jueves, 27 de julio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (9)

 

                                                        La tensa calma, es un estado que se manifiesta en las canchas de tenis, siempre se habla de esa condición como un paso necesario en vías de lograr algo mejor.   MJ

 

                                                         En las canchas de tenis (como he escrito antes en estos mismos textos) se viven situaciones que son muy parecidas a la vida de todos los días. Un complemento diferente es lo que recibimos de los animales que nos acompañan. Se dice mucho que el tenis es un deporte solitario, es tan individual que a veces ni los mismos entrenadores saben bien las necesidades reales de los jugadores, es por eso que algunos de ellos llevan a los torneos a un psicólogo personal. Obviamente un gato o un perro no pueden tener respuestas concretas y las razones estudiadas de un profesional, pero en ambos casos es un hecho que ayudan mucho a reconducir tensiones.

Nadie de nosotros tenemos la menor duda de como los animales de compañía se han vuelto nuestros apoyos incondicionales, cada día son seres que están más presentes en las vidas humanas. Si entramos a estados de tensión, llegar a casa y que ese ser nos mueva la cola o que aparezca un maullido conocido, seguro que nos transforma el espíritu. Duele mucho escuchar y ver cada vez más en las redes sociales, casos de maltrato a estos seres tan nobles. Es parte de la falta de conciencia que se ha generado en el mundo por lo vertiginoso del crecimiento social.

 De niña conviví con perros Pointer y con gatos Siamés. Soy más gatuna que perruna a pesar de que estos últimos eran parte día a día en casa de mis padres. Siempre me ha gustado observar a los gatos, hasta que me avoque a tenerlos más de cerca. Ya de adulta me tomó tiempo volver a tener una compañía gatuna. Al fin llegó una gatita de quien ahora les contaré un poco y como he aprendido tanto de ella.

Ningún gato se levanta de golpe, como decimos por estas tierras al referirnos a acciones que se dan como repentinas. Esa parsimonia que los acompaña siempre, es un gran don a imitar. Casi siempre antes de dar unos pasos después de dormir esas inconmensurables siestas, ellos entonan su cuerpo con estiramientos que logran de manera muy sencilla y pausada. Cuando nos despertamos habremos de darnos tiempo para imitar a los gatos, he aprendido mucho mirando a mi gata, una gran maestra, vive cerca de mi desde hace unos siete años.

Es un arte saber estirarnos antes de empezar con las actividades. Hoy día, y antes de dar el salto a la vida, a esa rutina que nos espera siempre para los quehaceres del día, ocupo esos momentos para tomar mis libros, siempre varios a mi lado. Estirar los músculos nos ayuda a estar más atentos, los libros a su vez son los grades compañeros para el espíritu, los estiramientos mentales se logran con esos maravillosos encuadernados de papel. Unas cuantas veces ya me han recomendado leer en tableta, a decir verdad, no me he animado, pero no dejo de apreciar que es un avance tecnológico que al cabo habremos de ir adaptando a la vida diaria, y adoptando como medio de sentir que podemos ayudar a que se dejen de talar tanto los bosques y por ende parte del papel será remplazado con un sentido, más sentido. No me gusta la idea de que desaparezcan los libros de papel, espero que eso nunca suceda.

Empezar el día, después de estirarnos como gatos y de haber leído un poco, ¿Qué mejor? Y que nos quede ese cus cus de volver al texto que nos interesa. No siempre es fácil disponer de esos momentos calmos para uno mismo, nadie duda de que sí son necesarios.

¿Quién podría negar que querámoslo o no, las tensiones son parte de la vida? Nada podría lograrse si no existiera una parte de tensión. La tensa calma es necesaria, porque no es la misma tensión que nos agobia, es más bien eso de lo que habla Viktor Frankl: un estado necesario para hacer la vida más creativa. Muchos de los que amamos el tenis solemos percibirla invariablemente durante los partidos, es hasta silencioso el momento, algunos comentaristas hasta lo expresan diciendo que se camina por la cornisa, como si los jugadores se sustrajeran y estuvieran en otro plano físico y mental.

Así también podremos sentirlo en nuestro diario vivir, ese momento en el que nos damos cuenta de que estamos en otros planos, son estados adecuados para proponer, y si tomamos la actitud, lo son también para crear.

Los gatos en particular con el tiempo han tomado un lugar muy importante y central en las vidas humanas. Los hay tan variados como cada uno de nosotros podríamos imaginar, y con esa variedad se expresan de muchas maneras diferentes. Les contaré un poco de la gatita que decidió ser parte de casa. No es exactamente malix (en lengua maya: raza indefinida) es una combinación afortunada de Balam con Siamés. No llegó como sucede las más de las veces, por su propio pie, fui yo, la afortunada en ir por ella. Había yo manifestado a una sobrina que deseaba una gatita, y cuando ésta apareció me avisaron.

Los años con Ruah han pasado mucho muy rápido, le nombré así, porque siento que tener la ventura de convivir con ella, es como parte de ese Aliento Divino, ese que da significado a su nombre.

