Un día, una
circularidad. (14)
El arte de fluir
es como un barco sobre las aguas, por unos momentos va más a merced de las olas
y otros tantos va con la conducción de quien lo guía. MJ
No se fluye con constancia en la
vida personal. La psicología actual lo
deja claro, solo es posible encontrar los ritmos a voluntad, es decir, encontrar
que nos beneficia y corresponde y a fin de cuentas que es lo que disfrutamos. Lograr
ser el propio guía de nuestro barco y ser bendecidos. No siempre es fácil
autoconducirnos, se nos escapa la acción y por lo tanto el flujo, las tantas actividades
que nos ocupan entorpecen y por las propuestas que nos da el mundo,
descabelladas algunas de ellas, nos podemos confundir. Otras veces la vida
misma se encarga de apuntar y apuntalar.
Cuando a uno le
domina el modo inquisitivo del vivir, es menester en este caso ponernos en modo
observancia y tambien notar qué tanto nos estamos exigiendo. Si en verdad ese
es el camino ¿el de cuestionarnos con constancia el modo? el flujo cambia.
El esfuerzo es una
condición a la que solemos eludir. La cultura actual se ha encargado de
hacernos creer que lo que se logra fácil es fluido y es lo mejor. No todo lo
fácil es de flujo. porque fluir es estar en lo que nos corresponde y esto no es
correteado. Se nos puede confundir el valor de esforzarnos (como si fuera un
mal necesario) con una manera de ser que no es del total gusto a primera
instancia, cuando en verdad lo que se trabaja da mejores frutos. Si logramos
darnos cuenta de esta dualidad contradictoria y de cuánto remunera el empeño y
la disciplina en nuestro interior, no dejaríamos de hacer los esfuerzos dignos
en situaciones específicas. Hay una gran confusión con respecto a ley del menor
esfuerzo y creer que lo más fácil sea la respuesta, es como percibir que hemos
encontrado el atajo perfecto. Hacer la actividad que nos corresponde con todo
el potencial que requiere la calidad del asunto. Estar en discrepancia afecta a
la consciencia, porque lo que se hace a medias tintas, nos arrastra a la
mediocridad. No importa el tiempo que nos lleve una acción, mientras los vacíos
y las nadas no hagan de las suyas.
Cuando observamos la circularidad o círculos concéntricos que se dibujan
en el agua cuando arrojamos una piedra, nos daremos cuenta que el último que
cierra hacia afuera tiende a ser más grueso, hay resistencia en el flujo
natural, aunque sea el más realista.
Por estos dias de la primera década del siglo,
fue cuando comencé a sentir que la letra manuscrita estaba siendo amenazada y
con influjo de desaparecer. Tal parecía
que ese modo tan clásico estaba siendo amenazado. Se escribe en algunos
sectores más con letra de molde o por computadora y en el fondo de mi ser me
negaba a aceptar que solo eso fuera a terminar perdurando. Sentía tristeza dentro de mí misma. Ante la
mirada personal algo que aprendí desde muy niña en el colegio, estaba a mis
ojos con visos de destierro. Me puse las pilas y al fin comprendí que
algo muere en uno mismo si no se practica, y más aún si no se propone o se
habla de eso. Si tú que me lees sabes hacer letra manuscrita, tan solo te
propongo que no la dejes de hacer: se han comprobado ya los beneficios a nivel
neuronal y cerebral. Comprender que el mundo se rige por modas es una cosa y
otra muy diferente saber el valor de algunas prácticas. Con el puño y letra (en
particular la forma Palmer) la escritura es no solo bonita sino puntual en el
beneficio que otorga. Me cuestionaba por momentos que valor tendría seguir escribiendo
a mano o solo escribir en la computadora. Todo me quedo claro cuando percibí
que las acciones no pueden estar determinadas solo por la temporalidad, sino
por lo que nos caracteriza. El cambio fuerte de sentido al escribir lo viví en
la secundaria y luego me quedé con las dos maneras disponibles de acomodo de la
mano, cambio el sentido según el ánimo.
