martes, 17 de septiembre de 2024

 

Tren Maya.

Experiencia personal.

                                               Los proyectos comunitarios en la sociedad humana, se hacen con determinación, a veces no de la mayoría de las personas, habiendo muchos que sin agua va o agua viene o sin beberla ni derramarla se beneficien, a fin de cuentas. No importa tanto, porque a la larga, muchos seres humanos se percatan de que algo que parecía un absurdo a algunos, resulta muy bueno para todos. El derecho a disentir es parte de la condición humana. No siempre es posible llevar el buen sentido de lo que se programa o el ritmo de los tiempos con los trabajos que se emprenden, sabemos que la realidad termina teniendo la razón. Aun si existe una cantidad muy grande de detractores que no creen para nada en tal o cual proyecto, lo que termina siendo practico y beneficioso se hace sentir.

                                                   Eso es algo de lo que se ha vivido en México, respecto al tren maya, por un lado, el determinismo claro y concreto de construirlo por parte del gobierno del Lic. Andrés Manuel López Obrador y por otro, todos los que no han creído, no creyeron y ni nunca creerán en él. Es obvio que si no se cree en un líder mucho menos serán fáciles de aceptar los movimientos positivos que lo son, aunque no a todos parezcan buenos, así como propuestas de mejoras, acciones de cambios y ni qué decir de los determinismos concretos que se necesitan cuando hay que aportar mucho dinero. La obra pública, que se paga con dinero de nosotros los contribuyentes, a veces se presta para abusos, pero precisamente eso es lo que se plantea de fondo, acabar con esas prácticas corruptas. Todos sabemos que eso es difícil, en un país que ha arraigado esas malas prácticas, pero tampoco es imposible, mucho más cuando se escucha hablar a los jóvenes que cada día se involucran con conciencia. En este caso concreto del tren maya, mucho se vigiló, se vigila hoy día, mucho se contiene con la búsqueda de lideres de la construcción honestos que como quiera estoy segura de que los hubo y los hay.

                             Durante los años de trabajos fuertes, muchísima gente se quejó de todo, empezando por los inconvenientes mismos de la construcción que atravesó vías carreteras, poblados y lugares por los que muchos levantaron el grito en el cielo, se pensaba que se violaba la selva virgen y peor aún que se perdían vestigios arqueológicos, entre otros asuntos ecológicos que cuando se cuidan y realizan con conciencia y adecuación, se restablecen y la vida se ve beneficiada. 

                                                                  En lo personal, durante la construcción solo me toco pasar por la carretera hacia Cancún y si he de decir que se hacía más tiempo del previsto en la normalidad de esa vía, así como el inconveniente de estar junto a la construcción, mas por otra parte nos permitió visualizar la dimensión del proyecto, se notaba la buena opción de las logísticas de los constructores elegidos, porque todo se veía muy activo y materiales de buena calidad. Poco a poco fueron apareciendo las vías, los terraplenes con los que estas se aseguran y muy interesante fue ver cómo fueron emergiendo los puntos en donde están situadas las estaciones. Da gusto ver la entrega de miles de trabajadores que obtienen un empleo y con gusto ponen su trabajo, aun durante las noches.

                                          No fue sino hasta mediados de septiembre de 2024, cuando el presidente Andrés Manuel ya estaba por decir adiós a su mandato, cuando tuve la oportunidad de constatar lo del tren maya, en un viaje corto a la Ciudad de San Francisco de Campeche. Solo bastó esta experiencia para poder decir que se siente un gusto enorme, entre los más importantes está el de tratar con los empleados que se ponen la camiseta con honor de pertenecer a México. Se les percibe entregados, amables y con ánimo de que todo funcione bien.

                                                                    Cuatro son las paradas en estaciones en este tramo de ruta por el que me tocó ir, todas muy bien organizadas y ni que decir con los tiempos precisos para bajar y subir. La primera es Maxcanú, la segunda en Hecelchakán, la tercera es Calkiní y la cuarta Tenabo, para luego entrar a la de San Francisco de Campeche. El tren sigue más allá hasta Edzna y otros puntos.

