miércoles, 5 de noviembre de 2025

 

Un día, una circularidad. (14)

                                                                  El arte de fluir es como un barco sobre las aguas, por unos momentos va más a merced de las olas y otros tantos va con la conducción de quien lo guía. MJ

                                                                   No se fluye con constancia en la vida personal.  La psicología actual lo deja claro, solo es posible encontrar los ritmos a voluntad, es decir, encontrar que nos beneficia y corresponde y a fin de cuentas que es lo que disfrutamos. Lograr ser el propio guía de nuestro barco y ser bendecidos. No siempre es fácil autoconducirnos, se nos escapa la acción y por lo tanto el flujo, las tantas actividades que nos ocupan entorpecen y por las propuestas que nos da el mundo, descabelladas algunas de ellas, nos podemos confundir. Otras veces la vida misma se encarga de apuntar y apuntalar.

Cuando a uno le domina el modo inquisitivo del vivir, es menester en este caso ponernos en modo observancia y tambien notar qué tanto nos estamos exigiendo. Si en verdad ese es el camino ¿el de cuestionarnos con constancia el modo? el flujo cambia.

El esfuerzo es una condición a la que solemos eludir. La cultura actual se ha encargado de hacernos creer que lo que se logra fácil es fluido y es lo mejor. No todo lo fácil es de flujo. porque fluir es estar en lo que nos corresponde y esto no es correteado. Se nos puede confundir el valor de esforzarnos (como si fuera un mal necesario) con una manera de ser que no es del total gusto a primera instancia, cuando en verdad lo que se trabaja da mejores frutos. Si logramos darnos cuenta de esta dualidad contradictoria y de cuánto remunera el empeño y la disciplina en nuestro interior, no dejaríamos de hacer los esfuerzos dignos en situaciones específicas. Hay una gran confusión con respecto a ley del menor esfuerzo y creer que lo más fácil sea la respuesta, es como percibir que hemos encontrado el atajo perfecto. Hacer la actividad que nos corresponde con todo el potencial que requiere la calidad del asunto. Estar en discrepancia afecta a la consciencia, porque lo que se hace a medias tintas, nos arrastra a la mediocridad. No importa el tiempo que nos lleve una acción, mientras los vacíos y las nadas no hagan de las suyas.

                                                                    Cuando observamos la circularidad o círculos concéntricos que se dibujan en el agua cuando arrojamos una piedra, nos daremos cuenta que el último que cierra hacia afuera tiende a ser más grueso, hay resistencia en el flujo natural, aunque sea el más realista.

                                    Por estos dias de la primera década del siglo, fue cuando comencé a sentir que la letra manuscrita estaba siendo amenazada y con influjo de desaparecer.  Tal parecía que ese modo tan clásico estaba siendo amenazado. Se escribe en algunos sectores más con letra de molde o por computadora y en el fondo de mi ser me negaba a aceptar que solo eso fuera a terminar perdurando.  Sentía tristeza dentro de mí misma. Ante la mirada personal algo que aprendí desde muy niña en el colegio, estaba a mis ojos con visos de destierro. Me puse las pilas y al fin comprendí que algo muere en uno mismo si no se practica, y más aún si no se propone o se habla de eso. Si tú que me lees sabes hacer letra manuscrita, tan solo te propongo que no la dejes de hacer: se han comprobado ya los beneficios a nivel neuronal y cerebral. Comprender que el mundo se rige por modas es una cosa y otra muy diferente saber el valor de algunas prácticas. Con el puño y letra (en particular la forma Palmer) la escritura es no solo bonita sino puntual en el beneficio que otorga. Me cuestionaba por momentos que valor tendría seguir escribiendo a mano o solo escribir en la computadora. Todo me quedo claro cuando percibí que las acciones no pueden estar determinadas solo por la temporalidad, sino por lo que nos caracteriza. El cambio fuerte de sentido al escribir lo viví en la secundaria y luego me quedé con las dos maneras disponibles de acomodo de la mano, cambio el sentido según el ánimo.

