Estar, en lo que estamos. (3)
Y noté esto extraordinario:
si mi conciencia se entregaba a la circulación
del aire, no pensaba en nada.
Estaba absolutamente en el presente.
Respirando. Sabina Berman.
Exactamente como lo menciona Sabina Berman, uno puede detectar los
beneficios de estar en el presente, sin temor de ninguna clase, de que por eso mismo estuviéramos descuidando
lo bueno que nos ha dado el pasado y mucho menos temer a un futuro incierto.
Como que podríamos decir que en el estado de aquí y ahora es en el que se tejen los tres estados del
tiempos. El Zen no
es un sofisticado arte de vivir sencillamente, es más bien estar en la
realidad, en su exacto sentido. Así mismo es como lo plantea Shunryn
Suzuky.
Muchas de las enseñanzas que se pueden compartir en estos aspectos, nos
llegan por medio de similitudes. el Zen no es una excepción, la vida se
interpreta como si fuera un río, es el cauce el que cambia en cada ser y es ahí
mismo como podremos detectarnos si es que somos observadores de nosotros
mismos, veremos que dentro de todo río se dan remolinos llenos de vida y así pasa
con cada uno de nosotros. Ese río vital que somos y que nos contiene con la
mente y el cuerpo en una unidad funcional nos hace dinámicos y es lo que nos da
la certidumbre más fuerte de la existencia. Como remolinos, es decir seres en
movimiento constante estar dentro de todo el cauce del Río nos puede crear
confusión y tendemos a crear linderos demasiado limitantes, por no mencionar
toda la basura que se nos añade si no estamos atentos en el lugar y tiempo por
donde giramos. Mucho sucede así hoy día, que la vida se ha vuelto una demanda
de cosas innecesarias que nos alejan de ese centro rector que más nos
define. Ante todo no podemos
dejar de observar que somos el río, que aún con todo lo que ya se fue, es decir
lo pasado, lo seguimos siendo y que ese
movimiento del cauce nos llevará a un futuro mucho más certero si logramos
llevar el ritmo con bien. La vida muy
personal es el remolino central, y es o sería muy triste que ese centro que sí
de somos se diluya en aguas que nos contienen pero que no nos rigen como
centralidad. Que
bello vernos como un centro que gira, que es contenido por ese cauce de la vida
total. Cuando comprendemos
que hay linderos naturales y artificiales, ya vamos de gane, porque mucho de lo
que nos está desconcertando hoy día, en el
Mundo actual,
es la vida artificial. El Zen nos recuerda que habremos de saber que con
los linderos naturales las barreras nos
bastan y dan estructura, porque son parte de nuestra propia naturaleza. Ojo,
habremos de tener con los linderos artificiales, y no confundir esto con la
inteligencia artificial porque eso es más bien harina de otro costal. Al comprender que es lo
que nos ha de limitar para tener abierta la puerta a nuestro ser real, nos va
quedando claro que la vida humana es muy importante con una dinámica más
natural que hemos venido perdiendo. Si los linderos naturales como son: la
percepción de la personalidad, los valores personales y los dones descubiertos
podremos llegar a estar dentro del cauce
general del rio y seremos felices sabiendo mucho más claramente quienes
somos. Esta vida
actual nos está llevando a querer vivir vidas imitadas, esas que nada que ver
con nosotros y que nos las queremos adjudicar, es camino a crear stress. Empezamos a creer que somos
lo que no somos y creemos que eso trae felicidad, cuando en muchos casos sólo
se enreda la la existencia echándole la culpa a la vida misma que nos ha tocado
vivir como si fuera un mal necesario. La
vida, es genuina para todos, solo nosotros nos privamos de verlo así.
He escrito por años, muchas cuartillas a mano y por muchos momentos y
hoy día que reviso, me van quedando
claras las ideas que me han regido para encontrar ese campo de bienaventuranzas
que me definen, como a todos y cada uno de nosotros nos definen las propias.
Esas buenaventuras nos acompañan y a veces por estar en la parte del río social solo estamos viendo lo que
acompaña al progimo. Ese progimo que se
menciona en las enseñanzas católicas tendría que ser de compartimento y no de imitación. La
inteligencia humana no es una cosa que se maneja al antojo, es una condición
que tiene sus raíces, una condición
natural que se despliega, y solo se logra si todos los factores dentro del
cauce han aportado para eso, más hay una condición genética que detectada se
puede implementar con certidumbre. No todas las inteligencias responden al mismo
tipo de naturaleza y he ahí que en la actualidad eso ya está mucho mejor
conducido. Se habla mucho de la mala crianza permisiva de los niños de hoy,
cuando lo que propone en realidad la pedagogía y la psicología es detectar ese
camino personal y conducirlo. Lo maravilloso del aspecto inteligente, sea este
cualquiera que se detecte en un crío, es que no tiene límites por lo que hay
que tener claro que somos nosotros
mismos los que los creamos. Una de
las más bellas noticias que tiene el ser humano con los conocimientos de hoy,
es que nuestra estancia en el río de la vida es eterna, si ya nos encarnamos es
porque esa fuerza de nuestro cerebro conducirá lo que somos eternamente, por lo
que sí creímos que el suicidio, o la muerte misma nos sacara del rio, estamos
equivocados, nuestro ser humano sólo se transformará con los elementos que le
hemos proporcionado. Cuando los
linderos del vivir son equívocos, lo único que sucede es que nos aislamos y
reprimimos ese crecimiento que propone el Zen: estando en lo que estamos
alejamos miedos, y la vida misma no se hace descabellada. Todos tenemos
metas constantes, Los adultos tendemos a
pensar que las metas son para jóvenes que empiezan su vida, y no podemos actuar
así, las metas cambian eso es todo y a veces en la edad adulta se hacen mucho
más interesantes. Es un hecho
que cuando vivimos eventos inesperafos , fuertes y dolorosos es tanto lo que se
nos arremolina el agua dentro del cauce,
que podemos perder nitidez en la acción, en palabras claras y concisas :
volver al presente es la respuesta. La actitud ante las metas tiene todo que
ver, y lo único que sucede es que con la adultez estas se vuelven más
consistentes, ricas y con mucho de satisfactores que ya no tenemos que
explicar, sino tan solo vivir. Un ejemplo es: me
gusta leer libros de papel. Todo a mi alrededor apunta a que estoy fuera de lo
que se propone como mejor, el libro electrónico, si uno tiene la fuerza para
decir que lo que nos interesa es válido, va lleno de sentido y así lo deseo,
deja de importarnos que mil gentes lean en tableta, el valor de leer en papel
es algo personal y lo cultivo. Los motivos de la adultez si pueden llegar a ser
agentes de ejemplo para otros seres más jóvenes porque nos ven seguros y
aprenden que el valor de la vida no estriba en lo que está de moda, sino en lo
que es valioso eternamente. (Continuará) .
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