miércoles, 30 de abril de 2025

 

Día a día, es el reto. (7)

                                                          Los delirios, los autoengaños, están a la orden del día.

¿En dónde vamos a parar? MJ

                                                                             Mirar desde los ojos del alma, es el reto. Va dándose con la visión que tenemos del mundo y la del vivir diario, y aunque todo se amalgama, habremos de estar atentos a que lo engañoso no se instale. Al releer lo escrito, quienes hacemos diarios personales a veces nos preguntamos ¿qué nos queda en el espíritu, en el resabio certero al paso de lo que vivimos, leemos y somos? De las lecturas mucho nos permea, me voy encontrando que es necesario volver a ellas, tanto las bíblicas como las de nuestras preferencias, dan seguridad para la certidumbre. Sabemos bien, que nada cae en saco roto cuando se trata de nuestro interior y en lo que está en el pandero de cada día. De eso que vamos viviendo, algunas cosas se van como las nubes pasajeras que, en su movimiento, pasan. Otras vivencias se quedan para hacernos más fuertes.

Los orgullos insurrectos en la actualidad, apoyados a veces en insustancialidad, en fanatismos mochos que abundan tan trasnochados, por momentos duelen, crean pensamientos a veces delirantes y nada asentados en la realidad. Vemos cómo la misma religión no siempre da los frutos.  La realidad es que no podemos pasar por alto que los caminos de Dios son en primera instancia, de cada quien. Hay tanta intelectualidad hueca hoy día, que quisiera pensar que solo son los excesos de información en las redes. Es claro que no habremos de hacer caso de todo y por todo, afinar la percepción.

Por otro lado, la carrera por poseer más y más materialidad parece que no tiene fin. Da tristeza infinita observar las prioridades que algunos congéneres ponen en la palestra de sus días. Notamos que los libros ya solo están de adorno en algunos sitios. Sabemos que ahora más que nunca, en la vida del homo sapiens hay sectores que están dejando todo (o casi) por rendir culto al becerro de oro. Como si acumular fuera el reto. Mucho se está convirtiendo en basura que nos traga y los océanos lo están resintiendo.  Ahora que me veo con las siete décadas de vida en compañía, vienen a mi mente algunas personas que me marcaron como la hermana de mi padre con la que conviví tanto y que lo que con ella viví cada vez es más claro: tener todo con orden y disciplina. Pasábamos buenos ratos tanto en la ciudad de Mérida cómo en su hermosa cabaña en los Estados Unidos, Westchester County, Nueva York, como parte del club de tiro llamado Campfire.

Ahí se caminaba mucho, había veredas sencillas bordeadas por inmensos y altos árboles, dueños de su propio canto en el enramaje, permitían respirar profundo. Variedad de fauna silvestre nos hacía compañía, venados, mapaches, ardillas, diversas de aves.

Guardaba yo hojas de árboles y arbustos entre las páginas de mis libros. Me ha encantado siempre disfrutar la variedad. Lo natural provee de formas y colores exquisitos y es por eso que están presentes las hojas en algunas de mis obras plásticas.

 El afán de orden de esa persona que yo veía tan mayor en mi adolescencia y que a pesar de su carácter fuerte, me marcó.  Hubo partes buenas que se han quedado. Hacíamos listas para todo. Las idas a la ciudad de NY eran más o menos una vez por semana y eran programadas entre ir a los teatros, compras y visitas a abogados.

De nada nos sirve ser ordenados hoy día, si permea la distorsión de la mirada. Se cree en el valor de las cosas por lo que representan y no por las necesidades reales que nos resuelven. Volvía a casa con muchas cosas y las que más valoraba eran los dos o tres libros adquiridos en la pequeña librería del pueblo cercano y así fue como leí -La maravillosa tierra de Oz-, del autor Frank Baum. Tenía once años de edad y había regresado del primer verano que pase en las montañas Adirondacks, poco era mi inglés y lo practicaba leyendo, junto a mí un buen diccionario, (también adquirido en esos momentos) me daba a la tarea con gusto. Regresaba a casa con muchos conocimientos respecto al proceder de -Los empeños de una casa- (exacto como el tituló de Cervantes) que mucho más tarde tuve el placer de leer.

