sábado, 19 de abril de 2025

 

Día a día, es el reto. (5)

                                                                       Los caminos de Dios son clarísimos. Es normal y humano que se enturbien. cada quien habrá de despejar los nubarrones que los suelen oscurecer. MJ

 

                                        Cuando conocí a la sobrina directa de la madre fundadora de la Congregación de La Visitacion que está conformada por monjas de encierro, de la que formó parte importante la hermana de mi madre en CDMX, no supo lo significativo que fue para mí. Conocía ya a una parte de su familia que había venido a Mérida antes que ella. En concreto tratamos a sus padres porque eran vecinos de la misma calle en la que vivo, en donde también vivieron mis padres.  Esa casa que fue de sus papás es donde vive ella hoy día. Me resultó muy agradable conocerle, ella vino un dia hasta el Club de Golf donde se me había proporcionado un espacio para impartir clases de arte. Fue interesante porque me contó que había cursado estudios profesionales de Artes plásticas en México y tuvimos una conversación muy amena.  En ese momento le conté que tenía yo una deuda conmigo misma: Aprender a cabalidad la técnica de los lápices de color. Y me dijo: -Yo daré clases en la casa de mis padres-. Casi ahí mismo me inscribí. Fueron unas clases inolvidables por el buen método que lleva de enseñanza tan académicamente certero y bien conducido, con rigor, disciplina y amenidad. Cada viernes durante varios años mientras asistí hasta concluir el curso, fui con enorme apertura a comprender todo lo que me faltaba saber de la técnica. Así también, mi marido al ver lo que estaba yo haciendo y que él mismo disfruta de hacer trabajos en técnica de grafito, se animó y tomó algunas clases con ella. Es ahí en donde conversamos algunas cosas de nuestras tías monjas, compartiendo ese asunto de que habían vivido en el claustro. Aún me falta mucho por comprender, y creo que la vida nos dará ese tiempo siempre que sea necesario.  No son fáciles de asimilar esos caminos de vocaciones de tal o cual tipo, nada fáciles. Ese estar entregadas a la oración, a algunas mujeres las sitúa como que viven algo insólito. A miles, si no es que, a millones de personas, les parece de lo más absurdo. He escuchado opiniones varias.

 El mundo de la espiritualidad está cambiando y eso es innegable, todo lo que se instituyó en ido tempore, va tomando nuevos carices porque no se puede (y creo que no se debe) enconar la forma de ese aspecto de la vida humana entregada a prácticas que pueden y que han de mejorarse. No dudo lo bueno que fue el tiempo de tales sitios de encierro como lo es este del que hablo, pero estoy segura de que ya hay otros modos y tipos de espacios para ese crecimiento y oración por los demás, estar en contacto con Dios. El plan de vida como actividad central a veces se encuentra fácil y al mismo tiempo es algo que a veces cuesta encontrar. Dentro de las opiniones he llegado a escuchar que no es normal ese tipo de actividad oratoria y hay hasta quienes creen que son vidas desperdiciadas.

Quienes visitamos esos recintos percibimos un poco mas allá, obviamente no del todo convence a la primera. Es agradable como se percibe el olor a incienso, los aires de paz que se respiran en general y como son las modalidades de las actividades a las que se dedican estas mujeres en verdad entregas, yo las tenía bastante claras porque lo vi de primera mano. Ahí, se hacen muchísimos insumos para las misas, entre otras cosas, obleas, casullas, por decir una parte. Tejen y hacen otras manualidades, y obviamente enseñan la religión.  

Mi padre hablaba poco, pero decía algo maravilloso: -Descubrir la vocación no es fácil-. me lo dijo varias veces y más que nada cuando iba a contraer matrimonio. En la noche anterior a mi boda, me habló un poco del asunto, diciéndome que, si no se tiene la vocación para lo elegido, ese algo se convierte en enemigo acérrimo. Ahora pasados los años me doy cuenta de la leña que lleva el dulce de la vocación, que se mantenga en sus ímpetus centrales es cosa que se trabaja día con día y aun teniéndolo todo claro, no faltan los bemoles que enderezar.  Al principio lo que elegimos no es del todo conocido, siempre adentrarse en los caminos vocacionales va mostrando los linderos de las aseveraciones menos claras.  Hablando en concreto del matrimonio, es importante saber que aun con vocación nítida, los ajustes son constantes. En otros rubros es más bien la disciplina la que da la argamasa para hacer de lo que elegimos algo digno.  No todos los caminos muestran y propician en un cien por ciento lo agradable, de eso hay que ocuparse.

