D.L.V.D. Construir, Paz. (6)
Aprender
a mantenernos en calma en medio de la actividad,
y a estar llenos de vida cuando descansamos. Indira
Gandhi.
El recuento que podemos hacer en relación a lo que nos propicia y
vincula con la paz, es muy amplio. Hemos entrado de lleno al valor de los textos,
una parte de la vida que no todos disfrutamos por igual (y es muy válido que
así sea) mas no podemos dejar de mencionar que su fuerza en nosotros sí que
puede ayudar a tener ese ánimo tan deseado y necesario, mucho más en estas
épocas de tanta información. Es un hecho que todo lo escrito nos impacta y
mucho se queda en nosotros para siempre, de unas lecturas surgen otras volviéndose
enorme la espiral. No importa que pasen los años, porque al correr de éstos,
nuestras preferencias irán cambiando, lo que tenga que quedarse para volver a
leerse seguro permanecerá y lo que hay que observar es que nos implemente para
propiciar paz en nosotros y por ende en los demás.
En los siguientes textos hablaremos de cómo nos pueden
inquietar algunos asuntos de la vida diaria y que adecuaciones podremos hacer
para que eso no suceda, es una cuestión de como interpretamos la realidad y
como lo que nos vamos proponiendo va lográndose dándonos así la posibilidad de
que las satisfacciones sean como bálsamos para continuar una vida fluida. La
perspectiva de que nada es tan importante como para crear una inquietud
irreversible se hace parte de nuestro pensar y lograr que todo sea determinante
para que estando enteros y pacíficos podamos hacer lo que nos corresponde. No
dejarnos llevar por el canto de sirenas, habrá lecturas y acciones que
se cierren y terminen su paso, dejando una estela de positividad.
La frase de Indira Gandhi es muy clara, de entrada, nos
invita a que nunca posterguemos el momento de reponer fuerzas, aunque la vida
de hoy nos lleve a no poner fin a acciones que de pronto nos toman más tiempo
del que habíamos previsto, es importante saber que debemos parar y luego
retomar.
En lugares de clima caluroso es recomendable cuidarnos de
los excesos cuando lo que estamos haciendo se da al aire libre, caminar,
bajarnos y subirnos del transporte, con los estados cambiantes de temperatura.
Mantener la calma en medio de cualquier actividad, es lo primero.
Así pues, es muy válido reenfocar el concepto que tenemos
de tiempo. A nadie le importa que hacemos con nuestro tiempo más que a
nosotros mismos, mas lo que si impacta en los demás es cómo estamos pendientes
y respetar los tiempos de los demás. Un concepto muy trastocado hoy día es el
de la puntualidad. Habremos de tener en cuenta que aun con usos y costumbres (ejemplo:
pensar que el llegar tarde es lo de menos, o algo de buen tono) hay que
saber propiciar y respetar los horarios que se han propuesto. Se entiende que
hay lapsos de tolerancia (que en general los médicos en sus consultorios no
conocen) lapsos razonables y aceptables. La puntualidad es necesaria no porque
no haya tiempo suficiente, sino tan solo porque propicia una mejor fluidez en
las actividades de todos. Si llegamos temprano al lugar al que hemos sido
requeridos, siempre es mucho mejor que estar con carreras tratando de no llegar
tarde y tal vez entrar en momentos de caos. Llegar antes de lo previsto puede
ser muy positivo para aprovechar revisar el celular y no hacerlo en medio de la
convivencia. Respecto a esto del teléfono es muy importante entender que por más
urgente que sea algo, no es conveniente estar solucionando asuntos a voz en
cuello y tomándonos el tiempo de otros, una muy buena costumbre por principio
habría de ser apagar el teléfono apenas entremos a la convivencia grupal, así
sea la familiar y saber que ya le llegará su momento a otros asuntos que
estamos teniendo entre manos. Antiguamente era menor la ansiedad, porque
sabíamos que el teléfono no estaba tan cerca, no era parte de la vida activa de
convivencia, y si era menester hablar, se sabía en qué momento se darían las
comunicaciones. Mucha de nuestra esencia pacifica se ha perdido hoy día por
estar en esa imperiosa necesidad de estar comunicados, querámoslo o no. Es un
hecho que con un celular en la mano se resuelve todo (o casi) mas hay que ser
conscientes que también con estos adelantos hay que tener medida y educación
(no de modales, sino más bien del sentido de convivir) nada es más importante
que el ser humano que está conviviendo con nosotros y por ende el teléfono debe
tomar un segundo plano.
Así pues, el tiempo es valioso, y también es el mejor
aliado para estar del mejor humor y ánimo y más que nada fuera del ámbito de la
ansiedad. Si nos damos cuenta, todos estos adelantos de los que afortunadamente
disfrutamos, se han dado para mejorar la vida y los intercambios de ésta, no
para hacernos esclavos de ellos y creer que tienen prioridad. Es lo mismo en
relación a lo que se da en la concepción de lo que somos, un ejemplo de esta
época es cuando vivimos para la productividad sin sentido humano, podremos
estar creando bienes, mas hay cuidar que en estos procesos no se deje de lado
el lado humano de las acciones.
