miércoles, 28 de agosto de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (12)

El camino del Arte puede ser el más liberador, tanto para el que lo practica como para el que lo observa. MJ

 

                                               El Arte con mayúscula, puede asentarse en otro aspecto que a veces se pasa por alto, es decir, en las obras que se practican mas allá de la plástica y está presente en el quehacer de los asuntos cotidianos. Llevar una casa con acierto es un arte, tener la palabra exacta para apoyo de un congénere es un arte y así mismo sucede con otros tantos aspectos, puede compararse como cuando nos da resultado una disciplina que se descubre, se implementa por medio del estudio y da resultados. Lo más importante al hacer arte del día a día, más bien es hacerlo con la garantía de que se realiza con originalidad.

Pasando al arte plástico como algo que se practica más allá de la vida diaria, ese quehacer, es harina de otro costal. No deja de estar relacionado con nuestro bienestar directo y de la vida diaria también. Hoy día se cree que el arte es algo mas allá de lo que somos, como si fuera algo externo totalmente.  Los dos aspectos están unidos, el arte de vivir la cotidianidad es más como un continuo y el arte de hacer plástica requiere de un espacio diferenciado. El verdadero sentido del arte tiene todo que ver con la personalidad, para quien lo hace, se da como una necesidad de decir, y por otro lado de quien quiere que la cotidianidad sea fluida, puede hacer de ésta un arte. No creo que crear obra sea para que ésta sea tan solo bonita y se venda bien, en el caso de la plástica en concreto se ha trastocado mucho el sentido de lo artístico. La belleza que se aprecia en la plástica ha cambiado mucho, independientemente de los conceptos tan novedosos como lo es utilizar los objetos cotidianos para expresarlos como algo artístico. No olvidemos aquel plátano pegado a la pared que se vendió en miles de dólares. Es una pena que eso de la venta del arte ha hecho estragos con la verdadera creatividad. Los que así lo pensamos sabemos que, como una necesidad de expresar, este arte se hace diferente a como se cocinan unas papas.

 Cada actividad requiere de un determinado sentir.  cada acción tiene su chiste.

 Hay que dar su tiempo a la obra, ésta siempre surgirá cuando hay camino. Los temas son los que definen al ser de la persona en el arte, no los que estén de moda o sirvan tan solo para la decoración de recintos.

Mi camino personal del arte ha sido de lo mas liberador. He de decir que nació desde los primeros años de vida, cuando mi padre me daba un cumulo de pinceles y un lienzo, que era un enorme jarrón de barro del jardín de casa. Me podía yo pasar horas y horas con el agua y ya cuando pegaba el sol fuerte, entraba. Ese manejo del agua en libertad, fue crucial.

Fui descubriendo con lentitud los temas que me pertenecen, y no es que quiera decir que uno se los apropie, sino que uno mismo los toma como un hilo conductor del ser interior, resonamos con ellos. En el arte la pertenencia de los asuntos no es a elegir así nada más, van saliendo como parte contante y sonante de lo que somos.

Cuando estamos dando demasiadas vueltas a los asuntos, es que no sabemos aún que queremos decir o hacer, eso puede pasar cuando pintamos. Está bien hablar de lo bonito que vemos, pero mejor sería que eso que hacemos hablara de lo que en realidad habita en el interior. No importa el medio, puede ser hasta el arte que se está poniendo de moda por computadora que a muchos de mi generación no nos queda tan cercano, lo que queramos expresar debe de ser original, y eso es una búsqueda en sí misma. Un ser en el arte, conlleva vocación, ante todo, nada de lo que hacemos sin vocación es algo que en verdad nos resuene con fuerza.

En el arte se pone la energía en el punto adecuado. El Zen nos afirma que ese sitio solo puede estar claro mediante la meditación.

En la libreta que reviso, me afirmo a mí misma lo importante que resulta el poner la energía propiciada en el sitio adecuado, resulta definitoria y va dando camino a lo que hacemos.

¿No estamos poniendo en el lienzo de la vida todo lo que creemos y creamos? ¡Claro que sí!

Un buen amigo me preguntaba hace unos días, en donde podremos dar ese grano de arena para mitigar tanto dolor que hay en el mundo.  El sentido de lo que damos se afirma cuando uno permea y lo que hacemos resuena en otros congéneres.

¿Es tan difícil entender que hemos venido a hacer lo que se nos requiere como parte de una misión que es muy sencilla? Y no es estar compitiendo como si estuviéramos en las carreras de obstáculos deportivas. Como lo vemos en los Juegos Olímpicos.

Solo en el alma existe la infinitud excelsa. Es en el interior en donde damos sentido a lo más sencillo que nos sustenta. No hay que ir por más, porque podremos perdernos.

¿Qué significa forzar en la vida?

