jueves, 25 de enero de 2024

 

D.L.V.D. Vivir como un mandala que fluye. (1)

                                                          Mandala: Representación artística organizada.

Anónimo.

                                                                   Organizar la vida, no es algo que se pueda detener, es flujo constante.  Organizarla artísticamente puede ser un plus, cuando damos de nuestra esencia que siempre está presente, y somos creativos. Algo que nos ayuda a detectar ese flujo que aporta, es cuando lo que hemos realizado nos produce satisfacción, lo creativo tiene todo que ver con la apertura mental propositiva.

                                                                   Cuando decidimos qué nuevas formas queremos darle a nuestra existencia, es cuando el poder de elegir se manifiesta pleno. Es obvio y claro que en los aspectos generales nuestra vida está dada y asentada en bases que en algunos aspectos son inamovibles, así es que la mayoría de los giros posibles habremos de percibirlos, solo nosotros los podemos dar. La estructura vital está en la mente y está presente en el orden, organización y posturas que vivimos a diario. Es seguro que nos sentiremos mejor si nos vemos como seres perfectibles, nunca perfectos. Saber que nunca ceja el movimiento de nuestra vida es muy sano. Cuando comprendemos lo que es un mandala, poder extrapolar esa figura como representativa de la vida misma y concebir la nuestra como una entidad de estructura bien formada, es el mayor logro mental que podemos darnos. Pensar en la vida así, y saber que dentro de la estructura lograda siempre podrá haber movimientos propositivos, es tenerla como un mandala que fluye. Cada pensamiento que nos conduce, por sencillo que sea, es una parte de esa figura vital, con sus colores particulares.

El mandala personal se asienta en las etapas de la vida que hemos vivido y como no está cerrado, es ahí donde ponemos ese énfasis. Las etapas que están por vivirse pueden tener un dinamismo más consciente.

                                                                   Hay variadas definiciones de los conceptos que más utilizamos en la vida, tenerlos más claros es parte de la conciencia, aunque no todos nos hablan de la misma manera, se ha descubierto con la ciencia neurolingüística que saber mejor los significados de las palabras nos dará más asertividad.

 La visualización de un mandala que nos defina solo cada uno podrá encontrarlo. Mucho depende del tipo de persona que seamos y mucho más del tipo de vida que llevemos. Lo que tenemos en común todos los humanos es el modo de percibir, más el camino de procesar y resolver esas percepciones y los pensamientos lo vamos dando cada quien, saber que estamos estructurados y como nuestros modos nos definen.  Lograr que nada nos paralice, algo así como sabernos en piso firme cada día, para que la vivencia que llega, aporte en el momento y tengamos un futuro mejor, con planes.

                                     Hay muchas figuras básicas que dan forma a un mandala. Exactamente como sucede en la vida misma: todos la vivimos con los mismos principios, y aunque cada ser los entienda y aplique dependiendo de lo que vive, la vida se organiza basada en el entorno cultural, social, económico y perceptivo de cada ser. Un mandala la mayoría de las veces se representa como una unidad circular, la vida adulta puede presentar cambios con figuras nuevas aun dentro de la misma estructura. Aunque algo sufra desbalance, siempre hay camino para volver a la armonía.

Cualquier otra figura no circular que le dé forma al mandala, es válida, y lo mismo sucede con la vida misma. En lo personal he llegado a pensar que en principio un mandala es la representación de la vida porque su forma particular puede ser percibida y aunque la creyésemos en primeras instancias muy circular, no siempre lo es. Cómo se organice por fuera (forma) y de que nos hable en su interior (fondo) tendrá una particularidad que le da el dinamismo único, con colorido irrepetible. Nuestro fondo se conjuga con la forma que le damos a las acciones. 

Por otro lado, estamos unidos a la globalidad, ese enorme mandala mundial que nos contiene y nos hace tener claro que provenimos del mismo principio, por lo que no podemos dejar de sentirnos parte, esa plenitud extensa que hoy día está mucho más presente y cerca de nosotros por el logro de las comunicaciones.

Es fascinante saber que ocupamos un espacio compartido, este planeta.

Aunque no siempre es muy grato sentir que nuestra vida es un todo cerrado, y esto se da en parte porque produce un tanto de miedo al pensar que la vida un día se cierra para siempre, mientras vivamos nada es concluyente y la vida se reconvierte en sanidad cada instante si así lo proponemos, podremos percibir que no hay batallas perdidas.  Por momentos estamos demasiado apegados a lo que podemos tocar y ver, dejando a veces de lado lo intangible que también es parte del vivir.   Una línea invisible de pensamientos nos acompaña y se va cerrando si no los renovamos, es el dinamismo que nos conduce mientras estamos en el plano terrenal. Los budistas lo dejan muy claro con el concepto de impermanencia: es saber que estamos y dejamos de estar para volver a estar en movimiento ya que todo al fluir cambia, se transforma y a la vez es perpetuo.

Al observar cualquier mandala la primera impresión que nos deja es muy importante. La enorme satisfacción de percibir una estructura bien conformada, es lo primero, ya luego podemos hablar de las partes.  Así es la vida.  Percibir nuestra vida así, integra y completa, es un buen principio. ¡Y bien que podríamos hacerlo!

