miércoles, 31 de julio de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (8)

 

                                                                                         La mente es como un faro,

y como tal, no siempre presenta la cara de luz. MJ

                                                                 La verdadera luz está dentro de nosotros. Ir descubriendo la luminosidad que todos tenemos, puede ser el reto más tenaz que pueda proponerse el ser humano. Los textos que leemos y los que podemos leer, así como todo lo que a diario aprendemos en el vivir cotidiano, es parte de esa luz, toma carices coloridos, formas nuevas, jamás se extingue. Si por momentos dejamos de percibirla, es porque puede estar en proceso de afinación o está en momentos específicos para tomar fuerza.

No importa que esa luz que nos habita no sea visible todo el tiempo, tal como gira la luz de un faro costero, tenemos la certeza que su redondez dará la vuelta y estará con todo su esplendor. Para sobrellevar los momentos que interconectan luz y oscuridad la mente tiene todo que ver estando observante y si surge la presión, tomar unas respiraciones es lo preciso, aunque haya obstáculos seguimos por el camino correcto.

                              Volviendo a la centralidad del Zen, como venimos comentado, por ahora las reflexiones serán más en lo que percibimos como las tensiones de la vida.

Hay un tipo de tensión emotiva en los seres humanos que es recomendable aprender a detectar con tino. Para esto los gatos son maestros y si tenemos uno en casa, es el momento de observar cómo estos animales saben tomar los tiempos sin mayores objeciones. Cada maullido de un gato, una expresión única y concreta. He escuchado que los gatos, maúllan más que nada a los seres humanos, entre ellos es menor esa expresión.

Es los humanos esta tensión motivante es clave. De entrada, habremos de tener en claridad:  lo que es presión para una persona puede no serlo para otra.

En la religiosidad se habla de un término muy interesante: La Bienaventuranza.

 Este término se refiere a prosperidad o felicidad de espíritu. Si somos asertivos en el manejo de las tensiones nos podemos mantener con el ánimo más alto. Ese buen manejo de lo que nos presiona, es el logro que nos acerca a lo bienaventurado.

La vida laxa no conduce a nada positivo. Estar siempre ocupados es un buen principio de creatividad y estar en actividad no necesariamente significa agotamiento, ejercitar un talento puede darnos certeza y hasta consuelo si así lo necesitamos, si todo va dirigido a lo que estamos creando, esas tensiones pueden ser motivos genuinos. ¿No les ha pasado que cuando están felices haciendo algo solo quieren continuar en ese momento? Acciones liberadoras, las podremos llamar, ese es el fin. Las tensiones bien manejadas son positivas, de estas nadie se salva, así que más vale saber distinguir lo positivo y de esto lo bueno.

Reconocer, ser conscientes de lo que hemos comprendido como positivo, que ha de convertirse en bueno, a su tiempo. Lo positivo lo vamos acumulando cómo experiencia, y eso nos trae calma, mas esto no garantiza de fondo que estemos en toda la bienaventuranza que es posible. Conseguir bienaventuranza conlleva: En primera, tener lo más claro posible el conocimiento de uno mismo, de ahí detectar el alcance de lo positivo y esto mismo nos puede remitir a los momentos o actos buenos. Es lo que hacemos al estar en lo que estamos. Amiel dice que en una ocasión hizo una pregunta: ¿En qué se convierte usted, le dijo a un amigo? Y la respuesta fue: -no me convierto en nada; me contento con ser. -

 Ya cuando una acción es buena, es seguro que pasaremos a otro nivel que puede llevarnos a lo que es diciplina, es decir algo que podremos repetir.

Exacto como es el proceder al meditar cuando nos sentamos y observamos la mente, de esa misma manera ante las tensiones podremos reaccionar observantes.

                                               Entre los principios Zen más importantes existe uno que bien a bien nos vendría de perlas practicar: No responder con impronta. No reaccionar sino hasta que seamos cuestionados tres veces, (obvio que no es tan literal) más bien se refiere a tomarnos un pequeño lapso de tiempo.

 Aplicarnos a poder poner en modo observante eso que se nos cuestiona y saber responder. Cuando la gatita de casa pide salir al jardín (a pesar de que tiene una salida fluida por una puerta pequeña batiente, a veces elige la que está cerrada) emite un maullido muy característico que prácticamente está pidiendo: -abran la puerta-, cuando uno lo hace, ella medita sentada por un minuto, a su debido tiempo emprende la salida. Jamás sale corriendo y mucho menos precipitada.

 Nos han hecho creer que el tiempo apremia y se nos olvida que es una dimensión que nosotros podremos percibir y administrar para nuestro mejor desempeño.

Cuando ya somos más experimentados en la observación de nosotros mismos, no reaccionamos tan fácil ni tan rápido, nos volvemos cautos y en reserva segura. De ser posible, no responder a nada con inmediatez.

Cuando nos dejamos de aferrar a cosas que no tienen tanta certeza de ser parte de nuestro bagaje personal, los tiempos de Dios aparecen y los tiempos del mundo toman su lugar.

Nuestras experiencias, somos nosotros mismos. No está aparte de nosotros eso que experimentamos.

La fuerza que tomamos en la meditación y cuando estamos más atentos, nos permite no estacionarnos en sucesos pasajeros, es como aquel dicho: Seremos más capaces de ver el bosque completo, aunque sea un solo árbol el que tengamos enfrente.

Aprender que la vida ni es espectáculo, ni drama. Solemos no darnos cuenta cuando optamos por actitudes dramáticas, esas dejémoslas a los artistas del escenario.

