miércoles, 29 de septiembre de 2021

 De la vida diaria.(Compartido)

                               Nuestro tiempo real, siempre es una conjunción del pasado y futuro que entretejidos en el presente, nos hacen ir y venir. MJ



                               Siempre nuestra vida es un mirar hacia adelante y volver para tomar el aprendizaje del pasado y hacerlo presente. No son los movimientos lo que importa más, sino lo que hacemos con ellos procurando que no nos causen pesar.

                                Aunque no sea necesario saberlo, si logramos comprender que las espirales temporales en las que transitamos van y vienen y que aún más regresan y retoman, la vida cobra un sentido nuevo y nos puede hacer muy felices. Saber que la misión encomendada así como los asuntos más sencillos del día a día cobran el sentido de implementar. Los tiempos de los que disponemos pueden ser ordenados de antemano, mas esto no implica que si llegan imprevistos (que son tan frecuentes que hasta se nos olvida su naturaleza) no nos muevan el tapete como suele decirse en palabras que todos compartimos, cuando se siente un cambio inminente.

Es maravilloso planear, mas los planes siempre serán tan solo la columna vertebral de muchas acciones que se verán alteradas y cambiantes, la vida es asi y hoy día con la pandemia nos ha quedado mucho más claro.

Nos hace crecer tanto lo que ya dejamos como lo que sentimos que podemos ver hacia adelante.

Cuando dejamos de lidiar con el tiempo y decidimos hacerlo nuestro aliado, la perspectiva en verdad cambia porque esa temporalidad se hace cómplice. Es un hecho que cuando nos convencemos de que hay tiempo para todo y más, la fluidez se vuelve un gozo.

Toda mi vida he estado interesada en comprender más y mejor el asunto de la temporalidad. 

¿Qué es eso que de pronto nos hace sentir que todo se detiene? y asimismo ¿que es lo que nos hace vibrar y creemos que estamos en la mejor parte de nuestro vivir?.

El tiempo es el mismo. Es igual para todos, mas solo cada uno lo siente y presiente con una situación personal.

Eso que hemos hecho desde que el hombre es hombre de limitarlo, adecuarlo y nombrarlo son las convenciones que hemos elegido para que nos permita ser mejores seres humanos, nunca para limitarnos o hacernos más difícil la existencia. Cuando tenemos esto muy claro, es así que nos hacemos todo más fácil porque no estamos a merced de las acotaciones que suelen aparecer.

Llegar al punto de mi desarrollo en la pintura teniendo la temporalidad como tema, ha sido muy significativo para mi. Desde el año 2009 comencé a plasmar asuntos relativos a como percibo días, horas y ahora estoy en proceso de plasmar los meses y aunque esta técnica no ha sido de mucha producción ( creo que tampoco las otras técnicas de mi expresión artística han sido demasiado proliferas ahora que lo pienso bien, pero esa en realidad no ha sido ni  es mi intención, ni mucho menos hacer negocio con ese asunto ya que he expresado lo que en el momento dado me ha significado) plasmar en acrílicos asuntos de tema temporal ha sido muy gratificante y lo sigue siendo. 

Aún me queda mucho que comprender respecto a lo que es y lo que significa el tiempo en nuestras vidas. 

Todo toma sus tiempos.

¿Porque existe esa idea de que de pronto no tenemos el tiempo que necesitamos? O por lo contrario de pronto vemos que el tiempo nos regla minutos que a veces se nos deshacen como arena entre los dedos. 

Ahora que le doy más espacio a estas reflexiones me saltan más intereses al respecto y en particular lo que perciben mis congéneres de ese asunto. Cuando se dice El tiempo de Dios no es el tiempo de los hombres, de momento pareciera que se puede interpretar como que Dios es algo muy lejano. En realidad si nos ponemos a ver bien, eso solo quiere decir que es un hecho que somos capaces de tener tiempos de Dios. (De hecho mi último cuadro, que he firmado este año se llama así: El tiempo de Dios). Y trataré de explicar un poco. El tiempo que yo considero que es de flujo mejor y en el que podemos resolver varias cosas y además sentir que flotamos en la vida terrenal impulsados por una vertiente muy positiva y que responde a lo que nuestro interior en verdad desea, es lo que considero un tiempo divino. No es el tiempo constante obviamente. Al llegar a conocerlo y haberlo vivido lo podemos propiciar y regresa de otras maneras. Ese tiempo de Dios todos somos capaces de vivirlo, solo hay que alinear las vertientes de flujo personal y hacer las cosas en tiempo presente. Volviendo al zen ( Al que tal vez volveré seguido durante estos textos, porque ha marcado mi vida para mucho bien y para siempre) diría que nada nos acerca más a Dios que estar en lo que estamos. ¿Alguna vez te has descubierto pensando una cosa y haciendo otra? pues eso es exactamente no estar en lo que se está. Esa acción que parece tan ingenua, no lo es, porque quiere decir que uno vive a dos tiempos y eso es lo que causa mucho estrés. Dicen por ahí que las féminas somos capaces de hacer más de dos cosas a la vez, y creo que no es descabellado pensarlo y menos constatar que lo hemos vivido, mas no es precisamente lo mejor, cuando cerramos el día y nos preguntamos porque estamos agotadas, es probable que sea por esta misma razón.

                        Para hacer este texto que voy retomando de mis textos base, me tomo mis tiempos. No sale así como así, o como si me tomara un vaso de agua. Ya tengo un texto general tomado con apuntes precisos y concisos y de ahi sale todo. Soy yo misma, y soy feliz de revisarlo varias veces. Reinterpreto y me reinvento. El tiempo nos permite eso, volver y volver a ser. No es necesario recriminar lo logrado o pensar que el pasado nos ha robado tiempos gloriosos, eso nunca, lo que sucede es que si logramos tener nuevas miras la luz entra diferente a nuestra vida de cada mañana.

