De
la vida diaria.
Circularidad
vital (3)
Imponernos
tareas, demandas y ejercicios que nos
roban la paz, puede afectar la dinámica general de nuestros círculos vitales y
dificultar cierres y aperturas. MJ
¿Cuándo
comenzó el ser humano a velar por su paz interior como un asunto tan necesario?
Ha sido a partir de que los niveles de stress y de demandas en acciones que nos
rebasan hicieron su aparición, como que no nos imaginamos a nuestros
antepasados siendo tan observantes de esa paz que hoy día se ha vuelto tan
necesaria.
Cuando
un círculo vital de algún momento vivido no se cierra con adecuación, vienen
los problemas, porque cerrar es indispensable para poder abrir con fluidez.
Esto no quiere decir que lo que se cierra ya no importe, sigue presente pero de
una manera diferente, queda en la memoria, como en el hecho arqueológico: -solo
tiene sentido lo pasado si ilumina el camino presente- como cuando apagamos una
luz y el influjo de su fuerza aún persiste.
Cuando
pensamos que el que debe regir el flujo de nuestros círculos es el corazón, no siempre es claro entender a qué se refiere
tal asunto. Algunos solíamos pensar que resulta muy aventurado dejar a los
sentimientos las resoluciones, más no es lo mismo lo emotivo que lo que percibimos
con la intuición y aunque ésta última a veces nos pareciera como algo
intangible y fugaz, en realidad tiene mucho influjo en nuestras buenas
decisiones. En los últimos tiempos cada vez queda más claro como actúa la
intuición en nuestro ser. Todo ser que razona demasiado puede propiciar
rupturas indeseadas ya que a veces la
razón no tiene ese sentido que tanto se le adjudica, el de permitir claridad. La razón de la sinrazón existe y hay
que tenerlo presente. Es así que si queremos ser más razonables hay que dejar que la intuición permee.
En una de esas series televisivas que están
tan en boga hoy día para el esparcimiento casero, nos encontramos con una
situación digna de revisarse. Una joven decide dar a luz al bebé que no era por
ese momento parte de su plan de vida, y lo quiere dar en adopción, cuando de
pronto el amigo de su hermano (que está muy enamorado de ella y no es el padre)
rescata al crío y decide ver por él. Este ser humano varón que comprende muy claro el ánimo que le habita
y toma una resolución tan sería y digna, tiene muy clara su decisión aún en
contra de lo que la misma madre del crío ha decidido. Cuando ésta se manifiesta en
desacuerdo por lo que él hace, éste solo le mira en silencio y se nota que la
animosidad de su decisión es certera y se puede manifestar en frases claras y
concretas, como diciendo:- No hay que decir de más, cuando el asunto es claro
como el agua- Se le ve a él en su casa en soledad cuidando del crio, dándole el
biberón y velando su buen dormir. Escenas que estoy segura en las generaciones
pasadas no podrían entender ni en sueños. ¿A qué se debe que surjan estos
cambios en procesos que solo conocíamos de una determinada forma o manera?. Ya
ha evolucionado muchísimo el concepto acartonado que se tenía de la paternidad,
al mismo tiempo que ya muchos jóvenes optan con toda claridad por no querer ser
padres. Cuando yo contraje nupcias mi padre que hablaba muy poco (lo que
propiciaba que uno pusiese más atención cuando abría la boca) solo me mencionó
con total claridad: - La vida en
pareja es una vocación- En verdad yo no tenía tan claro que quería decir
exactamente, o si esa vocación era para mí, asunto que fui comprendiendo mucho
más con el tiempo y los años. Nadie puede negar que los flujos de la vida de
pareja sean a veces intrincados y con dobleces, es un hecho que se necesita una
piel especial para saber llevarlos, la paternidad y maternidad no son tareas
para todo ser humano, mas cuando uno toma esos caminos ha habido mucho trabajo
intuitivo. Muchos nos preguntamos
el porqué de tanto divorcio hoy día, yo creo que tiene todo que ver con elegir
lo que no nos corresponde vivir.
Por
estar jugando con las demandas sociales, se puede perder hasta
el cariño genuino de personas que creemos afines.
A
nadie nos gusta saber que alguien que eligió una vida en pareja al cabo la
concluya sin más, pero es un hecho que es preferible cuando las vidas ya no se
pueden compartir. Obviamente esto sucede mucho más por el hecho de creer que hacer vida de pareja es una
demanda social, cuando bien se sabe que aun con vocación a veces es necesario
un esfuerzo extra.
