Escribir, leer, ser. (15)
Cuando los colores se interconectan en la energía interna de cada ser, apoyan
acciones concretas. MJ
Para
continuar hablando de las interacciones entre las energías coloridas hay algo
que es importante saber: Los tres colores conocidos como primarios están tan
unidos entre sí, que apenas y podríamos deslindar en donde termina la acción de
uno para llegar al otro, tienen energía en sí mismos y entre ellos, así se
crean a los colores secundarios: verde, naranja y violeta. Hablamos primero de
los primarios y es así que ya habiendo hablado de las potencialidades del azul (Principio)
podremos decir como interactúa con el siguiente del que hablaremos: El amarillo,
(Sabiduría) Y el rojo (Emoción). El amarillo/Dorado que es propiamente
expresión de lo sabio, se manifiesta en nosotros los humanos en la expresión
hablada, es decir en las palabras elegidas, que junto con esa voluntad que nos
da el azul, que al combinarse con el amarillo nos permite tener las palabras
certeras y elegirlas más sabiamente. Si sabemos que palabras utilizar a
voluntad, estaremos eligiendo la parte más importante de la expresión. Cuando ya
se agregan los tonos rojos, que están asociados al ámbito de la emoción:
cualquiera que ésta sea, escrita, observada y obviamente hablada, es cuando ya
estamos completos en la acción armoniosa de cada ser y podrá darse el mejor
sentido del: amor. El amor es la fuerza que los contiene a todos y por ende la más
fuerte y difícil.
Los tres primarios juntos son la esencia de la Pureza,
que es el blanco. Esta fuerte unión de los tres primarios, deriva hacia otras
cosas como veremos en un momento, son fuerza y capacidad de voluntad (azul) así
como de que los pensamientos y sentires se expresen con adecuación (amarillo) y
nos propongan el camino de emociones con más acierto (rojo). Todos al ser la
base del blanco, nos conducen a la Creatividad, mencionada en este caso en
mayúscula porque se refiere a todos los ámbitos en los que podemos ser propositivos.
Sabemos que el blanco es la conjunción de todos los
colores, así se manifiesta en el halo de luz que los proyecta, incluyendo los
secundarios y neutros.
Del azul también podemos decir que nos ayuda a tener
claras las prioridades. Cuando somos seres muy indecisos, es el azul el que nos
puede dar la armonía para aclarar mejor. Es como una energía que nos mueve de
fondo, y que, con los otros dos primarios, permite lograr acción armónica.
Los agobios vienen de la falta de claridad. Cuando no hemos aclarado de una vez por todas
que principios nos rigen, aunque creamos que los tenemos claros, algunos pueden
estar inseguros y ese incremento de duda, perjudica mucho. Nadie debería
quedarse en la mente con ninguna duda. Los niños que preguntan mucho están
utilizando su inocencia nata para tratar de comprender.
La voluntad del Dios en el que creemos, está regida por
el azul. Dios, sabemos que es el mismo Dios para todos, solo cambia por como lo
expresa cada religión, de esa voluntad surge el valor iluminado (de la fuerza
en la que creamos, sea secular o religiosa) de la palabra y las acciones que la
vida trae.
Quien no ha logrado que el azul le rija, puede notarse
cuando la persona se vuelve agresiva con facilidad, como cuando decimos que
alguien se molestó por quítame estas pajas, o lo que es lo mismo por
algo que pudiendo ser dialogado la persona por inseguridad, no practica el
dialogar, y arremete. También quien no ha forjado la voluntad personal con decisión
y le cuesta expresarse, puede caer como reacción en cerrazones de no saber
escuchar y ser autoritario como una defensa y lo que es peor aún, es cuando esa
voluntad no forjada puede volver a los seres iracundos y que no les interesa
reflexionar, nada. Hay quienes pasan página sin haber trabajado los
asuntos anímicos.
Amarillo.
Algo ya hemos mencionado como asunto general de este
color, denota: Sabiduría.
