miércoles, 5 de marzo de 2025

 

Escribir, leer, ser. (19)

 

                                                             Lo mejor es creer que pasó todo como debía.

Y al final me queda una sola certeza: haber vivido.

José Emilio Pacheco.

                                           Todos nosotros, o casi todos los humanos de pronto creemos que lo que hemos vivido se hubiera podido hacer de alguna mejor manera, o al menos diferente de lo que hicimos. Estamos muchas veces pensando en eso que ya pasó, en eso que ya se fue y el por qué eso mismo no lo hicimos de tal o cual forma. La realidad es otra, es mucho más fácil de comprender que solo lo que hemos hecho, es lo que debíamos hacer. La realidad es caleidoscópica, y así también es la misión encomendada, aunque la percibamos llena de entuertos siempre es la mente la que tiene la última palabra. Me encanta cuando alguien por ahí me recuerda que el hubiera no existe y que la vida que hemos vivido es esa escuela vital que nos acompaña día a día, lo mejor que nos trae (y nos ha traído) son enseñanzas para continuar.

Ahora que hablaremos un tanto de la sanidad como uno de los principios de vida, nos podemos aclarar que todo lo planeado en cada día de vida siempre tiene sentido, mas cada día habremos de aceptar que eso no se da tal cual es pensado. Los asuntos inesperados a los jóvenes de hoy día, me dan la impresión que se les dan mejor, agilizan lo que hay que solucionar a ese respecto, su vida es más dinámica, en la juventud se dejan entrar más fácil los cambios. En lo personal no los viví así, mucho he aprendido de los jóvenes que me rodean.

He tenido la costumbre desde hace muchos años ha, de llevar una pequeña libretita en mi bolso de mano (aunque a veces me ocupa lugar de más, porque no soy muy afecta a los bolsos grandes) es seguro que de pronto sirve mucho, observo cosas y situaciones que bien valen la pena, y hay que anotarlas.

Lo hago con gusto y a veces muy rápido para explayarme luego en casa, en mis libretas personales. Con el paso de los años me ha sido mucho más útil ya que no siempre es posible recordar todo y estas cosas relevantes se hacen interesantes.

                                Espero que estas secciones de los tópicos de los colores estén siendo disfrutadas y con esa esperanza me animo y continúo. Ahora entraremos a los ámbitos de los verdes, los tonos esperanzadores siempre. Antes, me es menester decir que no importa tampoco si algún color lo encontramos menos presente en nuestra vida con las virtudes mencionadas, porque volvemos a recordar que nunca es tarde para ampliar lo que queramos saber mejor, e irlo averiguando.  El asunto de los colores es tan solo para gozar lo que se ha descubierto: que tienen una dimensión energética que a fin de cuentas es luz, que podemos hacer llegar a nosotros con tan solo poner tal o cual color en la mente.

La parte que nos llega para comentar ahora, es la parte del vivir sano. Así como hemos dicho que la pureza nunca puede ser total (porque ninguna actitud puede serlo con la misma constancia, es la consciencia la que nos va abriendo a esas posibilidades) así también podemos ver que es muy sano considerar que lo que hemos vivido es pleno, no olvidemos que ha sido dictado por el sano camino conjunto de la percepción/intuición/razón.

José Emilio Pacheco, el escritor mexicano cuando escribió la frase que nos da inicio por aquí en el texto actual, seguro se llenó de paz, porque ya veremos más adelante qué significa esto de tener paz, realmente. Este escritor nos regala la aseveración mencionada: pensar que si hemos vivido (con cualquier coloración que hayamos tenido) la vida ha sido plena, porque la plenitud tampoco es una sola ni es constante, habrase de dar con postulados muy particulares.