Me había costado mucho retomar la letra original para sentir que ya no procedía hacerla. Había sido cuestionada la forma de asentar la mano sobre el papel y al escribir de zurda parecía a otros que el esfuerzo era mucho, y para nada lo es. La condición del zurdo a veces solo la entiende otro zurdo. Tuve la ventura de que mi padre observó la zurdera en mí, y supo que no es tan solo el modo de asentar la escritura lo que importa, el zurdo tiene otros factores mentales que hay que considerar, me había dado esa seguridad en la primera infancia. No así le había ocurrido a él mismo.

 A mi padre le habían hecho escribir de plano con las dos manos, haciéndose un ser ambidextro. Los zurdos escribimos como abrazando el papel o las porciones del renglón por las que se asientan las palabras, y eso en mi caso por un tiempo lo modifiqué.

Decir que un zurdo escribe con la mano puesta en el papel con garbo, es pedir mucho. No por eso mismo habremos de forzar ese sentido que nos acomoda y caracteriza. Mucho de lo que escribí cuando me propusieron cambiar el sentido de la mano fue con esa firmeza de cuadrar mi letra a una posición manual que pareciendo más lógica y estética cuando en realidad no era la mía. Tratar de forzar a que cuadre algo que ya por sí mismo viene circular por naturaleza, es forzar.

Aun habiendo regresado a las formas de escritura de la infancia, a veces cambio el sentido de la letra con mucha facilidad, es algo que se me quedó en el chip mental y se me da el cambio por épocas.

                              Después de haber tomado algunos cursos de religión con los cristianos, varios conceptos se revolucionaron en mi interior. Exacto como me había pasado con el tipo de letra que prefería para escribir, me comenzó a pasar con el tipo de pensamiento que se me había inculcado, dentro de lo católico hubo cosas que dejaron de resonar.  Comprender que uno no ejerce una religión por lo que resuena puede tomarse un tiempo, es la creencia que se adopta y se hace parte del pensamiento. Nuestros porqués de querer comprender mejor los caminos por los que hemos nacido, nos puede llevar a revalorar, exacto como me paso con la posición de la mano izquierda. Nací en una familia de mucha religiosidad por la vía materna y la otra de una religión un tanto por inercias, y hoy me queda claro que de pronto esa amalgama cuenta y da un sentido de flujo mejor llevado. Solo uno mismo puede volver a retomar para comprender mejor, la religión no es sentimiento, es fe.

 Entre otros temas había una discrepancia entre lo que los católicos hablaban del perdón y como lo manejaban los cristianos y así con varios conceptos. Es cuando uno siente que se nos escapa algo al entender, cuando hay que prefijarnos a comprender mejor. Se perdona de inmediato, eso me quedó claro desde los dos aspectos y se ocupa uno de volver por los mismos caminos que produjeron algún agravio, haciéndolo con mas conocimiento.

Sentía que el afán de control excesivo de la iglesia en la que había nacido no me respondía. La circularidad del conocimiento religioso como que se cuadraba de más. Muchas veces me parecía que ahí se forzaba esa cuadratura del círculo, como queriendo que todo Dios respondiese de la misma manera. ¿Como vamos a responder todos de la misma manera siendo cada ser tan único? Y se fueron dando los detalles y los caminos. Comprender con paciencia, ante todo, y cómo es que se propone lo mismo para que la semilla germine a su tiempo en la tierra fértil de cada ser. Los tiempos de Dios, (volvemos a decirlo con claridad) nunca son los mismos para cada ser. Al fin comprendí porqué puede ser hasta de mala educación hablar de religión o política, porque es tan nuestra la creencia que nos abarca todo en la mente, que solo podríamos hablar de cómo nos ha ido en la feria de una manera muy personal. Así que aprendí mucho en esas sesiones porque me ayudaron a comparar y luego y a reforzar lo que he aprendido desde niña: escribir como zurda tradicional y pensar más como católica. Luego se refuerza con toda la creencia de la naturaleza cultural y social.