Había yo tenido la fortuna de convivir con gatos en una terraza de casa, mi vecina (Una prima muy querida y mucho más amante de los gatos que yo) cuando se fue del rumbo, me dijo que me daría la comida de sus tres gatos y que estos vivieran por los jardines, yo solo les daría de comer, ella percibió que era mejor no cambiarlos de rumbo, eran gatos viejos. Así pues, adopte a esos tres, más dos que se unieron libres y tal vez de casas cercanas, para llegar todos los días a comer. Hicieron un lindo grupo. Venían por separado y se iban reencontrando alrededor de los platos de comida, imponiendo su jerarquía con gruñidos, creo yo que amistosos. Les disfrutaba mucho, era feliz viéndolos comer sin acercarme demasiado, porque en ese rubro, cuando los gatos no han tenido contacto cercano con uno, no lo desean. Así pasaron varios meses hasta que se fueron yendo. La última en irse fue una gata que renombramos como Bigot, porque tenía sobre la boca un cumulo de pelaje totalmente oscuro que asemejaba un bigote. En verdad, bonita no era, porque su color era totalmente mezclado en una combinación nada afortunada. Su final no fue nada bueno y me remueve la tristeza cuando lo recuerdo, ya que fue abrupto y doloroso. Una mañana, de pronto escuchamos un escándalo inusual, un par de perros que se soltaron de una casa del rumbo (a la que pertenecían, no eran bien cuidados ni mayormente queridos) salieron a hacer bandolerías al fraccionamiento, la mataron. Recogimos cada parte de Bigot con sumo cuidado y ayudadas con unos guantes de jardín limpios, pusimos todo su cuerpo en una cajita que preparó mi hija exprofeso para que fuera su ataúd. No dábamos crédito a lo sucedido. Ella, al escuchar el alboroto cerca de su ventana salió rápido y les gritó muy fuerte a los canes, y al fin la soltaron. Ya era muy tarde para pensar en volar al veterinario. Mi prima vino por sus restos para ponerles en donde ella deseara.

Cuando Ruah llegó a casa, tenía yo claro que sería más bien de interior, como quien dice una señorita de sala. Y en parte así ha sido.  Se ha vuelto dueña y señora de un amplio jardín y ni se diga de toda la casa. Utiliza cada terraza según la hora del día, los paseos y descansos matinales son en la del lado sur, y por las noches la del oriente. Las terrazas y nuestros regazos son sus sitios preferidos. Se le operó para que ningún gato tuviera ni la mínima ocurrencia de acercarse, así que su virginidad quedó intacta. Cuando mi marido la busca algunas noches para que entre a dormir a sus cómodos aposentos, suele encontrarla junto al brocal de un pozo que está en nuestro patio, regresan caminando juntos, y nos dice: -La virgen del pozo, admiraba la luna muy horonda-. Ruah, que también ya se le conoce con el apelativo adquirido por tener un brocal especial para descansar y su condición de pureza de cuerpo, contradice todo lo que malévolamente se dice de los gatos: que, si son desapegados, que, si no son cariñosos, etc. Ruah, maúlla solo vernos, por las mañanas sale de sus habitaciones (área de la TV, en donde tiene cama, colcha, juguetes, etc.) y tiene que ver y maullar con maullido especifico de saludo, ese el maullido mañanero que todos reconocemos. Le apreciamos mucho y nos invita a cruzar palabras con ella.

Si nos sentamos un rato antes de las faenas matutinas, ella se pone al centro de la chorcha, y cuando todos toman sus rutinas de cada día, ella tiene las suyas, muy dignas y en varios lugares que alterna: El sofá o debajo de alguna cama (cuando alguien ajeno entra a casa) otro lugar preferido es al centro de la mesa del comedor.  Los días de fresco (que son pocos en estos lares) ella se sube a una silla o sillón para estar más cobijada. Al principio nos parecía que dormía de más, pero ya sabiendo que eso es lo normal en todo gato feliz, pues ¡a dormir se ha dicho!

Si los niños vienen a jugar al jardín, como un fantasma Ruah surge de la nada, se aparece de pronto y se mantiene a segura distancia, ella se hace presente cerca de ellos mas no es de juegos con los críos, solo los sigue de cerca y a su vez observa.

 Las tardes y noches cuando vemos TV, participa como si ella también estuviera viendo el programa, fija la mirada en la pantalla del televisor y en verdad solo le falta opinar. Obviamente todo esto es aderezado con pausas para comer, tomar agua y salir a pequeños paseos. 

Nadie me puede objetar que los gatos (¿algunos?) son capaces de pedir cariño claramente. Ruah es experta en estos menesteres, cuando uno se sienta, y hay espacio para ella junto a quienes estamos cerca, muy digna mueve la cabeza de arriba abajo y sus misteriosos y preciosos ojos azules parece que dicen, -pues bien, creo que me merezco unas caricias- y pasa un buen rato recibiendo cariño, cierra los ojos como si se transportara a otro sitio y si así lo decide, es seguro que la siguiente siesta es junto al calor humano.

                                                              Con tensa calma la vida propone muchísimo.  No podemos permitirnos que esas vorágines actuales de vidas tan exigentes nos descuadren las creatividades que podríamos tener, si así lo deseamos. Nadie puede impedirnos nada que aporte vida a nuestra vida, y si es salir al jardín y dar un paseo junto al gato, eso mismo habremos de hacer. Admiro mucho a los chinos en sus mensajes espirituales, ellos saben muy bien el valor de la serenidad y hay que descubrir eso. De joven leí más asiduamente a Lin Yutang, su libro -Lo mejor de un viejo amigo- es muy sabio y relajante.

