miércoles, 24 de agosto de 2022

 

De la vida diaria.

La especie humana. (1)

 

                      Los momentos eternos duran unos cuantos minutos en la vida real, cuando  los percibimos nos pueden acompañar  por siempre. MJ

 

                            No se sabe exactamente cuando el homo sapiens–sapiens, la especie a la que pertenecemos, comenzó a preguntarse sobre ella misma, es decir a tener la clara tarea de saber exactamente quienes somos.  Habitantes milenarios de este planeta y con los cambios adaptativos más insospechados y trascendentes que nuestra mente pueda imaginar, nos hemos ido transformando y parte de nuestro bagaje, así como los procesos que solo son nuestros, están presentes aun hoy día sin que en todos los aspectos nos percatemos de ello. Parte de la conciencia es percibirlos.

Gracias a la tenacidad de algunos congéneres y a la ciencia, es que hoy  podemos saber exactamente desde lo que se ingirió en la cueva primitiva hasta como nos desempeñamos en esas primeras organizaciones de vida y supervivencia. Si lo tenemos en cuenta es seguro que nos renovamos desde dentro y tendremos una perspectiva muy particular. Es el esfuerzo de muchos otros que nos han precedido a quienes les debemos el estar en este momento parados sobre la tierra.

Son científicos de diversas disciplinas los que tienen que ver con este proceso de rompecabezas, en busca de nosotros mismos. No precisamente de un eslabón perdido (como antaño se pensó)  ya no se habla en esos términos que en realidad solo confundieron, ya nuestro conocimiento va más profundo y se van encontrando semejanzas y divergencias que van dando respuestas por sí solas.  Lo maravilloso es que poco a poco se ha ido develando quienes hemos sido armando una especie de mapa. Es la ciencia social en general la que asegura que tal como sucede en la Arqueología: Mientras más se sabe lo que fue, más se aprende a conformar lo que será, lo que seremos.

Percibir la vida como un asunto que se desdobla hacia la eternidad, a veces asusta. Algunos hasta llegan a creer  que flotaremos en la nada al dejar el cuerpo, cuando en realidad ya se sabe que la conciencia vivirá por  siempre. No es claro el concepto de la fuerza de nuestra inmaterialidad, mas se basa en la conciencia que es nuestro centro rector. Nada esta desligado,  todo es consecuencia de algo pasado y es muy necesario saber más allá de lo que nuestra cosmovisión nos indica. Las preguntas básicas se las ha hecho el hombre desde que tuvo conciencia de sí mismo (que no es lo mismo que tener conciencia en el plano espiritual) la conciencia de nosotros mismos es la que está basada en la pregunta: ¿Quiénes somos? Y más que nada qué fue lo que hemos sido.

Según el historiador español, Felipe Fernández Armesto,  quien ha desarrollado serios estudios de Antropología cultural en la Universidad de Londres (El periódico The Times apunta: -este investigador hace de la historia un arte inteligente-) nos dice que el verdadero sentido de vivir está cimentado en lo que sabemos de nosotros, ese camino anterior que como proyecto natural se ha solidificado desde la caverna. Cuando no sabemos que nos da sustento, podemos perder la perspectiva de lo que somos y no implementar con más éxito lo que seremos. Solo los seres humanos tenemos la capacidad de convertirnos en Seres Humanos, todos los homínidos que nos precedieron con características humanas ya no existen y los únicos somos nosotros, el privilegio es nuestro porque hemos sabido adaptarnos. El camino ha sido descuidado y el mundo se nos ha salido de las manos, hoy reclama todos los errores cometidos. El albedrio   único y que se califica de libre, en realidad no lo ha sido, porque utilizarlo sin el sentido adecuado más bien nos ha encadenado y atrapado. Muchas veces me pregunto si es que en realidad somos ¿sapiens? Hay algunos aspectos en los que se ha perdido la brújula, mas somos seres fuertes y la esperanza está presente. Algunos afirman que nos hemos creído mas dioses que Dios mismo. La antropología no puede tener todas las respuestas, más los intentos cada vez son más clarificadores. Nos llamamos seres evolucionados por la dinámica que nos caracteriza, es decir habernos superado dentro de los obstáculos más intensos y duros con desafíos que han sido enormes. Muchos asuntos se vivieron en la indefensión, en las condiciones más difíciles y sin embargo aquí estamos. Cuando se le pregunta a Margaret Mead que es civilización para ella y  pondera la valía de haber encontrado entre los huesos ancestrales uno que fue reparado, nos quiere decir: - fuimos capaces de no abandonar al herido de la tribu, y ese gesto ya nos hace realmente civilizados.-

