jueves, 31 de marzo de 2022

 De la vida diaria.

                          La temporalidad. (1) (Compartido)

                           A veces creemos que el tiempo es un gran enemigo, esto es porque no hemos comprendido su dimensión. MJ

 

La temporalidad siempre es una aliada del ser humano. Es el Cronos el que nos rige en el mundo a diferencia del Kairos que rige todo el infinito.La conjunción de ambos nos da la dimensión en movimiento de un tiempo total y único que nos permite valorar lo  que podemos ajustar y lo que podemos tan solo percibir como eterno.

Existe un ámbito/espacio en donde lo podemos comprender mejor cuando nos damos cuenta que hay mucho mas en esa dimensión temporal que nos rige y podemos observar en los hechos, tanto en los más relevantes como los que pareciera que pasan volando. Nunca se nos escapa y aunque  sentimos como si se nos fuera de las manos, no hay tal. En ese espacio que precede al sueño nocturno o en el ámbito del despertar por las mañanas es cuando podemos visualizar lo que es el tiempo en realidad, porque tenemos la calma para observarlo más cordial. Nadie se duerme ni antes ni después de su ciclo de descanso y nadie debe levantarse por las mañanas como si fuera un resorte solo porque hay demasiadas acciones esperando por hacer, se nos olvida que todo se hará, las encomiendas se realizarán y todo será lo que ha sido pensado. Planear, es bueno porque nos ayuda precisamente en ese momento de sentir apremios cuando creemos que no tendremos tiempo.

Siempre hay tiempo para todo si disponemos mentalmente el pensar que así lo corrobora, mas cuando nosotros mismos somos nuestros propios enemigos el despertador en vez de ayuda, se convierte en conduerma.  Hay etapas en la vida en las que dependemos de un despertador que suena y que no nos queda otro remedio más que hacerle caso y saltar a la vida, mas también hay momentos y más tarde etapas de vida en los que esto ya no es necesario. Quienes llevamos una rutina más intensa en la juventud, lamentamos no haber sabido dimensionar mejor la temporalidad. Uno se despierta y la mente aún está en modalidad descanso, es ahí en donde el repaso de las acciones que vendrán se puede convertir en un beneficio y vendría bien no limitar esa hora de dar el salto y darle un poco mas de espacio, será la mente la que agradezca tener más orden. No hay nada como saber de antemano que nos espera en el día que vamos a vivir y no sentir que se entremezcla con otras cosas. La vida siempre presenta imprevistos ¿Cómo afrontarlos si estamos en la vorágine de ganarle tiempo al tiempo? Hay que estar preparados para lo que llega de pronto y no es esperado, es algo que tiene que vivirse, y aunque  nos cambia los derroteros (a veces por unas horas a veces para siempre) aunque interrumpa es parte del vivir. Estar lo más enteros posible para afrontar. Nunca es bueno carrerearnos porque perdemos perspectiva.

El ámbito del duermevela que se nos da mentalmente antes de dormir y después de despertar es sagrado. No es en vano el dicho de: consultar con la almohada. Si tenemos un cuadro favorito o alguna imagen que nos de felicidad, es ahí donde debe de estar. Mi hija en un viaje a Guatemala tuvo el tino maravilloso de traerme un telar de doce gatos tejidos con diversidad de colores en líneas transversales, lo tengo junto a mi cama y lo disfruto cada despertar en su total dimensión, esto porque a mí me significan mucho los colores y ni que decir los gatos.

Los asuntos que se desarrollan en nuestro día a día, siempre están marcados por los lapsos que ocupamos en ellos dependiendo de su importancia. A veces sentimos que nos ocupa de más algún asunto que podríamos considerar de menor relevancia, mas  inconscientemente hacemos de ello una prioridad y le damos el lapso de horas que sean necesarias, no es tiempo perdido aunque así lo parezca. Habremos de saber que aunque así le sucede a todo ser humano, lo que nos afana a cada uno de nosotros  es muy diferente, no solo por estar determinado por la época en que estamos viviendo sino por la etapa de vida que estamos pasando. La madre de mi marido utilizo mucho una frase: Cada cosa con su afán, y para decirlo más ampliamente podemos asentar que cada día habría de tenerlo. Uno cree que el afán viene solo y que tiene todo que ver con lo que nos pide la vida por la simple demanda, pero para nada es así, el afán uno lo pone y dispone y le da la dimensión  deseada. Aprendí que lo que no es del afán del día, habría que ponerlo en una agenda y esperar a que le llegue su turno sin volver a pensar en el asunto.

