jueves, 29 de mayo de 2025

 

Día a día, es el reto (11)

                                                Hace más de treinta años, que la gente dejó de ver.

Frase de un fotógrafo europeo.

 

                                            Lamenté mucho, cuando me volví a topar con esta frase de un fotógrafo europeo, de que no había apuntado el nombre, porque se me hizo muy raro que eso se me pasara por alto. Tengo claro el valor de ser cuidadosos con las referencias de textos. Por ninguna parte de los escritos en revisión deje constancia de quien dijo esas palabras tan ciertas, seguro una vez más me comieron las prisas, ¿Será que es un mal de toda época? ¿O tan solo de la nuestra? Tengo momentos en los que llego a sentir que más que observar, apenas y veo. La vida se pasa rápido, y aun organizada no siempre nos lleva por los caminos pensados: puede mas la realidad. Al tomar las cosas que nos rodean como las motivaciones certeras (asunto que a veces nos negamos a nosotros mismos, tal vez por distracción) vendría bien hacerlo antes de que dejemos de ver claro, tanto en lo físico y mucho mas con el alma. Lograr ese influjo realista del día a día, podría ser como un blindaje de decepciones. Creo que los jóvenes de hoy ya lo han percibido mejor, ven diferente y eso me encanta. Las prisas a todos nos pueden ganar la partida. Tal vez más adelante encuentre al autor de esta frase con la que entro al presente texto, misma que retumba de varias maneras en mí. Tiene que ver con los intereses reales que nos ocupan, nuestro interior. La frase no deja de ser muy significativa en su centro: ver..., es algo de lo que muchos nos hemos olvidado. Ya tan solo queremos resolver, con demasiada premura como si solo eso fuese el reto.  La vida que es mas portadora de bienes etéreos, se nos puede quedar rezagada. Fortalecernos de dentro hacia afuera conlleva saber ver mejor.  Tal vez sea diferente cuando de implicaciones menores se trate, la mayoría de las personas las resolvemos muy parecido, aun así, habremos de tener en buen concepto la atención, como el fin de nuestra acción y que no queden cabos sueltos.   Cuando he dado clases de pintura a niños, me he esmerado en el gozo del trazo muy personal, les sentaba a cierta distancia, para tener espacio. Ver mas la hoja blanca.

No estar viendo el dibujo del de junto, es un principio de arte. Sabemos que el niño aprende imitando, tal vez lo que lleva en mente y así es importante darle las herramientas para que bucee en su interior.

 Es lo mental lo que hay que resguardar, para que la realidad se nos dé más objetiva. En estos dias escuche a un psiquiatra en la TV, me encanto como lo diferenció: -lo que es la acción mental nos puede llevar y traer, la realidad está ahí y es más concreta para nosotros-. (Paraf.). Luego nos preguntamos ¿porque nos llegamos sentir con deshallo? esto se responde muy fácil: -Porque la serena acción está en nosotros, viendo-. A los niños que han pintado conmigo les enfatizo que nada es más valioso que la propuesta personal, y siempre al terminar el trabajo, hemos gozamos todos juntos observando.

 En clases de arte a veces solo sería permitido imitar (es un pensamiento personal) para conocer mejor y practicar las técnicas, como me imagino pasa también en muchos ámbitos profesionales. Lo técnico sí que es bueno que esté mascado, pero cuidado con hacer uso de eso, sin el toque personal. Hemos visto a lo largo de los años como se falsifica el arte en cualquier ámbito o lugar del orbe, y que en pleno siglo XXl esto ocurre mucho más de lo que nos imaginamos. Hacer lo que hace el otro, ¿Qué puede dejar de bueno? Es comidilla actual que las gentes que ni crean estilo y mucho menos saben sacar en claro las propuestas propias.  Se afloja el flujo de la vida cuando lo de uno mismo se rezaga. Algunas veces se puede uno inspirar de lo que hizo otra persona, y darle un toque personal a lo que hacemos, eso sí, ya es harina de otro costal. Hacer lo que más amamos y tenerlo como una actividad asertiva, no siempre es lo más motivante porque el mundo nos ha hecho creer que si no competimos, no vivimos. Llenar tiempos… ¿en espera tal vez de que tan solo la vida pase? La vida, es claro que seguirá pasando, y si no es bien vista, se disminuye el gozo. Si este valioso pensamiento de Einstein lo hiciéramos nuestro, otro gallo nos cantara: -saber la relatividad del asunto temporal-. Vivir no es un cajón para guardar recuerdos, sino es una acción para hacer del día el modo propositivo. Si la comprensión de lo relativo lo aplicamos bien, podríamos estar menos ocupados en una temporalidad que en realidad se nos ha entregado para hacer de ella una verdadera aliada y no solo una dimensión para hacernos más dura e insoportable la vivencia. Cuando saludo a alguien a veces le digo - ¡Que ventura, estamos viviendo un día más! -  y la persona me contesta que, ¡es un día menos…también! Esa combinación de realismo y esperanza es muy valiosa. Me queda claro que no hay ser humano que con conciencia o sin ella lleva en el ADN el saber qué la vida es aliada y eso por su peso cae en ámbitos creativos.  Por otro lado, si nos damos un respiro de profundo agradecimiento y volvemos a ver con más detenimiento, al percibir la realidad del aire matinal, tener claro ese rayo de sol diminuto que se cuela por los resquicios de un cristal, la lagartija que habita en nuestra ventana y a diario amanece moviendo la cabeza. Ahora ya sé que lo hacen para decir algo así como: -aquí estoy-.