Tener la felicidad de saber que dentro de la estructura vital que nos contiene, es importante siempre tener una atención especial. Observar nuestro propio colorido. Transformar es vital, aporta a la evolución.

 Lo que define al alma humana es bueno tenerlo claro. No en vano todas las religiones hablan de esta parte intangible y tan importante para todo el equilibrio del ser, la esencia. Muchísimos textos hoy día hablan de esta esencia que nos habita. Con la acepción personal que tengamos nos basta, mas es muy interesante darnos cuenta cuantas definiciones se nos presentan. Explorar y no dejarlas pasar.

¿Tienes una definición de alma que te sea más afín? Es muy divertido irlas encontrando y tratar de comulgar con la que más nos parezca, en lo personal una de tantas maneras de definirla que he encontrado y me gusta mucho:

 -esencia de la persona-. Es decir, eso que somos se vea o no se vea. Actúe o no actúe, tan solo ES, y eso ya es suficiente.

A muchos de nosotros en la época actual nos ha alcanzado un sentimiento de percibirnos un tanto incompletos, se da por las exigencias mundanas. Esos añadidos que llegan como acciones inesperadas del día, querámoslo o no tienden a rompernos. Habremos de saber que las mas de las veces es falaz ese sentir, todos estamos completos siempre, y para lo que parece no tener cabida (imprevistos, malos momentos) habremos de hacerles espacio con cuidado.  Cuando la vida se nos trastoca, algunas veces es porque que a todo queremos dar respuesta al mismo tiempo, no somos malabaristas de circo y hay que dar tiempo al tiempo. Cuidar que, en el alma, no haya cobro de tributo. La vida sencilla y concreta que podemos llevar se nos escapa de las manos, aunque de pronto las sintamos demasiado simples, no olvidemos: lo sencillo no es lo mismo que lo simple.

Nada que ver, como se dice hoy día entre los jóvenes.

 He ahí que hay que tener cuidado, un camino de exigencias se puede aparecer, algunas veces puede desembocar en stress.

Las figuras que componen al mandala tienen su sitio propio y localizado dentro del espacio que ocupan y no se acepta más de lo que se pueda sostener, es así que retacar la vida de acciones no necesariamente aporta.

 Lo anímico puede considerarse eterno y se dice que es la parte más frágil del ser.  Para cuidar de esa fragilidad las religiones sin duda alguna han hecho su parte. En la actualidad algo que se propone en muchos ámbitos como un buen apoyo complementario es practicar la meditación, tener las agendas más despejadas. Estar más presentes, porque la vida equilibrada no requiere de tanta acción, como solemos creer.

Se dice mucho que cuando los mandalas se crearon, fue con fines contemplativos.  Observarlos era lo más importante, es lo más importante hoy. En occidente nos han ido llegando de a poco. Hoy día, tan difundidos como figura de meditación, permanecen con esa esencia contemplativa que nos centra y nos produce una satisfacción estética. Los hay de materiales varios y hasta son realizados con sentido efímero: duran unos días, como cuando son de materiales naturales: flores etc.

 Los mandalas también pasaron a ser parte de algunos estilos arquitectónicos.  Hoy día están muy presentes en todas las naciones del mundo, en diversos ámbitos.

Al entrar en un mandala con la mirada y la percepción, tan solo observándolo o coloreándolo (cuando es el caso) se puede llegar a decir que sufrimos una suerte de desintegración. (¿Cómo? ¿No es esto contradictorio?) no lo es, en lo interno al alterar el orden que nos mantiene centrados esto se da para luego restablecerlo y recrear, logrando algo mejor. La gente que no comprende este movimiento interior es más propensa a enfermar o estar triste. Aceptar el movimiento interior es muy sano.  Cuando la armonía de un mandala nos captura la mirada, nos invade por los ojos, todo el interior se reestructura. En la vida de cada día, pasa lo mismo, a veces no sabemos si vamos o venimos, mas si tenemos clara la estructura interior que nos conforma, no pasa nada. Se viven momentos de reacomodo para volver a fluir armónicos.

 La vida a veces nos pega. Los altos ante estos embates son necesarios. Como sucede a veces con la enfermedad que puede ser una gran maestra y nos obliga a parar.  Ya el mismísimo Carl Jung utilizó los mandalas como parte de sus terapias, y ni que decir lo mucho que hoy día en algunos hospitales europeos se utilizan a diario en la rehabilitación de los enfermos, en lo físico y en lo mental.

Es muy bueno crear movilidad armónica en nosotros.

¿Qué es la movilidad armónica?

De entrada, algo que los niños conocen muy bien, la tienen como parte de su esencia original, y por eso se ha dicho que de ellos es el reino de los cielos. Se refiere a que pase lo que pase ahí estamos con todo lo que somos. Eso mismo es lo que tienen claro los críos. Al niño lo vemos responder con todo su ser porque no está dividido, observa con todo su potencial y de esa misma manera responde.

Los críos, pocas veces se andan por las ramas.

