miércoles, 29 de septiembre de 2021

 De la vida diaria.(Compartido)

                               Nuestro tiempo real, siempre es una conjunción del pasado y futuro que entretejidos en el presente, nos hacen ir y venir. MJ



                               Siempre nuestra vida es un mirar hacia adelante y volver para tomar el aprendizaje del pasado y hacerlo presente. No son los movimientos lo que importa más, sino lo que hacemos con ellos procurando que no nos causen pesar.

                                Aunque no sea necesario saberlo, si logramos comprender que las espirales temporales en las que transitamos van y vienen y que aún más regresan y retoman, la vida cobra un sentido nuevo y nos puede hacer muy felices. Saber que la misión encomendada así como los asuntos más sencillos del día a día cobran el sentido de implementar. Los tiempos de los que disponemos pueden ser ordenados de antemano, mas esto no implica que si llegan imprevistos (que son tan frecuentes que hasta se nos olvida su naturaleza) no nos muevan el tapete como suele decirse en palabras que todos compartimos, cuando se siente un cambio inminente.

Es maravilloso planear, mas los planes siempre serán tan solo la columna vertebral de muchas acciones que se verán alteradas y cambiantes, la vida es asi y hoy día con la pandemia nos ha quedado mucho más claro.

Nos hace crecer tanto lo que ya dejamos como lo que sentimos que podemos ver hacia adelante.

Cuando dejamos de lidiar con el tiempo y decidimos hacerlo nuestro aliado, la perspectiva en verdad cambia porque esa temporalidad se hace cómplice. Es un hecho que cuando nos convencemos de que hay tiempo para todo y más, la fluidez se vuelve un gozo.

Toda mi vida he estado interesada en comprender más y mejor el asunto de la temporalidad. 

¿Qué es eso que de pronto nos hace sentir que todo se detiene? y asimismo ¿que es lo que nos hace vibrar y creemos que estamos en la mejor parte de nuestro vivir?.

El tiempo es el mismo. Es igual para todos, mas solo cada uno lo siente y presiente con una situación personal.

Eso que hemos hecho desde que el hombre es hombre de limitarlo, adecuarlo y nombrarlo son las convenciones que hemos elegido para que nos permita ser mejores seres humanos, nunca para limitarnos o hacernos más difícil la existencia. Cuando tenemos esto muy claro, es así que nos hacemos todo más fácil porque no estamos a merced de las acotaciones que suelen aparecer.

Llegar al punto de mi desarrollo en la pintura teniendo la temporalidad como tema, ha sido muy significativo para mi. Desde el año 2009 comencé a plasmar asuntos relativos a como percibo días, horas y ahora estoy en proceso de plasmar los meses y aunque esta técnica no ha sido de mucha producción ( creo que tampoco las otras técnicas de mi expresión artística han sido demasiado proliferas ahora que lo pienso bien, pero esa en realidad no ha sido ni  es mi intención, ni mucho menos hacer negocio con ese asunto ya que he expresado lo que en el momento dado me ha significado) plasmar en acrílicos asuntos de tema temporal ha sido muy gratificante y lo sigue siendo. 

Aún me queda mucho que comprender respecto a lo que es y lo que significa el tiempo en nuestras vidas. 

Todo toma sus tiempos.

¿Porque existe esa idea de que de pronto no tenemos el tiempo que necesitamos? O por lo contrario de pronto vemos que el tiempo nos regla minutos que a veces se nos deshacen como arena entre los dedos. 

Ahora que le doy más espacio a estas reflexiones me saltan más intereses al respecto y en particular lo que perciben mis congéneres de ese asunto. Cuando se dice El tiempo de Dios no es el tiempo de los hombres, de momento pareciera que se puede interpretar como que Dios es algo muy lejano. En realidad si nos ponemos a ver bien, eso solo quiere decir que es un hecho que somos capaces de tener tiempos de Dios. (De hecho mi último cuadro, que he firmado este año se llama así: El tiempo de Dios). Y trataré de explicar un poco. El tiempo que yo considero que es de flujo mejor y en el que podemos resolver varias cosas y además sentir que flotamos en la vida terrenal impulsados por una vertiente muy positiva y que responde a lo que nuestro interior en verdad desea, es lo que considero un tiempo divino. No es el tiempo constante obviamente. Al llegar a conocerlo y haberlo vivido lo podemos propiciar y regresa de otras maneras. Ese tiempo de Dios todos somos capaces de vivirlo, solo hay que alinear las vertientes de flujo personal y hacer las cosas en tiempo presente. Volviendo al zen ( Al que tal vez volveré seguido durante estos textos, porque ha marcado mi vida para mucho bien y para siempre) diría que nada nos acerca más a Dios que estar en lo que estamos. ¿Alguna vez te has descubierto pensando una cosa y haciendo otra? pues eso es exactamente no estar en lo que se está. Esa acción que parece tan ingenua, no lo es, porque quiere decir que uno vive a dos tiempos y eso es lo que causa mucho estrés. Dicen por ahí que las féminas somos capaces de hacer más de dos cosas a la vez, y creo que no es descabellado pensarlo y menos constatar que lo hemos vivido, mas no es precisamente lo mejor, cuando cerramos el día y nos preguntamos porque estamos agotadas, es probable que sea por esta misma razón.

                        Para hacer este texto que voy retomando de mis textos base, me tomo mis tiempos. No sale así como así, o como si me tomara un vaso de agua. Ya tengo un texto general tomado con apuntes precisos y concisos y de ahi sale todo. Soy yo misma, y soy feliz de revisarlo varias veces. Reinterpreto y me reinvento. El tiempo nos permite eso, volver y volver a ser. No es necesario recriminar lo logrado o pensar que el pasado nos ha robado tiempos gloriosos, eso nunca, lo que sucede es que si logramos tener nuevas miras la luz entra diferente a nuestra vida de cada mañana.

