viernes, 26 de noviembre de 2021

De la vida diaria

 

De la vida diaria 

Vivencias que regresan(Compartido)

 

Cerrar y con los mismos compases abrir, es un acto circular que nos da plenitud. MJ

 

Todo en nuestra vida es cerrar y abrir. La circularidad siempre está presente aun cuando no la percibimos del todo, pareciera que siempre hay interrupciones. En algunos momentos nos da temor lo que parece que se acaba, cuando en realidad es la puerta para volver de diferente manera a abrir vivencias que al ser parte de nuestro ser, suelen regresar.

A veces es imperceptible cuando se dio el comienzo de  algo que vivimos y cuando se terminó, cerrar no es concluir. Es normal y es aceptable que esa integridad se nos escape, mas mientras podamos percibir cuando fue un cierre vivencial y que tanto bueno nos trajo, aun sin tener claros los límites, es seguro que nos estaremos renovando.

Ahora que se acerca el último mes del año, pareciera como algo natural hacer un  recuento de hechos y es así que las remembranzas llegan y las sorpresas de volver a acciones que creímos acabadas, vuelven a aparecer.

Eran pequeños mis hijos cuando hubo cierto interés sobre el sentido de adornar y de poner un arbolito navideño. A todas luces salió el asunto de que el pino (aun formando parte de algunos de  nuestros bosques) no es precisamente de origen cultural mexicano, el hecho de utilizarlo en fin de año, y así fuimos comentando. Llegamos al consenso de que sería muy divertido ir nosotros mismos a cortar el arbolito, que obviamente no sería un pino. Así es que nos fuimos a montes cercanos de la casa y nos avocamos a encontrar una rama que fuese del agrado de todos, y fue así que se decidió tomar una que ya estuviera seca. Entre el joven que nos ayudaba en el jardín y los críos, se limpió para que quedara libre de polvo y paja. Lo más bello fue darnos cuenta que le daríamos vida otra vez con colores y luces. Varios años hicimos esta faena que resulto muy divertida (he de decir que  en lo personal extrañaba el olor del pino natural, que siempre fue parte de mi infancia). Todo lo que se da como algo natural, en la misma forma parece que termina, y cuando los críos quisieron tener un árbol más afín a lo que veían con frecuencia en otras casas, volvimos al pino.

Nunca es el tipo de árbol que elegimos en Navidades lo que más importa, ya que lo que cuenta es lo que se entiende y lo que se siente con ese adornar, cada luz cuenta como un gozo de renovación.

Algunas veces esa simple y muy significativa rama, tomo de nuestras propias manos un color blanco. Otras veces decidieron hacer palomitas de maíz y llenarlo con ellas, y otro año fue decorado con caramelos para deleite de las hormigas. Así, los recuerdos se guardaron escritos, en la mente y  en fotografías.

Cuál ha sido mi sorpresa hoy día, que ya mis hijos adultos y nosotros con nietos alrededor, se sugiere volver a las prácticas originales del árbol/rama.

Después de algunos años de  pinos olorosos, esta mañana de finales de noviembre, hacha en mano y todos bien dispuestos fuimos por una sencilla  rama a montes cercanos. Con poco esfuerzo y mucho gozo se limpió y quedó lista para ocupar un lugar especial.

Nos ha quedado claro que esas luces renovadoras, más bien están dentro de cada uno de nosotros. Es un gozo entero y redondo el de plantarnos en la mente que cada luz que nos llegue durante esta temporada final, habrase de sentir como un filón personal de plenitud para cerrar, para abrir, y para sentirnos nuevos. No importa si mucho se nos ha complicado el año entero, es cierto que vimos momentos oscuros y que de pronto no supimos bien a bien que nos depararía el futuro cercano, pero habremos de saber poner todo en su lugar y dar entrada al cierre que abre con las luces elegidas.

Al arbolito que ilumina nuestra casa le decimos nuestro y tiene la originalidad de haber venido del monte yucateco. Será nuestro durante un mes entero, se ha adornado básicamente con luces y algunos adornos que un crio de tres años ha elegido entre muchos que se mantienen guardados ya que no hay necesidad de poner todo, solo aquellos que puede colgar con sus propias manos y felizmente encaramado en una escalera casera los dispone a su antojo, mientras los adultos nos volvemos más espectadores que nada. Ha llegado la hora de que los que empiezan sus vidas planten sus luces y puedan sentir en su luminosidad una alegría vigorizante que fortalezca el espíritu para lo que más  nos vale sentir como un nuevo comienzo. Este árbol se ha dado con sencillez y ya listo se goza con esa misma sensación.

