Escribir, leer, ser. (19)
Lo mejor es creer que pasó todo como debía.
Y al final me queda una sola certeza: haber vivido.
José Emilio Pacheco.
Todos nosotros, o casi todos los humanos de pronto creemos que lo que
hemos vivido se hubiera podido hacer de alguna mejor manera, o al menos
diferente de lo que hicimos. Estamos muchas veces pensando en eso que ya pasó,
en eso que ya se fue y el por qué eso mismo no lo hicimos de tal o cual forma.
La realidad es otra, es mucho más fácil de comprender que solo lo que hemos
hecho, es lo que debíamos hacer. La realidad es caleidoscópica, y así
también es la misión encomendada, aunque la percibamos llena de entuertos
siempre es la mente la que tiene la última palabra. Me encanta cuando alguien
por ahí me recuerda que el hubiera no existe y que la vida que hemos
vivido es esa escuela vital que nos acompaña día a día, lo mejor que nos trae
(y nos ha traído) son enseñanzas para continuar.
Ahora que hablaremos un tanto de la sanidad como uno de
los principios de vida, nos podemos aclarar que todo lo planeado en cada día de
vida siempre tiene sentido, mas cada día habremos de aceptar que eso no se da
tal cual es pensado. Los asuntos inesperados a los jóvenes de hoy día, me dan
la impresión que se les dan mejor, agilizan lo que hay que solucionar a ese
respecto, su vida es más dinámica, en la juventud se dejan entrar más fácil los
cambios. En lo personal no los viví así, mucho he aprendido de los jóvenes que
me rodean.
He tenido la costumbre desde hace muchos años ha, de
llevar una pequeña libretita en mi bolso de mano (aunque a veces me ocupa lugar
de más, porque no soy muy afecta a los bolsos grandes) es seguro que de pronto
sirve mucho, observo cosas y situaciones que bien valen la pena, y hay que
anotarlas.
Lo hago con gusto y a veces muy rápido para explayarme
luego en casa, en mis libretas personales. Con el paso de los años me ha sido
mucho más útil ya que no siempre es posible recordar todo y estas cosas
relevantes se hacen interesantes.
Espero que
estas secciones de los tópicos de los colores estén siendo disfrutadas y con
esa esperanza me animo y continúo. Ahora entraremos a los ámbitos de los
verdes, los tonos esperanzadores siempre. Antes, me es menester decir que no
importa tampoco si algún color lo encontramos menos presente en nuestra vida
con las virtudes mencionadas, porque volvemos a recordar que nunca es tarde
para ampliar lo que queramos saber mejor, e irlo averiguando. El asunto de los colores es tan solo para
gozar lo que se ha descubierto: que tienen una dimensión energética que a fin
de cuentas es luz, que podemos hacer llegar a nosotros con tan solo poner tal o
cual color en la mente.
La parte que nos llega para comentar ahora, es la parte
del vivir sano. Así como hemos dicho que la pureza nunca puede ser total (porque
ninguna actitud puede serlo con la misma constancia, es la consciencia la que
nos va abriendo a esas posibilidades) así también podemos ver que es muy sano
considerar que lo que hemos vivido es pleno, no olvidemos que ha sido dictado
por el sano camino conjunto de la percepción/intuición/razón.
José Emilio Pacheco, el escritor mexicano cuando escribió
la frase que nos da inicio por aquí en el texto actual, seguro se llenó de paz,
porque ya veremos más adelante qué significa esto de tener paz, realmente. Este
escritor nos regala la aseveración mencionada: pensar que si hemos vivido (con
cualquier coloración que hayamos tenido) la vida ha sido plena, porque la
plenitud tampoco es una sola ni es constante, habrase de dar con postulados muy
particulares.
Los coloridos en nosotros (estando en lo anímico) se
pueden comparar con la salud: nadie la podemos tener igual. En casa, desde mi
abuela materna hay migrañas en las mujeres (y se habló en su momento de como
ella se las atendía y atenuaba) luego las tuvo mi madre con sus modos y variantes
de tratamientos, luego las padecí yo misma, y hoy dia las padece mi hija. Todas
en nuestra familia, son migrañas de origen hormonal, de eso no hay duda alguna
y cada generación las vivió y vive distinto.