En los escritos que reviso de pronto me topo con que en
el año cuando yo cumplía 45 (cuarenta y cinco) años de edad, me hacia la
pregunta y quería saber mejor quién era exactamente mi madre, mi padre, y saber
un poco más de sus porques en la vida. ¿Qué tanto nos damos tiempo para saber
quiénes son en la realidad y que tanto habremos de interactuar con ellos teniendo
presentes los asuntos de sus particularidades, sobre todo cuando se van
haciendo mayores de edad? me iba percatando que la idea de su partida eterna ya
estaba más cercana, y esto me rondaba la mente y en cierta forma me trastocaba la paz, no
porque hubiera dependencia mutua en lo físico, sino que empezaba a preocuparme
de cómo iba a asumirse emocionalmente por ambas partes, cuando ellos ya
partieran para siempre. De pronto tuve una imagen de mi madre como si fuera uno
de esos equilibristas que van sobre un alambre, le percibía demasiado
preocupada por momentos sin mayores razones aparentes y como que ausente e
inmersa en resoluciones que se le dificultaban. Me propuse cruzar a verle
(vivía enfrente de mi casa) y hasta hacer unos misterios del rosario (más por
ella que por mí misma, que no soy tan afecta a ese rezo) porque me daba cuenta
como ese rezo especifico le daba paz. Observé que en casa de mis padres si hubo
momentos de ansiedad, que de pronto aparecían como parte de un modo que no se
superó, porque venían de generaciones en las que no se planeaba propiamente la
vida, todo se daba por sentado y más que nada prever no era lo suyo, sino
resolver cuando se aparecía el asunto problemático. Trate de hablar de esto con
mi madre, pero me di cuenta que hacerlo propiciaría mas ansiedad en ella. Es un
hecho que, a cierta edad, es mucho más difícil cambiar los modos de
desempeñarnos. En lo personal me di cuenta que haber tratado bastante con una
persona que me enseñó mucho del buen sentido del orden, me había dado un valor
que hasta hoy practico. Saber ver de antemano que es lo mismo que prever y
tener una agenda previa al día que vamos a vivir. Ni que decir de tener un plan
estructurado de las acciones vitales.
A mediados del año 2000, yo con 45 (cuarenta y cinco)
años de edad, me quedaba claro que aún me faltaba mucho por afinar en las
percepciones que propiciaran una paz asentada y mas o menos duradera, esa misma
que yo había elegido para toda la vida. La entrada del siglo, a todos nos
marcó. Los conceptos en general fueron tomando nuevas acepciones, la vida de
relación en el mundo entero fue tomando nuevos giros.
Herman Hesse dijo: -Como cuerpo, cada hombre es uno; como
alma, jamás. –
¿Qué es lo que quiso diferenciar? Yo creo que nos quería
decir que la vida espiritual nos une como un todo y que en la medida que la
conciencia se va haciendo más abierta, los humanos seremos más afines a lo que
en realidad somos. No somos una especie que propicie todos sus bagajes
posibles, sabemos que mucho del cerebro humano aun nos es desconocido y hay
muchísimo aun por aprender.
Mucho de nuestro sufrimiento compartido (guerras,
descontrol de grupos, ignorancia) proviene de que no todos nos hemos puesto
las pilas para saber más en función a lo que en realidad somos y que nos
toca hacer.
La vida en general se va a dar en función a las
ideologías que permean el grupo social al que pertenecemos, y a veces asumimos
cosas que son muy injustas, cuidar que no se asienten como naturales es todo un
tema.
En estos tiempos en mi mente se afinaba un concepto que
luego ya comprendí mucho mejor: El de justo medio. Se va haciendo claro
en la medianía de la edad, y eso que vislumbramos como perfecto, es algo
que no existe ni existirá nunca, que con los elementos de que disponemos
habremos de hacer el verdadero diseño de la vida que queremos vivir.
Para muchos de nosotros el entendimiento de la
contingencia en Dios nos va dando el color de la vida, la fuerza para saber que
suceda lo que suceda hay mucho que no podremos controlar.
De pronto nos va quedando claro que no hay recetas para
vivir, y eso que se llama ser gente normal, no es tan normal cuando
vemos que a veces se vive mucho con pantallas que no son realistas. Estar
creyendo que los demás llevan vidas mucho más tranquilas que nosotros, es
falaz, la vida tranquila es algo que se aprende a propiciar y aunque parezca a
veces lograda, es asunto que se trabaja a cada momento.
Lo que podemos observar del mundo de nuestros padres, es
tan solo una parte que se asienta en la propuesta de su propia vida y de ahí
hay que partir para no repetir lo que no ha funcionado y poder ser más
creativos a la hora de vivir la propia vida.
Percibir la realidad personal como un proceso de
maduración es muy positivo, sin comparaciones de ninguna clase.
La parsimonia de ser,
Serenamente.
En el solaz de vivir,
Tranquilamente.
Constancia de lo que se da,
Pausadamente.
En el devenir,
Armónicamente. MJ