 Al cabo dará la entrada al nuevo año. Para eso es la Navidad, tan solo para saber que de antemano podemos presentir en nuestro ser la liviandad de vivir con gozo, lo que va a llegar con el año que tenemos de frente.

Un arbolito/rama que volvió a nuestra vida con mucho más sentido.  Aunque los pinos son muy bellos y de verdad que se extraña el olor (que muchos asociamos con la felicidad de esta época) ha sido grandioso como con una simple rama a los ojos iluminados de un crio de tres años ha producido que se desparramen carcajadas. Abrazando a la gatita de casa, se han sentado ambos a ver la Navidad. Solo pudimos decir: -¿Cómo que está llegando la Navidad, verdad?- , y  la voz que apenas va conociendo las palabras y sus significados, con contundencia nos dijo -no está llegando, ¡Ya llegó!

Así es. Y llega, porque cada uno decidimos que así sea. Una época nueva con la felicidad de un cierre que a todas luces se ha sentido diferente y muy rápido por la pandemia. Creo que a todos se nos ha ido el año volando y eso en buenas palabras significa que encierra mucho de bueno, dicen por ahí que lo que se va rápido es que lleva prisa de bondad.

Sabemos que lo bueno no siempre tiene cara de felicidad completa si nos vamos con el espejismo que suelen plantarnos los medios de hoy, mas no olvidemos que más bien todo lo que es bueno cada quien lo reconoce con percepciones personales invaluables. También se reconoce  lo más feliz cuando es parte de la acción creativa personal, que siempre es y será única. MJ

 

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

 

De la vida diaria.

Estar bien se refleja en todo.(Compartido)

 

Sentirnos bien no es suficiente para saber que vamos por el sentido elegido. MJ.

 

Tendemos a ocultar con la actividad frenética de los días de hoy, ese sentido especifico que queremos en nuestra vida y que de pronto, como si nos tocasen al hombro sentimos el aviso: no estamos por el camino correcto. No es creer a ojos cerrados en la perfección, es más bien tener completamente fuera de nuestro quehacer, esos momentos que a veces no entendemos y que se parecen a un ansia que no es parte de lo que pretendemos vivir.

Cuando nos sentimos y estamos bien, se refleja en cada momento y a cada paso. Es más, aquello que nos preocupa se va diluyendo y la vida se vuelve un flujo continuo mucho más agradable. Ahora que me releo, me doy cuenta como el hilo conductor de todos mis escritos van por ese camino. La palabra serenidad se repite con constancia, y me recuerda que importante es saber la energía que contiene cada vocablo, dando paso, logrando que toda la misión que se nos ha encomendado se vuelva un continuo mucho más gratificante. No somos lo que decimos que hacemos, nos recuerda Carl Jung, sino lo que tan solo lo que a fin de3 cuentas hacemos. Por lo que debemos tener mucho respeto a los significados de las palabras que nos acompañan.

Animo e intuición parece que de pronto se toman de la mano y las mismas experiencias nos  van dejando ver de que no es creer en Dios lo que nos ayuda a llevar la vida mejor, es más bien conocer como ésta fuerza que algunos conocemos como Dios se hace presente en los actos. Este año que cierra, logré hacer la expresión plástica (acrílicos) que me representa este sentir. Cuantas personas andan por ahí que asiduamente van a sus iglesias, más no viven en paz. Cuantos seres se salen de sus casillas por los devenires inesperados de la vida y dicen conocer a Dios. Se hacen palpables las incongruencias. Parecería que la vida fuese un perseguir cosas, acciones que nos dan la idea de tocar el horizonte y cada vez este se alejase más. Todo tiene que ver con la actitud mental que debemos cuidar observando que intención lleva la mente.

En las épocas de principios de siglo (que releo) voy trazando las líneas para ir encontrando una paz verdadera, me esfuerzo en encontrar las palabras justas que empalmen con mi quehacer, noto que ya no quiero ese espacio entre lo que pienso y lo que hago, y es así que tomé algunas ideas de Wayne Dyer, son extractos que a todos nos viene bien recordar:

Cuando se tiene paz, es muy difícil que surjan pleitos. Las discusiones generalmente son del ego, esa parte de acción mundana que de pronto se hace tan viva, pertenece al ámbito de la personalidad que habríamos de minimizar, cuando vamos comprendiendo que lo somos es espiritual. Cuando logramos la paz, observamos al mundo como desde fuera y se nos presenta tal como es y no como queremos que sea. Es decir aunque haya asuntos que no nos agraden tanto, podremos lidiar con ellos con gratificación.