Los coloridos en nosotros (estando en lo anímico) se pueden comparar con la salud: nadie la podemos tener igual. En casa, desde mi abuela materna hay migrañas en las mujeres (y se habló en su momento de como ella se las atendía y atenuaba) luego las tuvo mi madre con sus modos y variantes de tratamientos, luego las padecí yo misma, y hoy dia las padece mi hija. Todas en nuestra familia, son migrañas de origen hormonal, de eso no hay duda alguna y cada generación las vivió y vive distinto.

Es así, que nos toca adentrarnos al color de la Sanidad:

Verde.

El color verde es la combinación de los dos colores primarios: azul y amarillo.

De entrada, es voluntad/principio y sabiduría. Qué bello es poder observar esas palabras asociadas a estas energías. Así, Montse Osuna nos dice: hay que considerar lo sano como una conexión personal con nuestro eje profundo, ya que por una parte el ser físico que es como la columna vertebral de todo y la parte central de la mente que es el cerebro es la que apunta a los pensamientos, que son más movidos y nunca menos importantes. Esta combinación en la dinámica de vivir: es única. (paraf.)

Todos los seres vivos estamos generalmente en máxima alerta. Es algo que se da sin mucha conciencia, aunque para algunos eso se puede dar con una claridad de consciencia. Esto tiene mucho que ver de la apertura de la misma. El verde nos puede ayudar a tener una atención especial y cuando miramos todo lo natural que nos rodea que tiene ese colorido, es seguro que conectemos de inmediato. Hay países que pasan tantos meses bajo la nieve, que los seres humanos ahí se pueden deprimir.

La superación de momentos adversos es proclive a hablar de que hay un equilibrio mental. ¿Qué hay que cuidar en la sanidad? Ante todo, la mente. Nadie que se quede atorado en dolencias, malos pensares o peor aún malas actitudes, va a avanzar y peor aún, afectará a la parte física.

Las controversias que podríamos vivir son como muertes simbólicas de nuestro ser. Solucionar los contratiempos no es un juego de azar, así que nos pasamos la existencia superando estas pseudomuertes, que a veces son más fuertes que lo que podemos esperar. Las podemos tener en lo físico accidentes y enfermedades, Así como en lo mental que son variaciones del pensamiento lógico.

Somos seres vivos capaces de sortear y transmutar todo lo que nos afecta para llegar siempre a planicies de sanidad, las podemos detectar y saber cómo acceder a ellas cuando sea inminente el momento necesario.

Sentir que vivimos en un estado de impermanencia es muy sano, ¿Cómo negar que nada es permanente? Eso es imposible, cuesta, pero apela a nuestra sanidad mental.

Los valores que hay que tener presentes para una sanidad más activa son:

La codicia, apego en demasía a las cosas. Hay que soltar. Cuando la vida misma nos obliga a hacerlo, hay que pensar que algo muy especial nos está pidiendo para aprender.

El juzgar. Tener ese cuidado de no pensar de más respecto a lo que otros seres cercanos o lejanos son o hacen, a menos que concretamente nos pidan opinión.

La intuición. Dejar que la primera respuesta nos de claridad. Esto es, saber que no hay que dar demasiadas vueltas al asunto.

La mente sana. Tener claro que, aunque la mente nunca para de tener pensamientos, hay que saber dirigirlos. Enfocar en el estar en lo que estamos.

El buen dormir. Todos tenemos nuestra dotación de sueño necesaria y si eso no se cuida, puede afectar a todo el ser.

La pereza. Averiguar porque a veces tenemos menos motivación de realizar lo que nos corresponde o lo que amamos hacer, lo posponemos.

El sufrimiento. Toda adversidad es superable, si no podemos solos, siempre pedir ayuda.

El contentamiento. La actitud constante de alegría nos puede alejar de muchos males.

La evolución. Todo está cambiando, no temer a esto, mejor al contrario es saberlo claramente para una mejor adaptación.

Se puede vivir el cielo en la tierra, todo depende de cada uno de nosotros.

Todos los placeres son buenos y no hay ninguno desdeñable, mas lo importante es saber cuándo nos corresponde vivirlo y el porqué. No todo lo placentero es para todo Dios.