La naturaleza humana hasta hoy día no ha obtenido de los estudiosos científicos una definición total de sí misma, porque abarca muchos aspectos. El concepto género humano si ha recibido más definiciones, porque abarca las evidencias de cómo evolucionó la especie en lo biológico. Este estudioso nos dice que además de vernos amenazados por asuntos catastróficos de la naturaleza y del mundo que no hemos cuidado, nos afirma que mucho más desvalido está el ser humano por la falta del entendimiento conceptual de su esencia, esa parte sí que está en entredicho  y peligrando para la existencia asegurada de la especie. Tener la mente llena de ideas equívocas, incompletas o distorsionadas no permite la apertura de la conciencia. Varias fuentes han estado estudiándonos, la primera es la Primatología en donde se trata de comprender el uso de un lenguaje y como se desarrolló, ya se sabe que esta característica de la comunicación verbal no es privativa del ser humano, como tampoco lo es la creación de herramientas para la subsistencia. Otros aspectos más sublimes y únicos son: Creación de imaginación simbólica así como el desarrollo de la conciencia de uno mismo.

Es interesante estudiar el proceso de cómo nos hemos ido estudiando a nosotros mismos, porque las creencias eran muy sui generis, entre otras formas de enfoque, hasta se llegó a creer en la no existencia del alma en la época de Descartes.

La investigación genética de hoy, y el descubrimiento del genoma (el prefijo oma  quiere decir generalidad  o totalidad de algo) ha sido un salto enorme ya que abarca la comprensión de toda la cadena genética y  dar ese aspecto tan impactante de saber que cada ser humano es único aunque comparta el 99.9 % de sus genes con toda la humanidad.

Una de las preguntas más interesantes que se hacen los investigadores de la cultura humana es ¿En qué momento nos volvimos nuestros propios enemigos? Existe en todas las culturas evidencias claras de cooperación que es la base de los avances evolutivos, esa ayuda desinteresada de unos a otros. Se ha llegado a plantear que en la luchas internas de territorios y cuando se volvió el grupo sedentario, el poder malentendido hizo su aparición y con él la controversia de la propiedad. En lo personal me interesó mucho (desde los primeros años en el estudio de la antropología) el tema de la violencia y ya hace mucho que se estudia por diversas disciplinas.  Santiago Genovés, hizo un experimento, este investigador llevo a gente diversa en una balsa a mar abierto para convivir con lo mínimo en busca de observar que pasaría y se logró afirmar después de este laboratorio viviente, que de entrada no violentamos porque si, solo nace esta conducta a partir de ciertas tensiones que no se tiene claro cómo resolver y por ende aunadas al miedo dan por resultado conductas violentas. El miedo es factor clave, hay que tenerle miedo al miedo. Está tan extendida esta conducta, que hoy día ya es tarea obligada para cada persona hacer valida nuestra esencia pacífica, y cada uno habremos de encontrar el camino que más nos convenza.

También hay que aceptar que la ignorancia nos está ganando la partida. Cuando no vemos  claro lo relativo a la especie homo sapiens  (cuando decimos tener claridad no es literal pero si algo conducente) hay que ocuparnos de ir ampliando ese conocernos, y aunque  que no nacemos con un manual bajo el brazo para saber llevar a cabo las misiones que se nos encomiendan, sí podríamos mantener o crear un interés en leer mas sobre nosotros mismos. Creo que en algunos casos lo que va ocurriendo es que nos vamos alejando del interés de saber cómo aportar de fondo, porque la vida se complica en vez de hacerse más clara y hacer lo que la naturalista y estudiosa de los chimpancés Jane Goodall propone: -Más vale que sepamos por donde va el sentido de la diferencia que queremos  hacer-. No podemos hacernos de la vista gorda con la misión primordial que hemos venido a desempeñar, es muy interesante como lo expresa Mark Twain el escritor norteamericano: -Es importante el día que naces y lo es más aun, el día en que descubres para qué-. A veces, la bruma de tanta información ofusca y es por eso que la misión básica habrá de tener más impacto en el entorno personal. Cuando mi padre quiso que fuéramos mis hermanos y yo educados en una institución mixta y laica mi madre puso el grito en el cielo. Siempre pensó que hubiera podido marcar una diferencia en la vida de sus tres hijos. Esto lo comenté como un hecho que me produjo pesar durante un tiempo de mi vida (que luego superé) y la persona a quien se lo dije me afirmó:- es lo mismo, no creo que eso marque ninguna diferencia – Este tipo de pensar no aporta para lograr, porque es obvio que el sentido que le damos al pensamiento y por ende a las acciones, sí que hace diferencias. Cuando se percibe la manera de hacer una diferencia y está en nuestras manos, hay que actuar.

Cuando por primera vez escuche la palabra conciencia, ya conllevaba una connotación implícita: algo que debe refrenar la vida.  El mecanismo secreto es saber por dónde anda nuestra conciencia personal. En tiempos pasados se creía a pie juntillas y en demasía que ésta palabra debería servir para reprender (nos) con un sentido de culpa no muy claro. En esta época todo se ha aclarado mucho más y ya sabemos que esa percepción de la conciencia es limitada y algo obsoleta, que la culpa como tal no es una cosa negativa, nace del lóbulo frontal de nuestro cerebro y nos deja ver lo que hay que perfeccionar. El gran problema de los seres que propician distorsiones en el mundo está basado en la imposibilidad de sentir y reencausar esa culpa reivindicadora.