En la vida, más bien lo que se va concretando son los retos y ejercer entusiasmo con constancia en el ánimo, para no perder el tono. Como artista plástica siempre me propongo tener proyectos en curso y hasta suelo fijarme tiempos para lograrlos, mas como esa actividad no es propiamente la centralidad de mi vida, ya que no me dedico a eso de tiempo completo, pues es obvio que me toma más tiempo.

 No siempre es fácil lograr que se empaten: Propuestas de vida y temporalidad para darles curso, realizar y finiquitar. Disciplinada la mente, los tiempos fluyen.

Las horas de visita en el convento de las monjas de la Visitacion eran claras, era muy suigéneris que siempre a la monja visitada tendría que acompañarle una monja escucha, era como una acompañante que daba fe de que lo que ahí se conversaba, rejas de por medio. Las visitas a mi tía siempre o casi siempre, eran en la compañía de la Madre fundadora, la tía de mi amiga y ella compartía muy amenamente con nosotros. Al final los niños salíamos con recortes de obleas, que nos encantaban.

 A veces en los momentos del día a día uno quisiera solo dedicarse a lo que se ama. No siempre el camino de las preferencias es el camino real, hay otras tareas que son como los puntos de unión que no se ven, bisagras sin las cuales nada se logra. Puede uno disponer todo, es la vida misma la que dará la última palabra. En el caso de mis actividades plásticas las tengo abiertas en mesas dispuestas, una es solamente para los lápices de color, otra solamente para las acuarelas. Veo el trabajo que tengo en capilla, y me digo mentalmente: Dios dirá. Y no es que espere que Dios mismo me avise a que horas he de sentarme a trabajar, ni mucho menos, es tan solo tener la disponibilidad de que de pronto salen los ordenamientos a pedir de boca. También, me ha gustado durante los ratos libres (por llamar así mismo, a los que quedan entre una actividad casera y otra) hacer bordado a mano, con varias puntadas aprendidas de mi madre. La que más me gusta es el punto de cruz y con este he diseñado muchos mandalas y aunque hoy día ya menos, me gusta hacerlos para los niños que entran al mundo. Hago unos que he llamado Mandalas de las Siete Virtudes. Cada uno de los colores representa una virtud. Van acompañados de un pequeño texto que diseñé y que lleva un pensamiento dedicado a cada día, con su color.

Es verdad que con el paso de los años los asuntos elegidos como preferenciales se van haciendo menos pesados, hasta se puede volver a elegir, recomponer, y se cierran casi por si solas algunas partes de lo que antes fue más importante. Nos damos cuenta de que los tiempos ya son más valiosos para ese decidir con claridad.

                                               Continuando con los escritos que reviso de los dias de aprendizajes con los cristianos, tengo más puntos importantes para compartir. Una forma que se expresa ahí para acrecentar la fe, es el asunto de reforzar en lo que sí creemos. Saber que la duda es parte, obviamente, pero eso que sí resuena para bien, dejárnoslo muy claro, como un firme propósito. Algunas veces, habremos de recordar que los propósitos la mente los laxa y los deja ir. Cuando se lo comento a mi marido, suele decirme: -es que eso que te propusiste, o no era realmente importante, o ya llegará el momento-. Saber que lo importante siempre tiene prioridad.  

Se puede creer de varias maneras y con varias opciones, mas hay momentos en los que hay que mantener al corazón en sitio justo. Tener como verdades universales las que nos han permeado como más fuertes y no hay que compartir eso que nos define, con todos los congéneres, siendo cautelosos de no incomodar. A las personas con las que conversamos no abrumarlas (de eso peco yo). Saber qué es exactamente en lo que creemos, solo si se nos requiere. Se dice que el primero que estuvo amenazado por el enemigo fue Jesús mismo, operó en terrenos muy adversos que supo sortear. Los cristianos tienen muy claro que Dios no es magia en el mundo. Una buena filosofía y toda la razón del mundo, añadiría Santo Tomás de Aquino. Tener claro el propósito, aunque a veces duela. Lo que percibimos inmundo, hay que alejarlo con autoridad sin duda alguna.

Es con la claridad propuesta y recompuesta cuando que se disipan los nubarrones.

Para el bien verdadero no hay tiempo específico. Lo bueno se puede aparecer de pronto con la posibilidad de aplicarnos a percibir en donde podremos dar una parte de nosotros mismos, poder notar que es eso que se nos requiere, con presteza dar lo requerido. Así me ha ocurrido con estos textos, jamás me imagine que todo lo escrito a mano, de pronto se convirtiera en textos revisados y compartidos.

