domingo, 25 de agosto de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (11)

                                                     ¿Quieres tranquilidad?               

                                                      No dejes cabos sueltos. MJ

                                                                                       A veces creemos que todo ha de estar resuelto y que esto puede lograrse en un santiamén, como por arte de magia. Los procesos, las mas de las veces son largos y eso mismo es lo que permite que se den buenas ataduras cordiales, para lograrlos.

 Ya en otros textos compartidos hemos dejado claro que, aunque el control de los asuntos vitales no se puede percibir como total, nadie puede (y mucho menos debe) tratar de tener demasiadas cosas bajo un control absoluto. Lo único que se logra con esa acción, es estar más preocupados o peor aún más estresados. El control verdadero de todos los aspectos de la vida se va desarrollando cuando estamos inmersos en la acción y más que nada las acciones buenas que ya sabemos que, aunque haya aspectos positivos en el vivir, no siempre la positivadad trae lo que es mejor.

                                                                           En la vida de relación, también esto es aplicable. Aquí en el área del mundo en donde habito, aún se sigue pensando que es normal que se pueda manipular el proceso de vida de los hijos, está bien orientarlos y sugerir, pero de eso a que se manipulen las vidas, es muy diferente. Cuando los enamorados de las hijas, a los padres les parecen inapropiados, aún se sigue dando un proceso de intervención al respecto.  ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI se le manipule a una joven el sentido de vida? Pues tal cual, lo veo y creo que lo seguiré viendo. Hay personas que plantean su plan de vida dentro de un medio social restringido y si eso no se logra, se sienten decepcionados. Como si la vida se diese dentro de un circuito y nada más. Por otro lado, hay mucha más apertura para los caminos que deciden tomar los jóvenes, hay de todo. Una de mis primas más queridas, en estos días compartió algo muy importante en relación a las relaciones de pareja: -la relación no depende del amor, es el amor el que depende de la relación- R. Cano.

Si queremos felicidad en las relaciones humanas habremos de comprender cuales son los factores que unen, y estos no son precisamente los convencionalismos sociales. Hay empatías y compatibilidades que hay que sopesar, y esto no se logra si los padres se meten a dar curso manipulado a las relaciones de los hijos.

¿A qué nos referimos cuando decimos que tenemos asuntos inconclusos?

Tan solo nos referimos a esos tópicos que regresan con ímpetu desmedido a la mente y van acompañados de un signo de interrogación. En realidad, las acciones siempre pueden mejorarse, es por eso que habremos de apostar a las más creativas y afines y no porque algo parezca positivo en realidad lo es para todos.  Si regresan los imperativos hay que saber de qué índole son y si en realidad dan beneficio. Claramente mi madre decía: -eso que pretendes, es un alacrán en el zapato-. Esto se refiere a que, aunque veamos positividad en algo, tal vez haya caminos que es mejor no emprender, asunto que obviamente puede dejar puertas abiertas para los senderos que nos toca recorrer.

 La vida bien llevada es una serie de acciones que van dando cabida a nuevas propuestas y así continuar. Cuando la vida se llena de cargas innecesarias, la paz se puede ver trastocada, y no solo lo pacifico, también se interrumpe el factor creativo que no todos hemos comprendido como decisivo.

Estar más atentos de quienes nos rodean y siempre tratar de llevar la fiesta en paz. La total paz, tampoco existe como un todo, es algo que se refuerza cada día y se tiene como prioridad en el ánimo. No es una planicie a la que se llega como si abriéramos una silla de extensión y poniendo las manos tras la nuca creer que ya no hay nada más que hacer, que tomar el sol. Los momentos de solaz, siempre son para relajarnos, pero con miras a tener mejoras, en lo que sigue por resolver. Cuando comento que la paz está representada por el color naranja, es porque conlleva fuerza constante y renovación. Nunca es inactividad.

La sanidad va aunada a una tensión positiva bien llevada (acordarnos que la tensión es parte) nos permite sentirnos más sanos cuando se puede ver con claridad lo que se propone.

Dice la autora citada, Yoko Beck: -Aceptar con regocijo las condiciones de la vida-.

