Día a día, es el reto (11)
Hace más de treinta años, que la gente dejó
de ver.
Frase de un fotógrafo europeo.
Lamenté mucho, cuando me volví a topar con esta frase de un fotógrafo europeo,
de que no había apuntado el nombre, porque se me hizo muy raro que eso se me
pasara por alto. Tengo claro el valor de ser cuidadosos con las referencias de
textos. Por ninguna parte de los escritos en revisión deje constancia de quien
dijo esas palabras tan ciertas, seguro una vez más me comieron las
prisas, ¿Será que es un mal de toda época? ¿O tan solo de la nuestra? Tengo
momentos en los que llego a sentir que más que observar, apenas y veo.
La vida se pasa rápido, y aun organizada no siempre nos lleva por los caminos
pensados: puede mas la realidad. Al tomar las cosas que nos rodean como las
motivaciones certeras (asunto que a veces nos negamos a nosotros mismos, tal
vez por distracción) vendría bien hacerlo antes de que dejemos de ver claro,
tanto en lo físico y mucho mas con el alma. Lograr ese influjo realista del día
a día, podría ser como un blindaje de decepciones. Creo que los jóvenes de hoy
ya lo han percibido mejor, ven diferente y eso me encanta. Las prisas a todos
nos pueden ganar la partida. Tal vez más adelante encuentre al autor de esta
frase con la que entro al presente texto, misma que retumba de varias maneras
en mí. Tiene que ver con los intereses reales que nos ocupan, nuestro interior.
La frase no deja de ser muy significativa en su centro: ver..., es algo
de lo que muchos nos hemos olvidado. Ya tan solo queremos resolver, con
demasiada premura como si solo eso fuese el reto. La vida que es mas portadora de bienes etéreos,
se nos puede quedar rezagada. Fortalecernos de dentro hacia afuera conlleva saber
ver mejor. Tal vez sea diferente
cuando de implicaciones menores se trate, la mayoría de las personas las
resolvemos muy parecido, aun así, habremos de tener en buen concepto la
atención, como el fin de nuestra acción y que no queden cabos sueltos. Cuando
he dado clases de pintura a niños, me he esmerado en el gozo del trazo muy
personal, les sentaba a cierta distancia, para tener espacio. Ver mas la hoja
blanca.
No estar viendo el dibujo del de junto, es un principio
de arte. Sabemos que el niño aprende imitando, tal vez lo que lleva en mente y así
es importante darle las herramientas para que bucee en su interior.
Es lo mental lo
que hay que resguardar, para que la realidad se nos dé más objetiva. En estos
dias escuche a un psiquiatra en la TV, me encanto como lo diferenció: -lo que
es la acción mental nos puede llevar y traer, la realidad está ahí y es más
concreta para nosotros-. (Paraf.). Luego nos preguntamos ¿porque nos llegamos
sentir con deshallo? esto se responde muy fácil: -Porque la serena acción está
en nosotros, viendo-. A los niños que han pintado conmigo les enfatizo
que nada es más valioso que la propuesta personal, y siempre al terminar el
trabajo, hemos gozamos todos juntos observando.
En clases de arte
a veces solo sería permitido imitar (es un pensamiento personal) para conocer
mejor y practicar las técnicas, como me imagino pasa también en muchos ámbitos
profesionales. Lo técnico sí que es bueno que esté mascado, pero cuidado
con hacer uso de eso, sin el toque personal. Hemos visto a lo largo de los años
como se falsifica el arte en cualquier ámbito o lugar del orbe, y que en pleno
siglo XXl esto ocurre mucho más de lo que nos imaginamos. Hacer lo que hace el
otro, ¿Qué puede dejar de bueno? Es comidilla actual que las gentes que ni
crean estilo y mucho menos saben sacar en claro las propuestas propias. Se afloja el flujo de la vida cuando lo de uno
mismo se rezaga. Algunas veces se puede uno inspirar de lo que hizo otra
persona, y darle un toque personal a lo que hacemos, eso sí, ya es harina de
otro costal. Hacer lo que más amamos y tenerlo como una actividad asertiva, no
siempre es lo más motivante porque el mundo nos ha hecho creer que si no
competimos, no vivimos. Llenar tiempos… ¿en espera tal vez de que tan solo la
vida pase? La vida, es claro que seguirá pasando, y si no es bien vista,
se disminuye el gozo. Si este valioso pensamiento de Einstein lo hiciéramos
nuestro, otro gallo nos cantara: -saber la relatividad del asunto temporal-. Vivir
no es un cajón para guardar recuerdos, sino es una acción para hacer del día el
modo propositivo. Si la comprensión de lo relativo lo aplicamos bien, podríamos
estar menos ocupados en una temporalidad que en realidad se nos ha entregado
para hacer de ella una verdadera aliada y no solo una dimensión para hacernos más
dura e insoportable la vivencia. Cuando saludo a alguien a veces le digo - ¡Que
ventura, estamos viviendo un día más! -
y la persona me contesta que, ¡es un día menos…también! Esa combinación
de realismo y esperanza es muy valiosa. Me queda claro que no hay ser
humano que con conciencia o sin ella lleva en el ADN el saber qué la vida es
aliada y eso por su peso cae en ámbitos creativos. Por otro lado, si nos damos un respiro de
profundo agradecimiento y volvemos a ver con más detenimiento, al percibir la realidad
del aire matinal, tener claro ese rayo de sol diminuto que se cuela por los
resquicios de un cristal, la lagartija que habita en nuestra ventana y a diario
amanece moviendo la cabeza. Ahora ya sé que lo hacen para decir algo así como:
-aquí estoy-.
