miércoles, 25 de junio de 2025

 

Día a día, es el reto. (15)

                                                     Comprender el plan de Dios es el reto más grande.

Teresa de Licieux.

                                                          Así como para un místico poder comprender los planes de Dios es un reto, es una vocación de vida, para un albañil poder hacer la fila de blocs de la manera correcta y segura es también un reto importante. Para ninguna de las dos opciones este plan sagrado se devela con facilidad, todos somos parte de la vida mortal. Esto, nos pide estar más atentos.

No podemos decir quien lleva a sus espaldas el reto más grande de vida, ser consistentes con la vida misma ya nos hace saber, que, en la vida de cada día, haremos esa parte.

 Ahora que he escrito algunas líneas basadas en la mente mística, en particular de Santa Teresita, al mismo tiempo junto a mi ventana en la casa de al lado, se remodela toda una gran sección. Los trabajadores escuchan la música arrabalera a todo volumen y a ratos quiero pensar ¿qué hacer? para que no me distraiga y me digo a mí misma: ¿De qué me va a distraer si es tan solo una melodía? Obvio que no es la que yo misma elegiría ni por equivocación, mucho menos para estar redactando en la computadora, me encanta tener claro que ellos son los más felices. Al disfrutar y apoyarse en esos ritmos que les permiten trabajar mejor, solo puedo decir: ¡Adelante! y así, aceptar que la vida no siempre es lo agradable que desearíamos. Si esa música la perciben como la mejor para ellos y que solo le bajan al volumen cuando llega el camión de materiales que entrará a bajar todo lo que están utilizando, ¿No es sabio acatar las realidades de los otros? Creo que me place en cierta forma escucharlos, dicen pocos improperios, más bien entonan la melodía sin palabras. Trabajar con ahínco es algo admirable.

Mientras el arrabal se escucha en mi ventana, mi cerebro trata de concentrarse para seguir compartiendo un poco más del pensamiento de Teresa de Licieux.

Nos propone: -La espiritualidad, no es una complacencia en sí misma, ni mucho menos la vanagloria de creer y pensar que con eso ya tenemos el cielo en la tierra-Tendremos que estar mucho más pendientes de tener lista la lampara de la virtud.

 La espiritualidad es actitud silenciosa, poco compartible, excepción hecha en casos específicos de algunas personas.

Comprender el plan de Dios en la vida, fue para esta Santa un asunto toral. Entregada a esa comprensión que en ella fluía como el canto al amor. Asiduo y frecuente era su quehacer entre las soluciones de vida conventual de ese día a día que a todos nos sobrecoge con tantas actividades y que a veces sentimos interminables, tequiosas y que son la argamasa de la vida real. Ese café matutino que se desliza desde el buen olor cuando nos despertamos, hasta el exquisito sabor que nos acompaña, creo que nos lleva a un orden y la disciplina casera, se disfruta. A Teresita, el trato con las otras monjas algunas veces se le dificultaba, trataba comprender esos caracteres difíciles y solo daba cuenta como somos tan diferentes los humanos. No todas las veces se tiene la misma química al convivir y si habremos de tomar decisiones radicales, lo hacemos.

La forma para tener vida serena, es confiar y la confianza primera está en nosotros mismos.

Y dice: -Basta llamar, para que nos abran. Buscar, para encontrar y tender humildes la mano para recibir lo que pedimos-.

Nos cuesta pedir algunas veces, más cuando creemos que en soledad lograremos todo.

-Un alma, abrazada de amor, no puede estar inactiva-. Nos dice.

La inquietud, el nerviosismo, no nos llevan a nada bueno. Baste detectarlos para trabajarlos con fe y esperanza, siempre.

Quien en verdad sabe orar y ha comprendido el poder de hacer oración ya tiene todo abierto para atenuar los desesperos de la vida actual.

Parte importante del amor que concibe la Santa francesa, está en el acto de servir.

Hacer lo posible por quienes nos rodean, empezando por darles nuestras oraciones y apoyar sus peticiones en la vida común, es un acto que nos renueva, a todos.

Qué fuerte es soportar ¡Los defectos de los demás!, es de lo más difícil que existe.

Y dice: - ¿Por qué habrán de extrañarnos los defectos de los demás, si nosotros mismos somos débiles? -.

Dar demasiadas explicaciones… ¡Nunca!

Redundar innecesariamente en hechos que no lo valen, es caer en limitantes terrenales.

Cuando hablamos de pobreza de espíritu, no es que haga falta algo, es una actitud de sencillez.

Y nos dice la santa:

-Quien lleva su alma al sentimiento de trascendencia, no le falta nada-.

Corrobora: -Penetrar en las profundidades misteriosas de la caridad. Los pensamientos más hermosos no son nada sin las obras-.

                                                                           Volteo la mirada hacia la ventana de donde proviene la música, y escucho el murmullo de los trabajadores de la construcción, eso mismo me da cuenta del aplomo puesto en la argamasa más real: La del trabajo que se cumple. Es concisa esa chamba: prevalece la buena actitud. Ese cemento bien trabajado es solo el símbolo, se asienta con tanto tino y placer que les permite conversar a unos con otros. Me doy cuenta que habremos de apreciar todo trabajo, mucho más en estos lares yucatecos con sol, que bien sabemos, el de la media mañana es directo y a rajatabla. Se protegen la cabeza tan solo con cachuchas desgastadas de mala calidad que seguro les regalaron en algún evento o mitin político. Los buenos ánimos no lo perciben así, le dan duro al trabajo. Así, sencillamente.

Así es como en una mañana más, sigo revisando para poder dar mi parte. Todo lo escrito a mano se va guardando y le digo adiós, porque ya me dio pie a todo esto. Mis escritos a mano, van asentándose con pausa en las cajas que les corresponde.

 A veces he de decir que cuando aprendí plástica, cada maestro o maestra que tuve junto a mí, (empezando por mí padre) siempre decían: darnos tiempo para revisar. Tener orden y para eso se deja descansar lo que tenemos entre manos. Mi marido que es escritor, así lo hace, los textos descansan.

