Escribir, leer, ser. (6)
Mudarse de casa, de ciudad o de país.
Cada quien tiene profundidades insondables. ¿Habrase de
comprender por todos, el sentido trastocado de las vidas y sus porqués? MJ
Es bueno poner atención en algunos porqués. No en todos. Estar sondeando de más en las
vidas ajenas jamás ha sido un buen camino, trastoca la interioridad de quien
busca lo que no le corresponde saber. Asumir que cada uno de nosotros
tendríamos que preguntarnos y decidir los cuestionamientos de índole personal,
es elegir para no poner demasiada pimienta. Algunas veces hay que tener
cuidado de que nuestra vida no resulte muy picante, y vayamos a estornudar de
más. Sin embargo, es necesario salvaguardar lo que nos concierne y más que nada,
el cómo se atiende y entiende.
Nadie puede negar que,
en las líneas de ascendencia social, ha habido migración. El haber sido parte
de movimientos sociales de cambios en la vida personal, es innegable. Eso de
creer que estamos en donde estamos porque ahí se nos inició la vida, es falaz. Todos
hemos sido parte de algún tipo de movilidad.
En el caso de Simone de Beauvoir, tuvo mucho dolor,
cuando por asuntos de la guerra, sus padres se ven en la necesidad de mudarse
de casa. Las niñas pasaron a tener mucho menos espacio para sí mismas, y la
necesidad de un momento de reflexión en soledad se fue haciendo cada vez más
difícil.
Ella habla de que no tenían la calefacción necesaria para
el invierno y que los espacios reducidos le agobiaban.
-No había rincón que fuera mío-. Dice a la letra, Simone.
-Aprendí a hacer mis deberes, a estudiar mis lecciones,
entre el bullicio de las voces-
Sabemos que es muy necesario un espacio personal. La
misma Virginia Woolf tituló uno de sus textos más emblemáticos: -Una habitación
propia-.
La burguesía por definición, ha dado preponderancia al
simulacro y más aún a aparentar vidas como perfectas, y sabemos que eso no
existe. Si la vida interna de casa se trastoca pareciera que nada se puede
decir, nada de comentar, no se vayan a enterar las personas equivocadas. Así
nos damos cuenta que a veces temas que se deben tocar y aclarar de inmediato
para zanjar malos entendidos o crear malos momentos, se quedan velados haciendo
mucho daño a las familias. Por Gracia de Dios hoy día existen los consultorios
profesionales que dan pie a que la gente se ordene la mente. Callar, si la vida
misma no apela a la dignificación de los miembros de casa, no es la mejor
manera de evolucionar, si es menester tener ayuda, hay que pedirla. Tengo una
muy buena amiga que ha pasado por momentos de depresión profunda, ahora,
siempre le percibo muy entera, le aprecio mucho y hasta ha llegado a decirme
que cuente con ella cuando sepa de alguien que necesite hablar de esos temas,
ella está dispuesta, su experiencia puede ayudar a muchos.
Hay que comenzar desde los críos, enseñarles a ponerse en
contacto con sus sentimientos, hablar de esos asuntos mentales en un afán de
ordenar y saber cómo despejar lo que hay que sacar. Los niños de hoy ya son
harina de otros costales y eso es porque los mismos padres jóvenes les dan las
herramientas. Se lee, mi nieto de 6 (seis) años adora su rincón de los libros
de cuentos y ni se diga cuando uno le lee, tiene una libreta especial donde
escribe diversos pensares y se nota como lo disfruta mucho.
La elección de la escuela es otro tema muy singular.
Cuando hay que elegir no se piensa más que en esos lares exista gente con
quienes se va a codear el niño, mucho más que apelar a su formación. Parece
mucho más importante junto a quien se está, que el nivel académico que se
brinda.
Esto del cuarto propio, es asunto de serias
reflexiones. No se trata en estos tiempos de tener solamente un espacio físico
que pudiera considerarse personal en la casa en donde se habita con los padres,
o más tarde con la pareja o la vida en soltería, es más bien poder disponer de eso
y más, un asunto de vida personal interior.
