Estar, en lo que estamos. (10)
Los hechos son cronológicos, pero su importancia no.
Eudora Welty.
Eso que vivimos a los tres
años de edad, pueda que prácticamente se haya borrado de nuestra mente, mas
dejó huellas que se convierten en parte de la vida presente. Estarán activas en
algunas actitudes. No siempre es necesario detectarlas. No importa el suceso o
sucesos como tal, lo importante es no negar los sentimientos que nos va dejando
la vida misma, para poder tener más claro el devenir.
Con el paso de los días y la felicidad de
escribir, cada vez se siente más fluido todo lo que provee de un asiento
personal en los textos que van quedando, prácticamente a todo lo largo de mi
vida he escrito, escribo desde los 10 (diez) años de edad, nada perduró. La verdadera escritura empezó hace unos 45
(cuarenta y cinco años). Todo, al releer, nos puede permitir percibir y darnos
cuenta como es necesario registrar los hechos con la claridad de los meses y
los días, aunque en verdad ese datar no sea tan relevante. En lo personal, me iba
dando cuenta como tomó su tiempo comprender que no es en el tiempo cronológico
en donde estamos más seguros, cuenta mucho más hacer buenos recuentos de ciclos
en general y las aperturas de nuevos momentos. El marco de la temporalidad nos
refiere siempre a situaciones más claras, mas no hay relatividad en esos
tiempos que nosotros le asignamos a actividades que dejan buena huella, de
pronto las tenemos en la memoria aun sin el asiento de la red de los días que los
contienen. A quienes nos escribimos, nos gusta entrelazar unas acciones
con otras, es algo que si no se tiene tan claro es fácil que se pierda en el
oleaje del tiempo. Evidente, y me queda claro también, que al escribir van
siendo cada vez menos necesarios tantos datos de la temporalidad absoluta, esa
de los días exactos y las horas del suceso.
Con el devenir uno puede valorar los aciertos, eso es lo que nos
bastaría. Una de las situaciones para mi más interesantes es cómo evoluciona el
pensar, como sabiendo cosas que creemos eternas de pronto están más que
obsoletas.
Hay algunas libretas especiales en mi haber de
escribidora de experiencias, me las he topado y adquirido o me las han
regalado. Habremos de recordar la
sencilla frase de García Márquez:
-No es lo que
recordamos, sino cómo-.
Iba dándome cuenta en donde residía esa luz de serenidad
que mi alma pedía casi a gritos. Es verdad que las luces que más anhelamos, se
la pasan en zonas oscuras. Igual que la luna, la mente tiene su lado oscuro que
solo a nosotros pertenece. No eran
gritos de estruendo lo que resonaba en mí interior, era el ansia natural de
tener claridad, eran requerimientos afanosos y constantes, me daba cuenta que
vivir era algo que habría de hacerse cada vez con más tranquilidad. Creo que lo
fui logrando.
Para estos tiempos
de la relectura del pasado, encuentro que no era tan consciente de cuanto
cuenta la buena observación y como la edad nos abre cauces para ver mejor,
con los años se abren caminos que ya hemos andado y que los vemos con nuevos
ojos. Irónicamente ya la vista física se disminuye, se ofusca y necesitamos de
esos maravillosos vidrios que algunas veces mi nieto me pregunta: - ¿porque nunca te los quitas? - a veces me pide quitarme los lentes y se queda
fijamente mirando como intrigado a ver que puede ver diferente, y me dice: - he
visto tus ojos-
Creo que los niños son seres a los que les significa
mucho una mirada directa, a sus ojos les gusta mirar de frente y percibir algo
de quien mira y es mirado.
Lo sereno no es
algo que uno busque, es el resultado de buenas prácticas siendo vigilantes,
pertinentes en esa centralidad que circula diferente.