La claridad del, sino que nos habita, solo depende de nosotros mismos. ¡Cuidado con dejarnos influenciar por la enorme cantidad de noticias! que, bueno, habremos de estar enterados obviamente de lo que pasa en todos los ámbitos, y que no calen al ser real. Es muy amplio el mundo actual de la comunicación y según he escuchado decir a la historiadora española Margarita Torres, (una buena estudiosa de la historia) que en épocas anteriores la comunicación era más plena y menos confusa. Es así, es peor la confusión que la falta de saber.

                                                        Que no se nos junte la bruma de las vivencias. Sabemos bien, que no hay día que no traiga momentos de confusión, y lo único que hay que hacer es soplar como lo hace quien sabiamente sopla la paja inútil de la vida. Como bien decía mi maestra de preparatoria la Madre Benigna, teresiana.

¿Qué día de los que vivimos llega exacto como lo imaginamos? Ninguno. Eso sí, algunos de pronto vienen recargados, y así son. Si los días no se desean con tal o cual característica solo son lo que son y nosotros, a resolver y transformar.

Claramente hemos dicho que cuidado con andar acumulando sentimientos que no nos pertenecen. Ir ligeros de equipaje como bien dijo Anthony de Mello en sus escritos, tan vituperados por considerarlos New Age. ¡De cuanto no perdemos por prejuicios!

Libreta #81.

Llega a mis manos una libreta más, y la reviso con el gusto de encontrar lo compartible, que cada día se hace más patente en mí.

Espero no abrumar, pero he de decir que los cambios en la vida, si son compartidos nos sirven a todos.

En esta libreta encuentro la redacción bastante completa de un viaje familiar a la ciudad de Nueva York.

Esa ciudad ya la había conocido y paseado en varias ocasiones desde niña, mas la mirada se renueva con los años y más con los jóvenes.

Sin reseñar de más, tan solo he de decir que esos viajes compartidos con los hijos son regalos de otra índole.  Las propuestas de las nuevas miradas siempre son bienvenidas y así se dio. Nunca, a pesar de haber ido varias veces había hecho alguna caminata tan larga por Central park, caminar en compañía y disfrutar diferente los aires. No soy muy afecta a las salidas y viajes, más una vez con el caballo ensillado, la propuesta se disfruta mucho. Solo Dios sabe porque uno prefiere estar en casa, no puedo negarlo, soy casera. Todos en casa amamos tanto el arte (desde la vida de mis padres) que en eso se enfocan la mayoría de nuestras salidas al mundo. Ver arte, gozar la arquitectura. Siempre en las salidas hay destinos específicos planeados para gozarlos sin prisas.

El ser humano, perfila su esencia interna desde lo que se va conociendo pausadamente hasta lo que se lee y comparte. En las salidas fuera de casa, sea al extranjero o por los lares cercanos, nosotros vamos con pausa y con sitios bien elegidos, nadie aquí se quiere comer el mundo de un bocado y así lo manifestamos todos. Nunca es la cantidad lo que nos hace felices al viajar, es saber disfrutar la calidad elegida, promisoria y parsimoniosa.

También en este diario, redacto la ventura de haber asistido a un coloquio sobre historia en la ciudad de Campeche, nos encanta la historia en casa. Últimamente la historiadora española, Margarita Torres es nuestra preferida, porque es muy amena. Cuanto habla se nos depura la mente en esos conocimientos.

A veces hay que sentir al tiempo como si fuera un ángel que nos acompaña y se despliega con alas venturosas al lado nuestro, para abrirnos las puertas de lo que, si nos interesa, nos permita no meternos en honduras de mil conocimientos.

 En los mismos museos elegir algunas salas, por las preferencias. Soy de sentarme a entrar en un cuadro elegido, observar.

Prudencia, cautela, cordura, discreción, moderación, precaución, sabiduría.  

Mas adelante y en estos años que releo, a mi marido se le ocurrió que fuéramos a conocer la tierra de sus ancestros. Así fue como nos llegamos hasta Santiago de Compostela. El, había venido esculpiendo en madera y había detectado a un paisano suyo gallego, que tenía obra escultórica expuesta en un pequeño hotel de las calles de Santiago. Una mañana salimos después de desayunar, con toda calma. Caminando bajo una tenue llovizna, nos detuvimos frente a una casa de ventanales blancos que llamo nuestra atención, con la misma continuamos hacia el hotel en donde ya sabíamos estaba la obra del escultor Camilo Otero Besteiro y que, tanto Camilo Otero Rejón como yo misma, queríamos conocer. Nos presentamos en la administración de un hotel pequeño y cual fue nuestra sorpresa: nos recibe el hijo del escultor. Le comentamos que veníamos de Mérida la de México y que nos interesaba esa obra. Con gusto el señor de mediana edad nos hizo pasar a la Galería bien dispuesta y amplia de obras en madera y algunas de otros materiales. Nos dijo: -toda suya- y nos dejó con el tiempo del mundo para disfrutar. Una a una las fuimos observando y comentando, saborear la expresión de este otro Camilo Otero. La madera le había cautivado para esculpir, era obvio. Una vez concluida la visita y gozado de cada escultura, nos volvimos a encontrar con el hijo del escultor, y ya para despedirnos le dijimos que queríamos hacerle un comentario: había otro Camilo Otero en América, que también tenía obra esculpida. Y ahí estábamos.

El anfitrión apenas conocido, soltó una enorme carcajada y nos pidió tomarnos una fotografía, ¡Con que gusto accedimos!

 Al salir a la calle nos acompañó amablemente hasta la escarpa y nos dijo: - ¿Queréis conocer la casa de mi padre?, está aquí a la vuelta de la esquina-. Agradecidos, caminamos unas cuadras más allá. Cual fue ¡nuestra sorpresa! que era la misma casa que había llamado nuestra atención antes.  El asombro fue grande. Una vivencia para recordar. (Continuará).

 

miércoles, 18 de junio de 2025

 

Día a día, es el reto. (14)

 

                                                                                   La vida, es un canto de amor.

Es obedecernos con sencillez, con la mirada puesta en lo que sí creemos. (Paraf.)

Teresa de Lisieux.

                                                La vida de Teresita del niño Jesús, fue una vida corta. Mujer entregada a lo que percibió y así discernió lo que era mejor para ella, y que se le proponía desde niña en casa: Amar a Dios con el conocimiento de Jesús.

