van
de la mano con respeto a la naturaleza de las cosas, visualizarlas en presente
y llevar un propósito claro y creativo.
Amiel. (Paráfrasis).
Todo lo
que vivimos, concretamente lo que vive cada ser humano, crea una marca
indeleble en el alma. Esto no es algo que deba preocuparnos, más bien es una
reflexión para poder ocuparnos de lo que queremos ser, saber que intención se
pone en cada acto para nosotros mismos y para el mundo que nos rodea. El ser
que puede leer, es seguro que tenga mucho más presentes a sus congéneres y le
representen parte de su mundo, aun los que no tienen acción directa con
uno mismo. Tener conciencia de cómo el mundo compartido nos afecta, por ejemplo:
si la tala de los árboles se descuida y se excede en una parte del mundo, aun
estando lejísimos de donde vivimos, esas acciones nos impactan.
Hoy día es importante saber qué tanto estamos
desconectados unos de otros, para favorecer el sentirnos más unidos, en la
preservación del único ámbito que nos une: La Tierra.
En la
década de los años 80 (ochenta) del siglo pasado, prácticamente a mediados de esos
años, cuando mis hijos ya no eran bebés y tenía tiempo para tomar los libros
con más atención y leerlos completos, me volví a interesar en los textos
literarios. Había tenido ese interés desde la adolescencia, había leído en los
años preparatorianos historias de vida, prácticamente todos los meses leía el
National Geographic que mi padre recibía con puntualidad y libros de aventuras
como los de Jack London, pero no había tomado por los cuernos la literatura
y encontrar el mundo que mucho me interesa, el del ser humano como persona y el
desenvolvimiento de lo humano en sociedad y en lo particular.
La escritora que había querido leer y no había podido
hacerlo con más atención, fue Simone de Beauvoir.
Francesa, era una parisina del mundo aristócrata (por su
padre) nacida en el nivel social del que solo se esperan ciertos modos para la
vida de las mujeres, y con presteza se fue dando cuenta de las cosas
discordantes que observó. Le costó todo un mundo de ingeniosas actitudes llevar
sus intereses personales por el camino deseado, hasta convertirse en escritora.
En su libro: - Memorias de una joven formal- que leí en
una edición bastante mala, (de esas que se desbaratan entre las manos, por su
mala calidad de encuadernación) de pronto me vi en presencia de vidas lejanas
que podía comparar con algunas que había observado y escuchado, tal como se presentaban
a principios del siglo pasado en mi ciudad, y así mismo poder observar la
existencia de algunos principios que me daba cuenta habían regido la vida de
mis propios padres.
En esta autobiografía encontré cosas que apunté y que
ahora tomo para compartir. Me impactó como dice Hegel -La esencia del derecho y
del deber y la esencia del sujeto pensante y actuante son absolutamente
idénticos-.
En lo personal lo sentía así, y al leer a esta autora me
di cuenta de cómo hay que vivir con la atención bien puesta para captar esas
esencias de la cultura que nos rodea y que habremos de cuestionar si es
necesario, esos cambios que observamos, y como toda empresa de vivir está
cuajada de contradicciones que lejos de crearnos pesar, sabemos nos han de dar
respuestas más puntuales.
Simone, nace en Paris en un día 09 del mes de enero de
1908. Exactamente en el año en que nace la hermana mayor de mi padre y en quien
yo tendría un referente. Simone va a venir al mundo a marcar a todas las
mujeres, no solo a las de su tiempo sino mucho más allá. Sepámoslo o no, esta
mujer dio giros que, a veces parecen como si nada y están teniendo efectos y
permeando el mundo de hoy. Sus padres no eran propiamente feministas, eran más
bien conservadores y formales, mas hay que saber que el término feminista como
tal se acuño después, creo que Simone ni supo propiamente de ese significado en
lo fundamental.
Hay que tener mucho cuidado cuando se utilizan ciertos
términos, porque, así como esta escritora marcó paradigmas para la mejoría en
el trato a las mujeres afectando a todas las féminas del mundo, también aportó
para la base del buen feminismo. No en todos los ámbitos estas ideas se han
llevado con la claridad y puntualidad requerida. Producir desmanes en nombre
del feminismo no es un camino de éste.
