Estar, en lo que estamos. (19)
Al corazón se le escucha,
de ahí mismo es de donde uno toma la responsabilidad del
propio ser. MJ
Todo lo que nos motiva, aporta.
Hay que creer en la intuición, porque ésta está anclada
al corazón. Lo que se anida en lo anímico tiene una validez indudable. Aprender
a estar atentos, es como cuando aprendemos a nadar o manejar una bicicleta, las
primeras lecciones parecen difíciles porque son varios aspectos lo que hay que
tener en cuenta al mismo tiempo, mas con la práctica es posible decir que se
puede lograr casi sin pensarlo.
No porque algunas acciones no formen parte de nuestro
quehacer, podrían catalogarse de insólitas o que este mal realizarlas, a veces
el corazón nos deja claro lo que forma parte de nuestra verdadera atención y también
nos disipa la duda. La personalidad se forja desde lo anímico, y afecta al ser
en su totalidad y eso nos va definiendo. Tampoco creo que las creencias sean de
por vida, cuando podemos darnos el lujo de reconsiderar, estamos dándonos vitalidad.
Es importante mirar bien en lo que estamos, catalizar, observar dos veces si es
necesario para mirar mejor y con esto tener una atención más pulida con los
años. Podríamos decir que esto último es lo que le da sustancia a la
experiencia de la que tanto se habla y lograr que sea parte natural.
La estructura de vida que proviene de la forma en la que vivimos
la niñez, me parece que es muy respetable, una especie de columna vertebral
anímica y adjunta se nos crea en el interior en esos primeros años e
imperceptiblemente se va forjando. Todo el bagaje de la infancia nos permite
estar atentos a cuáles asuntos son necesarios y cuales son factibles de ser remplazados
con nuevas visiones. Tendemos a creer que toda vida pasada fue mejor por ese
marcaje personal, sin embargo, nos da pie a que lo virtuoso que se transforma
en renovación, nos deje mucho mejor sabor cuando implementamos la vida a
conciencia.
No olvidemos
que una de las aportaciones de la Antropología como ciencia, que constantemente
se está fortaleciendo, es que nuestra especie se distingue por la fuerza de
adaptación. La larga historia del homo
sapiens sobre el globo terrestre, no sería la misma si no tuviésemos ese
factor de poder transformar todo. Es en mucho lo que está muy en boga hoy día
conocido como resiliencia.
La facultad de
adaptación se estudia ampliamente por los antropólogos de todo el mundo, porque
no es cualquier cosa, y una de varias categorías de observación es la que se
conoce como cultural shock, que padece la persona que llega a lugares
nuevos a establecerse y por ende a adaptarse. Cuando una movilidad muy profunda
cambia la vida de los seres humanos, viene siendo como cuando el duelo, toma
sus tiempos porque de otra manera el ser se trastoca. Esto nos podría hacer más
proclives y sensibles ante la gente que tiene que hacer cambios de ciudad o de
país. Es algo que no siempre se realiza
por antojo sino más bien se hace por necesidad. No tiene que ser de orden
material el motivo del cambio, a veces los congéneres necesitan otros ambientes
más sanos para poder desarrollarse.
Un
ejemplo de lo que si nos haría bien y es bueno considerar es tener claro que aspectos son los más
importantes de la religiosidad que practicamos. Observar que partes tienen
visos de fanatismo y cómo podemos superar esos asuntos. Informarnos, saber que
caminos ha tomado el culto que practicamos y cómo ha evolucionado. Si lo que
nos encanta de la práctica de algo en específico es lo que nos da paz, por ahí
ahondar. En el caso de ejercitarnos físicamente, eso nos dan fuerza física y
seguridad para llegar a una mejor vejez, más fuertes y sanos, pues por ahí es
el camino.