Comprender que la dimensión pensante uno mismo la da, a veces asusta. Nos encanta pensar que estamos adheridos a grupos en los que todos fluimos de igual manera, eso es válido como sentimiento de pertenencia. La creencia no se siente, se conoce.

La responsabilidad del pensamiento de lo que tenemos entre manos, es un don. No es lo que mi abuelita me dijo ni lo que me propusieron los padres, el aderezo final que viene de la mente personal es lo que más se disfruta porque deja abierta la puerta a crecer.  Nunca se espera todo del párroco (como sucedía el siglo pasado que los padres o sacerdotes eran venerados como dioses) ni de nadie, uno se fortalece más del camino de crecimiento que se decide emprender con conocimiento, y claro a veces se necesita más o menos dirección. Tal vez, nos fortalezcamos de lecturas que a veces no tienen que ser de tinte religioso.

Leí en estos días un libro titulado -Te amo, pero soy feliz sin ti-. Se trata tan solo de saber que el amor no debe hacernos dependientes de nada ni de nadie para sentirnos plenos. Amar, es apoyar a otro ser, nunca hacerlo tan indispensable que no podamos respirar. Al niño le puede dar mamitis o papitis, pero eso se supera. Cada parte de la pareja no es una media naranja, es una naranja entera y a los seres queridos y buenos amigos con todo su ser completo habremos de apreciarles exactamente como son.

Todos escogemos. La otra parte de la vida en pareja no tiene por qué querer saber todo lo que no le interesa. Si como individuos tenemos claro nuestro camino y derrotero para crecer, tal vez la otra parte tenga el suyo y si se desea se comparte, y si no, no hay nada de malo en eso de ser autónomos en nuestras creencias. Esto lo hacemos tanto a conciencia como a nivel inconsciente y si sentimos discrepancias dentro de lo escogido, es que Dios nos sabe seres valiosos para poder compartir solo y todo lo que somos.

En la juventud y en épocas de formación profesional, me polarizó muchísimo el estudio de los materialismos. Profundicé mucho en el materialismo histórico, así como en el materialismo dialectico y me parecía que era una respuesta muy fidedigna para la vida. Ya luego eso mismo tomó su lugar real. Con mi marido quise compartir todo en su momento, y fue tan rotundo el NO y que eso no era algo que su ser necesitara, que de plano me mando por un tubo. No podía yo comprender como una teoría tan hermosa (así me parecía entonces) alguien no la quisiera saber. Que cada quien tenga sus derroteros al pensar es lo más sano que hay porque la virtud de saber es muy personal. Es hasta estas décadas de la madurez cuando comprendo cómo y qué importante es no clavarse en una teoría como si fuera reformadora de la realidad.

 Es de lo más absurdo obligar a la realidad a cuadrarse a unos conceptos. La realidad es otra cosa, es mucho más dinámica y fluida, va por los oleajes de la vida a sus ritmos muy respetables.  Que una serie de ideas o conceptos en los cuales se quiera encajar solo la descuadre, ya nos ha quedado más que claro. Eso de la religiosidad aunada a la filosofía ahora lo vamos estudiando juntos mi hijo y yo, qué somos los más inquietos de casa.

Toda filosofía tiene sus tiempos y sus momentos. Filosofar apoya, pero no necesariamente siempre determina de fondo.  No hay tal unto de la magdalena, que forme a todos por igual.

Estupendo es el psicoanálisis, pero no para todo Dios ni todo momento y mucho menos hoy que ya se superó. Estupendo es el existencialismo de Sartre y cómo lo saco adelante junto con Simone de Beauvoir, pero nada que ver para la aplicabilidad directa y menos a la de hoy. Es un hecho totalmente comprobable y vivible que la vida siempre se reinventa. No importa si las etapas más felices (o eso creemos) han pasado o creemos que nada de lo que viene será tan gratificante como lo vivido en tiempos pasados, cuando nos damos cuenta que todas esas situaciones que la vida plantea, todas vienen adosadas de un colorido que hay que develar con constancia, el oleaje que lleva, el oleaje que uno conduce.

