viernes, 4 de julio de 2025

 

Día a día, es el reto. (16)

                                                 El mundo vive una confusión.

Benedicto XVI.

                                                 Estas palabras del expapa Benedicto, no podrían ser más sencillas y más claras, contundentes. Es tarea primordial aclarar toda confusión a nivel personal, mucho más en este momento del siglo XXI. Solemos creer que porque ya estamos en la madurez no tendríamos por qué tener alguna confusión y lo cierto es que no es así, habremos de tener claro que el pensamiento evoluciona y en estos tiempos lo hace mucho mas de prisa. Ese saber los porqués a nivel de vida diaria, da certidumbre. Los presbíteros en las iglesias invitan según los evangelios a abrir con objetividad los oídos para que las confusiones se aclaren.

Es verdad que hay que seleccionar y escoger lo que leemos. Si nos es posible, acercarnos a las fuentes, para los católicos ya hay variedad de biblias disponibles, que no son más que adelantos con explicación para comprender mejor.

 Volviendo a los renglones de Galicia, me encuentro con algunas líneas más. Esas manifestaciones de la cultura que observamos al salir de casa, son clave para crecer. Darnos cuenta de que la vida se resuelve siempre de diferentes maneras. Las librerías del centro histórico de Santiago, son muy acogedoras, pasarse horas deambulando entre libros, siempre es un deleite. Claro que hay momentos y momentos y hasta para lograr menos confusión, es bueno depurar los libros que ya deben tomar camino, donar, regalar, y los que conservamos disponerlos mejor tal vez por temas seleccionados para las retrospectivas. En estos momentos de la última etapa de la vida, a todos (creo yo) nos puede encantar rememorar, y los libros son maravillosos para eso mismo, aclaran las acciones. No solo es leer por leer.

Las pequeñas plazoletitas de Santiago tienen tanto sabor, que uno se estaciona hasta meditando un poco, sea junto a una sencilla fuente o… ¡a mirar se ha dicho! bueno, ni que decir que lo mío es observar el caminar y pasar del género humano. Si vemos especímenes interesantes es bueno ser más observadores y ver como cada ser lleva su propio ritmo.

¿De dónde sale tanta variedad interesante de nuestra especie? los hay caminantes que conversan mientras avanzan, quienes caminan con la cabeza como mirando mas al piso que de frente, otros que van de prisa como si de aligerar el paso se tratara… ¿en busca de herencia?  y como dijera mi abuela en las tardes de té: -ese caminar corriendo, no es el modo-. La terraza trasera de esas convivencias era amplia y al aire libre, redonda con balaustre francés así que peligros no había, era para no confundir el modo mas educado de conducirnos.

 En casa de mi abuela, con parsimonia se daban los mesteres del té vespertino.  Había concurrencia familiar. Mi abuela disponía con sencillez y elegancia y había hasta sillas pequeñas de petatillo para los niños. Mesita dispuesta, tacitas iguales a las de los adultos, más pequeñas. Iba grabando en mi memoria y escuchaba atenta las conversaciones de los adultos. Ya después, puedo decir que esas pequeñas tacitas modelo china azul me enseñaron y supe, que hay de herencias a herencias. Tengo algunas a buen recaudo. No tienen que ser grandes asuntos ni nada en especial lo que nos traiga buenos momentos a la mente y eso ha de bastar para dar un respiro de hondísima felicidad. Uno percibe luego los bemoles de heredar, como se dan las arrebatiñas en algunas familias, como si la vida se fuera en tomar cosas.

La mejor herencia es la que llevamos en la mente y que lleva lo que hemos compartido. Eso, creo yo, evitaría muchas de las confusiones que se dan hoy día.