Decirnos a nosotros mismos, que -aquí estamos-. Es genial
cuando nos percatamos de que tan grande regalo es la vida del día a día, sin más.
Ahora entramos a las revisiones de la libreta numero 80 (ochenta).
Era el año 2009. Ya con la partida de mi madre que había
estado varios años en cama, se cerraba la etapa de esa parte de la familia. Es
todo un asunto maravilloso tener en mente lo que se comparte directamente con
los padres. La casa paterna se tenía que desmantelar y vender y nosotros
hacernos de las fuerzas necesarias para esa tarea. Mis hijos, que quisieron
mucho a sus abuelos, a la hora del cierre estuvieron muy presentes y dando pie
en ayuda a que todo fluyera con bien. Los bienes materiales son importantes y más
cuando han pasado toda una vida cerca de uno, aun así, han de tomar diversos
caminos, algunos se van a la beneficencia y otros se quedan, como en nuestro
caso, con la impronta del diseño de mi padre. Tomaron un cariz estupendo entre
nosotros, los tres hijos. Cada quien decidió que le gustaba más y lo hicimos equitativamente,
para ver entrar a nuestras casas esos diseños que a fin de cuentas han
resultado atemporales. Las maderas que elegia casi siempre veteadas, dándoles
acabados mate. Así habríamos de conservar ese toque de vida que creó y que nos
dejó.
A la moda o no, el mueble a veces importa por el diseño y
lo que vemos en él.
En nuestro caso mi
padre en esos objetos dejó parte de sí mismo. Hacía algunos años que se había
ido y nos dábamos cuenta como es que pone punto final a una época. Mi madre ya en
la eternidad, todo tomaría un cariz de sabia manera de ver, nueva
mirada. Ver con ojos renovados.
En lo personal no soy muy afecta a las despedidas
multitudinarias de los velorios, y gracias a Dios al de mi madre fue la gente
de familia que aún estaba lucida.
También estuvieron
las personas que realmente le apreciaron. Nos despedimos de ella en paz y gracia
de Dios, para notar quienes en verdad sintieron esa partida. Sus cenizas fueron
depositadas en la cripta del centro del altar mayor de la Iglesia construida
por su abuelo en el siglo pasado, por los rumbos del centro de la ciudad.
No puedo dejar de comentar que, en lo personal, cuando mi
madre se fue, en el centro del cuerpo se me creó como un vacío, y me duró
varios meses. Era como si su ausencia la sintiera como un hueco en el estómago,
aun cuando en la mente me quedaba claro todo. Exacto como nos pasa cuando
dejamos de ver al ser humano que quisimos mucho y por razones terrenales se
alejó. De algunas de estas personas podríamos decir: perviven en nosotros.
Había descansado
en paz mi madre. A sus 88 (ochenta y ocho) años vividos, siempre muy a su
manera, el recuento se da. Aceptó un matrimonio arreglado a edad no
convencional (mis padres se casaron ya grandes) y siendo una persona de
carácter fuerte, logró las encomiendas a la vida tal cual las percibió. Educación
bien llevada, es sinónimo de vida más plena. Para las generaciones que nos
precedieron, es obvio que hay asuntos en los que, si discrepamos, también
habremos de entender que cada época marca posturas. El comedimiento de vida y
respetar la situación personal que había creado junto a mi padre, fue como un
asunto nada discutible y si bien llevado por los dos. Entre ellos jamás los vi hablar
de más, no digo que no hubiera desacuerdos, porque siempre los hay. Tuve unos
padres que se respetaron y de los que me siento muy orgullosa, llevaron a buen término
el proyecto de vida en pareja.
