Un día, una
circularidad. (9)
Concebir la vida como un círculo de círculos, nos
permite visualizar mejor y recordar los momentos que han pasado y como han dejado la línea circular
necesaria que concatena todo. MJ
Saber que todo está ligado, nos da paz.
La fuerza de vivir
es redonda y nunca hay días desperdiciados cuando la vida en el circulo mayor
va con las pausas que a veces percibimos muy precisas y otras inevitablemente
son difusas. Así tambien sabemos que se aparecen las curvas más pronunciadas
que pareciera que son capaces de hundirnos en algún abismo, y de pronto las
vivencias se hacen más llevaderas. Cuando se amalgama la vida y sabemos qué círculos
hemos vivido, así como en cual estamos, es más claro lo que deseamos de frente,
tenemos más certidumbre y el cielo se une a la tierra. Escribir para nosotros
mismos, por algunos momentos parecería un acto de vanidad absurda, y lo que
vamos encontrando cuando se hace la revisión posterior, es todo menos vano,
etapa por etapa se presenta como algo que ha sido y será, ante todo de gozo. Lo
vivido siempre nos deja ese conocer que no es tan solo conocimiento
llano y textual, es algo menos tangible, se guarda en nuestro interior para
saber los sabores asentados que se convierten en perdurables, se impregnan en
nosotros. En las células se va quedando el limo del saber más allá de las
palabras, exacto como lo dice Carme Jiménez cuando nos habla de lo que es y
cómo nos impacta a cada ser, el lenguaje humano. Sí, es muy importante saber,
mas no es la acumulación cuantitativa lo que le da sustancia a la vida, sino el
hilo vital que refuerza al espíritu. Lo que conocemos, y más aun lo que
aprendemos tanto de teoría como de vivencia sencilla, logra hacer que todo se
perciba redondo en el ser, con mas potencialidades de integridad. El
conocimiento mismo per se, hasta puede olvidarse, mas lo que ha dejado
para hacer de la vida una circularidad, eso nunca se va. Saber que nada ha caído
en saco roto. Nada. Lo vano, es ficción. Ese entramado o saco vivencial con la
trama de hilos que van desde muy delgados hasta muy gruesos, sostiene y hace
mas vívido el circulo vivencial de cada 24(veinticuatro) horas. Cuando se
percibe más claramente, es a la hora del cierre. El paso de los años deja para
el final lo más significativo y aun sintiendo que años pasados se fueron apenas
sin percatarnos, con el tiempo se hace más claro. Mucho percibimos como más fuerte,
a mí me suelen dejar con la palabra en la boca bastante seguido, porque la
mayoría de las personas quiere las conversaciones concretas y resumidas,
rápidas y sin tanto adorno, y no pasa nada, ya lo sé y me doy cuenta con
quienes sí puedo explayarme y con quienes no. A veces son solo las sonrisas las
que nos llegan con más luz.
Saber escuchar las
carcajadas de los niños que quisiéramos se quedasen grabadas por siempre en
nosotros. ¿Qué nos ayudará para capear los últimos años de vida que Dios nos
permita?
Obviamente depurar el equipaje sin duda
alguna es tarea ineludible y se vuelve el motivo central, más allá cada uno
sabemos cuáles son los rumbos por los que queremos enfocar. Hay círculos
totalmente cerrados para siempre. En lo personal siento que las etapas de mi
vida están marcadas por diferentes coloraciones, es así que puedo vislumbrar
cuando cerré un determinado circulo. A
decir verdad, en mi caso hasta la dirección que toma la letra manuscrita en mis
libretas lleva un significado, y noto cuando he escrito cansada o cuando mi ánimo
brinca como un grillo verde sobre la yerba fresca.