Y, son esas aseveraciones que se hace uno mismo a sí mismo, que pareciendo como algo muy natural, a veces es necesario hacernos el recordatorio. ¿Quién no quisiera vivir tan solo los flujos positivos? ¡Todo Dios! (Continuará).

 

jueves, 20 de julio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (8)

                                                                 El arte, es una revelación de la naturaleza con intención de quien lo crea y voluntad dirigida. El trabajo de algunos artistas, es simplificar.

Amiel. (Paráfrasis).

                                                                 

                                                                  No solo las personas que producen arte en las áreas de la plástica en general, pueden tener como una herramienta creativa el proceso de simplificar. Simplifican los matemáticos, los ingenieros, los redactores y ni que decir de quienes hacen del día a día su mejor obra de creatividad. Hay tantas cosas tan necesarias de simplificar y aligerar en la vida diaria, que es una tarea obligada irlas descubriendo. Como tantas otras cosas en la vida, lo que vamos teniendo más consciente es lo que se nos presenta con más claridad o al menos así debería aparecerse todo aquello que nos viene bien modificar.

                                                                   La expresión artística en los niños es una gloria que no tiene igual, de esos modos infantiles se puede aprender mucho, porque un crio no pondrá nada de más ni de menos, en sus expresiones siempre hay un equilibrio muy valioso. Cuando uno tiene el privilegio de observar de cerca ese proceso creativo de los niños, se puede ver cómo las ideas toman forma en las mentes infantiles. Expresarse, toma un sentido de impronta y con toda naturalidad plasman. Los niños y niñas trabajan tan concentrados y a veces tan abstraídos que solo nos podremos imaginar el mundo mental que los acompaña, percibimos que ellos ven el mundo desde unos ojos llenos de creatividad. Viví esta experiencia de acompañar a los niños a descubrir sus facetas artísticas durante varios años, algunas veces lo logrado en el lienzo lo convertíamos en una historia, un cuento, que ellos mismos iban tramando con ideas expresadas con libertad y con orden, y mucha alegría de narrar y dar ese giro literario. Tengo algunos textos que tal vez por aquí aparezcan un día de estos.

                                                                   Pues bien, en estos momentos me avoco a las revisiones del Diario numero 50 (cincuenta). Solo tenía en la imaginación que todos los textos que reviso se compendiaban en unos 100 (cien) Diarios personales.  Conforme he ido avanzando y ordenando veo que son muchísimos más. Me encanta irlos simplificando, tomando de todo lo escrito lo más representativo.  La mayoría de las reseñas de viaje las tengo en libretas separadas destinadas a tal caso, y están también consideradas en un momento dado a revisión, solo es necesario que la vida, me dé vida. Por el momento sigamos por el camino elegido, el de la vida diaria.

Comenzaba el año 2002.

                                              Percibía cambios de fondo en el ambiente en general.

De mi entorno personal se iban definiendo los derroteros de los dos jóvenes en los que se habían convertido nuestros hijos y de mi ciudad muchísimos más cambios, nos íbamos dando cuenta los habitantes del Mayab, como se nos estaba valorando y como ese hecho hacía que muchas personas decidieran cambiar su residencia a estos lares.  Muchas novedades provenientes de la técnica estaban transformando los mundos, ese ámbito en el que muchos ponen todas sus esperanzas. Todo lo tecnológico es importante, mas tampoco es el unto de la magdalena para decir que un país es civilizado porque ha avanzado en tecnología, porque ésta mal utilizada es arma de dos filos. Sí, lograr por mucho percibir como todo lo innovador nos hace la vida más fácil, pero también hay que tener el cuidado de que no nos arrincone en los sitios de demasiada materialidad. Este siglo nos abría a esas percepciones especiales, y a tener mucho más cuidado para no creernos que todo lo que brilla es oro.

Desde que me casé tuve el cuestionamiento de poner o no poner el apellido de mi marido precedido de un dé, al final de mi firma. Cuando se cierran ciclos hay cosas que se ajustan, invariablemente sucede, aunque a veces no se perciba del todo claro. Este asunto, que muy en el fondo da la impresión como que las mujeres fuéramos de alguien, ya lo venia meditando y de pronto fue algo que me quedó muy claro: mi nombre completo volvería a tener el apellido de mi madre al final.

 Seria así, hasta mi último día de vida. Nadie tiene porque alterar su apellido por una situación de relaciones humanas. Todo lo que se hace por costumbres, puede volverse más simple sin perder esencia. Cuando no se resisten los cambios que ayudan a fluir, es por a situaciones de arraigos que también hay que revisar.

Sí, todos sabemos por qué se dio lo de cambios de apellidos y no es precisamente por algo liberador, era mejor que la mujer esté bajo el ala de alguien y no independiente.

Aun casados, somos seres independientes, pero eso no era muy conveniente para algunos grupos, más con respecto a las mujeres. Dejé de escribir el de y sentí una especie de congruencia conmigo misma. Ante un cambio que parece sin trascendencia, aparecen asuntos que van confirmando nuevos modos. Esto fue dándose en muchas mujeres y más al darnos cuenta que ya las generaciones que vienen detrás ni se lo cuestionan. Nadie o casi nadie, y menos a estas alturas del partido, en las que la misma institución matrimonial ha sufrido cambios drásticos. Todo esto se lo comenté a mi madre y solo me dijo:  -Tonterías-, - que cada persona firme como le dé la gana-. Hubo un dejo de evasión, somos las mismas personas las que debemos dar pautas certeras.