 No soy escritora propiamente, mas toda mi vida me ha encantado escribir, hoy tan solo estoy dando lo que el alma me inspira y me pide.

Se puede hacer lo correcto en cualquier momento, procurando que no sea a destiempo. El tiempo justo se aprende a percibir. Nunca forzar.  

Ese bien que se percibe no tiene tiempo y espacio específico. Ni hora ni mes preferencial. Llega, y si uno lo detecta puede que sea la entrada a un asunto muy positivo. La temporalidad se vuelve un lugar etéreo en donde se puede poner en palabras, tanto lo que, si vivió, sea el rememorar  de los cinco años de vida o lo de hoy mismo.

Continuamos pues, con las revisiones. Mis ojos se posan en las letras a mano para revisar y con presteza encontrar las palabras correctas, escudriño más y más mies.

Y, nos recuerdan los cristianos: -Con Jesús, nunca hay estruendo. Ni oro. Ni plata. Y mucho menos gritos. Jamás rechinar de dientes: Solo certezas.

¿Será que todas las certezas que se nos expresan en las Sagradas Escrituras nos resuenan de la misma manera en cada uno de nosotros? Obviamente que no.  Tiempos de Dios… escuchamos a veces que se dice, son para cada ser el regalo personal, que se toma o se deja pasar. Jamás son iguales los significados para cada ser humano.

Acomodaditos en la vida, tendremos cuidado de no prolongar lo absurdo que a veces se disfraza de muchas maneras. Si no tenemos que preguntarnos nada, tal vez sea bueno cuestionarnos ¿Por qué? Los estancamientos no ayudan, a veces la vida misma nos sacude. La vida puede parecer de pronto una laguna serena, sin nada de olas, ¡cuidado! porque un leve batir de vientos en contra, puede hacer que aparezca un poco del limo estancado. Pobre de aquel que nada se pregunta y que cree divino su devenir, porque no vaya a ser que de pronto se aparezca un lodazal.  Solo el trabajo interno aporta. De pronto, se acumulan los cuestionamientos y viene el abatimiento profundo que pareciera que ni sabemos de donde salió. Claro que no importa sentir los contrasentidos, porque si somos sinceros, es ahí mismo donde habita la luz que cada uno pretende.

Dios mismo nos deja claro que el movimiento del mundo no es el mismo para todos. Si pensamos en los sitios del orbe que viven guerras, esto no nos puede quedar más que claro. Los seres pensantes son los que detectan más fácilmente los engaños, hoy día a la orden y en todas partes, es un hecho que vivimos la era de lo simulado. Lo poco certero y claro es el pan nuestro de cada día.

 Y volvemos con los dichos caseros: -Lo mejor, puede ser enemigo de lo bueno-. Lo que es, no se ve claro en todos los tiempos mundanos. Es menester comprender el ritmo de los cambios para que no se nos mueva el tapete.

Cuando Jesús aparece resucitado ¿Se encuentra con una multitud? ¡Obviamente que no!, solo hay dos personas ahí, en el sepulcro.

En Getsemaní Jesús les pide a los discípulos que solamente se sienten… mientras él hace oración. Está centrando su alma y la buena energía de los elegidos está acompañando. Acompañar, no es cualquier acción, porque hasta se puede acompañar espiritualmente, sin presencia física. Es algo que nos cuesta entender. Solo el silencio y la observancia nos basta en la vida para pacificar a los que nos rodean. Otras veces hay que hacer mutis.

La belleza de la humanidad de Jesús es que jamás se desliga del cielo.

Siempre, antes de optar por algo necesario, antepone las palabras: -De ser posible-No son las exigencias a la vida las que hace posible lo deseado, exigirle a veces descuadra, porque nunca podremos olvidar que tiene mucho más valor lo elegido. Es la actitud humilde la que da, el sentido de las esperas.

Si estamos viviendo un dolor, lo aconsejable es poner el sentido divino de lo que creemos, ante todo. Lo que nos causa dolor solo se depura en solitario y con oración sincera y sentida.

Ante el absurdo, nunca despotricar. Cuando es hora de meditar y percibir la luz esas tinieblas que se presentan como nubarrones imposibles, se irán fácilmente.

Un corazón atribulado y turbulento no propicia ninguna resurrección.

En Juan 14,1-9 se nos dice: -No se turbe el corazón-. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

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