La realidad con el
paso de los años se puede hacer más nítida, y creo que esa es la pretensión del
conocimiento de principios religiosos y no lo que a veces se cree que solo
sirven como armas represoras. El circulo vital es gozoso, es decir el de toda
la vida, se va pintando con tenacidad personal. Los colores están ahí siempre
presentes, nosotros los hemos elegido. Grises, que aun pareciendo dolorosos los
hemos vivido como entonadores de armonías, azules protectores que nos dan
confianzas inauditas y ni qué decir de los amarillos sabios, por mencionar
algunos. Y vamos dando a la vida lo que en plástica se conoce como medios
tonos. En estos días que con mis siete décadas a cuestas me avoco a revisar
esas técnicas de plástica que he amado desde muy niña, me sorprendo de cómo se
pueden afinar. Es algo así como cuando vamos a la sinfónica y escuchamos a cada
violín repasar sonidos que se nos antojan dispersos, y no lo son. Con mucha más paciencia, es seguro que
caminaremos fuertes en las hondonadas de la creatividad con calidad, y no
pensando que lo que hacemos se medirá en cantidades. Johannes Vermeer el
pintor, tiene una obra pictórica en la que nos dice con claridad como el valor
de la cantidad puede abrumar, el de la calidad puede ofrecer vida pura. En lo
personal me basta contemplar el cuadro de -La niña del arete de perla-. Este
pintor solo realizó alrededor de 35 (treinta y cinco) obras, las suficientes
para que le conozcamos a él mismo y no a sus antojos ególatras por hacer sin
medida. El tiempo, nos sonríe diferente cuando lo tomamos pausado, se convierte
en el mejor aliado con calmas y silencios y no con ateperamientos y ruidero. El día, nos muestra las blancuras de sus luces
con mas nitidez desde el color que va tomando cada momento y en las personas
mayores cada cabello que se encanece habla maravillas de lo que ahí mismo se ha
acumulado cuando vemos lo valiosa que ha sido la vida. Tiempo que está y estará
mientras no seamos convocados a la eternidad.
Mientras nosotros
no queramos tragarnos la temporalidad descabelladamente, el reloj nos dice
siempre que confiemos en su nobleza. La obra acrílica que he realizado hasta el
dia de hoy, tiene referencia al tiempo, y me he hecho aliada de él.
Creo que en las
relaciones humanas tambien podría pasar algo así con los años. Nos damos cuenta
de muchas cosas que tienen que ver con las afinidades, con los cariños
incondicionales y ni que decir con la pareja que nos ha acompañado ya por años.
Todo como que toma un cariz mucho mas añejo y los mohos (ese limo que lo
invade todo, y ni que decir por aquí en el sureste que lo conocemos como cuxum)
dan ese tono como si todo se embarrase de verde, de negro y grises, sobre todo
en los muros. Me llama mucho la atención hoy día que se restauran casas muy muy
antiguas, como los arquitectos y restauradores, así como los diseñadores del
espacio vital de la construcción, permiten que esas manchas sean parte actuante
de la decoración. Todos conocemos cuando vamos entrando a la tercera edad como
se hace presente ese limo interior que nos ha cubierto y que habremos de
transformar en manchas viables para la vida más plena que nos resta.
La pátina bien
aceptada tiene sentido. Toda la vida me han encantado las paredes mohosas he
hecho algunas acuarelas de esos espacios y he de decir que esa parte de la
pintura con agua me encanta, porque es libre el trazo. Aquí en la península
yucateca se dan de a montón, porque la implacable humedad la pinta de maneras
asombrosas. De verde o de gris, de negro o de marrones hermosos, sin más. En
los cascos de las haciendas henequeneras de estas tierras en donde habito, esos
muros nos hablan de una época cerrada y a la vez retomada con tanto tino por
las reconstrucciones o construcciones adosadas que las renuevan, hoy dia se
restauran dejando esas muestras del tiempo ido con mucha más visibilidad.
¿Qué pasa en cada
persona con los mohos interiores de la vida personal acumulados? Es
seguro que los tenemos y a veces no nos gustan, tal vez representan vicios
enconados o malos momentos, pero no debemos desdeñar que eso que se nos ha enmohecido
en el alma es parte muy importante para sentirnos plenos de momentos superados.
Tambien representan cierres eternos y clausurados.
Todos, tanto niños
como jóvenes y mas los adultos, vivimos adosando la vivencia, cada paso es
seguro que hayamos de haber pasado por algo que nos dejó buenas experiencias.