                                                                        Una de mis queridas amigas, que conocí en la CDMX en épocas que viví por esos rumbos, me dijo no hace mucho:

-A mí, la edad me ha dado mucha libertad, es por eso que no entiendo ese afán de ser siempre joven. - Anabelle.

¡Y cuánta razón tiene! Cuando uno detecta los reductos de las preferencias, comprendemos que solo son nuestros y debemos mantenerlos a capa y espada. La juventud como tal, no es más que una época muy importante de la vida de todo ser, se disfruta cuanto dure y no necesariamente es porque sea la única época de la vida con más valor, aunque así sea percibida en algunos grupos de la cultura actual. (Continuará)

 

 

 

 

 

 

jueves, 18 de enero de 2024

 

D.L.V.D. Libertad, es decisión. (20)

 

                                                                                                                 La libertad, así como el convivir armónico, no es algo que se dé con naturalidad. uno los procura, uno los propicia. MJ

                                                                          Hablar de libertad como un asunto que se propicia en los ámbitos de lo que elegimos, ha sido una propuesta. Es algo así, como saber qué ritmos le damos a la vida en cada momento y como eso mismo a la vez nos abre puertas. Con este texto cerraré para tratar nuevos enfoques. Ante todo, en la convivencia uno puede elegir la forma que nos de la buena interacción. Aun hoy día en el siglo XXI, es necesario estar alerta, no es el paso del tiempo en sí mismo lo que nos hace evolucionar, es más bien la actitud que a cada paso aportamos. Tras los avances, es necesaria más presencia de ánimo.  

En estos momentos de ir revisando empieza un año nuevo, veremos cómo la vida vista desde esos ámbitos de comenzar y recomenzar nos puede brindar humores nada desdeñables para continuar. Para comenzar el ánimo está como si fuera nuevo.

Al mismo tiempo, retomo la libreta numero 60 (sesenta).

Esta libreta se abre con un pensamiento de San Ignacio de Loyola:                                  -La vida, un festín que no tiene fin. -  Me parece acertado pensar así, porque habremos de sentir que esa visión es motivante, y es posible percibir que estamos en una circularidad que da especial felicidad, misma que si se mantiene es porque es trabajada. Y quienes sabemos que, ante el cierre de la vida terrenal, no es el miedo lo que ha de imperar sino la esperanza, es lo mismo cuando cerramos un año más.  Este santo tan sabio y que nos dejó buenas enseñanzas cierra su aseveración y dice:

 -Que hoy, sea mejor que ayer. -

Nada se da de un día para otro. Si hemos estado activos en mejorar, entonces sí podemos ir percibiendo los adelantos. Darnos cuenta que en nuestras manos está el sentido de proponer, dar nuestra parte para lograr la evolución humana.

 Nada fácil es lo que propone el Santo, ese afán diario solo se asienta con una actitud bien elegida, siempre percibiendo el camino con luz.

Continuamos releyendo y ahora es Elías Canetti quien dice:

-Pensar que uno se escribe a sí (mismo) sin mentiras, dándonos cuenta de qué es lo que queremos decir (nos) y cuando uno (mismo) se dice, hay una fidedignidad. -

                                                       En el verano de 2003, tenía la percepción de que nuevas claridades daban luz a mis días, y abría diálogos conmigo misma. La manifestación de mi vida trataba de empalmar el sentimiento de hacer más caso a la voluntad de Dios, aclarar las narrativas personales y ese actuar asertivo de aceptar los flujos que llegan como algo real y que a veces son incuestionables. Ya había logrado entender que Dios no se manifiesta como parte del aprendizaje que se concreta ni en la iglesia ni en las lecturas de la Biblia (esos son solo complementos que dan pautas) la manifestación de lo divino uno la siente en las acciones de cada día que fluyen y se instalan en nosotros complementadas con las lecturas, momentos de meditación, así como acciones bien encaminadas. A Dios se le siente cuando vivimos con serenidad, cuando tenemos más claro que el optar y decidir está totalmente en nuestras manos.

De pronto, si sentimos como que todo encaja, es el gran mandala de la vida que se manifiesta estructurado, todo se siente fluir. Nos volvemos más observadores y hasta el sencillo paso de las hormigas cargando tremendos pedazos de hojas para alimentarse, puede asombrarnos. Nos vamos maravillando del vivir de cada día. Aprendemos a sentir la buena energía.

A veces, uno amanece con tal estado mental, que hasta dan ganas de enfrascarlo para tenerlo ahí cuando sentimos que de pronto todo se nos desmorona.

Mi madre decía: -Hacer las cosas como Dios manda-… Y uno como joven lo escuchaba con cierto pasmo, abriendo la mente lo mejor posible para comprender qué es esto del mandato divino. Por momentos parecía que se refería a que uno escuchase como  una voz que desde afuera dictase algo, cuando en realidad el mandato real y divino viene de dentro de los silencios de cada uno de nosotros.