Es así, que nos toca adentrarnos al color de la Sanidad:
Verde.
El color verde es la combinación de los dos colores
primarios: azul y amarillo.
De entrada, es voluntad/principio y sabiduría. Qué bello
es poder observar esas palabras asociadas a estas energías. Así, Montse Osuna
nos dice: hay que considerar lo sano como una conexión personal con nuestro eje
profundo, ya que por una parte el ser físico que es como la columna vertebral
de todo y la parte central de la mente que es el cerebro es la que apunta a los
pensamientos, que son más movidos y nunca menos importantes. Esta combinación en
la dinámica de vivir: es única. (paraf.)
Todos los seres vivos estamos generalmente en máxima alerta.
Es algo que se da sin mucha conciencia, aunque para algunos eso se puede dar
con una claridad de consciencia. Esto tiene mucho que ver de la apertura de la
misma. El verde nos puede ayudar a tener una atención especial y cuando miramos
todo lo natural que nos rodea que tiene ese colorido, es seguro que conectemos
de inmediato. Hay países que pasan tantos meses bajo la nieve, que los seres
humanos ahí se pueden deprimir.
La superación de momentos adversos es proclive a hablar
de que hay un equilibrio mental. ¿Qué hay que cuidar en la sanidad? Ante todo,
la mente. Nadie que se quede atorado en dolencias, malos pensares o peor aún
malas actitudes, va a avanzar y peor aún, afectará a la parte física.
Las controversias que podríamos vivir son como muertes simbólicas
de nuestro ser. Solucionar los contratiempos no es un juego de azar, así que
nos pasamos la existencia superando estas pseudomuertes, que a veces son
más fuertes que lo que podemos esperar. Las podemos tener en lo físico
accidentes y enfermedades, Así como en lo mental que son variaciones del
pensamiento lógico.
Somos seres vivos capaces de sortear y transmutar todo lo
que nos afecta para llegar siempre a planicies de sanidad, las podemos detectar
y saber cómo acceder a ellas cuando sea inminente el momento necesario.
Sentir que vivimos en un estado de impermanencia es muy
sano, ¿Cómo negar que nada es permanente? Eso es imposible, cuesta, pero apela
a nuestra sanidad mental.
Los valores que hay que tener presentes para una sanidad más
activa son:
La codicia, apego
en demasía a las cosas. Hay que soltar. Cuando la vida misma nos obliga a
hacerlo, hay que pensar que algo muy especial nos está pidiendo para aprender.
El juzgar. Tener
ese cuidado de no pensar de más respecto a lo que otros seres cercanos o
lejanos son o hacen, a menos que concretamente nos pidan opinión.
La intuición.
Dejar que la primera respuesta nos de claridad. Esto es, saber que no hay que
dar demasiadas vueltas al asunto.
La mente sana.
Tener claro que, aunque la mente nunca para de tener pensamientos, hay que
saber dirigirlos. Enfocar en el estar en lo que estamos.
El buen dormir.
Todos tenemos nuestra dotación de sueño necesaria y si eso no se cuida, puede afectar
a todo el ser.
La pereza. Averiguar
porque a veces tenemos menos motivación de realizar lo que nos corresponde o lo
que amamos hacer, lo posponemos.
El sufrimiento.
Toda adversidad es superable, si no podemos solos, siempre pedir ayuda.
El contentamiento. La actitud constante de alegría nos puede alejar de
muchos males.
La evolución.
Todo está cambiando, no temer a esto, mejor al contrario es saberlo claramente
para una mejor adaptación.
Se puede vivir el cielo en la tierra, todo depende de
cada uno de nosotros.
Todos los placeres son buenos y no hay ninguno desdeñable,
mas lo importante es saber cuándo nos corresponde vivirlo y el porqué. No todo
lo placentero es para todo Dios.