No todos estamos diseñados para gozar de la misma manera.

Cuando la actriz puertorriqueña Natalie Wood se cayó de un yate y perdió la vida, nadie podría haberse imaginado a la bella mujer que dio vida al musical West side Story (el musical que la glorificó) que pudiendo estar sobria, estaba alcoholizada, que pudiendo gozar del paseo hermoso además de lujoso, pues no estaba en eso, ¿en dónde estaba su mente, en su condición tal vez ¿ingenua?. Cayó en una situación que la llevo literalmente a tirar por la borda una vida de éxito. Así mismo nos podríamos preguntar por nuestra sanidad. El suicidio que puede prevenirse, no siempre es así. A veces el suicidio es silencioso y hasta puede ser involuntario como es este caso se presume.

¿Qué es el éxito para cada uno de nosotros?

Nadie podría responder lo mismo, aunque las respuestas fueran parecidas, cada quien tenemos nuestras premisas personales. Cuando Juanita Castro Ruz le preguntaba con insistencia a su hermano Fidel porque se ejecutaba a tanta gente inocente cuando se instituyo la Revolución Cubana en los mediados del siglo pasado, habríamos de pensar en lo ilógico de una percepción tan diferente para dos hermanos que se respetaban, se querían y que se admiraban mutuamente. Sus principios y fueros internos discrepaban, también lo supimos más tarde. Aceptar esto para aprender a estar callados cuando así se requiera es una virtud y para aprender a hablar en el momento justo, es otro don. Yo en lo personal no lo tengo. De pronto cuestiono a la gente para procurar mejores situaciones de vida en cualquier ámbito, esto no siempre da los resultados que podríamos esperar.

Vivir es en sí mismo es un acto de curación, porque la vida nos permite renovarnos cada día y reconquistarnos a nosotros mismos. (Paraf. Amiel).

Como individuos somos mortales y esto es la más genuino que podríamos pensar como parte de las situaciones que compartimos. Dice Amiel:

-El individuo es mortal, antes de morir debe por consiguiente extraer la moral de su existencia y sacar de sus experiencias individuales todo lo mejor y más útil para ofrecerlo a los otros y a sus sucesores-.

¿Qué es Juzgar? ¿Así con mayúscula? Es un verbo que podríamos eliminar de nuestras vidas, pero es muy difícil. A veces las propuestas para lograr mejoras en la vida, se toman como algo negativo. Es muy delgada la línea que divide lo que se juzga de lo que se toma para proponer mejoras. A veces, creo que no somos nadie para proponer y más aún cuando los demás no están preparados para aceptar.

El color verde es Vida en todas sus acepciones. Eso se nos propone y así podríamos pensar en cuanto lo llevamos a la mente y tenemos ese sentimiento de encanto que puede darnos. Mirar hacia los campos verdes que nos rodean y si no es posible al natural, mirarlos en las pantallas que ya imperan en la primera línea de la vida actual. De niña, cuando muchas veces miré las estrellas en el amplio firmamento de las madrugadas al salir a cazar patos en las cercanías de Celestún, ese azul me invadía toda. Las chalanas avanzaban rozando sobre pequeños matorrales amarillentos y rojizos debajo del agua poco profunda de la ciénaga, la mente volaba pensando que llegaría la luz matinal, y los verdes del estero serían los que aparecerían, esa costa cercana que al amanecer nos rodearía. Los tíos, mi padre mismo nunca imaginó lo que nos estaban regalando con esas salidas a la naturaleza.  Ese azul profundo de la bóveda celeste limpia y estrellada era un enorme gozo. Cuando las salidas eran en las mañanas frescas muy tempraneras, íbamos a cazar codorniz en los lares de los henequenales yucatecos, sentíamos esos verdores sanadores.

Nada más sano que observar una flor… y nos dice Gerard de Nerval:

-Toda flor, es como un alma que florece en la naturaleza-. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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