                                                                  Pensaba mucho en las diferencias que hay entre vivir, y sobrevivir. Sentía que por momentos solo estaba sobreviviendo porque cuando uno está tan presente en el desarrollo de los hijos esa sensación de que uno ha dejado pendientes algunos aspectos, para darles el tiempo a ellos, puede ser muy relevante y con un espejismo injusto e inexacto. En realidad, con los días me di cuenta que privilegio había yo vivido, y ni que decir de mi marido que había estado muy presente en todas las actividades del crecimiento de los críos. Ya de adultos nos lo dicen, lo que más han gozado es que nosotros estuvimos en todo o casi todo.  En este preciso momento que escribo, 44 (cuarenta y cuatro años) después, el dejo satisfactorio está presente.

 Nietzsche dice:

-Cuando después de mucho tiempo, se nos ha educado de acuerdo a las opiniones del mundo, acabamos descubriéndonos a nosotros mismos. Entonces empieza la tarea del pensador y llega el momento de solicitar ayuda, no como educador, sino como alguien que se ha educado a sí mismo y tiene experiencia de ello-.

Así es. Educando, nos reeducamos a nosotros mismos. En el camino de los que van junto a nosotros, sean hijos, amigos o las personas que tratamos con aprecio, se hará un reflejo que va de ida y de vuelta y que nos envuelve como un halo vital.

Eso mismo pasa cuando uno se ha escrito a sí mismo y llega el momento de releer. Surgen las páginas como llenas de emoción, como si fuéramos en busca de un yo que dejamos, pero a la vez reconociéndonos. Las páginas toman un cariz emotivo y lleno de ese placer de saber que, sabiéndonos, en realidad hay momentos que se aparecen como nuevos y nos recomponemos en el caminar. Bien lo dijo Machado en voz de Serrat: Es un hecho que se hace camino al andar, y cuando volteamos no nos convertimos nunca en estatuas de sal.

No importa no volver por la misma senda, sería muy necio volver a querer caminar lo mismo, sabemos que puede haber segundas oportunidades en la vida, y ese volver, puede ser muy positivo ya con el conocimiento acumulado y las experiencias vividas.

Dentro de los ámbitos en los que yo crecí, también era muy natural que las personas que ayudan en casa se volvieran parte de la misma. Ese asunto tampoco me convencía del todo, mi madre se entercaba en buscar personas que se quedasen a vivir en casa, pensando que me era muy necesario para la ayuda con los hijos que son a veces demandantes en sus asuntos caseros, pero a fin de cuentas aquí, se les había enseñado desde niños a tomar responsabilidad casera, y fuimos siempre felices con personas que nos ayudaron viniendo a hacerlo de entrada por salida. Los ciclos se cierran y más que nada los modos ya no se acomodan igual. En casa, he enseñado con lujo de detalles a los ayudantes que han llegado, desde cómo se limpia a fondo un ventilador de techo, hasta como al hacer un huevo revuelto si se le pone leche y se bate bien, queda mucho mejor, esponjado, y diferente a esos huevos revueltos que aporreados en el sartén quedan como una plasta.

Mi madre, que tuvo ayuda casera de tiempo completo durante sus más de ochenta años de vida, jamás comprendió que los tiempos estaban cambiando y que las nuevas generaciones veían ese aspecto ya muy diferente de cómo se percibió el siglo pasado.

                                          Madrugar, sí que ayuda a que amanezca más temprano.

Yendo en contra de lo que se dice al respecto, en lo personal me hace muy feliz madrugar. Desde niña lo viví y no solo porque me condujeran a eso, sino por los ciclos biológicos que cada uno tenemos. Para cazar codornices se salía de casa entre las 4a.m. (cuatro) y 5a.m. (cinco), entre otras actividades tempraneras.

Dependiendo de la época de vida las actividades cambian en las primeras horas de la mañana. Se dice mucho entre nosotros, que la familia de mi padre es de gente que madruga, no sé a cuantos de ellos en verdad Dios les ha ayudado en sus vidas madrugando, es un hecho que han logrado bienes, más de índole material que espiritual. Las primeras generaciones se avocaron al buen trabajo, del que han cosechado con creces.

                                           Cuando madrugamos, la mañana nos rinde mucho más.

Cuando muy temprano abrimos los ojos las percepciones van siendo más ricas con el paso del tiempo, mucho más si nos dejamos embargar por tantos regalos de la naturaleza, entre ellos uno grandioso es como se percibe la luz del amanecer.

Aprendí a percibir la luz por indicaciones de mi padre, siempre pendiente de esos asuntos. Sabia yo que cuando se construye una casa hay que tener esos puntos presentes, así como el flujo del aire, y las sombras que se producen.

 Lograr sentir el color de la mañana es un gozo muy especial. Aunque nos despertemos en las mismas cuatro paredes de cada día, los colores son diferentes dependiendo de la época del año, así como si va a llover, llueve o ha llovido. El color, no solamente es el tono con el que asociamos un nombre, el color está íntimamente ligado a la luz, al sonido y ni que decir a la percepción mental individual.  (Continuará).

 

 

 

 

 

jueves, 13 de julio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (7)

                                                              Es un arte dar relieve al pensamiento.

                                                                                                                 Amiel.