                        A veces es un hecho que los tiempos nos miran diferente cuando pasamos por cosas fuertes. Por asuntos que cambian el derrotero de la vida que creíamos tan estable. Yo tuve un cambio fuerte cuando hace ya casi ocho años perdí el intestino grueso. Así, de un palmo se fué. Ya venía avisando que no andaba bien, pero cerrar ese capítulo con la cirugía mayor que resultó, me cambió todo. Y todo fue para mejor. Muchas personas pensarán como logro vivir sin ese órgano. Pues asi es, no es un órgano vital y no hay más que lograr que el cuerpo se adapte a funcionar diferente y más que nada que se adapte la mente a la nueva situación. Me tomo tiempo, claro que sí, pero es prueba superada desde hace años há.

Hay fechas que nos marcan.

A veces nos puede tomar años darnos cuenta, y la vida se encarga de dar esos momentos de gloria en los que saber que lo vivido fue bueno aunque en su momento se apareció con visos de negatividad.

A partir de esas fechas, las actitudes de quienes nos rodean también cambian y nos marcan de igual manera. Y que bueno, todos crecemos cuando a alguien le pasa algo drástico.

En estos momentos de cambios a veces uno se pregunta qué es el equilibrio. De entrada a mi me queda muy claro que es ahí mismo en el equilibrio que se logra, en donde aparecen los mejores tiempos, uno revalora, la luz es diferente.

Estar equilibrados es un estado mental. No es algo con lo que se nace del todo, es algo que se trabaja. La primera acción validadora de un equilibrio sano es aprender a observar. Los niños lo tienen nato, somos nosotros los adultos los que les conducimos a los trajines del sobrevivir alejándose de los espacios del vivir, observando.

Yo tuve la enorme experiencia de motivar niños en el Arte. Es de las acciones más bellas que la vida temporal me permitió, y digo temporal en el doble sentido: porque en realidad en el tiempo terrenal estamos poco, y en el tiempo de alguna actividad concreta también. Cuando realizamos algo que nos motiva y hace diferencias en nuestra vida nos parece que es un segundo lo que hemos vivido tal asunto. Duró unos años nada más mi interactuar con los niños, pero me marcó para todo lo que tendría que vivir después. Así sucede. Con lo que vivimos va el tiempo dando un asiento que es en verdad lo que nos puede dar la paz verdadera. Toma su tiempo como todo. Deja sus frutos a veces, como si estuvieran en conserva.

Ahí con los niños corrobore lo que el orden aprendido en casa había hecho conmigo. Siempre hubo tiempo para muchas cosas, pero las que más me marcaron en la infancia fueron las que compartí con una actividad creativa. Así es como nunca me pareció absurdo que mi padre me levantaba muy temprano ( a veces a las cinco a.m.) para alguna actividad concreta antes de llegar a la escuela, como practicar tenis o ir a cazar codornices con nuestros perros pointer, verles correr por los campos rodeados de henequenales sintiendo la brisa matinal y los colores azulados de eso plantíos me dejaron una maravillosa imagen que es recurso de gozo cuando la evoco hoy día. Hoy que por la edad y las actividades me veo leyendo o escribiendo a esas horas madrugadoras, me doy cuenta que soy la mas feliz. Ver el amanecer desde mi ventanal mientra entra la mañana, sentir sus coloridos varios y diferentes cada día me dan vida antes de las actividades de cada día. Siento que ya disfrute desde muy temprano el valor concreto del día. 

En una ocasión, una maestra universitaria que nos hacía entrar en razón para poder lograr los objetivos de su materia, nos dijo: jóvenes, el dia tiene 24 hrs. es un hecho, pero la realidad es otra, muchas de esas horas nos las pasamos arreglando lo que se hará con las horas que en realidad cuentan. Yo creo que todas las horas cuentan, pero es un hecho que las horas azules son algunas nada más. ( De  los primeros cuadros que hice, propiedad hoy día de mi hijo, están : Las azules horas.)

Las horas azules son esas mismas que al fluir en nosotros con mucho bien nos hacen sentir diferente la vibración vital. Son horas que percibimos como rápidas, pasajeras y sutiles y que cuando volteamos en la esquina de una calle, se han esfumado. Nunca se esfuman para siempre, podremos evocarlas. Siempre dejan mucho.

Y así vamos sabiendo que tiempos queremos destinar para qué actividades.

Saber lo sagrado de nuestros tiempos es valiosísimo.

Cuando recién casada a mi marido le daba por descolgar el auricular del teléfono para no recibir llamadas al mediodía a la hora de siesta, a mi me ponía los nervios de punta. Y ¿Si hubiera una llamada de urgencia? El argumento era: Nada será tan urgente que no lo lleguemos a saber. Él consideraba muy necesario ese momento de aislarnos ya que es tan solo un rato de respeto a uno mismo para recobrar fuerzas. Cuando hoy día voy a mis horas de siesta (que en realidad son tan solo un rato de aislamiento) para retomar impetus, pongo en silencio mi celular sin más, jamás  ha tenido esto un asunto de recriminación ni enfado. A la hora acordada conmigo misma vuelve mi celular a su natural alegre de recibir llamadas y la vida sigue.

En mis lecturas de esta época voy notando como mis hijos jóvenes iban tomando su tiempos personales. El tiempo que damos a las primeras infancias de los hijos son algo muy especial. A veces en estas épocas me sentía culpable porque muchos ratos me los absorbía la migraña o algunas actividades que no podía dejar pasar como estar presente para mis padres ya adultos u otras cosas infalibles. También percibo como ya después, los apremios se iban transformando en gozos y de ver nuevas rutinas más maduras. Cuando los hijos se van dirigiendo a sus encomiendas personales, volvemos a tener espacios que parecen enormes muchas personas sufren porque es verdad que hay una inercia que queda floja después de haber estado tan atentos a ellos mientras crecían. Aquí, a principios de siglo los jóvenes de casa iban tomado sus caminos. Sus propios intereses que aunque jamás hasta hoy día han dejado de compartirlos con nosotros, están ya a otro tiempo.

