Escribir, leer, ser. (10)
El flojo y el mezquino van dos veces el
camino.
Refrán popular.
Y, una vez más lo que nuestras madres nos dicen, queda. Ahí en el fondo
del alma sabemos cómo han escrito nuestros padres los postulados en los
que ellos han creído, creen y creerán y así transformados, los vamos haciendo
nuestros y asentamos nuestra vida en esa base. Nos gusta mucho saber que no
estamos desligados de una línea genético/temporal y aunque hay un tiempo que
nos alejamos de la casa paterna (al menos mentalmente por alguna etapa) lejos
de ser desdeñable es muy digno saber de dónde venimos, solo así sabremos a
donde vamos. No podemos olvidar que cerrar es abrir.
Cuando nos damos cuenta de cómo se nutren las
mezquindades, y que de pronto pueden acercarse y hacernos actuar con pereza o
lentitud, es cuando nos damos a la tarea de sacarlas, mucho más cuando se
cierran ciclos, tanto en nosotros mismos como en nuestros congéneres más
cercanos.
Uno de los aspectos en que la vida se muestra laxa, está
en lo que podemos llamar bisutería de la vida, existen muchas cosas
superfluas que nos invaden la mente sacándonos de nuestros centros regidores, sucede
cuando percibimos ligerezas que no concretan aspectos realmente importantes y
hasta un cierto sinsentido se llega a percibir, algo así como que se le
pierde la pista a la felicidad que se ha concebido y que muchas veces se cree
perenne y constante. De pronto, el mundo nos atrapa y nos olvidamos que somos
espíritus que evolucionamos una vida concreta, la dimensión temporal puede ser
aliada y darnos los tiempos necesarios.
Cuando caemos en esos sentimientos que son falsedades,
nos damos cuenta de que, si logramos sentirnos a nosotros mismos,
entramos en una serenidad muy valiosa.
En estos tiempos de relecturas me encontré con un
artículo que leí hace algunos años, propone que la felicidad se basa en la
genética. Podría ser cierto en parte, porque la felicidad bien lo sabemos:
proviene de aspectos y fundamentos que se conjuntan en nuestro ser, que es
único.
Mas, como ya vamos comprendiendo y hacemos cortes de caja
vitales cuando los tiempos lo requieren, la flojera de saber mejor quiénes somos
nos puede paralizar, sin mezquindades es seguro que no tengamos que recorrer
caminos dos veces. Hay que tomar por el cuello la revisión de vida.
Cortes de caja vitales, para emprenderla con nuevos bríos.
En las relaciones humanas de pronto creemos que es la
lógica lo que impera, sin olvidar que es el corazón el que también se adapta.
Somos seres circunstanciales, esa circunstancia nos da el
sentido y éste no es inamovible, vamos yendo con los visos de evolución que
cada uno podremos visualizar, nada es manda, a fin de cuentas, lo importante es
no perder la paz.
De pronto nos damos cuenta de que lo que da base a la
vida es la rutina. Volvemos a hablar de ésta, porque cada ser la reconstruye en
las etapas que se cierran y se abren durante toda la vida. Llevar un sistema de
vida no es poca cosa y apegarnos a él, porque sabemos de la importancia de
tener estructura.
Sentirnos seguros en la vida que nos ha tocado vivir para
añadir los colores que cazan con nuestra manera de ser y así elegir lo
que nos corresponde. No podemos ir por la vida en modalidad ideal,
porque podremos desbarrancarnos a la primera de cambio. Saber ver para saber
ser. El ideal, no es la expectativa cerrada e inamovible, mas bien es saber
el sentido del flujo que aporta.
Los aspectos que nos ayudan al orden de la mente son
mucho más importantes que esos placeres efímeros en los que a veces nos
distraemos y creemos en demasía.
