lunes, 19 de mayo de 2025

 

Día a día, es el reto. (9)

 

                                   Reconocer las influencias vivas y buenas que hemos recibido de algunos congéneres, es ser justos con la vida. MJ

 

                                      Según he llegado a comprender en las vivencias observadas, así como también en los caminos estudiados dentro de las concepciones de espiritualidad de los estudiosos y como las proponen, el tiempo que pasamos junto a alguna persona es clave y determinante, aunque también habremos de aceptar que existen las fechas de caducidad. No siempre los seres humanos con los que convivimos permanecen presencialmente, nos queda claro que las etapas se cierran y esto sucede cuando se ha concretado lo necesario que tenemos que hacer con tal o cual persona. Los seres humanos podremos estar, luego irnos y algunas veces volver, otro tanto solo estaremos poco tiempo y si se diera la permanencia, ésta no necesariamente es voluntaria, uno está cerca de alguien cuando no se ha concluido algún intercambio y así crecer.

La persona a quien elegimos como pareja para vivir la vida de familia, es seguro que nos ha dejado enormes influencias. Aunque no todo lo que se piensa en relación a la vida compartida, se da tal cual lo hemos soñado, ya hemos visto que, en estos intercambios, el amor tiene unas posturas únicas y personales, a veces está más presente y otras es tan solo una fuerza cohesiva como opción de procreación y así formar prole y descendencia.  No hay desengaños por sí mismos en las relaciones humanas, todo depende de lo que somos y esperamos, aprender a respetar es básico con el tipo de energía que se nos pide, es un reto.

En lo personal mi marido ha sido así, una gran influencia para mí. Seis años de diferencia de edad no se me había hecho gran cosa durante los más de cuarenta años de convivencia. Con el paso de los años, él me hace ver que no es así, en sí mismo lo reciente ya. A las alturas de la tercera edad (en la que estamos) me dice que: la edad puede pesar. Estamos atentos y hacemos nuestra parte.

 A ambos se nos ayuda a resolver asuntos de la tecnología y la bendición más grande es que nuestra hija que vive con nosotros nos echa esa mano, ya que en eso ambos somos bastante ineptos. Es menester hablar de lo que sentimos y cuando es necesario hacer esfuerzos antes de pedir a los jóvenes (que hoy dia están mucho más ocupados). Adaptarse o morir, diría la misma Antropología.

Las relaciones de pareja se transforman. Al cabo de los años no creo que haya nadie que haya elegido ese tipo de vida, lo pueda negar. Cuando vamos pisando ya las mesetas áridas de la vida adulta, nos damos cuenta que si no transformamos los modos, la vida nos cobra tributos innecesarios. Obviamente la adultez tiene enormes dones y dadivas inesperadas que hay que saber observar, agradecer.

  En el diario personal que releo hoy día, me explayé en darme cuenta y dejar bien sentado: como la vida matrimonial nos transforma. Siempre tener un balance generoso y positivo, es lo ideal. Al principio ese encuentro entre dos familias totalmente diferentes (aunque haya puntos similares en valores) son los modos son los que mandan el juego. Lo que traemos a casa en el matrimonio se amalgama sin duda alguna, mas los pensares de los cuatros padres que están detrás de cada pareja, están presentes.

Ya iba analizando desde las perspectivas del año 2009, y tenía muy clara la idea que quería hacer constar: haber superado etapas de adaptación en todas las áreas de la vida. Logros clarísimos en una propuesta de mejor convivencia, es como echar agua fresca en un día de calor a ese jardín que vemos que tiende a secarse. Hacer del convivir algo fluido, se necesita voluntad. Siempre se ve venir la renovación con las influencias de los hijos.  Los jóvenes empiezan a pisar fuerte, las colinas de una adultez prometedora reciben esas huellas nuevas.

Escribí: -Me queda claro que en este año 2009 llegué a sentir que a pesar de los pesares y tantas cosas recompuestas en el diario vivir y en la vida misma en general, el saldo a favor de las cosas aprendidas, eran y son muy positivas. Las vivencias diferentes son las mejores lecciones, los descubrimientos de lo que somos como entidades humanas únicas, van dejando lo suyo-.

Si hemos vivido entretelones de momentos amargos, siempre habremos de saber que no somos los únicos, y que, si uno ha venido a la vida (y más, si se ha elegido vida de pareja) es importante que las discrepancias se trabajen y nos fortalezcan.