                         Ahora que reviso mis más de cien libretas de vida (hasta el día de hoy que volví a tratar de contar todas  -sé que no es exacto el dato- tengo más de 140 y voy revisando la 65) me percato de como la emoción está plasmada con mucha presencia en las páginas y la mención de que me hizo falta tiempo es perenne en los asuntos que aún no sabía que la temporalidad misma iba a resolver, porque es una verdad que el tiempo lo arregla todo. De pronto he escrito como si fuera de vida o muerte un asunto, mas lo maravilloso es que vamos viendo y percibiendo de nuevas maneras.  Cuando algo nos ocupa como muy importante le damos el tiempo del mundo para resolverlo y así debe de ser, más la verdadera dimensión de la temporalidad es algo que con el pasar de los días  se interpreta con fluidez. Disfrutar qué tanto nos ocupa algo que amamos y es primordial, así cómo no debemos desgastarnos en asuntos que deben resolverse y cerrarse para pasar página, porque lo que se debe cerrar aunque regrese a la mente, es tan solo para repensar. Cuidar qué tanto de ese tiempo dispuesto es realmente de tareas personales y no estar dando al mundo un desgaste absurdo.

                         Así como a Proust el escritor francés le tomo muchos años comprender que eso que tanto intrigaba y le interesaba de los salones parisinos era en realidad un espejismo que se había creado el mismo en la mente, nunca se recriminó las eternas horas que ahí pasó, para luego transformarlo en sus maravillosos textos. Creía que era una vida plena y esplendorosa, y aunque después sintió que era un tiempo perdido, logró descubrir en carne propia la vanidad y falsedad del ser humano para entregárnosla al mundo de la literatura con valiosa percepción artística, nos habló del ser humano  que solo se ocupa de estar en lugares que cree son la definición de su vida, para luego descubrir que son puro aire.

                         Cuando mis hijos eran niños, les dedique todo mi tiempo y fui la más feliz. Encuentro en mis escritos como iba buscando los momentos de esparcimiento como agujas en un pajar, y de pronto solo me veía  contemplando un ventanal lleno de pájaros para serenarme y continuar con las faenas de acompañar a crecer a los críos.  Hoy que ya tengo el tiempo del mundo para hacer todo lo que me interesa, pienso en otra falacia de nuestro concebir los tiempos: hay momentos en los que creemos que lo que nos ocupa en demasía  será para siempre y hay otros momentos en los que fluye tan bien la vida que quisiéramos que eso nunca termine. Sea que nos apremiemos, o sea que de pronto tengamos entre las manos unos ratos tan valiosos que son como la gloria misma para utilizarlos en lo que escojamos, el tiempo nunca debe jugar con nosotros.

                         A finales del siglo pasado mis escritos se centraron  en búsquedas de afinar mis intereses espirituales. Es una maravilla poder tener un camino de búsqueda que luego solo aterrice con algunos conceptos, y lo fui logrando de a poco en saborear teorías diversas, porque como en una paleta de pintor se hacen las mezclas, todo lo que vamos comprendiendo pinta al alma. Al mismo tiempo que vivía la intensidad de la infancia y juventud de mis hijos, me di tiempo para saber un poco más de Cristología, así como poder leer más sobre el Zen,  aprender de conceptos del Budismo. Me puede encantar la frase que se utiliza en el tenis cuando a un jugador se le salen de las manos los tiempos y su ritmo cambia: Se le fue el timing,se comenta. O lo que es lo mismo, ese tiempo que tiene un jugador para hacer con buen desempeño las estrategias, de pronto se desvanece y lo único que queda es concentrarse para volver a encontrarlo. Continuará

jueves, 24 de marzo de 2022

 

De la vida diaria.

Tener la mente clara. (Compartido)

Es la vivencia bien entendida lo que abona y da buen fruto. MJ

Nos puede llevar la vida entera comprender la claridad del sentido de las vivencias, pasado el tiempo uno observa las marcas que regresan y todo se asienta como seda mojada.

Cuando fui niña, ahí por los medios tiempos del siglo pasado, en la ciudad de Mérida, no se encontraban como ahora todas las frutas de todos los tipos. Muchos congéneres de mi generación recordarán que las peras solo eran de fin de año y llegaban en cajas a las tiendas que las distribuían envueltas en papel de seda de color vivo, si mal no recuerdo creo que era un violeta muy alegre. Me imagino (porque yo misma lo recuerdo así) que a los críos nos llamaban mucho la atención y los adultos nos comentaban que eran frutas difíciles de cultivar en el terruño porque solo las disfrutábamos cuando en fin de año hacían su aparición. Las peras (como otras frutas de invierno) eran un manjar muy apreciado.  Es por eso que esa fruta para mí tiene un significado muy especial, además me encanta su sabor y ni que decir su color. Nunca la he pintado (tuve ya un momento pasado de plasmar frutas) mas con estas reflexiones tal vez pronto lo haré. Hoy día estoy haciendo algunas acuarelas de frutas que provienen de la siembra de nuestro patio casero, no son peras, son rábanos y papayas, y últimamente una anona de cada cierto tiempo, ya que hemos descubierto que este árbol es muy singular, solo da unas cuantas frutas y muy esporádicamente. Volviendo a las peras, veo que el asunto con ellas nos lleva a mas remembranzas, porque en los ámbitos de mi niñez y juventud también se decían frases como: “Como una perita en dulce”, Queriendo decir que algo era exquisito. Y por último la frase: “Quien habla mal de la pera, comérsela quiere entera”.