Lo vivió exactamente, así como lo sintió y cómo con las pequeñas o grandes luchas interiores se fueron salvaguardando y salvando sus sentires. Su tiempo personal fue dedicado prácticamente todo, al convento elegido desde la adolescencia (era el modo de esa época) ya que la mayoría de las familias católicas estaban muy cercanas a la iglesia.

Perteneció esta joven a una familia de finales del siglo antepasado: Nace en Francia en 1873 y muere en 1897. En el interior de las familias de la época, se tenía como un sino vertical la vida de la religiosidad como centro y entrega a los evangelios. No es casualidad que muchas de las hijas de estas familias (y así sucedió en la suya) optaran por la vida conventual y más que nada con espiritualidad genuina.

Esta Santa en particular fue muy apreciada en mi familia materna.

Escuché de ella desde la infancia y observé a mi madre tenerla cerca en muchos momentos de su vida personal, como centralidad. En momentos de situaciones difíciles solamente abría la boca para decir: -Little flower at this hour show your power-, o lo que es lo mismo: -pequeña flor en esta hora muestra tu poder-. Y, ¡sí que lo tenía!, aunque nos cueste entender estos modos que algunos de nosotros llamamos: antiguos.  Eran palabras que en verdad se decían con convicción. Así lo percibí con mi madre, ella decía y lo hacía con fuerza de certeza.

No sé si estas peticiones lograban concretar algo más palpable que un buen sentir, mas para unos que para otros, lo que sí sé, es que les daba certidumbre y paz. A veces a estos seres especiales y más celestiales, como lo son los santos, se les llega a sentir como verdaderos amigos, así sucede en la literatura, en la pintura. Es diferente en la terrenalidad, los amigos a veces demuestran la antiquímica. Seres que creímos conocer bien y con ideas y modos compatibles a nosotros mismos y de pronto se dan giros en el convivir y se manifiestan como desconocidos y con ideas divergentes. Acciones que nos hablan de que ahí hay todo, menos una real amistad.  Mi madre en el lecho de muerte solo decía que estaba tranquila porque sentía a su amiga Teresita junto a ella. Y así cerró los ojos.

Las costumbres cambian, lo sabemos bien y que bueno. Todos habremos de vivir acordes a la época que nos toca hacerlo y lograrlo con las repuestas que encajan. En los tiempos de mi niñez, había algo más que yo notaba claro: Las personas que pedían al cielo de estas maneras tan particulares, estaban tan llenas de fe, que su vida misma era una congruencia viviente, para sortear todo sin dudas ni reclamos. Sentimientos firmes que a veces muchos de nosotros ya los quisiéramos para un domingo cualquiera. Ya no es así, es lógico que la fe a pie juntillas es diferente y no siempre procede ni se logra en todos los seres, en la vida actual.  Esa certidumbre de lo que no vemos, a veces nos cuesta tenerla clara, porque estamos hechos a una materialidad sin precedentes en las épocas de hoy.

 En un pequeño libro se han recogido estas creencias. Es bueno saber cómo se ha escrito, tomando lo mejor de esos pensamientos a manera de reflexión y entender los modos como los seres humanos nos ligamos a lo que sí creemos y eso nos da certezas invaluables.

Santa Teresita escribe un poema a la Virgen María: -Por qué te amo, María-.  Es largo y tendido. Un poema en donde expresa casi todo lo que en su corta vida pudo lograr entender y lo cierra con la palabra: Quiero.

He leído varias veces este poema, la primera fue en los años 2005, cuando mi marido me regaló las obras de esta Santa, en un texto sencillo narrado por Antonio Olea y el poema es el cierre del pequeño libro titulado: -Las páginas más bellas de Teresa de Lisieux-. Luego en dos relecturas bastante posteriores, lo volví a repasar y tratar de sentir como ella sentía, y hoy día, 20 (veinte) años después de que llegó el libro a mis manos, es que hago esta pequeña reseña. Volví, porque me gusta percibir en lo posible las esencias que vibraron tanto en el interior de mi madre y de mi abuela, y para compartir un poco del pensamiento de Teresita. Una mujer insigne y admirable tan solo por la manera en la que decidió vivir su vida, tal vez una decisión al fin y al cabo difícil.  Cada quien terminamos queriendo. Si es posible hacerlo congruentemente hasta en lo más difícil, siempre lo haremos acorde a la época y lo que se percibe que es el bien para cada vida.

En el sentido determinado de hacer de nuestra vida, lo que en verdad deseamos.

Cuando Teresita dijo Quiero, quiso. Porque querer, es poder.

No somos nadie para juzgar nada, y mucho menos a nadie. Lo que, si es interesante, es saber cómo es que el mundo del pensamiento espiritual ha cambiado. Me ha costado entender que es eso de -la voluntad de Dios- (concepto que conlleva como centralidad la palabra aceptación) hay que tener claro que somos parte de un universo y que aun en esos ámbitos tan grandes, lo que nos toca es pequeño. Es decir, limitados como criaturas de una especie, pero a la vez enorme es el espíritu, con grandes potenciales dentro de nosotros mismos. Parte de la voluntad de Dios es observar con tino la vida que nos rodea, a las personas con las que coincidimos en ideas y sentimientos y así mismo tener claro a Dios, ese Dios en el que hemos visto manifestarse la vida y del que hemos tenido que bregar algunos de nosotros para comprender mejor. En lo personal, no logro que las cosas en las que me avoco a conocer, me convenzan solo porque sí, me hace falta la reflexión.  Uno supera los años de sequedad y me doy cuenta que a veces nos exigimos tener tan claras las cosas que tardan en llegar esas motivaciones. Eso pasa así en quienes creemos en el valor de la palabra, tanto hablada como escrita. Hoy día hay que encontrar la sana medianía en la depuración.

Si para Teresita de Lisieux fue suficiente tan solo decir Quiero, para llevar la vida por un camino elegido, creo que eso no ha cambiado en la mayoría de los aspectos de la vida humana, porque solo los seres determinados y seguros en las creencias, terminamos haciendo lo que amamos. Ayer, una prima muy querida que es artista plástica como yo, me decía: -Prima, somos afortunadas de poder crear esas ideas que queremos expresar, de poder disponer de los tiempos para lograrlo-, -bueno, le dije, tienes toda la razón, aunque en lo personal a veces sigo debatiendo con los tiempos: tengo el tiempo que necesito, aunque sienta por momentos que me haga falta para todo lo que quiero expresar-. Es el ánimo lo que da los entretelones. Si lo que queremos expresar va lleno de contradicción, malos sentimientos respecto a la temporalidad y las ocasiones explícitas del trabajo, más nos vale no expresar tanto y lo que hagamos expresarlo bien. He de decir, tengo varios proyectos de plástica en capilla, y estoy segura de que no todos verán la luz. Me queda claro que ¡no pasa nada!, porque la dinámica de la vida manda en la cordura de lo posible.

