miércoles, 30 de octubre de 2024

 

Escribir, Leer, ser. (1)

                                     Lo que la luz es a los ojos, lo que el aire es a los pulmones, lo que el amor es al corazón, es la libertad al alma de un hombre.

Robert Green.

                                                    Mucho de lo que conforma nuestra libertad proviene y se asienta, desde el momento en que aprendimos a expresarnos con letras, a observar las mismas para obtener mensajes mediante la lectura y éstos, como una dupla inseparable, nos permite ser lo que somos.

                                     Me pregunto, tal cual seguramente nos hemos preguntado la mayoría de nosotros ¿Qué fue primero? ¿Escribir o leer? para luego comprender cómo cada ser humano con esas herramientas nos avocamos a ser. Dentro de esto mismo, nos queda claro que este entrenarnos en el manejo de un modo de expresión escrito, ha tenido todo un recorrido evolutivo en la especie humana, y aun sin escribir propiamente, lo primero que hicimos como especie, fue leer la naturaleza y los hechos circundantes para un aprendizaje empírico, que luego se volcó en la escritura, mismo que ha venido dándose desde que el homo sapiens lo decidió así. No es que se haya dado a voluntad per se, como una decisión fuera del ser, los seres humanos estamos hechos para ser expresivos, es parte del libre albedrio. Si escribimos, es seguro que podamos interpretar lo expresado y de ahí llega el arte de leer, mismo que nos conduce a poder juntar las palabras y saber que nos dicen, para llevarnos a lo que habita y se aloja en el bagaje de nuestro ser.

Dice la escritora Virginia Woolf: -Los libros son los espejos del alma-.

Si todo el acontecer humano se puede reflejar por medio de las palabras, éstas cuando toman los visos de ser parte de los sentires observados en la realidad (ciencia) y en el arte de escribir (literatura) ya tenemos los dos aspectos más importantes que nos dan conocimiento. Y ¿Qué pasa con los seres humanos que no tienen la opción de aprender estos caminos de la expresión humana? Cabría decir, que tan solo pronuncian las palabras.

Es algo así como si provenientes de los sistemas guturales, los sonidos se pronunciasen un tanto inertes, sin saber qué forma tienen en la plástica de la expresión.

 Tal vez estos seres tengan que gesticular más de la cuenta, las extremidades superiores son utilizadas para poder decir más claramente. Son parte de esos lenguajes corporales que hoy día podemos observar con algo más de atención.

                                                                                  Las pinturas rupestres no son en primera instancia los medios de representar una expresión artística, se han venido considerando como parte del arte con el devenir de los tiempos, más si nos fijamos mejor, son la manera de expresar lo que se observó, y se vio, se vivió, y lo que se sintió. 

Tal vez en los primeros estadíos humanos a falta de símbolos, letras, glifos o cualquier trazo que unido a otro nos dijera algo, se expresó el hombre más bien con señas, sonidos y hasta movimientos concretos que son el decir. Esos seres que pintaron las paredes de las cuevas, de las cavernas, nunca supieron qué era exactamente lo que hacían, ellos tan solo estaban expresando sus sentires de la mejor manera posible, esa misma que su mente les dictaba, algunos congéneres han interpretado todo ese quehacer artístico como una oración comunitaria. Es un concepto de arte implícito que no se tenía en la conciencia de nuestros ancestros tal cual lo vivimos hoy día.

Si todo evoluciona en la cultura, es claro que todos los lenguajes lo han hecho, y mucho más cuando ya son utilizados para el ámbito de la superestructura humana, es decir el pensamiento que nos permite ser mejores en orden, organización y todo lo que compete al grupo. Nada de esto surgió por casualidad, las causalidades eran más prominentes en lo asertivo y para entender mejor a la hora de compartir. Es claro que esto tampoco ha sido a fin de cuentas el logro más grande que nos permita ser mejores personas, porque a pesar de que en el origen era para eso (todo se expresó para compartir y entendernos mejor) los inconvenientes de las acciones negativas que se dan irremediablemente, no lo han permitido.  

La primera fortuna que tiene el homo sapiens entre manos, podríamos decir que más bien la tiene entre las cuerdas vocales: El lenguaje es definitorio.

Es por eso mismo que el lenguaje es la primicia de distinción del ser pensante. Es lo que nos une para poder expresarnos al compartir y más que nada adaptarnos.

 No sé exactamente cuál es la escritura más rudimentaria de nuestra especie, tal vez sea la ¿cuneiforme? En verdad no lo sé. Lo que sí es asombroso, sea ésta simbólica, ideográfica, pictográfica o de cualquier otro tipo, es darnos cuenta como una serie de símbolos puestos en determinado orden mediante la repetición de los mismos con la mano, logran expresar y más allá nos permiten leer.

Cuando uno se permite hacer esta reflexión, es cuando se puede vislumbrar que primero: se observó (imagen mental) de ahí mismo se dijo (sonido gutural) luego se escribió (expresión cerebro/manual) y quien escribió lo hizo para que otros muchos pudieran leer. Todo un proceso, que abarca también los símbolos expresados en las cuevas. Toda una serie de eventos que dieron al clavo en los grupos culturales para poder estar unidos entre sí.

Por todo este análisis también podríamos inferir que los ancestros del arte rupestre no eran propiamente analfabetas dentro de su momento histórico, porque de que expresaron no hay duda alguna. Esto se compartió con todo el grupo existente en ese momento, es algo casi seguro. Por lo tanto, ¿desde cuándo empezó a haber en los grupos humanos personas que no estaban involucradas en las lides de compartir mediante una simbología? ¿Como podríamos definir en primera instancia el analfabetismo?, según entiendo, hoy día se utiliza este término para quienes no saben leer ni escribir como lo conocemos los homos sapiens sapiens. Se cree que cuando se determinó la producción en masa, para poder sustentar a los grupos sedentarios, la misma división del trabajo orillo a muchos a ser analfabetas. Tal vez contar numéricamente era algo más fácil y común, se aprendía por la necesidad sobre la marcha de la contabilización de los trabajos de producir alimentos para todo el grupo y que se distribuyeran con adecuación. Escribir propiamente y leer no se volvió indispensable y así se dividió nuestra especie y surgen personas que viven en el analfabetismo involuntario.

Luego se infiere, que a otros seres humanos les acomodó que hubiera individuos que se dedicasen nada más a la producción directa. Se hace a un lado en algunos grupos la necesidad de entrar al mundo de los símbolos, de las letras u otro tipo de expresión. La situación humana llego a un punto en donde lo importante se convierte en producir para la sobrevivencia básica.

¿Nos basta para ser personas solo vestir, comer y tener un techo? O ¿es que en realidad todos podríamos expresar más, poder ser más allá de la sobrevivencia?

¿Saber el sentido de lo que dicen los demás y como lo expresan? Yo creo que ese analfabetismo involuntario ha sido uno de los grandes errores del correr de la especie, porque no se puede ser un ser total sin esas herramientas de poder expresar las ideas, comprender quienes somos, sencillamente.