La frase de San Benito que me llegó por estos días, es
contundente:
-Nada puede reemplazar al amor de Dios-
Obviamente que no, porque es un amor único. Aunque uno
cuestione como se manifiesta la presencia de Dios, para comprender mejor. Antes, hay que tener claro quienes quieren
reconocer ese amor. Todos, lo recibimos gratuitamente, aunque a veces ni
sabemos cómo percibirlo. Algunos lo buscan en la iglesia, en el rito asiduo, en
los apostolados y en tantos otros sitios que son senda, aunque no siempre son
respuesta total.
La asistencia al ritual a muchos da tranquilidad y hasta
nos anestesia en la búsqueda. Nos quedamos con la satisfacción del deber
cumplido, pero no olvidemos que a veces se puede estar, sin estar.
No venimos al
mundo a estar solamente tranquilos, sino a dar lo mejor que podamos de nosotros
mismos. Aun dando de lo que somos el mundo personal puede trastocarse, si la
luz permanece al frente, es seguro que iremos tras ella.
Hay un tenista del circuito mundial que es muy religioso
y practicante. En su calidad de ruso a veces nos sorprende. Ayer le leí un
pensamiento que expresó en las redes sociales y me pareció excelente. Y dice
así André Rublev:
-Lo único que espero aprender y que me hubiera gustado aprender
cuando era más joven es hacer todo con conciencia. Como cualquier decisión que
tomes o cualquier sentimiento que sientas, ser conscientes de eso, de dónde
viene exactamente, por qué, y ser consciente de que es tu decisión-.
Estamos hablando de un ser muy joven, parece que habla
como si ya no pudiera hacer nada al respecto. Nunca es así. Es maravilloso observar
que esos sentimientos surjan de gente que apenas empieza a vivir.
Cuando nos damos
cuenta que somos contingentes en la inmensidad, esa es la base de la cual
partir de un puerto a veces incierto, a otro más seguro. Cada quien lo percibe
en la vida personal.
No es creer en un
Dios que está ahí afuera y al que tristemente a veces se le manipula al antojo.
El concepto de Dios ya está en buenas consideraciones en el mundo de hoy, en
todas las tradiciones hay crisis y es por eso mismo que hay tanto problema en
las instituciones de todas las religiones, se revalora y eso trae desconcierto.
No es negativo desconcertarnos y saber que estamos en la época en que todas las
creencias o se revaloran o van a perder mucha feligresía.
Fanatismos ya no tienen cabida, así como tampoco el
excesivo pietismo. Todo, va dando pie a prácticas más valoradas y que dan
mejores resultados.
Los juegos en las relaciones humanas son
complejos. Las personas lo somos, nuestra complejidad se acendra con los años y
no hay de otra: hay que aceptarnos como
somos. Estamos tan determinados por la cultura que nos da piso, que nos cuesta
revalorar, siempre la creemos cerrada y bien puesta y nada es más cambiante que
los modos de ser y de hacer. Crecidos y formados en los modos conocidos, nos
puede tragar el monismo. Es un hecho, y que a todos nos queda claro que: al
olmo nunca se le pueden pedir peras.
¿Qué nos habita en
la edad adulta cuando nos volvemos más complejos aún? Podría decirse que el
apremio de vivir, o el temor de ver ya a la vuelta de la esquina nuestra época de
cierre de ciclo que va llegando, algunas veces con ese sentimiento de que algo
nos falta o que nos está haciendo falta realizar. Ese sentimiento de que
estamos incompletos es falaz, nadie se ira de este mundo sin antes realizar lo
que le ha sido asignado como ser humano. Y así como a nadie se le puede cambiar
de esencia, lo que aprendemos es algo que nos marca y puedo hasta pensar que
transforma nuestro ADN.
Ayudé un tiempo y lo redacté como una buena actividad, mi
participación en un bazar llamado de la Buena Voluntad. Es interesante como
tantas mujeres se entregan a esas labores, en este caso más convincentes,
porque no es propiamente asistencialismo, es una venta a precios adecuados, para
ayudar a otros. Los tiempos terrenos hay que detectarlos y saber en donde nos
toca dar. En estos menesteres se adecua la materialidad donada de segunda mano,
para ayudar con eso a los niños enfermos y sus familias. Mi tiempo de ayudar
ahí no fue extenso, pero espero haber dado lo mejor que tenía, fue un tiempo de
buena experiencia.
