miércoles, 23 de octubre de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (20)

                                                        ¿Y tú, que honras?

Yoko Beck.

                                                                Honrar, podría considerarse un sinónimo de respetar, siendo que lo que honramos nos define tan de fondo, que es como un limo delgado o un velamen que nos cubre completos, viene de lo más hondo del ser. Según nos dice la Real Academia de la Lengua, honrar es:

Enaltecer, permitir el mérito.

Si lo que define la esencia de nuestro ser, es algo que para nosotros es de lo más meritorio y por ende importante, las acciones pueden provenir desde las más sencillas, como lo es saber barrer una calle y la importancia que esto tiene, hasta tomar las decisiones más seguras a la hora de llevar una empresa. Es como decir que lo que nos permea por dentro se basa en lo que creemos, lo que hacemos y cuanta atención ponemos al vivir, en dónde nos toca estar y poder estar bien atentos.

                                                           Algunos autores que hablan de la meditación la definen como la alegría que nos damos a nosotros mismos de reordenarnos y si así lo elegimos, estar más cerca de Dios.  Cuando el silencio habla, la mente se pone en modalidad escucha.

Si hacemos del meditar un habito, estamos honrando algo en lo que creemos, y podremos hacerlo cada vez con más facilidad y destreza para beneficio mental. Entre otros expertos del tema, también he escuchado que la mente nunca se acalla, pero sí es posible llevarla a sitios seguros den tranquilidad.

La espiritualidad si no nos lleva a saber cómo vivir y hacerlo siempre mejor, pues tal vez no estemos entendiendo del todo el concepto. A veces este asunto de lo espiritual se confundo con el de religiosidad, van de la mano si así lo decidimos.  La dicha no es solo desear, acordémonos que es más bien optar sin más miramientos que los que nos definen. El ser que está completo y tiene dicha, puede compartir mejor con otros seres.

 No es fácil detectar todo lo que compone a los seres humanos, con los años esto puede afinarse y muchos de nosotros ya sabemos que existen congéneres que se perciben como peleados con la vida misma. Son personas que casi siempre viven la vida con humor trastocado y sin querer mover nada. Estos seres se van a tener que enfrentar a un camino largo de regreso, sin duda alguna. No olvidemos que la vida es circular y de pronto la parte superior del mandala vital nos avisa que ya vamos a entrar a la medianía de esa circularidad de regreso, y es ahí donde, una de dos, o el gozo se hace doble y más disfrutable, o caemos en injurias por lo que nos va tocando vivir. Aunque toda la vida nos preparamos para dar lo mejor de nosotros mismos, de pronto percibimos o que hay menos tiempo (asunto que es falaz, ya lo que hemos dicho: cada ser tiene el tiempo que necesita) o que de plano nos gana la ansiedad. No olvidemos el aspecto relativo al tiempo, para que eso mismo nos deje de importar y ese segundo medio circulo de la vida se pueda vivir con más calidad.

                                             Santa Teresa de Jesús, en sus postulados propone medida en los bienes, no tener de más, porque nos volvemos apegados a la materialidad que no es más que un asunto para resolver la vida y nada más. Las posesiones que a tantas personas les dan bienestar, han de ser asuntos controlables y que no nos ganen la partida haciéndonos esclavos de nosotros mismos. El desapego es algo que se medita, que se practica y se puede lograr mientras comprendamos que no nos estamos privando de nada básico, tan solo sabemos que las cosas son pasajeras y tienen una razón válida.

De los caprichos también nos habla la Santa. Nos dice que son como volubilidades del alma que nos ganan la partida y como espejismos creemos que nos están proponiendo cosas viables y necesarias, sin darnos cuenta de que podemos entrar en embrollos que solo nos causan pesar. Saber llevar las cosas con acierto, con medida y sin mayores complicaciones.

Santa Teresa desde joven tuvo quebrantos con la salud física. Mucha de su instrucción se le dio a base de lecturas de caballería que estaban en boga en ese tiempo y que ella eligió por estar muchas veces en cama.

Su entrada al convento no fue fluida, había perdido a su madre y fue lo que le tocó acatar por la misma situación.  Probó estar en casa de su hermana, pero no se logró y la vida misma la condujo a la vida conventual.