Durante mucho tiempo mi ejercicio matinal se dio con caminatas, llevando un ritmo propuesto. Al caminar con ritmo se propicia una cierta manera de silencio que nos permite contemplarnos, escucharnos y estar más con nosotros mismos a la vez que lo que vamos percibiendo del paisaje nos reconforta y lo físico se mantiene saludable. Los olores de la naturaleza se perciben mejor caminando, es así que pasaba por algunos lugares con idea de detenerme un rato ante las limonarias florecidas, ante los olores de la diversidad de otras muchas plantas.

Observar con tiempo los distintos cambios de la luz solar, como llega, como marca a las cosas y les da diferentes tonalidades. Uno se topa con otros caminantes, un saludo rápido es el que se da al paso, mientras algunos escuchan música o van ensimismados.

                                         Ser como somos, no como los otros esperan que seamos.

Ser a veces inquisitivos y propositivos, seguros de que la vida siempre puede mejorar, aunque sepamos que para eso se necesita un esfuerzo de cada día.

                      En estas épocas había yo venido haciendo algunas rabietas internas porque todo lo que leía no solo quería comentarlo con los de casa, sino proponer las lecturas. Literalmente era yo mandada por los tubos más anchos del vivir.  Comprendí que esto no funciona así, en estos años aprendí a quedarme callada, sabiendo que las lecturas son tan personales como el respirar mismo.

El destino se planta. Nos planta cara y nos enseña mucho si estamos bien atentos. Las interacciones, aun con los más cercanos se van dando con nuevos bríos y aprendemos al gozo profundo de silenciarnos, mucho más cuando los hijos van tomando sus propios caminos.

Me pregunte, una vez más en la vida - ¿Qué se entiende por neurosis? -

El diccionario a la letra nos dice:

Enfermedad funcional del sistema nervioso caracterizada principalmente por inestabilidad emocional. - La Real Academia es muy clara, aunque no aclare bien. Mas bien me quedo con el párrafo final: inestabilidad emocional…

¿Quién en total cordura, puede afirmar que pasa los días totalmente estable en lo emotivo?, yo creo que nadie. Si esto es así, ¿es que vivimos neuróticos? sería muy injusto aseverar esto de uno mismo, de los demás. Por lo que habremos de encontrar ese justo medio para saber cuándo estamos o no estamos en neurosis.

En lo personal, me gusta más tener claro que lo neurótico es cuando nos sentimos fuera de centro, como tratando de ajustar una realidad al pensamiento y vemos que la cuadratura del circulo no esta presente. Es labor personal lograrla.

A veces escuchamos, -ese ser, es un ser neurasténico. -

¿Qué se está tratando de decir con eso? tal vez se haya detectado que ese ser manifiesta demasiadas inconformidades, se le percibe por lo general más molesto que alegre y por ende su emotividad vive más trastocada que la del normal de los mortales.

O tal vez sea algo así como ¿Incapacidad de aceptar la realidad?

Lo muy realista, cuando nos rebasa nos impone actitudes que pueden ser dolorosas. No olvidemos que el dolor bien enfocado, nos hace crecer.

Sin duda alguna hay de realidades a realidades, la generalidad del entorno social se pues salir de las manos, no es fácil comprenderlo del todo, más la realidad del día a día es arena otra playa. Tengo una amiga muy ocurrente que dice que lo social mal entendido, se convierte en un monstruo sin cabeza.

                  En casa, desde siempre nos ha gustado mucho pasear por los pueblitos. He redactado bastante de lo que percibo en esos ámbitos del interior del estado de Yucatán. En estos días, nos encantaban un tipo de plantas llamadas en su generalidad calladium, son hojas muy vistosas y las hay de muchas variedades. 

En las salidas que hacíamos las íbamos encontrando muy vitales en los pequeños patios y parábamos a tomar alguna fotografía, los dueños de esas plantas que generalmente las tienen bien plantadas en macetas y ordenadas en los portales, algunas veces terminaban regalándonos alguna.  

Que generosa es la gente de los pequeños poblados, ahí se comprende que la pasta de la vida no está hecha solo de posesiones materiales, sino más bien del gozo de vivir y compartir.

Llegamos a tener bastantes variedades de esta planta, misma que no es difícil de cultivar y crece amplia la hoja, de diferentes verdes y a veces con tonos rojizos en algunas de sus especies.

Me abstraigo bastante en las narrativas que Amiel hace de sus caminatas por los campos de Francia, así nos dice:

-Amplia es la vista luminosa y serena. -

-Las golondrinas atraviesan la extensión. Este vasto paisaje parece mirarme con ojos amigos y a pesar mío me siento invadido por un pensamiento melancólico-.

 La naturaleza misma puede propiciarnos ese sentirnos con cierta tristeza, porque nos damos cuenta que a pesar de todo, la vida la hemos de construir paso a paso, la felicidad no es regalada, proviene de la percepción personal.

Y continua: - Pues la eterna armonía

                     Pesa como una ironía

                    Sobre el tumulto humano

Y, las sombras que empiezan a ocupar los llanos nos hablan. -

Como el mismo escritor nos recuerda: -Hay desgarramientos en las nubes. Por entre los agujeros azules el sol arroja sus vivos rayos juguetones. -  

Elegir con la máxima libertad posible, porque como dice este autor: aun en el cielo desgarrado el sol se presenta, llega juguetón, llega vivaz, siempre llega.