Saber que puede ser grandioso encontrar que hay seres humanos que no piensan igual que nosotros y convertirse en algo nos puede hacer crecer mucho, antes de ocasionar conflicto. Todo conflicto tiene su base en el miedo, mismo que es el primo hermano  de la ignorancia. Existe la falsedad, es un hecho claro, mas esos asuntos que se asientan como inquietantes fácilmente se destierran cuando estamos seguros de estar en el camino autentico y personal. En el mundo de las palabras hay mucha vida. Es un mundo que nos permite reflejar la bondad de lo expresado. Las palabras no son solo las herramientas básicas del bienestar, son la fuerza energética que nos puede llevar a muchos mundos. Saber bien y mejor de los significados nos puede dar mucho jubilo interior y comprender que lo que no encaja hay que desterrarlo, la neurolingüística lo ha demostrado. A veces nos cuesta comprender como no es posible estar cerca de todas las personas que creemos forman parte de nuestro mundo, más cuando entendemos que discrepancias existen, no pasa nada. Las corrientes energéticas entre seres es un hecho contundente, hay estudios que hasta comprenden el halo de colores que nos rodea. Tratar de entender a los seres con los que convivimos es a veces una tarea innecesaria. A los seres que comparten la vida en nuestro entorno se les percibe, fluirán con naturalidad.

En estas épocas de principios de siglo varias personas salieron de mi vida para nunca más volver. De momento nos toma como por sorpresa y ya con la dimensión temporal de nuestro lado, nos vamos aclarando que eso resulta lo mejor.

Tener garbo en el espíritu se refiere a que no permitamos que nada ni nadie descuadre el humor. Los cariños son flujos de ese bien tan preciado que es el interactuar, y no es obligado sino parte del buen ser. Tiene todo que ver con la dignidad y con un aprecio que no debe ser más que el justo y necesario.

Solo somos testigos de lo que sucede cada día. No venimos a ser donadores constantes de nada, es en la vida diaria en donde nos volvemos cómplices de nuestro ser interior y al tenerlo nítido podremos compartir, porque el fundamento de la bondad está en los modos y medios más sencillos. Si el propósito es claro, el todo se hace cargo de los detalles y estos los podremos incrementar con una actitud creativa.

No todas las realidades existentes son para todos, así como no todas las personas han nacido para estar en interacción, así sean biológicamente cercanas. Cuanto terror se nos ha infundado en el alma al decirnos que debernos ser compinches de todo Dios, eso nunca. Los seres que van encontrando su serena paz, saben dejar pasar todo lo que no les corresponde.

Cuando en épocas del kínder mi hijo llegó con tremenda mordida en el antebrazo me espanté. Recordé que el homo puede estar más presente que el sapiens en el mundo de los críos. Al hablar con la muestra le comente que lo único que había infundido en mi hijo era que fuera amigo de todos y los respétese, y ella con toda seriedad me acotó: Eso es lo ideal mas no existe. Los niños deben de mostrar los dientes como herramienta de límites, no para morder al compañero sino para que este observe bien que los otros también los tienen y si es necesario los utilizarán no precisamente para morder una manzana.

Aprender a relajarnos es básico. Es necesario en un espacio del día darnos un respiro y hacer un sencillo corte de caja para continuar. Creo que cada día sería lo más justo, más si no se logra con esa regularidad puede hacerse cuando sintamos que es necesario. Los silencios siempre serán los mejores aliados de la vida de cada día.

Hay entornos en los que el rumor hace estragos. A veces creemos que porque apreciamos a alguna persona está siempre tendrá claro lo que dice, y no siempre es así. Hay que tener claro el sentido de lo que se escucha y no creer todo lo que se oye.

La cotidianidad no es un ensayo general. La dualidad es: lo cotidiano y lo deseado. Si es muy fuerte, se convierte en el espacio que está en medio, en donde nacen las angustias y las tiranías de ese humor ansioso que todos hemos sentido. Afanarnos por una cotidianidad más rica, más sentida y más pensada nos hará ver que muchos deseos solo son quimeras de aire. Para afrontar las imprevistos hay que estar muy bien parados en la vida diaria porque es ahí donde las raíces de nuestro ser en verdad se arraigan.

Podremos medir nuestro buen sentido de bien reflejarse en todo, cuando nos percibimos menos quejosos y más propositivos en cada acción, en especial en esas de resolver el día a día. Porque, el espíritu se pule, se logra alejar la dispersión y los apremios toman su sitio temporal para no hacernos unos títeres del devenir.