¿Emociones mal interpretadas y dejadas al azar? es seguro que tendrán efecto negativo en nosotros, cuando aprendemos a observarnos estamos abriendo una puerta a la sensatez y con esto a la tranquilidad de espíritu.

¿A qué le llamamos lo positivo?

A todo aquello que sentimos que de una manera u otra implementa para bien. Hay situaciones positivas que no son buenas en el momento que se dan.

 Las reservas de la mente siempre están, son parte de la parte iluminada para hacer uso de ellas a su debido tiempo. Si se trastocan los momentos, podremos enredar, aunque la intención sea buena. Hay un dicho que parece obvio pero que no es tan sencillo como parece: -Una cosa a la vez-.

Lo que experimentamos con bien, deja como un limo que se cuaja para siempre y nos da asiento para implementar por ahí. Si no nos queda el saco, ¿para qué nos lo probamos?

Se habla mucho hoy día de soltar, las personas nos confundimos pensando a que se refiere eso de dejar ir, en realidad cada uno lo tenemos claro, como decía mi madre: si… -nos hemos metido un alacrán en el zapato- hay que salir de ese inconveniente lo más rápido posible, puede referirse esto a una acción mal emprendida o también a una persona que llegó y ya cerró su ciclo con nosotros.

Algunas veces por buscar lo mejor, perdemos lo bueno que tenemos. Hubo en la ciudad un Restaurante que se encontraba muy cerca del centro histórico. Solíamos ir porque era muy acogedor, pequeño y una comida francesa sin igual. Les iba tan bien, que creyeron que poniéndolo en un espacio el doble de grande y a las afueras del centro iba a ser un verdadero éxito y no fue así. Lo acogedor se perdió, y mucho del encanto ya no volvió jamás.  - ¡Cuidado! Lo mejor (o que lo parece) puede convertirse en enemigo de lo bueno-.

Mi hija tuvo una experiencia muy singular hace algunos años. Creo que la he narrado antes, ahora hare un resumen: Fue de intercambio a Filadelfia en los Estados Unidos. La casa que le asignaron parecía de lo mejor y uno de los asuntos positivos fue porque podría practicar la equitación que en ese tiempo era su pasión. Resultó, que quienes le acogieron no estaban convencidos del programa de intercambio, tuvieron dudas. Al final la cambiaron de casa a una buena, creyendo que no era la perfecta resulto que sí, aun sin la práctica del deporte que le hacía tan feliz. No paso nada, solo que todos sus implementos de ese deporte se quedaron en la maleta. Llegó a la siguiente estación: una casa en donde fue muy bien acogida. La señora se apellidaba Roche, como yo. Todo fluyó como lo esperado desde un principio, ella podría ir al colegio que quedaba cerca. Para mí, compartir el apellido con la madre sustituta de mi hija en los Estados Unidos fue un signo, y no estuve equivocada.

 Entre las muchas cosas positivas estuvo una muy concreta:  les gustaba cocinar.  Ella tomó tanto gusto por esa actividad que hoy día disfruta mucho cuando tiene tiempo y entra a la cocina, yo aprendo de ella, esos menesteres no se me dan fluidos. Mas adelante, la hija de la familia norteamericana paso una temporada en casa, vino unos meses a aprender español. En ese viaje su madre me mando una libreta de regalo, la numeré como la numero 70 (setenta) es una libreta hermosísima, forrada con tela en tono beige claro y textura como de lino grueso y tiene la imagen de unas manos juntas, como orando.

Empezaba el año 2006.

La verdadera vida se vive cuando percibimos lo bueno, y nos quitamos las inquietudes y reproches de lo que creemos pudimos haber hecho mejor. Es por eso que habremos de estar atentos a los cambios, disfrutar de los buenos recuerdos.

Nunca he pretendido que las libretas que resguardan mis líneas y líneas manuscritas y que revelan una vida diaria bastante prolifera, se distingan por bonitas, la mayoría son libretas comunes y corrientes, la esencia de lo que he escrito tan solo quiere revelar lo que hacemos en el día y cómo podemos lograr que eso se transforme el algo extraordinario, es decir con la máxima significancia para nosotros mismos, y ya está.  La primera vez que escuche que uno lo podría lograr tan solo con la mente conjuntamente con el buen desempeño y enfoque que le damos a la vida, lo leí de un libro que puede volverse de cabecera, de Sarah Ban Breanach:

-El encanto de la vida simple-.

¿Qué es la reverencia?

Pregunta en una de sus páginas Sarah Ban B. y nos dice a renglón seguido:

-Un estado alterado de conciencia, en el que se conjunta: asombro y admiración-.

Para continuar y concretar, dice Dame Rebecca West:

-Mi memoria está en mis manos-.

Y nos queda claro que así es, lo que puede producirnos reverencia es algo que nos da sustancia en el alma, tener presente los buenos momentos vividos, así como inclinarnos ante nosotros mismos y honrar las buenas decisiones que podemos tomar. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 25 de julio de 2024

 

Estar, en lo que estamos. (7)

 

                                            ¿Cómo pedirle a un ser humano, que no sea tal cual es?  No es posible, la esencia de la persona nunca se cambia. MJ

 

                                                               En el caso de los hijos, creemos que, porque han vivido tan cerca nuestro podemos mencionar actitudes como las mejores, creyendo que van a responder como nosotros proponemos mejor, y es algo que no se da así.