En casa de Simone se vivió del modo burgués de la época. Fue
percibiendo las diferencias en las actitudes de sus padres, la madre siempre abnegada
con esas acciones que se ponderan como muy positivas por solo pensar en los
otros, pero que al final, algunas veces afloran como reclamos o como
neurosis. El padre ligero de conducta y poco respetuoso de la vida de
pareja, se sabe que fue un mal marido por los maltratos a la madre y por tener
otras mujeres en su vida personal con las que se dio vuelo y creyó afirmar su
masculinidad de esta manera equívoca. Hizo ver a sus hijas, de antemano, que,
si ellas querían hacer algo por el mundo y dar su parte, más les valdría estar
listas a una preparación especial que tendrían que seguir. Este asunto de abrirse un camino diferente a
lo que hacían las mujeres de su época, marco en Simone disyuntivas de
comprensión en la cosmovisión. Por un lado, ese Dios al que ella se había
apegado se fue transformando por momentos, como lo más fuerte y digno para
vivir en un catolicismo profundo y por otro contrapuesto a lo que se daba en la
realidad. La biblioteca de su casa tuvo restricciones obvias durante la
infancia, pero en el momento justo, fue toda suya.
Su madre era más proclive a pinchar con alfileres las hojas
que sus hijas no podrían leer en algunos textos, sino hasta la madurez.
Los viajes al campo con familiares, a esta mujer le
dieron la apertura de poder sentir las maravillas de la naturaleza abierta, en
lo natural encontraba la presencia de Dios, hacia largas caminatas por los
extensos prados de los parques cercanos a casa de sus abuelos y parientes. El padre en un momento dado les dijo: No poseen la dote necearía para poder tener al
marido ideal. ¿Marido ideal?
Todos los que elegimos el camino de la vida en pareja,
bien sabemos que se trabaja la relación día con día si se quiere vivir en
armonía, los idealismos solo desembocan en rupturas. Y les dejó claro: sepan ustedes que, si quieren una vida digna,
lo más seguro es que se la provean con trabajo personal. (Paraf).
Era tan evidente que, en mucho, el valor de una mujer se
daba por las posesiones materiales y bienes palpables, (en verdad da escozor pensarlo)
es peor cuando vemos que hoy día en algunos ámbitos, el procrear en pareja se
sigue dando por asuntos de interés material y conveniencia de vínculos sociales,
sin tener en cuenta intereses y valía personales.
Sin embargo, todo esto le abrió un mundo diferente a
Simone. Aunque no lo tuvo claro desde el principio, ella supo que su vida era
algo que debía labrar con su propio pensar con acciones concretas.
En el mundo y en concreto en la sociedad parisina de la
época, se manejaron infinidad de atavismos, esos que todos nosotros ya
tendremos más que superados y claros, mas a esta mujer inquieta le costó mucho poderlos
desentrañar.
En ella se refleja como el lenguaje nos asienta en el
grupo humano al que pertenecemos. Revisar las actitudes que había que sortear,
como esa pasividad de su madre ante el maltrato. Hoy día ya se sabe que esto
está bastante superado y los matrimonios con ese tipo de conductas
distorsionadas más bien nos dejan claro de que ya no puede continuar, las
terapias profesionales ayudan, pero a veces es menester cerrar esos capítulos.
También hoy día, sabemos con más claridad que se pueden rehacer las relaciones
de pareja con otra persona, cuando esto es viable y así se desea. Estar en
pareja tiene como primerísima intención el crecimiento personal, las otras intenciones
pueden resultar en distorsión. Las
parejas que terminan divorciadas muy pronto, la mayor parte es por no tener
miras compartidas. Educar a los hijos cuando los hay, no es conducirlos para
que vayan por caminos elegidos por los padres, los jóvenes de hoy están
logrando ser mucho más autónomos.
