De la vida diaria.
La temporalidad. (1) (Compartido)
A veces creemos que el tiempo es
un gran enemigo, esto es porque no hemos comprendido su dimensión. MJ
La
temporalidad siempre es una aliada del ser humano. Es el Cronos el que nos rige
en el mundo a diferencia del Kairos que rige todo el infinito.La conjunción de
ambos nos da la dimensión en movimiento de un tiempo total y único que nos
permite valorar lo que podemos ajustar y
lo que podemos tan solo percibir como eterno.
Existe
un ámbito/espacio en donde lo podemos
comprender mejor cuando nos damos cuenta que hay mucho mas en esa dimensión
temporal que nos rige y podemos observar en los hechos, tanto en los más
relevantes como los que pareciera que pasan volando. Nunca se nos escapa y
aunque sentimos como si se nos fuera de
las manos, no hay tal. En ese espacio que precede al sueño nocturno o en el
ámbito del despertar por las mañanas es cuando podemos visualizar lo que es el
tiempo en realidad, porque tenemos la calma para observarlo más cordial. Nadie
se duerme ni antes ni después de su ciclo de descanso y nadie debe levantarse
por las mañanas como si fuera un resorte solo porque hay demasiadas acciones
esperando por hacer, se nos olvida que todo se hará, las encomiendas se
realizarán y todo será lo que ha sido pensado. Planear, es bueno porque nos
ayuda precisamente en ese momento de sentir apremios cuando creemos que no tendremos tiempo.
Siempre
hay tiempo para todo si disponemos mentalmente el pensar que así lo corrobora,
mas cuando nosotros mismos somos nuestros propios enemigos el despertador en
vez de ayuda, se convierte en conduerma.
Hay etapas en la vida en las que dependemos de un despertador que suena
y que no nos queda otro remedio más que hacerle caso y saltar a la vida, mas
también hay momentos y más tarde etapas de vida en los que esto ya no es
necesario. Quienes llevamos una rutina más intensa en la juventud, lamentamos
no haber sabido dimensionar mejor la temporalidad. Uno se despierta y la mente aún
está en modalidad descanso, es ahí en donde el repaso de las acciones que
vendrán se puede convertir en un beneficio y vendría bien no limitar esa hora
de dar el salto y darle un poco mas de espacio, será la mente la que agradezca
tener más orden. No hay nada como saber de antemano que nos espera en el día
que vamos a vivir y no sentir que se entremezcla con otras cosas. La vida
siempre presenta imprevistos ¿Cómo afrontarlos si estamos en la vorágine de ganarle
tiempo al tiempo? Hay que estar preparados para lo que llega de pronto y no es esperado,
es algo que tiene que vivirse, y aunque nos cambia los derroteros (a veces por unas
horas a veces para siempre) aunque interrumpa es parte del vivir. Estar lo más
enteros posible para afrontar. Nunca es bueno carrerearnos porque perdemos
perspectiva.
El
ámbito del duermevela que se nos da mentalmente antes de dormir y después de
despertar es sagrado. No es en vano el dicho de: consultar con la almohada. Si tenemos un cuadro favorito o alguna
imagen que nos de felicidad, es ahí donde debe de estar. Mi hija en un viaje a
Guatemala tuvo el tino maravilloso de traerme un telar de doce gatos tejidos
con diversidad de colores en líneas transversales, lo tengo junto a mi cama y
lo disfruto cada despertar en su total dimensión, esto porque a mí me
significan mucho los colores y ni que decir los gatos.
Los
asuntos que se desarrollan en nuestro día a día, siempre están marcados por los
lapsos que ocupamos en ellos dependiendo de su importancia. A veces sentimos
que nos ocupa de más algún asunto que podríamos considerar de menor relevancia,
mas inconscientemente hacemos de ello
una prioridad y le damos el lapso de horas que sean necesarias, no es tiempo
perdido aunque así lo parezca. Habremos de saber que aunque así le sucede a
todo ser humano, lo que nos afana a cada uno de nosotros es muy
diferente, no solo por estar determinado por la época en que estamos viviendo sino
por la etapa de vida que estamos pasando. La madre de mi marido utilizo mucho
una frase: Cada cosa con su afán, y para decirlo más ampliamente
podemos asentar que cada día habría de tenerlo. Uno cree que el afán viene solo
y que tiene todo que ver con lo que nos pide la vida por la simple demanda,
pero para nada es así, el afán uno lo pone y dispone y le da la dimensión deseada. Aprendí que lo que no es del afán del
día, habría que ponerlo en una agenda y esperar a que le llegue su turno sin
volver a pensar en el asunto.
Ahora que reviso mis más de cien libretas de vida (hasta el día de hoy
que volví a tratar de contar todas -sé
que no es exacto el dato- tengo más de 140 y voy revisando la 65) me percato de
como la emoción está plasmada con mucha presencia en las páginas y la mención
de que me hizo falta tiempo es perenne en los asuntos que aún no sabía que la temporalidad
misma iba a resolver, porque es una verdad que el tiempo lo arregla todo. De pronto he escrito como si fuera de
vida o muerte un asunto, mas lo maravilloso es que vamos viendo y percibiendo de
nuevas maneras. Cuando algo nos ocupa
como muy importante le damos el tiempo
del mundo para resolverlo y así debe de ser, más la verdadera dimensión de
la temporalidad es algo que con el pasar de los días se interpreta con fluidez. Disfrutar qué tanto
nos ocupa algo que amamos y es primordial, así cómo no debemos desgastarnos en
asuntos que deben resolverse y cerrarse para pasar página, porque lo que se
debe cerrar aunque regrese a la mente, es tan solo para repensar. Cuidar qué
tanto de ese tiempo dispuesto es realmente de tareas personales y no estar
dando al mundo un desgaste absurdo.
Así como a Proust el escritor francés le tomo muchos años comprender que
eso que tanto intrigaba y le interesaba de los salones parisinos era en
realidad un espejismo que se había creado el mismo en la mente, nunca se
recriminó las eternas horas que ahí pasó, para luego transformarlo en sus
maravillosos textos. Creía que era una vida plena y esplendorosa, y aunque
después sintió que era un tiempo perdido, logró descubrir en carne propia la vanidad
y falsedad del ser humano para entregárnosla al mundo de la literatura con
valiosa percepción artística, nos habló del ser humano que solo se ocupa de estar en lugares
que cree son la definición de su vida, para luego descubrir que son puro
aire.
Cuando mis hijos eran niños, les dedique todo mi tiempo y fui la más
feliz. Encuentro en mis escritos como iba buscando los momentos de
esparcimiento como agujas en un pajar, y de pronto solo me veía contemplando un ventanal lleno de pájaros para
serenarme y continuar con las faenas de acompañar a crecer a los críos. Hoy que ya tengo el tiempo del mundo para
hacer todo lo que me interesa, pienso en otra falacia de nuestro concebir los
tiempos: hay momentos en los que creemos que lo que nos ocupa en demasía será
para siempre y hay otros momentos en los que fluye tan bien la vida que
quisiéramos que eso nunca termine. Sea que nos apremiemos, o sea que de pronto
tengamos entre las manos unos ratos tan valiosos que son como la gloria misma para
utilizarlos en lo que escojamos, el tiempo nunca debe jugar con nosotros.