Cuando en una calle cualquiera yo me topo con un grafiti, me paraliza la emoción. Si tengo tiempo me detengo y observo ¿De dónde nace el trazo? ¿Hacia dónde va? ¿Por dónde se han dado las intensidades de la expresión y por donde los trazos débiles? ¿Hay alguna letra involucrada o solo son volutas plasmadas sin más? ¿impregnadas de sentimientos? Hasta podríamos decir que es como una pintura rupestre moderna, por llamarla de alguna manera, por el hecho de tomar cualquier espacio sin un lienzo preparado y ante la impronta de su obviedad. Alguien decidió tomar un espacio y expresar parte de lo que lleva dentro y que su ser necesita decir. ¡Caramba! Es lo más hermoso poder expresar lo personal. Hay que hacerlo siempre ahí donde estamos, con lo que hacemos, ahí en los pequeños grupos.

                                              Es verdad que nadie se ha muerto por analfabeta. Tener o no tener esas herramientas de escribir y leer no son indispensables para la vida básica de cada día, si lo vemos con la sequedad de tantos pueblos que han vivido sin prácticamente tenerlas. Hoy día eso ya está en camino de desterrarse, porque, aunque exista gente con un sistema de vida bien organizado pueda pasar toda su existencia sin escribir nada y mucho menos leer algo, ya es parte de la civilización y más de la cultura humana tener lo mínimo de esta herramienta

 De ahí, utilizar otros lenguajes de expresión, como el arte.

Propiamente leer, es algo que se ha diversificado. Las lecturas están sujetas a lo que se vive en las culturas, comprendiendo éstas como lo que se hace y lo que se es, como puntualiza Ralph Linton.

Las lecturas que hacen los científicos son totalmente de áreas específicas y lo mismo se puede decir del ámbito de las lecturas literarias, que unos y otros impliquen sus intereses para disfrutar, dependerá de los hábitos y de las preferencias. Una persona que disfruta de la literatura tal vez tenga menor tiempo para este gusto si se dedica a la ciencia y un estudioso de las letras puede también querer saber lo que hacen los científicos y encontrar los medios para hacerlo en la divulgación científica. Es decir, hoy día se puede elegir leer o no hacerlo, bajo nuestro propio riesgo. Elegir qué leer es la primera parte del gozo, y hoy día también elegir si se lee en papel o en tableta.  

                                                       Nos puede llevar toda una vida saber bien a bien que lecturas nos producen más placer o más conocimiento, es algo que se puede lograr si hay empeño y sabemos lo que en realidad implica tener un libro entre las manos, nunca es una moda, es un placer que uno se labra y se provee, desde el pensar que elegir, como se disfruta con los olores y colores que llegan de esas elecciones y si las páginas las podemos hojear con tiempo, nunca se corretea la lectura.

Hoy que reviso todo lo que he escrito a mano, me doy cuenta de todos los libros que han pasado por mí, la mirada que se ocupa con mucho más  que mirar, así como el gozo de haberlos sostenido y de saber lo que contienen.

Algo más concreto para todos y que puede resultar como revelador, es pensar:

¿Qué nos dejaron impregnado en el alma para siempre, algunos libros? Desde hace años ha, me fascina volver a los libros ya leídos. Amigos eternos.

 Sucede que lo que leímos en la juventud nos habla de una manera distinta, cuando lo releemos en la edad adulta.

Eso mismo estoy encontrando en la etapa que releo de mis escritos. En las épocas de estudio profesional de la Antropología lógicamente me centré más en los textos específicos, nunca abandoné mi interés por la literatura. Algunas de las obras de Simone de Beauvoir tuvieron huella en mi pensamiento. Encuentro que volví a los libros de ella que leí por primera vez en los años ochenta del siglo pasado y con la visión renovada los comprendí de otras maneras.

Encuentro que Simone fue educada muy parecido a como se le educo a mi propia madre en los aspectos de creencias, modos de ser en interacción con los padres, religiosidad y como se vincula el ser individual con el desenvolvimiento social. Claro que hay mil diferencias, porque mi madre nunca tuvo ni la más mínima inquietud de ser universitaria, leyó mucho, eso sí que lo hizo, sin ir más allá del divertimento de los libros que escogió como fueron los de biografías, autores como Pearl S. Book, así como Taylor Caldwell entre otros. La literatura en nuestra vida logra cambios, nos da visiones del mundo y nos lleva a lugares de plena satisfacción.  (Continuará.)

 

 

 

 

miércoles, 23 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (20)

                                                        ¿Y tú, que honras?

Yoko Beck.

                                                                Honrar, podría considerarse un sinónimo de respetar, siendo que lo que honramos nos define tan de fondo, que es como un limo delgado o un velamen que nos cubre completos, viene de lo más hondo del ser. Según nos dice la Real Academia de la Lengua, honrar es:

Enaltecer, permitir el mérito.

Si lo que define la esencia de nuestro ser, es algo que para nosotros es de lo más meritorio y por ende importante, las acciones pueden provenir desde las más sencillas, como lo es saber barrer una calle y la importancia que esto tiene, hasta tomar las decisiones más seguras a la hora de llevar una empresa. Es como decir que lo que nos permea por dentro se basa en lo que creemos, lo que hacemos y cuanta atención ponemos al vivir, en dónde nos toca estar y poder estar bien atentos.

                                                           Algunos autores que hablan de la meditación la definen como la alegría que nos damos a nosotros mismos de reordenarnos y si así lo elegimos, estar más cerca de Dios.  Cuando el silencio habla, la mente se pone en modalidad escucha.

Si hacemos del meditar un habito, estamos honrando algo en lo que creemos, y podremos hacerlo cada vez con más facilidad y destreza para beneficio mental. Entre otros expertos del tema, también he escuchado que la mente nunca se acalla, pero sí es posible llevarla a sitios seguros den tranquilidad.

La espiritualidad si no nos lleva a saber cómo vivir y hacerlo siempre mejor, pues tal vez no estemos entendiendo del todo el concepto. A veces este asunto de lo espiritual se confundo con el de religiosidad, van de la mano si así lo decidimos.  La dicha no es solo desear, acordémonos que es más bien optar sin más miramientos que los que nos definen. El ser que está completo y tiene dicha, puede compartir mejor con otros seres.

 No es fácil detectar todo lo que compone a los seres humanos, con los años esto puede afinarse y muchos de nosotros ya sabemos que existen congéneres que se perciben como peleados con la vida misma. Son personas que casi siempre viven la vida con humor trastocado y sin querer mover nada. Estos seres se van a tener que enfrentar a un camino largo de regreso, sin duda alguna. No olvidemos que la vida es circular y de pronto la parte superior del mandala vital nos avisa que ya vamos a entrar a la medianía de esa circularidad de regreso, y es ahí donde, una de dos, o el gozo se hace doble y más disfrutable, o caemos en injurias por lo que nos va tocando vivir. Aunque toda la vida nos preparamos para dar lo mejor de nosotros mismos, de pronto percibimos o que hay menos tiempo (asunto que es falaz, ya lo que hemos dicho: cada ser tiene el tiempo que necesita) o que de plano nos gana la ansiedad. No olvidemos el aspecto relativo al tiempo, para que eso mismo nos deje de importar y ese segundo medio circulo de la vida se pueda vivir con más calidad.