Hoy día, ya no creo que nadie piense que es más importante la represión como pauta de aprendizaje o educación, la fluidez de saber encauzar lo que es válido en la psique es un hecho muy positivo y más que nada necesario. Viene a colación recordar algo básico de lo que es psique: -modo de conjuntar lo que sabemos con lo que es la verdad-. También sabremos tener claro que las verdades no son totales y que deben responder al momento histórico y mucho más a la persona que las sustenta. (Continuará) MJ

                             

 

jueves, 18 de agosto de 2022

 

De la vida Diaria.

El humor y el ánimo. (3)

Planear, no solo es asunto de aviones, hacerlo en la rutina de la vida diaria es muy necesario. MJ

 

                              Viví la infancia y juventud sin percatarme de lo que en realidad significaba planear, más bien los planes propiamente no eran explícitamente compartidos  como tales, en la casa paterna existía  una rutina básica aunque en realidad se vivía más bien cómo iban saliendo las cosas. Se creía hace algún tiempo que los críos no éramos propensos a compartir lo que se pensaba hacer, simplemente se hacía y todos felices. Al cabo me di cuenta ya en mi vida de pareja, como se dan las cosas diferente  si se dejan algunos cabos sueltos y como los asuntos sin mayor plan, pueden convertirse en semilla de angustia. Así y como una reacción de acomodo positivo comencé a llevar una agenda que fue hasta varios años después de estarlo haciendo  que noté  como me había cambiado la vida y ni qué decir el ánimo,  ese acomodo de lo que vamos a realizar durante el día, el mes y el año, sin darnos cuenta se ordena dentro de uno mismo y nos da serenidad mental. Con el tiempo la palabra serenar fue resonando mas en mis textos de vida y al cabo comprendí esa diferencia profunda que hay entre lo sereno y lo inquieto. Suelo apuntar mucho, a veces creo que un poco más de la cuenta y sí puedo decir que cuando se van cerrando las acciones ya resueltas y uno las observa ya realizadas y palomeadas en el papel,  se da un respiro natural de buen humor. La angustia que traje enconada de años anteriores, se fue disipando. Mi vida de pareja ha llevado un orden que nunca me imaginé que podría existir y se ha dado la estabilidad que se logra al saber con más claridad lo que pretendemos de antemano.

El paso a la siguiente dimensión, es decir morir, es un tema que angustia a muchísimas personas. Con los debidos pensamientos y la fe que uno practique (sea religiosa o laica) la salida de este mundo puede hacerse mucho más ágil y con sentido. Algunas personas sienten que renacerán en otro entorno y hay algunos congéneres que esto no lo creen y más que nada no les agrada creerlo, no sé porque, tal vez piensan que con esta vida ha sido suficiente.  No es un tema menor, mas creo que tiene mucho que ver con lo que fuimos captando desde niños y como en los pequeños duelos se pueden cobijar los mayores. Así, podremos al mismo tiempo aprender a afrontar la propia muerte, porque no importa lo que cada quien crea, lo importante es que sea genuino para el creyente y le sirva para vivir de buen ánimo. La vida, siempre es parte de la muerte y viceversa. La mayor parte de la espiritualidad aunada a la muerte la entendí en un  principio como parte de la religión en la que nací, mas he ido recomponiendo mi fe (tanto la religiosa como la del diario vivir) con  muchas más ideas al respecto, que no solo tienen que ver con principios religiosos. Más claro llega a ser todo esto cuando nos damos cuenta del valor de los ciclos, de cómo el cerrar etapas lejos de angustiar es un asunto de satisfacción. Cuando llegó el momento de la enfermedad terminal cerca de mí, aprendí mucho. Observé a mi padre cómo se puso en modo fluir y dejó  que todo se diera en calma y paz. Hicimos todo lo posible porque no hubiera ni sufrimiento ni dolor, era un cáncer de riñón que regresaba después de algunos años de remisión, así que ya se sabía un poco a lo que se iba, mas cuando la persona está íntegra en el interior, es ella misma quien ayuda a que todo sea más llevadero. Una mañana me llamó mi madre y me dijo: -tu papá se va hoy a la casa, ya no hay más que hacer en el hospital- Estaba internado y ya regresaba para que junto al bambú que el mismo sembró en el ventanal del norte/sur, dijera adiós a la vida. Y así fue. Nunca le vi quejarse, mi madre solicita  le ayudaba a diario en todo, apenas comía y hablaba aún menos de lo que lo hizo en vida. Le vi por momentos cerrar los ojos como diciendo, -preferiría no volver a abrirlos-, mas esperó con entereza hasta el momento natural de partir.

