viernes, 21 de marzo de 2025

 

Día a día, es el reto. (1)

                                           La esperanza, es el sueño del alma despierta.

Proverbio francés.

                                          Todos los días abrimos los ojos del cuerpo, mas abrir los ojos del alma nos puede tomar un buen tiempo, tal vez toda la vida. La visión de la esperanza es algo que habita en los diversos modos de ser de cada quien, no hay ser humano que se precie de serlo y de andar el camino que le ha otorgado la vida, que no tenga ese remanso de esperar. Sea para ciclos de largo plazo o en la misma inmediatez del día a día, ese sentimiento de que hay camino y de que hay renovación es necesario. Es la parte anímica la que va dando las pautas, los retos, esa Paz tan necesaria en los tiempos actuales.

Cada día se presenta la oportunidad de darnos las cuentas claras a nosotros mismos. Quienes nos las hemos venido dando por medio de asentarlas por escrito, nos percatamos de que no es tan exigente el dia, ese que llega y con el que se logra todo un ciclo temporal que armoniza la vida. Siempre hay fuerza en la vivencia y más con la esperanza clara, los coloridos de todo esto son responsabilidad de cada quien dependiendo del momento. Si cerramos o si abrimos nuevas oportunidades, es algo que va dejando un limo de experiencias que han de hacernos sonreír si volteamos la mirada hacia el tiempo ido. Desde que se abre la mañana, es el reto. A veces tal vez percibamos que el día es como un paso nada más, como un lapso pequeño que pasa y ahí queda, sin darle la importancia que tiene como ese cada día para encausar, para lograr. Si solo lo percibimos dando pie a la entrada de esperas más largas, tal vez no nos avoquemos a poner tanta atención en ese aquí y ahora tan mentado. La plenitud está armada de momentos simples y dichosos, del sabor de lo sencillo.

Las horas vividas en el día a día, ¿Por qué son el reto más importante? porque forjar de a poco y cuando está claro el camino resulta más propositivo. Si cada día se visualizan esperanzas y las acciones se realizan con consciencia, es seguro que cuando tengamos que resolver el reto fuerte, así mismo estarán dispuestas nuestras defensas anímicas para afrontar.

                                                               Cuando abrí por tercera o cuarta vez el texto que Simone de Beauvoir redactó para reflexionar sobre la partida de su madre de este mundo, no me imaginé que al fin podría encontrar el porqué del título utilizado para el ensayo que escribió: -Una muerte muy dulce-. Había venido pensando en eso, porque no hay intelectualidad que valga ni fortuna económica que valide, si en lo anímico no estamos fuertes para momentos especialmente difíciles.

Con el paso del tiempo lo último que queremos cerca es el pesar. Si hemos vivido la vida con la serena intensidad y camino propuesto, es claro que sabemos que habremos de cerrarla algún dia y todos queremos hacerlo con bien. Me costaba imaginar que para alguien la muerte fuera dulce… y no es la misma Simone quien lo percibe así del todo en el proceso que ella vive junto a su hermana acompañando a la madre moribunda. Ellas a veces discutían, querían aclarar el proceso.

Es así, como a pesar de que Simone al final del texto nos dice la frase: -la muerte es una violencia innecesaria- durante toda la redacción hace reflexiones valiosísimas de como a pesar de ver la presencia de la partida de un ser tan querido, uno puede tener muy trabajada la conciencia. He tomado este texto relativo a uno de los temas a los que más tememos sin duda alguna, la muerte, para no olvidar que aún lo duro de la vida, es parte y puede llevarse con mucho bien.

En el texto se habla poco del valor de respirar con conciencia, solo por momentos se menciona. Es más bien en nuestros tiempos más actuales cuando se llega al pensamiento de como el respirar bien, es un don. Si logramos hacer consciente ese acto de inspirar y exhalar con ritmo, es seguro que nuestro día a día se verá mucho más fluido y bien llevado. Ya Nazareth Castellanos la neuróloga española ha dicho en sus magnas disertaciones (que hemos comentado y que se encuentran en YouTube) que el principio del bienestar de cualquier mortal, se basa en una buena respiración. Respirar conscientes, respirar cuando nos sentimos abatidos, respirar cuando todo marcha muy bien y hacernos fuertes en ese acto, observar cómo ese aire que nos llevamos hacia adentro y luego sacamos, nos da vida y camino.

Respirar es el acto vital que armoniza.

Aunque respiramos en automático, ese acto de estar aliados a la ventura de oxigenarnos a conciencia solo lo tenemos nosotros, los homos sapiens.

