lunes, 7 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (18)

                                               Hacer el bien a villanos, es como echar agua al mar.

Miguel de Cervantes. (Don Quijote).

                                                            ¿Como aprendemos a detectar el villanismo? Podemos decir que es un quehacer que va desprovisto de humanismo y que la gente lo practica tan solo para obtener bienes y servicios porque creen merecerlo, sin evaluar si es parte de lo que les toca en la vida. Lo que el humanismo propone es que desarrollemos las empatías que nos harán ser lo que nos caracteriza como seres humanos y a si tener más ética y que la creatividad responda. En la época del Renacimiento se conoció como el movimiento para el retorno a la cultura grecolatina con idea de restablecer los valores que daban más sentido a los humanos. Se puede ser más humano, mucho más cuando practicar los valores correspondientes a esta condición nos llena de gozo y puede propiciar felicidades. No necesariamente se necesita ser religioso, aunque se sabe que muchas religiones lo proponen. En el texto de El quijote de la Mancha, Cervantes utiliza con frecuencia la palabra villano. Veamos qué nos dice hoy día el diccionario de la Real Academia de la Lengua: -Ruin, indigno o indecoroso-. La ruindad sabemos que es algo que se dice de alguien de malas costumbres, también nos lleva a pensar en quienes quieren todo con el menor esfuerzo, hasta podríamos decir que por eso mismo puede surgir la indignidad.                                                                 

                             Por estos momentos comenzaba a releer la libreta numero 72 (setenta y dos), Era época de lluvias diarias y coreaban las ranas en todo su esplendor, me imagino sus gargantas moviéndose al ritmo de sus cantos. A veces se juntan muchas y logran hacer verdaderas sinfonías. Cuando uno vive en el campo, las estaciones se asocian a animales que son proclives a los tiempos del año, por el clima y por los temporales. Por ratos tenía ganas de decirles que regresaran a sus hábitats, lo civilizado también tiene reveces, no propiamente villanos.

 En estas épocas suelen llenarse las calles de ranas aplastadas, es imposible evitarlo, las calles son muy transitadas. Vivir en un fraccionamiento pacífico y tranquilo, arbolado y muy caminable es muy agradable y hay que hacer conciencia para cuidar a los animales que conviven con los vecinos, los hay de diversidad de especies, las ranas solo se salvan en estas épocas si es que están en los jardines caseros.

Era el año 2007.

Mi madre ya estaba en cama y en sus ventanales mi padre había sembrado un gran bambú. Vivíamos cerca lo que nos permitía conversar por largos ratos y compartir, respecto a los pájaros me decía que no le gustaba tanta algarabía. De varias especies se aparecían en las ramas del bambú y verdaderamente hacían sinfonías hermosas, a ella no le gustaba tanto ruido. Según he escuchado la gente muy mayor por las tardes suele deprimirse, así que tal vez las nostalgias volvían a su mente y los pájaros se las recordaban.

Yo suelo caminar por las avenidas arboladas y cercanas, algunas veces sacaba a mi madre en la silla de ruedas a dar pequeños paseos, nos íbamos a algunos puntos sombreados a tomar un poco de fresco. Los diversos animalitos se aparecían como pasando lista en una pequeña albarrada en la que solíamos estacionarnos. Los toloc eran infalibles en sus apariciones como con carreritas para luego desparecer en alguna hendidura. Las iguanas en nuestra tierra son variadas y las hay de diferentes coloridos, mariposas yucatecas en amarillos subidos de tono, otras vestidas de blanco marfil y algunas de un rojo/naranja que son muy vistosas y más pequeñas. De pronto en el fraccionamiento empezamos a ver ardillas, en estas épocas de plano eran muy pocas, hoy día han proliferado y van hacia los troncos que les dan cobijo y algunas veces alimento, como sucede con los almendros. Otros animales que también llegaron de pronto fueron los Coaties que andan en familias.

Cuanta dignidad lleva en sí mismo el animal de campo. Es un hecho que cuando logramos que vivan junto a nosotros sin molestarles y dejándoles ser, es un verdadero lujo. Cuando camino, tengo mucho cuidado e interés de observar al pájaro carpintero, me detengo un minuto, tanto por mí misma y para no asustarle.

Disfrutar más de su presencia y repiqueteo en los árboles ayuda a sentir la naturaleza más cercana y observar como hacen sus cobijos picando un agujero en el tronco, es de los pájaros que tiene más dureza en el pico. Los animales de los entornos nos alegran la vida. He hecho mucha referencia a esto en los días comunes y corrientes redactados en mis textos originales.

Un día que caminaba e iba muy absorta viendo el camino arbolado y sintiendo los diversos verdores sobre mi cabeza y sin fijarme por donde ponía el pie, no me di cuenta que en la escarpa habían dejado una cavilla saliente sin recortar después de una construcción y ahí mismo me atoré. Basta decir que lo que imaginamos así pasó, salí volando, los lentes hacia un monte cercano y yo aterrizando por el otro lado más allá sobre el concreto, como pude me incorporé para volver a casa y curar las pequeñas heridas. Una cavilla, la que podríamos denominar con un nombre: Desidia. Podemos tomarlo como una analogía con lo que puede pasar con el pensamiento, un pensar adosado o tomado distraídamente de las redes sociales sin atención y podemos salir volando con la mente hacia cosas que nos perturban. Tratar de estos más concentrados y volver a lo que el Zen nos dice:

 Estar, en lo que estamos.

                                                                  A veces podemos sentir que vamos por la vida como robots. Al ir haciendo las tareas, tanto de casa como de cualquier ámbito, es menester poder poner la mente en donde estamos, tener claro el por qué hacemos lo que hacemos y es seguro que lo haremos con mucho mas gozo.

