De
rutinas. (3) (compartido)
Las
costumbres y tradiciones solo tienen sentido si sirven para hacernos más
humanos.MJ
Las
haciendas henequeneras en su tiempo de auge celebraban la bajada del Santo
Patrono con la presencia activa y disfrutada por parte de los hacendados y en
el caso particular de Chacmay esto era el día 13 de junio día de San Antonio de Padua. Las festividades
incluían la consabida corrida de toros con el tablado armado por los
pobladores, mismo que se lograba con troncos delgados y ramas de huano. Siempre
se escapaba algún toro creando tremenda
algarabía. El relato que a mí me tocó escuchar recuerda que en una ocasión casi
alcanza el toro a uno de los presentes que iban en el grupo de amigos de mi
madre, mismo incidente que sirvió para que pasados los años esos que lo
vivieron se carcajearan juntos una y otra vez y disfrutaran el recuerdo de
tiempos de amistad juvenil.
Los
vínculos de juventud siempre serán eternos, independientemente de los caminos
que se tomen y de las mentalidades que se guarden, es verdad que no en todos
los casos con la misma intensidad y frecuencia ya que todos tenemos el deber de evolucionar nuestro
camino y pensamiento, mas a unos les cuesta más que a otros y no siempre hay
coincidencias y esto creo que sucede por esas ideas que estacionadas y
provenientes de lugar seguro y antiguo,
se perciben como eternas y mejores. Ninguna idea es mejor o peor que otra y
nunca por ideologías se debe separar la gente que se tiene cariño añejo, lo que
en realidad vale la pena revisar es que tanta vigencia tiene lo que creemos y
si propone para que todos mejoremos o al menos nos cuestionemos. Entre amigos
es maravillosa la diversidad porque es lo que enriquece al grupo.
La
mayoría de los hacendados tenían una propiedad frente al mar. Algunos que eran
parientes y amigos entre sí construyeron
lo que se conoció como los Corredores de Xculuquiá en el puerto de Progreso, en
donde se podía ir de una casa a otra tan solo avanzando unos pasos de la
propia. Todo bajo un corredor techado
continúo. Luego se les conoció con el sobrenombre de La
Ferretería, porque puro tubo: tuvieron, tuvieron muchos bienes
materiales, mas por la falta de educación formal en relación a la cultura del
trabajo, el devenir les atropello y la
escasa visión de futuro les hizo perderlo todo o casi.
El
modo como nos organizamos durante cada semana en la vida diaria y cómo esas
actividades que se repiten cada siete días nos son muy beneficiosas es algo muy
positivo. Me acostumbré desde niña a tener una percepción especial en relación
a cada día de la semana, sintiendo que
unos días me agradaban más que otros, luego se concretó mucho más cuando
comencé a escribir las acciones realizadas, ya que me quedó claro que cada día tiene su secreto (Así se titula una
novela bastante cursi que leí en mis juventudes) y percibirlos con un color especial. El lunes,
con su consabida fuerza de dar inicio a una semana nueva se me representa en
tonos de un beige/mostaza que conlleva el color de la sabiduría, la luz. Si no
lo tomamos como el día clave para
encausar a los demás, afectamos a los
seis días restantes. Comprendo a los albañiles que tienen fama de no tomarse en
serio este día, siempre admiré muy de cerca el trabajo de los verdaderos héroes
de la construcción, ya que me encantaba ver como todo iba tomando forma. Para algunos de nosotros resulta muy pesado
este día, ya que tiene sus volutas dimensionales muy particulares, no sé si la mayoría de los
ausentes en el trabajo de los lunes se
deba a los excesos del domingo o porque en realidad se toma como un día para
encausar. Los martes ya son de otro movimiento y dinamismo, en lo personal me
encantan para profundizar en mis proyectos personales, de tonos marrón flotando en un espacio rosa /naranja. Ni
que decir de los miércoles que con su centralidad ya los sentimos del todo
activos, me encantan los miércoles, son como el vínculo central entre todos los
demás, como un mirador de cómo
programamos, son de color verde vivo y luminoso, como el de las hojas de los
arboles cuando nacen. Los jueves son verdes también, es ya más bien un tono
terroso y realista, como que las acciones van aterrizando. En el horizonte del cierre de la semana vislumbro verdes muy oscuros para
el viernes, esos verdes llenos de vida como un bosque de sorpresas agradables,
cambiando la luz de los verdes oscuros
al tono esmeralda para el sábado, día alegre y que nos queda muy claro que
todos disfrutamos especialmente. Algunas veces nos preguntamos porque hay grupos en los que se considera al domingo como
apertura y en otros como cierre. Es una cuestión de convencionalismos, porque a
la semana civil y común se le da inicio el lunes ya que el domingo es de cerrar
y descansar. En otros grupos el calendario litúrgico ha propiciado que el
domingo sea de apertura, de inicio con sus consabidas ceremonias y rituales
dando así encauce en este día de luz. Mis domingos son totalmente amarillos.