Hoy día que se leen muchos menos libros de numerosas páginas,
se nos olvida el placer de ¿En qué página me quedé? y volver a la lectura una y otra vez. Hoy, se
prefieren los textos cortos y muchísima gente ya ni siquiera toma el libro de
papel, en su lugar se toma la tableta electrónica. No me parece nada mal,
porque en realidad da lo mismo cuando el sentido de la lectura nos lleva a nutrirnos,
sin embargo, ese gozo del papel habrá algunos que no lo cambiaríamos por nada.
El libro, no se toma para acabárnoslo de un solo tirón. Al
leer, no estamos corriendo un maratón como si tuviéramos urgencia de llegar a X
sitio, o como si nos estuviéramos comiendo un helado que se nos puede derretir
entre las manos es en verdad un error. El libro es un ser vivo que nos
infunde parte de su vida y que puede tomar una vida concreta para cada ser que
se avoca a leer, al libro hay que tenerle respeto. Mi marido se enoja porque
marco los libros con plumón de alerta, es algo que en lo personal necesito
hacer, mi método como he dicho antes: es ir de pasta a pasta sin marcas y luego
regresar en busca de las pepitas de oro. Me gusta básicamente marcar en
amarillo, ¡el color de la sabiduría!
Leer, es un desafío que ya no muchos quieren poner en la
agenda del día a día. A veces habrase de esperar estar de vacaciones para tomar
un libro, ese libro que nos espera paciente como un buen amigo.
¿Qué sentido tiene una reflexión que nos regalamos a
nosotros mismos?
Tiene todo el sentido del mundo, siempre. No podemos
dejar de observarnos y crear en nosotros mismos esos resabios de bien que nacen
de lo que percibimos en momentos de cierre o en momentos clave.
Cuando nuestras metas son claras, perfectamente podemos
soltar lo que nos está haciendo agua en la embarcación mental,
incrementar el contenido interior de nuestro pensamiento. En un buen libro nada
tiene que ver el número de páginas, puede ser un libro de 10 (diez) páginas y
darnos una gran enseñanza. Observar por algún rato el párrafo que nos resuena y
volver a leer cuanto sea necesario.
Cuando comprender que la actividad que amamos realizar es
parte de nuestra persona desde que nacemos, también sabemos cómo la vamos
develando conforme pasan las diferentes etapas de la vida, así es como podemos dar
un valor agregado a cada día que se vive. No vivir sin ese sentimiento de
aportar lo valioso que comprendemos.
La retroalimentación es un concepto que hay que
revalorar, es ir añadiendo al camino ya trazado, es volver y refrendar lo que
sabemos que es lo que en verdad nos alimenta.
Ej. de mí misma: Yo amé jugar tenis. Lo hice desde los 6
(seis) años de edad. Fue cambiando la actividad adecuándose a las
circunstancias vividas. Es así de fácil, no dejar de amar lo que nos resuena, y
hacerlo de la manera que más conviene dependiendo de la etapa de vida.
Mi hijo me pide regresar a las canchas… él lo anhela
porque sabe hoy día el valor de practicar ese deporte, lo que le digo es que mi
momento de juego ya pasó, disfruto de ese deporte de otras maneras porque hay
que saber cerrar, es un don saber qué corresponde y qué no.
También hay que aceptar que hay actividades que son
temporales.
Se le llama experiencia autotélica a esa que en sí misma
percibimos y que nos deja un buen sabor de boca y la realizamos con un alto porcentaje
de placer.
Los esfuerzos extras se van dando como algo natural sin
que nos cueste mayormente llegar a esos momentos fluidos.
La falta de disciplina puede perjudicar, pero cuando es
algo que en verdad se ama, todo fluye.
Si algo nos agrada, vale la pena esforzarnos.
Mucho del dolor acumulado en las sociedades humanas se
manifiesta por la discrepancia de mente y metas. Hacer momentos de silencio,
escuchar música, valorar en entorno natural, todo esto para darnos momentos
valiosos para reencontrarnos con el centro que nos da sentido.