 Los edificios, en particular el de la Catedral de Santiago, siempre guardando historias increíbles. Observar los grupos de velas encendidas (uno se acerca y enciende una) las personas van y vienen y de pronto todos quietos… ¡El botafumeiro va a comenzar su movimiento pendular! Tuvimos la fortuna de percibir y ver mecerse ese enorme y emblemático artefacto religioso, absorber esos olores mágicos del incienso y como el humo permea, como si fuera otro aspecto de la mística que marca en lo profundo, se queda con nosotros para toda la vida.

Visitamos el museo de la navegación, emblema de esta tierra de celtas que se movieron mucho por mar. Así también un pequeño museo sacro de artefactos de la iglesia y, por último y no menos importante, el museo de artes plásticas. A paso lento.

La comida tan especifica de cada región, aun dentro de los mismos lares gallegos es lograda con sabores únicos. Los platos de caldo tan parecidos a los nuestros y a la vez   tan diferentes. Algunos, como lo son los potajes que tanto disfrutamos en épocas de poco calor (porque obviamente aquí en el sureste no podemos hablar de épocas frías) y que ahí se resumen en principio como parte de la gastronomía de cada día.

El caldo gallego, es muy sencillo y lleno de sabor local y ni que decir el remate con las tartas, en particular la de Santiago y los diversos tipos de queso, el más emblemático: el de tetilla.

Mi marido desciende de gallegos llegados de A Coruña. Era obligado volver.

Nunca hice el camino de Santiago. Puedo decir que soy buena caminante, pero no para tanto. Una de mis mejores amigas lo ha hecho una vez y va para la segunda. Le admiro. Ya creo que esas cosas habremos de tomarlas con más calma dependiendo del carácter que nos habita. He hecho La Caminata de la Encarnación desde mi casa, porque dos de mis mejores amigas nacieron el 25 de marzo, y para rematar mi nieto también, así que esa caminata ha de estar presente.

Pasando a la libreta número 82, me topo con el fin de año del año 2009.

Había venido escribiendo sobre la importancia de estar en presente, era como un aprendizaje que se concretaba en mí misma, sabiendo que, aunque no es del todo fácil, cuando se logra es más bien estar alerta de lo que tenemos entre manos y en el aquí y en el ahora. Eso no borra nada de lo demás, tan solo lo hace más digno.  El pasado se revive para gozos y aprendizajes, siendo que el futuro se siente más llevadero, visualizado con más paz.

                                        Y cuando me di cuenta la Navidad ya estaba en la puerta. Era la primera Navidad sin mi madre, y algo me miraba a los ojos como diciendo: es cierre, pero también es apertura. ¿Cómo elegir alguno de los dos colores preferidos de esta época? Sabía, si me animaba con el verde, sería más esperanzador. Y así lo hice. Me dispuse a bajar las cajas correspondientes, habíamos salido varias veces de casa, había mucho que agradecer.

Entre otras cosas, me dispuse a arreglar algunos de mis papeles y librero. Ahí mismo entre algunas cajas escogidas me encontré con las capetas de las cartas que he recibido y guardado con cuidado y cariño y que fueron escritas a mano. Periódicamente me gusta releerlas. Muchas amigas que escribieron a mano mientras yo viví en la ciudad de México, (algunos años en los 60s y 70s que tomarán un sitio especial en estas redacciones) quedarán para la posteridad esas letras plasmadas con tintas únicas y expresiones llenas del valor de una época de quienes empuñamos la pluma.  Los distintos tipos de letra, la manera de expresarnos siendo todas muy jóvenes.  Dicen, que la escritura a mano aclara la mente, evita mucho la confusión. Ahí quedarán para la posteridad como un asunto emblemático de una época del mundo.

En lo personal, tengo debilidad por las plumas. Tengo varias plumas fuente y de todo tipo. Si algo me podría decir a mí misma que me hace realmente feliz es: estar en una papelería y observar los miles de plumas que hoy día se despliegan en los anaqueles. Quiero probar todas. Algunas veces lo hago con algunas que llaman mi atención. En estos días que sigo redactando las libretas de vida, todas a mano, utilizo las plumas fuente. En particular me gusta mucho una de la marca Lamy color azul y tinta azul, adquirida en Paris y que se ha vuelto la preferida.