Cuando el paso de los años nos permite conocernos mejor, saber en primera instancia que somos nuestro mejor amigo (a) antes que nada de nosotros mismos, esa claridad nos lleva de la mano para poder ser los mejores amigos de pareja e hijos, si los hay.

Me pueden encantar las decisiones de los jóvenes de hoy, hay tutti frutti: Vidas en soltería, de pareja, pareja con un solo hijo, pareja con más hijos, y todo lo que el espectro nos esté mostrando para poder sortear las dificultades del mundo de hoy, ya mucho más convulso y complicado.

Hacia el año 2009, hubo una fuerza nueva que comencé a sentir dentro de mí. De pronto me detuve: mi vida espiritual basada en caminos que iba adaptando y estudiando, daba el fruto de todo lo aprendido. Mi concepto de Dios dio un giro y se aclaró más y me daba cuenta que también es muy válido que haya personas que dicen no creer en ningún Dios, comprendí ese respeto que se merecen. Llegar a anclar y aclarar al Dios personal y realista no es tarea sencilla, puede tomarse un buen tiempo. ¡La vida entera! No es nada mas adosar conceptos, hay que hacerlo con convencimiento de causa y con apertura de lo que no se puede ver. También habrá quienes hemos tenido la fortuna de que eso se nos propuso desde niños (una creencia) y nos permite avocamos a reforzar esas ideas básicas. En lo personal todo lo que había leído y en las búsquedas de espiritualidades diferentes a mi religión, me estaban dando la apertura de una puerta nueva de visión. No hacer tan radical el pensamiento, pero si hacerlo desde la base real y verdadera de la religión a la que pertenecemos. Saber contrastar y darnos cuenta de los falsos profetas. Estar abiertos a que, con las enseñanzas recibidas podemos crecer en otros conocimientos. Cuando hay personas que a fin de cuentas deciden no creer en ninguna corriente religiosa, aceptar que también es válido no creer, ser asertivos en las tolerancias nos dignifica a todos. Las enseñanzas nos marcan para poder vivir mucho mejor y así limpiar y sacar la mies de la cosecha.

Dios se fue revelando como la presencia de una razón en mí misma. Más adelante aprendí: -no hay buena creencia sin razón clara-. (San Juan Pablo ll lo reiteró) todo se cuadra dentro de uno mismo. Tener en las manos una voluntad que armonice, respetando al otro. Y, no porque nos avoquemos a tener todo cada día más claro, las armonías serán estables, lo armónico uno lo propicia en el día a día. Siempre hay mucho que afinar. Cada domingo que afino mi guitarra para los cantos de la misa, me pregunto ¿habrá necesidad? lo hago y noto como aun estando colgada en su sitio seguro, la guitarra se desafina. Hasta el último día que vivíamos la vida terrenal, estaremos aprendiendo. Cuando quiero más paz, recurro a las oraciones de mi madre, me las legó casi sin percibirlo, las llevo dentro. Son mis mantras más adorados. A Dios se le percibe.

Los conceptos que van a regir la vida nunca son estáticos. Toda la vida habrá manifestaciones de asuntos que nos van a mover el tapete momentáneamente y luego vamos a ser capaces de comprender desde nuevos estadios. Como que uno estuviera ¿en un pajar? Y las ventiscas se llevasen toda la paja suelta, nosotros que tal vez la estuvimos protegiendo asiduamente de los vientos inesperados, nos damos cuenta que en ese pajar… ¡todo se mueve! y la paja que tiene que irse, vuela. Al soplar el viento, la paja que no pertenece es seguro que se vaya, nos viene quedando en la mente lo realmente certero y el camino se dulcifica, se hace más viable y caminable.

Podríamos decir también que hay como un sol interior dentro de cada ser, que con la edad va irradiando el calor necesario para atemperar el alma. El alma es una entidad muy personal. Cuando llegamos a la vida adulta mayor, la quisiéramos lo más fuerte posible, y aunque pretendemos tener claro cuando fue el momento culmen de la vida, tampoco importa tanto. Es seguro que la medianía de la edad nos ha aportado las fuerzas y muchos de los buenos recuerdos ahí mismo se alojan. Aparecen en la mente las personas que ya pasaron a la vida eterna, y hacemos recuento de cuanto nos legaron. Tengo dos primas que fueron como hermanas desde la niñez, que se fueron muy jóvenes, muchas veces vienen a mi mente.