La plenitud, no es la cantidad. La plenitud tiene todo que ver con los tiempos y como los utilizamos.

Mientras crecieron los hijos yo tuve las migrañas más intensas que pueda recordar. Me mantenían paralizada por horas. Las visitas al neurólogo eran frecuentes y los medicamentos me dejaban sin dolor, pero como jerga después de trapear, como claramente dice una amiga al respecto del cansancio o la laxitud del cuerpo provocada por algo externo. Así, como jerga trastocada me subía a mi auto y me iba. Tuve la mala fortuna de un accidente que entre todo fue con suerte. Hasta hoy estoy agradecida a los jóvenes que lo presenciaron y pararon para ayudarnos. Mis hijos chiquitos sufrieron golpes y hubo hasta una cirugía de cara que me dolió mas a mi que a la afectada, así como golpes en un brazo a la nana que los cuidaba. Gracias a todo esto aprendí que era mejor no manejar cuando el cuerpo aún no se adapta al medicamento que tenemos que tener para ayudarnos a una calidad de vida necesaria, mucho más si vamos en el automóvil con los hijos pequeños. En esta época ni soñar con asientos especiales para los peques. Así me vieron y crecieron junto a mi todos lo que me rodeaban, con mis pañuelos amarrados en la cabeza pero atendiendo todo. Hoy día puedo decir que mis tiempos migrañosos se fueron, eran de orden hormonal como hoy ya nos queda claro a mi hija y a mi que aunque ella lo padece ya sabe mucho más claro como controlarlo y no tiene que ir tanto a medicos ni nada. Yo creo que eso de las migrañas tiene que ver con la genética y cada quien debe encontrar sus propios tiempos y respuestas.

Algunas de las personas que a veces entran en periodos depresivos yo creo que es porque les gana la ansiedad de ese tiempo que nos da la impresión de que no se acomoda. Porque tiempo hay para todo, mas ¿es que en verdad sabemos como acomodar los tiempos para nuestro beneficio?

                            Son muchísimas las situaciones y cosas para hacer que nos permitan incrementar nuestro ser interior. Mucho de lo que se aprecia a veces en las carreras de crecer hijos, luego se puede volver un deleite. Ya en estas épocas en que se encauzaron caminos nuevos, me di tiempo para saber más de literatura. Como supe de cursos en las universidades cercanas a casa me inscribí. De entrada me di cuenta que todo sería un disfrute total, mas de pronto descubrí que me daba ansiedad el momento de los exámenes ( en toda mi vida no me percate de este asunto, y siempre me fue bien) así que hable con quien impartía y me dijo: Si no haces exámenes no tendrás diploma final. Quede totalmente clara. No era el diploma o el papel por lo que iba, y no me iba a estresar. Solo disfrute los cursos y con la misma me lleve libros y apuntes para seguir disfrutando.

                             Apreciar de maneras diversas las épocas que vamos cerrando para darnos nuevos tiempos es algo que debemos tener presente. No importa que cerramos si lo que sigue es parte de eso mismo solo que transformado.

Lo más preciado que tenemos de la vida se va transformando para nuevas situaciones mucho más maduras. Respecto al tiempo que dedicamos a los hijos hay muchas falacias que nos hacen creer que debemos estar casi costurados a ellos.Tengo una prima queridísima que fue maltratada por el marido que eligió. Al cabo termina dejandole y pasó por un tiempo sin poder ver a sus hijos. Eso solo de escucharlo ya nos duele, pero las experiencias nos demuestran lo contrario, saber dar tiempo de calidad . Mas eso era un asunto vital, o se salvaba ella o no iba a lograr  la fuerza para tener tiempo de calidad con sus críos. Hay día, que le aprecio aún más de lo que puede imaginar después de observar su fuerza y determinación (al saber como logró ser una vez más ella misma y volver más fuerte al lado de sus hijos) me doy cuenta con que facilidad  juzgamos lo que no entendemos de fuera. Aún habiendo pasado un tiempo lejos de sus críos, ella logró un tiempo de calidad con ellos ya sin sufrimiento. Ha encauzado su vida claramente como partícipe operante y activa en ayudar a mujeres vulnerables y que necesitan tiempos de apoyo para poder vivir con dignidad y entereza. Viendo situaciones así (que en mucho hoy son el pan nuestro de cada día) me pregunto si en verdad a ese ser que tuvo como marido en verdad ella lo eligió o fue su situación familiar o sus padres quienes le orillaron a eso. A veces es tal la magnitud de las ideas de los adultos que implican a los jóvenes a vivir cosas para las que no están aún claros, o con personas que no son las indicadas, que se crean situaciones que luego hay que desandar.

Desandar, desaprender, no son acciones negativas ya que siempre nos dan el tiempo de tener nuevas enseñanzas.

En verdad que bueno que han cambiado los tiempos. Que bueno que hoy sabemos que importante es tener claro qué queremos hacer con nuestra vida para que sea activa y propositiva en el medio en el que vivimos. Es un hecho que antiguamente se tenían demasiado en cuenta las expectativas de los adultos, hoy por la Gracia de Dios ya cada ser toma por el cuello sus propios asuntos y ya hay más conciencia de que solos entramos y solos debemos definir los derroteros.

Hoy día que nuestro nieto de tres años apenas empieza a entender como se toman los cubiertos para comer en la mesa con todos, tratamos de ayudarle y él mismo nos dice: Lo que no se sabe, hay que hacerlo.Se llega a un punto por sí mismo en el que pide algo de ayuda, observa y continúa tratando.

                                  El tiempo que me he dado para escribir todas mis vivencias a mano, con varias expresiones manuscritas que ya son parte de mi, es un tiempo muy feliz. Las horas que me he pasado en eso ( para muchos un total desperdicio) para mi han marcado las diferencias. Horas que han sido (y  siguen hasta hoy siendo) sagradas.