                                             Santa Teresa de Jesús, en sus postulados propone medida en los bienes, no tener de más, porque nos volvemos apegados a la materialidad que no es más que un asunto para resolver la vida y nada más. Las posesiones que a tantas personas les dan bienestar, han de ser asuntos controlables y que no nos ganen la partida haciéndonos esclavos de nosotros mismos. El desapego es algo que se medita, que se practica y se puede lograr mientras comprendamos que no nos estamos privando de nada básico, tan solo sabemos que las cosas son pasajeras y tienen una razón válida.

De los caprichos también nos habla la Santa. Nos dice que son como volubilidades del alma que nos ganan la partida y como espejismos creemos que nos están proponiendo cosas viables y necesarias, sin darnos cuenta de que podemos entrar en embrollos que solo nos causan pesar. Saber llevar las cosas con acierto, con medida y sin mayores complicaciones.

Santa Teresa desde joven tuvo quebrantos con la salud física. Mucha de su instrucción se le dio a base de lecturas de caballería que estaban en boga en ese tiempo y que ella eligió por estar muchas veces en cama.

Su entrada al convento no fue fluida, había perdido a su madre y fue lo que le tocó acatar por la misma situación.  Probó estar en casa de su hermana, pero no se logró y la vida misma la condujo a la vida conventual.

¿Es la vida misma la que nos propone los asuntos centrales de la misión personal? ¿O somos nosotros en compañía de los aprendizajes y el ser interior, que decidimos los caminos que vamos eligiendo? es bueno hacer esta reflexión para tener claro lo que, como adultos, (aún más como adultos mayores) podremos apostar para la vida personal y para motivar y saber que no se nos acaba la vida. La vida, nunca se acaba, porque cuando dejamos el cuerpo físico, pasamos a una dimensión diferente que nos permitirá otro tipo de existencia. Sentir que hay que apresurar acciones se vuelve un absurdo, ¿Qué prisa nos corre si vamos haciendo o hemos hecho la misión con los pasos adecuados? Cuando la mayor parte de la vida ya se vivió, lo que sigue es vivir lo que nos toca, aún mejor.  Podremos dejar de lado esas premisas que a veces se escuchan a nuestro derredor, como que habremos de apurar las acciones porque el tiempo apremia. El tiempo nunca apremia, es lo que es y va dando paso a lo que sí se puede y cerrando las vertientes que ya no tienen cabida.

Santa Teresa practicó la oración de quietud. Pienso, que es como la meditación de hoy día, en cuanto nos aquietamos para poder dejar que la mente proponga sin divagar. En estos momentos de orar con calma, hay que cuidar que no entremos a lo que es conocido como el monkey mind, cuando la mente salta y está inquieta, o estar pasando de asuntos varios a asuntos banales y no poder poner la mente en circuito centrado y tranquilo.

Esta Santa, habla de cuatro formas de poder concebir el momento de orar:

 Es, como sacar agua de un pozo.

Es, como sacar agua de una noria.

Es, como un rio que riega los campos cercanos.

Es, como la lluvia misma, que cae y nos permea todo.

Morir al mundo, según nos comenta Santa Teresa, no es estar fuera del mismo, es estar más bien ocupados de los asuntos fuera del ego mundano y fuera de las demandas que nos alejan del centro vital interior.

Muchos seres humanos llegan a sentir verdadero hartazgo del mundo que les toca vivir, mas si se detecta el sentido de Dios asentado en la realidad y su presencia la podemos hacer vida, sabremos encontrar la elocuencia de los silencios.

Hay un estrato mental denominado Humor de Cielo, que cuando se puede lograr es como estar viendo con ojos renovados siempre. La serenidad se presenta aun en los momentos inciertos o de tumulto mundano, porque nos hemos permitido tomar distancia y observar.

Continuando con el pensamiento de Santa Teresa de Jesús, nos habla de que el místico puede llegar a momentos de arrobamiento que son más intensos que tan solo sentir la unión con la divinidad. En el arrobarse, es como que el alma se encuentra más allá del cuerpo, no porque físicamente se salga del mismo, sino porque se le da un determinismo tal, que se percibe más como un estado de ánimo específico.

Nuestro hijo menor se graduó por estos tiempos y fue muy honroso verle tan feliz cerrando un ciclo importante, el comienzo profesional en la vida. Los hijos son esa energía que nos mantiene vivos y que nos da la certeza de que se va obteniendo lo necesario para empezar derroteros. Ese sabernos estar en lo que estamos es un asunto que nos deja claro que la vida de los hijos se comparte, nunca es nuestra.

A todos nos halaga pensar que nadie ha de intervenir en nuestras decisiones. Fortalecer la autoestima, la esencia sana es autonomía. Cuando el mandala de la vida va dando la vuelta para tomar el semicírculo de regreso, nos va quedando claro que muchísimo de lo que hemos hecho ha sido porque se nos ha dado la oportunidad de escuchar a otros congéneres, y ese tan mentado sentimiento de originalidad en el ser, se convierte en agradecimiento mutuo.

Esa paz de la que nos habla el Zen, suele quedarse más clara en nosotros y aparecer en los momentos necesarios.

Los silencios de la madrugada son los más elocuentes. A veces también existen silencios nocturnos, es cuestión de ir viendo que nos acomoda más.

La meditación Zen se lleva con la cautela y cadencia de saber que estamos apostando tan solo a encontrar ese sitio en donde si estamos presentes.

Si llega la bruma

La vida cambia los tonos

Ver los colores

Si llega la lluvia

La vida cambia los derroteros

Ver, si estamos en lo que estamos. MJ

 

Y del poeta Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe:

Nadie fue ayer

Ni va hoy

Ni irá mañana

Hacia Dios

Por este mismo camino

Que yo voy

Para cada hombre, guarda

Un rayo nuevo de luz el sol

Y un camino virgen, Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 16 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (19)

                                                                                            Al corazón se le escucha,

de ahí mismo es de donde uno toma la responsabilidad del propio ser. MJ

 

                                                                                  Todo lo que nos motiva, aporta.

Hay que creer en la intuición, porque ésta está anclada al corazón. Lo que se anida en lo anímico tiene una validez indudable. Aprender a estar atentos, es como cuando aprendemos a nadar o manejar una bicicleta, las primeras lecciones parecen difíciles porque son varios aspectos lo que hay que tener en cuenta al mismo tiempo, mas con la práctica es posible decir que se puede lograr casi sin pensarlo.