En el fondo, en el caso de Simone, los padres quieren y
prefieren que pudiera llevar una vida más convencional, tener pareja con un
individuo que vele por la mujer y la mantenga, sin darse cuenta que esto
a veces da canonjías a algunos varones para otros tipos de maltrato. Ya cada
vez menos se dan esos seres que nacen sin ese potencial de llevar vidas solo de
formato, de escenario. En matrimonio acordado, son pocos hoy día los que persisten,
vivir en pareja sin más miramientos que parir, ya es asunto del pasado. Hoy se
elige mejor, se esmeran más las personas por encontrar a quien sea más afín en
ideas, en intereses o también se elige vivir en soltería.
Ser una señora, no era propiamente lo que ella visualizaba
para su ser.
Simone muere, exactamente el día en que yo cumplía 31
(treinta y un) años de vida. Empezaba a comprender la obra escrita de esta
mujer tan interesante.
Nunca creyó en ese matrimonio arreglado, que a sus padres
les hubiera caído del cielo. Más tarde, le quedaría claro que solo podría
compartir su vida con un ser que fuera compañero de vida, directriz de su
propia esencia y de pensamiento afín, ese ser apareció en el filósofo Jean Paul
Sartre.
Sartre fue su guía, fluyeron en una corriente filosófica
atea, que les fue necesaria para poder definir más adelante nuevos caminos de
una ética renovada. Giraron en torno a lo que crearon y propusieron como la
corriente filosófica conocida como: Existencialismo. Y dice. -La existencia
precede a la esencia, la realidad es anterior al pensamiento-. Poder argumentar
cosas tan severas como lo anterior descrito. Ella siempre se verá marcada por
buenos principios éticos, nos queda claro que a veces para constatar lo que se
cree, hay que apostar a ideas y corrientes de pensamiento. Aunque las creencias
que pueden parecer descabelladas nos parezcan inoperantes, son pertinentes si
hacen pensar. Saber, que se está tras unas ideas necesarias para un fin digno,
para ella fue clave y para cada una de nosotras las mujeres de esta época lo
fue también: que las mujeres fuéramos respetadas.
El pensamiento estructurado fue tomando forma en su mente,
y supo que ella ni quería ser solo parte de los salones parisinos a los que estaba
destinada, ni tampoco y mucho menos, ser solo una mujer dentro de su casa.
Hubo momentos en su adolescencia en los que la incertidumbre del rumbo de su
vida la mantenía con mucha angustia, mas luego dirá que todo se fue disipando
cuando encontró el camino intelectual.
Simone de Beauvoir no tuvo una infancia fácil. Decir que tenía
todo lo indispensable para subsistir con garbo dentro de la burguesía de su
tiempo, no era todo lo que ella percibía como lo ideal. Aunque sus pilares en
la infancia eran su nana Louise y su madre, en la asiduidad de los menesteres
de casa y de una niña, ella encontró en su asistente de vida a una persona
segura y que como ella misma dice: -Louise,
sería como el mismo piso que pisaba-. Observar
cómo se sobreponía a lo que percibía de parte de su padre, que, además veía en
ella a una niña fea. La comparaban a su hermana que era admirada con los
cánones de belleza de esa época. Una noche, cuando se habían mudado de casa por
cuestiones económicas que sufría la familia después de la guerra, escucha por
la cercanía de la habitación de sus padres como comentan y hablan de la belleza
de la hermana y la poca gracia que observaban en Simone. Como si la belleza física fuera un patrón
excluyente.
En un artículo que conservé y ya en papel amarillento y
viejo, escrito por Carlos Castillo Peraza, encuentro como menciona al padre, un
ser que humilla a la madre a pesar de que se vanagloria de tener principios
religiosos. Es una gran contradicción que ven las hermanas Beauvoir dentro de
casa.
Fue Simone una mujer muy vital.
Su capacidad de observación se ve reflejada en sus
textos, maravillosos pasajes del campo francés, de los coloridos de las flores
de los entornos que caminó y observó de los lugares a los que solía ir. Louise
se enamora del plomero que asistía en la casa y cuando va con su madre a
visitar a su cuidadora, se encuentra con otra realidad que le marca, el modo de
vida de los obreros de un Paris muy dividido. Se encuentra una buhardilla
inhóspita y sucia apenas para sobrevivir. (Continuará).
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