La vida no es carrera para obtener, es ocasión para transformar. Si solo se trabaja en el ámbito en el que estamos viviendo, ¡bendecido sea ese elegir! ese decir: Quiero. Es importantísimo también saber: lo que no quiero.

El camino del alma existe. Uno lo vive tan solo en la interioridad elegida, seamos practicantes de alguna religión, sea haciendo el bien tal como lo entendemos en la vida del día a día. Si lo que se vive se centró con una carrera universitaria o tan solo barriendo una calle de la gran ciudad, la esencia es la misma y mucho más en el ser humano que comprende la dignidad. Es tan determinante e importante el trabajo de recoger la basura, así como el de estar en un laboratorio universitario descubriendo el ADN mitocondrial. Y cada ser propone y cada ser puede querer desde dentro. Esa vida interior no tiene hoy día que ser tampoco necesariamente religiosa en el sentido estricto, puede ser en cualquiera de los ámbitos que se abren ante uno mismo, o mejor dicho en cualquiera que sea el camino elegido.

Ámbitos culturales varios, esos que van desde el modo de ver, o de hacer de la vida diaria todo un reto. Ahí en el día a día, se encuentra el mejor barro o argamasa para moldear desde lo que sí queremos, hasta saber si eso es cierto o no lo es. No importa la edad que tengamos, ni mucho menos lo que escuchemos decir, lo importante es determinarnos a hacer de lo que, sí creemos, y asentamos en la mente como un bálsamo, esa realidad.

Bueno, no olvidemos que bien dicen los psiquiatras hoy día que la realidad está, todo depende de cómo la miremos. La realidad de cada ser humano es lo más sagrado que existe. El asunto de las redes sociales está barriendo con la premisa del comedimiento, esas invasiones inauditas del mundo que se comunica hoy, no creo que sean nada positivas. Ayer, escuchaba a Nazareth Castellanos (neurocientífica española) decir: -Cuida tu tiempo frente a las pantallas, tomate momentos de cerrar un rato los ojos durante el día, observa bien que tus horas de sueño sean las necesarias-. ¡Como los gatos! De nada nos sirve tener la pantalla de última generación, si vamos a descuadrar la paz interior. Y, creo yo, que a veces no solo desbalanceamos la paz personal, a veces lo hacemos afectando a otros.

                                                                  Veamos pues un poco del pensamiento de Teresa de Licieux, porque en un solo sitio y corta vida, ella logró transformarse por dentro y aceptar su situación como una donación al mundo. Sus pensamientos obviamente son místicos, y sé que no a todos interesa ese ámbito.

Mas, con el permiso de los no tan creyentes, me permito mostrar lo interesante que conlleva la determinación de los místicos. De una mística extraordinaria, como lo fue ella.

Parte de lo que dice es: -La vida, es un canto de amor-. Es obedecernos con sencillez y naturalidad, adquiriendo el dominio-. -Así como las flores de la primavera germinan bajo la nieve, la tribulación, o lo que es lo mismo: los momentos fríos de nuestra vida, tendrán sentido si pensamos en la Gloria y lo que ésta significa, solo quisiéramos que ese trabajo del corazón durase para siempre. Habremos de aprender de todo lo que nos rodea-. (paraf.)

-Entender lo que significa la voluntad de Dios en nuestra existencia. La nada, muchas veces se puede apreciar claramente en las cosas pasajeras, que nos atañen y que nos roban los tiempos divinos-. -Dios se cristaliza en el alma… de forma suave y espontanea, sin precipitación y sin lentitud-. Teresita conoció la obra de Santa Teresa de Ávila, y se influenció de su saber, ella también toca el tema de los grados de perfección. Considera a la otra Teresa como su patrona.

Leyó relatos caballerescos que su padre proponía en casa, le gustó mucho conocer la vida de Juana de Arco. La figura de Jesús le enamoró desde un principio. Perdió desde muy niña a su madre, y sus hermanas mayores le dedicaron mucho tiempo. Con Celina su hermana percibía la fuerza de Dios cuando juntas contemplaban la naturaleza.

Dijo: -Dios se comunica en medio de un fuerte resplandor, a veces tenuemente velado bajo sombras y figuras-.

Leyó a San Juan de la Cruz. Compendio a través de él, como el cielo puede percibirse dentro del alma.

¡Supo! Que ese querer, era parte actuante en ella misma.

En el día a día era asidua ayudante en todos los menesteres del convento. Aun no se entendía en toda su magnitud el significado del temor de Dios, que no es un miedo, sino como una digna manera de respeto a la divinidad. Cuando habla de justicia afirma:

-Es reconocer las intenciones rectas-.

A veces, caemos en el abismo de nuestras debilidades y no comprendemos el significado de Dios que nos puede hacer bien. Ese ir comprendiendo que tan contingentes somos.

Y continua textual: -En la vida del amor no solo vale lo grande, lo importante, es lo cotidiano y ordinario que se hace con amor-.

Hay como gemidos interiores que nos avisan lo importante que es darnos el tiempo interior, nunca permitirnos ir como a ciegas por la vida.

Habla, Teresa de Licieux de La noche de la vida, y la compara como cuando nos sentimos tan pequeños como una gota de rocío, siendo que es una gota íntegra.

Refiriéndose a la muerte, ella le asegura a su hermana que siente que: -somos esa gota de rocío sobre de una flor que el sol evapora y se la lleva a donde le corresponde. Volver, regresar de donde hemos venido-. (paraf.) (Continuará).

Referencia.

, España. Libro: Las páginas más bellas de Teresa de Licieux.

Selección de textos: Antonio Olea. O.C.D.