No todos estamos diseñados para gozar de la misma manera.
Cuando la actriz puertorriqueña Natalie Wood se cayó de un
yate y perdió la vida, nadie podría haberse imaginado a la bella mujer que dio
vida al musical West side Story (el musical que la glorificó) que pudiendo
estar sobria, estaba alcoholizada, que pudiendo gozar del paseo hermoso además
de lujoso, pues no estaba en eso, ¿en dónde estaba su mente, en su condición
tal vez ¿ingenua?. Cayó en una situación que la llevo literalmente a tirar
por la borda una vida de éxito. Así mismo nos podríamos preguntar por
nuestra sanidad. El suicidio que puede prevenirse, no siempre es así. A veces
el suicidio es silencioso y hasta puede ser involuntario como es este caso se
presume.
¿Qué es el éxito para cada uno de nosotros?
Nadie podría responder lo mismo, aunque las respuestas
fueran parecidas, cada quien tenemos nuestras premisas personales. Cuando
Juanita Castro Ruz le preguntaba con insistencia a su hermano Fidel porque se
ejecutaba a tanta gente inocente cuando se instituyo la Revolución Cubana en
los mediados del siglo pasado, habríamos de pensar en lo ilógico de una
percepción tan diferente para dos hermanos que se respetaban, se querían y que
se admiraban mutuamente. Sus principios y fueros internos discrepaban, también
lo supimos más tarde. Aceptar esto para aprender a estar callados cuando así se
requiera es una virtud y para aprender a hablar en el momento justo, es otro
don. Yo en lo personal no lo tengo. De pronto cuestiono a la gente para
procurar mejores situaciones de vida en cualquier ámbito, esto no siempre da
los resultados que podríamos esperar.
Vivir es en sí mismo es un acto de curación, porque la
vida nos permite renovarnos cada día y reconquistarnos a nosotros mismos.
(Paraf. Amiel).
Como individuos somos mortales y esto es la más genuino
que podríamos pensar como parte de las situaciones que compartimos. Dice Amiel:
-El individuo es mortal, antes de morir debe por
consiguiente extraer la moral de su existencia y sacar de sus experiencias individuales
todo lo mejor y más útil para ofrecerlo a los otros y a sus sucesores-.
¿Qué es Juzgar? ¿Así con mayúscula? Es un verbo que
podríamos eliminar de nuestras vidas, pero es muy difícil. A veces las propuestas
para lograr mejoras en la vida, se toman como algo negativo. Es muy delgada la línea
que divide lo que se juzga de lo que se toma para proponer mejoras. A veces,
creo que no somos nadie para proponer y más aún cuando los demás no están preparados
para aceptar.
El color verde es Vida en todas sus acepciones. Eso se
nos propone y así podríamos pensar en cuanto lo llevamos a la mente y tenemos
ese sentimiento de encanto que puede darnos. Mirar hacia los campos verdes que
nos rodean y si no es posible al natural, mirarlos en las pantallas que ya
imperan en la primera línea de la vida actual. De niña, cuando muchas veces
miré las estrellas en el amplio firmamento de las madrugadas al salir a cazar
patos en las cercanías de Celestún, ese azul me invadía toda. Las chalanas
avanzaban rozando sobre pequeños matorrales amarillentos y rojizos debajo del
agua poco profunda de la ciénaga, la mente volaba pensando que llegaría la luz
matinal, y los verdes del estero serían los que aparecerían, esa costa cercana
que al amanecer nos rodearía. Los tíos, mi padre mismo nunca imaginó lo que nos
estaban regalando con esas salidas a la naturaleza. Ese azul profundo de la bóveda celeste limpia
y estrellada era un enorme gozo. Cuando las salidas eran en las mañanas frescas
muy tempraneras, íbamos a cazar codorniz en los lares de los henequenales
yucatecos, sentíamos esos verdores sanadores.
Nada más sano que observar una flor… y nos dice Gerard de
Nerval:
-Toda flor, es como un alma que florece en la
naturaleza-. (Continuará).
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