En una ocasión hace ya muchos años, visitando la Menil collection de Arte en Houston, corrobore como mis temores de que seguir escribiendo a mano eran infundados. Me percate que tenían un valor como ahí encontré expuesto en dos enormes lienzos de madera ocupando enormes paredes. Había todo un texto en gis blanca, manuscrito. Era un texto efímero, pero al ser tan grande y visto por tantos visitantes cobraba un gran sentido. La escritura manuscrita nunca será parte del olvido de la humanidad, es una acción que implica a todo el ser y no la suple un teclado. Es algo diferente y quien la practica debe seguir haciéndolo, es una mentira que solo debamos escribir en teclados.

Cada libreta que revisó se cierra para irse a una caja segura que quedará al resguardo de mis hijos. De ellos no poder resguardar,  ya saben mis indicaciones al respecto.

La mano con el pensar son uno. El lápiz o instrumento (cualquiera que sea) de tinta que fluye y se desliza sobre el papel cobra un tiempo que se plasma para siempre. Hay palabras que en su simple construcción parecen una escultura. Solo podemos pensar que no son esculturas de arena, sino de tiempo invertido para dar ideas y pensamientos. En su texto, Cartas a mujeres, Virginia Woolf habla de este tema. Nos dice que es muy importante saber la voluptuosidad interior de las cosas insignificantes, como lo es una palabra escrita a mano.

                              No es necesario pasar por cosas de dureza vital para percibir los tiempos bellos o los mejores coloridos. Solo ha de bastar estar dispuestos a darle ese buen sentido a nuestra vida. La madurez ayuda mucho. Cada momento puede ser perpetuo, enorme, significativo y aunque lo sintamos fugáz es infinito.

Periódicamente los regalos más grandes que podía hacerme a mí misma en esta época, era la adquisición de plumas. En esta época me auto regalé una pluma fuente que disfruté como pocas cosas. Hoy día ya no escribo con ella, tuvo su tiempo y momento y hoy es parte de un gozo cerrado. Prefería adquirir plumas y libretas especiales a muchas otras cosas que en realidad no me significaban nada. Con el tiempo valoro esos instrumentos de escritura porque marcaron la felicidad de periodo escrito. Mas, las cosas más bellas de la vida se suceden en el momento menos esperado, la pluma con la que escribo hoy día es un regalo de mi hijo que me llegó sin más, como un regalo de no cumpleaños y que tiene la maravillosa acción de rellenarse con tan solo girar el cartucho dentro del tintero. La disfruto como pocas cosas, jamás la cambiaría ni por todo el oro molido del mundo, cada que la relleno solo me puedo decir a mi misma que la plenitud de estar viva habita en mí  y que seguiré escribiendo mientras pise este mundo.

La sencilla mesa de trabajo en donde con un orden muy mío tengo dispuestas mis libretas que están en funciones, es algo que disfruto desde todos los ángulos. No podría vivir sin esa mesita conformada por un sencillo cristal y un portalápices que contiene solo tres. No necesito más ni menos.

La verdadera felicidad se concreta con unas cuantas cosas, con algunos especiales momentos.

                              Cuando logramos concretar buenas ideas dentro de los tiempos que nos regalamos para saber mejor quiénes somos, a veces vemos aparecer a la providencia disfrazada de aventura que propone, como diciéndonos que hay mucho más que hacer que las simplezas que hemos elegido para nuestro gozo personal, a mi me ha valido más decir: No. aquí no tienes cabida. Este asunto de hacernos creer que los tiempos mejores son los que vivimos con las demandas del mundo, aquí se han esfumado. Aquí, nada demanda el mundo. Todos en esta casa vivimos haciendo de la creatividad nuestro modo de vida y de la sencillez nuestro quehacer espiritual.

Escribí:

En estos tiempos lo que más me hace feliz es,

La sencillez de los entornos.

Los ruidos que habitan los rincones.

El rayo de luz que se entromete en donde nadie le llama.

Los aromas del viento que se esfuerza por pasar por los resquicios. MJ

                         Uno, como homo sapiens sapiens solo tiene el mayor compromiso con uno mismo. De no ser así, se nos dificultará dar tiempo para los demás.

Cuando uno logra más conciencia, casi por inercia la vida se simplifica.

¿Alguna vez te has sentido como que se te paraliza las vida en las manos?

En esos momentos es tiempo de parar. Es tiempo de volver los ojos y mirar observando como solo nosotros somos los creadores de lo que realmente nos significa.

Nuestra hija en sus años de primera juventud, deseo mucho poder irse a un intercambio en el extranjero, lo logró. Nosotros apoyamos ante viento y marea para que fuera todo con sus intereses de ese momento en concreto como lo era la equitación y un cole que le permitiera en verdad perfeccionar su inglés. Nos quedamos atónitos cuando un día llorando llamó y nos dijo: Me regreso a casa. Todo el tiempo invertido para este logro parecía esfumarse en un segundo. Tomando las cosas con calma al fin pudimos comprender que lo que en realidad necesitaba era cambiar de familia, en un tris el padre de familia en donde estaba había manifestado que no quería a nadie en su casa. Gracias a Dios el tiempo de Dios llegó y se pudo cambiar de casa, no sin antes sentir lo prolongado del ínterin mientras esto sucedía. A diario nos pasamos buen rato en el teléfono animandole a esperar una mejor situación. Cuando llegó a la casa nueva ya ni nos llamó con tanta frecuencia. Empezó a fluir otra vez y más aún valorando que su nueva familia le había recibido con bombo y platillo. En unos días más tarde ella nota que todos los miembros de esta familia tenían en el centro de su nombre una R. Preguntó qué significaba y uno de los hijos ( que hasta hoy son sus amigos y están en contacto) le dijo: Esa R, es del apellido de mi madre cuando era soltera: Roche. Mi hija casi se va de espaldas, cuando a su vez le dice a su nuevo amigo, ese es también el apellido de mi madre.