Ed. Monte Carmelo. Burgos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 11 de junio de 2025

 

Día a día, es el reto (13)

 

                                                                                 La convicción de tener claridad, ayuda en lo que creemos, para hacerse parte de la vida y percibir la nitidez en lo activo del día a día. MJ

                                                             Eso que creemos, jamás se va de nosotros. Lo que ha formado y forjado nuestra mente siempre será parte contante y sonante. Esa felicidad que se vive proviene de los valores aprendidos, que pueden transformarse sin mayores cambios, aunque lo del día sea fuerte y parezca que nos rompiese. Despejar lo que vale la pena y tener una lucidez voluntaria y no impuesta, y así aportar lo nuestro. Nutrir la mente con nuevos puntos de vista. Es como lluvia que limpia y da aromas de frescor al pensamiento, nunca cejar.  Acciones concretas que se reflejan, que dan nuevos sentidos. El problema mayor del ser humano como ese homo que no ha terminado de conocerse, ha sido creer en ideologías en demasía, colgarse de argumentaciones teóricas que cree viables en la realidad y que no lo son siempre. Está muy bien hacer lectura de pensamientos y postulados de todo tipo, tanto científicos como espirituales, y no olvidar que mucho antes y como asiento, están las realidades. Lo decía hace unos días un psiquiatra en entrevista, y la frase me quedó clara en la mente: - ¡Cuidado por favor!, con eso de estarnos haciendo ideas en la cabeza…- Nunca se trata de dejar de pensar, obviamente, sino tener claro lo que llevemos en el pensamiento. Cuidar que -la conciencia no esté a la intemperie-, como bien dice Juan Manuel de Prada, el filósofo y escritor español que hace poco comencé a seguir con temas variados y que comenta con personas preparadas. El asunto de concientizar y el fenómeno de la conciencia dejada al aire libre, no solo se está dando ahí en la península Ibérica, sino que abarca a todo el mundo. Las grandes corporaciones mundiales lo que quieren es que el homo, mejor no piense y que la parte sapiens se duerma.

Mientras más dormidos, más manejables seremos. Más implantados en corrientes que no son de la esencia de un devenir que siempre proponga. Es de lo tradicional que se nos dan las bases, eso que se nos queda en el tuétano interno de la vida real, y que a veces descuidamos y nos centramos en el esqueleto recompuesto por ideas que pueden confundir.

El feminismo se dio a partir de que mujeres valientes decidieron hablar más fuerte. Decir y plantear los dolores enconados en la historia. Muy válido.

Encontrar la manera genuina no ha sido lo más fácil y todos sabemos que se ha dado un efecto adverso, que ya no es tan original, más bien es el producto de la rabia, y para poder enderezar entuertos icónicos, sí que hay que pensar, más que rabiar.

 En polvo es en lo que suelen convertirse algunas ideas sin base. Una de estas mujeres pensadoras a quien leí poco en mi juventud y de quien estoy investigando un poco más en los dias de adultez, es Rosario Castellanos.

 En una entrevista que le hicieron hace muchos años, televisada en días actuales, ella dice: -La forma de vida que queremos vivir se adopta, porque no se puede ser una mujer desgarrada, lo que pretendemos con las conciencias de la nueva visión de la feminidad es que la mujer viva como un ser en la plenitud de sus posibilidades-Lo posible no siempre es estruendoso y mucho menos algo que tenga que ser destructivo. Podemos aspirar a la plenitud, y esto lo logra en cada ser desde las trincheras que nos pertenecen y mucho más desde la posición personal que nos ha tocado vivir.  Como mujeres, primero siendo conscientes de que venimos de la Eva mitocondrial, y luego haciendo vida la elección que muchas hemos tomado desde la vocación.

Lo vocacional existe, y es tarea de los padres ir dando los pasos con los hijos para esas vidas con acierto. Ya sea la elegida de estar en casa o de salir y ser líder de alguna posición social o política, da lo mismo el ámbito, mientras el desarrollo sea genuino y aporte.  

                                                            Mi esposo siempre me había hablado de la novela titulada El Gatopardo, referente a la vida italiana del siglo antepasado. Simboliza un parteaguas en la historia de Italia. En estos días que releo, descubrimos la serie y la vimos. En verdad que me motivó conocer mejor la novela y la leí. Que interesante ha resultado gozar de una literatura tan determinante, que habla de una época que habría de concluir. Lampedusa, quien es el autor escribió con mucho acierto esta historia de no pocas aristas.

Lo primero que se asienta, es la conciencia del temor a los cambios. Cuestan, hasta que no se entienden con la parte del bien que traen. El Príncipe protagonista, los percibe, los siente en la neblina de su pensar y en los hechos vivos y vibrantes que tiene ante los ojos.  La figura del sobrino será determinante, un chico inquieto y observador del cual él es admirador y le cuesta mucho aceptar que este joven tenga que ser el que de los pasos del cambio. Los aceptó con resignación primero y luego dando todas sus aprobaciones a lo que el joven prometía y habría de vivir. Se había enlistado en los grupos que socialmente ya estaban haciendo los movimientos en Sicilia, y este personaje tendría que aprender a como desencartonarse de la vida burguesa y cómoda que hasta entonces había llevado. Con susto, pero al final se da cuenta que solo ese chico instigado y conducido por él como un padre (su hermano, el padre del joven había sido un bandolero y había dejado al sobrino solo, y sin bienes) es bastión como el detonante de una estabilidad irreal, que ya se sentía perdida.

Es así que, aunque se plantea como algo natural el enamoramiento del sobrino con una de las primas, hija del Príncipe, el joven decide acercarse a la hija del alcalde, personaje en total ascenso social y no digamos económico. La hija del príncipe poco a poco se va desencantando de que ese primo del que estaba tan enamorada, no es para ella, él tendría que seguir los pasos que le dieran posibilidades en política, mucha más en ámbitos de fortuna material, aunque era claro que los bienes de nueva adquisición eran en parte mal habidos.

Es muy interesante el concepto de Gatopardismo, se refiere básicamente a una conceptualización de un modo de vivir y responder a la vida, que traerá la fuerza observada en ese felino y con un temor tremendo a que se pierdan canonjías, aunque éstas ya estén más que obsoletas.