Somos
seres duales, tenemos esas dos vertientes en nuestro ser y hay que lograr
equilibrar armonías.
Lo
dual
Uno se
tiene, uno no se tiene.
Uno
está, uno no está.
Uno
piensa, uno despiensa.
Uno
valora, uno revalora.
Uno
quiere, uno no quiere.
Uno
es, uno no es.
La
dualidad de la vida cuando es mal
entendida, es la causa de muchos pesares y dolores. Todo es dual, es algo en lo
que no siempre nos detenemos a pensar y que cuando no se establecen claros los
derroteros, este asunto juega con nosotros, se puede apoderar de la mente y
volvernos frágiles.
Hay
que tener mucho cuidado con esas dualidades, todos los momentos son a la vez efímeros
y constantes, instantáneos y eternos,
fuertes y suaves.
Vivamos
la intuición activa.
Un
momento a la vez, una acción a la vez, aun sabiendo que todos los momentos
están concatenados.
Y, si
en nuestro día a día aparece la enfermedad (en uno mismo o en alguien de
nuestro entorno) habremos de saber que ese motivo para bajar el ritmo de la
rutina será muy beneficioso. Siempre la mente juega un clave papel en la
mejoría del cuerpo. En lo personal admiro profundamente la obra de Virginia
Woolf y lo que otros han escrito sobre
ella, los periodos de su estarse en reclusión o peor aún en cama, (tuvo
problemas mentales que no se diagnosticaron del todo bien) le ayudaron a crear
nuevos enfoques, no solo a su propia vida sino en sus maravillosos textos.
Existe
una cita muy clara pronunciada por Miss Thomas, la mujer que muchas veces le
acompañó en momentos clave de salud: -Uno no podía dejar de tomarse su
bienestar como cosa propia-.
Alguna
vez se le preguntó a la Antropóloga Margaret Mead que era para ella la
civilización. Los cuestionantes esperaban respuestas referentes a los avances
tecnológicos o de otra índole más de materia palpable o física. Y ella los dejó
perplejos cuando respondió que la civilización había hecho su presencia
contante y sonante en el momento en que un grupo se dio el tiempo para curar y
acompañar a uno de ellos que se había lastimado una pierna. En la vida de las
primeras tribus quien se lastimaba era abandonado, dejado a su suerte y
obviamente fenecía. Es verdad que hoy día ya sabemos muy bien cuidar de
nosotros mismos, mas el gesto de acompañar a alguien que pasa por un momento difícil
tal vez se logre con un sencillo mensaje, y hacer una diferencia para una mejor
recuperación.
Proust
nos dijo:
"La
enfermedad es el médico al que hacemos más caso; a la amabilidad, a los
conocimientos, solo hacemos promesas; a la enfermedad le obedecemos sin
rechistar”.
En los
flujos rutinarios siempre debe estar presente el sentimiento de la esperanza.
Aunque como solía decir mi abuelo materno (a quien no conocí, pero si escuche
de mi madre hablar de él) generalmente Nadie se rasca para afuera. (Continuará)