martes, 28 de diciembre de 2021

 

De la vida diaria

El arte de vivir cada día. (1)(Compartido)

                                     Vivir la vida diaria es un arte que solo necesita atención. MJ

 

Cuando estamos en la puerta de cerrar un año, habremos de tener presente que no es uno más, ya que como una etapa representativa de otros tantos, se vincula a vivencias pasadas. Algunas veces este momento puede causar una especie de escozor temeroso ya que obviamente hemos pasado por las buenas y por las malas. Se considera vivencia mala a todo aquello que no ha sido ni agradable ni deseado y es seguro que ha llegado a nuestra vida sin invitación. Vale mucho la pena sentarnos un rato con nosotros mismos ante una buena taza de té y sacar en claro que a pesar de lo adverso (y por ello mismo) qué tanto bueno hemos aprendido de los sinsabores. Los humanos creemos de pronto que todo lo que debemos saber ya está en nosotros plantado y bien dicho como si fuera un bien biológico y natural, como si el pasar de los años y por una inercia casi imperceptible fuese el devenir del tiempo condición de sabiduría. Hoy que cerramos 365 días, es un buen momento para ese corte de caja mental, sin temor a que podamos ver de manera distinta. Si nos cuesta leer y adquirir algunos libros relativos al tema de nuestra especie, una sugerencia en año nuevo puede ser proponernos escuchar más disertaciones acerca de la especie humana, en YouTube esos portales  nos pueden motivar a encontrar más adelante algunos textos, y llevarnos con más facilidad al  placer inigualable de andarnos por las estanterías de alguna librería  permitiéndonos el gozo del olor a papel. Hay una serie bastante extensa de entradas del paleo antropólogo Juan Luis Arsuaga, excelente estudioso de nuestra especie y fundador del Museo de la Evolución Humana de Burgos, España.

Si al despertamos solo seguimos una agenda, nos vendría bien además estar pendientes de la actitud, esa maestra que nos apoya en la forma de ser y que nos pone en camino de ir plantando huella de lo que nos vendría mejor, ya que las huellas para nosotros mismos, se obtienen en los silencios de los momentos diarios. En los caminos de arena las huellas se borran, en la vida diaria no, por lo que es una buena idea tomar el primer mes del año para un reencuentro intrapersonal y reenfocar caminos con renovada solidez. Los estudiosos del ser humano afirman que a todos nos absorbe en demasía  la inercia del diálogo  social,  que si nos descuidamos nos aleja del diálogo  más importante, el personal. Ya el mundo nos exige más compostura y comprensión de los entornos y no debemos preguntamos porque nos suceden cosas que pudiendo ser previsibles nos agarran en curva, sino cuidar que no nos gane la partida el apremio y solo así cultivar más la serenidad. La experiencia, aunque en esencia es toda razón, también  es sensibilidad e intuición. En alguna ocasión me preguntaron que es para mí la creatividad: Ante todo, es una actitud. Uno es creativo desde la forma como mira hasta el modo como resolvemos y cerramos ciclos.

Estoy en esto de escribirme desde hace muchos años. Podría decir que cuando descubrí como uno se puede expresar en una sencilla carta, fui la persona más feliz. Muchas cartas a mano fundamentaron mi camino de escribir, guardo muchas que recibí, y al releerlas hoy me lleno de asombro al observar cómo se dio ese ritual sagrado, quienes lo vivimos lo recordamos como algo muy especial. A los once y doce años de edad tuve la fortuna de estar durante los veranos en un lugar muy bello: Las montañas Adirondack. Al regresar al terruño, me despedí de muchas personas con las que había compartido momentos que me marcaron para siempre, en el campo, disfrutando actividades deportivas y otras varias de motivación en el arte. Empecé a comunicarme por medio de la escritura. En el colegio donde estudié de niña, había monjas estadounidenses y nos proponían siempre estar en el programa de Pen pal,  se me dio escribir a personas que solo conocía por una fotografía. A los trece años de edad cambie de lugar de residencia, quienes han tenido este tipo de experiencia podrán comprender como se transforma la vida. El gozo de escribir a otros se fortaleció y continuó. De estas comunicaciones personales surgió luego la de escribirme. Muchas cartas conservo hasta hoy día tal cual  fueron escritas a mano,  a veces en fin de año me es muy grato releerlas, observar modos y costumbres de mediados del siglo pasado, resulta fascinante. Gracias a la percepción creativa de mi padre gocé desde la adolescencia de hacer mis propias tarjetas de Navidad a mano, lo continué hasta hace algunos años, mas de pronto me llevaba sorpresas al entregar una tarjeta y la persona me decía: -gracias por tu notita- era obvio que no había el aprecio esperado, ahí aprendí que lo importante no es como recibe alguien lo que uno le brinda (ese aspecto es asunto del recipiendario)  sino la intención que uno pone al dar. Empezado este siglo XXI decidí en año nuevo dejar esa actividad cerrada.

Hoy escribo como si fuera una conversación. En casa de mis padres las sobremesas eran entretenidas, divertidas y reconfortantes, el tiempo era largo y pasaba como un suspiro, ni que decir los fines de semana que siempre había alguien invitado y que el café con postre especial era la medida ideal para hablar de muchos temas siempre muy interesantes. Aprendí el gran valor del sencillo intercambio de ideas, la conversación abierta con la carcajada natural y libre que a todos nos hace mucho bien.

 Cuando las mesas se sirven con elegante sencillez, no se necesita de lujos. El tiempo dispuesto para la mesa es sagrado. Si se disfruta con gusto, no se necesita nada más.  Los postres de mi infancia se confeccionaban de lunes a domingo y se llegaba a sentir que si faltaban, el mundo no era el mismo.

Especial y llena de gozo resulta la vida de cada día si se logra apreciar con sus coloridos únicos y particulares, es un hecho que con los tiempos modernos todo cambia y siempre es para bien. En mi caso personal esto tiene que ver con dos vertientes: El color físico de los objetos que nos rodean y el color del ánimo que nos habita.

Los colores que me rodearon fueron muy importantes en mi niñez. Mi padre (quien construyo mucho en las medianías del siglo pasado) tenía siempre muy en cuenta los coloridos como parte esencial, poner el aqua di colore a las perspectivas arquitectónicas sobre papel,  me condujo a amar la acuarela junto con él.