No dudo que habrá algunos que nos preguntamos por momentos que haríamos de la
vida si de pronto se nos permitiese resetear, y volver a los tiempos
jóvenes, y estoy segura que si eso en verdad fuera posible, no todos lo
aceptaríamos porque sabemos que en el fondo tenemos claro que lo elegido se nos
ha dado y permitido por alguna razón profunda. Los caminos de Dios, decimos los
creyentes, y los seres que no lo son tanto, dirán que fueron decisiones que se
tomaron sin mucha claridad y con buena actitud, superadas.
No importa lo que
pensemos hoy, porque como decía mi madre - ¿Te han puesto los zapatos
equivocados? pues ve sin pachorra y toma los que te corresponden-.
El circulo que
vivimos hoy día, esos años solo nuestros, sean pocos, muchos, o que ya se
cuenten por décadas, es seguro que con buena actitud y talente dará sus
dadivas. Conocer, es decir adosar con conocimiento de causa lo que vivimos,
siempre nos hará el camino mucho más llevadero. Lamentar es el error, porque se
nos olvida que el lamento solo rebaja la buena energía. Si, es seguro que
algunos asuntos mohosos del ser los veamos cómo paredes ennegrecidas del
ser y creemos que nada que ver, mas en mi caso puedo dar un ejemplo claro y
conciso: cada que abro una nueva libreta de tiempos pasados y la releo, siempre
encuentro y me reencuentro con asuntos que me hacen sonreír. Hasta me llego a
preguntar ¿Soy yo la que vivió esto? ¡Oh Dios! ¿Como fue posible? porque claro
que se nos olvidan los pormenores. Qué bueno que el disco duro del cerebro no
guarde tan nítido todo como se logra guardar cuando lo hemos escrito sobre
papel, o en la computadora y que aun así, nos permita sentir la felicidad
enorme, nunca disminuida. Hace más de 40 (Cuarenta) años que redacto casi a
diario y cuando tomé la decisión no imaginé las alegrías que me daría al
revisar.
La libreta que a
continuación reviso es la numero 84 (ochenta y cuatro).
Ese mínimo circulo
que representa cada página redactada es como una congratulación con la vida
pasada. A veces me llego a preguntar ¿cómo fui capaz de tal o cual vivencia? o
como tuve los ímpetus para resolver tal o cual cosa que hoy día no estaría en
posición de volver a vivir. Tremendas caminatas hechas en momentos de viajes, o
tambien otras acciones como lo puede ser resolver asuntos de nuestros hijos
cuando fueron peques. Hoy día que por momentos percibo que mis hijos son como
unos papás jóvenes que nos tienden la mano a los mayores, con asuntos tan
sencillos que al grito de - ¡Se me atoró la compu y no sé cómo resolver!
- Y viene el hijo, ese adulto joven que ya nos acompaña con asuntos que son tan
sencillos para ellos. Es obvio que si no nacimos en la era de tanta
informática, pues ellos nos ayudan a resolver lo que para nosotros es un nudo.
El otro día mi hijo me dijo: -en verdad no sé cómo llegaste a este embrollo en
tu computadora…- alguna tecla se tocó mal, eso es todo. Es claro que con la
practica vamos aprendiendo lo que no es de nuestra época, pero la realidad es
que no todo podemos resolver. Aprender que solo pidiendo ayuda seremos más
dignos, es vital. Pedir a una amiga, a un vecino, que se yo.
El círculo de cada día
para mi es sorprendente, he de recordar y lo he dicho en los párrafos de textos
anteriores, que, no llevé una vida muy metódica y disciplinada de niña, (mis
padres nos tuvieron a mis hermanos y a mí ya grandes y en verdad en mucho
vivían para nosotros) la disciplina fuerte y concreta la aprendí en la vida de
casada. Ha decir verdad, hemos hecho una nueva manera de vivir, porque no
podemos negar que el matrimonio es un collage colorido de vivencias que
entran en juego en la casa matrimonial, se vuelve única e irrepetible. Creo que
lo viven a la mayoría de los matrimonios, se hacen acuerdos para que las
situaciones no sean como decían nuestras madres: ni tanto que queme al Santo
ni tanto que no le alumbre.