                                                       

                                                  Creo yo, que algo de lo más difícil con lo que me he topado en esta vida, es percibir como la concordancia entre lo que se piensa y lo que se hace no es tan fácil de lograr. No me queda del todo claro si lo más fuerte es lo que pensamos y es difícil de aterrizar, o los acontecimientos y acciones se llevan la partida y cuando pensamos en ellos es porque ya se asentaron en la realidad. Creo que sucede en ambos sentidos y lo importante es que nos lleven a buen puerto. Esto último en verdad me preocupa, ya que vivir discordantes, en algunos casos es algo así como si fuéramos atropellados por lo inevitable. No solo en ese equilibrio reside la parte creativa de nuestro ser, mucho tiene que ver lo que anticipamos y a lo que nos apegamos.

 Percibir que el pensamiento es cíclico y que además fluctúa dependiendo del humor que podamos infundirle, determina esa coherencia. Los humanos somos seres muy emotivos y parte muy importante de nuestro ser, reside en cómo nos involucramos con personas y cosas. Existe la historia de un náufrago que cuando se encontró solo en una isla lo único que tenía a mano era un balón de vóley ball, y a esa esfera le infundio la emotividad necesaria para sentir que hablaba con alguien. La vida, ese caldo de cultivo en donde se dan los procesos humanos, concretamente no propone las herramientas, es uno mismo quien las va descubriendo, generalmente están viables, pero no claras para todos. Así como una persona puede hablar con un balón deportivo, otro ser humano de carácter ermitaño se va a lo más alto de una montaña, sin tener que haber naufragado, para buscar la soledad.  Sabemos que todos somos producto de un devenir histórico tanto en lo que somos como especie y lo que somos como sociedad, y no es que esto tenga que ser algo en lo que pensemos todo el tiempo, es tan solo importante tenerlo claro de una vez por todas.

 Deslindar posibles pensamientos de deshecho, esos que nos ocupan a veces sin ton ni son y hacen estragos.

Afectados por todo lo que propone la cultura en la que hemos nacido, los modos se van acomodando y las luchas internas de los grupos van obteniendo relevancia. Nada esta desligado, es tan importante la acción individual y como se asienta en la grupal. Lo que nos tendríamos que explicar un poco más, es en donde estamos parados en el camino y que rutas son las que en verdad nos definen, tanto en lo que concluimos y dejamos ir, así como en lo que tenemos de frente para afrontar.

Desgastes inútiles son los que hemos de aprender a detectar y no caer en ellos. Existe hoy día, como parte de la cultura actual y todo lo que propone la globalización, el vivir como en una economía de la atención, concentrarnos a veces ya no es la prioridad y ese saltar de una acción a la otra sin mayor observancia de los hechos no es lo más sano, eso de querer lograr todo a la velocidad del sonido, aleja la concentración necesaria. Mucho se pierde en el mundo de la necedad. El consumo desaforado de objetos y de imágenes que por un lado nos dan satisfactores momentáneos, pero por el otro lado nos anestesian y nos ciegan a lo verdaderamente importante. Conmovernos, (acción o concepto que viene de dos palabras: mover-con) ya no es una acción tan presente.  

¿Qué tanto de los otros nos concierne? Es algo que cada ser debería de tener claro y bien definido. A veces nos vamos por acciones que no nos corresponden y que se realizan más que nada para acallar la conciencia. La caridad mal entendida no lleva a casa.

Hacernos con claridad la pregunta: ¿Qué nos agobia? Y esto seguro nos ayuda a darle sentido claro al camino que vamos llevando para saber por dónde queremos ir, porque si los asuntos que nos inquietan se van acumulando sin tomar derroteros que se vuelvan creativos, es seguro que damos entrada a ese stress que no se percibe, pero que está dando mucha lata a millones de congéneres. En tenis, los comentaristas utilizan mucho la expresión: tensión interna e invisible, porque en esas duplas se puede observar esa fuerza que a veces bien conducida saca a algún jugador del atolladero o en su defecto le hunde más.  

Es la pregunta sobre los agobios algo tan personal como lo es el modo de respirar. 

Es un hecho, que a veces en determinados momentos, nos invade un como sentimiento de soledad, nos damos cuenta que al final del día, más bien estamos acompañados de nosotros mismos y eso es bueno, y así darnos cuenta que somos nuestros mejores amigos.  Ese afán de querer salir con demasiada frecuencia al bullicio indeterminado de lo que sucede ahí afuera, puede propiciar confusión. La soledad en si misma puede aportar mucho si sabemos conducirla hacia nuestras fortalezas interiores.

En los principios de este siglo XXI muchos nos vimos más optimistas de lo debido, y conforme fueron pasando los meses observamos que, si bien muchas cosas ya se habían superado para dar entrada a nuevos modos de vida y como percibir la vida futura, también mucho de lo que se cerraba nos podía pasar factura. Solemos presionarnos, exigirnos de más y esto a veces se da sin darnos apenas cuenta y creer que el día es un lapso de tiempo más grande en sí mismo de lo que en verdad nos brinda para actuar, puede hacer sentir frustración.