No en balde diré que esa señora de Philadelphia vino a conocernos, a concretar quién era esa mujer mexicana con la que compartía el mismo apellido. Nos pasamos unos días maravillosos y hasta decidimos que tal vez sea un hecho que vengamos del mismo grupo que emigró a América, ya que ella tiene hermanos en California y yo por algun lado escuche que tambien nosotros tenemos parientes por ahi. El mundo si que es un pañuelo. Sin duda alguna.

Las cosas no pasan porque sí. Es aquí donde podremos observar de una manera fehaciente que en verdad los tiempos de Dios existen y que solo hay que saber que los viviremos.

Así es, los tiempos de Dios si que pueden ser parte de los tiempos de los hombres. Seguiremos explorando como lograr que esto cada vez sea más y más parte de la vida humana.

Continuaremos. MJ








martes, 14 de septiembre de 2021

 De la vida diaria.(En word)

                             Es una línea muy delgada la que separa el ámbito de nuestras decisiones y ese lugar al que vamos llegando a cada momento y que a veces parece que la vida nos lo ha impuesto. MJ


                             Es una realidad que la vida no nos impone nada. 

Esa percepción equívoca proviene de que a veces la vida nos sorprende, mas eso nunca es lo mismo que imponer, es diferente cuando nos hace pensar que lo que vivimos no nos corresponde. Cuando vivimos lo que no es nuestro, lo sentimos y se da más bien porque así lo hemos decidido, son decisiones como encubiertas siendo lo más seguro que nos demos la media vuelta y volvamos al camino con un sentido más claro. Cuando esto sucede el aprendizaje es muy especial, se da más fresco. Todos y cada uno de nosotros somos el resultado de decisiones, sean de otros -cuando nosotros no podemos aún tomarlas- o sean las nuestras bien o mal enfocadas. Si nos encontramos viviendo algo que no entendemos a carta cabal, de entrada nos inquieta y nos revelamos, si nos va bien tratamos de entender cual es el mecanismo que lo ha desencadenado, y si ya estamos en la madurez, esto nos permite pensar un poco más fríamente y darnos cuenta que es el producto de lo que somos y viendo más allá podríamos hasta decir que es la razón que nos mueve a vivir. Es lógico que hay situaciones que no nos gusten, si tenemos paciencia serán las más provechosas.

Nada de lo que pasa es producto del azar. Si esto lo vamos comprendiendo, con los años vamos teniendo más certidumbre y la sutileza de aceptar y hasta de comprender mejor, con más claridad, porque todos necesitamos sanaciones constantes para que el flujo de la vida se haga más ágil.

Hoy es la mañana del once de septiembre. 

Una mañana exactamente igual a la que hace veinte años vivieron más de tres mil personas que se esfumaron de este mundo por la voluntad trastocada y enferma de un grupo de sus congéneres. Decisiones equivocadas que afectan a muchos inocentes. Nada nos asegura estar en el lugar correcto y mucho menos que gente de nuestra misma especie pueda tener la ocurrencia de hacer que desaparezcamos. La vida es así, efímera y a la vez de una fortaleza inaudita. En antropología se habla mucho de como la  especie homo sapiens  ha logrado a base de adaptaciones profundas -para algunos poco entendidas- permanecer en la tierra. Como grupo vivimos las vicisitudes más tremendas de que podamos ser presa como parte de la adaptación ambiental, todas superadas con el don de la adaptación  y así mismo una vez establecida la civilización las controversias del grupo han propiciado que muchas personas mueran grupalmente sin chistar. Recordemos tan solo por un momento lo que hicieron los nazis, lo que siguen haciendo otros grupos extremistas en diferente partes del orbe. Hoy día los efectos de una pandemia que ni en sueños pensamos vivir y de la que estoy segura nadie volverá siendo la misma persona.

Pareciera que es más fácil superar lo que proviene de la naturaleza como una adversidad. Cuando el mal proviene de congéneres y se nota que es premeditado y realizado como si fuera algo natural, nos cuesta más, creemos a veces que uno debe de vengarse sin reparar en que ese sentimiento solo perpetúa el dolor. Hay mucha distorsión en algunos actos humanos, mas no a los afectados (o no) nos corresponde darles su merecido,cuando descubren que ellos mismos están en un sentido equívoco tendrán que volver el camino solos. Ninguna decisión deja de tener consecuencias, aunque a veces no las veamos claras. 

He escuchado varias veces que parte del discurso medular de cuando Octavio Paz recibió el premio Nobel, fue advertir que seriamos presa de los fundamentalismos. Nada equivocado andaba, tal vez muchos ni le escucharon, él era un estudioso de sus congéneres y sabía eso de los excesos en las creencias distorsionadas. A veces oímos sin escuchar. Estas personas que adoptan una creencia como todo lo que determina sus vidas, están convencidas de que esas son las mejores teorías para sus decisiones, es muy difícil sacarlos de ese pensar. Ese -creo yo- es el peor problema de la especie, creer que sabemos lo que pareciera cierto para todos. no logramos a veces damos cuenta que todos tenemos una línea que hay que tener clara y seguirla, mas no por eso le viene bien el saco a otros. Nadie camina el camino de nadie. A veces ayudar, es perjudicar más.

No es fácil aceptar que somos nosotros mismos los que propiciamos nuestra felicidad y nuestro dolor, porque se nos olvida que tenemos la opción de hacer con lo que vivimos algo con un sentido genuino. Somos a veces presa fácil del miedo cuando lo que sentimos o intuimos pudiera llegar a ser parte de una conducta que pueda separarnos de lo que hace la mayoría. El instinto de supervivencia tiene que ver con esto, mas no avanzamos realmente como grupo si no hay personas que logran atreverse más profundo en sus sueños. No importa si nos acomodamos a la masa o si nos salimos por la tangente y hacemos lo diferente, porque la esencia del bien no está ahí, está en que el ser sea fiel al yo real.