Me había costado
mucho retomar la letra original para sentir que ya no procedía hacerla. Había
sido cuestionada la forma de asentar la mano sobre el papel y al escribir de
zurda parecía a otros que el esfuerzo era mucho, y para nada lo es. La
condición del zurdo a veces solo la entiende otro zurdo. Tuve la ventura de que
mi padre observó la zurdera en mí, y supo que no es tan solo el modo de asentar
la escritura lo que importa, el zurdo tiene otros factores mentales que hay que
considerar, me había dado esa seguridad en la primera infancia. No así le había
ocurrido a él mismo.
A mi padre le habían hecho escribir de plano
con las dos manos, haciéndose un ser ambidextro. Los zurdos escribimos como
abrazando el papel o las porciones del renglón por las que se asientan las
palabras, y eso en mi caso por un tiempo lo modifiqué.
Decir que un zurdo
escribe con la mano puesta en el papel con garbo, es pedir mucho. No por eso
mismo habremos de forzar ese sentido que nos acomoda y caracteriza. Mucho de lo
que escribí cuando me propusieron cambiar el sentido de la mano fue con esa
firmeza de cuadrar mi letra a una posición manual que pareciendo más
lógica y estética cuando en realidad no era la mía. Tratar de forzar a que cuadre
algo que ya por sí mismo viene circular por naturaleza, es forzar.
Aun habiendo
regresado a las formas de escritura de la infancia, a veces cambio el sentido de
la letra con mucha facilidad, es algo que se me quedó en el chip mental y se me
da el cambio por épocas.
Después de haber
tomado algunos cursos de religión con los cristianos, varios conceptos se revolucionaron
en mi interior. Exacto como me había pasado con el tipo de letra que prefería
para escribir, me comenzó a pasar con el tipo de pensamiento que se me había
inculcado, dentro de lo católico hubo cosas que dejaron de resonar. Comprender que uno no ejerce una religión por
lo que resuena puede tomarse un tiempo, es la creencia que se adopta y se hace
parte del pensamiento. Nuestros porqués de querer comprender mejor los
caminos por los que hemos nacido, nos puede llevar a revalorar, exacto como me
paso con la posición de la mano izquierda. Nací en una familia de mucha
religiosidad por la vía materna y la otra de una religión un tanto por
inercias, y hoy me queda claro que de pronto esa amalgama cuenta y da un
sentido de flujo mejor llevado. Solo uno mismo puede volver a retomar para
comprender mejor, la religión no es sentimiento, es fe.
Entre otros temas había una discrepancia entre
lo que los católicos hablaban del perdón y como lo manejaban los cristianos y
así con varios conceptos. Es cuando uno siente que se nos escapa algo al
entender, cuando hay que prefijarnos a comprender mejor. Se perdona de
inmediato, eso me quedó claro desde los dos aspectos y se ocupa uno de volver
por los mismos caminos que produjeron algún agravio, haciéndolo con mas
conocimiento.
Sentía que el afán
de control excesivo de la iglesia en la que había nacido no me respondía. La
circularidad del conocimiento religioso como que se cuadraba de más. Muchas
veces me parecía que ahí se forzaba esa cuadratura del círculo, como queriendo
que todo Dios respondiese de la misma manera. ¿Como vamos a responder todos de
la misma manera siendo cada ser tan único? Y se fueron dando los detalles y los
caminos. Comprender con paciencia, ante todo, y cómo es que se propone lo mismo
para que la semilla germine a su tiempo en la tierra fértil de cada ser. Los
tiempos de Dios, (volvemos a decirlo con claridad) nunca son los mismos para
cada ser. Al fin comprendí porqué puede ser hasta de mala educación hablar de
religión o política, porque es tan nuestra la creencia que nos abarca
todo en la mente, que solo podríamos hablar de cómo nos ha ido en la feria de
una manera muy personal. Así que aprendí mucho en esas sesiones porque me
ayudaron a comparar y luego y a reforzar lo que he aprendido desde niña:
escribir como zurda tradicional y pensar más como católica. Luego se refuerza
con toda la creencia de la naturaleza cultural y social.
