Un día, una circularidad. (19)
Existe una gran discrepancia entre lo que queremos y lo que podemos. MJ
Es ley de vida humana el hecho de no poder tener totalmente coordinado
lo que queremos con lo que podemos, eso mismo no debe preocuparnos, porque de
ahí parte el libre albedrío. La mente es clave y elige, y es así como en lo
mental sabemos cómo se gesta la propuesta de vida y ni que decir las
expectativas que luego se van asentando en la realidad, éstas toman los caminos
para mostrarnos cual es el verdadero derrotero que habremos de seguir. Las pautas mentales no son lo que pretendimos
en la mayoría de los casos y a veces la misma realidad nos dará sorpresas. No
todas las cosas han de ser positivas, eso ya lo tenemos claro. Que no haya
total concordancia en los hechos en sí mismos, no es asunto de pesar, porque así
es como se transforma la realidad.
Este año que cierra, había yo programado una serie de
mandalas diseñados de todo a todo por mí misma y coloreados en lápices de color
y tintas. A fin de cuentas, solo logré dos trabajos completos y quedaron en el tintero
los demás. Ya programados y en mente con bastante claras las ideas que los
harán surgir, solo ha quedado pendiente disponer el tiempo adecuado y ya se
dará. Estar programados en la vida o en las acciones más sencillas del día, no
basta, hay que tener cierta disposición de ánimo, así como de tiempo. No me
siento mal porque dejé de hacer esos dibujos que tanto disfruto, me queda claro
que no fue por desorden, sino porque a veces es lo esencial lo que manda el
juego.
En el momento justo en que empezamos a creer que todo es merecimiento
(me merezco esto porque sí, o porque soy tal o cual…) y por los pensamientos de
lo que creemos y somos y más que nada por todo lo vivido, es cuando se empieza
a distorsionar la percepción asertiva. Nadie nace con todas las posibilidades
en la mano, aunque se entra al mundo con una familia que puede ser la base del
éxito personal o la misma desgracia porque a fin de cuentas somos cada quien y
uno mismo nada más quien dirige, y así tendremos la última palabra.
Si las acciones
las queremos redondas es menester un esfuerzo extra. La vida circular es algo
que se trabaja y no lleva cantidades adosadas de stress. Todo lo que hagamos
correteado y con premura no llega a buen puerto.
Algunas veces este
planteamiento de que hemos venido al mundo a una misión concreta no es fácil
comprenderlo, hasta que nos vamos haciendo más conscientes. Es claro que, si se tienen todas las canonjías
al entrar al mundo pues se puede pensar que solo nos resta vivirlas, y no todas
las realidades van por el sendero del flujo rápido y concreto del vivir, hay
cosas que se toman su tiempo y eso es lo que las hace más valiosas. Estar en la
alerta de que es lo que nos toca aceptar, recomponer y poner en su sitio, justo
es tarea obligada. Tambien se tiene la responsabilidad de lo que se hace con
respecto al convivir y como siempre hemos mencionado, la química humana existe
y no la podemos tener bien acicalada con todo ser humano que tratamos. A más
sustancia mental y otorgamientos materiales, mucha mayor responsabilidad en el
vivir y el convivir.
La vida, es un don que se reconstruye. En primera
instancia se nos otorga para vivirla y luego para irla reconquistando, sabemos
que al final la entregaremos con todo. Traer las bases de nuestro nacimiento a colación
en cada paso que damos no siempre es lo requerido ya que a veces hay que
cambiar los derroteros y volver por caminos ya andados y que se nos requiere
volver a caminar. La dialéctica real así funciona: vamos, venimos y tal vez
volamos a ir. Es en el mundo material en donde se moldea todo, mas es el mundo
espiritual en donde se gesta la verdadera vida. Desde el cuidado del cuerpo
hasta los avatares que se habrán de librar con el espíritu es así mismo en
donde se darán las bases para lo que sigue: Trascender.
Todos necesitamos la ayuda del ejemplo, la formación
personal es una serie de eventos concatenados que se nutren de lo que vemos y
aprendemos como críos y ni que decir cuando adultos las riendas están en
nuestras manos. La conducción mundana, si queremos avanzar en buen sentido, se
ha de ir reconstruyendo paso a paso y a trotecito lento como dice María
Dolores Pradera.
Se sabe que los seres abandonados a su suerte siempre se
confunden y les parece más objetivo hacer lo distorsionando, en honor a la
verdad, es lo más fácil.