Cuando observo mi agenda personal (mínimo la revaloro dos veces por día, porque me gusta actualizada de todo lo que ocurrirá en una semana) me doy clara cuenta cuánto suelo poner como pendiente y como invariablemente muchas de esas propuestas pasan al día siguiente. El dicho tan mentado de: mañana será otro día, a veces es muy bienvenido cuando de organización hablamos, nos puede aligerar esos pesos que solo nosotros nos ponemos encima. Cuando nos damos cuenta de cómo nos apremiamos con tan solo lo que nosotros mismos hemos programado como más importante, es muy válido reprogramar.

La naturalidad de las cosas que vivimos ayuda mucho, si es fluida. Mantenernos tranquilos es prioridad ¿Qué es contrario a la naturalidad? Hay una manera muy fácil de averiguarlo: si le damos demasiadas vueltas al asunto pendiente, se puede perder frescura y nos inquietamos de más.  Respondernos con lo que intuimos y eso mismo unido a la respuesta primera (esa que nos llega tan clara como el agua, y a veces creemos que no es tan válida) o como tanto ya hemos escuchado y dicho, responder desde el corazón.

Algunas veces hay acciones que nos dejan un buen sabor de tarea cumplida y esas mismas pueden ser referentes a seguir, sin darles tantas vueltas. Extrapolarnos autoexigiéndonos no implementa para una paz constante y duradera.

 ¿Qué es pues lo que hay que tener claro en las acciones del día a día? Que estas sean fluidas, es decir ante todo que sean acordes a lo que tenemos como sentido de vida en general, que sean parte del ciclo que nos está tocando vivir, y que no nos tomen el tiempo de más, que a veces solemos darles.

Hay aspectos sociales que se rigen más bien por modas. Cuando uno tiene claro lo que esto significa ya nos vamos organizando mucho más desde el centro de nuestra persona y no por aquello que se vive más fuerte en los ámbitos de nuestros entornos. Es conveniente tener mucho cuidado con que esas formas modales no nos pringuen demasiado el pensamiento, porque suelen pasar como viento que corre y dejarnos el alma seca. La moda es una convención, un acomodo de lo social, pasa rápido, que si funciona será bienvenida sabiendo que es pasajera, se establece más como demanda social que como realidad. La parte que a cada uno nos toca reconformar y darle creatividad es mucho más sencilla.

                                                               La vida de cada uno de nosotros no está comprada. Si así lo sentimos no es por otra cosa que un espejismo vacuo de los convencionalismos que son viento, de pronto viene una ventisca fuerte y nos vuelve   a poner la mente a su lugar, nos recuerda que somos efímeros y así habremos de tener el cuidado de saber que mientras más pasan los años más presente está nuestra contingencia en Dios.

Lo que nos mueve de fondo, a veces aparece ofuscado, tal vez se reenfoque ante un acontecimiento de dolor y con esa vivencia, reaccionemos a lo realmente importante. A veces el paso del tiempo se percibe como un asunto negativo y bien dicen los chinos que son muy sabios: hay que apreciar el paso del tiempo simple. El tiempo de cada día, en el que a veces pareciera que no se hace nada mayormente importante, tiene la mejor parte. Cuando lo que está dejando huella está en ese tiempo sencillo, al cabo recapitulamos y el gozo aparece. Es ahí donde se encuentran las bisagras de la vida misma.

A veces estando solo de descanso y en reposo es posible que solucionemos mejor, algo que queremos resolver de volada tal vez se complique más, y todo se vuelva muy intrincado. Hubo una apoca de mi vida en donde lo que hice en plástica fueron unos ejercicios a tinta que llamé Intrincados, hablaré de eso en su momento.

                                                            Por estas fechas iba concluyendo la primera etapa del taller de motivación en el arte que les impartía a un promedio de 25 (veinticinco) críos, entre niñas y niños. Cada sábado era la cita en el área del club cercano a mi casa. Ese taller se inició por una clara necesidad en el área en donde vivo, muchos niños con sensibilidad querían practicar acuarela y eso mismo animó a sus madres a manifestarlo, y yo acepté.  En esas épocas practicaba más esa técnica. Había tenido que dejar la docencia de varias materias de ciencias sociales que impartía en una Universidad cercana, se me despidió por el simple hecho de que yo no era egresada de la misma.  Me organicé a recibir a los niños en la biblioteca de mi padre que empezaba a estar cerrada pues él ya estaba enfermo. Abrí el espacio a los vecinos y luego llegaron más de otras partes. Hoy me queda claro cómo en lo personal me abrí a misma uno de los espacios/tiempos más reconfortantes de mi vida personal, y llegó sin apenas percibirlo.  Al cerrar el primer año y pedir para la expo final un recinto más amplio en el Club de golf, se dieron cuenta los directivos del valor de esas motivaciones, me invitaron a un espacio más grande y mejor organizado para las clases. Ocho años fueron de un flujo constante de niños y niñas que no teniendo tanto interés los sábados en practicar algún deporte, se llegaron hasta el taller de arte.  A los 8 (ocho) años de actividad, se comenzó a cerrar ese círculo. Todo se cierra y hay que saber cerrar. Cambió de personal el recinto y estando los nuevos empleados menos motivados, ya no me apoyaron de la misma manera. La terracita de casa nos recibió, Habría de continuar esa motivación. Así, se dieron unos seis años más. Hoy día a parte de la enorme satisfacción de saber que varios de esos críos han dedicado sus vidas a la plástica, me invade una alegría silenciosa de lo felices que fuimos en esos momentos del taller. (Continuará).