No porque algunas acciones no formen parte de nuestro quehacer, podrían catalogarse de insólitas o que este mal realizarlas, a veces el corazón nos deja claro lo que forma parte de nuestra verdadera atención y también nos disipa la duda. La personalidad se forja desde lo anímico, y afecta al ser en su totalidad y eso nos va definiendo. Tampoco creo que las creencias sean de por vida, cuando podemos darnos el lujo de reconsiderar, estamos dándonos vitalidad. Es importante mirar bien en lo que estamos, catalizar, observar dos veces si es necesario para mirar mejor y con esto tener una atención más pulida con los años. Podríamos decir que esto último es lo que le da sustancia a la experiencia de la que tanto se habla y lograr que sea parte natural.

La estructura de vida que proviene de la forma en la que vivimos la niñez, me parece que es muy respetable, una especie de columna vertebral anímica y adjunta se nos crea en el interior en esos primeros años e imperceptiblemente se va forjando. Todo el bagaje de la infancia nos permite estar atentos a cuáles asuntos son necesarios y cuales son factibles de ser remplazados con nuevas visiones. Tendemos a creer que toda vida pasada fue mejor por ese marcaje personal, sin embargo, nos da pie a que lo virtuoso que se transforma en renovación, nos deje mucho mejor sabor cuando implementamos la vida a conciencia.

                                No olvidemos que una de las aportaciones de la Antropología como ciencia, que constantemente se está fortaleciendo, es que nuestra especie se distingue por la fuerza de adaptación.  La larga historia del homo sapiens sobre el globo terrestre, no sería la misma si no tuviésemos ese factor de poder transformar todo. Es en mucho lo que está muy en boga hoy día conocido como resiliencia.

 La facultad de adaptación se estudia ampliamente por los antropólogos de todo el mundo, porque no es cualquier cosa, y una de varias categorías de observación es la que se conoce como cultural shock, que padece la persona que llega a lugares nuevos a establecerse y por ende a adaptarse. Cuando una movilidad muy profunda cambia la vida de los seres humanos, viene siendo como cuando el duelo, toma sus tiempos porque de otra manera el ser se trastoca. Esto nos podría hacer más proclives y sensibles ante la gente que tiene que hacer cambios de ciudad o de país.  Es algo que no siempre se realiza por antojo sino más bien se hace por necesidad. No tiene que ser de orden material el motivo del cambio, a veces los congéneres necesitan otros ambientes más sanos para poder desarrollarse.

                                           Un ejemplo de lo que si nos haría bien y es bueno considerar es   tener claro que aspectos son los más importantes de la religiosidad que practicamos. Observar que partes tienen visos de fanatismo y cómo podemos superar esos asuntos. Informarnos, saber que caminos ha tomado el culto que practicamos y cómo ha evolucionado. Si lo que nos encanta de la práctica de algo en específico es lo que nos da paz, por ahí ahondar. En el caso de ejercitarnos físicamente, eso nos dan fuerza física y seguridad para llegar a una mejor vejez, más fuertes y sanos, pues por ahí es el camino.

La Gracia, así con mayúscula, la podemos definir como el uso del talento para hacer con estilo. No es conveniente creer que es algo que se regala a partir del pietismo, sino que es algo que se trabaja tanto en lo religioso como en lo secular, se presenta cuando lo que se realiza, lleva un motivo claro, franco y nítido. Exactamente pasa eso con el arte, ahí es muy importante esa originalidad del trazo, y de los temas ni se diga.  

Las técnicas en el arte nos dan fortaleza en el hacer, mas sin embargo los temas elegidos hablarán de nosotros mismos.

El bagaje cultural tanto en el pensar de las familias que nos definen como en lo aprendido dentro de la espiritualidad que nos hemos forjado, es seguro que tenga las herramientas para vivir mucho mejor, aunque siempre haya que hacer ajustes.

Ahora que escuché algunos puntos de la política del país, unos comentaristas dijeron que en política no es necesaria la originalidad, es un arte más bien asertivo en crear bienestar al grupo, todo ese quehacer se basa en principios de índole social que aportan las ciencias y van hacia los beneficios para la mayoría.  En esencia lo que es importante es el deber de desarrollar lo que es bueno para el entorno, el estado o el país. La gracia personal puede ser un asunto complementario cuando hablamos de política.                 

                                                                                        Paso a la libreta número 73.

Nuestra hija mayor se independiza de todo a todo y se traslada a vivir a la ciudad de Cancún. Despedir a la hija mayor y verle tan segura de irse a la mitad de la década de sus años veinte y hacer una vida propia en otro estado, es algo fuerte y así también da una satisfacción caleidoscópicamente variada y colorida. Se ve partir a un ser totalmente adulto que nos hace sentir que todo lo que hemos puesto en ese ser único, empieza a dar frutos para sí mismo, todo de pronto cuaja y esa persona quiere forjar su propio destino. Diez años vivió por su cuenta en ese estado. Íbamos a veces a verle o ella venía a casa. Al tiempo que decidió regresar se le abrieron las puertas de nuevo y optó por vivir con nosotros.  Con la experiencia ya acumulada en el ámbito personal y laboral, regresa a la ciudad que le vio nacer, para desempeñarse ya como una profesional de éxito. Es un respiro profundo el que nos permite el espíritu, cuando vemos cómo vamos avanzando observantes y nada más, de los logros de nuestros hijos.

Dice Elizabeth Cady: -La naturaleza de la vida nunca se repite y las posibilidades de un ser humano nunca se encontrarán en otro-.

¡Somos únicos! e irrepetibles.

En esa esencia de irrepetibilidad es donde reside la mejor parte del vivir. La vida es en ese rubro la parte más iluminada, hay que tenerlo presente.

¿Cómo nos redescubrimos?

Con la serena observancia de lo que en realidad nos define. A veces se llega a sentir que uno no vive el esquema que se forjo para la vida, y no pasa nada. El devenir da giros, todos lo sabemos a cualquier edad y un nuevo colorido seguro aparece. No olvidemos aquellos caleidoscopios de los que a veces hemos hablado, son las mismas piedras que lo componen por dentro, pero los arreglos de color nunca se repiten. Casi nunca se vive tal cual creímos, aceptarlo da sentido creativo.

                                                                             El yo profundo tiene todo que ver. Eso que somos de fondo tiene total relación con lo que hemos escuchado tanto los católicos: La voluntad de Dios. Nada se nos impone desde la Divinidad. Sin embargo por esa naturaleza espiritual que todos tenemos a veces más trabajada a veces menos, cada uno sabemos en el fuero interno que es lo que corresponde y como damos las respuestas.  Lo que creímos a veces se encona sin remedio, hay que movilizarlo y retomarlo. Estar achacando a Dios los asuntos, es una actitud inmadura e irrelevante, como si su voluntad actuara como la de los simples mortales, o viéramos todo con un dejo de culpabilidad por lo que no es como creímos. Dios no es eso.