                                                 Yo fui la que propuse ese medio de transporte cuando se planteó que íbamos a dar un pequeño paseo a la ciudad vecina. Se llegó al acuerdo de que una parte de la familia fuera en automóvil para contar con ese vehículo al llegar, ya que pasaríamos una noche ahí.  Fuimos cuatro los que nos atrevimos a dar el viaje en el tren, dos adultos y dos niños. Los boletos se compraron con facilidad vía internet y fuimos hasta la estación en automóvil, siendo que las dudas de nuestro buen viaje se notaban en las caras de quienes nos dejaron. ¿Están seguros?,¿No prefieren venir con nosotros en el automóvil?, Parecían decir en sus miradas y silencios elocuentes.

                                                                  A decir vedad yo estaba no solo segura del medio elegido para transportarnos, sino emocionada como si tuviera seis años de edad, a mis casi setenta años de vida.  Mi nieto, que, si tiene los seis años nada más, lo ha gozado como pocas cosas, absorto en el ventanal viendo y observando todo ese campo verdear ahora que ha sido la temporada de lluvias. Ese gozo a la vez regresó a mí, estoy segura que a su padre también que lo vio disfrutar cada segundo. Mil preguntas surgieron de esa mente infantil e inquieta de niño, tratamos de responder lo más acertadamente y más que nada no perturbar el gozo de la experiencia. Llegó feliz observando hasta el último detalle y con los lineamientos que su padre le decía de ir con cuidado, porque el mismo tendría a su cargo la carpeta con los curp y los boletos para poder viajar. La nieta más pequeña, mostraba su asombro y nos preguntaba por dónde vendría el tren maya, observó con atención como fue apareciendo en las vías y sus silencios al subir fueron geniales, porque es muy conversadora y porque le ganaba la felicidad de estar por primera vez en un tren.

                                                                             La emoción de todos fue enorme. Poco a poco apareció a nuestro lado el tren, desde la lontananza se visualiza en el campo abierto y con las luces encendidas como dos ojos abiertos emulando los del sureste mexicano. Llegó el sonido, ese silbido que emite anunciando su entrada a la estación.

                                                                         Así, con un buen tiempo llegamos para esperar esos minutos gozosos hasta que nos avisaron para abordar. Pasamos por una estación que da la claridad de cómo están construidas: Con austeridad, con muy buen tamaño y con buenos materiales modernos que se ven bien elegidos. Obviamente nada más que lo necesario y con espacios para comercios futuros, así como una pequeña sala de espera que, ventilada por los cuatro vientos, no necesitará ni aire acondicionado ni mucho mantenimiento. Los jóvenes de la Guardia Nacional atentos, nos fueron conduciendo y ni que decir que los funcionarios del mismo tren, todos adecuadamente identificados, las camisas con logotipo bordado nos mostraban con claridad su orgullo de estar laborando ya, en este proyecto. Sí, es un hecho que muchísimos empleos se han dado y se darán, algunos de ellos solo por la temporalidad de la construcción, pero otros muchos serán para siempre. Se ven felices tanto jóvenes mujeres, así como los varones que cuidan del andén, y nos hacen ver que con organización. todo se logra. Están muy bien señalizados los espacios para poder esperar con precaución.

Un proyecto cuajado.

                                                                  En el interior todo está muy bien hecho. La comodidad se percibe en la clase turista en la que estuvimos y los asientos los encontramos con rapidez y muy cómodos. El tren iba prácticamente lleno y todos en sus sitios listos, porque una vez que se han subido todos los pasajeros es muy rápida la salida. De inmediato nos percatamos como alcanza la máxima velocidad de 140 km/hr. Las jóvenes en el interior atentas, piden refrendar el asiento, revisar los boletos.