El color vibra en nosotros desde la niñez. Recuerdo el asombro de algunas  tías cuando mi madre se presentó conmigo a un baño de piscina y yo con un traje de baño en color negro. A los adultos les pareció insólito ya que no era usual que los niños portaran tales colores, mis padres fueron muy decididos en sus modos y lograr objetivos claros.

En año nuevo a todos nos vendría bien renovar nuestra percepción de los coloridos, esas tonalidades anímicas que implican los lares que decidimos caminar en lo físico pero mucho más en lo mental y nunca descuidar lo que se apunta en El Principito: (palabras más palabras menos) Si tenemos miedo a estar solos, (que es algo muy positivo y que se ha olvidado en nuestra especie) más miedo deberíamos de tener de estar con las personas equivocadas.

Esos colores asociados a la emoción y al alma humana habremos de procurar gozarlos con los seres certeros y que merecen nuestra atención con los coloridos que se manifiestan conjuntamente en las virtudes del ser humano, son colores que vibran en nosotros y que está comprobado que tienen que ver con el espectro energético que nos rodea y afecta al cuerpo humano. Lo expresa muy bien el léxico juvenil: La buena vibra.  

De las cosas más sorprendentes y gratificantes que he aprendido, se encuentra la aportación científica de que en nuestra condición de homo sapiens no existe el azar. Sabemos bien que apenas estamos comenzando a comprender lo que somos como seres humanos, y cultivar  la humildad nos asegura que en nuestro pensar aparecerán variedad de sorpresas a disfrutar en los días nuevos, sin importar cuantos años nos acompañan (hay que soltar la idea de que acumular años es negativo) lo mejor que puede sucedernos es entonar nuestro propio canto de dignidad, nada importa si ya peinamos canas, la real satisfacción está en no dejar de estar alerta a todo lo que nos renueve por dentro. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

 

De la Vida diaria

De buscar y encontrar (2)(Compartido)

Llegados a la meta navideña mucho bien nos hace repensarnos.MJ

Siempre he pensado que es una pena por parte de algunos congéneres el no creer en lo que otras personas estudian e investigan en torno a la humanidad, más concretamente en relación a lo que aportan las ciencias sociales y digo creer porque es un asunto de qué tanta fe se les tiene a los estudiosos y la voluntad de hacer parte de nuestro pensar cuanto nos pueden hacer comprender con publicaciones de divulgación. En estos ámbitos, en lo personal me concreto a lo que la ciencia Antropológica ha aportado y que a muchas personas ni les importa. España se ha visto muy bien al lograr con libros muy accesibles de divulgación, dar a conocer con buenas interpretaciones lo arqueológico, textos  bien escritos y amenos de contenidos valiosísimos. Solo instruidos y con conciencia de quienes somos, es que el mundo podrá tener cambios de fondo. Desde hace mucho me he dado cuenta de la nula sensibilidad de algunos seres humanos, comenzando por la misma tribu, mas con el tiempo he aprendido que eso mismo de no congeniar siempre, puede ser grandioso porque nos obliga a entender mejor las situaciones que nos permiten crecer y cambiar. A mi grupo extendido de consanguíneos les he entendido poco y con la madurez he tenido la ventura de encontrar a tres o cuatro congéneres cercanos a quienes considero como agujas en un pajar, porque aportan. Todos podemos reencontrar a esos seres, con los que nos merecemos un fuerte abrazo aún con tapabocas. Doy gracias a estas alturas del partido el saber que no es fundamental entender a todos, más bien lo que debemos poner debajo de la piel es quienes somos en el grupo y con quienes nos toca interactuar. A fuerzas se nos dice que si tenemos familia somos bendecidos, y no siempre es así con la familia extendida, ya que puede haber baches, es muy diverso el contexto en que se ha formado la mente y como se habita. Se torna difícil lo que de fuera se vería fácil,  por lo que se opta cultivar las ausencias por salud mental. En estos días de festejar, a veces se ven forzados los grupos a convivir creyendo que se cumple con un mandato necesario e imperativo, cuando en realidad a veces es más oportuno no forzar.

No es una obligación tener química con todos, ni todo el tiempo. Quien lo comprende temprano, se hace del mejor autoregalo: La paz real.

Muy diferente es el asunto con la familia nuclear. Con los cercanos se descubre con más coherencia lo que buscamos en concordancia con lo que encontramos, son ámbitos más escogidos y por lo tanto se dan  actitudes más creativas. Ese núcleo que nos acoge de entrada y que se muestra siempre de diferentes matices, nos permite los claroscuros más divertidos, los momentos mejor compartidos. Festejar puede tomar matices nuevos y de verdad aportarnos un momento de satisfacción que nos motive a mejores acciones a largo plazo, mucho más con la vida de hoy que apremia tanto  y que con la pandemia se han hecho más extensos los lapsos entre los tiempos de compartir en cercanía.

 Aquí en casa vemos algunas series de TV del tema de homicidios. Nos atrae la temática porque a todos nos parece inconcebible  cómo es posible que se viva con tanta violencia, porque el homicidio no siempre es de orden físico, también se puede matar espiritualmente. Nos queda claro que es un hecho que hay que aprender de esa disfunción humana, nos preocupa que ya se está volviendo el pan nuestro de cada día teniendo claro que no es parte de nuestra especie sino un acción aprendida. Casi siempre ese miedo que genera ser violento está relacionado con disfunción del grupo nuclear, por lo que hay que tener claridad de que aún sin total compatibilidad probada con quienes convivimos de cerca, siempre es importante que exista aceptación en lo diverso.

Espiritualmente no hay equivocaciones, lo podremos constatar en los momentos de cierre de ciclos, por lo que en el grupo que nos ha tocado desempeñarnos están las respuestas para crecer, solo hay que encontrarlas. A veces todo eso que parece adverso es materia de crecimiento, nos lleva a saber que antes de quejarnos en demasía de lo que sentimos incongruente, nos demos cuenta cuantas bendiciones  aporta lo diferente, entre ellas aprender a ser selectivos, observar las discrepancias, practicar la tolerancia, y ver hacia adelante. Mucho se habla hoy día de aprender a soltar, hay  que hacerlo sin temor, con seguridad de que la espiral de crecimiento real nos llevará por mejores rutas, sin confundir la caridad cristiana que nada tiene que ver con la idea o creencia de estar obligados a una cercanía con quienes no nos son afines. A veces el golpe de pecho nos lleva a tener tranquilidad de convivir por convivir, aunque lo que se asienta en los hechos sea una farsa. La pandemia ha ayudado a ser más realistas y no estar en donde no debemos. Si no hay aporte real, lo mejor es hacer mutis. Nuestro primer prójimo somos nosotros mismos, los cercanos directos y los amigos escogidos.