En cursos de espiritualidad que tuve a bien escuchar en
años pasados, se nos dijo: -responde con la primera respuesta que te da tu
intuición-. ¡Desde luego que sí! lo que intuimos es factico y trascendente,
pero no siempre le hacemos caso ya que nos encanta darle mil vueltas en la
mente a todo. Observemos lo que sucede en el ámbito de los críos, éstos tienen
las respuestas a flor de piel, y están tan seguros cuando aseveran o niegan que
habremos de tomarlos como nuestros pequeños maestros. El adulto actual está
dando señales de insensatez y de que no logra cuajar los derroteros (si es que
los tiene planteados). Ahora sí que el mundo tiene de chile y de manteca:
hay quienes sin pensar dan los pasos y otros los relegan en la mente hasta
perder la razón. ¿Como si las prisas llevasen un valor intrínseco que de pronto
resuelven sin mayor uso del buen talante? ¿No se logró lo esperado? a otra
cosa mariposa, y vemos que con la mano en la cintura el cambio manda ¿y
el esfuerzo por algunos asuntos brillará por su ausencia? En algunos casos esto
es triste, se rompen acuerdos tácitos y no se toman en cuenta vivencias
pasadas. Parejas… ¿qué sueltan el compromiso matrimonial como una papa caliente?
y familias enteras se ven trastocadas por la falta de razonamiento y fe. Decía
mi padre, -Hay que tener fe en la vida y en lo que hacemos-. Y en lo personal
pienso que de la fe en la vida se fortalece la fe en el Dios que nos rige. Esto
que vemos en la actualidad que tantos jóvenes cometen el error de casarse por
casarse y en un muy corto tiempo todo lo mandan a la goma, no es pacata
minuta, afecta y destruye el sentido de trascender. Es muy claro que no se
puede uno quedar a fomentar y hacer crecer algo en lo que no se tiene fe, mas
lo importante de haber tomado una decisión equivocada es lo que da la pauta
constitutiva. En la actualidad muchas cosas se hacen tan solo por el prurito de
pasar la prueba. Una vez concluido el asunto, todo se desbalaga y cada persona
sabe que tiene otros caminos que recorrer, porque ante la duda, a veces se toma
un camino de prueba/error y hay errores que pueden costar muy caros. Aun
sabiendo buscar los principios de una buena ética, de una buena moral.
Cuando logramos percibir en la vida que llevamos una
reconstrucción constante y que hemos adosado buenas ideas, buenas creencias y
buenos sentimientos, veremos frutos. Aun en los dias más monótonos, algo bueno
sucede.
No solo es elegir por el hecho mismo de hacerlo, se sabe
que el alma se afina con las experiencias y más que nada por las observancias y
que es ahí mismo en donde encontramos esa claridad de lo que es la voluntad de Dios.
Nunca impuesta.
Cuando dejamos que el aire de nuestro ventanal matutino nos
roce la cara, y aun poder seguir sintiendo el asombro fuerte de estar vivos,
pues estamos realmente proponiendo para bien. Es otro gallo el que nos canta.
Durante este año que releo, tuve la ventura de disfrutar
de la mayoría de las películas de Pedro Almodóvar, el cineasta español que nos
lleva a sus mundos muy personales y nos regala coloridos extraordinarios. La
presencia eterna del color rojo en cada una de sus escenas, a veces con más
volumen a veces tan solo como un pequeño punto en la escena, cuando ya lo
sabemos y lo percibimos, es ahí mismo que nos avocamos a encontrarnos con ese
spot de tan especial color. Estas películas se gozaron mucho en la pantalla
grande, son el tipo de cintas que uno quiere repetir, y yo las repito apenas
puedo. Son eternamente artísticas y gozables. Creo que son más impactantes en
esa misma dimensión: la del asombro constante. Aquí en casa volvemos a las
cintas que ya hemos visto, La Novicia Rebelde es una que en fin de año nunca
falta, en dias tranquilos de reposo.
¿Qué podríamos pensar que nos está proponiendo una cinta vuelta a
disfrutar? En las de Almodóvar el color rojo no da la dimensión del
amor, el cariño filial, del amor de la pareja y más que nada del de la incondicionalidad.
Nos ayuda a saber cómo es ese amor sin condiciones que tanto se nos escapa de
las manos y que siempre lo propone él mismo de las maneras menos esperadas, más
que nada en la cotidianidad con tremenda postura artística en el ser y estar.
El, difunde los modos de vida de una España que él mismo ha sabido observar y
decirnos que tambien se puede extrapolar a otros ámbitos del mundo. Son
películas eternas, llenas de arte y de interacción humana que nos hace poder
siempre llegar a una reflexión redonda. De la vida diaria.
En las películas de Almodóvar se deja claro que no todo
lo que se quiere, se puede. Nos presenta puntualmente a personajes tal cual
son, no estereotipados. Nunca perfectos los personajes ¡cuánto nos aterrizan y que
bueno! Nos bajan a tierra.