Si permitimos que la mente nos haga creer más en lo que debe ser, nos olvidamos de la realidad:  la vida solo es lo que es. Perseguir sueños que implican aspectos que trastocan la paz, es camino seguro de pesar. Lo que soñamos siempre puede lograrse y no olvidemos que cada quien sueña distinto, porque la diversidad es vida.

Cuando se practican los principios Zen, nos quedan mucho más claros los principios de la amistad. Dice Yoko Beck:

 -La práctica modifica los patrones de la amistad, apartándonos del cálculo de los costos y beneficios personales para llevarlos hacia una mayor autenticidad-.

El mejor servicio a los otros y al mundo es:

Ser lo que somos. Estar en lo que estamos.

Si estamos en lo que estamos podremos ver el panorama completo y no permitir que haya ni discriminación, y mucho se refuerza la empatía.

A veces vivimos con la idea de que hay que hacer más por los demás, y es una idea muy válida, mas hay que saber cómo y cuándo. No es una propuesta como de mandamiento a cumplir como obligación. Esto, tiene sus orígenes como un postulado mental de algunas tradiciones de religiosidad mal entendida.

Nunca se compra la entrada al cielo como si fuera una acción de toma y daca, como tampoco se garantiza una buena relación de pareja solo porque se tenga positividad. Es tan fuerte la forma de las interacciones sociales, que pueden prevalecer los espejismos.

Solo las acciones que están dentro de lo que somos, aportaran con total sustancia. Aunque no existe nunca desgaste espiritual, como cuando se dice: se perdió el tiempo, el tiempo jamás se pierde, todo es aprendizaje.

 Estar atentos, eso sí, para no volver el camino. Decía mi madre: - El flojo y el mezquino, van dos veces el camino-.

Algunos altruismos pueden ser falaces. A veces, ese concepto del dar se toma como una manera de expiar culpas, asuntos no resueltos y nos olvidamos de que solo somos responsables de cómo vamos creciendo como personas.

A veces nos puede entrar un sentimiento de culpabilidad de las cosas no hechas.  Este sentimiento se transforma y nos crea el espejismo, como si a fuerza todos tuviéramos que hacer lo mismo. Las tareas son personales y no podemos asumir acciones que se salen de nuestra fundamentación de conciencia.

Nunca permitirnos ansiedad por acciones pendientes. Ese, tengo que hacer esto, hay que revisarlo.  A veces cuando esa frase me sale del alma, agradezco a mi pareja que me dice - ¿en verdad tienes que hacerlo? - Y me deja con más claridad para decidir por el camino de: ¿qué es lo que me estoy exigiendo? que tal vez ni corresponde al momento.

Hace unos días me toco estar en un ámbito en donde una mujer de pronto llegó y realizó una Hora Santa. Yo me puse en modalidad receptiva y escuché atenta. Estaba contenta de participar, en primera no me lo esperaba, y en segunda estaba en realidad haciendo una visita. Ella con las lecturas del evangelio nos fue llevando a la reflexión, aunque yo me di cuenta que había dispersión en el ambiente. Bueno, me dije a mi misma, cada ser captará lo que le toca.  Al final, dio instrucciones porque iba a impartir la comunión, como yo estaba ahí me sentí aludida y cuando llegó junto a mí con las hostias, me saltó. Me quedé, literal: con la boca abierta. De inmediato le pregunte porque no me había dado la comunión, y con simple desparpajo me dijo que las hostias estaban contadas, solo para las gentes del recinto. Una persona mayor que estaba sentada a mi lado y en su mundo, solo me dijo, - ¿y, no podía dividir una hostia y darte la mitad a ti y la otra mitad a mí? -.  ¿Quién estaba más en sus cabales, la que impartió como un ser dizque capacitado? ¿O la persona con la mente no del todo presente, y con un sentido común de educación, para hacerse esa pregunta? Hay personas que no han comprendido que si se van a meter a redentores hay que cuidar que nadie salga crucificado. Obviamente, no era de vida o muerte que yo comulgara en ese momento, mas yo creo que la comunión a nadie se le niega.