Comprender que la dimensión
pensante uno mismo la da, a veces asusta. Nos encanta pensar que estamos
adheridos a grupos en los que todos fluimos de igual manera, eso es válido como
sentimiento de pertenencia. La creencia no se siente, se conoce.
La responsabilidad
del pensamiento de lo que tenemos entre manos, es un don. No es lo que mi
abuelita me dijo ni lo que me propusieron los padres, el aderezo final que
viene de la mente personal es lo que más se disfruta porque deja abierta la
puerta a crecer. Nunca se espera todo del
párroco (como sucedía el siglo pasado que los padres o sacerdotes eran
venerados como dioses) ni de nadie, uno se fortalece más del camino de
crecimiento que se decide emprender con conocimiento, y claro a veces se
necesita más o menos dirección. Tal vez, nos fortalezcamos de lecturas que a
veces no tienen que ser de tinte religioso.
Leí en estos días
un libro titulado -Te amo, pero soy feliz sin ti-. Se trata tan solo de saber
que el amor no debe hacernos dependientes de nada ni de nadie para sentirnos
plenos. Amar, es apoyar a otro ser, nunca hacerlo tan indispensable que no
podamos respirar. Al niño le puede dar mamitis o papitis, pero
eso se supera. Cada parte de la pareja no es una media naranja, es una naranja entera
y a los seres queridos y buenos amigos con todo su ser completo habremos de
apreciarles exactamente como son.
Todos escogemos. La
otra parte de la vida en pareja no tiene por qué querer saber todo lo que no le
interesa. Si como individuos tenemos claro nuestro camino y derrotero para
crecer, tal vez la otra parte tenga el suyo y si se desea se comparte, y si no,
no hay nada de malo en eso de ser autónomos en nuestras creencias. Esto lo
hacemos tanto a conciencia como a nivel inconsciente y si sentimos
discrepancias dentro de lo escogido, es que Dios nos sabe seres valiosos para
poder compartir solo y todo lo que somos.
En la juventud y en
épocas de formación profesional, me polarizó muchísimo el estudio de los
materialismos. Profundicé mucho en el materialismo histórico, así como en el
materialismo dialectico y me parecía que era una respuesta muy fidedigna para
la vida. Ya luego eso mismo tomó su lugar real. Con mi marido quise compartir
todo en su momento, y fue tan rotundo el NO y que eso no era algo que su ser
necesitara, que de plano me mando por un tubo. No podía yo comprender como una
teoría tan hermosa (así me parecía entonces) alguien no la quisiera saber. Que
cada quien tenga sus derroteros al pensar es lo más sano que hay porque la
virtud de saber es muy personal. Es hasta estas décadas de la madurez cuando
comprendo cómo y qué importante es no clavarse en una teoría como si
fuera reformadora de la realidad.
Es de lo más absurdo obligar a la realidad a
cuadrarse a unos conceptos. La realidad es otra cosa, es mucho más dinámica y
fluida, va por los oleajes de la vida a sus ritmos muy respetables. Que una serie de ideas o conceptos en los
cuales se quiera encajar solo la descuadre, ya nos ha quedado más que claro.
Eso de la religiosidad aunada a la filosofía ahora lo vamos estudiando juntos
mi hijo y yo, qué somos los más inquietos de casa.
Toda filosofía
tiene sus tiempos y sus momentos. Filosofar apoya, pero no necesariamente siempre
determina de fondo. No hay tal unto
de la magdalena, que forme a todos por igual.
Estupendo es el
psicoanálisis, pero no para todo Dios ni todo momento y mucho menos hoy que ya
se superó. Estupendo es el existencialismo de Sartre y cómo lo saco adelante
junto con Simone de Beauvoir, pero nada que ver para la aplicabilidad directa y
menos a la de hoy. Es un hecho totalmente comprobable y vivible que la vida
siempre se reinventa. No importa si las etapas más felices (o eso creemos) han
pasado o creemos que nada de lo que viene será tan gratificante como lo vivido
en tiempos pasados, cuando nos damos cuenta que todas esas situaciones que la
vida plantea, todas vienen adosadas de un colorido que hay que develar con
constancia, el oleaje que lleva, el oleaje que uno conduce.