En el caso de las personas cercanas habremos de tener cuidado, luego no nos damos cuenta que no todas las personas piensan como uno mismo, y podemos caer en errores de comentar lo que algunas veces no se puede entender.  Los encuentros con personas afines a nuestro pensamiento y modo de ser, se van dando, y con los años se aprecian mucho más.

A nadie, absolutamente a nadie se le puede pedir lo que no puede dar. La percepción de la amistad es algo muy personal, y algunos congéneres solo están cerca de uno porque piensan en beneficios colaterales y no por el placer de la buena platica.

Hemos llegado ya, a tiempos de renovación en lo que a interrelaciones se refiere. Prácticamente mucho de lo que intercambiamos como seres humanos no es de viva voz y menos en presencia física, mucho ya está en los mensajes de texto del celular. Las redes sociales han de pulirse más, comprender su verdadero sentido que a decir verdad aún está muy trastocado.  Saber aceptar y compartir lo valioso se está volviendo como lo más difícil, solo se da cuando hay la posibilidad y más que nada la voluntad.

Por estos tiempos volví a recordar en mis textos, a una mujer que fue muy importante tanto en la vida de mi madre como en la de sus hermanos, los nueve, que fueron casi hijos de Anita. Ana, a quien yo conocí ya en la última etapa de su vida, cuido de mi madre y sus hermanos en la vida de cada día   y mucho más cuando mis abuelos salían de viaje, salidas a veces de meses. Fue ama de casa y madre cuando así se requirió.  

Según me contaba mi madre, Anita se convertía en una madre sustituta cuando mis abuelos partían. Un estilo de familia que prácticamente ya está extinta.

Cuando yo era niña ella ya vivía muy viejita en un convento en donde su hija era monja, y mi madre casi cada domingo pasaba a buscarle para que comiera con nosotros en casa. Después de comer los niños que estábamos cerca de ella éramos los mejores escuchas para la narrativa de cuentos. Muchos cuentos nos narraron, pero como los de Anita, ninguno. Atentos nos tenía a todos, con los ojos bien abiertos puestos en su enorme figura, sentados en el suelo alrededor de ella. Un cuento que no puedo olvidar se llamaba -Los tres pelos del diablo-. De entrada, he de decir que es del que más aprendí, y aunque no lo recuerdo bien, solo con el personaje ya tenía yo para dar y repartir de los miedos que me provocaba esa figura.  Recuerdo que ese cuento por la forma personal de Anita me ayudo a darme cuenta que ese diablo (que me costó entender) se iba haciendo más fácil de comprender.  Quien pudiera arrancarle tres pelos a la cabeza del demonio era un ser que recibiría un tesoro. Todos los del rumbo se apuntaban, trataban de encontrar la manera de que tan espantoso ser estuviera dormido para tomar ese preciado objeto, ¡un solo pelo a la vez y lograr los tres!

                                                                     Después de la muerte de mi suegra, entramos en un periodo de reacomodo. En verdad que cuando se va un ser querido todo se tiene que rehacer, y darse las cosas de otras maneras. Mi marido me propuso tomar un diplomado de literatura española en la U. Modelo y acepté. Fue todo un acierto, lo disfrute enormemente. Hubo clases que solo éramos dos personas en el aula y mi compañero de banca era un homeópata muy amable e inteligente de apellido Martínez, con quien aprendí mucho. No solo de compartir esos textos de la literatura, sino de su modo de ser tan parsimonioso.

Cuando en estos días leía algunos de los clásicos de la literatura española, en el ventanal donde me sentaba cómodamente para la tranquilidad necesaria y la lectura fuese más disfrutada, al levantar la vista de pronto me encontraba a un pájaro deambulando cerca, las plumas en tonos de gris, daba saltitos por el pasto como buscando algo de comida, supongo que por ahí tendría su nido.

 Yo lo veía con atención, porque siempre me han gustado mucho los pájaros y sus comportamientos, así como sus cantos. Este en particular era muy silencioso, me daba la impresión que estaba bien hallado en esa parte de los entornos de casa. En un día cualquiera que me animé, escribí:

Pájaro gris, pasea por lo verde

Muy cerca de la ventana blanca

Salta en sus grises entonados

Al alma integra

¿Quién eres?

Mucho se ve en la quietud

Espíritus compartidos

Un pájaro gris. MJ

                                                    Algunas veces en la reflexión escrita del día a día, suelo mencionar como me iba quedando claro y cada día más, que no todas las mujeres han venido al mundo a parir. Es algo que con los días se va haciendo una elección bien pensada y eso estará haciendo mucho bien a la sociedad en general. No nací en un ámbito feminista, lejos de eso, mas fue tomando sus tiempos el entendimiento en mi persona, mis padres eran abiertos, aunque mi madre tenía pavor a las teorías, en especial las que nos iban abriendo las puertas a nuevos pensares. 

Poco a poco fui comprendiendo las partes positivas con las que las mujeres debemos ser guía, y más que nada ejemplo. Toda resolución con conciencia aporta.  A veces nos preguntamos porque pasan cosas tristes como ver niños abandonados o no deseados y que viven vidas muy tristes. Qué bueno que ésta asertiva situación de saber elegir, se haga cada vez más parte de la vida de muchas féminas.

 La libreta número 69 se abrió ante mí.

Iba encontrando cómo se afinaban los conocimientos de cada día, los más sencillos y valiosos que son los conductores de mejores respuestas a lo que nos toca vivir.

Y dice Marcel Proust: -Al escribir, revelamos los negativos de nuestra vida-.