                                                                         Por estas fechas, de la primera década del siglo, mi marido estaba concluyendo una novela situada en la CDMX. Un tiempo se fue a casa de un tío para poder hacer la conclusión del texto y encontrar al editor adecuado. Nos vino muy bien el desfasarnos. La novela se publicó y eso dio pie a que hubiera ya tiempo para otras cosas y compartir.

El dia 10 del año 10 del mes 10, yo tambien terminé una narrativa en relación a lo que había vivido con los seres consanguíneos por parte de mi padre. Lo titulé -Sopa Rochuna- porque en casa de mi padre había un guiso así llamado por la abuela, era una vianda muy apreciada por todos, con ingredientes discrepantes y revueltos. Me pareció perfecto el nombre, dado que de esa línea consanguínea vino luego todo un asunto triste. Lo guarde como 15 (quince) años para revisarlo en estos dias, volver a un texto es grandioso, tomar los tiempos necesarios de revisión.

El saber que todo puede ser efímero nos causa un poco de pesar, mas cuando comprendemos que dirección lleva nuestro barco, estamos seguros que las mismas olas apoyan, y si es muy distinto el oleaje de otros seres humanos que navegan cerca de nosotros, aceptamos. Lo más infame que he vivido es estar cerca de abogados corruptos, es un asunto que pensé que nunca vería en mi vida.  

Cuando nos volvimos a reunir en casa con los hijos, ya con textos escritos y a vivir otro momento, pudimos compartir las ideas de esos males de la familia y hacerlo abiertamente. Nos prometimos que jamás pondríamos el valor de vivir la felicidad puesta en cosas, sino en momentos atesorados.  Nos dimos cuenta de que quien depreda… luego sale depredado.   A veces sin importar la deshonra, hasta en la consanguinidad encontramos enemigos. No se entienden hasta que se asimilan las consecuencias reales de actos realizados por seres que creímos cercanos. Ser gente con un sentido de honrar la verdad, es algo que se adopta a voluntad.

 Quien se debata en la mentira siempre encontrará escollos. Un escollo, es bueno saber que es como un peñasco que está a flor de agua y que nos puede hacer tropezar sin darnos cuenta, porque no se ve claramente, o porque no se quiere ver. Recordaba a menudo el título leído en la primera juventud: -Cada día tiene su secreto-. Me daba cuenta que hay títulos que se nos quedan prendidos al alma y vuelven a la mente. Así, me decía que tendría que fortalecer eso de encontrar el secreto mejor guardado del día vivido.

Las incongruencias existen, mas son parte de la química necesaria para hacernos congruentes. Ante situaciones vividas, es seguro que haya una reflexión que nos fortalece.

Aristóteles solo nos dijo que A es A. Mas luego vino otro pensamiento filosófico y se bajó ese del pedestal y nos dijo que A tambien puede ser Y, ya cada quien elige.

El cinismo que de pronto se aparece muy cerca de uno mismo y que vemos tan presente hoy día en vidas que contemplamos con horror, es parte de interpretaciones a modo, y eso nos debe fortalecer la paz y saber qué todos esos castillos de naipes que relumbran, terminan por derrumbarse.

Que el cinismo nunca nos cambie el ánimo. Observar al cínico es interesante, yo he tenido en la familia directa paterna buenos ejemplares de cínicos observables, de los que estoy retomando en el texto que reviso y reescribo.  Que importa que los seres en los que confiamos sean unos cuantos malhechores, hay mucha más gente buena y si es que sabemos que estamos felices con la vida que hemos logrado y elegido, fluimos con bien.

 Los que somos padres de familia sabemos el valor de ver felices a nuestros hijos y haciendo lo que ellos mejor consideran. Tal vez no comulguemos con todos los seres en los que confiamos, habremos de aceptarlo como una condición humana. (Continuará).

 

 

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