Mucho del bien que le compete al ser humano se asienta en manejar adecuadamente la intuición. A veces se cree que ésta es como una bola de cristal que nos permitirá visualizar lo futuro, pero nada más alejado, intuir es saber cómo responder con esa primera sensación que nos llega y que a veces nos toma desprevenidos y es por eso mismo que sin querer la complicamos. La primera respuesta, casi siempre es la que lleva más razón.

Mis intenciones de principios de este siglo se ven reflejadas en un poder lograr empalmar lo que se siente con lo que se vive. Esto a veces no se nota discrepante, pero es fuente de mucho sinsabor. No podemos ir por ahí con unos pensares y a la hora de la acción vivir otras cosas. No hay negociación con uno mismo, más bien es poder llegar a los acuerdos interiores.

En estos días, paseando por los pequeños poblados de nuestra península, tuve una experiencia en un cementerio, vi como a los cinco años de haber muerto una persona, se sacan los huesos y se limpian, se lavan, y se secan para depositarlos en una manta bordada y confeccionada ex profeso para su resguardo. Así nos vendría bien sacar nuestra ideas al sol de vez en cuando y limpiarlas, lavarlas y ponerlas en nuevos recintos de nuestro pensar para recrear la vida. Es muy singular esa acción de los creyentes. Ese volver a pintar y acicalar una sencilla construcción que alberga al ser querido que aunque ya se fue se sabe que algo muy importante de su espíritu está ahí en esos pequeños espacios para nunca ser olvidado. Los deudos piensan que esos huesos habrán de orearse porque han estado demasiado tiempo guardados, queda claro que no deben regresarse ahí a su cuna de hojalata tan pronto, porque pueden acalorarse. Cuando este momento llega a la vida de las familias se sienten con la necesidad de festejar. Ese recordar propicia reunión y vianda especial.

Existe evidencia muy clara de que el homo sapiens ha honrado a sus muertos desde mucho tiempo atrás. Los vestigios arqueológicos tienen esa encomienda muy presente,  constatar que mucho de lo encontrado tiene todo que ver con los que se van y que a la vez se quedan en entierros muy prominentes y acicalados.

Si logramos tener presente que somos una cadena de humanos interactuando, seguro la vida se presentará con mucho más bien y felicidad, se percibirá en todos los ámbitos.

 

 

 

 

 

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miércoles, 3 de noviembre de 2021

 De la vida diaria. (Compartido)

                                 La rutina, ese espacio que nos ayuda a realizar los anhelos más claros y serenos, lejos de ser una pesadumbre es un baluarte para nuestro buen sentido. MJ



                                 Nadie se escapa de la rutina.

Quiérase o no, ahí se está con buena disponibilidad con espacio y tiempo, haciéndonos la vida más llevadera y fácil, ese tiempo escogido para mejor desempeño de todo. Aunque algunas veces se hace más tequiosa y hasta un poco aburrida si nos descuidamos. 

                                 El concepto que tenemos de lo rutinario es a veces en primera instancia algo como muy negativo, pensando en que nos obliga y limita aunque en realidad debería ser todo lo contrario, sería mucho mejor pensarla como que nos da opciones y nos libera. Es un hecho que cuando caemos en esos rituales concebidos que componen a la rutina, no puede uno más que cumplirlos aunque lo deseable es que nos puedan llevar a cierta variación para que no caigamos en letargos aburridos. Puede darse un tanto de creatividad para que aún siguiendo su profundo ritual y sus demandas, uno pueda poner de su parte y logremos hacerla mucho más ágil y divertida. Por algo se llama rutina, ya que es en esencia seguir una ruta y tratar de que en ella se cumpla todo lo propuesto aún los planes más ambiciosos. 

Toda rutina tiene sus propios tiempos y espacios.

Cuando somos niños la rutina nos sirve mucho para poder seguir un orden mejor establecido por los adultos y que todo fluya. Ya de adultos nosotros somos felices pensando como podemos romperla, hasta que nos damos cuenta cuan de la mano puede llevarnos para cumplir las encomiendas, sean éstas más sencillas o más complicadas. Nunca esta de mas establecerla y lo más sabio es saber como se hacen las excepciones en ese caminar, para que dentro de estas quepa nuestro mejor decidir y gozar lo que hacemos, vivimos y compartimos con seres a los que apreciamos.