Si las plantas reaccionan como lo hacen los animales de compañía ante partidas inminentes de quienes acompañan, tal vez ese bambú estaría un poco triste. Había alcanzado alturas insospechadas y era digno de admiración para propios y extraños. Situado en la esquina medular de la casa en una posición estratégica, era movido por los vientos con un enorme garbo y serena armonía. El remover del aire hacía que al juntarse entre sí sus troncos espigados cantasen, y a pesar de su altura aún en sus medianías venían pájaros a mecerse con sus cantos. Creo que hasta las ardillas y las verdes lagartijas visitantes habían descubierto el paraíso ahí mismo y lo compartieron con quien lo dispuso para dejárselos ya habiendo partido. Ese bambú hoy día ya no existe, porque el devenir a veces es rapaz.

 Llegamos a la casa con mi padre en estado terminal y con inminencia se dispuso la cama exactamente enfrente de la parte más visible de esos troncos flacos, de verdores varios. El enfermo descansaba cada día con la mirada en su árbol preferido y durmiendo. Las hojas caían a montones y él gozaba con su caída. Se pasó varias mañanas con la vista puesta en esos verdes secos que tanto le gustaban. En esas efímeras hojas que pintó con el gozo del agua, cuando en su momento las plasmó sobre el papel.

Sabía que este hombre se despediría exacto cómo vivió.  Profundo, callado y práctico.

Una mañana uno de sus mejores amigos, un cazador como él, se presentó en casa con varios medicamentos para el dolor. Nos dijo que acababa de fallecer su esposa y los tenía disponibles para que pudieran ser utilizados. Afortunadamente no fueron necesarios.

Creo sin temor a equivocarme que había vivido la vida en gran proporción como él mismo había elegido. Nadie vive exacto lo que piensa, más se trata de que los principios interiores den el fruto esperado en los momentos claves.

Me quedó clarísimo que cuando llega la hora de decir adiós a este mundo, no es exacto lo que uno preparó lo que cuenta, más bien es disponer el ánimo atento a lo que sigue, lo que nos abrirá la puerta al mar de luz blanca que muchos congéneres que lo han visto nos han dicho es la entrada a la nueva etapa. Desprendernos con serena voluntad. Con entera aceptación. La lámpara encendida con el aceite necesario para renovar la luz.

Era la medianía de una mañana tranquila de septiembre cuando él se fue. Estaba mirando hacia la ventana abierta y entre los pasos y murmullos de las personas que caminaban afuera y los ruidos de la fronda del bambú, se soltaron sus amarras de la vida terrenal y tras un suspiro largo le sentimos partir en paz. Las manos de mi madre cerraron esos parpados quietos cuando la mirada ya quedó inmóvil. Nadie se inquietó de más.

Mi madre, que todo lo solucionaba con una comida adecuada y un buen comer, había estado insistiendo e intentando toda esa mañana darle eso mismo que según ella le daría un poco más de ánimo. No logró mayor cosa. Al fin comprendió que no hay alimento del mundo que valga cuando nos estamos yendo. 

Dos o tres minutos después de que mi padre diera el último suspiro pasó algo muy significativo.

 El teléfono suena y yo contesto escuchado la voz de su hermana menor desde Nueva York, -quiero hablar con mi hermano- me dijo, y me di cuenta que aunque ya no se pudiera en lo físico ellos estaban comunicados. Estoy segura de que hubo telepatía. Seguro se despidieron aún sin hablar. Soltando el auricular de esa llamada, se abrió la puerta del cuarto y entró el hermano mayor de mi padre, traía unas barras de pan francés que sabía cuánto le gustaban. Se las tomamos nosotros de las manos y le dijimos que podía acercarse a él. Me impactó ver el llanto profundo de este hombre que yo había conocido como un bravucón y de voz muy fuerte. Lloró junto al cadáver de su hermano menor a moco tendido, se despidió con algunas palabras conmovedoras que nos causaron asombro a varios de los que estábamos ahí.

Así es la muerte. Un trámite que todos conocemos y que a veces asusta que nos asuste. Si vamos comprendiendo su esencia no hay nada que temer y mucho que agradecer cuando la muerte puede darse muy dulce. Simone de Beauvoir tiene un texto pequeño y que recomiendo mucho, titulado: -Una muerte muy dulce-. Este pequeño libro habla con el corazón, Simone se abre a compartir como percibió la partida de su propia madre.

Mi ánimo mejora mucho cuando despierto y he soñado con mi padre.  En los sueños se aplica lo que la escritora inglesa Virginia Woolf propone en sus textos: -Decir por escrito todo lo que se quiere, sin una palabra de más-. En la escritura no siempre se logra y en los sueños a veces.

Si has pasado por el trance de vivir una muerte muy cercana  y quieres que la persona siga presente, puedes pedirle que te hable en sueños. Es algo grandioso.