Cuando comenzaba a pensar en esta nueva serie de textos quise ponerles el título de lo que es importante en el día a día porque es así mismo como he escrito el original de donde proviene todo, con reflexiones diarias. Pensando en la etapa de las revisiones que vengo haciendo ya casi durante diez años, cuando miré hacia la ventana de mi despertar y me di cuenta que el enorme tulipán africano que ocupa casi todo el espacio de ésta, y que disfruto desde hace algunos años, está florecido. Florece un árbol porque le llega su tiempo natural, porque es el oxígeno que nos rodea lo que nos permite florecer. Es el don de la parsimonia personal el que nos ayuda a ese abrirnos.

Muchas son las acciones que como homo sapiens realizamos con la naturalidad del automatismo. Si la esperanza se anida en lo valioso de esa fluidez otorgada naturalmente por la vida, ese aire y sus ritmos nos serán mucho más significativos.  Parar/respirar, Parar/exhalar, Parar/pensar, Parar/actuar y así iluminar el momento.

Cuando Simone de Beauvoir se refiere al momento de la partida de su madre, nos habla con la consciencia de los recuerdos, pero más que nada se concreta a lo que se vive en ese momento preciso, casi el último momento vital que cierra el ciclo.  Se daba cuenta cómo mientras la señora descansaba, la respiración era pausada, serena, luego la agitación era otra cosa. Le ayudaban ella y su hermana con ese sentimiento de acompañar, dándole tranquilidad. Es ahí donde las enfermeras comienzan a notar cierto grado de dulzura en el proceso de acompañamiento.

La primera vez que leí este texto, la hermana de mi madre estaba muriendo. Han pasado años. No podía detectar ninguna dulzura en aquel proceso, menos aún sin apenas entender que tan significativa es la muerte y estando lejos de la ciudad (estábamos en la playa) me fue mas difícil. Ya internada en el hospital le visitamos, ella había fumado mucho, el cigarro causó la enfermedad, no había remedio. Esa visita la recuerdo como algo inesperado, que quedó nítida y marcada en mi mente para siempre. Me ayudó a ser más consciente de que la vida se despide y que hay que tenerlo claro para que cada día se viva.

Y, no quiero decir vivir como pensando que hay mil cosas por hacer, vivir más bien es saber darle su lugar a cada momento. Aun sin cambiar la posición en la que nos ha permitido la vida llegar a las nuevas horas del amanecer, podremos reflexionar, adecuarnos, podemos empezar el día a conciencia.  En lo personal exactamente como amanece mi cuerpo y sin moverme mayormente, hago varias inspiraciones dando gracias.

Nos podemos decir: -aquí estoy de nuevo-.

A la entrada del texto de Simone, referente a la muerte de su madre, hay una frase que puede ser contundente ante esto de la reflexión del día, como un gran regalo pensando en la vejez y como un hecho al que todos vamos entrando:

-No entres con tranquilidad en esta noche, la vejez debería arder con furia al caer el día, rabia contra la muerte de la luz- Dylan Thomas.

Nos damos cuenta de qué es lo que se nos pide: esa certeza de que hay que sentirnos vivos a cada paso. No importa que actividad estemos haciendo o por hacer, de lo que nos habla es que solo cada uno podemos rabiar contra la muerte de la luz. Cada uno sabemos cómo hacerlo.

En el caso de las hermanas Beauvoir, reciben el golpetazo de la enfermedad de su madre inesperadamente: Una caída. Todo se resumía en un principio a la cirugía de volver el fémur roto a su lugar y volver a la vida cotidiana. Y, de pronto se sugiere que ese fémur es mejor dejarlo ¡cómo está!, total no se movió tanto. Son nuevos síntomas los que llevaran a la señora de 77 (setenta y siete) años a su última morada.

Todo el proceso de este cambio en la vejez es muy importante, veremos cómo las hermanas se descubren de pronto no solo invadidas en el recordar, (que es muy sano a cierta altura de la vida, si nos impulsa a recontarnos lo feliz) y buscando la manera de dulcificar. A veces la vida nos lleva por senderos de incredulidad, dolores sociales que escuchamos que no podemos resolver y más bien cuando sabemos lo que sí es posible, es por ahí por dónde hay que ir. Nadie se salva de los momentos obscuros, y cada quien sabe cómo volver a la luz.