Tuve una infancia en la que las actividades sí se siguieron rutinariamente. Dentro de todo aprendí qué tanto el orden nos acerca a Dios y nos da Paz. Mi padre era mucho más proclive a romper esas rutinas caseras y de pronto decidía sacarse de la manga algunas actividades muy divertidas. Mi madre era la que respingaba porque le desbalanceaba todo lo que ella hubiera podido antes planear, mas eso era muy positivo porque nos dimos cuenta de que si se cambian los planes, no pasa nada. De hecho no pasa nada mientras no perdamos el rumbo de lo que se cambió y podamos retomar.  Ella misma notó que era muy bueno de vez en cuando hacer caso omiso a lo establecido e irnos por las tangentes de mi padre. Siempre creo que es así en la vida de pareja y con hijos, uno de los componentes es el que opta por los desaliños de los días que producen risas y carcajadas de excepción, como cuando se puede tomar un helado a deshoras.

Saber delegar es un arte.

Es cierto que todos tenemos tremendas encomiendas. es cierto que pensamos que sin nosotros esos menesteres de la vida no serían lo mismo. Que ilusos somos, todo se puede aprender a delegar y no pasa nada.

¿Qué es eso que escuchamos durante la infancia y que ahora apreciamos diferente, eso llamado deshoras?

Es saber que aunque se pueda planear para que cada actividad tenga su horario, hay cosas que se pueden hacer a otras horas no planeadas y que aunque sintamos que no corresponde hacerlas, sí se puede realizar esa actividad. 

¿Es que hay una hora para cada cosa? 

En teoria si que la hay. 

En la práctica no tanto.

Es muy importante saber como se va planteando el día y vamos ocupandolo según creemos es lo mejor.

En todas mis libretas revisadas siempre hay esa necesidad de afinar acciones, días y horarios. Nunca se han cumplido tal cual y lo mas significativo es que siempre se trataron de establecer rutinas nuevas. Siempre es así, el tiempo está a nuestro servicio y si llega el apremio es que algo anda desbalanceado. Rectificar y saber como reacomodar.

Cuando mis hijos eran chicos y había que dejarlos en casa de los padres de mi marido yo me esmeraba en hacer una lista de lo que correspondía para cada actividad y sus horas, mi marido me veía de reojo y solo me decía: No te esmeres tanto ni hagas tanto énfasis en eso, mi madre terminará haciendo todo cuando y como ella quiera y decida. Bueno, pensaba yo, al menos me esmeré en darle algunas pautas, mismas que luego descubrí eran totalmente omitidas a la hora de la hora. Amén.

Mentalmente hace bien estructurarse. Eso mismo hacen los Mandalas cuando las personas están pasando épocas críticas y los colorean: La mente se reubica, se centra y adquiere una visión tranquilizadora.

                                  Los periodos vacacionales son maravillosos. Nos permiten algo muy importante que es dar otro ritmo a las actividades. De entrada a mi en lo personal, cuando hay niños me tienden a estresar porque los críos deben estar ocupados y no es nada fácil a veces lograr actividades creativas. Lo más recomendable es tener unas propuestas a la mano e irlas realizando conforme se vaya dando la oportunidad, sea que se hagan o no, es bueno plantearlas para tener claro por cuál optar. 

Planear pero sin rigor.

 Nos pasa hasta cuando estamos fuera de casa, que los planes nunca salen tal cual los pensamos, antes de salir. Es divertido ir encontrando otras cosas en el camino para hacer, y si algo no se cumple, pues se deja para otro momento. y también estar abiertos a los ajustes. A veces crean un desconcierto muy abrumador que hay que vigilar y preveer.

En estos días de asueto las cosas se dan en torno a los seres queridos que nos han dejado. Si hemos puesto sus fotos ahí en la centralidad de nuestra vida diaria estarán presentes cada que pasemos junto a ese pequeño altar hecho para ellos. Me encanta volver la cara y ver a mi madre sonriendo, más aún cuando mi nieto de tres años toma la foto en sus manos y la voltea a ver si esa persona esta ahi detras, cuando vi que lo hizo tuve la idea de decirle que aunque no encuentre a la persona de carne y hueso y no la pueda ver, esa persona está presente porque forma parte de nosotros. El, se me queda viendo incrédulo, más bien como pensativo de que eso que le digo puede tener sentido y él a su corta edad trata de imaginarlo. 

Se hace muy bonito el ambiente esperando que también la temperatura cambie y todo nos indique que el fin de año está cerca. De niña casi siempre pase estos días de Pibes con mis primos en un Rancho cerca de un bonito poblado llamado Tekax. Era una gran experiencia porque íbamos junto con otros muchos niños y no solo se disfrutaban  los deliciosos pibes sino que se hablaba de los antepasados de ellos y nos decían que se manifestaban en esos lares. Que si el abuelo venía de noche a darse una ducha y que seguro escucharemos la regadera. Que la abuela venía a caminar entre los árboles y que su espectro en blanco sería seguro claramente visto en la huerta de cítricos cercana a una terraza en donde siempre jugábamos. No tengo que comentar el terror que todo esto producía, mas nunca escuche ni vi nada fuera de lo común.