El Gatopardo es la efigie de un felino que se yergue en el centro del escudo de familia de príncipe de Salina. El Gatopardismo tiene sus funciones en actitudes, en costumbres, en modos de responder tanto en el modo de vivir como de morir. En la casa del Príncipe había principios inamovibles, como el rezo del rosario en grupo, las horas estipuladas para las actividades internas de comidas así coma las externas que básicamente eran las del campo o la caza. No es que nada de esto estuviera mal, pero daba pie a que no se progresase con y por lo requerido.

Un Gatopardo real es de pelaje amarillo del tono de la arcilla, con dos franjas largas más oscuras que van desde la frente del animal hasta el final de su espalda, con manchas en toda la piel de color pardo oscuro. Es un felino admirado y que representa la fuerza y el vigor.

                                                         Quien escribe este libro es el príncipe de Lampedusa, su nombre completo es: Giorgio Bassani. Era un caballero alto y corpulento que observa los cambios de su patria y como éstos se reflejan en las vivencias sociales. Era taciturno, nadie se esperaba que pudiera lograr tan acertada obra literaria.

En 1958 escribe: -Sabemos que la vida es musical, sobre sus temas fundamentales, sobre sus frases más intensas no le gusta detenerse-.

La novela se sitúa en mayo de 1860.

Una frase muy singular de pronto impacta en los primeros renglones:                                         - ¿Por qué entonces salía el sol todos los días? - Si esto sucedía, ¡tendría que avalar una vida como uno la imagina! y no como en realidad se ha de dar, y se exige.

En la mente gatopardista de la época, la fuerza del Rey era básica y se seguía añorando su presencia icónica como centralidad de vida. Italia ya tenía otra realidad social y debía volverse unificada, todos los reinos se tendrían que unir en uno solo.

Y, dice el príncipe de Salina: - ¿En este estado de cosas, que se podía hacer? ¿Agarrarse a lo que ya se tiene en una mano y no meterse en camisa de once varas? -.

Y a continuación de éste primer pensamiento ya como una cuestión inevitable, en plática con el sobrino le dice:

-Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie-.

Es decir, ¿tal vez simular los cambios para que nada cambie?

Y, comenta esto con el presbítero de la casa, éste le dice: -Excelencia, la eficacia de la confesión, no reside en solo exponer los hechos, sino en arrepentirse de todo mal que se ha cometido-. Y esta base de un catolicismo real es lo que plantea que, en todo cambio de realidad, ha de revisarse bien lo que conlleva la búsqueda de mejoras. Sin mejoras reales no hay progreso, el sacerdote las tendría un tanto más claras, avaladas por la religión bien llevada. Si solo se dicen, no se logran. Si solo se mantienen como ideas, tampoco. Se debe actuar en la realidad y así transformar para bien.

El príncipe le contesta: -No somos ciegos querido padre, solo somos hombres-. Vivimos en una realidad móvil a la que tratamos de adaptarnos como las algas se doblegan bajo el impulso del mar-.

En la novela y la serie, se presenta la casa de campo de la familia, una casa esplendida. Construcción enorme del estilo de la época, gran escalinata de entrada, jardines bien cuidados, llena de todo lo más lujoso del campo y de las comodidades de la época. Es una casa ficción, representativa. Antes de entrar a esta mansión campirana, la costumbre era escuchar un Te Deum en la iglesia del recinto.

Era el mes de octubre de 1890, y habían venido las lluvias. A la postre se había llegado a la sequía y la llegada de la familia a la casona se había dado entre polvorientos recorridos por enormes campos, se percibe al sol como situado en su trono absoluto. Si hay un sol dominante, es seguro que lo que se vive será estático, sin cambios. ¿quién querría cambios? (paraf).

El texto tiene pasajes bellos como: -El calor confortaba sin ardor. La luz era autoritaria, pero dejaba sobrevivir los colores, en la tierra apuntaban tréboles y desmirriadas hierbabuenas cautelosas, y sobre los rostros aparecían suspicaces esperanzas-.

En la calle las revueltas. En la casa seguían las mismas rutinas y costumbres.

El sobrino, se pasaba las horas hablando de lo que venía, de lo que ya se veía cambiar. Los textos que llegaban a la casa se leían y directo se iban a los cajones. No era en la mente lo que se daba como más importante, aunque si lo fuera en la realidad.

La esposa del príncipe ronda en su cabeza sin más, asuntos banales. Ella trata de conllevar y de encontrar la capacidad de aceptación, no creía que esa hija del alcalde fuese de la alcurnia del sobrino. Eso la traía muy preocupada. A la casa se le había invitado a la madre de la futura esposa y jamás hizo presencia, porque solo acudían el alcalde y la hija que tanto prometía. Ellos eran los necesarios.

El príncipe manifiesta una dualidad muy conveniente: Por un lado, está feliz de que se renueve en su familia lo económico y ni que decir las posiciones políticas que alcanzará el sobrino, sin embargo, cuando se le pregunta dice: -Mi sobrino se ha vuelto loco…, pero existe un dios protector de los príncipes, se llama Buena Crianza y a menudo interviene para salvar de un mal paso a los Gatopardos-.

El Gatopardo traía entre pecho y espalda una sensación que había venido sintiendo inevitablemente. Sabia como las cosas terminan por ser otras, y eso, aunque le molesta, lo acepta como algo irremediable. Daba largas caminatas con su hija   por los esplendidos jardines, como queriendo consolarla, y hacerle ver que día a día ha de tener más claro que lo suyo es quedarse en esa casona, junto a sus hermanas. Sacudir de vez en vez en los grandes ventanales esas alfombras finísimas que ahora solo cargaban las penurias y el polvo. Acumulación de ideas cerradas y ahora obsoletas.

El texto que da inicio al séptimo capítulo de la obra, es elocuente.

Hablando del príncipe de Salina, se dice: -Hacia decenios que sentía como el fluido vital, la facultad de existir, la vida, en suma, y acaso también la voluntad de continuar viviendo, iban saliendo de él lenta pero continuamente, como los granitos se amontonan y desfilan uno tras otro, sin prisa, pero sin detenerse ante el estrecho orificio de un reloj de arena-. (Continuará).

 

 

 

 

 

miércoles, 4 de junio de 2025

 

Día a día, es el reto. (12)

                                                          El anti-tiempo, puede afectar al alma, al ánimo.