Este color está asociado a la luz. Quienes hacemos
plástica sabemos que, si lo utilizamos para dar toques más claros en las
pinturas, es seguro que aportamos luminosidad.
Si la sabiduría se observa como un conocer lo que nos
hace libres, se percibe con más claridad la relación ya mencionada de que lo
sabio está directamente relacionado con el lenguaje. No es saber per se, sino saber lo justo
y lo necesario.
Alguna vez, en cursos de profundización de espiritualidad
se ha dicho que es muy sano desaprender, ¡y sí que lo es! Es soltar o
transformar eso que creímos verdad y no lo es (en primera para nosotros mismos)
tener la fuerza de sacarlo de nuestra vida.
Por ejemplo, todos seguramente hemos escuchado el valor
de las tradiciones orales, estas son aún hoy día maneras vigentes en algunas
culturas de transmitir muchos saberes sencillos, que se pueden convertir en
grandes modos de afrontar la vida. Los pueblos originarios de la mayoría de las
civilizaciones a veces guardan con celo estos conocimientos. En algunos casos
la herbolaria es una tradición de este tipo. Es claro que mucho de esto se ha
perdido, pero también es muy evidente que con el paso de los años hay conocimientos
que se han revalorado. Eso es sabio.
La misma ciencia muchas veces se apoya en las tradiciones
orales para comprender mejor las bases de muchos saberes que solo se encuentran
ahí mismo. Como bien decían nuestras madres: ni tanto que queme al santo…ni
tanto que no le alumbre. Hay que saber que los saberes están en muchos
ámbitos, mas no es acumular, es más bien tomar la mies.
Otro aspecto del color amarillo es la facultad de enseñar.
Eso que se transmite ha de tener base real, así como la de una buena voluntad
de hacerlo, y el modo para concretar lo que hará bien al que escucha, estar
apegados a la verdad, y si fuera necesario saber cómo transformarla.
El color amarillo se asocia también al buen discernir.
Desechar lo que no es parte de…, lo que fuera, no porque no sea bueno y hasta
puede ser cierto, más si no viene al caso, de nada sirve. Es como dice el
dicho: no tirar en saco roto. El exceso de información, así como su
estar fuera de lugar, no es sano. A nadie se le puede enseñar lo que aún no
está preparado para aprender.
No es conocer por conocer, y mucho menos saber por saber.
Hay cosas que no tendríamos por qué saber si no están en los ámbitos de lo que podemos
aportar para bien de nosotros mismos y afectar con positividad a otros. En estos tiempos de tantísima información no
todo nos incumbe a todos. En casa, solo somos tres almas que convivimos y para
la convivencia más armónica nos tomamos el trabajo y buscamos (como agujas en
un pajar) los asuntos para compartir en los momentos que disfrutamos juntos,
así como la elección de los programas y de las series de televisión y ni qué
decir de las películas. Ya ni hablar de las lecturas, que son netamente muy
personales. Tal vez podamos compartir algunos pasajes de textos o experiencias
que nos puedan enriquecer, pero nada más.
Cuando encontramos un modo de comer, una dieta que nos ha
servido, un deporte que practicamos o un pasatiempo que nos encanta, no podemos
estárselo exponiendo a todo mundo, porque eso se puede convertir en un fastidio.
Es conveniente que
cada quien encuentre sus propios caminos y decisiones. El buen silencio se
pinta de amarillo.
La sabiduría verdadera por naturaleza no es acumulativa,
mucha ya la traemos y otra se nos va dando con naturalidad. Jamás acumular es
sabio, y mucho menos el conocimiento. Jamás lo sabio es ostentoso ni nunca se
necesita probar a los otros lo que ya sabemos, a lo mucho compartirlo si es que
se da el caso, recordemos lo que dice el zen: que sea solicitado tres veces. Se
puede expresar lo que se cree y solo hay que hacerlo de una manera concisa y profunda,
solo cuando es meritorio.