               ¡Todos listos! cuando arranca el tren, la velocidad se siente muy fluida. Los árboles del exterior pasan con tanta rapidez que se ven casi volar. En todo el trayecto hay tramos inconclusos, muchísimos trabajadores adecuadamente protegidos con chalecos de fuerte color naranja son los que continúan con la obra. No está concluida del todo, claro que no, pero se ve que pronto lo estará, porque además bien sabemos que aún falta la parte de los trenes de carga.  Es un hecho que lo que necesita para la operabilidad en pro de tantas personas, ya está dado.

                                Que gusto da ver subir y bajar a las personas de los pequeños poblados, suben con alegría, algunos con una enorme sonrisa para encontrar su asiento con diligencia. Niños, adultos mayores como yo, y muchos jóvenes. En lo personal tuve la experiencia de hablar con dos señoras de mediana edad, subieron con sus bultos que estoy segura son artículos que irán a vender más allá. Con oportunidad y escuchando hablar a la pequeña de tres años, me preguntaron su edad, porque les sorprendió su platica, se las dije y así ellas me contaron como les ha beneficiado este transportarse en tren, están felices y lo hacen con seguridad y frecuencia.

                       Bellos paisajes que se interrumpen con el paso de algunos cerros que han tenido que ser recortados para el trayecto de las vías, éstos protegidos con mantas enormes de color verde que evitan los deslaves.

Pudimos conocer la pequeña cafetería que está en la parte posterior, un joven toma la orden mientras los que estamos en fila, de una manera educada nos pasamos el menú de mano en mano para la elección de varios tipos de cafés, refrescos, golosinas, tortas y panes. Un joven cobra en efectivo lo que se va a consumir y mientras tanto una joven muy bien vestida de saco y bufanda al cuello, es la que con gusto entrega todas las cosas elegidas. Y me dice - ¿Leche deslactosada para su café, señora? -  y me encantó como a cada persona se le da el tiempo, se le atiende de forma personal.

                                               He tenido otras experiencias en trenes fuera del país y nuestro tren maya no les pide nada. Tiene buenos baños, y el flujo en los pasillos se hace con educación y cuidado para que todo el que quiera pararse lo haga y pueda ir al cafecito o al baño.

          Sentimos en general mi hijo y yo que todo fluyó. Claro, hicimos un trayecto muy corto y fue muy viable para los dos peques que venían con nosotros. Llegamos y fuimos recogidos para gozar de una pequeña estancia en Campeche.

                                Si, se puede decir con acierto que las estaciones están un poco retiradas de las ciudades, mas nos dimos cuenta que siempre hay transporte disponible para estos trayectos.

                                                            Si lees esto y tienes alguna duda de ser parte de esta experiencia, no dejes de darte el gusto de ver que cuando se quiere se puede, e independientemente de todo lo malo que se ha dicho, y aun sin creer del todo en los cambios que vive el país,  me ha tocado decir lo que he experimentado no solo en vivo sino en algunos programas de televisión en donde entrevistan a arqueólogos que están dando mucho para el resguardo de zonas arqueológicas, jóvenes de los poblados cercanos a las vías que han sido motivados y entrenados para ayudar, que sin haber hecho la carrera propiamente, pueden poner su parte en lo que se conoce  como Salvamento Arqueológico. Yo misma, que estudié esa carrera, tuve la oportunidad con la Universidad de Tulane (New Orleans) de hacer mi servicio social en un salvamento arqueológico en los montes yucatecos, y es muy hermoso, ya experimenté hacer y ver como se rescata el pasado de los mayas para dejar esos legados a la vera de las vías y ser visto y disfrutado al paso del tren en este caso, al paso de vehículos en otras muchas vías carreteras.

                                         El progreso solo es un pecado cuando terminan abandonándose los proyectos a medio hacer, como lo hemos visto mucho en el pasado. Cuando el proyecto se logra y beneficia a miles, por no decir cientos de miles de personas, es algo que a todas luces es un logro. María José Roche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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