A quienes nos gusta el texto escrito lo realizamos desde el
alma de las vivencias y mucho de los sentimientos. Ahí en mis escritos encontré
que me dije:
Escribir
(me) es volcar el alma, porque ahí mismo están las vivencias como más frescas y
latentes, esas que al hacerlas consientes nivelan al corazón y vuelven al flujo
vital reforzadas.
Inmaculada,
la vida cotidiana puede ser la tarea más creativa de nuestro ser, redonda y
bien estructurada desempeñarla no es un asunto de pepita y cacahuate (como solían decir los de generaciones pasadas
cuando querían referirse a que lo que se hace no es fácil) es en el día a día
en donde se pone en práctica lo perfectible, recordando que lo perfecto que
plantea la mente a veces es un espejismo. Hacer lo mejor a nuestros propios
ojos, porque los ojos de los demás habrán de estar en la visión de sus propios
derroteros.
Al
niño se le encausa a estar atento en lo suyo, es algo que se propicia porque nadie lo tenemos como un don natural.
A quien no se le enseña desde la infancia a que estar demasiado atentos en la
vida de los otros no es sano, seguro vivirá esos mundos de chisme que tanto mal
hacen. El ánimo angustiado contrario a la paz, tiene sus orígenes en
estar viendo lo que no nos incumbe. Tan sencillo lo noté el
otro día que jugamos Lotería y el niño de esta casa a sus tres años lo disfruta
mucho, mas tiende a estar más atento de lo que apuntamos los otros y no de su
propia cartilla.
Releer
es tarea divertida y nos propicia reencuentros, así me encontré el libro Tu
yo sagrado de Wayne Dyler. Este autor deja muy claro que el mundo físico
solo es un vehículo en el que se asienta la animosidad que puede variar dependiendo
de lo que vamos implementando en ella, es decir: crecimiento. Cada problema es
la oportunidad para esa evolución que nos va atenuando los sinsabores, que nos
va permitiendo que no vivamos con regresiones innecesarias dentro de un mismo círculo.
Porque regresar a veces es necesario tan solo para sanear los bríos y renovar.
La
palabra expectativa circula con fuerza en nuestros círculos de vida personal.
Siempre la escuchamos, el diccionario nos dice a la letra: -Esperanza de
realizar o conseguir algo-. Es totalmente válida la expectativa, lo que hay que
cuidar es que sea realista.
Una
mañana de estos días de verano apareció una pequeña zarigüeya dentro del bote
en donde se ponen las bolsas ya cerradas de la basura, en espera de ser
recogidas por el camión. El olor atrajo a tan entusiasta animal en busca
de alimento. Le vi mirarme muy de frente con unas pequeñas e intensas
canicas negras y brillantes, acurrucada al fondo del bote, como diciendo: aquí
buscaba alimento y solo encontré un pozo que me tragó. Que drástico, pensé, un sencillo animalito
del campo en busca de su subsistencia y cae en un pozo. Llame a la
señora que nos ayuda en casa y le dije que me ayudara a soltar a esa
pobre víctima en un terreno baldío y cuál fue mi sorpresa que me dijo: -Si quiere
ahora mismo la mato, siempre lo hago en mi casa. -¿Cómo?- le pregunté. -Y ¿por
qué?- y me dio una respuesta válida pero no convincente: -porque se comen a mis
gallinas-. Le dije que era mejor que pusiera a buen recaudo a sus gallinas y no
matara a un ser vivo que podría encontrar su alimento de otra manera. Solo sonrió
y soltamos al animal. En su mirada percibí que me vio como bicho raro.
Lamentablemente
existe la costumbre de matar a los animales que se interponen en nuestros
derroteros como lo más natural, en el
área en donde vivo hay una época en la que los chiwos (tarántulas negras) abundan y hay quienes los incendian con
alcohol, cuando es sabido que son inofensivos. Así como se defiende a capa
y espada a los no nacidos de nuestra especie, más aun habremos de defender a
los ya nacidos de otras especies. Creo que es un deber impostergable el enseñar
a los niños a liberar a los animales en la naturaleza que es en donde les
corresponde estar.
Carl
Jung lo deja claro: -todo lo que nos irrita de los demás, puede conducirnos a
un envenenamiento de nosotros mismos-. (Continuará)