La libreta que hoy reviso me trae anécdotas de momentos que no eran los de la rutina diaria. En especial esos que me contaba mi madre que ella como hija de familia vivió en los alrededores de Temax, el poblado más cercano a la hacienda de sus padres.

Esta hacienda provino del padre de mi abuela. y se llamaba Chacmay.

Durante el mes de agosto se preparaba el traslado en el que irían a pasar todo un mes ahí.

Era toda una parafernalia muy especial la preparación y como se llevarían las cosas. Se empacaba todo en mochilas de lona mismas que eran trasladadas hasta la estación del tren que se tomaba para llegar a Temax, poblado más cercano a Chacmay. Antes de bajarse en Temax y tomar el carrito de la plataforma que los llevaría hasta las cercanías de la hacienda se hacían  varias paradas. Algunas veces todos se bajaban y chupaban chinas, (naranjas) ya que es una costumbre para mitigar el calor y más en el mes de verano. La última parada cerca de la hacienda se logró establecer porque el abuelo cedió terrenos de su propiedad para que se pusieran las rieles del ferrocarril. Existe una anécdota de que ya transportándose en el pequeño carruaje que los llevaba a la puerta, una mochila quedó colgando y la hamaca de una de la invitadas llegó totalmente rota y deshilachada. Esto me imagino que pasaria muy a menudo porque eso de las mochilas si era muy  practico, mas nada seguro. Los hermanos de mi madre que eran ocho más ella misma, es decir nueve hijos del matrimonio de mis abuelos, todos llevaban invitados uno o dos por cabeza por lo que según me contó las mesas de las tres comidas eran sumamente concurridas y muy divertidas. Ahí, por lo menos eran en promedio de veinticinco personas en cada comida. Todo lo que se hacía se encargaba a personal de ahi, asi que el servicio que se ocupaba de la casa de Mérida no iba, ésta seguía activa por los que por alguna razón no iban o regresaban antes de tiempo. Este asunto de tener dos casas totalmente activas se dio con mucha frecuencia en el siglo pasado y hoy día también por la cercanía del Puerto de Progreso en donde las casas de verano ya se utilizan también para otras épocas del año.

El amanecer era muy temprano en la hacienda. El silencio muy diferente ya que era a campo abierto y siempre aderezado por cantos de gallos, gallinas, chachalacas montaraces, borregos, palomas y demás fauna. Ni que decir del mugido de las vacas que había muchas y siempre se traía una a la ciudad para el abastecimiento de leche. No se hacían productos lácteos. Según entiendo muy pocos eran intolerantes a los lácteos a diferencia de lo que sucede hoy día. Se servía el desayuno a veces por grupos, porque los jóvenes comenzaban actividades más temprano, como salir al campo y pasear por los planteles. Haciendas todas estas activas y productivas del henequén que convertido en sosquil se secaba tendido en troncos dispuestos para que pudieran quedar colgados y su secado fuera más completo. También se hacía viaje especial a las haciendas conocidas como anexas, eran pequeñas y se coordinaban con la principal. En el caso de Chacmay, la anexa más visitada se llamaba Kanan.

Hay una anécdota de una de las hermanas de mi madre que cabalgando cayó en una zanja, al quedar a nivel del suelo intentó bajarse del caballo, pero uno de los botones de su ropa se trabo y fue arrastrada varios metros, por lo que tuvieron que regresar antes de tiempo.

Se denominaban entre ellos La Caravana Imprudente.

Algo que se disfrutaba mucho era el canto de las cigarras. Según me contó mi madre era muy intenso y tal vez más que el que se escucha en la costa. 

No podían regresar muy tarde a la casa, así es que estos paseos terminaban un poco antes de la hora de comer. 

Las comidas eran guisos yucatecos con muchas de las verduras y complementos cultivados ahí mismo.

La ropa se lavaba en bateas de madera y se utilizaba mucho la lejía para esos menesteres.

La casa principal no era de las más lujosas ni vistosas, era una sencilla construcción  con un gran corredor de arcada alta en donde pasaban mucho ratos de las tardes y despedían al sol. Mi abuela tenía todo un arsenal de medicamentos homeopáticos y después del desayuno se sentaba a esperar que todos los habitantes del rumbo que así lo desearan, si tenían alguna dolencia vinieran a su consulta,  se situaba en unos de los extremos del corredor, era la más feliz recetando. No es la primera vez que escucho que las señoras hacendadas apoyaran a mucha gente de sus haciendas con asuntos de la salud, sin ellas ser más que aficionadas.