En lo personal venia hacía ya muchos ayeres, soñando con
un toro negro que se aparecía en mis sueños nocturnos en habitaciones, en
recuadros, en la parte exterior del mundo, en todos lados. Me hubiera encantado
preguntar a Almodóvar ¿qué con esas imágenes? ¿Qué significado puede tener esa
visión? No soy afecta a los toros, es decir a la fiesta brava que para nada es
lo mío, pero el toro ahí mismo se aparecía. ¿Sería que estaba valorando que yo
tambien podría denunciar que esos ruedos de matanza eran inapropiados? ¿O tal
vez tendría algo de mi pasado en donde me llevé un buen susto con uno de esos astados?
A veces en casa me hacen bromas, diciendo que tal vez en alguna otra vida ahí
en España en los encierros de Pamplona, fui víctima de algún asunto, que sé yo.
Si, en verdad que les temo. En una ocasión yendo por una carretera en rumbos de
Campeche, de pronto nos vimos rodeados por una masa enorme de toros, exacto
cuando nosotros pasábamos por unos prados, estos animales cruzaron la carretera
y les llevo muchos minutos pasar al otro lado de la cinta asfáltica, que para
mí fueron horas. Ese atravesar rozando nuestro automóvil fue muy impactante.
Todos los presentes se animaron haciendo broma y media al respecto del asunto,
sabiendo que no solo venia soñando con uno de esos, sino que en verdad les
temo. Bendecimos al cielo porque al final no pasó nada, creo que ellos estaban más
asustados que todos los del auto, que de pronto parecía una pequeña hoja al
viento ante tanta mole de animalidad. Llegaron a estar cerca, muy cerca, porque
a través de las ventanillas algunas miradas se cruzaron con las nuestras, como
nunca se me había dado y al fin paso el momento amargo.
¿Será que la vida nos permite extremos en las vivencias
para superar asuntos no resueltos? No lo se. Solo puedo recordar que fue tan
impactante verme rodeada de toros, al grado de que si abría las ventanillas
podría tocarlos, que no volví a ver al toro negro en mis sueños nocturnos. De
pronto se fue, para siempre jamás.
No recuerdo mayormente que Almodóvar mencione o ponga
asuntos de los toros en sus cintas, creo que no es un tema que le importe mucho,
aunque puedo inferir por su sensibilidad que no estaría de acuerdo con la
fiesta brava.
En las películas de este gran cineasta, el sentido de las
palabras puede hacer grandes diferencias, es por eso que me gusta volver y
volver a escuchar con más atención y ni que decir a las imágenes que acompañan
a diálogos constructivos.
Cuando niñas mi hermana y yo, tuvimos unos sweaters color
rojo fosforescente que disfrutamos muchísimo. Mi padre era afecto a traernos en
sus salidas de viaje ropa de colores muy particulares, algunas veces
estridentes para la época y otras tantas con esos tonos oscuros que él
consideraba muy elegantes, y serios, que no lo eran para unas niñas pequeñas.
Mi madre ponía el grito en el cielo, ya que no todas las veces ella supervisaba
esas compras tan especiales que a él le gustaba hacer para nosotros. Cuando nos
quería vestir de negro, entonces si mi madre se oponía, porque de plano decía
que no era para nada adecuado en esas épocas. A los críos se les vestía con
colores pastel, pero al final mi madre comprendía los argumentos. De mi padre
heredamos la sensibilidad a muchas cosas, en particular al gozo con los colores.
El, tenía la visión de los colores a flor de piel. Saber cómo tener claro que
no se asocia nada negativo a ningún color lo aprendí desde muy niña. Esos
sweaters los trajo mi padre a casa de un viaje que hacía con regularidad a la
ciudad de New Orleans La., y no llegaban porque en nuestra ciudad del sureste
hubiera tanto frio, sino porque tambien le gustaba ir a la ciudad de México en automóvil
y hacer recorridos por otros estados de la Republica en donde si había más
bajas temperaturas. En una ocasión fuimos a San Miguel de Allende y desde el
hotel en donde nos hospedábamos había la posibilidad de hacer recorridos a
caballo por algunas partes de los campos. Iba yo muy feliz con mi sweater
colorado, hasta que de pronto unos toros se acercaron demasiado y la indicación
del capataz que nos guiaba en el paseo fue que tuviéramos prudencia de no
correr con los caballos, porque entonces sí sabríamos a que sabe la canela
fina. Nos pidió pasar tranquilamente junto a los astados, seguimos las
órdenes. En verdad que no llegaron a acercarse tanto como para temer nada, mas
la temblorina no se hizo esperar y me detuve, preferí aguantar el frio y quitarme
el color rojo de encima, tan vivo y para no atraer tanto a los animales que con
la misma se alejaron. (Continuará).
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