Toda esta refleixon me viene a la mente porque tan solo el hecho de crear este texto a mi me cambia. Cuando escribo me voy transformando y gracias a la tecnología esto puede ser compartido casi en tiempo real. Escribo revisando cosas que hace mucho viví, mas hoy día son la tela de donde corto para recrear esta narrativa. Voy y vengo y mi mente crece y en otros momentos se pasma, según voy observando. Hoy, me ha quedado claro que no hay más que ser uno mismo y sacar lo mejor posible de ello.

En estos días, un buen amigo y vecino a quien he conocido cuando él y su esposa se inscribieron en las clases de acuarela que impartí en nuestro parque, tuvo una pérdida. Ante ese evento doloroso nos intercambiamos ratos de platica y yo le preste un libro que creí podría mitigar su dolor. De vuelta de ese libro recibí un regalo, un libro que me ha dado mucho que pensar y reflexionar, un texto del exterminio nazi de boca de una superviviente. Que bello es saber como una joven mujer a sus escasos dieciséis años logró utilizar su mente para sobrevivir, traspasó su dolor y logró hacer con claridad las decisiones que le llevaron a ámbitos de mucho crecimiento. En un momento dado de su texto nos dice: Nadie se cura en línea recta. Y es que así es, todos tenemos que retroceder de pronto y volver con más impulso. Ella, pudo lograr no ponerse el saco de víctima, a pesar de haber sido parte de una mal tremendo. Así es como podemos ser transformadores de nuestra propia realidad.

 El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, ya había cambiado en mí algunos años atrás, mi percepción general de lo más importante: lo que ponemos en nuestra mente. Cuando este libro llegó a mi, no tenia ni sospechas de lo mucho que transformaría mi vida en los ámbitos de como cuentan las actitudes para que la vida brille o se oscurezca. Lo leí porque un gran amigo y entrañable ser humano en mi vida, me lo regaló hace unos años. Este amigo también se transformó a través de las enseñanzas de Frankl, su experiencia de cambio fue dura y determinante y con mucho ahínco  logró  volverse de nuevo a la vida, más fuerte. Este nuevo texto que leo ahora, está ligado al Dr. Frankl también, la protagonista fue su discípula. Ella redimió su vida de dolor  junto a las enseñanzas de él. El libro vale mucho la pena, se llama La Bailarina de Auschwitz y lo recomiendo a quienes disfrutan de esas lecturas redentoras. No todos disfrutamos de ese tipo de enseñanza, cuando leí a Frankl por primera vez solía hablar de ello -hasta lo compre para regalar a algunas personas- mas me tope con algunos seres humanos que lejos de agradecer me dijeron que no les gusta leer cosas tristes. Siempre somos asi, cada quien ve con sus propios ojos y hay que respetar esos puntos de vista. 

Saber del dolor humano a veces nos asusta. Tal vez creemos que si lo conocemos nos va a alcanzar. Para mi no es una cosa triste mientras la redención de los seres humanos sea real y nos fortalezcamos. Pero para sabios se hicieron los colores, y cada quien ha de elegir el suyo.

                                  Aquí me tienen ya de nuevo con mis textos de principios de siglo, motivandome. Escribo con gusto porque se que hay algunas personas que los disfrutan. Esto, aquí quedará para poder siempre mirar para adelante.

 Así mismo pienso, que con los años nos vamos dando cuenta que maravilloso es poder decidir. Hasta me atrevo a pensar que es el verbo más bello del género humano, saber por dónde enfocar y qué hacer, sobre todo cuando aparecen los sinsabores o la vida nos toma desprevenidos. Pareciera muy sencillo pero no lo es. Los caminos a veces parecen trazados por otros y nos encanta culpar, mas conforme pasan los años mas y mas evidente va siendo que es nuestro ser interno el que va decidiendo. Hay algo en nosotros que nos conduce, que nos guia y nos hace encontrarnos en tal o cual situación, así como con tal o cual persona.

                                 Siguiendo mi propio texto con la cronología de mi propia evolución, continúo.

William Blake dijo:

Si las puertas de la percepción estuvieran límpidas, todo aparecería tal y como es : Infinito.

                                A veces, cuando terminamos de leer un libro, nos hace bien volver sobre algunas de sus páginas y permitirnos encontrar nuevos significados, sacar las limpiezas de los conceptos para que nos den su néctar más puro. Darnos el gusto de vernos como en un espejo, porque los buenos libros en eso se pueden transformar y transformarnos. Sabemos que el camino de la luz es uno en nosotros y múltiple en la grandeza del orbe de todos los congéneres, pero la misma palabra lleva inmerso el asunto que hará bien a cada uno de un modo muy personal, saber que hasta en lo más recóndito de este mundo el homo que vive como sapiens sapiens es un ser que está profundamente unido a cada uno de nosotros. Solo los modos cambian, y puede ser muy divertido encontrar nuevas formas de observar.

                              En lo personal he pasado varias cirugías durante mi vida. Es algo que ha venido con mi condición personal. Lo que más me enorgullece por dentro es que en cada ocasión he encontrado la manera de salir de esos momentos que de pronto parece que nos debilitan, y que en realidad nos hacen más fuertes. El reloj del diario vivir se cambia en ritmo y forma cuando regresamos de alguna adversidad. En estos tiempos que reviso me vi en una silla de ruedas porque fuí sometida a unas sencillas operaciones de pies por espolones calcáneos en ambos, producidos por estar mucho tiempo en las canchas de tenis. Me mantuvieron sin caminar. Comencé a ver y percibir todo diferente. Hasta los cantos de los pájaros se afinaron y dieron otros sonidos a mis oídos y tenía mucho más tiempo para escuchar hasta su ínfimo tono. Lo importante aflora. Vemos de verdad con otros ojos. No me corria prisa por esforzar la necesidad de volverme a poner de pie, el médico me aseguró que volvería a jugar tenis que tanto disfrutaba, mas la realidad fue otra y no logré volver con la misma confianza. Escribí mucho de lo que percibí. Los espíritus se refuerzan en las convalecencias. Uno aprecia la buena voluntad de los otros, nos dejan ver sus facetas que a veces están más escondidas.