(Fin de esta serie, retomaremos con nuevos enfoques.) MJ.

 

 

jueves, 11 de enero de 2024

 

D.L.V.D. Libertad, es decisión. (19)

 

                                                              A cada paso una certeza.

                                                              A cada certeza, una actitud.

                                                              A cada actitud, un hecho.

                                                              A cada hecho, camino. MJ

                                                                                  No es la última parada del vivir, el andar conciliando mentes que son pensantes. En la adultez ya nos tocan otras encomiendas diferentes que en realidad son producto del camino elegido, convivir con la claridad de lo entendido y hacerlo con los críos que van aprendiendo a desplegar sus herramientas pensantes.

 El discernimiento como propone Ignacio de Loyola, es una modalidad de organizar la mente y de ahí surgirá el saber elegir con más seguridad. Confiar en lo que ya entendimos es sabiduría, y de ahí soltar y solo quedarnos con la mies.

Me encanta cuando escuchamos que la vida propone, porque es una realidad que bien comprendida nos hace más humildes, y practicar la sencillez da paz.  Habremos de recordar que el pensamiento no siempre es conciliatorio ya que lleva sus propios procesos personales, toma matices propios.

                          Nuestro hijo menor se caracteriza por tener un espíritu conciliatorio. Desde que tengo memoria de sus actos humanos como niño, le percibimos así, tratando de que los flujos vitales fueran siempre tranquilos y bien llevados.  Un día, llego lastimado. Le había yo propuesto no pelear nunca, pero en el jardín de niños eso no es algo que se ajuste a la realidad, el que muerde lo hace como parte de una condición de niño que se está adaptando. La maestra que hizo el favor de traerlo a casa ya curado, me lo aclaró: -A veces los niños no responden con la acción esperada, y los otros compañeros toman esos reductos para hacerse presentes-. Al fin hubimos de enseñarle que tenía que hacer acto de presencia con fuerza vital, que no es lo mismo que agresión. Un, aquí estoy, a tiempo. 

Que confundida andaba yo, la conciliación no quiere decir dejar de hacernos presentes. Tuve una larga plática con la psicóloga del Instituto. Nunca más le volvieron a morder.

                                         Morder es un verbo que puede tener varias acepciones. Nos puede morder un dolor, nos puede morder la vida misma. En la acción de ingerir y alimentarnos, mordemos. La nieta de dos años y medio, muerde cuando lo considera necesario y hay que estarle diciendo que no lo haga, es también una acción de llamar la atención de otros. La gatita de casa de plano utiliza los dos caminos, y cuando más tranquila está conviviendo, de pronto muerde, como para decirnos: Aquí estoy. No es una mordida agresiva, es una mordida aleatoria de comunicación.

                                                                                   Al retomar los ciclos vitales, esos que percibimos cuando algo se cierra y se nos dan nuevas oportunidades, puede que nos sintamos mordidos por la vida misma. Es normal, estamos en procesos que todo el tiempo nos están dando la posibilidad de renovarnos.

                                                                         En lo personal, la escritura de años, la expresión de la vida misma que percibo a través de mis escritos, me ha permitido un sentimiento de que los aprendizajes son necesarios conociéndonos a nosotros mismos. Decía mi madre: -Nadie experimenta, en pellejo ajeno. -

                                                             Con el paso de los años, uno comienza a detectar las trampas de la vida. Sentimos que porque hemos vivido reveces, es que la vida nos ha sido injusta, pero nada más ajeno a la realidad. Los reveces no son injusticias necesariamente. ¿Qué persona no ha tenido que enfrentar cosas muy fuertes, mordidas que da el destino y que tenemos que reconciliar y retomar? Todo ser humano se curte con el paso del tiempo.

                                                                                        Crear armonía es un arte. La transparencia de la vida a veces se vuelve turbia, porque nos desarmonizamos con las cosas más insólitas, pero he ahí el detalle de aprender a ver esos momentos como positivos. Ese mandala que es la vida, siempre activa.

           Después de la pandemia de Covid-19, empezamos a salir menos de casa. Las pláticas ya son más bien acordadas cuando nos podemos encontrar con las personas y podemos hacer esos maravillosos intercambios de ideas. En lo personal me encantaba hasta por momentos conversar en el supermercado con conocidos encontrados, con desconocidos afables. Ya no. A veces hasta noto que estamos más de prisa todos, cuando vamos a esas grandes tiendas es por cosas concretas. A decir verdad, en lo personal ya trato de evitarlas.

                                                      Hoy día, las compras en línea son el pan nuestro.

                                Conciliar, es un verbo que está enraizado con la vida misma.  No solo se concilia con los congéneres, también habremos de aprender a hacerlo con los modos, con las situaciones. Con nosotros mismos. Ser más flexibles.

                                         Para la serenidad, así como para la locura no hay límites.