  Se da en tiempos actuales. MJ

                                                 Cuando hablamos de anti tiempo nos referimos a ese tiempo que pareciera que se nos viene encima de mil maneras, en este siglo en particular está relacionado con la demasiada información de la que nos acogemos. Presente en ideas, con acciones y peor aún en las creencias que se pueden hacer confusas. Es ese sentir, como que algo nos abate, cuando en realidad nos hace fuertes. Es importante saber que lo que aprendimos es la base, porque no en vano somos parte de la familia terrenal que nos cobija. Definiendo con más claridad: habremos de trabajar a nuestro favor con buena moralidad y ética. Aún hay personas que no lo comprenden, no hay que preocuparnos, ya la vida se encarga. El pensamiento de Einstein nos ayudó a tener más claro el tiempo real, que no es lineal.

                                                 Hoy día, que se habla de las generaciones homo sapiens como si fueran bloques de humanos centrados en temporalidades características, me quedo en verdad muy pensativa, porque es una manera de clasificar que engloba a todos, y puede ser percibido como un tratamiento un tanto injusto que nos descuadra la realidad personal. Es tan solo la manera de saber por qué en determinados ciclos se dan algunas conductas, y eso nos ayuda a comprender cómo lo que pasa en la civilización nos afecta. A veces nos vemos trastocados por fenómenos sociales que no comprendemos del todo, tan solo nos toca vivirlos como parte de una etapa. Escribí bastante sobre esto, por la percepción de cómo cambian los ciclos y hoy día cuando escucho nombrar como Milenials a los nacidos de los años 80s del siglo pasado hasta el 2000, y Centenials a los que han nacido con el siglo XXl, es algo que nos ayuda a situar a tales generaciones con sus modos y respuestas, porque son generaciones que han vivido cambios más drásticos. Lo más impactante es que a los jóvenes actuales se les denomine también la generación de cristal, como si con cualquier cosa se rompiesen.

 

Las situaciones de cada época son clave para la educación, porque educarnos no es llenarnos de conocimiento, sino comprender mejor, adaptarnos. No olvidemos que la antropología tiene esa centralidad bien estudiada: solo por la adaptación la especie ha sobrevivido.

Un ejemplo es el modo de migrar. En los siglos pasados quienes se movían en grupos hacia los destinos más prometedores eran personas que podían valorar mejor ese movimiento, tal vez lo hacían con un sentido preciso. Es por eso que es necesario comprender que cada época tiene los asuntos particulares, que no se pueden medir con lo que pasó en otro momento de la historia. La historia ocurre ante nuestros ojos.

Es preocupante lo que podemos percibir de todo lo que se detona con los tiempos de las técnicas tan avanzadas. Es una realidad que nos afecta en los sistemas de vida, de tales formas que de un año a otro es posible que veamos cosas que nos cueste comprender. Sabemos que el devenir civilizatorio se crea para beneficio de los grupos, y en la medida que se hacen obsoletos los asuntos, habremos de comprender, y pasar página. Me impresiona que los grandes centros comerciales ya no son los reductos más modernos para la adquisición de productos, nunca me imaginé que se pudiera tomar la decisión de hacer un pedido de alguna mercancía a China, y que la tuviésemos en poco tiempo en casa, como si fuera algo que está a la vuelta de la esquina.

Al mismo tiempo habremos de sentirnos orgullosos por los retos que ha superado la especie a la que pertenecemos, a lo largo del tiempo, no son poca cosa. Es así que entre lo que vemos como renovador, mas lo que percibimos cómo inauditamente preocupante (como lo es la inteligencia artificial) pues habremos de pensar qué tanto podemos hacer y que tanto habremos de aceptar como los retos invaluables y nada controlables, para quienes somos el montón de los mortales. Nada fácil es estar viendo las noticias y sentir, bueno, ¿-Y qué puedo hacer yo al respecto-? No sé si les pase a ustedes, pero hay días en los que estoy menos propensa a ver noticias, y hay que respetar y ordenar la mente, no saturarla.

A fin de cuentas, si es importante el cómo enfocamos nuestras energías, que se han vuelto tan vulnerables en la era de las comunicaciones. En verdad que de momento suena absurdo, ¿cómo es posible que la comunión entre los seres humanos esté dando que desear? Si, ¡claro que es posible!, porque mientras se depuran los errores de las maneras vigentes, puede haber confusión. Imperativo: estar atentos.

Por estos tiempos que releo escribía yo como me impactaba la informalidad presente en todos los aspectos, y me daba cuenta que ya esa forma de vida de resolver rápido y sin más miramiento que la posibilidad del logro inmediato, se estaba dando por los mismos apremios en el vivir. Es un hecho, y creo muchos podríamos aseverar: la vida de cada día se aceleró. Todo esto a la vez trajo un sentimiento de que, si no hacemos todo lo que se propone como necesario, estaríamos viviendo fuera de lugar. No todo es necesario. De pronto hasta nos podemos observar cómo marionetas del vivir.

Si se trata de Arte, ya estamos plagados de miles de propuestas, si se trata de alimentos ya sabemos exactamente que contienen y para qué y porque los comemos y así con todo. El otro dia me quedé de una pieza cuando el peque de casa que solo tiene 7(siete) años me dijo: -voy a comer primero la proteína y luego al final de la cena lo que contiene más azucares-. He de decir que me quedé de una sola pieza. Y cuando van a consumir algo los niños de hoy, ya saben que es importante observar el número de sellos que contiene el paquete. -No, (te dice un niño) eso no lo voy a comer porque tiene demasiados sellos-. Es algo que en verdad me pregunto si fuimos nosotros los adultos mayores de hoy día, tan descuidados, o si la vida misma se ha afinado con esas informaciones. La verdad es que ni una ni otra, hay que saber qué es lo que trae cada época y si no afecta a la realidad, hacer de eso parte de nuestra mente. Volvemos a ese reducto de la dualidad: Realidad/mente, donde se dan las percepciones armónicas.

Nuestros abuelos no darían crédito al escuchar el discurso de la vida diaria de los niños de hoy, en verdad que nada que ver, y que bueno. Los niños han activado el chip de la adaptación de la especie de acuerdo a los tiempos, la vida del homo sapiens es la misma en sus necesidades y ocupaciones, solamente que los modos y formas habremos de entender como avanzan. Ahí mismo está situada la cultura. Bien lo dijo Linton y no me canso de admirarle cuando nos dejó claro: lo mejor es observar los modos de ser y hacer: es ahí donde se ajusta la cultura.