Habremos de descubrirlo poco a poco si así fuera necesario, a veces los mismos reveces que vivimos nos dan las pautas.

Si percibimos que lo que vivimos no fluye, hay que revisar. A veces llegan los dolores del vivir y no sabemos ni de donde nacieron, y es claro que a veces nosotros mismos nos los propiciamos por estar en dispersión, no tan atentos.

Esa frase de T.S. Eliot que dice: -Exploramos sin cesar, y al final de nuestras exploraciones llegamos al punto de partida, reconocemos ese lugar por primera vez-

Afirmo en mis textos de principios de siglo, que algo muy claro me hizo comprender que lo mío nunca ha sido el evento social. Estar en todos esos sitios por los que muchas mujeres son capaces de matar su vida real, nunca ha sido lo mío. A muchas personas se les renueva la energía en la vida social y se llega a creer que, con eso, ya está resuelta la misión de este mundo, tal vez así sea para algunos. Lo respeto, mas no lo comparto.

Comprendí que hay afinidades que cuentan mucho y poder estar cerca de personas que suman, que dan su rato de platica sin estar esperando nada más que ese compartir lo que cada quien trae para dar, presencia y gozo de una buena platica.

 Vivir con las expectativas del ser humano como si fuera proveedor de algo, es confundir el sentido de la camaradería.

                                                                        Cuando decimos: -Si esto no sale como yo lo deseo estaré triste- ya nos estamos encadenando a un resultado previo y eso nos conduce a forzar.

 Podemos ser dueños del buen tono de la vida. Si está presente la desventura, ya hemos dicho hasta el cansancio que, si de entrada la vemos como parte del vivir, ya solo con eso la estamos dignificando en camino de positividad, lo que sigue es ver qué hay de bueno, siempre lo hay.

La observación es lo único, nos afirma el Zen. Estamos viviendo tan de prisa (no culpo a nadie ni a nada, es la vida misma que ha propuesto el mundo actual) que nos permite mejorar, ver los fondos.

Hay mucho portal de comentaristas de ciencia que podemos encontrar y aprender a escuchar, todos los porqués que se nos ocurran están ya en la red, el asunto es ir a la fuente original y de bases firmes, porque charlatanes también hay al por mayor. Una cuestión que ha vibrado en mi como parte de mis cuestionamientos es por qué las cosas se dan de una manera y no de otra, es decir a que causas responden algunos hechos humanos, no es tan solo que unos son malos y otros buenos, esa ya no puede ser la visión simplista del mundo.

Nos dice el pensamiento Zen: a veces, vivimos como rodeados de 4 paredes, sintiendo que no tienen ni ventanas ni puertas, ese pensamiento es una trampa mental.

Algunos congéneres dicen: -Voy a hacer un viaje para olvidarme de todo-. puede ser falaz, y regresar de ese viaje con las resoluciones mas confusas. El viaje más allá de casa siempre es solaz, es divertimento, pero también aprendizaje que debe transformarnos de fondo, entonces sí pensar que seremos capaces de resolver mejor.

Cuidar al salir de viaje no llevar cargas emotivas. Más nos vale irnos como si la mente fuera una libreta en blanco y saber que volver al pasmo y al asombro, es lo que nos dará buenas experiencias.

Existen seres humanos que se apegan a sus dolores creyendo que así se liberan. Aprender a sanar el dolor no implica a nadie más que a uno mismo, por supuesto si se requiere ayuda, hay que pedirla.

El pensamiento de apego es pensamiento mal encausado. Nadie puede extrañar lo que ya no existe, pero sí se puede revalorar la situación desde otro punto de vista y saber qué tanto de bueno podremos crear desde ese tener vivos los recuerdos.

Cuidado con los chantajes, nos dice el Zen. Son mediocridades de la mente esos argumentos de chantajismos que no conducen a nada. Habremos de cuidarlos con los críos, porque ellos lo aprenderán como un camino que luego solo les puede dar encono.

Si sabemos que nada de las actitudes de otros nos pueden lastimar, en realidad estamos en camino de crecer.

Practicar el Zen desarrolla la intuición. Aprendemos a ver de antemano y a poder detectar que podría pasar según los escenarios que se presenten.

Cuando dramatizamos estamos ocultando las emociones reales, estamos como creando escenarios que no son realistas, que pueden ser divertidos en un escenario artificial pero nunca en la vida de cada día que vivimos para ser felices.

Cuando somos más conscientes de las emociones que pasan por nosotros, es un hecho que somos más libres.

Dice Yoko Beck: -somos perfectos como somos-.

Al disfrutar de una buena comida, por ej., estaremos en eso. Dándonos cuenta de la fortuna que implica tan solo masticar, cuáles son los sabores que contiene, de cómo preferimos desde uno mismo a diferencia de lo que eligen los otros.

Eso es digno. (Continuará)

 

 

 

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