Es importante saber el qué y el cómo todas las veces. Las abuelas de hoy lo intentamos. Habremos de hacerlo sin apuro, los padres de los críos y los tíos de los mismos, están mejor informados. El divertimento de los peques lleva sentidos nuevos, más bien lo que puede preocupar es el apremio de querer hacer todo.  Cada que tengo que elegir un regalo para los peques, mis pasos me llevan con enorme placer al área infantil de las librerías.

Volviendo a las lecturas bíblicas que marcan, recuerdo que una de las que más me impactó es la referente a los quehaceres, como los organizamos y como también es importante dar espacio para los ordenamientos caseros y también para el sereno momento interior.

El planteamiento bíblico de Martha y María me encanta. Martha apurada en los quehaceres.   María sentada a los pies de Jesús, le escucha. ¡Oh Dios! hay tiempo para todo, casi parece decir.

Martha pregunta: - ¿Señor, no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? -l El maestro le contesta: -Martha, Martha te preocupas y te agitas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, o mejor de una sola-.

¿Cuándo unas cosas y cuando las otras? Ahí estriba la sabiduría del día a día. No poner de más y no dejar de hacer lo importante. Ni que decir obviamente respecto a la mente, tenerla con el cuidado de no atiborrarnos de información, se puede volver un arte saber    que espacios elegir para informarnos, a donde acudir.

¿Confrontados? Es claro que si es importante esa acción. Es buscar la belleza. Aprender cuando lo que nos están diciendo es prácticamente chatarra mental y poder encontrar los lugres en donde se discierne, en donde se opina con causa.

Sin pretender nunca ser ofensivos, habremos de aprender a decir no y llevar los ritmos esperados, es verdad que es mejor decir las cosas claras y el chocolate espeso…aunque no a todos congéneres lo aceptan ni les gusta. A veces las intenciones se salen del camino elegido.

A Jesús se le puede observar en la Biblia como es importante para él, cambiar de ánimo. Se nota claro cómo la utilización de la palabra en el maestro es precisa y asombra. En varios pasajes bíblicos lo percibimos. Las acciones a su tiempo dan los mejores resultados. No es fácil la educación de los niños en la actualidad, porque también tienen demasiada oferta en la caja parlante de casa (la TV) y ya hasta candados se utilizan hoy día para que eso no se salga de las manos. Me asombra cuando los críos, nos dan lecciones de cómo llegar a tal o cual plataforma para ver los dibujos animados permitidos. A los peques de casa, cuando se aparece la necedad y el llanto inoportuno, se les dice la frase: -Por favor utiliza tus palabras-. Hoy es factible y natural que un padre de familia pueda cambiar el tono de voz, y decir con aplomo y proponer con cariño lo que corresponde hacer.

A veces hay que entrar a la vida misma por la entrada estrecha, sin temor. Sin dudas.

No podemos ser mujeres y hombres solo de ley, porque el sentido común se aparta. Hace falta el discernimiento leal, filial, objetivo.