La Gracia, así con mayúscula, la podemos definir como el
uso del talento para hacer con estilo. No es conveniente creer que es
algo que se regala a partir del pietismo, sino que es algo que se trabaja tanto
en lo religioso como en lo secular, se presenta cuando lo que se realiza, lleva
un motivo claro, franco y nítido. Exactamente pasa eso con el arte, ahí es muy
importante esa originalidad del trazo, y de los temas ni se diga.
Las técnicas en el arte nos dan fortaleza en el hacer, mas
sin embargo los temas elegidos hablarán de nosotros mismos.
El bagaje cultural tanto en el pensar de las familias que
nos definen como en lo aprendido dentro de la espiritualidad que nos hemos
forjado, es seguro que tenga las herramientas para vivir mucho mejor, aunque
siempre haya que hacer ajustes.
Ahora que escuché algunos puntos de la política del país,
unos comentaristas dijeron que en política no es necesaria la originalidad, es
un arte más bien asertivo en crear bienestar al grupo, todo ese quehacer se
basa en principios de índole social que aportan las ciencias y van hacia los
beneficios para la mayoría. En esencia
lo que es importante es el deber de desarrollar lo que es bueno para el entorno,
el estado o el país. La gracia personal puede ser un asunto complementario
cuando hablamos de política.
Paso a la libreta número 73.
Nuestra hija mayor se independiza de todo a todo y se
traslada a vivir a la ciudad de Cancún. Despedir a la hija mayor y verle tan
segura de irse a la mitad de la década de sus años veinte y hacer una vida
propia en otro estado, es algo fuerte y así también da una satisfacción caleidoscópicamente
variada y colorida. Se ve partir a un ser totalmente adulto que nos hace sentir
que todo lo que hemos puesto en ese ser único, empieza a dar frutos para sí
mismo, todo de pronto cuaja y esa persona quiere forjar su propio destino. Diez
años vivió por su cuenta en ese estado. Íbamos a veces a verle o ella venía a
casa. Al tiempo que decidió regresar se le abrieron las puertas de nuevo y optó
por vivir con nosotros. Con la
experiencia ya acumulada en el ámbito personal y laboral, regresa a la ciudad
que le vio nacer, para desempeñarse ya como una profesional de éxito. Es un
respiro profundo el que nos permite el espíritu, cuando vemos cómo vamos
avanzando observantes y nada más, de los logros de nuestros hijos.
Dice Elizabeth Cady: -La naturaleza de la vida nunca se repite
y las posibilidades de un ser humano nunca se encontrarán en otro-.
¡Somos únicos! e irrepetibles.
En esa esencia de irrepetibilidad es donde reside la
mejor parte del vivir. La vida es en ese rubro la parte más iluminada, hay que
tenerlo presente.
¿Cómo nos redescubrimos?
Con la serena observancia de lo que en realidad nos
define. A veces se llega a sentir que uno no vive el esquema que se forjo para
la vida, y no pasa nada. El devenir da giros, todos lo sabemos a cualquier edad
y un nuevo colorido seguro aparece. No olvidemos aquellos caleidoscopios de los
que a veces hemos hablado, son las mismas piedras que lo componen por dentro,
pero los arreglos de color nunca se repiten. Casi nunca se vive tal cual creímos,
aceptarlo da sentido creativo.
El yo profundo tiene todo que ver. Eso que somos de fondo tiene total
relación con lo que hemos escuchado tanto los católicos: La voluntad de Dios.
Nada se nos impone desde la Divinidad. Sin embargo por esa naturaleza
espiritual que todos tenemos a veces más trabajada a veces menos, cada uno
sabemos en el fuero interno que es lo que corresponde y como damos las
respuestas. Lo que creímos a
veces se encona sin remedio, hay que movilizarlo y retomarlo. Estar achacando a
Dios los asuntos, es una actitud inmadura e irrelevante, como si su voluntad
actuara como la de los simples mortales, o viéramos todo con un dejo de
culpabilidad por lo que no es como creímos. Dios no es eso.
El pensamiento,
las ideas a seguir, van muy de la mano con la época en que se vive, definir cuál
es la conciencia social del momento histórico en el que estamos y esa sociedad
en la que convivimos. Nada de eso debe percudir la esencia de lo que somos,
somos parte de todo, pero no somos ese todo.