                                       En lo personal, nunca he podido funcionar bajo presión.  Me es necesario un tiempo suficiente para todo, porque además creo que cada acción lo merece. Les cuento que cada texto de estos que comparto, lo preparo en varias etapas con una semana como mínimo de antelación para poder revisar, no es que yo crea que estoy escribiendo textos inmejorables, claro que no, es tan solo poder compartir lo que en verdad considero es algo que nos puede dar ese sentimiento de que todos pasamos por vivencias similares y todo se resuelve con buen talante.

Todo lo que podemos compartir, nos enriquece aun si pensamos diferente de otras personas. Luego hay en cada ser humano las actividades de cada día, esas que nos dan el sentimiento de vivir con dignidad. Es verdad que hoy día estamos con mas prisas de las que podríamos imaginar, pero vale la pena bajar los ritmos en algunos aspectos. El acomodo ideal existe, no porque sea el perfecto sino porque es el que más nos resuena a cada quien.

 Hoy día las redes sociales nos ocupan de más, no creo que eso sea positivo. En lo personal suelo salirme de los grupos de los WhatsApp y eso mismo me ha merecido ser despedida de por vida y no volver nunca a compartir. Con esas personas más vale tener las cosas claras y el chocolate espeso, no todo mundo entiende que uno se salga para tomar un respiro, si se toma a mal es porque no se entiende que cada ser tenemos dinámicas personales.

                                                                         El modo de pensar es algo muy sutil.

 Nadie tiene porque convivir en las redes con personas que tal vez no sean del mismo tipo de pensamiento, y es muy válido.

                                                           Una mañana llegó la persona que me ayuda en casa con algo de tristeza en la cara, como hago cada vez, tuve una plática con ella para saber cómo estábamos ambas y de pronto me dijo que su mamá había estado enferma, de inmediato le pregunte que dolencia había tenido la señora (a quien conozco y aprecio) y me dijo -se enfermó por pensar mucho-.

Asombrada de tal respuesta me puse mucho más atenta y me invadió un silencio grande, quedé de momento callada y luego le pregunté - ¿Qué hizo al respecto? - y me dijo que el médico le había dicho que ese agotamiento mental le había bajado las defensas y que debía reposar. - Ella, me dijo:

-Está tomando las cosas con calma, pero si se vio un poco mal-.

Me dejo una gran lección. De las personas más sencillas son de las que a veces recibimos las mejores lecciones. Cuando de pronto nos vemos con una gripe, no se nos ocurre ni por asomo que tal vez hemos pensado de más y las defensas corporales se han visto minadas.

Las bajas de defensas, ya está comprobado que se pueden relacionar con momentos de stress no percibidos. Mas que estar buscando que más hacer… más nos valdría hacer lo que nos compete bien hecho.

Las creencias de los lugares pequeños son maravillosas. Las veces que me encuentro con esos pensares trato de poner atención, de todo se aprende y también uno se sorprende. De nuestro querido y amado México, sí que hay que aprender del sentido común. Muchas ideas del vivir diario no tienen base científica, misma que no siempre se necesita.  Las creencias así sean las más sencillas están como parte del bagaje cultural de cualquier persona.  Claro que tal vez podremos manifestar que eso jamás lo habíamos escuchado y que no nos consta y que no necesariamente lo manejemos como un desmentido, como lo que les voy a relatar. En una ocasión, conversando con amenidad con la señora que cuida de mi nieta y tuvimos un rato de estar juntas jugando con la niña, le pregunte si tenía gatitos en su casa del pueblo, me dijo que si, entre los que la mitad era gatitas, con lo que a continuación me dijo que a cada rato tenían camadas de crías y que si yo quería me traería una gatita. Con la misma, le di las gracias a ese gesto amable diciéndole que mejor sería que no, porque con la gatita que tenemos en casa estamos muy bien.

 A continuación, me dijo: -hay una gatita en mi casa que nunca tiene crías- y con naturalidad le pregunté - ¿está operada? - -no, me dijo, no tiene gatitos porque comió miel-.  ¡Oh! ¡Dios!, le dije, y - ¿Cómo así? – y con toda calma y certidumbre de su parte me dijo, -no pueden comer miel las gatitas porque ya no tendrán crías-.  Hasta ahí llegamos en la plática de los gatos, propiamente no le desmentí, mas solo le dije que nunca había oído ese poder de anticoncepción de la miel de abeja. 

Es tan solo una creencia que no perjudica a nadie, y es tarea de la misma persona que lo cree, el de saber si eso es verdad o mentira. No somos nadie para desmentir ni creencias ingenuas, ni rituales ancestrales.

 Muchos pensares presentes en nuestros congéneres de los pueblos que nos rodean, no son fanatismos, son tan solo parte de la cultura, el respeto a lo que piensan los pueblos originarios nos dignifica como nación. Claro que, si es algo que pone en peligro a alguien o a algo de la naturaleza, pues ya sería harina de otro costal.

En otra ocasión quien me ayuda en casa falto un día al trabajo, me pregunté si había estado enferma y a su regreso solo me dijo -es que me hicieron la primera mamografía y la doctora me dijo que me podría dar calentura al día siguiente y por eso preferí quedarme en casa a descansar-. Y, - ¿te dio calentura? -, -no-, me dijo. Tampoco podremos interferir y menos si asegura que la doctora que se la practicó se lo dijo (lo dudo) en estos modos de pensar tal vez compartiendo las experiencias personales ayudemos a aclarar ese tipo de creencias. Me atreví a decirle que a mí me hacen cada año ese estudio y jamás me ha dado calentura, compartiendo la experiencia.

Las formas de pensar de los pueblos pequeños tienen muchísima riqueza en otros muchos aspectos y poco a poco se irán dando los acomodos de los asuntos que se tengan que modificar en el pensamiento. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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