                                                                     Un gran compañero de reflexiones en mi vida adulta, ha sido el Diario personal de Amiel. Enrique Federico Amiel, quien me fue presentado para su lectura por un buen amigo, poeta y escritor a quien aprecio mucho y veo muy poco. Ha sido básico para mí, ese Diario Íntimo. El libro es de mi mesa de noche.  Consultado con frecuencia, subrayado y releído. Un pensador y filosofo de la vida diaria fue Amiel en el siglo antepasado y buen amigo de sus amigos. Un ser profundo y por ratos con pesimismos irredentos, por otros momentos se adentra por los caminos de la claridad al amor de la naturaleza tanto de Francia como de Suiza. El aprecio fiel a las personas admiradas, las alegrías de la vida. Un ser que sabe perfectamente el valor de la soledad y el gran significado de la compañía de uno mismo y no deja de salir a ver a algunas personas con las que mantiene buenas conversaciones. Reflexivo y por momentos nada fácil de leer. De pronto me sorprende. A veces los conceptos los siento tan vivos que es menester escribirlos. Tengo algunos aquí: -Apenas volví a entrar en mi casa sentí la nostalgia de lo indefinible, la sed de la voluptuosidad, la inquietud del amor. El aburrimiento de mí mismo y de mi soledad-. Este autor es un hombre recto y damos cuenta con él cuanto cuentan los sentimientos si los sabemos conducir con las prestezas y la claridad que no habremos de dudar que tenemos. Nadie en este mundo puede ser indiferente a sus sentimientos, y así también no deja de observar las realidades de una manera muy drástica, a veces lleno de tristezas. Con claridad, dice: -Todos los renunciamientos monásticos parecen entonces un engaño piadoso, una enorme ficción y para decirlo con más crudeza una estupidez-. En lo personal, en estos textos he reflexionado sobre la vida monástica que conocí de primera mano, por parte de la hermana de mi madre. Queda claro que, solo sabiendo, sabemos. Valiendo la redundancia, es que lo digo. Solo viendo lo que alguna acción trae de bueno es que le podemos valorar. Ahora que la mismísima iglesia católica dividida en bandos: el progresista y el clásico por decir los más evidentes, está pidiendo a gritos ¡orden! por favor. Nos está quedando claro que esto es muy difícil cuando se ha dejado entrar un potpurrí de modos y objetivos no muy claros. En realidad, nuestra catolicidad esta urgida de una renovada pero bien asentada pastoral que se ha trastocado. Tampoco podremos pensar que todo absolutamente es o habría de ser tan ortodoxo, la laxitud en extremos perjudica.  ¿Querer en mucho se vuelva a la doctrina del pasado y que los prelados sean mucho más pastores del espíritu? No se puede lograr nada exactamente cómo fue, sería retrograda e ilusorio el asunto, pero tomar esos temas espirituales en cuenta, es algo que hace falta. Se ha abandonado mucho la formación de fondo y la espiritualidad en aras de atender más puntualmente lo social, cuando ambos son importantes.

Es deseable, mas no es una elección fácil, que los que dirigen lo hagan de verdad y enseñen las pautas de las grandes filosofías llevadas a la vida diaria. ¿Lo veremos algún día?

Amiel, también nos habla de la resurrección y dice: -La fe no prueba nada en cuanto a la verdad intrínseca y objetiva de las cosas; la fe no es más que la medida de un alma, como lo fue para el alma de Jesús de Nazareth y es la nobleza de ciertas individualidades-. (paraf). -También se puede decir que la fe es un exceso de la voluntad y del amor, la única realidad de la fe es una realidad moral, en lo religiosos es la necesidad de salir del aislamiento y ligarnos a otras almas-. No olvidemos, la religión nació de un sentimiento, el sentimiento inquieto y profundo del misterio-.

Nunca hay que temer a lo misterioso cuando se saben las bases de la lógica y se tiene una filosofía de vida.

-La fe, es una magnetización a la cual nos abandonamos y que otorga una certidumbre sin pruebas, una tranquilidad que no necesita motivos, un bienestar indefinible-.

Amiel, el de la vida diaria, a veces nos toma de la mano y nos conmueve, hay momentos que hasta podríamos decir que nos sacude, luego nos suelta y muestra caminos sinuosos y que también se hacen reflexivos y de mucha valía. De pronto define y por otros momentos se le percibe indefinido. ¿No es así mismo como a veces nos sentimos los humanos y lo único que nos ancla a la vida real es la fe que profesamos? Y no me refiero a la fe de la religiosidad, me refiero a eso en lo que sí creemos y que proviene de todo nuestro conocer. Defenderlo es asunto obligado.