Volviendo al terreno de los textos para cultivar nuestro interior, nunca hay que desdeñar alguno que parezca que no es de gran interés, de momento así nos pasa, es verdad que los libros a veces tienen mucho desperdicio, mas es parte del disfrute soplar para que la mies se quede, y eso se logra regresando a sus páginas.

 A veces se lee un tanto por inercia, sin darnos cuenta qué tanto lo que escogemos para las lecturas tiene todo que ver con el implemento de la serenidad.

                         De  los golpes vitales que provienen a veces de la dureza y falsedad de nuestra especie humana, también se aprende mucho y luego se atenúan con el buen uso de la intuición. En estas libretas que reviso hoy día están escritos mares y mares de tinta por haberme topado en la vida en una situación en la que perdí bienes inmuebles por tratar con abogados corruptos. Cuesta aceptar que la maldad exista tan rampante, cuando somos jóvenes no calibramos el alcance de la corrupción, creemos que es algo muy lejano a nosotros y nunca sabemos hasta donde pueden llegar sus enraizamientos.  Cuando lo viví en carne propia, me  fui enterando cuanto han padecido muchos de mis conciudadanos. Le abrí la puerta de par en par  a la intuición y pude darme cuenta que aun tratando muy de cerca con los seres que dicen manejar la ley, es lo que percibimos de sus incongruencias (no siempre palpables a simple vista)  lo que nos debe dar las pautas para confiar en ellos o no hacerlo. Saber cómo han interferido en otros casos, escuchar a otras personas que han sido víctimas de lo mismo y llegar a la conclusión de que aunque no siempre se logre resarcir los daños materiales, a veces se aprende mucho mas de las caretas con las que se disfrazan estos seres, no tan humanos como los creímos, su honestidad es a todas luces carnavalesca, gentes que dicen tener ética y se aclara que no la tienen. Hay que saber escoger nuestras batallas, y saber con qué armas vamos a librarlas. Hay un libro precioso que recomiendo mucho: “Donde el corazón te lleve”.  La autora Susanna Tamaro, trata el asunto de una abuela que le cuenta a su nieta lo que ella ha vivido, una especie de tradición oral que es muy valiosa. A cada uno de nosotros le lleva el corazón a diferentes ámbitos. En aquellos días visitamos mi esposo y yo la ciudad de Campeche y en un sermón de la iglesia de ahí, el padre dijo: -El justo brilla como la luz en las tinieblas.- Así me quedó de claro que no hay que afanarnos tanto por encontrar a los seres justos, estos aparecen.

La sencillez nos acerca al cielo. Habremos de cuidarnos de no dar pan y circo al mundo, y saber cerrar para disipar dolores que deben irse como llegaron, porque aunque de pronto se sienta uno en el lugar equivocado, habremos de asentarnos y mirar para reconocer que siempre hay mucha más gente de bien.

                        Cuando nos sentimos con la plenitud de haber aprendido, ya nos vamos con más cautela y no tiene que ser copioso el conocer, con que sea genuino habremos de asentarlo y si es posible compartirlo. Uno colorea su existencia con los tonos anímicos que se van eligiendo y no olvidemos que cuando decimos colores nos referimos a humores escogidos. Saber deslindar lo que está en nuestras manos, a diferencia de lo que está en manos de Dios para poder comprender su voluntad en nuestras vidas. No me gustaba nada que se afirmara respecto a la voluntad de Dios, que era algo que inevitablemente habría que aceptarse como si fuera relativo a eventos sin remedio y más bien fatales, la voluntad de Dios nos es catástrofe aceptada, algunas veces es adversidad que bien comprendida  invariablemente nos trae luz. La voluntad de Dios esta tan cerca y tantas veces es tan sencilla y positiva con lo que realmente nos conviene, que solo se aclara si aprendemos a entrar a los silencios necesarios para poderla ver con más sentido común, a veces el mas ausente de los sentidos. Es normal no querer las cosas que son difíciles, mas cuando entendemos que estas tienen una razón muy válida, el tono cambia.  Me encanta esa parte de la teoría espiritual que nos dice: cuando se desea lo que no es parte de uno mismo, nos podemos romper.

 -Todos necesitamos sentirnos protegidos-, dice el Dr.            Edelman en la entrevista que se le hizo respecto a cómo convivio con tanto dolor en el gueto de Varsovia, él se asombraba de cuantas personas tocadas por el miedo con lo único  que recuperaban la esperanza era dejándose conducir, y a veces hay que ser humildes y dejarnos llevar por quienes han entendido mejor alguna situación. Se pasmó él mismo al ver como el ser humano sí cree y tiene fe en sus congéneres que de pronto se vuelven guía a seguir, mas cuando descubrimos que esa protección también   emana de nuestro mismo interior, ya sabemos que si nos defrauda el ser humano ahí estamos siempre con nuestro propio ser para resguardarnos. Decía mi padre que la verdadera Fe es en uno mismo y cuando se pierde este sentir tan personal, sí que podemos estar a la deriva.

Cuando entramos al mundo, es el ruah (aliento divino) el que nos da el soplo de vida y la condición para ser fuertes y tener esa vida sustantiva que habremos de desdoblar. Ese ruah, hay que conservarlo. Yo nombré así a mi gata y cada día constato que fue acertado el nombre ya que en su gatidad mantiene un garbo y una postura siempre admirables, ese aliento de vida que nunca debe perderse.

Despegamos realmente a la vida real, en el momento que asumimos que somos capaces de soltar todo lo innecesario.  Hay un dicho por ahí que dice algo así: “No desear nada para poder tenerlo todo”. Soltar, no quiere decir que lo hagamos físicamente, mas como sabemos que nada nos pertenece en realidad y la vida se implementa a cada paso, no hay porque estar entercados en sujetar a veces lo que ya se transformó. Lo que se transforma no quiere decir que no se viva mas, es tan solo que se vive diferente. Si la vida arrebata, tenemos mucho para desgranar y comprender el por qué se dan eventos adversos. No crecí en un ambiente propiamente de estudio, mas siempre se me proponían lecturas y muchas de esas primeras letras las conservo y las releo hoy día. Amar los libros de papel, y quienes los hemos conocido con sus olores y singularidades sabemos lo que nos aportan. Gozar de los adelantos. En estos días me explicaba mi hija cómo es posible subrayar en la computadora y resguardar partes de los textos para volver a ellos. Me parece esplendido leer en pantalla, es una opción personal, y que eso sea un genuino gozo. Hay que tener en casa un lugar cómodo para sentarnos y pasar con la calma debida las páginas de un libro.  No digo de un buen libro, porque hasta los que creemos de poco interés puede darnos mucho. Con el paso de los años los ciclos de sueño cambian, ya hoy día en mi caso, la madrugada se ha vuelto mí aliada con los libros y esas horas de silencio natural son las mejores para disfrutar de las letras. La teoría siempre será bella, mas al no ser un asunto que se aplique a todas las realidades, es importante darnos ese placer de depurarla sin forzar lo que se cree, hasta saber que tanto apoya la verdad que estamos viviendo. MJ

 

jueves, 17 de marzo de 2022

 

De la vida diaria.

Cultivar un peral, una hazaña personal.(compartido) MJ

Cuando el Dr. Edelman accede a que se le entreviste, está con toda claridad en un camino muy personal de compartir la hazaña de haber estado en la Segunda Guerra Mundial. Mucho más que eso, él quiere hablarnos de las revelaciones que observa en el aspecto humano. El peral que queremos cultivar a fin de cuentas, viene resultando algo muy personal.

Este médico de quien les hablé un tanto anteriormente fue un ser excepcional, antes de la guerra el soñaba con ser economista, pero como vio pasar frente a sus propios ojos a mas de cuatrocientos mil judíos que se iban a una muerte segura (esa que ya todos conocemos proveniente de hombres que no podemos más que tachar de desalmados, gente de nuestra propia especie que decide liquidar a sus congéneres) le cambió la vida sin más. ¿Los motivos de quien mata? pueden ser los que sean, a fin de cuentas la muerte es un fin para quienes deciden matar y no tienen un sentido empático. Es así que el Dr. Edelman nos habla de haber comprendido la gran diferencia que existe entre la muerte natural y la muerte brutal, esa que es obra de otros seres humanos. Al respecto habla él mismo de la frase: Ganarle a Dios (título del ensayo/entrevista) porque dice: Quien enferma nunca debe perder la esperanza de lograr mediante un buen desempeño médico, que el hilo de vida que alberga en su cuerpo sea restaurado. Cuando se conoce la muerte, la vida se convierte en responsabilidad. “Cada posibilidad de vida, por insignificante que sea, se vuelve muy importante”. “Dios quiere apagar la vela, y yo tengo que apresurarme a proteger la llama..." No importa si se logra por unas horas o por un lapso de vida largo, vivir con la máxima dignidad que se logre, es algo que siempre tiene sentido. Y ¿Cuál es el sentido de morir en la guerra?  Eso es muy difícil de entender, pero sí puedo decir que: -quien combate siempre prefiere morir en la lucha y tal vez empuñando un arma-, él lo vivió cada día en el gueto. Así, en el gueto de Varsovia se armaron como pudieron y muchos lucharon por su vida y la de otros judíos. No todos supieron que invariablemente una vez que se subían a los trenes de la muerte iban a una muerte casi segura, nadie lo decía, aunque muchos lo tuvieran claro. Se repartían tarjetas de vida, es decir  a algunos enfermos o a quienes se les consideraba útiles en las fábricas, eran salvados. Una frase muy significativa nos comparte: “Abrimos fuego, de todos modos no los alcanzamos, pero no importa”, porque la muerte también puede conllevar honor.

Así como podemos diferenciar entre una vida hermosa y una desgraciada, podemos tener claro que la muerte puede ser digna y hasta estética si logramos entender el sentido. Así es como el Dr. Edelman decidió después de la guerra que su misión vital era trabajar con los que enferman del corazón y darles aliento de vida hasta el final. A veces, nos dice: -la ética les complica mucho la vida a los cirujanos-, mas deben estar atentos a cuando hay que luchar por dar esa calidad de vida que todo ser humano merece y luego si llega la muerte que ésta sea con dignidad. A veces a quienes se han dedicado a la intelectualidad durante su vida, les cuesta más aceptar que todos somos mortales, hay que ayudarlos a dejar de pensar durante su enfermedad, porque el pensar de más, acelera el pulso y altera la presión arterial.  -Los cirujanos agradecemos que el paciente no haga tantas preguntas, porque eso altera la mente- Al enfermo se le pide saberse conducir, el médico le ayudará a estar más en paz.

El Dr. Edelman es todo un caso muy interesante. De los cinco comandantes que velaban por las fuerzas resistentes judías de Varsovia, el vivió para contarlo. Vio a unos metros de él mismo como todos los demás compañeros se fueron de este mundo en un momento que el mismo consideró como inoportuno.

¿Puede ser oportuna la muerte?

Personalmente creo que no, uno mismo la entiende mejor cuando es natural.

Honrar la vida siempre. La guerra terminó y se consideró ganada, mas para este médico eso de ganar no existe, nadie gana en estos eventos de tanta muerte, y dice “Para mí, la impresión de que todavía me quedaba algo por hacer, ir a algún lado, de que alguien a quien había que salvar, me esperaba.”

La escritora Yoko Beck postula una de las cuestiones más interesantes con las que yo me haya topado. En los días que le leí y que aprendí mucho de su libro titulado “La vida tal como es”, nos hace una pregunta trascendental en relación a lo que podemos hacer con lo que nos resta de vida:  ¿“Que honras”? Nos resulta obvio en estos momentos mundiales que no todos honramos la vida de la misma manera. Si uno realmente se hace esa pregunta solo podremos tener claro que esta condición de estar vivos y sus motivos no es la misma para todos. Es que tiene todo que ver con una situación mental (algunos estudiosos tienen claro que esto de la nula empatía es una disfunción del lóbulo frontal del cerebro) el ser que decide que es más importante matar que encontrar conciliaciones validas, tiene sus motivos y obviamente  no son entendibles para la mayoría. Cómo plantamos un peral,  que sembramos en él  y cómo lograr que la cosecha sea la más digna posible, es asunto muy privado.

                          Decía mi madre: No te metas en camiseta de once varas. Me preocupaba no comprender del todo esto, hasta que me llego la luz y tuve mas claro que era tan solo apostar a  una siembra asertiva. El latir del corazón lleva fijo un derrotero que cada uno conocemos y aunque se diga misa, no cejar. Es decir, observar a tiempo y resolver con premura y seguridad, exactamente como se hace en un partido de tenis. (Le llegará su momento al tenis en estos textos).  A veces esas camisetas intrincadas en las que la vida nos mete, nos dan buenas consecuencias.

El Dr. Al final de la entrevista asegura: “No hay descanso en la guerra “, y nosotros podremos tener claro que no hay descanso nunca, ni en la vida. Solo quienes no aman lo que hacen quieren que terminen las tareas que les ocupan, más cuando el sentido de la misión responde a una cosecha que se ha dado como fruto de una personal visión, no se presentan cansancios como tales, la buena actividad es motivante.

Al final de la entrevista la escritora le pregunta al Dr. “¿Por qué está vivo?” Y el medico da respuestas prácticas (a pesar de saber que vivir es algo más allá de un asunto de suerte) Y dice medio en broma medio en serio: es que el nazi que en una ocasión me disparó junto al gueto, tenía estrabismo y no tenía las gafas adecuadas.

Encontró en el dolor que vio, la tierra fértil para su propia siembra, un peral enorme que le dio  buen sentido a su vida.

                         Chaplin dijo:

Si estas en el lugar correcto, en el momento preciso, tu autoestima está en su lugar.

Solo surge la angustia, si no respeto mi verdad. Si quiero ser diferente a lo que soy, es que aun albergo inmadurez.

Si forzamos, no respetamos. Nos podemos romper.

Si he de ir hacia adelante, es por mí.

Si he de planear lo haré con los planes más sencillos.

Si he de discutir, no tendré siempre la razón y habré de reconocer las razones del otro.

Si he de ser humilde, recordare que eso es poder sin falta.

Si estoy en presente, promuevo mi plenitud.

Si observo mi mente, doy poder a mi corazón.

                        Se comenten muchos errores cuando se piensa que la vida es lógica. La realidad no siempre lo es, y no hay que temer a esto, sabemos muchos de nosotros que dos y dos no siempre son cuatro y que aunque no haya claridad del todo, si hay buena tierra habrá buena cosecha. MJ

                         

 

 

jueves, 10 de marzo de 2022

 

De la vida diaria.

Querer peras.(1) (Compartido)

¿Quieres peras? Cultiva tu propio peral. MJ

                             

 

                            A pesar de escucharse tan sencilla la frase con la que he comenzado este texto porque parecería muy fácil  sembrar y cultivar lo deseado, en los ámbitos de las preferencias se puede encerrar el gato. En verdad vivimos tantas vidas a la vez, que esto de saber nuestra real motivación y la  inclinación a lo que queremos, no siempre es tan claro. Para no tener demasiados vaivenes en la vida,  hay que saber cada vez, y una vez más si fuera necesario, que queremos sembrar.

A mi madre le escuche infinidad de veces decir: -al olmo no se le pueden pedir peras- Me parecía más que obvio el dicho, mas no fue hasta pasados los años que me di cuenta que para asentarlo en la realidad y cultivar profundo  lo que amamos y queremos, hay que tener muy activa la voluntad. Al mismo tiempo y como premisa de la religión católica (que ha sido la de la familia por muchos años) escuche que había que saber muy claramente cuál era la voluntad de Dios, ya que de ahí derivaba todo Bien, por lo que la tarea se percibía más complicada, era más que nada una dupla de voluntades a conjugar. La siembra personal tendría que estar supeditada a la fuerza de Dios. Es así que me propuse averiguar de manera constante que era esa dualidad y como se manifestaba, para llegar a fin de cuentas a encontrar con bastante claridad la palabra central que las une a ambas: Equilibrio. Es nuestra voluntad en armonía con  la de Dios lo que nos permite la paz. La voluntad de Dios me llevó más tiempo aprender a percibirla, mas al fin también la concrete en otra dupla: es su asiento más fidedigno la vida diaria con sus razones por un lado, y por el otro extremo una buena dosis de intuición/corazón.  Aunque parezca redundante, la claridad en los asentamientos que ponemos en nuestra mente es importante, pero más que nada lograr que los conceptos que las refuerzan estén acordes con la realidad que vivimos. A veces sin darnos cuenta nos gana la partida eso que los budistas llaman  monkey mind: estar como saltando de un pensar a otro. A este brincoteo mental nos hemos acostumbrado la mayoría de las personas y es ahí donde hay que bajar los ritmos, tener más precisión. Poner la mente en blanco es algo muy difícil,  por lo que más que tener esa nívea situación, habremos de tener claro qué y cómo vamos haciendo el acervo de sabiduría en ella.  Cuando me fui percatando que el Dios real y su fuerza (porque a fin de cuentas nos queda claro que no es una voluntad como tal) estaba mucho más en la vida diaria que en ningún otro lado, las cosas se fueron aclarando, el equilibrio se fue dando mucho más palpable y experimenté  lo que sí se puede sembrar para fluir con las preferencias. Desaprender, Me ha llevado más tiempo del que pudiera haber imaginado. Las tareas diarias se hacen mucho más llevaderas si desterramos los desganos, pero más que nada los lastres de conocimientos. Las practicas más sencillas y más nobles nos pueden dar certidumbre, ese flujo decisivo y que tiene todo que ver con gozar lo que hacemos,  por ejemplo doblar la ropa tibia que sale de la secadora es una manera maravillosa de descansar la mente y no estar pensando  al mismo tiempo que haremos para comer, y evitar tener dos cosas a la vez en mente. Se atribuye (por los estudiosos de la mente y comportamiento de cada género) mucho más posibilidades a nosotras las féminas de tener en mente varias cosas a la vez, asunto en el que que no nos hace ningún favor la naturaleza, no hay que hacer mucho caso y seamos más de una cosa a la vez. A los varones se les considera que son más proclives a realizar una cosa por acción, aunque a veces en verdad se les pase la mano y la mente se vuelva una cuadricula. El secreto está en irle dando su lugar a cada acción, nunca encimarlas. Los huevos revueltos del desayuno pueden esperar y una vez en proceso de hechura decidir  si nos apetecen con pimentón o pimienta, son dos acciones pero con sus ritmos bien marcados. No es tan sencillo, pero se ejercita ese control y se logra. Todo el tiempo tenemos opciones nuevas, mucho más en la época actual que estamos bombardeados de información que en realidad es pura y dura chatarra. Mucho de lo que hemos vivido está en el sustrato, y va tomando forma con soltura, aunque a veces nos asalten dudas. Estudié    Arqueología, mucho de lo que  puede aportar esa ciencia proviene de todo lo que está enterrado y hay que leerlo con  ojos interpretativos, así como mucho de ese sustrato humano que hemos traído con la vida misma que se nos ha otorgado, por lo que los cambios más importantes son más bien ajustes en la buena tierra que nos servirá para sembrar. Nosotros también podemos tener capas estratigráficas en el alma (en arqueología son los diferentes niveles del sustrato terroso o de cualquier índole que se descubre cuando se hace una excavación). Es  interesante ir develando poco a poco lo que somos más allá de lo que vemos y como dice Duccio Demetrio: -Nada regresa a la mente exacto como ocurrió.- Ir al pasado solo es bueno para crecer. La mente que guarda muchos recuerdos, no siempre los regresa nítidos y no pasa nada.

En estos días que redacto este texto, estoy leyendo un libro que recibí en diciembre pasado, a decir verdad no le di mucha importancia porque su formato de entrevista no me atrajo mayormente, aun así esperaba su turno para llegar a mi mesita de noche. Esta lectura  trata de algo que coincidentemente está siendo muy revelador por los acontensimientos mundiales de hoy día, la guerra. Este pequeño ensayo titulado: “Ganarle a Dios” me ha dado claridad en como pensar respecto a algo que no podemos explicar con claridad quienes estamos lejos de acontecimientos tan dolorosos. Uno se pregunta ¿Qué quiere sembrar una nación cuando invade y destruye? Pues bien, es lo más difícil de explicar,  ni los mismos individuos del país invasor pueden tener ese sentido claro del porqué (de hecho ya vimos que han protestado dentro del mismo país, los rusos hoy día invasores de Ucrania) mas quienes lo viven en primera línea se marcan para siempre, y las mas de las veces para lograr un bien superior  posterior. Así le ocurrió al Dr. Marek Edelman a quien la autora Hanna Krall entrevista en relación a su experiencia en haber sido el único sobreviviente de los cinco comandantes del gueto  de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial, y dice: “Cuando uno conoce tan bien la muerte, se siente responsable de la vida”.

Es un texto muy interesante que se desarrolla en emotivos y muy desgarradores pasajes de cómo se percibe la muerte, mas a la vez propone pensamientos muy humanos de voz de un médico, que después de ver todo tipo de muertes a su alrededor, quiso sembrar a través de la medicina, ya que le quedó muy claro cómo podía dar tanto en los ámbitos de la cardiología.

                         Es un hecho que el dolor nos ayuda mucho a saber quiénes somos, pero más allá del sufrimiento que nos implica vivirlo, nos va dejando claro qué es lo que nos corresponde hacer de acuerdo a lo que vamos viviendo: Esa es la tarea. Hay cosas en nuestras conductas que a veces no nos quedan claras en sus porqués, como si las hiciéramos por una inercia no controlada. Hay que parar, observar y si es necesario cambiar el derrotero y hacer la reflexión más clara de lo que no queremos repetir. De este texto/entrevista al Dr. Edelman continuare compartiendo, creo que lo vale y se los comentaré en próximos textos. No le podemos pedir a los recuerdos lo que no tienen, y por ende no nos pueden dar. MJ

 

 

 

                         

       

                   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 3 de marzo de 2022

 

De la vida diaria.       

Un museo vital. (3) (Compartido)

Conocer nuestras piezas clave, propiciará la luz en la vida de cada día. MJ

 

Es un hecho que en las vitrinas de la vida misma (en las acciones que vivimos cada día) encontraremos nuestras piezas personales que son clave y únicas, esos motores que nos dan la energía para continuar y no desfallecer. Conforme avanzamos por el museo de nuestra vida, vamos percibiendo y notando cómo lo  determinante, va dando sentido al derrotero, la felicidad está a la mano y aunque a veces sentimos que se nos escapa, pervive en los gozos. Si sentimos una combinación entre gozo y serenidad, vamos por buen camino. El tiempo necesario en cada espacio así como las pausas bien dadas en las acciones, nos darán la certidumbre y aprenderemos a soltar la paja.  La paja a veces contiene demasiado despojo inservible y nos nubla, solo hay que cuidar que no se opaque la certeza. Es un arte dejar asentarse al tiempo, en la vida de hoy nos pueden ganar las prisas de lo urgente, mas no hay que olvidar que habrán lecciones muy validas cuando todo se asienta.

Quienes tenemos la costumbre de escribirnos, también tratamos al tiempo como a un aliado para volver a interpretar. A veces los propios textos parecen ajenos y como si hubiéramos sido otra persona en el momento que fueron escritos. Interpelar a la vida, pedirle que de nuevo nos dé su propia versión ya con los años transcurridos, es una magnifica manera de dar respiros de gratitud. Observar a distancia y sacar en claro lo que nos ha marcado para que sea parte del presente, desaprender. Al volver a nosotros mismos, sea de la forma que elijamos (tan solo recordar puede ser un camino muy válido, y si nos hemos alejado del sitio en donde crecimos o vivimos en tiempos idos, volver siempre da certezas) y que cuando pareciese que se abruma la vida, cuando da la impresión de que se amontona todo, en realidad es tan solo el espejismo para poder deslindar la mies de la semilla. En realidad lo que sucede es que todo se ajusta. Las vitrinas se renuevan y el museo vital permite percibir las piezas al centro, para volver a ellas con nueva visión.

El cómo, el cuándo y el porqué, que todos los niños tienen en sus primeras etapas de vida, debería permanecer más en la adultez, ese latido natural de asombros diarios es algo que hay que cultivar en los críos  y también en los adultos. Cuando alguien de quienes nos rodean hable de las cosas más triviales, hay que darle ese espacio para verbalizar. El asombro, es como un corazón invisible que late constante al lado del corazón físico, es un don que si lo percibimos con atención, nos dará coloridos especiales cada día ayudando a hacer especial la vivencia más sencilla.