Salí de ahí feliz de la visita que había realizado, pero con un dejo de tristeza en el pecho, al darme cuenta cuantas veces se hacen acciones positivas que no son buenas.

Aprendemos con el paso de los días a detectar lo que va por mal camino, y nos preguntamos ¿qué tanto a nosotros nos corresponde enderezar? ¿Qué tanto nos hemos acostumbrado a un ejercicio que se dice humanitario y conlleva agresión?

Las incongruencias, a la orden del día.

Hellen Keller nos dice: -La seguridad es en gran medida una superstición. No existe en la naturaleza y tampoco la experimentan los hijos de los hombres en general-.

Y continúa -A la larga, evitar el peligro no tiene más seguridad que exponerse a él-

La vida es una aventura atrevida las más de las veces, mas esos atrevimientos habremos de cuidar que no se conviertan en acciones boomerang.  

No tiene nada de particular tomar caminos que nunca hemos tomado y resolver con mejor sentido, antes hay que observar el aspecto creativo del hecho.

Solo vivir, conlleva un desgaste natural. Nos entregamos a los asuntos dando parte de una energía que hay que valorar, ¿qué tanto es valioso perseguir lo positivo si a fin de cuentas los aspectos laterales van a darnos acciones negativas? Dejar parte de uno mismo en la acción, solo lleva sentido si aporta para mas paz.

Si nos damos cuenta, cada uno de nosotros estamos en lo que estamos las más de las veces, hasta nos podremos preguntar ¿porque habremos de estar tan atentos a esta máxima? Porque fácilmente nos distraemos, aunque sea estar en lo genuino lo que se nos pide.

La entrada al sufrimiento uno mismo se la propicia. Una de esas puertas falsas es sentir que estamos lejos de lo que creemos, o peor aún, de lo que merecemos, ¿Quién puede tener claro el monto de sus merecimientos?

Hubo un libro hace unos años que se llamó: -Porque a mí, porque esto y porque ahora-. De la autora Robin Norwood. Fue como para cuestionar de fondo, porque nos toca vivir lo que vivimos. Este libro tan solo como parte del sentido de autoayuda nos abrió la puerta para decir: No somos más que parte de una especie y aunque nos creamos archibendecidos (he escuchado que hay personas que se auto proclaman santos sin aureola) la realidad es que somos vulnerables, limitados y aceptarlo, es lo que más nos ayuda a crecer. Ser humildes.

El adulto que llega a la madurez creyéndose que ha sido víctima de muchas cosas, o que no ha realizado tal o cual asunto, desdicha puede sentir. Esto solo propicia deshallo, producto de no haber practicado el buen modo al elegir.  

La alegría de vivir nunca se pierde, o más bien nunca debería perderse, la tenemos desde que nacemos. Ir en busca de mejoras que no proceden pueden trastocarla.  No me quise quedar sin plasmar ese sentimiento en mi obra plástica, una de mis mejores amigas en este mundo con quien he estado cerca desde la más tierna infancia, me dijo que quería un cuadro alegre para su casa. Le pinté eso mismo que siento como la alegría, y el cuadro se titula: -Alegría de vivir-.

  ¿Te has fijado que un bebe sonríe desde que amanece? ¡Claro está! Es parte de su naturaleza pura, que se trastoca con la vida misma, eso se puede recuperar, aprender a tener siempre una alegría de base, que nos de sustento en todo momento.

Mi nieto, que tiene 6 años en este momento que escribo, le pregunta a su padre cuando ve a su hermanita de tan solo dos años y medio romper en llanto:

- ¿Eso que hace ella es un drama? - -No del todo-, le dice el padre. Es una persona chiquita que está aprendiendo a hablar, y pronto algunos de sus llantos se volverán palabras. Así se le ha dicho a él mismo, antes de dramatizar hay que hablar.

Llorar nos hace bien a todas las edades. Si el llanto tiene sentido, tiene motivo. Llorar de felicidad es una de las experiencias más sublimes que el mundo puede dar. (Continuará).

 

 

 

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