Sin pesar, sin penas ni glorias que nos atoren la garganta, ir con gozo es un arte que empalma nuestras búsquedas con lo que la realidad aporta, conociendo más de quienes tenemos cerca. El sentido de observar las preferencias, las controversias, los desasosiegos, así como las congruencias, las concordancias y los consensos, va cambiando a lo largo del vivir y es un hecho que se van subiendo escalones en el edificio de los asuntos de grupo para no bajarlos jamás, acción que nos dará pie a conocer mejor a nuestros cercanos.

El cierre de ciclos es grandioso. Cuesta a veces comprender como es que se dará mejor el cambio que llega inevitable, pero si pensamos como lo manifiestan algunos: The more you do it, the more you like it, nos habremos de volver expertos en saber que no hemos venido a acumular gente en esta vida, estamos de paso, vale mucho nuestro tiempo y  cuando volvamos la cabeza en la próxima esquina nos daremos cuenta de que mucho es sin retorno, la calle llena de baches no es recomendable, siempre hay caminos y opciones así como personas propositivas.

Remolinos de agua sucia se pueden acumular en los recovecos de los ríos que a simple vista se ven puros y cristalinos, pensamientos de desecho se pueden quedar a vivir en nuestras  mentes y creer tonterías como que acumular conocimiento es lo valido o es lo importante,  cuando lo que sabemos está en constante renovación. Descuadricular las vivencias y hacerlas más fluidas, como si fueran de aire y luz.

Me encanta ver a los jóvenes en su sencillez. Me encanta observar y constatar que un par de jeans deshilachados les pueden hacer mucho más felices que otros objetos que ellos ya descartan por darse cuenta de cómo se les imponen sin remedio. EL cumplo y miento ya lo percibo mucho más desterrado en las nuevas generaciones.

Es bueno buscar lo que creemos y lo que  nos motiva de verdad, es bueno hacerlo  con más cuidado cuando se cierran ciclos, cuando hay que desear a otros felicidad y nunca comprometer la propia. Cuidado con caer en búsquedas irrelevantes, nuestro ser real cobrará factura inevitablemente y de pronto puede la vida acabarse y tal vez ni tiempo tendremos de darnos cuenta  de lo que en realidad amamos. Feliz Navidad. MJ

 

 

 

 

 

 

lunes, 13 de diciembre de 2021

 

 De la vida diaria.

De buscar y encontrar (1)(Compartido)

 

Un camino es el que buscas y es otro el que te encuentras. Luis A. Álvarez.                                                                                                                                                                                        

 

                         La mayoría de nosotros tenemos claro que es lo que buscamos, mas nunca es totalmente afín a lo que encontramos. Este podría volverse el ámbito de las neurosis, si no ponemos atención.  Nos agrada dejar huella con las experiencias. La validación de las cosas vividas solo pertenece al género homo sapiens, así que con las vivencias de cada día tenemos mucha tela de donde cortar. La originalidad en las acciones va tomando relevancia. La mente juega un papel preponderante, mas no siempre es afín a lo real. Solo lo genuino nos hace desembocar un poco más acorde en el juego de búsqueda y encuentro, no es que seamos ingenuos, es que somos seres humanos y debemos saber que somos limitados. Se puede hacer muy divertido saber cuáles son nuestros límites y dedicar más tiempo a fortalecer lo que si nos incumbe.   

Saber improvisar para mejorar resultados es algo de lo que podemos estar orgullosos como especie, no es tarea fácil, muchos le llaman saber fluir.                                                                                                                  Por más sagrado que consideremos nuestro tiempo perdido, en lo personal creo que hay que cambiar el enfoque: nada se pierde, solo se asienta de diferente manera a la que a veces nos entercamos en creer. Cada sujeto sabrá aquilatar que tan sagrado es el ámbito temporal que habita. Al recordar, al rememorar estamos validando ya con otro sentido lo que ha formado nuestra existencia, que es diferente a lo que es nuestra vida cotidiana. La existencia está contenida en contingencia divina dentro de la grandeza del universo. Algunos, que sí creemos en la fuerza de un Dios lo sentimos así, siempre hay camino en el día a día.

El ámbito social en el que nacemos marca absolutamente a nuestro ser. Carácter y personalidad no son lo mismo. Los seres que sienten carencias de cualquier tipo en las primicias de sus días, es un hecho que tratarán a toda costa de suplirlas en su adultez. Lo más triste con lo que yo me he topado, es ver como sí se llega a poner en prioridad la situación de la posición social en detrimento de las buenas relaciones humanas. He visto como las personas son capaces de no demostrar cariño a quienes dicen apreciar, por estar demasiado apurados y absorbidos en las luchitas de sus posiciones sociales. Como un juego de ajedrez, los seres humanos se atacan y compiten en su jaque mate de relación interpersonal.

 La personalidad a veces gana la partida y parte en dos al alma, asunto que crea condiciones sin retorno. A veces dejamos que los hilos que nos pertenecen solo a nosotros, los muevan otros. Flaco favor podemos hacernos unos a otros solucionando la vida a los que vienen detrás, porque con esto solo se retrasan los gozos de saborear los modos de la madurez, como bien dicen por ahí, hay quien pasa de verde a podrido a veces porque no se viven los asuntos en carne propia. La misión siempre es consustancial a lo que nos rodea y la desempeñamos en un lapso de vida que no siempre la contempla total e integra, a veces tenemos que recorrer otros senderos sinuosos y recovecos antes de llegar a hacer lo que hemos venido a dar al mundo. No importa en estos asuntos la temporalidad, algunos seres, realizan la misión y su sustancia en poco tiempo. No es la cantidad de años lo que cuenta en la vida, es lo que hacemos con lo que somos. A veces nos preguntamos porque un ser vive poco tiempo en el mundo  y otro vive muchísimos años, esto tan solo tiene que ver con la misión que ha venido a desempeñar. Lo que nos determina es anímico y también es atemporal. Es así, que una de las cosas que mejor he aprendido en mis seis y media décadas de vida es: Existe tiempo para todo, quien se apremia es que no ha comprendido el sentido total de su quehacer. Sí, a veces decimos la frase: no tengo tiempo,  mas es hora de valorar por qué la decimos, la realidad es que tenemos tiempo de sobra.