En estos dias leí un libro titulado: -Donde el corazón te llevé- de Susana Tamaro. Magnifica obra. Habla de reencuentros. Algo muy significativo y valioso en nuestras vidas. Me lo regaló un buen amigo.

                                                                 No sé si les pase a ustedes lo que, a mí, pero las épocas del año me son muy significativas. El hecho de percibir en verdad con cierres y aperturas muy puntuales los ciclos. En lo personal (creo haberlo mencionado) no soy muy afecta a cocinar, a pesar de que en casa de mis padres la cocina fue eje central de la vida de relación y las sobremesas eran eternas, a mí no se me dio. Cuando entro a la cocina, es para resolver algo con rapidez y claridad de lo que haré. He de decir que, aun así, cuando me toca hacer el pavo navideño lo gozo muchísimo, porque es un hecho que a mi hija le encanta cocinar, y con ella me animo.

 Cada que podemos ahí nos encontramos entre tablas de picar y cuchillos elegidos para cada corte, la papaya no puede oler a cebolla.

Nunca puede faltar un buen delantal y ni que decir la parsimonia para no cortarnos un dedo. He de decir que a menudo me lastimo en la cocina, asunto inevitable.

Este año les escribí una pequeña carta a todos mis amigos de: E mails:

-Amigos y amigas, abrir el corazón es algo grande.

Uno lo hace en fin de año y cuando la vida lo amerita.

Brindo por el cielo perpetuo de tu bella amistad y vaya mi gratitud a tu solo existir.

Deseo que tu diario vivir sea como un rio de agua dulce, de corrientes tenues y sencillas que vayan sorteando los encuentros de rocosas situaciones.

Que tu vida corra entre laderas verdes de grandiosa esperanza, con magna sencillez.

Si has de desembocar al mar, extiende tu mirar a lontananza, que esa infinitud sea de gozo, la gran masa del océano nos ayude a comprender que la vida es bella, y que ahí está la naturaleza para nuestro disfrute.

Deseo que toques con tus dones humanos maravillosos a quienes se acerquen a ti.

Sean tus días remansos de paz.

Se expanda tu vida, como se extienden las olas de reventar blanquísimo, con esas sonrisas de blancura que abarcan el ancho mar.

Si tus olas llegan a las blancas arenas de playas límpidas, que encuentres remansos de sabiduría al extender tu vida en estos días de cierre.

Toma la arena entre tus dedos, siente siempre el valor tan grande de estar vivo, y se renueve el hacer con tus manos y tu espíritu-.MJ.

También, tuve el tupé, de escribirme a mí misma. Había venido conversando con mi marido que importante es ser amigos: uno mismo de uno mismo.  Vernos como los seres que mejor nos acompañamos.

 Y así fue como me dije:

-El año casi ido

Le veo partir sin reparo.

Solo pienso en decirle adiós,

Porque ¡se tiene que ir!

¿Qué vale la pena llorar? ¿Si la vida ha donado más de lo esperado?

¡Todos habremos de irnos… ¡Si es que ya vamos llegando a Pénjamo!

¿Y las cupulas, ¿será que todos las tenemos tan visibles?

Éstas, no siempre se vislumbran claras.

El amor, ronda.

La vida misma nos hace cosquillas al corazón.

Estamos en momentos más fríos del clima acostumbrado, los vientos.

El tiempo, ¡fue hecho para tener alas!

Si vuela,

Que lo haga al ritmo elegido.

Aunque veamos un año más marcharse,

El camino es propio y es divino.

Y, como dice el pueblo gallego:

Veámonos como un remate más, y nunca como un final-. MJ.

Llega de pronto el siguiente cuaderno. Es el numero 83 (ochenta y tres), estamos hablando del año 2010 y así también lo dejaré descansar para comenzar el próximo texto en ese momento. (Continuará).

 

 

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