Y es un hecho, comulgo muy claramente con él. Quienes escribimos como una rutina de vida, mucho aprendemos de los cambios que percibimos, en lo personal hoy día que reviso eso se da mucho más.  

Se, que en los textos manuscritos mucho me he repetido, lo noto. Me queda claro que hay temas que uno tiene que afinar, que requieren varias reflexiones hasta que quedan impregnados en nosotros como parte del vivir. Las ideas van siendo oportunas en la medida que nos abren puertas de la mente, en parte son las mismas, pero con diferente cariz, con diferente asiento en el alma y dependiendo del momento de vida de cada ser.

Es un hecho que los procesos de aprendizaje (sobre todo de los que nos van a agilizar más las vivencias de cada día) luego con los años se disipan, se asientan y nos volvemos menos exigentes con pensares demasiado exigentes. Vamos en mejor camino de conocer lo que realmente nos trae paz.

                                                          Quien escribe, sabe que es un reto poder decir más con menos palabras. Cuando reviso, las extensiones de los textos en mis libretas, son enormes, temas que he desarrollado para mejor comprensión, son evidentes.  Es un disfrute poder lograr ese fin, y he ido logrando al releer y volver a interpretar con más agilidad.

A finales del año 2005 sentí que comencé una nueva etapa de percepción. Hay años clave, que son como los nudillos en las ramas de los árboles, representan un nuevo y sencillo giro.

Lograba que los hechos no me agitaran de más. Antes de conocer bien el Zen, solía darle más vueltas de lo necesario a los asuntos. El Zen nos ayuda a poner todo en su lugar a tener claro que las esencias son sencillas, somos nosotros quienes las complicamos.

La sencillez como principio era algo que me interesaba mucho, lograba percibir que menos es más cuando se sabe comprender en donde radica la parte plena y certera de la vida.

Por estos días, la tristeza de tener que llevar a dormir para siempre al perro que nos acompañó fielmente cada día nos invadió. Personalmente tuve que pasar por todo. Con las cenizas enterradas, me propuse interpretarlo en lápices de color. Creo que logré con bastante fidedignidad su mirada, esos ojos me acompañan cada día.

Me iba quedando claro como en la vivencia bien llevada, con un orden propuesto es como la vida se disfruta más. El gozo personal que puede ir tomando la vida se percibe con la edad, nos vamos afinando en algunos aspectos y sabiendo bien a bien soltar muchas cosas que ya no son parte.

En la vida hay una realidad contundente: No solo es querer lo que se desea. Por eso mismo el Zen nos dice que ante todo aprender a afinar preferencias, escoger es un asunto que suena fácil, pero a veces es muy difícil.

Iba afinando el sentido de mi obra plástica, una obra sencilla y que nace de muy dentro de mi ser. Nunca me ha gustado hacer obra que se me pide con temas que no manejo, lo hago de vez en cuando tomándome el tiempo para comprender que es lo que quiere quien lo pide y como eso se ajusta a mi estilo.

                                                           Lo cotidiano, puede ser un ámbito vital lleno de emociones. Solo siendo lo más objetivos posible podremos tener esa atención necesaria para que cada día nos dé lo más posible en sus gozos y demandas. En esto me identifico mucho con la escritora inglesa Virginia Woolf, a quien he citado y llegara el día en que comente más a fondo su obra.

Va presentándose la vida como es, no como cada uno la pensamos y mucho menos como la queremos.

Dia, soleado

Clima, especial

Luna, nueva

Transformar, lo negativo

Actitud, de presente

Dia, soleado. MJ

(Continuará.)

 

 

 

 

 

 

lunes, 22 de julio de 2024

 Estar, en lo que estamos. (6)


                                           Cuando nos preocupamos por nuestra roca mental, la carga de la vida se hace muy pesada.

Yoko Beck.

                                                 La realidad de toda vida se centra en lo que cada uno de nosotros pensamos, de ahí lo que hacemos  y enfocados en ese presente tan necesario, la vida se agiliza. La preocupación no permite la mente fluida.

Nunca estar con ningún tipo de desesperación por ganarle tiempo al tiempo o presionar a que se den  los hechos, porque habrá situaciones que aún no están maduras. Los aspectos vitales están ordenados de tal forma, que tienen su propio tiempo y espacio. La forma que hayamos elegido para las acciones, si es la natural, es más seguro que comprenda la parte original de cada ser. Con el devenir de los tiempos esto se ha ido complicando y ya no es tan sencillo comprender cuál es la naturaleza de lo que nos incumbe. Cuando quisiéramos sentirnos más asertivos podría ser conveniente mejorar nuestros propios tiempos, cuidando que las presiones innecesarias no hagan estragos. No son lo mismo los tiempos de la niñez, ni los de la juventud y ni se diga los tiempos de la vejez.

Recordando el mito de Sísifo, él no se dio plena cuenta mientras subía a la cima conduciendo la roca encomendada: ya era un ser libre desde que tuvo una roca para empujar, para conducir. Si nunca compró la idea de que era un condenado, su libertad estaba dada, tan solo por tener esa tarea. Siempre somos libres en lo que nos toca hacer, es la mente la que nos puede hacer creer  lo contrario.

Cuando nuestras tareas se conducen por su naturaleza,  la misión que venimos a desempeñar nos permite estar en donde tenemos que estar.

                                                   Todos tenemos la libertad asegurada, tan solo por tener la encomienda de conducir nuestra existencia. En algunas ocasiones se dan ataduras y complicaciones que se crean cuando no aprendemos a ser conscientes de que somos seres autónomos, individuales y que nadie tiene nunca porque poner barreras a nuestro desempeño. 