 

jueves, 6 de julio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (6)

                                 La satisfacción interior es restablecer la integridad del espíritu y el equilibrio de la conciencia.  Amiel.

 

                                                                  Leer, y hacerlo en particular de los diarios personales publicados de otros congéneres, es grandioso. Comencé esta aventura con el diario personal de Virginia Woolf, autora inglesa a quien admiro mucho desde hace años, y aunque ya había yo leído gran parte de su obra novelística y de ensayo, tenía yo el pendiente de saber que decía ella misma de su propio ser. No sé si todos los lectores tienen esa curiosidad de saber un poco más del autor que leen, yo creo que es bueno saber un poco más de esa voz propia. El sobrino de Virginia, Quentin Bell, ha hecho una buena biografía ya que le conoció de muy cerca desde niño y a falta de hijos la autora convivio con sus sobrinos lo necesario para que estos tuvieran muy clara su persona. Nunca es lo mismo una biografía que un diario personal, los sentimientos se donan en este último como gotas de agua fresca y los entretelones tienen un velo de claridad que no lo puede tener quien interpreta, a diferencia de quien habla desde el corazón. Poco a poco fueron llegando otros escritos de esta índole a mi vida, bien se dice que cuando uno tiene un interés o gusto genuino para algo,  se aparece y llega a veces sin avisar. En el caso del Diario de Amiel es un texto tan profundo y largo que lo dejé como parte de mis lecturas de cabecera, y el libro permanece como un preferido silenciosamente activo en la mesita de noche, encuentro en él sentimientos tan variados que a veces hay que regresar una, dos o hasta tres veces al mismo párrafo, me sorprende por su vastedad, profundidad y la psicología que refleja no solo del mismo autor sino de muchos de los personajes que ahí se mencionan. Siempre tuve gran interés por todo lo que a psicología se refiere, así es que cuando leo y encuentro esos recovecos positivos de la especie humana, siento un deleite especial en la lectura, porque creo que es uno de los aspectos más fascinantes de la literatura.

Leyendo a Amiel, me tope con unas reflexiones que a continuación comparto, proviene de un psicólogo que cita el autor, de nombre Biran.

Entre las aportaciones que vienen numeradas (y así se las comparto) he seleccionado algunas.

1.Es esencialmente necesario cuidar la salud en el interior del pensamiento.

2. Que es menester crearse a tiempo una ocupación fija, un objetivo firme y no dejarse llevar por la corriente de todos los caprichos intelectuales.

3.Que no es preciso evitar _y ello enhorabuena_ el mundo, la acción, la lucha, el deber y todo cuanto desarrolla la voluntad.

4.Que es necesario concluir, terminar, formular, acabar; pues la indeterminación, el volver a empezar y el titubeo dispersan las fuerzas.

5.Que no es indispensable aislar en sí mismo la teoría de la práctica.

                                      En estos principios de siglo, me avoqué a revisar papeles guardados. Era parte de mis revisiones obligadas para orear, sacar y decidir que volvería a guardarse y que merecía irse al cesto de la basura, la depuración siempre es necesaria, mucho más cuando vivimos en un ambiente húmedo. Me encontré con muchísimas cartas escritas a mano que recibí desde niña, desde los once años de edad. Modos de ser y sentimientos se reflejan en esas misivas que uno se reencuentra al paso del tiempo, percibidas tan antiguas y tan vigentes a la vez, ingenuas hasta la pared de enfrente, diría mi madre. El cariño que puede guardar un pedazo de papel, cuando uno lo regresa a los manos pasados los años se percibe vibrante, muy especial. Releer a veces nos reconvierte hacia partes de la persona que realmente somos y que olvidamos. Sí, nos fuimos a otra ciudad y eso marco de singular manera el gusto emotivo por recibir cartas y al mismo tiempo escribirlas. Hay varias recibidas que me escribieron mis padres cuando estuve lejos dos veranos en Nueva York, mi madre con su inconfundible cursiva antigua que con solo ver el texto aun sin leer, su persona se hace presente, era una especie de palmer a su modo, y mi padre con sus cartas en papel membretado con un diseño hecho por el mismo, en verde seco/claro, que era parte de la actividad constructiva de su momento. El casi siempre se expresó mejor a máquina, remataba las posdatas a mano, con esa imperdible letra que logran los arquitectos.

Cuando uno revisa, las capas estratigráficas de la vida se complementan. Percibir cómo cambian los mundos y a la vez se enriquece el momento actual. Me fui de la ciudad natal cuando empezaban las fiestas compartidas con varones, se tenía la costumbre de apuntar en un carnet a quienes de los jóvenes pretendientes se les daba una serie para bailar, es decir cada evento tenía como seis series y en esa pequeña tarjeta, uno apuntaba el nombre del amigo con quien se bailaría.

 En las cartas de las amigas quedan plasmados los sentimientos en función estos modos tan peculiares de las relaciones entre los jóvenes de la década de los setentas del siglo pasado.