Es decir, ese respirar por los propios medios, ese
pensar con los aciertos de saber que uno puede tener pensamientos
personales. Finanzas sanas.
Hay un tiempo en
la vida que es menester y más importante escuchar los silencios, en un espacio
propio.
Esta segunda parte que reviso de los textos de las
memorias de Simone, es una afirmación dentro de una vida que se despliega. Ella,
deja amistades, trata de buscar en otros seres respuestas más afines, se abre más
caminos. Encuentra su nicho más realista.
Los niños por naturaleza pueden presentar docilidad, mas
nunca se debe abusar de ésta. Los niños en ese su ser dependiente (antes de la
adolescencia) pueden dar muestras de reafirmaciones muy validas, que hay que
saber observar y preservar.
Los negocios del padre iban de mal en peor, nos comenta
Simone. Ella se empieza a sentir mucho más vulnerable. La madre, perdía en
muchos momentos esa ecuánime aceptación de su papel abnegado y de pronto
estallaba.
¿Es normal estallar de ira, en todo ser humano? O será
que ¿Hay cosas enconadas que de pronto como si fuera una explosión salen a la
luz, sin mayor afectación?
Simone jamás pierde su búsqueda de verdad y vida moral.
No importaba qué estudiase, ella sabía que su ética era muy clara.
Ese descubrir que los padres no son ni por asomo
perfectos, nos hace mucho más humanos y nos lleva a tomar más las riendas que
nos corresponde, nunca temer a los aspectos vulnerables, son los que nos hacen
evolucionar.
Los reveces, los temores salen a flote. Simone no fue
ajena a éstos, se le presentaban momentos como si fueran espejismos y aun con
los caminos planeados, pueden surgir mil atorones como todo mundo sabemos.
-La mayoría de los chicos que yo conocía me parecían sin gracia-.
Comenta.
El colegio de toda la vida le deja de parecer el mejor
lugar y se da cuenta que muchos cursos y muchos caminos de conocimiento le
esperan más allá. Llegará a la Sorbona y se adaptará de a poco.
Distingue dos tipos de emoción:
Una es la forjada y otra es la sincera. La persona se va
haciendo más cauta y dice: -Para entrar en el secreto de las cosas, primeramente,
hay que darse a ellas-.
Aun creyendo en una igualdad abstracta compartida por
todo el género humano, se percata de acciones discriminatorias al por mayor,
esas acciones antihumanas que uno no se puede explicar más que por ignorancia de
lo que somos.
-No me chocaba demasiado que el mérito estuviera legado
al azar de un nacimiento, puesto que la voluntad de Dios decidía la suerte de
cada uno-.
¿Se cuestionaba en qué consistía esa voluntad Divina?
¿Esa en la creyó a pie juntillas y se daba cuenta que estaba aprisionada en
unas ideas que parecían inamovibles? Sí, sí que se la cuestionaba, porque quien
no se la pregunta, jamás la logra completa. Los caminos de Dios se labran, no
solo son producto de una gracia cerrada y otorgada de nacimiento. Tampoco tan
solo de religión. ¿Qué es el camino de Dios?
Si uno lo piensa así, es tan solo estar en el flujo
correcto, creativo, propositivo y constructivo.
Mas, hay que tener cuidado, si a un crio se le abruma en
demasía con ideas preconcebidas, pueden venir bloqueos en el pensar y nunca
aprender a pensar por sí mismo.
Esta semana actual, por recomendaciones de mi hijo
adquirí el libro -El Hobbit-. De Tolkien. Lo busqué exprofeso para la edad del
niño que será el escucha (porque, aunque ya lee, este gran libro será leído por
un adulto, que creo que seré yo misma).
Saber, que leyendo enseñamos a leer. Que haciendo
enseñamos a ser.
Me ha gustado mucho escuchar que ya en la escuela de los peques,
se pone un día de lectura con y por los adultos de la familia, un rato de
lectura compartida, tal vez por los abuelos, tíos o los mismos padres.