En estos días de los primeros años del siglo, los hijos
iban tomando sus caminos. Que felicidad da ver y contemplar a las personas que
hemos traído al mundo y les hemos conducido con los brazos y el corazón
abierto, tomar sus riendas y conducirse a su manera.
Nada creo que pueda compararse con los suspiros profundos
cuando vemos a los jóvenes estar haciendo lo que les corresponde, sin titubear.
Apreciar la diversidad humana, comprender qué clase de especie somos y como nos
organizamos por géneros, todos respetables.
Conversando con mi
hijo hoy día, me decía que está leyendo a un filósofo que habla muy claro del
pensamiento y sus formas, proponiendo que la pluralidad es lo que hará libre a
nuestra especie. Me habló de otros dos conceptos, el contrario a pluralidad que
es: el monismo, o lo que es lo mismo que creer que -los asuntos humanos solo
tienen un camino para ser resueltos-.
A veces me gana el pesar, se me encoge un poco el corazón
cuando percibo que es una realidad que la especie humana está en decadencia. No
puede ser posible que haya gente que crea que solo hay un camino y si ese
camino no se toma, iremos al barranco. Pensar así propicia la raíz de todos los
pesimismos. A renglón seguido me convenzo que dentro de las propuestas actuales
también hay un concepto que, de entenderse bien, es la salida a muchos de
nuestros problemas de pensamiento, y este concepto se llama: Symploké, y quiere
decir: -el entretejido de las partes donde todas las cosas están conectadas
unas con otras, pero no todas con todas-.
En verdad que solo leyendo lo que nos corresponde saber, seremos
transformados. La educación es la
salida, porque es tal el dolor de vernos tan decadentes en tantos aspectos, que
es posible que encontremos la manera de que la esperanza se haga fuerte y de su
parte.
Creo que en todos los países se ha endiosado a los
mandatarios, tal vez eso provenga por la modalidad de pensamiento cultural de
que otros deben resolver, sin percatarnos que cada acción individual por más
sencilla que sea, importa y aporta.
Y, continuando con las reflexiones del Zen, tenemos que nos dice: aunque
en la Biblia se hable de que los conocimientos han de pasar de generación en generación
éstos deben depurarse. No solo es pasar el conocimiento, este ha de ser
revisado.
Todo lo que ha propiciado fanatismo nos ha enconado el
flujo del amor real. El pensar no se ha dado a flujos serenos de depuración y
limpieza, más bien se ha creído en conceptos que ya hay que tomar con mucha
cautela.
Los deseos pueden ser factores exigentes, como creyendo
que las cosas uno se las merece nada más porque sí, como diríamos los jóvenes
de mi época: -por la linda cara- cuando
sabemos que es mucho más sano saber escoger y elegir lo que realmente tiene
sentido en nuestra vida personal. El deseo per se se puede volver tan
exigente que nos propicie el sentimiento de carencia, que puede ser ficticio.
Cuando siempre nos proponemos ver posibilidades, es
cuando las cosas que elegimos son más realistas. Siempre hay nuevas opciones,
las puertas con serenidad se abren.
Nuestra vida, nos dice la autora Yoko Beck, no puede ser más
que lo que es.
El Zen siempre nos permite ver la esencia, porque como
nos mantiene observantes y no descuidados en lo que percibimos, es más factible
ver el fondo de las cosas.
El camino del Zen ante todo propone el camino de la compasión,
es decir sentir lo que siente el otro, acompañar un sentimiento de dos como si
fuera uno solo.
El sentido del perdón tiene un cariz especial en los
conocimientos del camino Zen, porque, es saber nuestras limitaciones. Cerrar un
círculo de bien con conciencia es no permitirnos sentimientos de coraje, sino
aceptar que las limitaciones a veces nos ofuscan.
La calidad de la vida es importante.
En nuestras manos estará siempre el talante de que vida
queremos y como la logramos. (Continuará.)
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