 El pensamiento, las ideas a seguir, van muy de la mano con la época en que se vive, definir cuál es la conciencia social del momento histórico en el que estamos y esa sociedad en la que convivimos. Nada de eso debe percudir la esencia de lo que somos, somos parte de todo, pero no somos ese todo.

Hay un ritmo entre lo personal y lo universal. 

Todo lo teórico aporta.

A veces creemos en demasía en lo que está escrito, es seguro que aporta, pero no es -unto de la Magdalena-, diría mi madre. Que ideal sería, hacer un balance entre la vivencia y lo que leemos. Sin teorías no hubiéramos podido desarrollar aspectos tan humanos ya logrados, mas tratar de ver con los ojos bien abiertos que es lo que se refleja en la realidad, es permanecer con la atención adecuada.

 Somos humanos y los errores están a la vuelta de la esquina. Cuando llegan nos dan la clase que necesitamos. Muchos de nosotros tuvimos padres que se forjaron en la escuela de la vida y sabemos que cometieron errores, ya no estamos en esa dinámica de dejar que todo sea como mejor interpretamos, es mejor informarnos.  decía mi madre: - ¿Te pusieron los zapatos al revés? ¡Pues ahí estás tú mismo para enderezarlos! -.

En estos momentos que escribo este texto, estoy con un dedo del pie fracturado. No es que yo sea ni malabarista ni mucho menos, di un traspié simple y sencillo en casa, por querer matar una cucaracha que ya estaba muerta. En realidad, vivimos en la península en un ambiente de muchos bichos, y no logramos acostumbrarnos que como se aparecen, así mismo se van. Ternemos la costumbre de fumigar al menos una vez por año y es por eso que salen a morir. Pues me creí poder matar al bicho de inmediato y apresurándome, como si fuera ese instante el fin último de mi vida y a fin de cuentas ni toqué al bicho. De inmediato me di cuenta del error.

Tendida en el suelo solo me pregunte ¿cómo pasó? Así pasa cuando sucede. En menos que canta un gallo un accidente nos cambia, nos adelantamos a la mente, a cosas que no hemos observado bien y viene la lección. Así es que estos días estoy en un curso de Paciencia Intensiva, yo abrí solita (y eso hay que aceptarlo sin remedio) la puerta a ese salón de clase: Diplomado de vida en 6 (seis) semanas.  Perfeccionar por favor: El caminar pausado. Elegir las acciones primordiales. Hacer de nuevo la agenda del mes y, Saber esperar, esperar y esperar.

¿Qué nos pide la vida cuando nos obliga a parar de golpe y porrazo? más profundo resulta todo aun, cuando hay un azotón real y hay que sanar lo que se ha trastocado. Es momento de escuchar lo interno que nos habla y, algunas veces nos hacemos de oídos sordos. Imaginemos como si estuviéramos en el desierto, lo importante que sería escuchar el ritmo del viento, estar atentos a las tormentas arenosas y aun sabiendo todo esto, nos fuéramos solo a las búsquedas de los oasis. La vida es así, se impone y en verdad voy terminando esta serie de comentarios respecto a estar atentos y yo fui la primera que no lo estuvo.

La humildad, que como hemos dicho anteriormente viene de la bella palabra humus, es decir tierra y por ende poner los pies sobre la misma y no estar dando tontos traspiés.

                                                                            Nadie vive el bienestar constante. Ni es posible ni es viable estar con esa creencia, ni tampoco es inteligente creer que estamos en un constante valle de rosas, por eso existe (como nos dice la misma autora en estos textos citada) la palabra gozo, para tenerla a la mano y saber que es como si fuera un constante proveerse de buena energía, misma que se distribuirá dependiendo de las acciones elegidas y para estar fuertes en los embates. Gozar, claro que sí, porque sin gozo la vida no fuera vida, pero tampoco es carcajearse y estar dando brincos de felicidad todo el tiempo. Gozar como lo plantea el mismo Zen: es percibir el sentido del momento vivido y como traer buena energía a nuestra vida diaria. (Continuará)

 

 

 

 

 

lunes, 7 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (18)

                                               Hacer el bien a villanos, es como echar agua al mar.

Miguel de Cervantes. (Don Quijote).

                                                            ¿Como aprendemos a detectar el villanismo? Podemos decir que es un quehacer que va desprovisto de humanismo y que la gente lo practica tan solo para obtener bienes y servicios porque creen merecerlo, sin evaluar si es parte de lo que les toca en la vida. Lo que el humanismo propone es que desarrollemos las empatías que nos harán ser lo que nos caracteriza como seres humanos y a si tener más ética y que la creatividad responda. En la época del Renacimiento se conoció como el movimiento para el retorno a la cultura grecolatina con idea de restablecer los valores que daban más sentido a los humanos. Se puede ser más humano, mucho más cuando practicar los valores correspondientes a esta condición nos llena de gozo y puede propiciar felicidades. No necesariamente se necesita ser religioso, aunque se sabe que muchas religiones lo proponen. En el texto de El quijote de la Mancha, Cervantes utiliza con frecuencia la palabra villano. Veamos qué nos dice hoy día el diccionario de la Real Academia de la Lengua: -Ruin, indigno o indecoroso-. La ruindad sabemos que es algo que se dice de alguien de malas costumbres, también nos lleva a pensar en quienes quieren todo con el menor esfuerzo, hasta podríamos decir que por eso mismo puede surgir la indignidad.                                                                 

                             Por estos momentos comenzaba a releer la libreta numero 72 (setenta y dos), Era época de lluvias diarias y coreaban las ranas en todo su esplendor, me imagino sus gargantas moviéndose al ritmo de sus cantos. A veces se juntan muchas y logran hacer verdaderas sinfonías. Cuando uno vive en el campo, las estaciones se asocian a animales que son proclives a los tiempos del año, por el clima y por los temporales. Por ratos tenía ganas de decirles que regresaran a sus hábitats, lo civilizado también tiene reveces, no propiamente villanos.

 En estas épocas suelen llenarse las calles de ranas aplastadas, es imposible evitarlo, las calles son muy transitadas. Vivir en un fraccionamiento pacífico y tranquilo, arbolado y muy caminable es muy agradable y hay que hacer conciencia para cuidar a los animales que conviven con los vecinos, los hay de diversidad de especies, las ranas solo se salvan en estas épocas si es que están en los jardines caseros.

Era el año 2007.

Mi madre ya estaba en cama y en sus ventanales mi padre había sembrado un gran bambú. Vivíamos cerca lo que nos permitía conversar por largos ratos y compartir, respecto a los pájaros me decía que no le gustaba tanta algarabía. De varias especies se aparecían en las ramas del bambú y verdaderamente hacían sinfonías hermosas, a ella no le gustaba tanto ruido. Según he escuchado la gente muy mayor por las tardes suele deprimirse, así que tal vez las nostalgias volvían a su mente y los pájaros se las recordaban.