Leer, es parte de la vida que se transforma desde las
infancias, porque nunca volvemos a ser los mismos después de poner atención a
alguna lectura en especial.
Entrada la juventud de Simone, ya podía estar con más
confianza en las bibliotecas cercanas a su entorno. Iba más dedicada y más consciente
de que los cambios ella misma habría de proveerlos y esas verdades habrían de
ser discutidas con seres pensantes.
Y dice: -Inauguré mi nueva existencia subiendo la
escalera de la Biblioteca Sainte-Genevieve. Me senté en el sector reservado a
las lectoras ante una gran mesa cubierta de lustrina negra y me hundí en -La
Comedia Humana- de Honoré de Balzac. También tome entre mis manos el texto
titulado: -Memorias de un hombre de calidad-. ¡Qué títulos!
He ahí, una de las condiciones más sutiles que pudiendo
confundir a los espíritus jóvenes, se convierten en impulsos de vida. En lo
personal creo a pie juntillas en muchísimos jóvenes que no solo se adaptan a su
tiempo, sino proponen con claridad, toman los roles de educar, y no solo ayudan
a sus parejas cuando llegan los hijos, sino comparten deberes y gustos
por sacar adelante a su familia.
En las salas de lectura del Paris del siglo
pasado, se vivió la presencia de seres trastocados, muchos vagabundos se
refugiaban en los recintos en busca de cobijo y paz, un rincón para mordisquear
un pan duro.
Dice: -Había uno que iba y venía, tocado por un sombrero
de papel-.
No es rara la indigencia en cualquier época. Es una
condición humana que es producto en parte del devenir social y mucho del
abandono en la formación del ser humano, a veces las mentes se enferman y hay
que reconducir las conductas. Me asombra sobremanera que en pleno siglo XXI
sigamos con esas personas por las ciudades y nada se pueda hacer. Hasta me han
dicho que es tal el negocio (cuando se dan gentes de buena de voluntad y
donan bienes) que las donaciones son robadas por los administradores corruptos,
y en esos lugares en donde esas personas desvalidas podrían encontrar la paz,
eso no les llega. Los humanos si somos los lobos del hombre, así es como
dijo el filósofo inglés Thomas Hobbes en su obra -Leviatán- (1651).
Hoy día, podemos observar en nuestras ciudades, a
ancianos caminando entre las masas de automóviles, para obtener unas cuantas
monedas. Se dice en términos generales que nada se puede hacer por ellos, se
dice que creen que ese actuar está relacionado con su libertad, no aceptan ir a
ningún albergue. No lo creo.
¿Qué todos los adultos en condición de calle se reúsen si
se les trata con toda dignidad?, es difícil de creer. Si se les ayuda a
comprender y a hacer de sus últimos años algo llevadero, ¿Cómo es que se rehúsan?
Y, Simone continua el discurso en los textos de su vida
personal, y nos dice: -si hubiera seguido siendo una ignorante como lo habían
deseado mis padres, el choque hubiera sido brutal: -Una tarde mi madre se sentó
frente a mí, vaciló, se ruborizó, y dijo: -hay ciertas cosas que tienes que
saber-. Y yo dije: -Ya las sé-. Ella, más bien quería sondear la lejanía de la
mente de Simone de todo lo establecido en casa, más que nada el terror de que
la base de los principios religiosos otorgados en la infancia, estuviese siendo
trastocada.
Poco a poco las mismas circunstancias de lo vivido, ponen
las cosas en su lugar. Esos temores de irrupciones de ideas nuevas casi siempre
son acomodos nada más, luego se transforman y la esencia de cada ser se
recompone con lo que recibió de fondo y con lo que ha aprendido luego. Todo se
amalgama.
Simone, sí que se llegó a sentir oprimida en la casa
paterna, y sabía que tendría ella misma que seguir en el camino que la vida le
iba abriendo. En su medio social, estudiar era sinónimo de decaer, mucho
más en cuanto se relacionaba esta actividad con las féminas. (Continuará).
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