Tenían muy claro las dos hermanas que habría que ayudar a los pulmones ya desgastados de la madre, le movían en posiciones concretas poniendo el cuerpo de diferentes maneras. Cuando era necesario les pedían a las enfermeras que proporcionaran una vez más el Ecuanil, ese medicamento de los años cuarenta del siglo pasado, que daba sosiego en los momentos difíciles.

Dice Simone: -A veces dice frases tan mecánicas como lo es la respiración- Así es, estamos acostumbrados a respirar como un derecho, mas, luego podremos darnos cuenta que es el principio de todo bien en nuestra vida y es lo primero que nos llevará a vivir cada reto con más consciencia.

La dulzura en el momento de partir del mundo, Simone la iba percibiendo en el modo de la aceptación del hecho mismo, prácticamente sin hablar. Un día, ya viendo la inminencia y notando que:  -los doctores nos han dicho … se apagará como un cirio, y no ha sido así. ¡No ha sido así en lo absoluto! dijo la hermana sollozando y le contestó la enfermera: ¡Pero señora le aseguro que fue una muerte muy dulce! -. Y es así, que las palabras de la mujer desconocida son las que resuenan y atenúan, ella era quien asiduamente acompañaba, y cimbra con sus palabras el alma de las dos hermanas. La enfermera hace verbo, lo que ellas mas bien llevaban en la mente.  Es la manera de afrontar un momento especifico lo que nos da más o menos luz. La señora había partido ya, ellas incrédulas trataban de llevar el momento con la máxima aceptación. La mujer cuidadora había visto el proceso directamente, tal vez con más desapego y les expresa esta reflexión sobre la dulzura.

 Así iremos haciendo en su momento la reflexión de los procesos de cambiar, que vienen en la vida acompañados por la energía del color violeta. A todos nos asustan los cambios, es en el día a día en donde afianzamos la ética de saber llevarlos.

                                                Siempre me ha parecido de gran interés lo que implica el apoyar a un niño a una niña a convertirse en persona. A la persona en la niñez se le forja, se le apuntala y se le ayuda a conducirse tal y como seguramente a todos nos ha tocado vivir, ver y percibir. A veces se cree que solo son los medios materiales disponibles los que darán buen cauce al vivir y se nos olvida que el ser humano es un espíritu que se forma para el bien de sí mismo, para el bien de los otros, para afrontar. Los medios materiales a veces pueden llegar a ser contraproducentes y se nos olvidan esos detalles del día a día.

Aprender a ser, a pensar, a resolver, es algo que se vive a diario. Eso que hace que la conciencia se convierta en consciencia y que implementa para la creatividad.

 Al niño no se le reprende, mas bien se le conduce y si es con buenos sentimientos es seguro que eso se asentará en su alma. Hoy día son enormes los cotos de poder que proporciona el mundo como un fin, y cuando solo se ve esa parte del vivir, es que no hemos comprendido la verdadera dimensión de lo que somos como seres.  No venimos al mundo a buscar solo el bienestar y olvidar que los recovecos del vivir enseñan mucho más, que cualquier lección de conocimientos. La sabiduría es eso: percibir lo que en verdad aporta y poder pasarlo otros, en concreto para la solución de una vida diaria fluida. Cuidar de alejar las violencias, más bien cuidar esos momentos reactivos. La vida como escuela, como centro orgánico del conocimiento realmente valioso. Del adulto al niño, del adulto al adulto mayor, del niño al adulto.

Hace unos días el neurólogo llamado Israel Pichardo, mencionaba que en México se teme hablar de los trastornos mentales, se han vuelto parte de los silencios. Esto puede llevarnos a debacles tremendas y a renglón seguido sugiere: -Si nos fijamos como ¿Aprendemos? Como ¿Decidimos? y lo más importante como ¿Percibimos las emociones? es seguro que se da la cuenta positiva en el vivir cotidiano. No es irrelevante el vivir diario, la relevancia está presente siempre. Nadie se hace un delincuente de un dia para otro, son procesos de mente y acción que se distorsionan en la vida de cada día. Es obvio que hay muchas faltas irremediables, mas lo que es mejor, es aprender a ver con la experiencia cuales si son con remedio. Cuando hay tristezas no superadas con adecuación, se reduce la esperanza de vida. Lo triste, lo difícil de la existencia no se ignora, mas bien se cuaja en esperanza.  Si lo logramos con dulzura sería lo ideal.

También nos comenta este médico que, con las redes sociales en exceso, se propicia un desbalance en la parte emocional, no por otra cosa que, porque creemos en demasía en las presencias virtuales, cuando estamos hechos para convivir cara a cara. Todo con medida es lo mejor.  (Continuará)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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