En esos días escribi:

                             Que nada nos afane.

                             Que las exigencias no nos perturben en demasía.

                             Los seres junto a nosotros bastan.

                             Su felicidad, la nuestra, un círculo total.

                             Que nada nos afane.

                             Ser, por ratos como los mismos pájaros, volando con la necesidad del vuelo.

                             Ir con constancia sin exigir de más.

                             Que nada nos afane.

                             Poder distinguir entre lo necesario y lo superfluo.

                             Cuidar la madeja entrelazada del mundanal ruido.

                             Que el mundo sea inspiración, más no siempre camino obligado. 

                             Que nada nos afane.    MJ


                              La conciencia universal nos implosiona y al mismo tiempo nos hace ver en lo individual.

Que bello es volver a escuchar que menos, puede ser más. Una y mil veces.

Cuidar las expectativas.

Todos somos en parte el otro. Todos somos espejos andantes que nos vemos reflejados con mucha constancia. Cuando la vida nos recluye, cuando nos pide parar para tomar un nuevo aliento, sabremos que sin los cercanos no somos nada. Sabemos que hay almas gemelas qué nos tienen en mente estén cerca en lo físico o lejos en otro sitio, sabemos que nunca estamos solos aunque así lo percibamos.

Mucho del bienestar interior se va labrando cuando aprendemos a detectar las imágenes absurdas de nuestras mentes inquietas. Entonces nos toca acallar. Se nos pide esa observación profunda que no siempre nos permitimos.

¿ A qué tanta inquietud? 

Es verdad que no es la vida la que está decidiendo por nosotros, mucho menos el Dios en el que creemos. Nada de eso actúa ni interactúa en nuestros mundos, es tan solo el correr de la vida que nos toca aceptar y a veces nos cuesta.

Existen los baches anímicos.

Vienen cuando menos son invitados y se aposentan en el medio de nuestra sala mental.

Son parte de nosotros. Debemos darles la mejor perspectiva que es aceptar, para poder abrirles la puerta y dejarlos salir una vez entendidos.

La respuesta es fluir.

Se fluye en la acción. Se fluye con buen humor y rutina asidua, con las preferencias claras.

                                  A la emoción no podemos descartarla de nuestra vida. Es parte. Lo que vamos aprendiendo es ponerle un lugar especial para que haga su parte y nos fortalezca. A veces viene con amigos que ha convidado para que aprendamos a distinguirlos y darles la salida más rápido. El miedo es uno de ellos. Este siempre se pega a la emoción y quiere que ésta le lleve a todos lados. Así lo hace, a la primera de cambio se aparece, pero uno debe elegir rápido y saber como ponerle patitas en la calle. El miedo es enemigo de los imprevistos pero le gusta estar presente cuando estos llegan.

Nunca la rutina es un agobio, como a veces se plantea. Se nos ha hecho creer que hay que salir de ella para vivir de verdad, pero sin la rutina como base los caminos de salida a la felicidad se hacen más sinuosos. Nunca hay que temerle, hay que resolver con diligencia y pasar a lo que sigue.

En estos días recibí una llamada por teléfono de mi madre, en la que me dijo a bocajarro en el momento en que levante el auricular: 

Hoy, ha muerto el último de mis hermanos varones.

De momento me pasmé ante una información tan contundente. Y continuó: 

Ya solo quedamos las mujeres, y una tiene cáncer terminal. Me quedé más muda.

Ya estamos a un pie de la sepultura.Concluyó.

Fueron nueve hermanos. Nunca les vi mayormente interesados en pasar ratos juntos. Mi madre empezaba a notar que su círculo vital se cerraba.

En verdad no sabía por dónde tomar la madeja de sus palabras. Mi madre que era una mujer práctica y jamás dejaba entrever sus sentimientos muy explicitamente, estaba abriendo una puerta en mis narices y esperaba de mí alguna buena respuesta. Solo pensé como ella -esto debe requerir algo en lo que no tengo mucho que pensar- y reaccione dando la respuesta que ella me hubiera dado:

¡ No hombre! - me nacio del alma decirle- ¡exageras!, y a renglón seguido atravesé la calle -vivía enfrente de mi casa- para verla en persona, y decirle: Tú mejor que nadie sabe de los caminos de Dios. Hagamos una oración sentida por ese hermano que hoy te dejó y piensa en tus hermanas y en especial en esa que está enferma, y vamos a la cocina que hay que poner la mesa. El asunto del buen comer fue siempre lo suyo, pero no solo en las viandas, ella también gozaba como se ponía la mesa, como se ofrecían esos manjares sencillos pero hechos con mucha dedicación en su casa. La lleve por ahí, a que sus dolores de momento se disiparon con las ollas que calientes y olorosas esperaban esos platones que aunque fuéramos tres gatos se tenían que poner con todas las de la ley en su mesa siempre muy sencilla y elegante, bella. Salimos de la habitación a la acción de cada día, le vi esforzarse en lo físico porque es un hecho que las pérdidas nos aletargan. Me preguntaba a mi misma ¿Cuanta razón tendrá en dar vueltas a sus pensamientos de que en realidad estamos de paso? Tenía mucha, porque hay que pensar en eso a veces, pero no dejar que nos domine y saque lo grande que hay para gozar a renglón seguido. Ese día yo no podía saber, que después de esa platica mi madre viviría unos diez años más y que en realidad sí le tocaría ver irse a sus hermanas menores. Como hermana mayor había desarrollado un cariño callado pero muy fuerte. Ese día me di cuenta cuanto pensaba en sus hermanos a pesar de prácticamente no los veía seguido. No eran nada expresivos entre ellos, hasta cuando parecía que peleaban, en realidad solo conversaban, tan solo era su modo de comunicarse. Muy diferentes entre sí. 