Yo misma me pregunté si llegaría el día de revisar mis escritos de la vida diaria. Veía los muchos papeles apilados en su orden cronológico y me preguntaba cuando les llegaría su tiempo. El tiempo justo para lo justo llega y llega bien, porque eso que valoramos como certero nunca se nos escapa de la mente y tendrá su debido momento sin apremios. Cuando solía pensar que esto no llegaría a ser, me angustiaba, hasta que llegó el momento de comenzar y ya me dije a mi misma que si no lo concluyo, ahí quedará el material original.

Muchas veces, cuando le digo a mi marido que he olvidado algo pendiente de hacer,  él en vez de decirme: siéntate, recuerda y piensa lo que era, tan solo me responde: -Déjalo fluir, tal vez no es tan importante como creíste.- Y hoy doy gracias  por ya saber cuánta importancia damos a cosas que son solo paja. Una  monja teresiana, a quien aprecié mucho, siempre nos decía en clase: -atended lo que es solo paja y no dejadlo entrar.-Una española excepcional, filosofa y artista plástica. Sus clases de Estética con apuntes a mano, me han servido para compartir.

Una parte es el ser social, otra muy diferente el ser material. Saber qué es lo relevante en cada uno de estos aspectos no es tarea fácil, mas si es tarea indispensable e impostergable en cada ser humano. La vida en el desempeño del espíritu es muy importante y nada tiene que ver con credos, iglesias y ritos. A veces estos ayudan mucho a que sea más rica la existencia y en otros casos la empobrecen al grado que las personas se atoran en rituales. Lo más triste de hoy,  son los muchos seres que se pierden en situaciones de búsquedas de crecimiento humano, cayendo en grupos que a veces esclavizan, sin darse cuenta que no era eso lo que en realidad se busca. La liberación interna es personal. Se vive en el día a día.

La vida humana, solo tiene sentido profundo si es vehículo para hacer más trascendente al espíritu que la habita. Algunas religiones llaman a esto el alma, pero hay diversas maneras de llamarlo.

Si alguna cosa nos resulta controvertida, dudosa o que quisiéramos aclarar mejor, nunca habremos de dejarla de lado: Es ahí donde crece el ser. Por donde  trasciende.

La vida humana es fascinante. No es tan solo pertenecer a algo, más bien es ser algo y solo en la medida que somos, se arma el rompecabezas total del cosmos. Hasta lo mínimo afecta. Hay un dicho preciso y precioso que leí alguna vez: No hay tarea pequeña. Por más sencillo que sea lo que nos toque realizar, es una tarea que tiene su propia valía, su propia luz. Continuará.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

 

De la vida diaria.

Estar bien se refleja en todo.(Compartido)

 

Sentirnos bien no es suficiente para saber que vamos por el sentido elegido. MJ.

 

Tendemos a ocultar con la actividad frenética de los días de hoy, ese sentido especifico que queremos en nuestra vida y que de pronto, como si nos tocasen al hombro sentimos el aviso: no estamos por el camino correcto. No es creer a ojos cerrados en la perfección, es más bien tener completamente fuera de nuestro quehacer, esos momentos que a veces no entendemos y que se parecen a un ansia que no es parte de lo que pretendemos vivir.

Cuando nos sentimos y estamos bien, se refleja en cada momento y a cada paso. Es más, aquello que nos preocupa se va diluyendo y la vida se vuelve un flujo continuo mucho más agradable. Ahora que me releo, me doy cuenta como el hilo conductor de todos mis escritos van por ese camino. La palabra serenidad se repite con constancia, y me recuerda que importante es saber la energía que contiene cada vocablo, logrando que toda la misión que se nos ha encomendado se vuelva un continuo mucho más gratificante. “No somos lo que decimos que hacemos”, nos recuerda Carl Jung, sino tan solo lo que a fin de cuentas, si hacemos. Esto es lo que se convierte en lo que somos, si lleva buen sentido.

Animo e intuición parece que de pronto se toman de la mano y las mismas experiencias nos  van dejando ver que no es creer en Dios lo que nos ayuda a llevar la vida mejor, es más bien conocer como ésta fuerza que algunos conocemos como Divina se hace presente en los actos. Este año que cierra, logré hacer la expresión plástica (acrílicos) que me representa este sentir, tenía la obligación y el ímpetu de plasmarlo, observe a demasiados congéneres que andan por ahí asiduamente concurriendo a sus iglesias, más no viven en paz. Cuantos seres se salen de sus casillas por los devenires inesperados de la vida y dicen conocer a Dios. Se hacen palpables las incongruencias. Parecería que la vida fuese un perseguir cosas, acciones que nos dan la idea de tocar el horizonte y cada vez este se alejase más. Todo tiene que ver con la actitud mental que debemos cuidar observando la intención.

En las épocas de principios de este siglo (que releo) voy trazando las líneas para ir encontrando una paz verdadera, me esfuerzo en encontrar las palabras justas que empalmen con mi quehacer, noto que ya no quiero ese espacio entre lo que pienso y lo que hago, y es así que tomé algunas ideas de Wayne Dyer, son extractos que a todos nos viene bien recordar:

Cuando se tiene paz, es muy difícil que surjan pleitos. Las discusiones generalmente son del ego, esa parte de acción mundana que de pronto se hace tan viva, pertenece al ámbito de la personalidad que habríamos de minimizar, cuando vamos comprendiendo que más bien somos espíritu. La paz está presente cuando observamos al mundo como desde fuera, tal como es y no como queremos que sea. Es decir aunque haya asuntos que no nos agraden tanto, podremos lidiar con ellos con gratificación.

Saber que puede ser grandioso encontrar que hay seres humanos que no piensan igual que nosotros y puede ser fascinante tener convivencia y trato con ellos, antes de ocasionar conflicto. Todo conflicto tiene su base en el miedo, mismo que es el primo hermano  de la ignorancia. Existe la falsedad, es un hecho claro, mas esos asuntos que se asientan como inquietantes fácilmente se destierran cuando estamos seguros de estar en el camino autentico y personal. En el mundo de las palabras hay mucha vida, mas como a veces se manosean en demasía pareciera que se languidecen, hay que darles nuevos enfoques y bríos. Las palabras no son solo las herramientas básicas del bienestar, son también  la fuerza energética que nos puede llevar a muchos mundos. Saber bien y mejor de los significados nos puede dar mucho jubilo interior y comprender que lo que no encaja habrá  que desterrarlo, la neurolingüística lo ha demostrado. A veces nos cuesta comprender como no es posible estar cerca de todas las personas que creemos forman parte de nuestro mundo,y cuando entendemos las discrepancias que existen, las soltamos. Las corrientes energéticas entre seres es un hecho contundente, hay estudios que hasta comprenden el halo de colores que nos rodea. Tratar de entender a los seres con los que convivimos es a veces una tarea innecesaria. Los flujos sanos entre los humanos se perciben, no hay que forzar nada.