Es verdad que el
circulo vital del día a día en cada pareja se va creando, y no habrá ninguno
igual al que cada dúo, hemos logrado. Los ajustes y pertinencias llegan porque
no es fácil, por eso mismo comprendo a quienes se separan y no lo logran, y que
no haya culpabilidades porque la vida compartida no es la más fácil, los
desafíos son tremendos y pueden ser desgastantes. Los nuevos momentos son todo
producto de una vida que es claro que se ha pensado y planeado y obviamente disciplinado,
pero que lleva harina del costal de cada familia involucrada, eso no podremos
negarlo. Cada día me queda claro que es una elección voluntaria y que es lógico
que haya personalidades que no quieran vivirlo ni pasar por ahí en sus vidas.
El tutti frutti de la actualidad nos asombra, pero más que el asombro,
hay que reconocer como cada ser somos un mundo.
De pronto nos puede
parecer aburridísimo saber todo lo que la arqueología moderna va develando, en
lo personal me apasiona tanto, que no puedo dejar de pensar en que nuevos descubrimientos
saldrán. Como han podido observar en los textos que comento, estoy convencida
de que quienes no albergamos en la conciencia todo lo que han pasado los
humanos que nos precedieron, la vida actual nos significaría diferente. Comprender
ese camino recorrido que es tan hermoso y a la vez tan árido y tan difícil, el
como se sortearon y lograron tantos triunfos. Jamás dejemos de recordar cómo
esos grupos de neandertales no lograron sobrevivir. Hay teorías al respecto,
pero la más convincente es que no lograron adaptarse, su organismo no era del
todo fuerte por dentro.
Hace poco volví a
escuchar una disertación del Padre Gabriel Calvo Zarraute, ese presbítero
español que ya había mencionado en alguna parte de estos textos y que llegó a
mi como parte de lo que mi hijo estudia hoy día para conocer más a fondo la
religión católica. Yo, que ya creía saberlo todo respecto a las enseñanzas que recibí
desde la infancia, me encanta que provenga de mi hijo la nueva propuesta,
porque en verdad él se ha ido a las fuentes. En lo personal no voy a recorrer
ese arduo camino de leer todo lo que él estudia, pero me encantan las
sugerencias que me propone y más cuando son de YouTube, porque es otro cantar
ver a la persona que nos habla de frente. Así, cada que puedo voy al canal del
padre Calvo y aunque me faltan años luz para escuchar todo lo que comenta, si
es una ilusión oírle. El otro día dijo algo muy hermoso: -distinguir entre lo
que es un valor y lo que es una virtud-. Nuestra iglesia católica
en años pasados y en esos tiempos de mas originalidad, mucho antes de que
recibiera influencias protestantes que nos cambiaron el sentido de percibir, tenía
su asiento mucho más en las virtudes humanas, que en los valores. Los valores
son buenísimos, solo hay que tener en cuenta que mucho mas cambiantes. Este
sacerdote por momentos hasta ilustra sus ponencias de conceptos con hechos
históricos. Da mucha confianza ver cómo se han abocado algunos de ellos en la
España actual para darnos más luz.
Nos dice: -El
valor, puede ser algo más difuso y mas acomodaticio en el tiempo, no quiere
decir que no sea algo importante- porque como nos dice la Academia: -valor es
algo que tiene un grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las
necesidades o proporcionar bienestar o deleite-. Mas claro ni el agua, y los
católicos sabemos que no todo en la vida es un constante bienestar, como se
quiere proponer en las doctrinas modernas del vivir cuando se dice que el
placer ha de mandar el juego, antes que nada, y es así que el ego se
pone la camiseta y nos desbarranca con sus exigencias. ¿Y los inconvenientes,
las ingratitudes, los recovecos, son harina de costales rancios?
Es claro que no, la vida está plagada de sinsabores que cada uno con las
virtudes en la mano podemos aplacar y hasta derrotar. Si llega la tribulación
no es que nos encante, porque no somos masoquistas, pero es parte del vivir que
hay que saber zanjar, y el valor que va de la mano de la virtud, ayuda para eso. También el valor es una fuerza o hábito
operativo que aclara las virtudes. ¡Cuánto valor necesitamos para realizar
algunas tareas difíciles! que lo valen, valga la redundancia.
La virtud va más
allá. Es una cualidad más profunda e inherente al ser, que puede tenerse desde
la niñez y hacerse más clara y viable con los años y la pertinencia.
(Continuará).