                              En estos tiempos de los últimos diez años de vida de mi madre aún se vivía con muchas de las cosas caseras que hoy ni en sueños se dan, como descongelar neveras y freezer (como ella llamaba a su congelador) se hacían grandes encharcamientos en las cocinas y nadie se apremiaba, había que hacerlo así. La vida diaria exigía mucho, era muy diferente todo lo que se desarrollaba sin un celular y sin tanta información. La compostura de la casa ocupaba mucho tiempo. Ella, mi madre tuvo la ventura de algo que deseo y se le dió:Tener dos muchachas que al final eran como dos hijas. Estas le acompañaron hasta su final y le cerraron los ojos. Yo no ví morir a mi madre (como si me tocó vivirlo con mi padre) pero la manera que una de sus acompañantes -de más de cuarenta años a su lado- me lo comunicó una mañana de abril, me dejó muy tranquila. Solo me vino a ver hasta la puerta de casa para decirme: tu mama ya no despertó hoy. (En su momento compartiré esto  más ampliamente.) 

Las pérdidas son parte de la vida. Son algo para lo que nadie nos prepara y son la fuente a veces de que se nos permita ver con nuevos ojos. Nunca dejamos de extrañar a quienes fueron parte tan cercana de uno, su presencia es evidente y hasta se les llega a sentir como si nos hablaran al oído.

Como dice Santa Teresa: Hay que abrir los ojos y mirar. Mas, no solo los ojos de nuestra cara, mas bien los ojos de nuestro espíritu.

No es tan fácil hacerlo hoy día con tantos distractores.

No solo se trata de ver de paso. Hay que observar todo lo que tanto nos puede hacer felices aún sabiendo que vendrán esos momentos que creemos que la vida nos ha mandado, cuando en realidad nunca nos manda nada, tan solo son parte natural, o resultado de nuestras decisiones o de la de otros.

Hasta la decisión de lo que vamos a comprar periódicamente para la subsistencia de la casa, es un acto creativo.

En esta época escribí una tarde cualquiera:

                                 Los sentidos, bien sentidos.

                                 Abrir los ojos de pronto, dejar la siesta y estar.

                                 La tarde se regala en amarillos.

                                 Gozar la vida, palpar.

                                 Los sentidos bien sentidos.

                                 Regocijo de los ruidos.

                                 Pájaros que cantan sin más,

                                 en hermosas melodías, de ver al sol irse ya.

                                 Estamos vivos. lo estamos, y no es poca cosa ya.

                                 Escuchar, andar, mirar,

                                 Somos contingentes todos, Dios nos alberga ya.

                                 Homos somos y ahí vamos,

                                 Hombres de carne van,

                                 Espíritus cautivos todos, pero llenos de soláz.

                                 Los sentidos bien sentidos.

                                 Con hambre de ser, y ya.

                                 La vida dura un segundo, la vida lo es todo ya.

                                 Canas peino y soy alegre

                                 Soy quien soy y basta ya. MJ


                                 Es un imperativo irnos volviendo selectivos.

                                 En estos días de pandemia eso se nos ha enseñado para siempre.

Algunas veces solo vivimos para desvivir.

Aunque se vive una vida a la vez, esta vida nos permite desandar para observar mejor el color de nuestros pasos.

En lo poco, siempre hay mucho. Solo venimos para comenzar a irnos, y no es que uno sea víctima de un dramatismo exacerbado, es tan solo saberlo para que se ilumine mejor el camino que falta. No hay que esforzarse por entender todo pero si hay que saber que la plenitud existe y hay que saber detectarla, en el instante vivido en la luz que pasa rápido pero deja todo su fulgor.

La disciplina es el baluarte. Es lo único que ahuyenta a los distractores del plan trazado.

¿Es de hecho, acumulativa la felicidad? 

Con el concepto de cantidad no siempre cuadra la felicidad.

 No porque hagamos o tengamos mucho está garantizada la vida plena, la plenitud es otra cosa que se sitúa en esa percepción que se afina y que a diario nos permite ver mejor. Si se bendice todo lo vivido es segura la armonía.

El término medio. Escribí:

                                           Término medio

                                           Término de equilibrio

                                           Amor en la mirada serena

                                           Universo de un cariño que es empático y real.

                                           Término medio

                                           Pletórico el corazón

                                           Paz activa

                                           Plenitud de Dios. MJ

Mucho antes de la pandemia solía sentarme por buenos ratos a observar a mis congéneres que caminan en las Plazas comerciales. Una diversión más que sencilla se me acabo de cuajo, porque ya las Plazas comerciales están vetadas para algunos de nosotros. Gozaba cuando  alguien de casa tenía diligencias que hacer y yo siempre feliz acompañaba para tan solo esperar en una banca y mirar.

A mi hija le fascina como a cualquier joven de hoy, entrar a muchas tiendas, a ratos me decía: si te vas a estresar mejor sientate y esperame. Me sentía muy mal de no acompañarle para ver con ella y ayudarle a decidir, hasta que me di cuenta que a veces es mejor no estorbar. Al tener los ojos bien abiertos la mente lo agradece, uno aprende a mirar y a preguntarse, a ser prudentes. A veces los rostros dicen más que mil palabras y vemos en ellos la inquietud del mundo actual. Lo que la civilización ha traído -entre otros el consumismo exacerbado- hace a las personas desear de más para terminar teniendo de menos. 

La vida es corta, no nos la hagamos menos disfrutable cayendo en las trampas de los espejismos. La pandemia a muchos nos ha sacado de letargos que no nos permitían ver. Nos ha enseñado mucho y nos ha dejado buenas lecciones que nunca se irán. Ya las iremos comentando.

Continuare. MJ