Hay un ritmo entre lo personal y lo universal.
Todo lo teórico aporta.
A veces creemos en demasía en lo que está escrito, es
seguro que aporta, pero no es -unto de la Magdalena-, diría mi madre. Que ideal
sería, hacer un balance entre la vivencia y lo que leemos. Sin teorías no
hubiéramos podido desarrollar aspectos tan humanos ya logrados, mas tratar de
ver con los ojos bien abiertos que es lo que se refleja en la realidad, es
permanecer con la atención adecuada.
Somos humanos y
los errores están a la vuelta de la esquina. Cuando llegan nos dan la clase
que necesitamos. Muchos de nosotros tuvimos padres que se forjaron en la
escuela de la vida y sabemos que cometieron errores, ya no estamos en esa
dinámica de dejar que todo sea como mejor interpretamos, es mejor informarnos. decía mi madre: - ¿Te pusieron los zapatos al
revés? ¡Pues ahí estás tú mismo para enderezarlos! -.
En estos momentos que escribo este texto, estoy con un
dedo del pie fracturado. No es que yo sea ni malabarista ni mucho menos, di un
traspié simple y sencillo en casa, por querer matar una cucaracha que ya estaba
muerta. En realidad, vivimos en la península en un ambiente de muchos bichos, y
no logramos acostumbrarnos que como se aparecen, así mismo se van. Ternemos la
costumbre de fumigar al menos una vez por año y es por eso que salen a morir. Pues
me creí poder matar al bicho de inmediato y apresurándome, como si fuera ese
instante el fin último de mi vida y a fin de cuentas ni toqué al bicho. De
inmediato me di cuenta del error.
Tendida en el suelo solo me pregunte ¿cómo pasó? Así
pasa cuando sucede. En menos que canta un gallo un accidente nos cambia,
nos adelantamos a la mente, a cosas que no hemos observado bien y viene la
lección. Así es que estos días estoy en un curso de Paciencia Intensiva,
yo abrí solita (y eso hay que aceptarlo sin remedio) la puerta a ese salón
de clase: Diplomado de vida en 6 (seis) semanas. Perfeccionar por favor: El caminar pausado. Elegir
las acciones primordiales. Hacer de nuevo la agenda del mes y, Saber esperar,
esperar y esperar.
¿Qué nos pide la vida cuando nos obliga a parar de golpe
y porrazo? más profundo resulta todo aun, cuando hay un azotón real y hay que
sanar lo que se ha trastocado. Es momento de escuchar lo interno que nos habla
y, algunas veces nos hacemos de oídos sordos. Imaginemos como si estuviéramos
en el desierto, lo importante que sería escuchar el ritmo del viento, estar
atentos a las tormentas arenosas y aun sabiendo todo esto, nos fuéramos solo a
las búsquedas de los oasis. La vida es así, se impone y en verdad voy
terminando esta serie de comentarios respecto a estar atentos y yo fui la
primera que no lo estuvo.
La humildad, que como hemos dicho anteriormente viene de
la bella palabra humus, es decir tierra y por ende poner los pies
sobre la misma y no estar dando tontos traspiés.
Nadie vive el bienestar constante. Ni es
posible ni es viable estar con esa creencia, ni tampoco es inteligente creer
que estamos en un constante valle de rosas, por eso existe (como nos dice la
misma autora en estos textos citada) la palabra gozo, para tenerla a la
mano y saber que es como si fuera un constante proveerse de buena energía,
misma que se distribuirá dependiendo de las acciones elegidas y para estar
fuertes en los embates. Gozar, claro que sí, porque sin gozo la vida no fuera
vida, pero tampoco es carcajearse y estar dando brincos de felicidad todo el
tiempo. Gozar como lo plantea el mismo Zen: es percibir el sentido del momento
vivido y como traer buena energía a nuestra vida diaria. (Continuará)
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