¿Es la vida misma la que nos propone los asuntos centrales de la misión personal? ¿O somos nosotros en compañía de los aprendizajes y el ser interior, que decidimos los caminos que vamos eligiendo? es bueno hacer esta reflexión para tener claro lo que, como adultos, (aún más como adultos mayores) podremos apostar para la vida personal y para motivar y saber que no se nos acaba la vida. La vida, nunca se acaba, porque cuando dejamos el cuerpo físico, pasamos a una dimensión diferente que nos permitirá otro tipo de existencia. Sentir que hay que apresurar acciones se vuelve un absurdo, ¿Qué prisa nos corre si vamos haciendo o hemos hecho la misión con los pasos adecuados? Cuando la mayor parte de la vida ya se vivió, lo que sigue es vivir lo que nos toca, aún mejor.  Podremos dejar de lado esas premisas que a veces se escuchan a nuestro derredor, como que habremos de apurar las acciones porque el tiempo apremia. El tiempo nunca apremia, es lo que es y va dando paso a lo que sí se puede y cerrando las vertientes que ya no tienen cabida.

Santa Teresa practicó la oración de quietud. Pienso, que es como la meditación de hoy día, en cuanto nos aquietamos para poder dejar que la mente proponga sin divagar. En estos momentos de orar con calma, hay que cuidar que no entremos a lo que es conocido como el monkey mind, cuando la mente salta y está inquieta, o estar pasando de asuntos varios a asuntos banales y no poder poner la mente en circuito centrado y tranquilo.

Esta Santa, habla de cuatro formas de poder concebir el momento de orar:

 Es, como sacar agua de un pozo.

Es, como sacar agua de una noria.

Es, como un rio que riega los campos cercanos.

Es, como la lluvia misma, que cae y nos permea todo.

Morir al mundo, según nos comenta Santa Teresa, no es estar fuera del mismo, es estar más bien ocupados de los asuntos fuera del ego mundano y fuera de las demandas que nos alejan del centro vital interior.

Muchos seres humanos llegan a sentir verdadero hartazgo del mundo que les toca vivir, mas si se detecta el sentido de Dios asentado en la realidad y su presencia la podemos hacer vida, sabremos encontrar la elocuencia de los silencios.

Hay un estrato mental denominado Humor de Cielo, que cuando se puede lograr es como estar viendo con ojos renovados siempre. La serenidad se presenta aun en los momentos inciertos o de tumulto mundano, porque nos hemos permitido tomar distancia y observar.

Continuando con el pensamiento de Santa Teresa de Jesús, nos habla de que el místico puede llegar a momentos de arrobamiento que son más intensos que tan solo sentir la unión con la divinidad. En el arrobarse, es como que el alma se encuentra más allá del cuerpo, no porque físicamente se salga del mismo, sino porque se le da un determinismo tal, que se percibe más como un estado de ánimo específico.

Nuestro hijo menor se graduó por estos tiempos y fue muy honroso verle tan feliz cerrando un ciclo importante, el comienzo profesional en la vida. Los hijos son esa energía que nos mantiene vivos y que nos da la certeza de que se va obteniendo lo necesario para empezar derroteros. Ese sabernos estar en lo que estamos es un asunto que nos deja claro que la vida de los hijos se comparte, nunca es nuestra.

A todos nos halaga pensar que nadie ha de intervenir en nuestras decisiones. Fortalecer la autoestima, la esencia sana es autonomía. Cuando el mandala de la vida va dando la vuelta para tomar el semicírculo de regreso, nos va quedando claro que muchísimo de lo que hemos hecho ha sido porque se nos ha dado la oportunidad de escuchar a otros congéneres, y ese tan mentado sentimiento de originalidad en el ser, se convierte en agradecimiento mutuo.

Esa paz de la que nos habla el Zen, suele quedarse más clara en nosotros y aparecer en los momentos necesarios.

Los silencios de la madrugada son los más elocuentes. A veces también existen silencios nocturnos, es cuestión de ir viendo que nos acomoda más.

La meditación Zen se lleva con la cautela y cadencia de saber que estamos apostando tan solo a encontrar ese sitio en donde si estamos presentes.

Si llega la bruma

La vida cambia los tonos

Ver los colores

Si llega la lluvia

La vida cambia los derroteros

Ver, si estamos en lo que estamos. MJ

 

Y del poeta Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe:

Nadie fue ayer

Ni va hoy

Ni irá mañana

Hacia Dios

Por este mismo camino

Que yo voy

Para cada hombre, guarda

Un rayo nuevo de luz el sol

Y un camino virgen, Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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