Yo suelo caminar por las avenidas arboladas y cercanas, algunas veces sacaba a mi madre en la silla de ruedas a dar pequeños paseos, nos íbamos a algunos puntos sombreados a tomar un poco de fresco. Los diversos animalitos se aparecían como pasando lista en una pequeña albarrada en la que solíamos estacionarnos. Los toloc eran infalibles en sus apariciones como con carreritas para luego desparecer en alguna hendidura. Las iguanas en nuestra tierra son variadas y las hay de diferentes coloridos, mariposas yucatecas en amarillos subidos de tono, otras vestidas de blanco marfil y algunas de un rojo/naranja que son muy vistosas y más pequeñas. De pronto en el fraccionamiento empezamos a ver ardillas, en estas épocas de plano eran muy pocas, hoy día han proliferado y van hacia los troncos que les dan cobijo y algunas veces alimento, como sucede con los almendros. Otros animales que también llegaron de pronto fueron los Coaties que andan en familias.

Cuanta dignidad lleva en sí mismo el animal de campo. Es un hecho que cuando logramos que vivan junto a nosotros sin molestarles y dejándoles ser, es un verdadero lujo. Cuando camino, tengo mucho cuidado e interés de observar al pájaro carpintero, me detengo un minuto, tanto por mí misma y para no asustarle.

Disfrutar más de su presencia y repiqueteo en los árboles ayuda a sentir la naturaleza más cercana y observar como hacen sus cobijos picando un agujero en el tronco, es de los pájaros que tiene más dureza en el pico. Los animales de los entornos nos alegran la vida. He hecho mucha referencia a esto en los días comunes y corrientes redactados en mis textos originales.

Un día que caminaba e iba muy absorta viendo el camino arbolado y sintiendo los diversos verdores sobre mi cabeza y sin fijarme por donde ponía el pie, no me di cuenta que en la escarpa habían dejado una cavilla saliente sin recortar después de una construcción y ahí mismo me atoré. Basta decir que lo que imaginamos así pasó, salí volando, los lentes hacia un monte cercano y yo aterrizando por el otro lado más allá sobre el concreto, como pude me incorporé para volver a casa y curar las pequeñas heridas. Una cavilla, la que podríamos denominar con un nombre: Desidia. Podemos tomarlo como una analogía con lo que puede pasar con el pensamiento, un pensar adosado o tomado distraídamente de las redes sociales sin atención y podemos salir volando con la mente hacia cosas que nos perturban. Tratar de estos más concentrados y volver a lo que el Zen nos dice:

 Estar, en lo que estamos.

                                                                  A veces podemos sentir que vamos por la vida como robots. Al ir haciendo las tareas, tanto de casa como de cualquier ámbito, es menester poder poner la mente en donde estamos, tener claro el por qué hacemos lo que hacemos y es seguro que lo haremos con mucho mas gozo.

                                       En lo personal, nunca he podido funcionar bajo presión.  Me es necesario un tiempo suficiente para todo, porque además creo que cada acción lo merece. Les cuento que cada texto de estos que comparto, lo preparo en varias etapas con una semana como mínimo de antelación para poder revisar, no es que yo crea que estoy escribiendo textos inmejorables, claro que no, es tan solo poder compartir lo que en verdad considero es algo que nos puede dar ese sentimiento de que todos pasamos por vivencias similares y todo se resuelve con buen talante.

Todo lo que podemos compartir, nos enriquece aun si pensamos diferente de otras personas. Luego hay en cada ser humano las actividades de cada día, esas que nos dan el sentimiento de vivir con dignidad. Es verdad que hoy día estamos con mas prisas de las que podríamos imaginar, pero vale la pena bajar los ritmos en algunos aspectos. El acomodo ideal existe, no porque sea el perfecto sino porque es el que más nos resuena a cada quien.

 Hoy día las redes sociales nos ocupan de más, no creo que eso sea positivo. En lo personal suelo salirme de los grupos de los WhatsApp y eso mismo me ha merecido ser despedida de por vida y no volver nunca a compartir. Con esas personas más vale tener las cosas claras y el chocolate espeso, no todo mundo entiende que uno se salga para tomar un respiro, si se toma a mal es porque no se entiende que cada ser tenemos dinámicas personales.

                                                                         El modo de pensar es algo muy sutil.

 Nadie tiene porque convivir en las redes con personas que tal vez no sean del mismo tipo de pensamiento, y es muy válido.

                                                           Una mañana llegó la persona que me ayuda en casa con algo de tristeza en la cara, como hago cada vez, tuve una plática con ella para saber cómo estábamos ambas y de pronto me dijo que su mamá había estado enferma, de inmediato le pregunte que dolencia había tenido la señora (a quien conozco y aprecio) y me dijo -se enfermó por pensar mucho-.

Asombrada de tal respuesta me puse mucho más atenta y me invadió un silencio grande, quedé de momento callada y luego le pregunté - ¿Qué hizo al respecto? - y me dijo que el médico le había dicho que ese agotamiento mental le había bajado las defensas y que debía reposar. - Ella, me dijo:

-Está tomando las cosas con calma, pero si se vio un poco mal-.

Me dejo una gran lección. De las personas más sencillas son de las que a veces recibimos las mejores lecciones. Cuando de pronto nos vemos con una gripe, no se nos ocurre ni por asomo que tal vez hemos pensado de más y las defensas corporales se han visto minadas.

Las bajas de defensas, ya está comprobado que se pueden relacionar con momentos de stress no percibidos. Mas que estar buscando que más hacer… más nos valdría hacer lo que nos compete bien hecho.

Las creencias de los lugares pequeños son maravillosas. Las veces que me encuentro con esos pensares trato de poner atención, de todo se aprende y también uno se sorprende. De nuestro querido y amado México, sí que hay que aprender del sentido común. Muchas ideas del vivir diario no tienen base científica, misma que no siempre se necesita.  Las creencias así sean las más sencillas están como parte del bagaje cultural de cualquier persona.  Claro que tal vez podremos manifestar que eso jamás lo habíamos escuchado y que no nos consta y que no necesariamente lo manejemos como un desmentido, como lo que les voy a relatar. En una ocasión, conversando con amenidad con la señora que cuida de mi nieta y tuvimos un rato de estar juntas jugando con la niña, le pregunte si tenía gatitos en su casa del pueblo, me dijo que si, entre los que la mitad era gatitas, con lo que a continuación me dijo que a cada rato tenían camadas de crías y que si yo quería me traería una gatita. Con la misma, le di las gracias a ese gesto amable diciéndole que mejor sería que no, porque con la gatita que tenemos en casa estamos muy bien.