-Sembremos sin contar los granos-. Nos afirma Amiel. Frase profunda que nos da certidumbre de que si damos lo bueno no habrá de notarse ni hacerse cuentas precisas y si damos la reflexión personal, no tomar en cuenta si las personas se alejan. Es decir, es lo mismo que nos pide para que seamos útiles a la manera que se nos ha previsto algún talento, dar lo que hemos ido aprendiendo. El más sencillo de los talentos, es tanto y más valioso que cualquier sapiencia o ciencia. Vivir tan solo la vida éticamente y con moralidad sin mayores parafernalias, sería suficiente.

-Acomodarse a lo real, a sus imperfecciones y sus límites, convertir los suspiros en fuerza activa y bienhechora, aceptar su suerte, ser parte y reconciliarse con el prójimo y las circunstancias tales como lo son divinizar sus experiencias y descubrir una intención paternal en las alegrías y los dolores que han hecho el tejido de nuestros dias, ese medio de volver a encontrar la fuerza y la paz.-. Apunta Amiel.

-No reflexionamos pues el temor es insensato. Si nuestro padre ocupa el tiempo y el lugar, siempre deslumbrante pensamiento, por todas partes, habitamos en Dios. - Nos dice.

-Que importa la brevedad de nuestros días, puesto que las generaciones, los siglos y los mundos no hacen sino reproducir sin fin el himno de la vida, en los cien mil modos y variaciones de la sinfonía universal.-.

Cuesta tiempo y esfuerzo leer diarios personales, he leído varios y los iré comentando. Continuar recordando lo observador que era Jesús y entender a qué se refiere el verbo observar y como nos ayuda a estar centrados.

Jesús crea una revolución moral que no a todos encanta. Es más que obvio que no a todos encantó, se le llevó a la muerte por sus actitudes no entendidas. Su revolución es espiritual, y nada tiene que ver con el legalismo a ultranza ni el ritual obsesivo. La trasformación del corazón humano es la tarea.

Nunca podremos olvidar que cuando la vida misma nos confronta, es porqué nos está acercando a Dios sin duda alguna. La vida es una restauración constante.

Nos queda muy claro a todos que la ciencia no es lo mismo que la sabiduría. A quienes nos gusta acercarnos a conocer un tanto más sobre las escrituras religiosas nos es menester comprender que lo sabio no se otorga de la noche a la mañana y hay que ser pacientes. En lo personal he leído mucho de lo que argumentan pensadores varios, porque la religiosidad no a todos se les da. Esta es la primera aceptación que hay que tener con el prójimo, no todo ser, tiene porque ser religioso ni practicante de rituales. Hay personas que encuentran sus caminos de la mano de Dios en el día a día, no de la palabra escrita y difundida. No temer abrirnos a lo que nos interesa para ampliar lo que sabemos y poder amalgamar el espíritu. Uno de los grandes libros que disfruté leer con atención fue El Ingeniosos Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Lo comentaré un día de estos, es un libro sabio.

Hace unos dias en cena amena con mis amigas arquitectas, una de ellas nos comentó y lo gozamos las tres grandiosamente: Tener una anti biblioteca. A veces acumulamos libros que ni hemos leído nunca. Es bueno de vez en cuando tener el pensamiento de una especie de laboratorio de curiosidades pendientes, lo propone según nos comentó: Nicolás Taleb. Seleccionar esos textos un tanto olvidados como un propósito y ahí mismo en casa, tener claros esos libros que ponemos en la palestra de la espera. Esperar sin desesperar, es una virtud. Pretendo hacerlo, y hacer caso a mi querida amiga. También se propone, nos dijo, el anticurriculum, de eso ya hablaremos. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

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