Cuando acababa de irse mi padre de pronto empecé a sentir como un pesar me invadía por momentos, ya no hablamos propiamente antes de su partida. ¿Qué necesidad había de hablar si con él las palabras salían sobrando? No lo sé. No existe tal necesidad, mas a veces es algo que solo se siente. Como si fuera un dolor seco. Una noche vino a mis sueños y les tendré que relatar lo que ese sueño fue: Íbamos sentados en un sofá de dos piezas de color verde limón, gozando del paisaje porque volábamos sobre un campo enorme que parecía eterno, de unos pastizales verdes de varios tonos. Los árboles debajo se veían nítidos y pequeños. Así volando le pregunté, sosteniendo su enorme mano entre las mías: ¿Estás bien? y con su amplia sonrisa y muy pocas palabras solo me dijo: ¡Estoy muy bien!  Y el sueño terminó. Me queda claro que la tierra puede ser muy bella, pero el cielo lo es mucho más.

Cada uno podremos propiciar nuestro cielo terrenal, basta ir detectando en que consiste y la mente pondrá su parte. Los que se nos adelantan aún siguen entre nosotros. No debemos ni dudarlo un momento. Ellos han conectado su alma con la nuestra y lo que tengan que compartir lo harán y estoy segura que aceptar esas propuestas sutiles nos mejorará el ánimo, a veces con mucho más tino que el de algunos los mortales que aún nos rodean.

En ese momento en que se fue mi padre, di las gracias más profundas por todo lo aprendido de ese ser, supe que lo mejor de la vida uno lo propicia a través de lo que se aprende a apreciar. Lo más profundo y real de la relación con alguien a veces se hace nítido   en el último momento. Así también si hemos cultivado un buen ánimo, con ese mismo partiremos a la hora que seamos requeridos. MJ

 

 

 

 

                       

 

 

jueves, 11 de agosto de 2022

 

De la vida diaria.

El humor y el ánimo. (2)

La satisfacción en la vida se mide larga, la felicidad es a veces  más esporádica. MJ

 

                                Estamos tan acostumbrados a pensar en la palabra felicidad como sinónimo de bienestar y perpetua sonrisa, que percibimos el evento feliz  como parte de una algarabía. Vamos dejando de lado como se percibe la satisfacción que puede ser más silenciosa y calma, lleva un sentir mucho más noble y habla del conjunto de los gozos sencillos  y logros acumulados que se van quedando como un limo que da color a la vida y permea de fondo al humor. Es tan rápida la vida por momentos, que no podemos darnos cuenta siempre de cuanto aportan las vivencias del día a día cuando se asientan como un  bien. Hoy, que me sumerjo en esta tarea de revisar (me), me doy cuenta como a veces sí se nos escapan grandes momentos que dejan mucha satisfacción, porque pueden parecer imperceptibles por formar parte de acciones diversas que se  pueden esfumar. Es bueno recordar que lo que hace la vida satisfactoria se asienta más en la concatenación de las vivencias sencillas. La madrugada anterior a escribir este texto, escuche en un programa de la televisión mexicana que hay estadísticas actuales en el país de que las personas solteras valoran más la satisfacción a diferencia de las que viven en pareja que están más pendientes en medir  la felicidad y tienen más necesidad de dar cuenta de ese sentir. Esto no quiere decir que una sea mejor que otra, son estados diferentes de percepción y con sus propios valores cada uno. Los estamentos o parámetros para decir lo que dará el bienestar entre los seres humanos nos lo han vendido como algo inamovible, cuando  somos cada uno de nosotros quienes debemos dar esos valores a nuestro devenir vivencial.

Muchísimo cuenta la intención por la cual se realiza algo, si el propósito es bueno va a repercutir en el ánimo con buenos frutos. Al vivir tendremos que tener siempre presente que estamos unidos todos y que aunque lo que hagamos sea individual, permeará lo colectivo sin duda alguna. Se ha experimentado en la observación de lo que sucede entre los espectadores de un teatro cuando se ofrece una obra, como los corazones de todo el público laten al unísono y se siente una concatenación armónica entre todos los que están en ese recinto. Esto nos habla de que el ánimo puede ser a veces contagiado y compartido.

Hoy la vida de pareja puede ser un ejemplo de los cambios necesarios que ya son irreversibles, no aceptarlos puede causar animosidades innecesarias y producir los humores negativos. Antiguamente no había tanta exigencia en lo compatible. Los seres solían unirse para dar vida a la institución del matrimonio y poder así procrear en un ámbito más seguro. Hoy día se han agregado otras variantes que hacen pensar mejor al dar el paso y que cuentan mucho para tener claro el sentido de una misión más específica y compartida. Cada día se tiene más claridad de que no todos han nacido para estar en pareja, mucho menos para procrear y algunos solo para estar en pareja sin hijos.