Por estas fechas, de la primera década del siglo, mi marido estaba
concluyendo una novela situada en la CDMX. Un tiempo se fue a casa de un tío
para poder hacer la conclusión del texto y encontrar al editor adecuado. Nos
vino muy bien el desfasarnos. La novela se publicó y eso dio pie a que hubiera
ya tiempo para otras cosas y compartir.
El dia 10 del año
10 del mes 10, yo tambien terminé una narrativa en relación a lo que había
vivido con los seres consanguíneos por parte de mi padre. Lo titulé -Sopa
Rochuna- porque en casa de mi padre había un guiso así llamado por la abuela,
era una vianda muy apreciada por todos, con ingredientes discrepantes y
revueltos. Me pareció perfecto el nombre, dado que de esa línea
consanguínea vino luego todo un asunto triste. Lo guarde como 15 (quince) años
para revisarlo en estos dias, volver a un texto es grandioso, tomar los tiempos
necesarios de revisión.
El saber que todo
puede ser efímero nos causa un poco de pesar, mas cuando comprendemos que
dirección lleva nuestro barco, estamos seguros que las mismas olas apoyan, y si
es muy distinto el oleaje de otros seres humanos que navegan cerca de nosotros,
aceptamos. Lo más infame que he vivido es estar cerca de abogados corruptos, es
un asunto que pensé que nunca vería en mi vida.
Cuando nos volvimos
a reunir en casa con los hijos, ya con textos escritos y a vivir otro momento,
pudimos compartir las ideas de esos males de la familia y hacerlo abiertamente.
Nos prometimos que jamás pondríamos el valor de vivir la felicidad puesta en
cosas, sino en momentos atesorados. Nos
dimos cuenta de que quien depreda… luego sale depredado. A
veces sin importar la deshonra, hasta en la consanguinidad encontramos enemigos.
No se entienden hasta que se asimilan las consecuencias reales de actos
realizados por seres que creímos cercanos. Ser gente con un sentido de
honrar la verdad, es algo que se adopta a voluntad.
Quien se debata en la mentira siempre
encontrará escollos. Un escollo, es bueno saber que es como un peñasco que está
a flor de agua y que nos puede hacer tropezar sin darnos cuenta, porque no se
ve claramente, o porque no se quiere ver. Recordaba a menudo el título leído en
la primera juventud: -Cada día tiene su secreto-. Me daba cuenta que hay
títulos que se nos quedan prendidos al alma y vuelven a la mente. Así, me decía
que tendría que fortalecer eso de encontrar el secreto mejor guardado del día
vivido.
Las incongruencias
existen, mas son parte de la química necesaria para hacernos congruentes. Ante
situaciones vividas, es seguro que haya una reflexión que nos fortalece.
Aristóteles solo
nos dijo que A es A. Mas luego vino otro pensamiento filosófico y se bajó ese
del pedestal y nos dijo que A tambien puede ser Y, ya cada quien elige.
El cinismo que de
pronto se aparece muy cerca de uno mismo y que vemos tan presente hoy día en
vidas que contemplamos con horror, es parte de interpretaciones a modo, y eso
nos debe fortalecer la paz y saber qué todos esos castillos de naipes que
relumbran, terminan por derrumbarse.
Que el cinismo nunca
nos cambie el ánimo. Observar al cínico es interesante, yo he tenido en la
familia directa paterna buenos ejemplares de cínicos observables, de los que
estoy retomando en el texto que reviso y reescribo. Que importa que los seres en los que confiamos
sean unos cuantos malhechores, hay mucha más gente buena y si es que sabemos
que estamos felices con la vida que hemos logrado y elegido, fluimos con bien.
Los que somos padres de familia sabemos el
valor de ver felices a nuestros hijos y haciendo lo que ellos mejor consideran.
Tal vez no comulguemos con todos los seres en los que confiamos, habremos de
aceptarlo como una condición humana. (Continuará).
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