Decirnos a nosotros mismos, que -aquí estamos-. Es genial cuando nos percatamos de que tan grande regalo es la vida del día a día, sin más.

                                                                     Ahora entramos a las revisiones de la libreta numero 80 (ochenta).

Era el año 2009. Ya con la partida de mi madre que había estado varios años en cama, se cerraba la etapa de esa parte de la familia. Es todo un asunto maravilloso tener en mente lo que se comparte directamente con los padres. La casa paterna se tenía que desmantelar y vender y nosotros hacernos de las fuerzas necesarias para esa tarea. Mis hijos, que quisieron mucho a sus abuelos, a la hora del cierre estuvieron muy presentes y dando pie en ayuda a que todo fluyera con bien. Los bienes materiales son importantes y más cuando han pasado toda una vida cerca de uno, aun así, han de tomar diversos caminos, algunos se van a la beneficencia y otros se quedan, como en nuestro caso, con la impronta del diseño de mi padre. Tomaron un cariz estupendo entre nosotros, los tres hijos. Cada quien decidió que le gustaba más y lo hicimos equitativamente, para ver entrar a nuestras casas esos diseños que a fin de cuentas han resultado atemporales. Las maderas que elegia casi siempre veteadas, dándoles acabados mate. Así habríamos de conservar ese toque de vida que creó y que nos dejó.

A la moda o no, el mueble a veces importa por el diseño y lo que vemos en él.  

 En nuestro caso mi padre en esos objetos dejó parte de sí mismo. Hacía algunos años que se había ido y nos dábamos cuenta como es que pone punto final a una época. Mi madre ya en la eternidad, todo tomaría un cariz de sabia manera de ver, nueva mirada. Ver con ojos renovados.

En lo personal no soy muy afecta a las despedidas multitudinarias de los velorios, y gracias a Dios al de mi madre fue la gente de familia que aún estaba lucida.

 También estuvieron las personas que realmente le apreciaron. Nos despedimos de ella en paz y gracia de Dios, para notar quienes en verdad sintieron esa partida. Sus cenizas fueron depositadas en la cripta del centro del altar mayor de la Iglesia construida por su abuelo en el siglo pasado, por los rumbos del centro de la ciudad.  

No puedo dejar de comentar que, en lo personal, cuando mi madre se fue, en el centro del cuerpo se me creó como un vacío, y me duró varios meses. Era como si su ausencia la sintiera como un hueco en el estómago, aun cuando en la mente me quedaba claro todo. Exacto como nos pasa cuando dejamos de ver al ser humano que quisimos mucho y por razones terrenales se alejó. De algunas de estas personas podríamos decir: perviven en nosotros.

 Había descansado en paz mi madre. A sus 88 (ochenta y ocho) años vividos, siempre muy a su manera, el recuento se da. Aceptó un matrimonio arreglado a edad no convencional (mis padres se casaron ya grandes) y siendo una persona de carácter fuerte, logró las encomiendas a la vida tal cual las percibió. Educación bien llevada, es sinónimo de vida más plena. Para las generaciones que nos precedieron, es obvio que hay asuntos en los que, si discrepamos, también habremos de entender que cada época marca posturas. El comedimiento de vida y respetar la situación personal que había creado junto a mi padre, fue como un asunto nada discutible y si bien llevado por los dos. Entre ellos jamás los vi hablar de más, no digo que no hubiera desacuerdos, porque siempre los hay. Tuve unos padres que se respetaron y de los que me siento muy orgullosa, llevaron a buen término el proyecto de vida en pareja.