 A continuación, me dijo: -hay una gatita en mi casa que nunca tiene crías- y con naturalidad le pregunté - ¿está operada? - -no, me dijo, no tiene gatitos porque comió miel-.  ¡Oh! ¡Dios!, le dije, y - ¿Cómo así? – y con toda calma y certidumbre de su parte me dijo, -no pueden comer miel las gatitas porque ya no tendrán crías-.  Hasta ahí llegamos en la plática de los gatos, propiamente no le desmentí, mas solo le dije que nunca había oído ese poder de anticoncepción de la miel de abeja. 

Es tan solo una creencia que no perjudica a nadie, y es tarea de la misma persona que lo cree, el de saber si eso es verdad o mentira. No somos nadie para desmentir ni creencias ingenuas, ni rituales ancestrales.

 Muchos pensares presentes en nuestros congéneres de los pueblos que nos rodean, no son fanatismos, son tan solo parte de la cultura, el respeto a lo que piensan los pueblos originarios nos dignifica como nación. Claro que, si es algo que pone en peligro a alguien o a algo de la naturaleza, pues ya sería harina de otro costal.

En otra ocasión quien me ayuda en casa falto un día al trabajo, me pregunté si había estado enferma y a su regreso solo me dijo -es que me hicieron la primera mamografía y la doctora me dijo que me podría dar calentura al día siguiente y por eso preferí quedarme en casa a descansar-. Y, - ¿te dio calentura? -, -no-, me dijo. Tampoco podremos interferir y menos si asegura que la doctora que se la practicó se lo dijo (lo dudo) en estos modos de pensar tal vez compartiendo las experiencias personales ayudemos a aclarar ese tipo de creencias. Me atreví a decirle que a mí me hacen cada año ese estudio y jamás me ha dado calentura, compartiendo la experiencia.

Las formas de pensar de los pueblos pequeños tienen muchísima riqueza en otros muchos aspectos y poco a poco se irán dando los acomodos de los asuntos que se tengan que modificar en el pensamiento. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 2 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (17)

                                                                  La perseverancia del mundo abate todo. Santa Teresa de Jesús.

                                                                            Nunca me ha convencido la frase de que tiempos idos fueron mejores. Es normal que tengamos a veces sentimientos nostálgicos de esos momentos pasados, mas el mundo lo cambia todo y es seguro que algunos recuerdos nos traigan a la memoria asuntos que ya no existen como tales. Es bueno ver en que se han transformado las vivencias, esas que conocimos y que ya no son. También hay que ver   que cuando algo se vivió es porque así se requería y tal vez lo que hoy día pide la vida es muy diferente. En lo personal trato de que todo pensamiento del pasado me sirva para hacer más vivificante el presente.

En la perseverancia del mundo, se presentan   las cosas como si fueran las mejores, y tal vez en algunos casos, se hacen cambios en lo que se espera. Lo realista se impone y a veces cuesta aceptar, puede tomar su tiempo en ser asimilado.

                                                    Hasta hace unos años me parecía que los niños, los de mi generación más que nadie, crecimos como con un sentido de haber sido como trofeos que nuestros padres tuvieron a bien traer al mundo. Como que esa generación que dio a luz en las décadas de los años cincuenta tenía como un deber el de procrear y no se hacía tanto énfasis en los aspectos educativos por sí mismos, éramos guiados con la naturaleza de tíos cercanos, abuelos, así como otras personas. Eso era lo que se esperaba que sucediera, hubo casos en los que hasta se parió en demasía.  No soy nadie para juzgar, por eso es tan solo de mis percepciones de lo que hablo y de lo que comento. Como que había un sentimiento de que lo que daba valor a la vida era el monto de pequeños que una pareja podría tener y dar así un sentido especial a su vida personal. Si eso les hizo mejores o peores personas no lo sabemos, es tan solo lo que cada ser tiene como propósito de vida. Así se dio.

No se pensaba que una mujer pudiera tomar caminos diferentes a los establecidos para ella o que decidiera no procrear, el matrimonio básicamente con hijos era parte del vivir. Es bueno reflexionar en lo visto y vivido, porque podremos avanzar mejor.

Cuando yo era niña y mi abuela materna estaba con dolencias, inmediatamente mi madre se comunicaba a la casa de Las Siervas de María e íbamos a buscar a una de ellas para que pasara la noche junto a la cama de la enferma.

Me llamaba poderosamente la atención entender qué clase de ser humano eran esas mujeres entregadas, vestidas de impoluto blanco, risueñas, y que lo que más me perturbaba era que no iban a pegar el ojo en toda la noche, así es, ellas velando por el enfermo sin dormir, y cuidando de alguien que ni siquiera era su familiar. Las madres eran muy cariñosas desde que llegábamos a recoger a quien vendría a la casona de Montejo a dar su noche como un servicio al otro.

¿A quién consideramos como el otro? ¿Un ser cercano o alguien que no tiene nada que ver con uno mismo? Conforme va avanzando la vida más plena de consciencia, nos va quedando claro que el otro podemos ser nosotros mismos, el familiar cercano, el vecino que no se conoce tanto o cualquier persona.

Con platica amena mi madre se dirigía a las siervas, fluía la conversación durante el trayecto en el automóvil, yo trataba de fijarme en lo que se intercambiaba en ese diálogo.   Varias veces vino Sor Modesta, una española que aún hablaba con acento y ese asunto me mantenía mucho más atenta. Me preguntaba en silencio qué clase de nombre era ese para una mujer. Pues sí, era una mujer que hacía honor a su nombre, modestísima era su esencia. Mujer menudita de voz fuerte y contundente con una sonrisa que le ocupaba prácticamente todo el rostro, y como yo siempre me he fijado en los dientes de los seres humanos que de pronto me quedan cerca, (creo que hablan en silencio de quien es ese ser) pues los de esta Sor eran hermosos, como también puede suceder cuando vemos las manos de alguien como interlocutoras de un lenguaje corporal impecable. Cuando nos bajábamos en casa de la abuela, lo que más me llamaba la atención era el enorme crucifijo que colgaba de su cuello, me dejaba tocarlo, yo lo observaba con la eterna pregunta que me he hecho ¿Qué hace un ser humano clavado en una cruz? para confirmar dentro de mí misma que me costaba entender.  

Y tras esa pregunta que me ha llevado años comprender, volvía a mi ese porqué de ¿Qué es ese servir al otro?

 Así me lo decía mi madre, -estas madres se dedican al servicio a los otros-.

Al día siguiente se le recogía a la Sor temprano por la mañana, me quedaba claro que también nosotros le servíamos a ella, porque íbamos a devolverle al convento, otras veces el chofer de la abuela hacía ese servicio. Me he enterado por una muy querida amiga, que ya las Siervas de María han abandonado la ciudad, estas santas mujeres se han ido. Hace poco mi querida amiga Paloma Bello las ha entrevistado y esta magnífica e interesante conversación está aquí mismo en este periódico, Estamosaquí.

Dar un cariño así con tanta incondicionalidad es algo que habla de seres de otra cepa, seguir su ejemplo en el día a día seria grandioso.