Mi madre heredó esa costumbre de la homeopatía, ha sido parte de nuestra vida entera. En casa de mi abuela en el Paseo de Montejo había todo un mueble lleno de bellos frascos de tinturas y demás.

Cuando lo abria el olor era muy especial ¿tal vez el Eucalipto? ¿tal vez la Belladona? qué sé yo. Pero ese olor proveniente de frascos color ámbar entre otros, vive aún en mi.

La tarde era de caminatas y también de anécdotas que unos y otros comentaban. Si se podía daban un paseo en la plataforma  que por  todo el circuito de las rieles les llevaba mucho más allá de los enormes planteles de ese oro verde que tanto bienestar les dió. Creyeron que sería eterno, pero no lo fue.

Se cenaba temprano, ya que no había corriente eléctrica y los quinqués eran la opción. Generalmente la cena era a base de frituras de masa de maíz en diferentes versiones.

Otra ocasión de visita a la hacienda era en la época de la bajada del Santo Patrono. En este caso en particular de Chacmay era el día 13 de junio, dia de  San Antonio de Padua. Las festividades incluían la consabida corrida con el tablado armado por los pobladores, mismo que se armaba con palos y ramas de huano. Siempre se escapaba algún toro, y era muy grande la algarabía. Me cuenta mi madre que en una ocasión casi alcanza el toro a uno de los invitados, mismo asunto que sirvió para tomar cartas en el asunto y decirles que fueran menos a los últimos días de la fiesta, porque temían una cornada. En esos momentos era clásico que se preparase mucho arroz con leche para compartir en la festividad patronal.

La mayoría de estos hacendados tenían una propiedad frente al mar. Algunos que eran parientes y amigos construyeron lo que se conoció como los Corredores de Xculuquiá, en el Puerto de Progreso, que luego se les conoció con el nombre a La Ferretería, porque puro tubo: tuvieron, tuvieron muchos bienes materiales, pero lógicamente la falta de educación formal en relación a la cultura del trabajo y la escasa visión  de futuro  les hizo perderlo todo o casi. Ellos alegan que los cambios propiciados por el mismo devenir del país no les favorecieron, claramente sí tuvo que ver que la economía de los cambios afectó, pero quienes estaban en sus laureles lo resintieron mucho más. Otros dieron giros o se dedicaron a actividades de otra índole.

Así pues, el cambio de rutina de épocas pasadas se vivió con sus diferencias y cosas especiales de una época que ya se fué.

El abuelo de mi madre se me volvió a hacer presente en una visita que hicimos a la hacienda Uayalceh de Peon, con los primos que la heredaron y nos invitaron a dar un paseo. 

Fue muy grato encontrar que en su capilla está la lápida que guarda los restos de un antepasado más antiguo, el padre de mi bisabuelo. Me encanto verla y darme cuenta como esas propiedades estaban cercanas y las personas iban con facilidad de unas a otras. Un señor ya mayor que trabajaba ahí me escucho hablando y me dijo: -Yo era niño cuando vino tu bisabuelo a Chacmay a despedirse-. Resulta que ya se sabía enfermo y lo llevaron a ser tratado por doctores a La Habana. Antes de partir quiso volver a sus lares y fue a despedirse. Dice este señor que la imagen le quedó grabada y que solo puede recordar como ese hombre ya maduro vio por última vez todo, diciendo que temía no regresar ya nunca más. Así se sucedió, nunca se curó y falleció en Cuba.

Escribí:

                                       Uno se tiene, uno no se tiene.

                                       Uno está, uno no está.

                                       Uno piensa, uno despiensa.

                                       Uno valora, uno revalora.

                                       Uno quiere, uno no quiere.

                                       Uno es, uno no es. MJ

                                        La dualidad de la vida,  cuando es mal entendida es la causa de muchos pesares y dolores. Todo es dual, es algo en lo que no siempre nos detenemos a pensar y que cuando no se establecen claros los derroteros, este asunto juega con nosotros. Se apodera de la mente y nos volvemos frágiles en cuanto no nos damos cuenta. 

Hay que tener mucho cuidado con esas dualidades, todos los momentos son a la vez efímeros y eternos.

Volvemos a las referencias maravillosas del Zen que hacen su aparición cuando hay desconcierto:

Estar en lo que estamos.

Tener la atención necesaria y no dejar que la mente nos vuelva volátiles. Asentados en lo que nos corresponde, con la mente centrada y atenta.