                                         Una tarde, unas primas de mi madre estuvieron de visita por varias horas en su casa. Ese tipo de visitas que se hacían antaño, y que hoy día ya son mucho menos frecuentes. Cuando se iba a las casas expresamente a conversar, era un tiempo valiosos de intercambio de cariño, de ideas.  Mi madre, aun no caía en cama y salía a departir con mucho ánimo. Los temas que tocaron fueron muy interesantes, al grado que redacte todo con bastante detalle. Uno de varios temas fue en relación a cómo ellas fueron educadas para que en su juventud y sin chistar tuvieran siempre presente a un enamorado en capilla. Era como un reto de toda joven, como que un logro de su condición de casaderas. Estas señoras a quienes obviamente trate ya maduras, tenían mucho que contar, conversaban de cómo a las reuniones sociales a eso mismo iban, a ver a los jóvenes partidos que debían prometer una vida digna a mujeres que no se habían preparado más que para llevar una casa.

 La mayoría de estas damas producto de una etapa de esplendor henequenero, tenían un concepto del trabajo como si fuera para otros, nunca para ellas mismas.

Ninguna fue realmente motivada a estudiar nada. Intrigada les pregunté: - ¿Y no tenían otros intereses? - - ¿No pensaban que podrían desarrollarse como en algún ámbito preferencial? -, me veían como bicho raro. Algunas de ellas eran muy buenas en labores manuales (fue el caso de mi madre) tejer, bordar… ¡Todo es empezar! De ellas aprendí muchísimo. En tiempos actuales, muchos de los momentos que me dan paz llegan porque        me ocupo de hacer alguna manualidad, es como una parte complementaria y central a la vez.

               La flexibilidad en la vida es muy necesaria, para poder decidir con acierto.

                                          Una de esas tías nos narró una anécdota muy simpática.

       Resulta que el enamorado en turno, no era para nada del agrado de su madre.

En esas épocas de mediados del siglo pasado, que solemos denominar como antiguas, las madres de las jóvenes estaban presentes en las tertulias sociales de sus hijas, hacían como un redil observatorio y así vigilar por los cuatro costados. A esta joven le sucedió que el enamorado muy decidido se animó a plantarle un beso de una manera muy audaz, mismo que algunas de ellas observaron, ¡oh lala!... pobre muchacho, había cavado su tumba, esto basto para terminar el evento. Despacharon a todos a sus casas. ¿Acabar la fiesta así? Pues así terminó.

Aquí se rompió una taza y cada quien para su casa. o más bien aquí se han roto las reglas y a tomar las de Villadiego. En nuestra generación, muchas de las que hoy ya peinamos canas, no podríamos negar nunca como recordamos ese primer beso plantado tan a destiempo a veces, y que siendo a la vez tan oportuno nos marcaba para bien. La vida misma nos iba mostrando esos caminos de las manifestaciones físicas de ser pareja, en nuestro momento se dio como algo natural y que muchas teníamos un tanto desconocido. Esta tía, terminó casada con el susodicho. Tristemente llevó una vida de penurias, nada más escuchar como las conversaba, el cuerpo se estremecía. No había preparación emocional para entender que es en realidad la vida de pareja. A veces me parece que aún no hemos avanzado lo suficiente en estos rubros.

 ¡Qué cosas! en verdad los tiempos pasados eran de una insolidaridad tremenda. Aunque la tía besada a destiempo hacia los cuentos con una sonrisa en los labios… creo que ese beso dejó más amargura que felicidad.

Mi madre callada escuchó aquella tarde. Ella vivió algo diferente. De carácter fuerte y siendo la mayor de sus hermanas, al regresar después de varios años en el extranjero como parte de su educación, se dedicó a su padre cuando este enfermó. No tenía planes de emparejarse con nadie, tenía su propio negocio de hechura de vestidos para niñas hechos a mano, con mucho éxito. Ante una treintena de años y un poco más, a ella no le corría prisa de nada, aunque esa edad de la medianía aceptada para contraer nupcias ya la había rebasado.  Al fin, acepto lo que le tocó. A fin de cuentas, la vida propuso mediante los amigos mutuos que dieron pie a que se emparejaran mi padre y ella, creo que fue suertuda, porque mi padre fue un buen hombre en todo.  Ella, no tenía la maravillosa opción actual de la soltería gozada y decidida, bien llevada. Ni pensarlo. Así es que saltó al ruedo, la faena fue positiva, sin mayores lidias a sortear.  

La vida de pareja de muchos momentos históricos está encaminada a reproducir a la especie. No es que seamos incubadoras propiamente las mujeres, aunque a veces, si se da algo parecido. Los valores del asunto romántico no se dan en todos los ámbitos y esto es aceptado claramente. Quien quiera vivir del romance, tendrá que propiciarlo y tener el carácter para ello, lo demás, luego resulta lo de menos.

Parte de lo que se conversó esa tarde del siglo pasado, también llamó mucho mi atención: el tema de la jubilación de los maridos. Algunas de esas mujeres la veían como un mal, preferían que sus parejas nunca dejasen de salir de casa. Los había tan solo administrando lo que había quedado de la bonanza henequenera, otros profesionistas y otros empleados en diversas actividades como ventas etc. No importaba tanto la actividad, ellas los preferían afuera, más en las horas de las actividades caseras. Esto se propicia porque en realidad esas uniones no tenían de fondo temas en común, era un convencionalismo pactado de subsistencia.