Hasta el modo de conversar es muy diferente hoy día. Antes, se guardaban tan fuerte las formas que no se podían tocar algunos temas tan abiertamente, a diferencia de hoy que los niños ya hablan de pronto como adultos, en algunos aspectos. No creo que eso esté descabellado, es tan solo que nos cuesta entenderlo. En la mesa de casa, en estos dias el peque mayor (7 años) reclamó que no le había tocado la palabra. Las aportaciones de los peques son importantes, se les deja ese espacio muy personal para poder plantear lo que quieran, aportar a la conversación da mucha seguridad.

Antiguamente en las casonas de los abuelos había mesa de niños y mesa de adultos, nadie escupía en rueda antes de la juventud. La casa de los abuelos de mis primos, era del tipo antiguo y tenía un gran patio central con una fuente, y ahí jugábamos, para no entorpecer la mesa de los adultos.

De pronto uno cree tener la felicidad en las manos, mucho más hoy día que todo parece darse más fácil, mas no olvidemos que lo fácil, puede cobrar tributos.  No está situada la felicidad en las acciones, sino en la conjunción armónica de la misma realidad y lo que pensamos. Si, esto nos queda claro, seremos más felices. Las redes sociales nos presentan miles de acciones realizadas por todo el orbe, a veces hemos notado que una imagen no corresponde a lo que se dice de ella, se busca ser algo absoluto siempre, mas no hay que perder el aquí y ahora. Las búsquedas y momentos para vivir están en realidad centradas en nuestra personalidad, así ha sido siempre, solamente que hoy día pareciera decirnos el mundo que la persona es tan viable para todo, que, si en algo decide no participar, puede pensarse que está teniendo una conducta inadecuada.

A veces estamos cerrando etapas de vida y apenas y nos percatamos de eso. Solo sentimos que no podemos con tales o cuales actividades y eso habremos de respetarlo, para comprender mejor. No arrastrar acciones a medias.

Recuerdo como los adultos mayores de nuestra generación llevaban las cosas con más garbo, había como una parsimonia de tomarse los tiempos necesarios, no es que fuera mejor, tan solo eran otros ritmos. ¿Importan los ritmos a los que nos movemos? Todo depende de cada persona.

Cada etapa tiene sus aspectos más adecuados al momento de la acción, de la edad vivida y de las preferencias.

                            Almodóvar, el cineasta tan creativo revolucionó el mundo perfecto. Su país, España lo necesitaba, nos ha dejado claro que hay que reírnos un tanto de nosotros mismos. No hay otro camino, hay que saber que, si siguiésemos pensando que la perfección es tal o cual cosa o vivencia, estaríamos en líneas de sufrimiento.  Esas películas de plano creo que es muy necesario verlas, por estos dias vi algunas de ellas con mi marido para descubrir reductos que nos habíamos perdido cuando las vimos por primera vez, son como los libros que volvemos a leer, hay películas que hay que ver más de una vez. En el caso de Almodóvar a mí en lo personal me cautiva, me encantan las impertinencias que de pronto se dan, las actitudes menos esperadas surgen como reductos creativos que nos dan vida y ni qué decir de los coloridos elegidos, en donde siempre está presente el color rojo, a veces más discretamente, a veces lo abarca todo. Ese color, que como ya hemos dicho cuando hemos hablado de los colores, es el color de lo emotivo, de lo que podríamos definir que nos mueve por dentro y que tiene que ver con esa parte del ser humano que nunca puede dejar de estar presente, la emoción. Almodóvar lo sabe, lo sabe perfecto porque lo utiliza como una buena herramienta y lo dice tan sencillo como poniendo un florero rojo por aquí, o en el sweater de la mujer en escena. No podría decir que alguna de esas cintas fuera mi preferida, me gustan todas, porque a fin de cuentas el tema de fondo es en algunos momentos un mero pretexto para darnos un baño de arte que inunda la pantalla y nos hace ver que nunca todo es de una sola manera, lo cuadrado es bello en sí mismo, más en el cine puede ser arte.

 Si no aprendemos a fluir (nos dicen algunos científicos sociales) y quitarnos de los flecheros de aire cuando no nos pertenecen, pues la vida misma nos engulle. Cuando la vida se aparece con sus extremas demandas, es obvio que no perder la ética humana es lo básico, mas aprender a fluir puede ser uno de los retos más entusiasmantes del día a día y a eso también sé aprende. ¡Quítate del flechero! nos decían nanas y madres cuando éramos niños, porque sabían cómo los vientos afectan.

Avanzaba el año 2009 y mi vida se iba aderezando con la comprensión de que ahora sí, los asuntos eran totalmente diferentes ya sin la mayoría de los adultos mayores que nos rodeaban. En particular los padres ya idos, se hacen presentes de diferentes maneras. A los hermanos ya los vemos en otros ámbitos y aspectos, y la vida compartida alrededor de una mesa, cambia de mesa.

Una de las preguntas que examine en la medianía del año que vivía era ¿Qué ocasiona que los seres humanos nos confundamos o que de pronto se nos cierren los cielos conocidos? algo que mi madre tenía muy claro y que ella llamaba: pretencionismo, o lo que es lo mismo, pretender lo que no somos o ser lo que ya no es.  Las ideas al vivir es claro que provienen la mayoría de las veces de los reductos familiares y claro nos marca toda la idea de comunidad a la que pertenecemos. Cuando estamos en lo que estamos, es difícil que nos sintamos confundidos. Forzar la realidad es tan sencillo a veces… pero como decía un tío sabio que quisimos mucho ya de adultos (porque de niños lo tratamos poco, era gay y los adultos nos alejaban de él, ¡una pena!) y decía: - ¡Cuidado! Que no se te doble el tacón, porque la vida cobrará tributos-. A veces, vemos como hay seres que viven ahogados en un vaso de agua. Las dádivas más preciadas como una buena platica, de pronto se convierten en pesares, esto pasa cuando lo que se aprendió no se pulió desde dentro.

Las confusiones del anti-tiempo existen, es tarea obligada saber porque las sentimos y como las pulimos y depuramos. A veces, sí es muy necesario cambiar el punto de mira.

La realidad, las más de las veces… no es la que se tiene la culpa. (continuará).