Estar, en lo que estamos. (14)
Aprendemos
cada día, el aprendizaje más importante es el que da sustento y sentido a la actividad,
la cotidiana, la excepcional. MJ
EL Zen nos habla de lo que significa la integración. Nos desenvolvemos
tanto en la cotidianidad, así como en el ámbito de otras actividades
específicas y creativas, la combinación da aprendizaje y equilibrio. Los dos
aspectos son importantes, desde como decidimos batir unos huevos para la
homelet de la mañana, hasta que colorido queremos dar a lo que hacemos.
Esto de integrar, puede entenderse también como valorar cuando nos enseñamos
unos a otros, sin importar de donde proviene el conocimiento. Si tan solo nos
acompañamos en la vida, estamos aprendiendo. Si podemos compartir en silencio también hay
aporte. Cuando alguien pasa por una pena, con estar a su lado bastaría, no
siempre son tan necesarias las palabras. Tomar ideas de los demás es muy válido cuando
aportan para una mejoría, mas estar en lo que estamos es lo que más nos da asiento,
centralidad que se define cuando todo lo tenemos claro para hacer lo que nos
corresponde.
Recordar que mente/cuerpo son una unidad. Nos viene bien tenerlo claro, porque volvemos
a mirarnos como un todo congruente y de esta manera apostamos por la salud en
ambos aspectos, y percibir como se interconectan. Si nuestra percepción se
manifiesta como una unidad integrada, esto mismo nos permite responder a las
demandas vitales con mejor flujo. En periodos de enfermedad la mente cuenta
mucho si provee con buen ánimo y paciencia.
Los caminos que se emprenden en la vida, ni nunca son
fáciles ni mucho menos rectos. Quienes tuvimos la fortuna de estudiar dialéctica,
este conocimiento nos transformó, porque supimos de una vez por todas que siempre
existen varias maneras de responder y de resolver, se abren puertas de empatía
y ser más empáticos es dar vida.
Acertar con las decisiones exactas es mucho pedir. Lo
menciono porque a veces nos exigimos en demasía. En lo personal, hago recuentos
periódicos y me queda claro de cuanto me exijo por momentos, la vida misma me
ha enseñado que no es para tanto.
Recordar que las exigencias pueden tener el efecto
contrario a lo que se pretende.
Muchas tradiciones de cultura general han logrado aclarar
que no hay vuelta de hoja respecto al temor más grande del ser humano: es el de morir. Cuando se va de este mundo
algún ser cercano a nosotros, ese temor regresa y surgen frases como: -Hay que
disfrutar todo-. ¡Claro que sí! pero tampoco es querer comernos el mundo en un
día. La logística que le damos a nuestro vivir el día, es muy personal y
cuenta mucho. En mi caso, como cada día lo percibo de un color particular con
los tonos, así inicio la jornada diaria, me recuerdo a mí misma dentro de que
coloridos me está tocando vivir respecto al día de la semana.
A parte de ese miedo natural a dejar este mundo, existen
otros muchos que van presentándose, es la cultura o tradiciones culturales lo
que nos da esa percepción.
Los miedos se enfrentan, y al enfrentarlos no quiere
decir que se desvanezcan y mucho menos que se abatan del todo, tan solo
logramos comprenderlos mejor y que no interfieran en la acción a resolver. La
ignorancia es la madre mayor de todos los miedos en todas las áreas de la vida,
por lo que estar bien informados no es cuestión de un deber de gustos o
apetencias, es una necesidad de resguardar mejor el interior. Lo ignorante no
se abate llenándonos de conocimientos, la base es la inteligencia emotiva que
conduce a conocer con un sentido específico.
Siempre es posible tener diálogos con los congéneres. Si
las buenas interacciones se rompen hay que dejar que se dé el sentido natural,
podremos coincidir o no, y saber que solamente cuando los ciclos se cierran,
los diálogos ya no son posibles. Si son necesarios nuevos acomodos, aceptarlos.
Las relaciones humanas tienen fecha de caducidad, las personas mueren y otras
cambian la dinámica de relación.
La sinceridad a veces cierra ciclos. Esto es muy claro
para las personas que nos gusta afrontar y poner en palabras lo que se percibe,
aunque a muchos no les guste, es la mejor manera de avanzar.
El sentimiento de la ira tiene sus raíces en un instinto
de protección. El iracundo quiere intimidar, y su acción no lleva a nada, con
esos exabruptos de ira solo retrocedemos.
En
los conflictos humanos, el sentimiento de haber ganado o perdido es falaz.
Nadie ni gana ni pierde, porque la vida plena no es un asunto cuantitativo. Por ejemplo, en la guerra se pierde en cuanto
a la destrucción de vidas (que resulta lo más triste) y objetos materiales que
a fin de cuentas se vuelven a dar. En el ámbito de naciones ninguno de los
involucrados ni gana ni pierde. Este sentir de ganar es muy limitado, pertenece
a los seres que ostentan el poder como prioridad, el sentido de acumulación
como un valor, como si eso fuera un logro en sí mismo. Creo que en ese aspecto
estamos muy atrasados. Quien tiene poder y conocimiento, ante todo está
determinado a servir.
Cuando no se
conoce el valor del dialogo, dice Yoko Beck: Lo mejor es cerrar el asunto y
pasar a otra cosa. (paraf). En el caso de las interrelaciones humanas de
persona a persona, eso sí es posible, mucho más si se viven asuntos en común. Entre
las naciones ya hemos visto que no es tan fácil cerrar esos episodios de
matanzas tan desgarradoras.
Algunas de las confusiones que se viven en la vida, nos
dice el zen, se sanan con el devenir del tiempo. El tiempo es un gran sanador y
quien lo ha vivido puede dar fe.