Los tiempos idos siempre son maestros invaluables, nos permiten ver no solo modos de pensar y ser que también son cultura, sino cómo van cambiando las mentes y nunca hay que tener temor de que estas lleven el pandero de las nuevas propuestas.  (Continuará).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 4 de enero de 2024

 

.L.V.D. Libertad, es decisión. (18)

                                    Los ciclos que vivimos a veces nos toman desprevenidos, cuando se cierran no hay que temer, siempre hay razones para retomar. MJ 

                       Empezaba a escribir en la libreta numero 59 (cincuenta y nueve) cuando mi hija cumplía 22 (veintidós) años de vida.

No sabía que ella, que en pocos años partiría a un lugar diferente de la ciudad que compartíamos y que iría a madurar y crecer un tanto alejada de nosotros. Un ciclo de bien se abriría ante ella y mucho más se desplegaba ante nosotros, viéndole marchar tan decidida. Me llenaba de júbilo verle tan madura, y ya con su veintena de años bien puesta, siendo una mujer con decisiones propias, era un placer ver como tomaría las riendas de su vida en sus propias manos.

Una tarde de esas inesperadas y que de pronto traen una buena carga de reflexión que nos abstrae, muchos avistamientos llegaron en el entorno y en la mente. Contemplar el jardín, me sumergía en algunos pensamientos. Entre los matorrales de casa, de pronto aparecieron varias de las zarigüeyas que por ahí se pasean desde hace años y esta vez me hacían percibir cambios positivos, aprendimos con el tiempo que son las que dan un equilibrio especial a los entornos naturales. Cuando las veía y veo hoy día paseándose por aquí y por allá, he de recordar que en las épocas de las infancias tanto mías como la de los hijos, a esos seres no se les apreciada en medida justa, y hasta se llegaba a producirles la muerte porque se les relacionaba con un ambiente sucio y de basura. ¡Cómo van cambiando los tiempos! y las percepciones, apreciar a esos dignos animalitos en toda su dimensión, disfrutando por los lares cercanos, aprendimos a cuidarlas. En mis tiempos de niña se les llamaba zorros, hoy día ya se les nombra con su nominativo real. Cada que uno de estos ejemplares aparece en la cinta asfáltica atropellado, en verdad que sentimos una gran tristeza.

Por estos entornos, también empezaron a ser más frecuentes las apariciones de chachalacas, así como de coaties, y nos encanta verlos pasar con todos los miembros de su grupo caminando por los muros.  

Con la edad, la maravilla de los cambios se nos hace mucho más evidente. Como que todo toma un cariz de coloración especial y ni qué decir de la felicidad que esto aporta. En estos tiempos que reviso, veo las claras diferencias de cómo los nietos ya disfrutan mucho más cercanamente del entorno natural. A veces hoy día, tan solo nos sentamos a disfrutar de la llegada de los pájaros a los árboles, tratando de detectar a cada uno con el nombre de su especie, las formas de sus nidos y ni qué decir de sus colores. Algunos llegan a la caída de la tarde y se cobijan en ramas escogidas. Los pájaros carpinteros en los agujeros creados por ellos mismos en los troncos de los árboles.  Un ejemplar muy grande de toloc (iguana en maya) se esconde debajo de los cimientos de la terraza desde hace ya varios años. A veces, Tac (como le llaman los niños) aprovecha los silencios naturales del día y sale a investigar a los alrededores, dándonos la felicitad de contemplarle y cómo asimismo él, nos contempla a nosotros.

El solaz del jardín puede tomar diferentes tonalidades dependiendo de las horas del día, de los pensamientos que nos acompañan. Por las tardes los ramajes se pueden sentir más desolados, con aires diversos y diferentes, el movimiento es de ardillas y otros pájaros. Los pájaros T”oh, son expertos en dejarse ver de dos en dos y mover esa especial cola pendular que les caracteriza, a un ritmo muy coordinado.

                                                     A disfrutar de la lluvia uno puede volverse asiduo.

A veces ésta no avisa, solo por algunas nubes grises nos da la pauta de que está cerca, se desencadena el ruido peculiar, si cae fuerte, si es tenue o casi imperceptible. De pronto, ese olor tan característico, ¡que felicidad! las gotas de agua, si son tupidas a veces no permiten estar más tiempo fuera, mientras el aguacero va tomando forma. Observar cómo las gotas enormes van pintando de tonos más oscuros las porciones de tierra seca, es toda una gloria. Así como observar al suelo terroso absorber. Toda la vegetación va tomando otro color de vida y movimiento.  Una tarde lluviosa se puede comparar con una vida fluyente y que lleva todo el esplendor merecido.

                                                               Mi hija, como un aguacero fuerte e intenso, que da certezas de vida nueva, se encaminaba con pasos firmes.

Un momento de solaz, solo uno mismo aprende a encontrarlo y dárnoslo como un regalo único. Son los asuntos más sencillos los que nos los pueden abrir, cuando menos nos lo imaginamos. A la vida, se le da la posibilidad de expandirse ante nosotros. Las prisas no son buenas consejeras.