Estar en lo que estamos, puede llegar a ser tan satisfactorio que ya no
necesitemos nada más para la realización total de nuestra vida. No es el cumulo
de actividades lo que nos recrea el espíritu, sino las elegidas y bien
llevadas. Es saber que las que hacemos las realizamos sin mezquindad.
Ese frenesí de búsqueda de nuevas actividades… hay que
tenerlo claro: ¿Son en realidad las que nos corresponden? Lo preferencial ha de
pasar a ser esencia de vida, no hay que ver tanto a los lados.
Quienes ya estamos en las etapas maduras de la vida,
tenemos el derecho a elegir con mas certeza y sin muchos miramientos. Implementar
satisfacción no está más que en función de uno mismo.
Hoy dia hay multitud de oferta de cursos cortos que
pueden cerrar conocimientos que dejamos inconclusos y que necesitamos refrendar
en nosotros. No temer asistir a ellos. En mi caso personal lo hice en función a
la Literatura, no ha sido centralidad de mis estudios universitarios, mas ha
ocupado un lugar preferencial y por etapas.
Nunca estamos en competencia con nadie en los saberes y
haberes, ese sentimiento se nos ha impuesto como un modo de vida que muchos
llevan y nos hacen creer que es importante. Lo que uno sabe y lo que uno quiere
saber, es algo muy personal. Canalizar la atención en un conjunto de metas
renovadas es algo que puede abrirnos canales muy satisfactorios.
Nunca olvidar que hay tiempo para todo lo que nos da
centralidad. Si se llega a percibir falta de tiempo tal vez sea porque nos
estamos excediendo en las exigencias, solo sentimos que el tiempo nos falta
cuando estamos por caminos que podrían ser equívocos.
Si la vida de pronto propone, hay que valora el hecho en
sí mismo, saber que tanto nos puede dar nuevos giros que tal vez tuvimos en espera.
De pronto las puertas que se abren no las asumimos como
posibles entradas a nuevas experiencias por algunos temores infundados, hay que
revisar.
¿Será que veces creemos que ya estamos demasiado grandes
para realizar algunas actividades?
Siempre me ha gustado cantar. Lo hago para mí misma en el
automóvil y en esta última etapa de vida me he dado el regalo de una nueva
guitarra, no es que yo sea buena en esas lides, pero me gusta compartir
canciones sencillas en la iglesia y con los nietos.
Aquí en la comunidad en donde vivo de pronto se abrió una
puerta: Grupo de canto para adultos mayores. Todos los aludidos estamos felices
porque se han hecho diversos grupos en acciones preferenciales. Ya los que
juegan cartas tienen esa oportunidad con regularidad, dominó o bingo, tienen un
dia de reunión. En estos días hemos catando unas veces para algunas personas y
todos hemos disfrutado mucho. Los villancicos han sido parte de nuestras interpretaciones
en este cierre de año. Algo muy grato.
Una vecina joven, cantante y muy amable, se ha brindado
con alto valor altruista para dirigir el coro de adultos y todo ha fluido muy
bien. Se aprecia como hay personas que saben dar su tiempo para la calidad de
vida, sin más que eso.
¿Por qué cantar?
Porque a quienes nos gusta hacerlo ya se nos abre una
puerta para estar en compañía de otros sin mayores miramientos, es algo que se
disfruta por sí mismo. Compartir se hace
con gusto, con gozo y con naturalidad.
Oportunidades mentales y artísticas de grupo, conocer a
otros que también tienen esa afición.
Continuaremos hablando de las visiones de Vasarely, el artista
plástico que abrió sus pensamientos para expresar del sentido del arte, los aspectos
que incumben a las masas, a todos los seres sociales, veremos cómo aporta las
ideas para que el arte llegue a mas gente. También volveremos más adelante a
las reflexiones sobre los colores, siempre hay nuevos aspectos de esos
espectros de luz que viven cerca de nosotros y que no les damos el
sentido que tienen en nuestras vidas. (Continuará)