El concepto de fe, el verdadero entendimiento de la fe como ese concepto que nos hace bien a todos, es el de saber elegir aunque no todo esté del todo claro, cuenta mucho la intuición. 

En la juventud se cometen muchos errores y es porque el manejo de la fe está inmaduro,  no tenemos tan claro que cuando tomamos riesgos también es una forma muy digna de ser conscientes. Si nos condenan  otros seres con palabras, estaremos permitiendo algo muy indigno, es por eso que los críos que aprenden a expresarse bien desde niños, van haciendo más libre su camino.

                                                                        En esta etapa de mi vida que reviso, me di el gusto de adquirir unas libretas especiales de hojas y portadas con diseños florales. Una está adornada con unos tulipanes holandeses. Estábamos de viaje y me di el tiempo necesario para encontrar estos cuadernos. Escribí con máximo  cuidado ya que para mi es muy importante que la letra sea clara y bien formada.

Cuando salgo de la ciudad en la que vivo, me parece muy interesante observar cómo está dado el espacio urbano, si se han ocupado o no de poner setos de hojas y flores y como se ven, que tan  cuidadosos han sido los jardineros. Me gusta mucho observar la mano humana en el ámbito de las plantas, tal vez porque a mi no se me da tanto. Desde niña, salía con mis padres con bastante frecuencia a la ciudad de New Orleans ,La. aprendí a observar entornos y  se los agradezco, me enseñaron a tener esas percepciones. Es obvio que en las ciudades de preponderante clima cálido, es más difícil mantener viva la vegetación, aunque he descubierto que no es por ahí donde se apuntala el asunto de las flores en las urbes, si hay motivación y tiempo, todo se logra. Este aspecto no en todos lados se maneja con la importancia que tiene, ese  solaz que produce en quienes lo disfrutan. En la ciudad que visitamos en estos días, lo que más nos asombró fue ver astromelias rosadas por doquier, tal vez porque es el arbusto más fácil de conservar y así lo han utilizado. El formato que se da con cierto diseño resulta muy agradable, se nota el esmero y en estos casos lo encontramos con troncos enfilados y follajes cortados.

Estando en esta visita a la ciudad de Houston, Tx.  tuvimos a bien conocer la Menil Collection, arte moderno que a todos en casa nos puede   fascinar. Está situado este museo en un enclave que tiene un jardín central, con algunas esculturas y en el que hay casas habitación alrededor pintadas de un gris oscuro. Los setos son hermosos, pero lo más interesante es que hay árboles floreciendo con magnolias bien cuidadas. Las ardillas se pasean a sus anchas desentendidas de que a tan solo unas cuadras de ahí, el urbanismo toma otro cariz.

 Ahí mismo nos pasamos un buen rato en la Rothko Chapel, en verdad un recinto que invita a la meditación con los colores tan especiales elegidos por este artista. Uno puede pasarse horas frente a una obra monumental de Rothko, y sentir la vibración del color como algo muy sui generis. Saliendo de ahí, la meditación final la logramos en la pequeña capilla bizantina de cristal, en donde el juego de las luces es hermoso.

Por estos tiempos, el caladium, esa planta con tantas variedades y que se da muy bien en nuestra tierra, empezó a ser la preferida de mi marido. Se ocupó de encontrar varias especies de la misma y sembrarlas al por mayor. Tienen unos diseños naturales que animan  a interpretarse con acuarelas, aunque esta vez como  me ocupaba en bordar a mano, se me ocurrió hacer un cuadro con esa variedad de hojas.

                                                       Parte de lo que propicia el entendimiento del Zen, es a manejar las insatisfacciones. La realidad es que cuando se practica bien, estos sentimientos desaparecen del marco de referencia individual.Uno a veces tiene tan premeditada la idea de la vida perfecta que se nos olvida que todo se va dando mientras  avanzamos. En nuestras manos estará siempre el gozo que ponemos en todo. Percibia  lo fácil que puede resultar sentir descontento por lo que  me ocupaba de saber cómo podríamos los humanos proporci   onarnos una vida más armoniosa, creo que por estos tiempos me hacía falta un gato. 

                                                     Eliminar de nuestra vida esos pasajes mentales que nada que ver con nuestra realidad,  comienza a hacer tarea obligada con el correr de los años.  Es fácil descomponernos, pensar que lo que vivimos no es lo que habíamos esperado, porque en la juventud todos creemos que tendremos esa vida maravillosa que en realidad nadie la vive del todo. Si se tienen muchos medios materiales habrase de ordenar la vida por caminos más disciplinados ya que es muy fácil caer en los  excesos, si se carece de ellos, se piensa que el mundo que se resuelve en felicidad es el de quien puede tener todo lo material, y así nos la pasamos sin darnos cuenta que la realidad es tan solo tener la mente sana y como la conformamos. Lo bello de la vida lo tenemos a la mano y en el ordenamiento asertivo que logremos.

Tendemos a enjuiciar demasiado cuando estamos dentro de algún tipo de vivencias, esas que no podemos comprender del todo. Si somos observadores, enjuiciamos menos. Parte de lo que propone el Zen, es la meditación, sirve mucho para escribir, porque uno puede ver con más claridad.

                                                                       Iba buscando los elementos concretos que podrían ayudar a hacer cada dia mas perfecto, apenas y me daba cuenta que jamás existirá eso, y que ningún día por más rutinario que sea se parecerá a otro y su esencia no se mide en perfección sino en flujos logrados.