En estas épocas de principios de siglo varias personas salieron de mi vida para nunca más volver. De momento nos toma como por sorpresa y ya con la dimensión temporal de nuestro lado, nos vamos aclarando que eso resulta ser lo mejor.

Tener garbo en el espíritu se refiere a que no permitamos que nada ni nadie descuadre el humor. Los cariños son flujos de ese bien tan preciado que es el interactuar, y no es obligado sino parte del buen ser. Tiene todo que ver con la dignidad y con un aprecio que no debe ser más que el justo y necesario.

Solo somos testigos de lo que sucede cada día. No venimos a ser donadores constantes de nada, es en la vida diaria en donde nos volvemos cómplices de nuestro ser interior y al tenerlo nítido podremos compartir con sencillez. Si el propósito es claro, el todo se hace cargo de los detalles.

No todas las realidades existentes son para todos, así como no todas las personas han nacido para estar en interacción, así sean biológicamente cercanas. Cuanto terror se nos ha infundado en el alma al decirnos que debernos ser compinches de todo Dios, eso nunca. Los seres que van encontrando su serena paz, saben dejar pasar todo lo que no les corresponde, y esto incluye a los mortales.

Cuando en épocas del kínder mi hijo llegó con tremenda mordida en el antebrazo me espanté. Mientras pensaba que explicación podría tener tan bárbaro suceso, me acordé que el homo puede estar más presente que el sapiens en el mundo de los humanos y más en el de los críos. Al hablar con la muestra le comente que lo único que había infundido en mi hijo era que fuera amigo de todos y los respétese, y ella con toda seriedad me acotó: -Eso es lo ideal mas no lo real.- Los niños deben de mostrar los dientes- me dijo, -como herramienta de límites.- No para morder al compañero sino para que este observe bien, que el otro también los tiene y si es necesario los utilizará no precisamente para morder una manzana.

Aprender a relajarnos es básico. Es necesario en un espacio del día darnos un respiro. Creo que cada día sería lo más justo, más si no se logra con esa regularidad puede hacerse cuando sintamos que es necesario. Los espacios entre las notas son el sostén de la buena acción, de la buena música.

Hay entornos en los que el rumor hace estragos. A veces creemos que porque apreciamos a alguna persona está siempre tendrá claro lo que dice, y no siempre es así. Hay que tener claro el sentido de lo que se escucha y no creer todo lo que se oye.

Podremos medir nuestro buen sentido de bien reflejarse en todo, cuando nos percibimos menos quejosos y más propositivos en cada acción, en especial en esas de resolver el día a día. Porque, el espíritu se pule, se logra alejar la dispersión y los apremios toman su sitio temporal para no hacernos unos títeres del devenir.

Mucho del bien que le compete al ser humano se asienta en manejar adecuadamente la intuición. A veces se cree que ésta es como una bola de cristal que nos permitirá visualizar lo futuro, pero nada más alejado, intuir es saber cómo responder con esa primera sensación que nos llega y que a veces nos toma desprevenidos y es por eso mismo que sin querer la complicamos.

En estos días, paseando por los pequeños poblados de nuestra península, tuve una experiencia en un cementerio, vi como a los cinco años de haber muerto una persona se sacan los huesos y se limpian, se lavan, y se secan con cuidado para depositarlos en una manta bordada y confeccionada ex profeso para su resguardo. Así nos vendría bien sacar nuestra ideas al sol de vez en cuando y limpiarlas, lavarlas y ponerlas en nuevos recintos de nuestro pensar para recrear la vida. Es muy singular esa acción de los creyentes. Ese volver a pintar y acicalar una sencilla construcción que alberga al ser querido que aunque ya se fue, se sabe que algo muy importante de su espíritu está ahí en esos pequeños espacios para nunca ser olvidado. Los deudos piensan que esos huesos habrán de orearse porque han estado demasiado tiempo guardados, queda claro que no deben regresarse ahí a su cuna de hojalata tan pronto, porque pueden acalorarse. Cuando este momento llega a la vida de las familias, se sienten con la necesidad de festejar. Ese recordar propicia reunión y vianda especial.

Existe evidencia muy clara de que el homo sapiens ha honrado a sus muertos desde mucho tiempo atrás. Los vestigios arqueológicos tienen esa encomienda muy presente,  constatar que mucho de lo encontrado tiene todo que ver con los que se van y que a la vez se quedan en entierros muy  acicalados.

Si logramos tener presente que somos una cadena de humanos interactuando, seguro la vida se presentará con mucho más bien y felicidad  y se percibirá en todos los ámbitos.

 

 

 

 

 

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miércoles, 1 de diciembre de 2021

 

De la vida diaria.

Ser lo que somos. (Compartido)

                           

No importa lo imposible que parezca lo que hacemos, si hay atención todo se logra. MJ                                                                                                              

 

Solo podemos ser lo que somos.

Es el Zen el camino para entender que mientras no haya atención, no se empalma la realidad con la mente.

A veces parece que es muy fácil ser uno mismo, más cuando miramos bien la intención que subyace en nuestras acciones, llegamos a darnos cuenta de que mucho de lo que hacemos no nos corresponde y nos crea inquietud innecesaria, porque no nos define ni lo que hacemos ni lo que tenemos: solo lo que somos. Cuando uno mira hacia atrás, nos damos cuenta cuanta energía se ha ido en acciones  desgastantes. Nada está perdido mientras exista un plan de recuperar. Nada regresa igual, he ahí el detalle de una de las acepciones de la palabra creatividad: es acción que renueva, se  sitúa en el limo sobre el cual trabajamos, pensando que hoy es el primer día del resto de nuestra vida.