¿Has sentido de pronto que todo lo domestico fluye y que
no causa pesar el realizar las tareas caseras? Es porque se está dando un flujo
sabio a la hora de resolverlas. Para esto, lo práctico es organizar los
tiempos, y no permitir fugas de energía, acciones que se dispersan. Lo que cada
quien puede dar en casa es algo que se establece y se trata de que se haga a
voluntad y con entusiasmo. Esto, lo sabía muy bien María Montessori cuando nos
dijo que, si a los peques se les enseña el disfrute de las tareas domésticas,
uno les está dando sabiduría viva.
Cuando comprendemos en que reside esta parte de nuestro
ser, ya habiendo depurado la voluntad y no estando a merced de emociones
desordenadas, es seguro que la consciencia se abra, y veamos con mayor
claridad. Y ni qué decir que nos fluya la creatividad.
Somos limitados y no podemos abarcar todo, y eso es un
principio muy sabio.
La sabiduría afecta directamente a las decisiones. Cuando
hemos abierto la puerta a la sabiduría, es cuando se ven con mucha más claridad
las respuestas y por ende las soluciones. Los seres sabios han desterrado de su
mente la necesidad de demostrar nada. La vida moderna nos exige siempre estar a
la moda en muchos ámbitos en particular en lo que vestimentas se refiere, estar
adquiriendo cosas que creemos necesarias cuando no lo son si lo observamos a
cabalidad.
En estos días que escribo, se está transmitiendo el
primer Grand Slam de la temporada del tenis mundial, es obvio que las marcas
comerciales se ponen al día y son ineludibles los comentarios de los que hablan
no solo de los partidos, hasta se ponen la camiseta y aprovechan que los
mejores jugadores muestren las marcas de ropa que se venderá como pan caliente
en el circuito que comienza. Se dice mucho que apenas un top ten del
circuito sale con un outfit, las tiendas se ven arrasadas con esas
ventas. Es normal, estamos en la era del consumismo que da muchas veces
seguridad a las personalidades que no han logrado hacerse fuertes en sus fueros
internos. No pasa nada si los habitantes de este planeta tienen hábitos consumistas,
volvemos a decir que para gustos se hicieron colores, lo que habría que cuidar
es que esto no cause un desorden mental o anímico, o se convierta en una obsesión
tener el objeto de última creación en el comercio, se puede volver un foco de
ansiedad. Hay que observar que en muchos casos hay personas que no caen en esos
juegos, y es por voluntad bien definida. Es un ejemplo de esto la polaca Iga
Swiatek, la ropa deportiva que utiliza y prefiere es de muy alta calidad con la
que ella tal vez se acomodó y no considera cambiar el modelo mayormente. Es algo destacable, no porque sea lo mejor,
pero si para reflexionar y tener claro que no pasa nada si tenemos lo que nos
gusta y acomoda sin que tenga que ser lo de última moda.
El sabio, logra más rápido la resolución de algunos
asuntos, porque tiende a no darles mil vueltas en la mente a las decisiones.
En una tradición espiritual que hace algunos años estudié
se decía: Hacer caso a la primera respuesta, o lo que es lo mismo, saber
claramente lo que hay que hacer y eso es lo valido, no lo que se ha rumiado de
más.
No podemos traer luz a la mente, si no sabemos.
No podemos traer luz a la mente si no estudiamos.
No podemos traer luz a la mente si no observamos.
No podemos traer luz a la mente si no conocemos las
situaciones.
Nuestras células también pueden ser sabias, es cuestión
de que vivamos la armonía necesaria y que la encontraremos en otro color: El
Verde (Sanidad).
Cuento corto:
Buda, lanzó un reto a sus alumnos:
¿Qué prefieren: ¿Amor, Riqueza, Salud o Sabiduría?
A quien eligió Sabiduría,
Buda le pregunto: ¿Por qué?
Y éste dijo:
Porque si soy sabio, comprendo mejor el amor, podre
gestionar mis bienes de la mejor manera y cuidar de mi cuerpo y mente. (Continuará).
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