Cuando uno elige
algo, también viene junto con pegado saber aceptar y ver los
inconvenientes que son parte de la realidad. Mis padres perfectamente pudieron
haber sido unos solteros felices (como los hay tanto, hoy día) mas hicieron
caso de quienes los presentaron entre sí, y así tomar ese camino. El amor en
estos casos es diferente, no hay etapa romántica desde la adolescencia, ni
situaciones que otras parejas viven. Ahora he oído que hoy día, (en donde el
compromiso es condicionado, si es que lo hay) se ponen antes del matrimonio mil
consignas, mil asuntos prenupciales. Tal vez funcione mejor, no lo sé. Cuando nos tiramos al ruedo con el amor en la
mano y las ganas de hacer familia, también vienen en ese paquete con fuerza natural
los modos de resolver, en ese mismo ruedo aprendemos a solucionar todo lo que
es necesario, con carácter claro.
La vida en pareja,
si es a veces un albur. Me encanta que hoy día no todos quieren tomarlo, porque
es vocación.
Ya sin los padres presentes en esta tierra, la vida se
percibe diferente.
Todo el año 2009 fue muy intenso. Cerrar ese ciclo me
costó y tuve que hacerlo de a poco.
¿Quién me había dicho a mí que yo era persona para cerrar
o cambiar ideas paradigmáticas que no quería cerca de mi vida?, no lo sé. Así lo percibía. Había muchas cosas que
dentro de mi latían con un corazón que se renovaba, algo así como agua
hirviendo y que yo quería enfriar con mas conocimientos. Logre cada dia
una vida en sentido meditativo y creo que la paz fue asentándose como manta mojada.
No todo lo da el aprendizaje intelectual, la vida también es cultura de modos
de hacer, ver y comprender.
Ejercitar moderadamente el acierto de los cambios y no
llevarlos a cabo por mero prurito de que cambiar. Toda mi vida he creído en los
cambios, pero he aprendido a detectar cuando en verdad son necesarios y cuando
son el espejismo de lo que el mundo nos quiere vender.
El día bien vivido lleva el signo de una fluidez, que se
puede ver.
Por estos días, tuvimos la ventura de conocer a una
señora adulta mayor que contactó a mi marido después de la expo de esculturas
de Proust. Llegó a nosotros por la puerta estrecha y venturosa del arte.
Habiendo asistido a la exposición unos dias después de inaugurada, ella también
era lectora asidua y seguidora del autor. Quería saludar al escultor, pero mas
bien tener un tet a tet con el tema de Proust. Hicimos la cita para
vernos en su pequeña casa por el rumbo de la Iglesia de Itzimná, situada en un
pequeño fraccionamiento. Llegar a su
casa fue literal: entrar a una tacita de te bien pulida. Mujer
culta y educadísima, amena a morir y ahí mismo nos enteramos que había
trabajado en los hoteles Posadas de México como asesora de la parte humana, y
nos recordó que mi padre había diseñado la casa de sus padres, con una cocina
que ella disfrutó mucho. Una verdadera experta. Invitó a una de sus hermanas
que conocíamos más que a ella, aun así, poco, porque también era mayor que
nosotros. Ella sola, había creado una cena de tres tiempos servida con enorme
esmero en un ambiente inmejorable.
En la pequeña mesa del ante comedor, cenamos como los
mismos ángeles. Gozamos la manera de servir impecable, elegante y hermosa, así
como las viandas mas exquisitas. Irene, dejó a mi esposo muy feliz cuando de
Proust hablaron sin reparos. Cada uno aporto las otras mil cosas nuevas
y detalladas de esa magna obra. Los tiempos aquí ¡no fueron perdidos! y
yo me deleité escuchado a los expertos hablar. Nos dejó muy bien impresionados. Nos contó de su experiencia de haber tenido
un matrimonio fallido, que cuando ya casada su marido le dijo que en realidad
era gay, se llevó las manos a la cabeza y pensaron muy bien los dos: habrá que
tomar los caminos reales, no los pensados. Llevar las cosas con acierto y
educación, dejándose libres para que cada quien hiciera su vida. Ella nunca
volvió por los caminos de tener pareja, se dedicó a gozar de la vida, de su
jubilación. Que maravilloso es toparse con seres educadísimos y que saben dar
lo que tienen para compartir. Se siente algo así como… ¿si se nos acomodara el
alma al cuerpo de diferente manera? sacándonos de la vida común y corriente y
sabiendo que, en esta vida, hay seres que nos iluminan nuevos caminos. Mi
esposo y yo más adelante expusimos otras obras en la Galería de la ciudad, y
ella llegó al recinto inaugural con un hermoso ramo de rosas amarillas. ¡Saber
ver! (Continuará).