A veces los destellos de algunas realidades que no nos corresponden nos permean. Nos hacen creer en otras cosas que nada tienen que ver con lo que nos define. La realidad, que siempre es única para cada quien, tiende a involucrarnos en otras dimensiones tanto humanas como espirituales, y así reinventarnos a cada momento. A fin de cuentas el asunto no es desear, es más bien saber elegir.       

Dicen por ahí que rememorar es algo muy digno, y que aunque nos esmeremos en demasía siempre solo recordaremos lo que nos impactó. Cuando se han escrito las experiencias y vivencias, por momentos pareciera que estuvimos vivos en otras personas que ya no somos, y hasta extrañeza nos causa vernos tal como fuimos.

Lo que sentimos nos define. 

Se puede decir que quien no entiende lo que siente, no logra lo que quiere,  desear puede ser arma filosa que nos lleve a dolores irreparables. Sentir es algo que se aprende y no es una costumbre muy arraigada, a veces se les teme a los sentimientos.

El tiempo de los adultos se transforma a través de la paciencia. 

Quien no logra entender lo que significa ser paciente, se puede desintegrar en círculos redundantes, para darse cuenta al final que la vida tan solo ha sido esa gran esfera que se contiene en otra más, conformada por momentos e instantes. A veces inasibles. Nos embauca tanto la parte del hacer y del tener que nos perdemos la dicha de tan solo ser.

El autor Duccio Demetrio nos dice que todos tenemos en lo profundo un yo tejedor.  Voz que nos habla en la mente, que va diciendo y que nos dirá más cuanto más seamos conscientes de su existencia.

Enorme gozo es recordar.

Rememorar tan solo por lo que significa en uno mismo el volver a nosotros y salir hacia nuestros congéneres que puedan gozar con nuestros recuerdos.

Recordar nos unifica, nos da una nueva versión de nosotros mismos.

Las libretas que abrazan imperturbables mis vivencias, ahora se mueven para tomar un sentido: se van concretando en un nuevo texto para darme la oportunidad de parafrasear tan solo con el sentido renovado de mi misma.

En los años mozos dudamos más. Creemos que podemos encontrar mejores verdades y hasta estamos a la espera de que otros nos las enseñen y nos indiquen caminos. Vamos tras creencias que se dictan como únicas e irremplazables, para volver a nosotros mismos, somos punto de partida.

Montaigne expreso: “En lo humano lo único constante, es la ambivalencia perpetua en la que se vive.”

Esa ambivalencia puede irse empalmando para ser una sola expresión.

Cuando nos damos cuenta que no coincidimos en todos los aspectos que nos afectan en la convivencia, que la ideología del grupo al que pertenecemos a veces no nos hace comulgar, siempre es temprano para cambiar el rumbo, abrirnos a nuevas visiones. Dejarnos de debatir en dualidades que no aportan crecimiento.

¿Existe realmente el yo?

Virginia Woolf nos dice: "La palabra yo, es solo una cómoda designación para nombrar a alguien que no existe realmente."

Con el paso de los años, Virginia Woolf se ha vuelto como una compañera de viaje en las vivencias de mi diario vivir.

Conforme han pasado los años me siento más cercana a ella y noto como todos sus textos (marcado por varias obras emblemáticas) se me ha estacionado bajo la piel. Mucho le he leído más de una vez, y siempre me deja renovado el interior, como si me suspendiera en una ventisca fresca. Estaba recién casada cuando mi marido me planteó que era bueno tener cada quien un espacio para el terreno de la creatividad, al cabo comprendí  que me hablaba de esa habitación propia que todas y todos necesitamos y que no solo se refiere a al espacio físico, Virginia nos quiso decir que todos tenemos una imperiosa obligación de ser dueños de nuestro ser mental. Varones y féminas por igual. 

Proust, el reconocido escritor francés, decía: “Debemos saber solidificar lo que es la vivencia que llega en los recuerdos.” 

No apurar, dejar que se asienten las vivencias y como nos decían los mayores que nos encaminaron, dar tiempo al tiempo.

Estamos un poco enfermos de carrerearnos, de empujarnos como si fuera todo tan importante como creemos.

Mucho nos hemos confundido con el tener. Es el precio que se ha pagado por la civilización. Sin embargo esta nueva etapa del mundo está exigiendo nuevos ajustes en la comprensión de lo que somos. Lo noto mucho en los jóvenes que me rodean, como apuestan  para tener una vida más personal y sencilla.

Para muchos seres humanos, ya la vida no se entiende sin esa singularidad de ser. Para otros en cambio, hay preferencia en  seguir solo en las pautas que da la manada y así son felices. Da lo mismo, ya que al final nadie se queda estancando, aunque algunos vayan por el camino más largo. Lo importante es que la acción implemente en la felicidad.

Así, con la felicidad que se apoya en un teclado, así también  en los textos escritos a mano y en letra manuscrita, es que continúo esta tarea. Escritos que he dejado descansar por muchos años, ahora es la hora de hacer de ellos algo digno y que no queden los originales encerrados tan solo en las cajas que poco a poco los están acogiendo. La revisión está siendo emotiva y aunque trato de ser lo más objetiva posible, la emoción me gana por momentos. Reviso de a poco y mi mano escribe con prisa lo que reinterpreto haciendo textos nuevos, repensados.

Todos somos una serie de yos que se encierran en uno, a veces encontrar el hilo conductor del yo que teje todo, se hace una tarea fascinante.

 Al revisar uno se encuentra con pasajes que pudieron ser de otra manera, y hasta uno se imagina el pudiera haber sido,  y al final solo pudieron ser como fueron. La recriminación tiende a aparecer, mas no encuentra lugar.

Marguerite Yourcenar nos dice a la letra: 

                         "Trato de recorrer nuevamente mi vida en busca de su plan, seguir una vena de plomo o de oro, o el fluir de un rio subterráneo, mas este plan ficticio no es más que una ilusión óptica del recuerdo. De tiempo en tiempo, en un encuentro, un presagio, una serie definida de sucesos me parece reconocer una fatalidad; pero demasiados caminos no llevan a ninguna parte, y demasiadas sumas no se adicionan."

Tal vez... "una conversación asidua con las emociones diáfanas de los propios recuerdos, cuyo rememorar genera,  a su vez nuevas emociones."

El recuerdo es una suma de naturalezas muertas que reviven.

Proust nos dijo: "nuestro tiempo perdido es un lugar sagrado." 

Y sí que lo es. Es el espacio en donde hemos vivido y hemos creído ganar y perder, cuando en realidad solo hemos aprendido.