Muchísimo se ha utilizado en el pasado la variante de utilizar a la pareja para ascender en lo social, esperemos que esto se erradique algún día. (¿?). Se pensaba que solo en vida compartida uno tendría voz y voto en la sociedad, era como un trámite que muchos realizaban como por inercia, para estar bien socialmente, cuando en la realidad se hacía vidas separadas. Lo más penoso es cuando esa vida con otra persona que no es la pareja elegida en matrimonio es activa aún sin cerrar la relación previa. Creo que todos desearíamos que la apertura de conciencia elimine este tipo de relaciones que lejos de aportar para mejor propician dolor, esto es un desgaste innecesario de energía aunque no todos lo perciban así. A veces darnos cuenta cómo está deteriorada la autoestima de algunas mujeres, lastima. He escuchado de casos de algunas que ya divorciadas siguen haciendo actividades para esa pareja fallida,  acciones que lejos de ser positivas hablan de servilismo. Más si lo revisamos con cuidado, esto forma parte de un pensamiento milenario que ya es obsoleto en algunos casos, eso de  que hasta que la muerte nos separe... ¿No es a veces ya una relación muerta la que impera? Claro que habremos de respetar la conciencia individual  así como los flujos de renovación que nos pueden dar otros satisfactores.

Muchos varones habrían de escoger a su compañera de vida como  un trofeo. En lo profundo se le veía a la persona elegida como un logro a exhibir ante los  ojos de los demás, como si lo más importante del vivir fuera un estado de competencia. A las féminas no se les presentaba el caso como para escoger, eran más bien las escogidas, se utilizaba el término buen partido, como si de un juego asumido se tratase.

La tendencia a la corrupción es un asunto relativo a la limitación del ser humano. Se cree que solo se da en los ámbitos de lo público y gubernamental,  pero no es así, también se vive en lo particular.

 Tiende a crear mal humor en el ánimo detectar que otros son corruptos, mas es algo muy personal que muchas veces ya esta tan arraigado que cuesta aceptarlo como tal. Quien tiene la creencia de que los actos corruptos son un asunto de valor pensando que se logra poner un pie delante de otros que se consideran tontos, terminará teniendo el peor de los ánimos aunque no se dé cuenta, aunque sea difícil reconocerlo. Las condiciones amañadas nunca han sido las mejores. En mucho nos hemos acostumbrado a vivir así.

Antiguamente, cuando no había el nivel de conciencia que se da hoy día, no se sabía que tanto los ciclos de la naturaleza estaban implicados en el ánimo, cuando se descubrió que somos parte de todo y nuestra biología por ende lo es, ya se sabe cómo hay que cuidar esas animosidades que van de la mano del tiempo, como nos puede afectar el frio, el calor, si llueve, si no hace buen tiempo. El factor de elegir no tenía la preponderancia y la fuerza que tiene  hoy. Moverse desde la Fe, (religiosa)  no es nada desdeñable pero igual nos lleva a errores imperceptibles que aun con el atenuante de que al ser confesados más tarde se pueden solventar, aun afectan. 

                              El papel de la ciencia en el mundo de hoy juega un rol muy especial e importante, y aunque no sea muy claro cómo influye en el humor general, sí que lo hace. La vida en ignorancia de muchos asuntos no es sana y puede propiciar mucha inquietud. Ya sabiendo todo lo que las ciencias sociales nos van aportando, más lo que se está dando hoy día con investigaciones más serias, no nos queda más que asumir que sí hay mucho que aprender de ellas. Existen muchos libros de divulgación al respecto e ir por ellos podría ser una lectura obligada, no solo son para unos cuantos, son para todo el género humano.

La ciencia no existe solo por el interés de unos cuantos. Es parte integrante de todo lo que es la especie humana, y mientras más seres lo entiendan así, más beneficio para el grupo. Los científicos son seres vistos como seres muy ensimismados, lo que debemos saber es que ellos están aportando  mientras trabajan investigando.

En lo personal creo que la ciencia social y mucho más la antropológica está dando una nueva visión para entendernos mejor. En todas mis libretas de vida tengo puntos al respecto y por eso hablaré un poco de eso en estos textos, sugiriendo a dos o tres autores de fácil lectura.

Las decisiones propician derroteros, los derroteros abren nuevos caminos y la vida es mucho más rica si nos permitimos leer sobre la historia de la humanidad.

A veces los nuevos derroteros abren tanto los caminos que no hay regreso. Hay que tener cuidado de no empeñarnos en regresar a lo que ya se cerró. Se pueden retomar situaciones pero siempre con una mirada renovada. Uno permite que en la mente se enconen ideas que ya hay que soltar al viento y renovar ese bagaje. No importa que creamos que todo pasado fue mejor, mas cuando las circunstancias ya no son las mismas nos daremos cuenta de los nuevos valores del pensar. No es conveniente permanecer en lo que ya no tiene vigencia.

Las enseñanzas que nos dejan las experiencias a veces no se toman a conciencia. Tal vez una buena experiencia nos deje muy buen ánimo y esto se asimila un poco por inercia, mas tratar de que sea más con voluntad y conciencia dará mejor resultado. Hay que aseverar en uno mismo el nivel de ese aprendizaje y tenerlo más presente. Las experiencias buenas no son luchas de poder triunfantes, son mucho más que creer en los logros y más que nada son la base de tener presente un buen estado de ánimo con más constancia.