Apreciar los grandes valores de la naturaleza con la sencillez de mirar atentos y que solo a voluntad podremos ver. Sorprendernos siempre y no dejar que la vorágine de la vida demandante y de asfalto nos prive de todo lo que en realidad importa, eso que nos rodea.

                                                Otro aspecto que redacté y me encuentro en estos tiempos revisados, fue cuan gratificante resulta cuando uno se percata de que la honradez existe en muchos seres humanos. Había vivido una experiencia muy significativa en la pequeña tiendita de las cercanías de casa. Una tarde fui de compras, y al albañil que le cobraban en la caja le dieron el cambio con monedas de más. De pronto, este buen hombre revisa en la palma de la mano y le dice a la joven: -señorita, creo que Ud. Me ha dado dinero extra. -. De inmediato devolvió las monedas. ¡Que claro tenía que no le correspondían!  Observé esto, cómo la manifestación de una conciencia bien puesta, que se aparece sin más, cuando está bien entendida y como algo natural. Me nació desde lo más hondo del corazón decirle a ese buen hombre, que lo que acababa de hacer era un acto de conciencia. Con una sonrisa franca se alejó, no sin antes decirme un: -gracias. -  Gracias, más bien le daba yo a la vida de haberme mostrado algo tan singular y bello de un ser humano.

                                                                               La honradez es plenitud humana.

Se corrobora de pronto que la honestidad es un valor que forma parte de muchos seres humanos a los que les basta tener claro el convencimiento de lo que aporta.

 Así como esto, he escuchado y vivido otras experiencias muy reivindicadoras.

                                                            Mi esposo tiene una anécdota en su familia que es muy conmovedora. Mis suegros cuando se casaron se fueron unos días a Campeche. La señora dejo olvidada en un taxi una bolsita personal que contenía en el interior un misal religioso que tenía escrito su nombre. Cuando los siguientes ocupantes que tomaron el taxi lo encontraron, se la llevaron a casa, pensando que podrían encontrar a la dueña. Pasaron los años y esa bolsita permaneció en manos de esos campechanos. Cuando en la adultez la señora escribía en el periódico y salía su nombre, estos nobles seres descubrieron la relación y asociaron que era la dueña de ese bolso por tantos años resguardado. Se pusieron en contacto con ella y la bolsa fue devuelta a su dueña con el mismo misal en el interior. La honradez, es una virtud que se aprende desde la niñez.  

Es tener en cuenta el valor de otro ser humano que merece respeto en su integridad, y tener claro que tomar lo que no nos corresponde es degradación. Es mentir a uno mismo.

                                    La vida, a su vez se encarga de devolver los actos de bien. La vida, de pronto entrega muchos regalos que a veces creemos no merecer, pero que están asociados a las buenas voluntades que hemos vivido y aportado.

                                                 A veces, la química de las personas no nos es afín. Los círculos de convivencia se cierran y tal parece que ha sido por algo delicado, cuando es tan solo que la vida misma nos muestra que a veces ya nada tenemos que hacer junto a alguien que ha concluido una etapa. En realidad, no importa si se alejan o nos alejamos, al final es lo mismo. Las interacciones humanas solo son y serán válidas si son para aprender. Es por esto mismo que no se deben forzar las relaciones humanas. Si hemos de estar, estaremos.

Si no nos corresponde interactuar, porque ya no hay nada que hacer cerca de alguien, pues con la misma marcharemos.

Conciliar las mentes, solo es un asunto que se logra cuando estamos en procesos de crecer, y lo percibimos como algo específico. 

                                                  Entre los congéneres con los que nos vinculamos las interacciones no solo se rigen a voluntad, es más bien un asunto de química biológica y anímica. El alma conlleva una serie de elementos que no siempre son conciliatorios con todos. Estamos en una era de conjugar más el verbo: aceptar.

Esas terquedades que a veces escuchamos y vemos, de tratar de forzar los años de pareja compartidos cuando ya no llevan sentido alguno, es otra de las cuitas que se está develando en el nuevo milenio y dando por sentado que los años que los matrimonios han de pasar juntos solo serán los necesarios. Eso, que se dice que es para toda la vida, no aclara que lapso implica. Para toda la vida… ¿del momento de crecimiento de los hijos? O para toda la vida… ¿Mientras se ayudan las personas a crecer mutuamente? Dicen y lo vemos cada jueves y domingo, que a los padres de los que deciden ya no estar juntos es a quienes más les duele. Hemos de comprender que muchos de esos mismos padres fueron educados con la consigna de que o se aguantaban toda costa lo que fuere, o serian una lacra social si disolvían su vínculo. Eso ya no forma parte del ADN de las relaciones de pareja. Y, no es que sea mejor o peor, es algo que está respondiendo a los signos de los tiempos.                                                                                          Una tarde...

Bellísima.

Sonora y limpia, tarde con el aguacero franco.

Luz de brillo natural.

Amarillos perpetuos.

Amarillos efímeros.

Entorno lluvioso.

¿Quién trajo tanta armonía?

Ha llegado de pronto.

Vida de tarde.

Una tarde…MJ. (Continuará).