Y regresando a Proust nos dice: "creía que conocía perfectamente el fondo de mi corazón. Pero nuestra inteligencia por muy grande que sea, no puede aprehender los elementos que la componen y que permanecen insospechados hasta que, del estado volátil en que se mantienen durante la mayor parte tiempo, un fenómeno capaz de aislarlos los somete a un principio de solidificación."

No existen verdades estáticas, ni mucho menos quietas, no existen verdades eternas ni tampoco verdades únicas. Todo es verdad porque es absolutamente parte de la vida humana. MJ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                       

 

 

De la vida diaria.

                                             Fuerzas que nos mueven. (4)Compartido)

María José Roche

                                                                                                                                 En una época de mi vida las presiones del diario vivir me hacían llorar. Lloraba mares y luego hinchada como un globo seguía mis rutinas. Ni modo, he de aceptar que ese fue mi modo. No sé cuándo dejé de utilizar el llanto para ordenarme por dentro, pero he de decir que me sirvió mucho en su momento. Creo que la rotunda forma pragmática de mi marido me ayudó, porque si mal no recuerdo a él nunca le quedó claro eso del llanto como catarsis de cansancio. Me dejaba externar a lágrima tendida todo lo que me causaba estrés y como decía un tío suyo: Pasar  del estrés al escuatro y seguir adelante.

Creo que era muy terca en empeñarme  en tener todo claro y controlado. Cuando uno es más joven cree que eso es posible. La claridad llega cuando nos damos cuenta que lo que sí es claro, es que nada lo será tanto, mientras tengamos la terquedad de  querer saber y controlar todo.

Los hijos adolescentes, siempre con novedades que hacer y qué practicar. Uno tratando de mantener el bote a flote y lo mejor es llegar a la madurez y poder volver la vista atrás y decir: No nos hundimos. El abierto mar está al frente y aún hay mucho por navegar.

Que feliz me hace hoy día, haberme dado cuenta que mi hija desde muy niña manifestó sus gustos y aspiraciones. Es una joven muy feliz. En su personalidad  tan clara desde siempre nos recordó a todos una vez más, el valor de saber el camino que se anda por propio pie y que más les vale a los de alrededor no preguntar de más. Los viajes que hemos compartido en mucho son asunto de sus decisiones porque lo disfruta, siempre con sorpresas muy agradables. Que grato es sentir en la adultez que los hijos son enormes compañeros en este viaje de vida, que aunque ya estemos más cerca del horizonte final, la calidad de la madurez no tiene precio.

Para estos años mi padre ya se ha ido. Me visita en sueños hasta hoy día de vez en cuando. Escribí con otro color de tinta algunos de los sueños que tuve en estas épocas y no me arrepiento del tiempo que ocupe en hacerlo, la verdad da mucha risa observar años después, lo que uno ha soñado durmiendo. Nunca he entendido nada de eso, solo puedo decir que tuve varios sueños de vuelo  (tipo de sueño en el que uno da el talonazo en tierra y se eleva el cuerpo para ver desde arriba todo lo que pasa). Que maravilloso es que se nos de esto,  y disfrutar como los sueños nos traen tan vívidamente a los seres queridos que se nos adelantan.

Nunca en mi niñez fui muy perruna. Convivir con perros de cacería fue algo de la vida diaria en mi infancia. Perros de casa aprendí a tenerlos por petición de los hijos que los trajeron sin chistar. Ya bastante adulta aprendí que además del amor a los gatos que he tenido desde niña, los perros son unas criaturas increíbles. Son casi personas para el disgusto de muchos ya que en algunos sitios los tratan mejor que a los seres humanos. Creo que no hay que exagerar y cada especie en su sitio, pero los perros merecen todo nuestro respeto y cariño. Tuvimos un labrador en estos días que releo, que con solo vernos con los  tenis de caminar puestos, daba brincos hasta el techo. Hoy día aquí en casa solo convivimos con una gatita y es la dueña y señora del cariño de todos, pero están deseando perros otra vez. Uno en verdad puede disfrutar con ellos como parte de la vida.

Para las terribles migrañas que me asolaban de manera constante me ayudaba un poco el ejercicio. Nunca exagerado porque se daba el efecto adverso y era peor. Los domingos íbamos a pelotear a las canchas de tenis mi hijo adolescente y yo, que gratos momentos. Hay asuntos tan claros en la memoria que cuando uno los recuerda son de hoy. Lo bueno es que hoy día aquí somos amantes del buen tenis. Los que nunca lo practicaron como mi marido, los que lo jugaron de niños y adolescentes y yo que hasta ya bastante grande estuve practicando en modalidad dobles con mucha satisfacción. Una buena afición endulza la vida.

                                Al ir cerrando el siglo pasado, noto que poco nos damos cuenta de los cambios tan enormes que nos ha tocado vivir a  los de mi generación. En lo personal acostumbrarme a la computadora me tomo su buen tiempo y ni qué decir de sus anexos que hasta hoy tengo que pedir ayuda a los jóvenes para lograr cosas. Nos dicen a los adultos que lo que nos pasa es que nos cerramos y no ponemos atención, puede que si tengan razón, pero lo que no entienden es que nos representa un esfuerzo diferente al que ellos han tenido que desarrollar para ser parte de un mundo totalmente técnico y globalizado.

 Ni modo, la computadora no será nunca lo mío en su totalidad,  ya que aún para copiar y pegar un texto me puede causar conflicto y tengo que escuchar el  - ¡mamá, por favor si ya te lo expliqué mil veces!-  y sin chistar digo:-pues ni modo, habrás de explicarlo mil y una.-

Escribí,

Dormitar en lo profundo.

Atención en lo certero, alerta y fluir.

Constancia en el vibrar.

¿Amor total?

Sin confundirnos.

Lucidez, que se pinta sola.

Presente de contornos desplegados.

Sintiendo certidumbre.

¿Amor?

Asunto que no es de olas.

Plasmar en los renglones de cada día.

Espíritu asido con esmero.

La vida nos lleva.

Vayamos de su mano. MJ

 

 

 

 

 

 

 

 

                               

 

 

De la vida diaria

                                      Fuerzas que nos mueven (3)(Compartido)

                                             María José Roche                                                                                                                        

El cuidado de un adulto mayor requiere de mucho tiempo y esfuerzo. No es fácil, mas hoy veo con gran satisfacción que tanto de bueno nos deja cuando lo hemos vivido.