                             Nos purificamos en la cotidianidad. En esos ámbitos somos capaces de tener el buen humor que nos lleve cada día a un ánimo más estable, y si tenemos a nuestros padres o algún ser querido en proceso de partir, hay que entregar lo necesario de tiempo y cuidado para que su humor sea propicio y se vaya en paz.

                             Cuando nuestros padres adultos viven con bastante sanidad, se nos olvida (o tal vez no es parte de la costumbre) averiguar cómo quieren cerrar sus días. La Tanatología está aportando mucho para mantener humores sanos, saber llevar duelos a buen puerto y vivir más estables los momentos de partida. A veces esos valores de saber propiciar un desprendimiento autentico y pacifico se tienen como parte de la vida misma, ese fue el caso de mis padres, nunca se habló de esos temas, mas se sabía implícitamente que ellos como personas eran espirituales a su manera y que la muerte no significaba ninguna preocupación de más. (Continuará) MJ

 

                       

 

 

miércoles, 3 de agosto de 2022

 

De la vida diaria.

El humor y el ánimo.(1)

                            El humor es la sal de la vida. Hay que cuidarlo como a la niña de los ojos. MJ

 

                            Es el humor el manto fino que cubre todas nuestras acciones. Es  la sutileza total de la que nos valemos y podría decir que hasta de la que dependemos para mantenernos en armonía, para poder vivir en sociedad y para poder desplegar lo que en realidad somos. Sin el buen manejo del humor que incide en el ánimo, estamos en la cuerda floja de desavenencias y ni qué decir de negatividades. Entender el movimiento humoral que nos habita en toda su extensión, nos puede hacer la diferencia, sin olvidar que los centros energéticos que nos rigen nos pueden ayudar para la estabilidad y asimismo  comprender por qué somos como somos y tener siempre presente que aunque nada se detiene, lo que se vive está dando camino y sentido a nuestro ser.

¿Es lo mismo humor que ánimo?

El diccionario nos define ánimo como infundir vigor, incitar a la acción. Tiene también mucho que ver con decisión. Es la parte que está más propensa a cambios inesperados.

Y aunque del humor nos dice  que es jovialidad o agudeza, no podemos dejar de lado la acepción que hemos escuchado y sabemos en general: es lo que está presente en el interior de nuestro cuerpo y que permea a todo el organismo.

Si tenemos el ánimo dispuesto, la agudeza nos ayuda a que la vida misma se dé como un conjunto armónico, yo creo que el ánimo está determinado por el humor que nos caracteriza.

                                Cuando algunas veces sentimos que perdemos el buen estado, que es ese humor que nos mantiene estables, se nos olvida el movimiento interior. Aún con los giros inesperados, el buen humor siempre puede estar presente para darnos fuerza. Aún si hemos perdido a alguien porque se nos adelantó en el viaje final, habremos de pensar que esa persona nos querría  enteros y dando todo lo que tenemos para compartir. A veces se aparece un noseque como si algo nos estuviera carcomiendo la vida por dentro. Uno siente como un hueco que abarca todo el interior y a veces se sitúa en la boca del estómago, precisamente por esa sensación hay que saber que nos decantamos hacia el infinito que da la impresión de no ser perdurable, mas en su esencia sí que lo es. A veces este sentimiento se da en el momento del duermevela, es decir cuando nos estamos empezando a dormir como que de pronto nos abate una inquietud y lo sentimos clarísimo, es bueno hacer varias respiraciones profundas y como decían las madres de antaño: contar ovejitas, no sé si lo han escuchado o practicado, mas lo importante es saber llevar la mente a un sitio calmo y que induzca al sueño. En muchas ocasiones, se puede dar muy temprano en la mañana, en lo personal es la hora en que me levanto porque me he acostumbrado al valor positivo de madrugar y no me peleo con el ciclo de sueño que una vez cerrado nos da pie a comenzar, es la hora en que mejor leo o escribo. Algunos grupos de meditación proponen estas horas como las mejores para meditar o para hacer plástica.

¿Existen infinitos perdurables?

Absolutamente que sí. Pareciera que es algo redundante y creo que aunque en cierto aspecto sí que lo es, con el verbo perdurar concretamos que es algo para siempre. A veces sentimos que el infinito aun siendo eterno se plantea como que se puede perder dentro de su propia naturaleza tan extensa, nada se pierde, porque cada uno somos capaces de construir el nuestro a partir de que aprendemos a ser dueños de nuestro humor. No necesariamente es sentido del humor (que éste es un don preciosísimo y a veces raro) más bien a lo que me refiero aquí, es al sentido general que nos sustenta, estemos como estemos.