                                                                               Me impresionaba como la religión y sus advocaciones iban dando cobijó a tantas personas,  me llegaba a preguntar ¿cómo es que es así, se podría vivir más en paz?. Nos invitaron a conocer varias tendencias de seguimiento de ritual y de pietismo dentro de la religión católica. Fuimos a conocer, a observar sin concretar en ninguna, porque a fin de cuentas algunos católicos no somos tan afines al rito y  tampoco podemos encerrarnos en un solo camino, así sea dentro de la misma religión. Adorar a una sola Virgen, a un solo Santo y dar tiempo para ese conocimiento es algo que respeto, pero no entiendo del todo. He notado, y lo noté estos días, cuando despedimos a la madre de mi marido, que hay personas que en verdad entregan su vida a esas adoraciones. A casa de la señora moribunda llegaban gentes a orar, respetuosamente se le dejaba pasar, porque de que a los enfermos terminales les pueden dar una especie de remanso la oración, eso es un hecho. Todo esto le ayudó. Ella descansó en paz.

Algo que aprendí en estos días de despedir a un ser querido, es que a veces hay personas que solo por el morbo de entrar y conocer más de alguna persona y sus entornos quieren presentarse de visita. Una persona conocida mía, (que nada que ver con la señora) me pidió que quería visitarla. Me pareció una intromisión fuera de lugar, sabiendo lo delicada que estaba de salud. Lo sentí como algo tan engorroso que se lo comenté a mi marido y siendo como es él, me dijo que de ninguna manera iba a venir a la casa nadie que no fuera estrictamente persona que tuviera una relación cercana con su madre. En verdad que lo pienso hoy mismo y me doy cuenta que hay personas imprudentes, por decir lo menos, porque lo que podría pensarse es que son gentes sin conciencia ni idea de lo que es estar despidiendo a alguien. Es como cuando una vez que ya descansa en paz la persona, se presentan al velorio gentes que ni conocen al difunto.

A continuación la etapa de las misas también nos trajo variedad de sorpresas.  Sabíamos que mi suegra  era muy querida por muchos, mas  nos encontramos con gentes sentadas en las primeras bancas de la iglesia que jamás cruzaron palabra con ella. 

Algunas veces las grandezas del mundo contienen poca espiritualidad y otras veces los grandes espíritus albergan mucha sencillez humana. Todo está en cómo se desarrollan los ámbitos del conocimiento y de las esferas que lo preservan y lo difunden.

Por estos días aprendí, como  la fuerza de algunas palabras es diferenciada según lo que se viva y de lo que se trate. El terror que da a algunos seres mencionar la palabra cáncer, como si solo su mención nos condujera a padecerlo. Es una enfermedad muy temida sin duda alguna, mucho mas porque se ha desarrollado de diferentes maneras e intensidades, sin embargo, he visto muchos casos que cuando se detecta a tiempo todo se resuelve, también no hay que olvidar que no estamos hechos a la cultura preventiva.

                                             Por estos días, revisé muchas cartas recibidas y escritas a mano, me había ocupado de seleccionarlas por fechas y me hizo muy feliz sentir que en la escritura a mano notaba la personalidad de quien escribió. Las cartas a mano ya son joyas invaluables de una época pasada, son el hilo conductor de una manera en la que nos comunicamos,  se siente como parte de una época ida.

                                                        Adaptarnos, tiene una acepción muy importante: respeto al tiempo que nos damos para las cosas que van privando en importancia y del mismo modo respetar los tiempos de los demás, de esos seres con los que compartimos la vida. 

Si en uno mismo recae el orden de la casa, no es poca cosa percibir cómo lo llevan los que la compartimos y cómo hacer que todo fluya para el bienestar y contento de todos.Siempre quisieramos mucho mas ordenado todo, en mi caso resulta así y parte de lo que iba comprendiendo es que hay un desorden ordenado, que está en dinamismo con lo que se vive cada dia.  Las cosas fuera de lugar a algunos nos pueden causar una especie de descontento,  hay que saber que siempre existe camino para volver a lo que sabemos que nos agrada más. La ordenación interior de nuestro ser, tiene mucho que ver para poder comprender mejor los órdenes externos.(continuará).







 



 Estar, en lo que estamos.(5)

                                                Los mitos, son parte de la cultura del entendimiento,  ayudan a aclarar la realidad. MJ

                                                                                                                                     

                                                                                     El Zen, no es ajeno a los mitos.

Cuando leemos las enseñanzas de su postura tan clara y visible, a veces nos hacen favores enormes quienes lo difunden en textos comparando la vida con algunos pasajes de la mitología. Resulta  ameno, es muy tangible como se puede entender mejor la existencia, con los mitos de diferentes culturas.

Existe uno en especial muy interesante, tal vez todos en algún momento lo habremos escuchado, el mito de Sísifo.

Y dice: Sísifo rey de Corinto, se vio condenado a subir una roca hasta la cima de un monte, y cada vez que estaba a punto de lograrlo, esa roca caía.

De entrada, la frustración se hace presente y más aún si nos dicen que lo realizaba como una condena. 

El punto de cómo percibimos lo que nos sucede es tan importante como el suceso mismo,  la percepción realista tiende a borrarse cuando sentimos que algo es fallido, sin dar entrada a otras variantes de percepción.La fuerza de una condena ya solo por si misma es absurda, y eso mismo puede minar mucho más la buena energía. Las tareas que tenemos entre manos para resolver nunca son condenas, a menos que así lo percibamos. La autora del libro que estoy citando, Yoko Beck nos dice: -Es interesante que alguien haya condenado a Sísifo, porque ya no solo era la tarea de subir la roca, sino llevaba en su haber que estaba siendo condenado-.  Así pues, Sísifo, una y otra vez la emprende para recomenzar. A fin de cuentas no es tan solo el acto de llegar, ¿Que hacemos una vez que estamos en la cima y nuestra roca está situada en ese espacio?. Es meta y a la vez es un desafío para continuar. Si no tenemos claro cómo situar esa roca,  puede volver a caer, o lo peor y más triste, es que estando ya en la cima no sepamos cómo hacerle para que cumpla su cometido.

Cuántas veces hemos visto gente plenamente en la cima y sabemos que vive con deshallo, con mil conduermas habidas y por haber, producto de no saber enfocar, estando en lo que se está.

El trayecto de la montaña que simula la vida misma, se puede recorrer con gozo, con pequeñas paradas para reajustar la roca y además con la calma para poder ver si vamos por aquí o por allá, porque no es subir por subir. 

El momento feliz de poner la roca en la cima, cuenta mucho, es el cierre de un proyecto, es la culminación grandiosa de una etapa de vida. Ese momento exacto no dura, y eso produce desconcierto.

En estos días que escribo, estamos viendo a varios tenistas de primer nivel, con el mejor tenis del mundo y teniendo que decir adiós a las canchas profesionales. Es una etapa de vida del tenis el profesionalismo, no llegan a la cima todos,  la mayoría queda muy cerca y los menos son los que dan ese gran paso, y  de ahí han de tomar nuevos caminos. Ha habido grandes momentos emotivos de estos cierres, y todos están claros que su roca ya tiene que ir por otros senderos, probablemente ahí mismo en la cima o con otras visiones y acciones. Parte del trayecto de una roca es saber que tiene otros sentidos en la vida. No llegamos a lo que queremos para estacionarnos y mirar, es claro que hay que saber ver, la contemplación es apertura de miras, mas  no es eterna, se contempla para que lo aprendido se enfoque a dar nuevos cauces.

Cuando estamos subiendo con nuestra propia roca es muy importante estar seguros del gozo. Esta palabra en sus cuatro letras lleva inmerso todo un mundo, porque parte de lo que hemos dicho es que podremos aspirar a la felicidad y  poner la roca en su sitio, pero esa roca ni se quedará  ahí ni es lo concluyente, lo feliz radica en gozar con conciencia. Estar, en lo que estamos. Cuando nos aferramos a una sola vista desde la cima, a esa felicidad grande  hay que saber darle su tiempo, ya que ese sentimiento es pasajero y nos puede marear, y el tambaleo puede llevarnos a tener comienzos que tal vez ya se habían superado. Cuando estamos en la cima es la humildad lo que ha de privar.

Creemos que Sísifo, nunca empujó esa gran roca repelando, mucho menos lo hizo mirando demasiado a los lados ni pensando en la inmortalidad del cangrejo. 

Decir no puedo, no está permitido, más bien si es necesario decir ¿Como puedo yo?

Más bien hay que decir que estamos en un momento nuevo, siempre.

Andy Murray, uno de los mejores tenistas británicos en la historia del deporte blanco, tuvo que pasar por dos cirugías de caderas, y habilitar un juego nuevo. Así siguió jugando con un empeño y una calidad de juego inmejorable, y cuando ha llegado el momento ha dicho: -Físicamente ya di todo.- 

Ahora su derrotero del tenis será otro. Lo mismo el gran Roger Federer, que siendo tan sano (en realidad casi no vivió lesiones físicas) también dijo adiós en el momento exacto.

Los malos momentos,  llegan sin chistar. Cuando menos los esperamos estamos en uno nuevo y podrán hasta juntarse varios, por lo que teniendo presente la manera de enfocar, es seguro que uno a uno hacen mutis para dejarnos la satisfacción del acto cumplido. No dudo que haya momentos en los que no se conduce una sola roca, sino varias a la vez, y eso puede hacernos desistir de algunos asuntos de los cuales  tan solo habríamos de ponerlos en la lista de pendientes.

El Zen nos dice que si los pendientes más complejos o lejanos no se logran tal cual los imaginamos, habremos de aceptar que han sido buenos de todos modos.

Otro aspecto que nos aleja de ese empujar o más bien conducir  en positivo, es creer que nuestra roca es diferente a lo que es en la realidad, obviamente hay aspectos que importan más que otros y para este enfoque clarificado la meditación nos ayuda mucho. No puedo querer mirar el paisaje y tener las ventanas cerradas. Todo lleva momentos de preparación.

En estos días me ha parecido inaudito que al no haber pegado tan fuerte el ciclón que pasó por la península yucateca, pudiera haber personas que se enojen porque hicieron tanto preparativo para nada. ¿Como que para nada ? Si la amenaza era clara, habia que responder con inteligencia previniendo males peores. Si no se dio, mucho se adelantó en saber que pendientes serán menores ante nueva amenaza. Si habremos de valorar, ya sabemos que nos falta para estar seguros. En casa los compresores de los aires acondicionados no estaban fijados al piso de la azotea, y nos la jugamos porque nos dimos cuenta tarde, sabíamos que podrían haber volado. Ahora por supuesto en la lista de pendientes estará fijarlos. Encontrar que nos hace falta para estar más preparados en estas contingencia es algo que va de gane. Si se compró despensa de más, es seguro que aún puede dejarse guardada, o donarla si se prefiere a algún albergue que lo necesite. En fin, qué cosa más inoperante  poner la mente en sentido reclamatorio.

¿Cuál es el significado de transformar?

De entrada más aceptación, más calma, menos enjuiciamiento.

En estos días escuche que la vida que mejor se vive es la que se realiza con calma. En estos tiempos podría ser mucho pedir, habremos de averiguarlo.No es tan difícil gozar el momento presente. 

Ser ordenados en las prioridades y no estarnos apremiando en lo que nos puede distraer y nuestra roca no rodará montaña abajo.

El mundo se ha encargado de hacernos muchas bolas con el concepto de felicidad.

Buscamos nuestros lentes y los tenemos en la cabeza, y ¿las llaves? no están en donde está la luz, están más bien en el camino que hay que repensar para encontrarlas si es que las hemos perdido. Precisamente el día de ayer  asenté mis llaves en un pequeño muro de afuera de casa,  mi marido me pidió  de pronto ayuda para sacar el automóvil que se había metido mal al garaje. Por ayudar en la faena del auto, 24 hrs estuvieron muertas de risa las llaves y a decir verdad no me preocupe en lo más mínimo, sabía que iban a aparecer. Si el gato que se pasea en ese muro las hubiera tirado al terreno de al lado, pues ya eso hubiera sido otro asunto.  Esta mañana el joven que nos ayuda en el exterior de casa lo primero que hizo fue verlas y darnoslas. 

He llegado a escuchar de una persona que sus llaves estaban dentro del refrigerador y cuando se cansó de buscar, tuvo sed y fue por un vaso de agua y ¡oh la la! las llaves estaban tan frescas como una lechuga en el cajón de las verduras.

No estamos  con todo entendido, estar pendientes ¿ realmente de que?. No creamos que ya la vida ha dado todo, siempre hay camino. Cuando creemos que hemos descubierto el hilo negro, ese hilo tan mentado, hay que decirlo: tiene matices. 

                             Cuando la pintura moderna comenzó a poner coloridos diferentes a los que se ven más evidentes, como árboles morados y caras verdes, muchos se indignaron. ¿Cómo se atrevió Picasso a hacer tantas distorsiones?  Lo que de momento no vimos, es que nos estaba allanado el camino de las buenas percepciones. No es locura el arte moderno, es tan solo lo que nos lleva a saber que hay otras dimensiones y que no podemos estacionarnos en una. No olvidemos que contemplar el arte debe darnos paz, y lo que cada uno quiera hacer en su mente con cada propuesta. Aprender a mirar, los entornos, ver más dentro de nosotros.               Muy joven, tomando un  curso de acuarela al aire libre con un gran maestro, Alonso Gutierrez Espinosa, iba yo a las clases con una gran panza de  cinco meses de embarazo. Un día nos convocó y acepté llevar cargando una silla y los  tiliches de pintura hasta el jardín lejano de donde nos encontrábamos. Ahí, me acomodé. No tenía ni idea de que me faltaban años luz para llegar a  la cima de las percepciones coloridas, y el maestro con todo tino y buen juicio, habló con la parsimonia que le caracteriza y me dispuse a escucharlo. cual fue mi sorpresa que me dijo: -observa por favor con atención y mira, esos árboles que se ven enfilados por allá a la  vera del camino, todos están en tonos de morado.- ¿Como? le pregunté, ¿violeta? ¿Qué dices? -Exacto-, me dijo, -interpretalos-.

 Me  disponia a hacer varios tonos de marrón, sepias y negro para los troncos, tan solo utilice los morados de mi paleta.  Abrió mi entendimiento a esa realidad enorme de la variedad del color en los entornos y en todo, los colores siempre están presentes aunque parezca sin lógica su presencia.

Todo tronco que pinté desde los años 80s (ochenta) del siglo pasado, lleva tonos de morado. Con los años, aunque veo poco al maestro, siempre le comento esta anécdota que no fue poca cosa en mi interpretación como acuarelista.

Fe en lo que hacemos. Fe en lo que cambia nuestro sentir y nuestro pensamiento, fe en todo.

Todo se asienta. Todo se va conformando con nuevas visiones.

                                                                La libreta número 68 (sesenta y ocho) de mis textos se abrió ante mí. Habremos de ver qué cambios percibo, porque he de decirles que escribir a mano ha sido y sigue siendo uno de los placeres más grandes que me ha regalado la vida, y estos días que mi nieto de 6 (seis) años ha pedido a su madre que ahora en vacaciones le compre un cuaderno para ir escribiendo palabras que va conociendo, me pidió una pluma, es la pluma que he dado con más ilusión en mi vida. Provino de un ser que en un alto en la calle, me dijo con un letrero en mano: -Soy sordomudo, esto te lo ofrezco para ayudarme- Noté que eran tres plumas por $20 pesos,  :-¿Cuánto puede ganar este hombre con esa venta?- Muy poco. Luego las guarde, ya que en lo personal soy muy clara con que plumas escribo (he probado miles) tal vez para regalarle a alguien…  ese alguien llegó más rápido que inmediata mismo. 

La subida del monte que nos toca escalar en la vida, es el camino que más atención merece. Estamos cada quien en la caminata y si padecemos vértigo habremos de atenderlo, y si aparecen rocas de más para sortear, la amplia sonrisa ha de prevalecer, porque es muy importante que ese paso a paso lleve sentido, no nos vaya a desentonar una ventisca inesperada..(Continuará).