Mi madre siempre comió de todo (para mi envidia de la buena) no conoció de alergias y mucho menos intolerancias, lo que sí recuerdo es que a veces le bastaba uno o dos bocados de algo para pasar a otra cosa. Comedida y muy clara en sus gustos.

A mi madre no cualquier chinero (hombre que vende naranjas) le gustaba, tenía a uno que además de venderle las chinas era su motivo de conversación por un rato ya que se acercaba a la ventanilla del auto y se enfrascaban. A veces quería yo agilizar los derroteros de nuestro diligenciar yendo con otros marchantes más cercanos y me insistía que el vendedor de tal esquina tendría las mejores naranjas, y ahí íbamos con el de siempre. En esta época esto de los fruteros de esquina era más habitual en la ciudad. Hoy día ya ofrecen las frutas embolsadas  en los altos y siento que es hasta peligroso no solo para el hombre que ofrece su producto sino para el conductor que puede atropellarlo por un descuido.

Estoy segura que ese jugo de naranja que se hacía a mano cada mañana, le sabía a gloria  y más si las comprábamos exacto donde ella deseaba.  Me decía: -Si vamos a comprar pan, el francés que me gusta es de tal lado- Solo yo me bajaba y al regreso al auto me la encontraba en gran plática con el  cuidacoches, a quien casi casi le decía que se subiera al asiento de junto para que pudieran conversar mejor.

Un día al volver para ya irnos me dijo: -¿Qué crees? -tenía que regañarlo- -este individuo es muy puerco ya que ya vi que a otros autos, les limpia el parabrisas con su saliva, y ya se lo dije.- ¿Cómo? le pregunté, porque casi me da un soponcio al escuchar tal anécdota. Ella al observar algo nunca se quedaba callada, iba en contra de sus más básicos principios de convivencia. Había ocasiones que paraba yo en la tienda de telas o la farmacia y al llegar me decía -¿Qué era lo que tenía que comprar aquí?- ya se daban esos olvidos que parecen ingenuos y a mí me calaban con un cierto dolor debajo de la piel, del que en ese entonces apenas y me daba cuenta.

Los montones de basura estancada en algunos sitios públicos eran nuestra conduerma total. Tanto a mi madre como a mí nos parecían algo insufrible, a veces si encontrábamos al señor que barría la calle quería que yo parase y le dijera. ¡Y claro que lo hacíamos!

Un día me dijo, -¿sabes? Estoy nerviosa. Creo que estoy viendo mucha televisión.- Puede ser, le contesté,  si depuras tus programas tal vez no te afecte tanto. A esas edades nos da por ver noticias de más y eso nunca es sano. Y continuó:- La telenovela no la puedo dejar de ver y de una santa vez te lo digo, yo sé que esta terrible, he visto cosas insólitas que me dejan con la boca abierta, pero esta ¡Buenísima!  Enfrascarnos en las cosas más enredadas de la vida de otros, a veces causa una adicción y mucho se dan en este tipo de programas.

Mi madre se encontraba a veces con personas que le reclamaban que el perro de su casa les correteaba en la puerta (en esa época eran menos restrictivas las medidas contra los perros sueltos en el fraccionamiento en donde vivimos) y les decía, -¡No hombre, solo le espantas con tu mano y se va!- hasta que un día el perro mordió a un transeúnte y este llego con tremenda herida en la pantorrilla. Así que se tuvo que hacer un encierro ya regular, como lo es hoy día. Los perros que agreden lo hacen por miedo, pero los dueños deben aceptarlo, ya que no porque no sea agresivo con los de casa no lo será con las visitas.

Hubo una anécdota en la vida de mi madre que ella siempre relataba como con gracia y algo de humor, pero que si a cualquiera de nosotros le  ocurriese creo que no sería nada chistoso. Resulta que mi abuela pactó con una familia de la hacienda que irían a buscar a la hija de unos trabajadores para que viniese a ayudar en  la casa de Mérida. Mi abuela pensó que con decirlo a los padres era suficiente y llegaron por la joven y esta se resiste a ir a la ciudad. Mi madre que vio el atado de sus pertenencias asentado en la mesa decidió que si lo tomaba, todo estaría resuelto. Así, tomó la bolsita y el perro que estaba por ahí se abalanzo sobre su pierna. Se complicó la cosa porque no solo no consiguieron a la joven ayudante, sino que tuvieron que ir varios días  a la observación del perro. Esta mujer de carácter fuerte tuvo la afición de las lecturas de biografías. Sin embargo a veces citaba a Somerset Maugham, autor muy querido en tiempos de la juventud y adultez de mis padres. En la biblioteca casera había varios títulos de él  y ella a veces decía:

Si solo estás dispuesto a aceptar lo mejor muchas veces lo consigues .S.Maugham.

En verdad nos sorprendía cuanto admiraba a este autor, porque ella era de mucha palabra pero no de dichos tan concretos.

                              En los finales del siglo pasado comencé a escribir en unas libretas muy originales que disfruté mucho. Era cíclica mi adquisición de libretas porque o dejaban de existir en el mercado tal cual las había adquirido, o me parecía que de pronto había algunas mucho mejores. En la vida de todos los días, esos pequeños grandes gustos son imprescindibles, nunca debemos de pasarlos por alto.

Más allá estaría decirles el gozo tan enorme que producía en mí, comenzar una libreta nueva. Era necesario hacer un pequeño dibujo que surgía sin más y que en esta revisión me sorprenden al voltear las páginas. Reflejan lo que estaba viviendo. Es así que me queda claro que los trazos aún sencillos tienen significado.

Siempre he sido de rutinas. Otro aspecto que me encuentro al releer, es como las épocas de cambios de actividad me producían un tanto de nerviosismo. Ni que decir de las vacaciones que había que crearlas y me sobrecogía el ansia de saber que se lograrían las actividades certeras. Íbamos a la playa, eso sí. Mi marido nunca lo disfrutó. Para mí eso era un penar, porque tenía que armonizar entre lo de él y lo de los críos. Aquí veo como de pronto con los hijos pequeños o adolescentes siempre habremos de hacer malabares. Todos valen la pena así sea para lograr dar gusto a casi todos. Nunca se logra del todo, pero creo que siempre es bueno hacer el intento.

En estas épocas no había entrado a mi vida con tanto valor la palabra pactar. Los pactos en la vida de cada uno y en el correr de los días que se comparten son lo más sano que existe. Continuará.