Los momentos de descanso son parte de los equilibrios al vivir.
Es necesario hacer altos durante el día, durante la semana, así como en algunas
ocasiones dentro de periodos más largos de tiempo. Todo lo que conlleva esfuerzo
y más cuando los asuntos son muy fuertes, exige darnos un tiempo, descansar. En
los circuitos tenísticos no se permite que un jugador tenga partido en días
seguidos, se opta a que se jueguen los partidos en días alternos, aun así,
hemos visto en muchos momentos que por el apremio de días lluviosos o porque se
han trastocado los tiempos, se les pone a los jugadores partidos seguidos o
peor aún en el mismo día.
Cuando observamos a los gatos, el aspecto del equilibrio interno se hace
muy presente. Estos pequeños animales son dueños de una interioridad de la que
es bueno aprender, porque saben exactamente mantenerse en equilibrio. El gato,
no duerme de más, él mismo sabe cuánto necesita ese espacio de su ser. A veces
solo entrecierra los ojos y es que está pendiente de cuanto su ser necesita.
Existe un agotamiento en la percepción, si lo vivimos
percibimos que hay algo que no ayuda en la integración cordial entre los
congéneres, se da cuando mal interpretamos las palabras o cuando hablamos, pero
no estamos resolviendo lo mismo. La integración humana necesita de mejores
entendimientos de comunicación. El mundo de las palabras es muy importante en
lo que respecta a los equilibrios humanos. Sabemos, claro está, que dependiendo
de la cultura de la que se trate, así será el léxico, pero a veces se nos
olvida y tomamos los significados por caminos divergentes. Esto sucede mucho en
los ámbitos de las generalidades de cómo se vive dentro de cada cultura y lo
mismo podríamos decir del ámbito de la política y de la vida social, a veces
las palabras han de ser redefinidas para no hacer interpretaciones agotadoras,
innecesarias.
El término etiquetar es muy interesante. Nos encanta
poner etiquetas a las personas. Como nuestro ser interno necesita claridad,
creemos que hay que hacer esas clasificaciones, pueden limitar la percepción
real. Etiquetar es muy riesgoso, nos limita a no apreciar toda la dimensión de
un ser humano.
Nos die el zen: cuando se habla mal de otro ser humano
(no se refiere a la crítica constructiva, claro) es decir, cuando se emiten
juicios un tanto a la ligera sin saber de fondo que determina a una persona,
eso recae sobre nosotros mismos y no contaminamos con nuestras propias
palabras. El tono de voz cuenta mucho, y si logramos percibirlo en los
intercambios de palabras podremos comprender mucho de lo que se da entre
interlocutores.
El zen, cuando habla del
cambio en la vida, lo primero que nos hace ver es que hay que tener en cuenta
que todos tenemos una forma personal de responder, es aprendida, es la que
utilizamos con constancia.
A veces tememos responder a la vida con la lógica que
estamos percibiendo si sospechamos que no se apega a lo de las costumbres
establecidas. Lo bueno es que la mayoría de los jóvenes de hoy, ya con caminos
de mejor formación y con preparación universitaria ya no tienen tanto ese modo
de responder más por el instinto, que a veces se aprende en los ámbitos
familiares, y al salir a interactuar a la vida eso ya no funciona. Considero
que a veces lo aprendido en las universidades no siempre es el camino para
ganarse la vida y poder vivir en este mundo tan demandante, lo que sí me queda
claro es que quien pasa por la universidad aprende a tener un criterio propio,
transforma su interior para bien y no será de acción borreguista con
opiniones a la ligera. Ya estamos en el mundo fake, y no sabemos si esto
tendrá retorno a mejores momentos. Al menos en el entorno personal vale la pena
que los códigos de comunicación sean propositivos.
Esto de la integración humana es algo que se necesita
mucho, no todos lo están percibiendo. Es interrelacionarse con respeto, siempre
dando exactamente lo que somos.
Con las condiciones mentales apropiadas es seguro que veremos
diferente. Exactamente como sucede a los artistas plásticos para quienes
aprender a ver la realidad con otras formas y colores, es muy necesario. Se,
que Picasso no es del agrado de todos y es respetable que así sea, mas lo que sí
se puede decir es que es innegable la pasión que este artista sintió al ver las
formas de otras maneras. Nos entrega la realidad transfigurada ¿No es así como
a la mayoría de las veces es lo real?
No se habla tanto
de los coloridos de Picasso. El dio más énfasis a la forma/transformada, esto
es lo que da valor a la obra, no es si la consideramos bonita o fea. Esas
categorías ya no se aplican en el arte.
El camino del buen vivir,
es claro que uno mismo se lo labra. La vida es algo que mentalmente se prepara,
con buenos hábitos y con buenas respuestas.
Nadie, ningún ser humano se puede congratular de tener
todas las respuestas. Hacer el esfuerzo
mental en tener un criterio lo más propio posible, es un valor ineludible de
esta época. Los conceptos se renuevan con tremenda celeridad, no es necesario
tener todos al día, lo importante es reenfocar, escuchar y tener la voluntad
aceptar lo que no coincide con nosotros para poder llegar a un término medio.
Nos recuerda Yoko Beck: -Mirar la vida de uno (mismo) y
ser sincero al respecto, así como divertido-.
Cuando notamos que nuestra esencia es tan rica como homo
sapiens, y cómo se nos ha dado ser parte de este mundo, podremos darnos
cuenta de las causas más valiosas que nos acompañan. La existencia en sí misma
es algo muy grande y siempre va mucho más allá de las palabras. (Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario