lunes, 22 de julio de 2024

 Estar, en lo que estamos.(5)

                                                Los mitos, son parte de la cultura del entendimiento,  ayudan a aclarar la realidad. MJ

                                                                                                                                     

                                                                                     El Zen, no es ajeno a los mitos.

Cuando leemos las enseñanzas de su postura tan clara y visible, a veces nos hacen favores enormes quienes lo difunden en textos comparando la vida con algunos pasajes de la mitología. Resulta  ameno, es muy tangible como se puede entender mejor la existencia, con los mitos de diferentes culturas.

Existe uno en especial muy interesante, tal vez todos en algún momento lo habremos escuchado, el mito de Sísifo.

Y dice: Sísifo rey de Corinto, se vio condenado a subir una roca hasta la cima de un monte, y cada vez que estaba a punto de lograrlo, esa roca caía.

De entrada, la frustración se hace presente y más aún si nos dicen que lo realizaba como una condena. 

El punto de cómo percibimos lo que nos sucede es tan importante como el suceso mismo,  la percepción realista tiende a borrarse cuando sentimos que algo es fallido, sin dar entrada a otras variantes de percepción.La fuerza de una condena ya solo por si misma es absurda, y eso mismo puede minar mucho más la buena energía. Las tareas que tenemos entre manos para resolver nunca son condenas, a menos que así lo percibamos. La autora del libro que estoy citando, Yoko Beck nos dice: -Es interesante que alguien haya condenado a Sísifo, porque ya no solo era la tarea de subir la roca, sino llevaba en su haber que estaba siendo condenado-.  Así pues, Sísifo, una y otra vez la emprende para recomenzar. A fin de cuentas no es tan solo el acto de llegar, ¿Que hacemos una vez que estamos en la cima y nuestra roca está situada en ese espacio?. Es meta y a la vez es un desafío para continuar. Si no tenemos claro cómo situar esa roca,  puede volver a caer, o lo peor y más triste, es que estando ya en la cima no sepamos cómo hacerle para que cumpla su cometido.

Cuántas veces hemos visto gente plenamente en la cima y sabemos que vive con deshallo, con mil conduermas habidas y por haber, producto de no saber enfocar, estando en lo que se está.

El trayecto de la montaña que simula la vida misma, se puede recorrer con gozo, con pequeñas paradas para reajustar la roca y además con la calma para poder ver si vamos por aquí o por allá, porque no es subir por subir. 

El momento feliz de poner la roca en la cima, cuenta mucho, es el cierre de un proyecto, es la culminación grandiosa de una etapa de vida. Ese momento exacto no dura, y eso produce desconcierto.

En estos días que escribo, estamos viendo a varios tenistas de primer nivel, con el mejor tenis del mundo y teniendo que decir adiós a las canchas profesionales. Es una etapa de vida del tenis el profesionalismo, no llegan a la cima todos,  la mayoría queda muy cerca y los menos son los que dan ese gran paso, y  de ahí han de tomar nuevos caminos. Ha habido grandes momentos emotivos de estos cierres, y todos están claros que su roca ya tiene que ir por otros senderos, probablemente ahí mismo en la cima o con otras visiones y acciones. Parte del trayecto de una roca es saber que tiene otros sentidos en la vida. No llegamos a lo que queremos para estacionarnos y mirar, es claro que hay que saber ver, la contemplación es apertura de miras, mas  no es eterna, se contempla para que lo aprendido se enfoque a dar nuevos cauces.

Cuando estamos subiendo con nuestra propia roca es muy importante estar seguros del gozo. Esta palabra en sus cuatro letras lleva inmerso todo un mundo, porque parte de lo que hemos dicho es que podremos aspirar a la felicidad y  poner la roca en su sitio, pero esa roca ni se quedará  ahí ni es lo concluyente, lo feliz radica en gozar con conciencia. Estar, en lo que estamos. Cuando nos aferramos a una sola vista desde la cima, a esa felicidad grande  hay que saber darle su tiempo, ya que ese sentimiento es pasajero y nos puede marear, y el tambaleo puede llevarnos a tener comienzos que tal vez ya se habían superado. Cuando estamos en la cima es la humildad lo que ha de privar.

Creemos que Sísifo, nunca empujó esa gran roca repelando, mucho menos lo hizo mirando demasiado a los lados ni pensando en la inmortalidad del cangrejo. 

Decir no puedo, no está permitido, más bien si es necesario decir ¿Como puedo yo?

Más bien hay que decir que estamos en un momento nuevo, siempre.

Andy Murray, uno de los mejores tenistas británicos en la historia del deporte blanco, tuvo que pasar por dos cirugías de caderas, y habilitar un juego nuevo. Así siguió jugando con un empeño y una calidad de juego inmejorable, y cuando ha llegado el momento ha dicho: -Físicamente ya di todo.- 

Ahora su derrotero del tenis será otro. Lo mismo el gran Roger Federer, que siendo tan sano (en realidad casi no vivió lesiones físicas) también dijo adiós en el momento exacto.

Los malos momentos,  llegan sin chistar. Cuando menos los esperamos estamos en uno nuevo y podrán hasta juntarse varios, por lo que teniendo presente la manera de enfocar, es seguro que uno a uno hacen mutis para dejarnos la satisfacción del acto cumplido. No dudo que haya momentos en los que no se conduce una sola roca, sino varias a la vez, y eso puede hacernos desistir de algunos asuntos de los cuales  tan solo habríamos de ponerlos en la lista de pendientes.

El Zen nos dice que si los pendientes más complejos o lejanos no se logran tal cual los imaginamos, habremos de aceptar que han sido buenos de todos modos.

Otro aspecto que nos aleja de ese empujar o más bien conducir  en positivo, es creer que nuestra roca es diferente a lo que es en la realidad, obviamente hay aspectos que importan más que otros y para este enfoque clarificado la meditación nos ayuda mucho. No puedo querer mirar el paisaje y tener las ventanas cerradas. Todo lleva momentos de preparación.

En estos días me ha parecido inaudito que al no haber pegado tan fuerte el ciclón que pasó por la península yucateca, pudiera haber personas que se enojen porque hicieron tanto preparativo para nada. ¿Como que para nada ? Si la amenaza era clara, habia que responder con inteligencia previniendo males peores. Si no se dio, mucho se adelantó en saber que pendientes serán menores ante nueva amenaza. Si habremos de valorar, ya sabemos que nos falta para estar seguros. En casa los compresores de los aires acondicionados no estaban fijados al piso de la azotea, y nos la jugamos porque nos dimos cuenta tarde, sabíamos que podrían haber volado. Ahora por supuesto en la lista de pendientes estará fijarlos. Encontrar que nos hace falta para estar más preparados en estas contingencia es algo que va de gane. Si se compró despensa de más, es seguro que aún puede dejarse guardada, o donarla si se prefiere a algún albergue que lo necesite. En fin, qué cosa más inoperante  poner la mente en sentido reclamatorio.

¿Cuál es el significado de transformar?

De entrada más aceptación, más calma, menos enjuiciamiento.

En estos días escuche que la vida que mejor se vive es la que se realiza con calma. En estos tiempos podría ser mucho pedir, habremos de averiguarlo.No es tan difícil gozar el momento presente. 

Ser ordenados en las prioridades y no estarnos apremiando en lo que nos puede distraer y nuestra roca no rodará montaña abajo.

El mundo se ha encargado de hacernos muchas bolas con el concepto de felicidad.

Buscamos nuestros lentes y los tenemos en la cabeza, y ¿las llaves? no están en donde está la luz, están más bien en el camino que hay que repensar para encontrarlas si es que las hemos perdido. Precisamente el día de ayer  asenté mis llaves en un pequeño muro de afuera de casa,  mi marido me pidió  de pronto ayuda para sacar el automóvil que se había metido mal al garaje. Por ayudar en la faena del auto, 24 hrs estuvieron muertas de risa las llaves y a decir verdad no me preocupe en lo más mínimo, sabía que iban a aparecer. Si el gato que se pasea en ese muro las hubiera tirado al terreno de al lado, pues ya eso hubiera sido otro asunto.  Esta mañana el joven que nos ayuda en el exterior de casa lo primero que hizo fue verlas y darnoslas. 

He llegado a escuchar de una persona que sus llaves estaban dentro del refrigerador y cuando se cansó de buscar, tuvo sed y fue por un vaso de agua y ¡oh la la! las llaves estaban tan frescas como una lechuga en el cajón de las verduras.

No estamos  con todo entendido, estar pendientes ¿ realmente de que?. No creamos que ya la vida ha dado todo, siempre hay camino. Cuando creemos que hemos descubierto el hilo negro, ese hilo tan mentado, hay que decirlo: tiene matices. 

                             Cuando la pintura moderna comenzó a poner coloridos diferentes a los que se ven más evidentes, como árboles morados y caras verdes, muchos se indignaron. ¿Cómo se atrevió Picasso a hacer tantas distorsiones?  Lo que de momento no vimos, es que nos estaba allanado el camino de las buenas percepciones. No es locura el arte moderno, es tan solo lo que nos lleva a saber que hay otras dimensiones y que no podemos estacionarnos en una. No olvidemos que contemplar el arte debe darnos paz, y lo que cada uno quiera hacer en su mente con cada propuesta. Aprender a mirar, los entornos, ver más dentro de nosotros.               Muy joven, tomando un  curso de acuarela al aire libre con un gran maestro, Alonso Gutierrez Espinosa, iba yo a las clases con una gran panza de  cinco meses de embarazo. Un día nos convocó y acepté llevar cargando una silla y los  tiliches de pintura hasta el jardín lejano de donde nos encontrábamos. Ahí, me acomodé. No tenía ni idea de que me faltaban años luz para llegar a  la cima de las percepciones coloridas, y el maestro con todo tino y buen juicio, habló con la parsimonia que le caracteriza y me dispuse a escucharlo. cual fue mi sorpresa que me dijo: -observa por favor con atención y mira, esos árboles que se ven enfilados por allá a la  vera del camino, todos están en tonos de morado.- ¿Como? le pregunté, ¿violeta? ¿Qué dices? -Exacto-, me dijo, -interpretalos-.

 Me  disponia a hacer varios tonos de marrón, sepias y negro para los troncos, tan solo utilice los morados de mi paleta.  Abrió mi entendimiento a esa realidad enorme de la variedad del color en los entornos y en todo, los colores siempre están presentes aunque parezca sin lógica su presencia.

Todo tronco que pinté desde los años 80s (ochenta) del siglo pasado, lleva tonos de morado. Con los años, aunque veo poco al maestro, siempre le comento esta anécdota que no fue poca cosa en mi interpretación como acuarelista.

Fe en lo que hacemos. Fe en lo que cambia nuestro sentir y nuestro pensamiento, fe en todo.

Todo se asienta. Todo se va conformando con nuevas visiones.

                                                                La libreta número 68 (sesenta y ocho) de mis textos se abrió ante mí. Habremos de ver qué cambios percibo, porque he de decirles que escribir a mano ha sido y sigue siendo uno de los placeres más grandes que me ha regalado la vida, y estos días que mi nieto de 6 (seis) años ha pedido a su madre que ahora en vacaciones le compre un cuaderno para ir escribiendo palabras que va conociendo, me pidió una pluma, es la pluma que he dado con más ilusión en mi vida. Provino de un ser que en un alto en la calle, me dijo con un letrero en mano: -Soy sordomudo, esto te lo ofrezco para ayudarme- Noté que eran tres plumas por $20 pesos,  :-¿Cuánto puede ganar este hombre con esa venta?- Muy poco. Luego las guarde, ya que en lo personal soy muy clara con que plumas escribo (he probado miles) tal vez para regalarle a alguien…  ese alguien llegó más rápido que inmediata mismo. 

La subida del monte que nos toca escalar en la vida, es el camino que más atención merece. Estamos cada quien en la caminata y si padecemos vértigo habremos de atenderlo, y si aparecen rocas de más para sortear, la amplia sonrisa ha de prevalecer, porque es muy importante que ese paso a paso lleve sentido, no nos vaya a desentonar una ventisca inesperada..(Continuará).



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