Las cosas que aprendimos de los padres toman asiento y nos vamos dando cuenta que hasta esas ideas terminan por ponerse en su sitio. Las propuestas de los hijos, si los hay.  Los jóvenes que nos rodean, sean hijos biológicos o no, tienen una nueva visión del mundo y hay que dejar que eso se haga presente en la época que vivimos.  En lo personal ya no me preocupo de saber tanto más allá, amo mis libros viejos y leídos, algunos casi vueltos a encuadernar en casa, para ser releídos hoy día. Sí, he de pedir ayuda para las cosas que se complican y lo hago sin reparos de culpabilidad.

Cuando observo los pensamientos de mi nieto de 7(siete) años, me quedo perpleja. Darnos cuenta del mundo que les está tocando vivir a los nuevos críos no debe importunar nuestro ánimo, al contrario, a pesar de las negatividades hay que saber que plantar los buenos sentidos siempre da mejores frutos.   Para eso servirán los lentes de la experiencia, pero más que nada de la observancia, porque los pensadores que mueven los hilos del mundo algunas veces disfrutan con las inestabilidades para hacer de las suyas. Defender lo que creemos sin violencia.

El concepto de amistad va a cambiar sin remedio. Lo he vivido en carne propia y me queda clarísimo que es un concepto con multitud de aristas que hay que considerar. Los amigos que se fundamentaron en épocas privilegiadas están, sea como sea la vida en sus caminos y cambios. Hay que tener en cuenta que en ese sentido las redes han dado su parte, porque podemos estar en contacto no físico con personas que apreciamos muchísimo y sentir ese cariño que no tiene parangón. La valía de amistad real se da en términos de una humanidad que sí sabe valorar lo recibido.

Doy gracias infinitas por las personas que he conocido ya más entrada la vida en la adultez, son a quienes pone el destino para saber que si existen afinidades.

Si hemos vivido desencuentros, es porque hay necesidad de comprender cuando las personas son mas espirituales o son más terrenales. Es en la terrenidad donde se viven más discrepancias, y no pasa nada. Tendremos que dejarnos ser como somos, aunque no nos frecuentemos lo deseado.

Me doy cuenta, como dice una querida amiga odontóloga que vive en la ciudad de México: -a veces las relaciones humanas tienen fecha de caducidad-. Ella y su esposo se han comprado una casa en el centro de la ciudad de Mérida, y vienen con cierta periodicidad en busca del remanso de la provincia. Yo añadiría: -Y, saber llevar a otros estadios las relaciones, después de que caducan las etapas.

 Ella misma ama la historia, ha escrito libros sobre ese tema y mi marido la conoció en un viaje de investigación por esos mismos intereses. Lleva años casada con su marido también odontólogo, a quienes apreciamos mucho y aunque nos conocimos ya adultos, hemos pasado grandes momentos juntos. La vida trae sorpresas: su sobrina es vecina nuestra y muy querida.

A veces, me ha dolido creer en demasía en la amistad. Ahora ya se, que siempre hay amigos tolerantes y a quienes aún sin verlos con constancia se les percibo cercanos. Mas, cuando de pronto llegan personas afines, la vida da un respiro. Dan esperanza en la humanidad.  El corazón que es noble ahí se queda y se quedará hasta el último aliento.

En una ocasión de estos días que releo, fuimos a una cena a casa de unos amigos que conocimos ese año de 2009. Habían venido a vivir a la ciudad porque se les había contratado para trabajar en las haciendas recién restauradas. La señora y yo coincidimos en clases de dibujo en la facultad de arquitectura. Nos convidaron a esa cena con amigos de ellos, otros personajes que venían también del centro de la Republica. Lo que más nos llamó la atención fue que entre ellos había un vínculo irrompible: Se identificaron en la ciudad nueva (Mérida) por haber estudiado en el mismo colegio de CDMX, llamado: -Vistahermosa-. Nosotros nos dimos cuenta que nada teníamos que hacer ahí y por eso mismo estuvimos más agradecimos de la experiencia y haber sido convocados. Fue muy grato pasar ese momento de convivencia tan amable y armoniosa, efímera y muy noble. Ahí fue cuando mi esposo me dijo: -Haz de notar como la gente por sus raíces de nobleza se identifica, es parte del homo sapiens que se cultiva-. (Continuará).

 

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