 Otras me narran que precisamente el joven que les gustaba como pareja no se les acercaba a pedir alguna serie y ellas no se sentían con ímpetu de proponer, no era bien visto que las jóvenes eligiéramos. Cuando venía de vacaciones a la ciudad que me vio nacer, me daba el tiempo de participar en algunas de estas reuniones y tuve varias veces la experiencia del carnet y las series asignadas, en verdad era divertido, cómo un joven se acerca y pide la serie, cómo eso mismo hace que uno pueda conocerle un poco más, más que nada por la convención social. A la ciudad a la que me mudé otras costumbres le daban el sentido a las relaciones entre jóvenes que se pretendían como parejas. En la secundaria las mariposas en el estómago hacían su aparición a la salida del cole, ahí iban los jóvenes y ahí se daban las conversadas en campo neutro y abierto para compartir con las niñas. Me siento muy feliz de haber guardado todas esas cartas, ingenuas, llenas de trivialidades de pubertos que apenas íbamos entendiendo este mundo. Tengo también varias que escribí a máquina y de las cuales hice copias, es fascinante encontrar como varia el pensamiento.

Leí un artículo de Armando Fuentes Aguirre que me marcó. No he sido muy fan de este escritor de artículos periodísticos que circulaban por aquí y por allá, mas a veces los leía por curiosidad y me terminaban gustando en algún aspecto.  Dice que quienes deben proponer la idea de la buena muerte y vivir sin temor a ella, han creado el modo de que muchos seguidores de la religión católica tengan miedo a morir. Y dice: -Son los vendedores de Dios-. Y, me pregunto: ¿Cómo está eso de vender a Dios? Me parece tan ruin la idea, y ya viéndolo bien es algo que se practica y tiene sentido para muchas personas. Ofrecer el amor de Dios como una mercancía es algo que no cabe en mi mente, más bien debería ser algo que uno sintiera y dejara que formara parte de nuestro ser, si así lo decidimos.

Como consecuencia, la vida eterna tampoco se puede proponer como parte de una vendimia, y menos decidir desde la perspectiva humana quienes tienen derecho de entrar a ella y de qué manera. Eso es asunto muy personal y se trabaja desde el centro del ser. Ya Lutero se encargó de sacar del ámbito religioso todo eso que se vendía como un producto de salvación, como lo eran las indulgencias. Esos absurdos han estado propiciando que mucha gente se aleje de tener una buena vida espiritual.

Y volviendo a la narración del miedoso de la muerte, el interlocutor pregunta:

¿He de temer a la muerte?

Y la contestación es clara:

Solo le teme a la muerte quien le teme a la vida.

 Son reflexiones a veces muy evidentes y triviales, valdría la pena ver un poco de cómo se marcó la sociedad a partir de ideas religiosas.

Estuve haciendo unas reflexiones sobre la conversación. Había momentos en que mi marido me hacía ver que la conversación de pronto entre los grupos, es solo una manera de estar, un convencionalismo sin más. Al cabo lo comprendí, no sin sentir un dejo de desengaño y tristeza en cuanto el valor de tener una buena platica en reuniones con personas que uno cree propositivas al respecto. -Nadie va a reunirse a debatir temas-, me decía.  Me di cuenta de cuanto se aprende siendo buenos observadores de quienes comparten con uno, sin necesidad de entrar en grandes argumentos. A fin de cuentas, en esos círculos sociales nada importa lo que se dice, solo el convivir.  Hubo un día en que le dije, -Pues bien, si de eso se trata, iras tu a perder el tiempo, porque a mí me gusta la plática que aporta- y es claro que me dijo que mucho menos iría él. Al cabo fui encontrando más afinidad con algunas personas, que puedo contar con los dedos de una mano y me sobran.

Me fui dando cuenta cuanto tenía yo necesidad de amigos que sí les gustara aportar en la plática, gente que pensara más o menos como uno y que pudiera darse algo más propositivo, al fin encontré amigas así y gozamos mucho cuando ponemos fecha y nos reunimos, porque desde antes ya sabemos qué temas iremos a disfrutar. Mi hijo me dice que le ha sucedido lo mismo en la vida, por lo que veo que es cuestión de personalidad y no de la época en que se vive. Hay temas que ya se comparten en sesiones de amigos en internet, en lo personal no he llegado a esas salas o ámbitos de conversación, mas veo que para los jóvenes ya va siendo parte de la vida.

 Observar las personalidades de quienes comparten con nosotros es algo muy placentero, nos aporta ese conocimiento tan valioso de la persona como única.  

Al cabo, (y que bueno que se dio así) comprendí que los encuentros humanos de tipo social son refrendos de cariño que nada tienen que ver con las ideas que van o vienen. Sí que es muy importante que los seres con los que compartimos vean la vida desde los mismos ángulos de perspectiva que uno mismo, no teniendo porque pensar de la misma manera. Lo que si ya no puede uno permitirse llegado a un punto en que la vida ya transcurrió y uno quiere tener paz, es estar con personas que de esencia no tienen las mismas miras de fondo, porque es muy relativo lo que se puede compartir, a no ser que todo se base en estar compitiendo como si fuera la fórmula 1 de las carreras, en ver que se posee, que tanto se viaja y que ventajas se tienen para ser más que el otro. Resulta aburridísimo que no se pueda al menos dialogar un poco, pero he de aceptar que así se da en general.

Lo mejor que me ha pasado es saber que yo misma soy mi mejor interlocutora.   Cuando escribo el original de estos textos (casi a diario) es cuando converso conmigo misma y ni que decir cuando reviso para compartir. Estoy encontrando esos caminos que uno se afana en seguir y que de pronto se ven truncos, innecesarios, porque en la vida no es tan solo ir eligiendo con sentido, hay que evitar en lo posible la interacción que proviene de las inercias. (Continuará).