Solo con una mente muy atenta podremos disfrutar los cambios en nuestras rutinas, gozando lo que de pronto propone la vida como un giro necesario. Quienes nos entercamos en hacer rígidamente, corremos el riesgo de quebrarnos.

Nuestro ser interior es nuestro mejor aliado. Estar atentos a esa interioridad genuina es lo único que nos libera y permite que fluyamos. Ahi se gesta lo que he denominado intuicion activa, esa que no solo nos permite percibir sino que esas percepciones se conviertan en acciones.

Un momento a la vez, aún sabiendo que todos los momentos están concatenados. Aún sabiendo qué es lo propuesto y que eso mismo nos permite que estemos abiertos a modificarlo.

La rutina va de la mano de la disciplina. 

De hecho esa sensación que nos puede hacer sentir que un día fue completo o no lo fue, es a veces parte de esa permisividad que nos debemos dar de no ser tan rígidos con nosotros mismos. Tendemos a querer cumplir todo. En lo personal que aún hoy día llevo una agenda escrita a mano, soy la mas feliz cuando mis encomiendas del día me dicen que ya le pare, que sí es posible y se puede dejar para mañana lo que no se hizo hoy. No todo podrá palomearse siempre, las acciones que llevan una tacha porque no se pudieron realizar, seguro no son las más importantes. 

Solía pasarme que me quedaba con pendientes que a veces ni recordaba. Cuando me preguntaba a mi misma ¿Que es lo que tengo que hacer hoy en la tarde? Claramente mi marido me decía que si no venía a mi mente con facilidad era porque no tenía la importancia que yo le estaba dando. A veces creemos que sí, que por mucho madrugar amanecerá  más temprano, pero la vida misma nos dice, que no es así.

Proust nos dijo:

"La enfermedad es el médico al que hacemos más caso; a la amabilidad, a los conocimientos, solo hacemos promesas; a la enfermedad le obedecemos sin rechistar"M.P.

                               En los flujos rutinarios siempre debe estar presente el sentimiento de la esperanza. Aunque como solía decir mi abuelo materno (a quien no conocí, pero si escuche de mi madre hablar de él) Nadie se rasca para afuera.

Este abuelo nos legó un ejemplar de edición española muy bonito y austero de las Fábulas de Esopo. Me contaba mi madre que le encantaba leerlas a sus hijos, sobrevivió a los nueve hijos y llegó a nuestra casa bastante bien conservado hasta nuestros días.

Einstein nos dijo:

"La totalidad de la ciencia no es más que un refinamiento del pensamiento cotidiano".A.E.

Es verdad. En la sencillez de la vida diaria y disciplinada, con buena calidad de observación, se han presentado las resoluciones a incógnitas muy valiosas.

Todo merece su propio equilibrio. 

Todo eso que nos afana de más, termina siendo lo de menos.

Hasta la pluma con la que escribimos tiene variantes dependiendo de como se le desliza por el papel. Yo, que he probado de tutti frutti, porque amo las plumas y tengo la afición de comprar de varios estilos y formatos me doy cuenta que hay algunas que en la medida que no se apoyan adecuadamente sobre el papel, escriben mal. La pluma de la escritura a mano debe deslizarse con cuidado y con cierta inclinación. Lleva el modo en su forma. 

Hay que cuidar en no caer en el área de las pamplinas y el pan pintado, así se refería mi madre a los asuntos que percibía en mis apuros, cuando yo llegaba agobiada porque no me había alcanzado el tiempo para las diligencias y quehaceres demandantes de la vida diaria, mientras mi padre solo alzaba un segundo la mirada de su tablero de ajedrez y me veía con sus ojos verde aceituna con una mirada fugaz, para cambiar el apoyo de su mentón  a la mano que en ese momento movía las fichas del tablero, como diciendo: -exageras, todo tiene una solución- Nunca lo dijo de viva voz, porque su esencia era muy silenciosa.

                                    Sí hay tiempo para todo.

                                    Que la rutina no nos coma el mandado de ser menos felices por caer en demasía en sus garras.

Aunque las relaciones humanas necesitan siempre de más comprensión, que por nosotros no falte el ser apegados a nuestros propios derroteros y que nada ni nadie nos saque del cauce elegido.

Escribí:                        Viento puro.

                                    Viento que es Dios.

                                     Ínfimos resquicios del ser.

                                     Vacilantes momentos plenos.

                                     Viento recio.

                                     Blancura del ojo que se escapa a la mirada.

                                     Colorido del iris y pupila. MJ

Un día a la vez.

Un pensar a la vez.

Una acción a la vez.MJ.


Continuaremos. MJ