 Cuando uno elige algo, también viene junto con pegado saber aceptar y ver los inconvenientes que son parte de la realidad. Mis padres perfectamente pudieron haber sido unos solteros felices (como los hay tanto, hoy día) mas hicieron caso de quienes los presentaron entre sí, y así tomar ese camino. El amor en estos casos es diferente, no hay etapa romántica desde la adolescencia, ni situaciones que otras parejas viven. Ahora he oído que hoy día, (en donde el compromiso es condicionado, si es que lo hay) se ponen antes del matrimonio mil consignas, mil asuntos prenupciales. Tal vez funcione mejor, no lo sé.  Cuando nos tiramos al ruedo con el amor en la mano y las ganas de hacer familia, también vienen en ese paquete con fuerza natural los modos de resolver, en ese mismo ruedo aprendemos a solucionar todo lo que es necesario, con carácter claro.

 La vida en pareja, si es a veces un albur. Me encanta que hoy día no todos quieren tomarlo, porque es vocación.

Ya sin los padres presentes en esta tierra, la vida se percibe diferente.

Todo el año 2009 fue muy intenso. Cerrar ese ciclo me costó y tuve que hacerlo de a poco.

¿Quién me había dicho a mí que yo era persona para cerrar o cambiar ideas paradigmáticas que no quería cerca de mi vida?, no lo sé.  Así lo percibía. Había muchas cosas que dentro de mi latían con un corazón que se renovaba, algo así como agua hirviendo y que yo quería enfriar con mas conocimientos. Logre cada dia una vida en sentido meditativo y creo que la paz fue asentándose como manta mojada. No todo lo da el aprendizaje intelectual, la vida también es cultura de modos de hacer, ver y comprender.

Ejercitar moderadamente el acierto de los cambios y no llevarlos a cabo por mero prurito de que cambiar. Toda mi vida he creído en los cambios, pero he aprendido a detectar cuando en verdad son necesarios y cuando son el espejismo de lo que el mundo nos quiere vender.

El día bien vivido lleva el signo de una fluidez, que se puede ver.

Por estos días, tuvimos la ventura de conocer a una señora adulta mayor que contactó a mi marido después de la expo de esculturas de Proust. Llegó a nosotros por la puerta estrecha y venturosa del arte. Habiendo asistido a la exposición unos dias después de inaugurada, ella también era lectora asidua y seguidora del autor. Quería saludar al escultor, pero mas bien tener un tet a tet con el tema de Proust. Hicimos la cita para vernos en su pequeña casa por el rumbo de la Iglesia de Itzimná, situada en un pequeño fraccionamiento.  Llegar a su casa fue literal: entrar a una tacita de te bien pulida. Mujer culta y educadísima, amena a morir y ahí mismo nos enteramos que había trabajado en los hoteles Posadas de México como asesora de la parte humana, y nos recordó que mi padre había diseñado la casa de sus padres, con una cocina que ella disfrutó mucho. Una verdadera experta. Invitó a una de sus hermanas que conocíamos más que a ella, aun así, poco, porque también era mayor que nosotros. Ella sola, había creado una cena de tres tiempos servida con enorme esmero en un ambiente inmejorable.

En la pequeña mesa del ante comedor, cenamos como los mismos ángeles. Gozamos la manera de servir impecable, elegante y hermosa, así como las viandas mas exquisitas. Irene, dejó a mi esposo muy feliz cuando de Proust hablaron sin reparos. Cada uno aporto las otras mil cosas nuevas y detalladas de esa magna obra. Los tiempos aquí ¡no fueron perdidos! y yo me deleité escuchado a los expertos hablar.  Nos dejó muy bien impresionados.  Nos contó de su experiencia de haber tenido un matrimonio fallido, que cuando ya casada su marido le dijo que en realidad era gay, se llevó las manos a la cabeza y pensaron muy bien los dos: habrá que tomar los caminos reales, no los pensados. Llevar las cosas con acierto y educación, dejándose libres para que cada quien hiciera su vida. Ella nunca volvió por los caminos de tener pareja, se dedicó a gozar de la vida, de su jubilación. Que maravilloso es toparse con seres educadísimos y que saben dar lo que tienen para compartir. Se siente algo así como… ¿si se nos acomodara el alma al cuerpo de diferente manera? sacándonos de la vida común y corriente y sabiendo que, en esta vida, hay seres que nos iluminan nuevos caminos. Mi esposo y yo más adelante expusimos otras obras en la Galería de la ciudad, y ella llegó al recinto inaugural con un hermoso ramo de rosas amarillas. ¡Saber ver! (Continuará).

 

 

 

 

 

 

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