Como niña yo crecí con todo lo que necesitaba para mi vida normal y corriente, pero según dice mi marido, estuve con déficit de cariño expresado, y creo que tiene razón en parte, no era muy frecuente el contacto físico entre padres e hijos porque así era el modo, el afecto mayor era dando lo que se necesitaba en la vida, pero nunca con abrazos y besos.  Al salir de viaje, no había mayores parafernalias de despedida, se decía en el momento un adiós, sin más. Mi padre, como ingeniero/arquitecto iba muy seguido a la isla de Cozumel con proyectos de construcción y solíamos dejarle en el aeropuerto como si nada. Cuando regresaba, que era generalmente un domingo nos sentíamos felices de volver a verle y nos traía de la isla chocolates, y perfumes a mi madre y a mi hermana y a mí ya cuando crecimos.

Mas adelante, las siervas de María también nos ayudaron algunas noches con mi madre. Fue algo que jamás olvidare. La paz y confianza enorme que proveía la presencia de ellas es seguro que será extrañada por quienes también las vimos laborar en recintos hospitalarios. Ángeles terrenales de indudable admiración.

 ¿Faltaría más ese tipo de educación, en nuestros días? Yo creo que todo al cambiar ha dado nuevos modos, tal vez hoy día los que asisten con esa incondicionalidad ya se sitúan en la Residencias para la tercera edad. No es cuestión de modas, es asunto de relevancia práctica, no solo porque ya somos más personas y con vidas más activas, sino porque las ciencias de la salud nos lo prueban, los seres de edades avanzadas que comparten en un recinto se dan apoyo aun en sus silencios.

                                               Cuando pienso que crecí con todo lo que necesitaba y a veces hasta en demasía, el agradecimiento se hace claro, comprendo mejor las sequedades, y ahora más, cuando después de la pandemia preferimos no estarnos saludando tan de cerca, es mucho más sano. He oído que los japoneses no abrazan ni a su propia madre, es algo de su cultura para no pasarse gérmenes.

Comento todo esto, porque, aunque la vida de hoy está muy acelerada y pareciera que ya no nos importamos unos a otros, creo que siguen existiendo personas de buen corazón, y eso cuenta mucho más que las expresiones físicas pasajeras. Una amiga muy querida que estuvo hace poco en el extranjero en una casa como hoy en día se acostumbra de Airbnb, se dio cuenta de un señor homeless a la vuelta de la esquina y cuando se iban a ir pensó que sería bueno dejarle las cosas que no utilizaron de comida cerrada y nueva, y cuál fue su sorpresa cuando lo expuso a alguien de la ciudad que le dijo que no lo hiciera por ningún motivo, con el argumento muy válido de que esas personas se pueden sentir afectadas en negativo y hasta molestas si se les regala algo. Cuesta entender esto, son las nuevas maneras de existir en el mundo. El asistencialismo debe ser puntual de quien lo da, si es necesario.

No sé qué tanto se dé hoy día el convivir con tías de edad avanzada, pero en mi época de niñez y adolescencia eso era parte de la vida. De hecho, hasta me iba a pasar temporadas con la hermana mayor de mi padre en Nueva York, durante los meses que ella vivía ahí. Era una mujer de carácter fuerte, le llevaba a mi padre diez años y su temple era muy determinado. No se puede negar de esas señoras estaban muy pendientes de que como niños comiéramos bien, nos aseáramos y nos comportáramos. Había ese constante hacer ver al peque en custodia, qué era lo que estaba bien y qué estaba mal. Era muy chistoso el asunto, porque yo iba en el viaje casi siempre con una amiga de mi tía y era fumadora empedernida, viajé en tren con ella y fumaba en el camarote teniendo que abrir las ventanas a cada rato. Llegando a NY, se le advertía que nada de cigarrillos. Llegábamos a una casa toda de madera, cabaña en los bosques altos de Westchester county. No me parecía nada agradable el papel que me tocaba jugar, de estar pendiente cuando la tía venia y yo estaba con la petición de la amiga para que ese cigarrillo se apagase rápido y no fuera detectado. Una vez, fue obvio el olor que delataba que se había fumado en el cuarto, así que se dio una lluvia de regaños que nos cayó a las dos. En otra ocasión, la fumadora guardo la cajetilla de cigarros en una vasija muy preciada en lo alto de un mueble, se sintió feliz de que nadie se enteraría y con las carreras de guardar el objeto de las disputas, todo se cayó y se hizo añicos, ese fue el fin de las etapas de fumar. Me divertía con ellas.

No me dejaban despegarme de ellas, a donde fuera, así fuera el Restaurante más elegante de la ciudad a los que solíamos ir, la tía fumadora me acompañaba casi costurada a su vestido.  No me puedo quejar con esos años compartidos con tías mayores.

                                                                           Reflexioné en mis textos de la diferencia que hay entre hacer esfuerzos para los logros más deseados, y lo que es el oportunismo que no requiere mayor esfuerzo. A veces uno cree que hay personas a quienes les fluye la vida como un rio sano y bondadoso, y otros que tienen que bregar muchísimo contra corriente para obtener lo mínimo, casi levantando piedras que obstruyen los caminos, y al cabo nos damos cuenta que hay de todo, como cuando una cajera de una tienda departamental me dijo un día, que le pregunte - ¿cómo estás? -y me dijo, -trabajando, porque si no, no como-. Depende de lo que cada persona es, que es muy válido el esfuerzo que se hace siempre, así como saber que de pronto la vida se abre y nos da oportunidades.

El oportunismo despiadado es el que algunas veces no es válido, es cuando por lograr algo pasamos encima de valores tales como el respeto a lo que es el otro, el conocer mejor a las personas y no creer que son meros trampolines para nuestros deseos más despiadados.

En los ámbitos de la convivencia humana aún falta mucha educación. Seguimos sin comprender que somos un todo y que hasta la mínima basurita que tiramos y la mala actitud que puede darse, no solo perjudica a otros sino a nosotros mismos.

                             La mundanidad se percibe, es algo positivo que hay que aceptar.

                                     No importa si llegamos a la vejez con dudas, no pasa nada. La duda es parte, pero lo que si es conveniente es tratar de comprender y así mismo perdonar si es necesario o pasar página si así lo pide la existencia.

En el mundo, cuando uno detecta tanto desamor, podremos recurrir a los místicos. En lo personal me ha hecho mucho bien ir y volver a San Juan de La Cruz y regreso a Santa Tersa de Jesús cuanto es necesario, porque estos seres nos dan los términos espirituales que son como gasolina para nuestro motor interno.

Dice Santa Teresa: -Ninguna acción queda impune, y menos ante Dios-.

                                                                  Existe en nuestra mente una dimensión objetiva que hay que alimentar. No es la misma para todos, ni se logra de un plumazo, es un sentimiento que se nutre depurando de a poco y poniendo en la palestra del vivir, lo que vemos y vivimos, no lo que oímos por ahí y mucho menos en las redes sociales. (Continuará)