Cuando nos escribimos y más si lo hemos hecho a mano con la letra que nace de nuestro pulso, podemos observar como la cursiva toma direcciones de cambios y se nota con que mood se ha plasmado un texto. Tengo varias letras, éstas responden a momentos de búsqueda y a situaciones que se dieron así como el ánimo con el que escribo. En mi adolescencia una persona muy cercana a mí y con las mejores intenciones me dijo que poner la mano totalmente en redondo sobre el papel (como lo hacemos los zurdos) era algo que me estaba incomodando sin darme cuenta, y aunque a mí no me parecía incómodo hice caso y cambie la posición de la mano. Así escribí por muchos años, hasta que pasados los días me volví a preguntar ¿por qué no probar y regresar a la forma como había yo escrito originalmente? y lo retomé. Es algo que pareciera muy sencillo pero me costó, ya que aunque parezca muy incómodo ver escribir a un zurdo, es en esa posición que uno escribe mejor. Ahora ya se comprende mejor el asunto de la zurdera,  yo tuve la suerte que no solo no se me obligo a utilizar la derecha sino que fue muy propiciada mi mano izquierda

Una frase que escuché mucho en mi juventud de parte de un amigo a quien aprecio muchísimo decía: no somos nada. Cada que la escuchaba me hacía pensar, tendía a tomarla literal. La literalidad de las cosas puede cambiar el ánimo, mas  cuando pasan los años eso deja de ocurrir  y hoy día me encanta pensar en ello y decir: no somos nada porque somos mucho.

                       Dentro de todo lo que nos compone la vida, siempre tenemos un tema que nos hace la centralidad. En mi caso ha sido una búsqueda de lo que yo llamé: el justo medio. Citado con mucha frecuencia en mi líneas de vida, hoy día va desvaneciéndose la necesidad de nombrarlo. Sabía y todos sabemos que hay un centro muy conocido y percibido que nos rige y que nos da la sensación de tranquilidad y como que hace fluir muy bien todo. Ese centro que en las juventudes se hace un poco difuso con los años se centra con más claridad. Siempre está presente, más no siempre lo percibimos igual. Esa tarea de ajustar el justo medio puede volverse muy divertida.

¿Qué detona eso que a veces nos mueve el tapete? 

Tan solo una percepción equívoca.

De eso es de lo que debemos valernos para saber que siempre hay disponibilidad para regresar al centro, sea lo que sea que estemos viviendo o lo que hayamos vivido que persiste como una marca de fuerza para superar.

Nunca podemos esperar de más, mucho menos de lo que ya sabemos que nada aportará. Ni tampoco esperar de más de las personas. Es nuestra acertada combinación de razón más intuición lo que nos da esa justeza de medianía sana humoral.

Saber que el saber, no lo es todo ya es un paso enorme.

Para comprender mejor esto, habremos de ser mucho más observadores de los niños.

¿Cuantas veces podrán ser capaces los críos de preguntar, ¿por qué? serán las necesarias, ya que para ellos eso no tiene límites y en nosotros los adultos en mucho si se los ponemos. Creemos que nuestro ánimo se descompone porque no sabemos algo, porque olvidamos cosas triviales o por cualquier otra razón, mas es tan solo porque no hemos encontrado la posibilidad mental de saber cómo fluir.

A veces intuimos que el ciclo de convivencia con alguna persona ya está cerrado. Puede producir un temor enorme saber lo que corresponde hacer. De antemano hay que tener claro que con las personas hemos venido a interactuar lo que es necesario, ni todo lo que creemos ni toda la vida. Estar cerca de alguien (y no necesariamente en lo físico) tiene todo que ver con poder compartir. A veces con los cercanos físicamente no se logra, porque los modos son diferentes y se compartirá lo que la vida proponga con nitidez, tampoco forzando. En esto es tan solo cambiar el tono de la relación. Hay que saber definir la afinidad que es un valor muy fuerte para poder compartir. Como dicen los españoles: hay que saber guardar la forma. Pareciera que es una obligación ser afines. No lo es. Cuando debemos cerrar hay que hacerlo.

                                Todos los seres humanos sin o con conocimiento de causa hacemos en el interior de nuestro ser, un contrato con la vida poniendo en el pandero lo que queremos vivir. Cuando esto no se da tal cual lo pensamos, sentimos como si estuviéramos en deuda con nosotros mismos, es esto  lo que nos resquebraja el ánimo. Habremos de cuidar que es lo que deseamos que no tiene otro objetivo que ser recompuesto. Mucho solo está en nuestra mente y es ésta la que nos juega las malas pasadas.

Y dice Caroline Myss: -Aunque parece irónico, el camino que parece más sencillo puede volverse el más difícil-, depende del humor con que lo caminemos. Es un don ir descubriendo los enormes valores de la sencillez.

La felicidad se convierte en un hábito  que se va desplegando en la medida que la vamos comprendiendo y concretando en los gozos que pueden parecer simples pero que unidos le darán forma.  (Continuará) MJ