En lo personal creí que algún día de estos de la vida diaria, conforme iba avanzando en la madurez y lograba soltar concepciones obsoletas, de pronto sabría a ciencia cierto cual era mi ritmo definitivo,  ese devenir  sin sobresaltos ni mayores cambios que a veces anhelamos, mas he llegado a comprender que en la medida que conozco mis flujos personales y centrales se incrementa el gozo diario para la felicidad, esa que abarca mas y se concreta de apoco y a su ritmo. Siempre hay modos que afinar, cambiar es la esencia de nuestro ser, ver de nuevo y regresar a una vitrina que nos marcó. Siempre hay oportunidad de regresar al museo muchas  veces. El buen flujo no es tener todo claro a la primera de cambio. A veces, el espíritu se nulifica para dejar paso al homo, porque ¿De qué otra manera se refuerza la conciencia que apoyada en los eventos que se materializan a diario?  Y otras veces sentimos el flujo tan claro desde dentro que nos da la impresión que las tareas fluyen solas, dice el zen: La felicidad es una suma de gozos y como no todos vienen juntos, saber entretejerlos es un aspecto de la actitud creativa. Es muy importante saber que lo que hemos escuchado y hasta creído que es la felicidad no cuadra igual para todos los seres humanos.

Una niñez estable, no es garantía de felicidad.

Los niños no son mascotas que aprenden como por ensayo/error y mucho menos por aleccionamientos condicionados. La estabilidad   no es garantía de saber implementar el gozo, eso se va aprendiendo día con día. Explorar, descubrir, dejar ser. La semana pasada mi nieto desarmó (literalmente no dejó pieza sobre pieza) tres portarretratos de casa, de pronto su mamá se preocupó de que fuera a romperlos, observando el interés del niño tan solo le calmé diciéndole que era mas importante lo que estaba encontrando dentro de esa aventura que los objetos en sí. Fue una maravilla porque no solo les habló y conversó  a las personas de las fotos (como si fueran seres vivos) sino que los marcos también cobraron vida y hablaron entre sí. Hubo un dialogo maravilloso. Ya a muchos nos queda claro cómo se aprende y como los adultos reaprendemos viendo a los niños investigar. A veces ya en la plena adultez nos preguntamos de donde nacen ciertos sentimientos que son recurrentes, en lo personal no disfruto mayormente de los festejos grandes y ruidosos, y venidos  a averiguar una vez pasados los tiempos (recordando la niñez básicamente con piñatas y demasiado movimiento) que eso nunca fue lo mío. Hay que observar el modo de cada crio. La pandemia sí que nos cambió la vida y los modos de celebrar han tomado visos insospechados, ahora se festeja muy diferente, me da la impresión que es más conciso y preciso, lo que creo que es un aporte a los modos demasiado estridentes.

En lo personal en mi niñez, fue muy determinante la motivación que recibí para plasmar, asunto que me hizo centrarme en esos menesteres.  Me ha tomado tiempo comprender la certeza de ese gozo tan central en mí. He escrito muchísimo sobre eso porque me llevó años llegar al momento de desarrollar las técnicas tan anheladas de los lápices, reprochándome que debía haberlo hecho mucho antes,  (nada llega antes ni después de su preciso momento) he introspectado bastante en ese camino.  Estoy recuperando en mis textos todo lo que me significaron. Entre lo que voy recordando me encuentro como a fines de año una tía solía  llevarme a comprar regalos. Llegábamos con idea de ver todo lo que había en la tienda, la paseábamos completa mientras yo solo quería llegar a las vitrinas de los lápices. Me extasiaba observar las diferencias. Obviamente me daba por mi lado, porque me dejaba comprar algunas de esas maravillas que lo eran todo  para mí (y no precisamente importantes para ella) para luego regalarme alguna muñeca y juguetes que ella decidía eran buenos para mí desarrollo, sin imaginar que tan solo eran para pasar a ser mas adorno que juego, en el entorno quieto de mi habitación. El espacio de la casa mucho más dinámico para mí y que fue por mucho mi preferido, era donde los restiradores de mi padre cobraban vida, ofrecían todo para dibujar y hacer acuarelas.

Me tomó un buen tiempo comprender que ese quehacer fuera concebido  como un centro, así se gestan las motivaciones y no hay edad establecida, pueden surgir aun en la adultez. Nada se solventa plenamente tan solo  con medios materiales, el espíritu mantiene vivo eso que nos hace vibrar de un modo especial y de esas combinaciones surgen los verdaderos placeres, disfrutar de lo que más nos gusta con creatividad es de los gozos más grandes que puedan existir.

 Es bueno pensar que la madurez nos ayuda a tener más claridad en lo que es clave, surge la luminosidad para que esa vibración se convierta en felicidad real. El eterno acicate que nos hace siempre estar en lo que estamos aun habiendo muchas actividades por hacer. Encontrar los espacios, los tiempos y como  dice el zen: quien no está en lo que está ¿en dónde está?

Es un hecho que podemos perdernos en el mar de propuestas de nuestro museo vital, cuando no nos tomamos el tiempo para depurar lo que habrá de dejarse pasar  así como tener claro lo que habrá de irse para siempre, dando su espacio a lo que en verdad amamos.

                        La vida de cada día es ambivalente. Lo dice muy claro Montaigne. Solo se mantiene el equilibrio entre las dualidades cuando hacemos caso a la voz interna que habremos de aprender a escuchar.MJ