                        A veces es un hecho que los tiempos nos miran diferente cuando pasamos por cosas fuertes. Por asuntos que cambian el derrotero de la vida que creíamos tan estable. Yo tuve un cambio fuerte cuando hace ya casi ocho años perdí el intestino grueso. Así, de un palmo se fué. Ya venía avisando que no andaba bien, pero cerrar ese capítulo con la cirugía mayor que resultó, me cambió todo. Y todo fue para mejor. Muchas personas pensarán como logro vivir sin ese órgano. Pues asi es, no es un órgano vital y no hay más que lograr que el cuerpo se adapte a funcionar diferente y más que nada que se adapte la mente a la nueva situación. Me tomo tiempo, claro que sí, pero es prueba superada desde hace años há.

Hay fechas que nos marcan.

A veces nos puede tomar años darnos cuenta, y la vida se encarga de dar esos momentos de gloria en los que saber que lo vivido fue bueno aunque en su momento se apareció con visos de negatividad.

A partir de esas fechas, las actitudes de quienes nos rodean también cambian y nos marcan de igual manera. Y que bueno, todos crecemos cuando a alguien le pasa algo drástico.

En estos momentos de cambios a veces uno se pregunta qué es el equilibrio. De entrada a mi me queda muy claro que es ahí mismo en el equilibrio que se logra, en donde aparecen los mejores tiempos, uno revalora, la luz es diferente.

Estar equilibrados es un estado mental. No es algo con lo que se nace del todo, es algo que se trabaja. La primera acción validadora de un equilibrio sano es aprender a observar. Los niños lo tienen nato, somos nosotros los adultos los que les conducimos a los trajines del sobrevivir alejándose de los espacios del vivir, observando.

Yo tuve la enorme experiencia de motivar niños en el Arte. Es de las acciones más bellas que la vida temporal me permitió, y digo temporal en el doble sentido: porque en realidad en el tiempo terrenal estamos poco, y en el tiempo de alguna actividad concreta también. Cuando realizamos algo que nos motiva y hace diferencias en nuestra vida nos parece que es un segundo lo que hemos vivido tal asunto. Duró unos años nada más mi interactuar con los niños, pero me marcó para todo lo que tendría que vivir después. Así sucede. Con lo que vivimos va el tiempo dando un asiento que es en verdad lo que nos puede dar la paz verdadera. Toma su tiempo como todo. Deja sus frutos a veces, como si estuvieran en conserva.

Ahí con los niños corrobore lo que el orden aprendido en casa había hecho conmigo. Siempre hubo tiempo para muchas cosas, pero las que más me marcaron en la infancia fueron las que compartí con una actividad creativa. Así es como nunca me pareció absurdo que mi padre me levantaba muy temprano ( a veces a las cinco a.m.) para alguna actividad concreta antes de llegar a la escuela, como practicar tenis o ir a cazar codornices con nuestros perros pointer, verles correr por los campos rodeados de henequenales sintiendo la brisa matinal y los colores azulados de eso plantíos me dejaron una maravillosa imagen que es recurso de gozo cuando la evoco hoy día. Hoy que por la edad y las actividades me veo leyendo o escribiendo a esas horas madrugadoras, me doy cuenta que soy la mas feliz. Ver el amanecer desde mi ventanal mientra entra la mañana, sentir sus coloridos varios y diferentes cada día me dan vida antes de las actividades de cada día. Siento que ya disfrute desde muy temprano el valor concreto del día. 

En una ocasión, una maestra universitaria que nos hacía entrar en razón para poder lograr los objetivos de su materia, nos dijo: jóvenes, el dia tiene 24 hrs. es un hecho, pero la realidad es otra, muchas de esas horas nos las pasamos arreglando lo que se hará con las horas que en realidad cuentan. Yo creo que todas las horas cuentan, pero es un hecho que las horas azules son algunas nada más. ( De  los primeros cuadros que hice, propiedad hoy día de mi hijo, están : Las azules horas.)

Las horas azules son esas mismas que al fluir en nosotros con mucho bien nos hacen sentir diferente la vibración vital. Son horas que percibimos como rápidas, pasajeras y sutiles y que cuando volteamos en la esquina de una calle, se han esfumado. Nunca se esfuman para siempre, podremos evocarlas. Siempre dejan mucho.

Y así vamos sabiendo que tiempos queremos destinar para qué actividades.

Saber lo sagrado de nuestros tiempos es valiosísimo.

Cuando recién casada a mi marido le daba por descolgar el auricular del teléfono para no recibir llamadas al mediodía a la hora de siesta, a mi me ponía los nervios de punta. Y ¿Si hubiera una llamada de urgencia? El argumento era: Nada será tan urgente que no lo lleguemos a saber. Él consideraba muy necesario ese momento de aislarnos ya que es tan solo un rato de respeto a uno mismo para recobrar fuerzas. Cuando hoy día voy a mis horas de siesta (que en realidad son tan solo un rato de aislamiento) para retomar impetus, pongo en silencio mi celular sin más, jamás  ha tenido esto un asunto de recriminación ni enfado. A la hora acordada conmigo misma vuelve mi celular a su natural alegre de recibir llamadas y la vida sigue.

En mis lecturas de esta época voy notando como mis hijos jóvenes iban tomando su tiempos personales. El tiempo que damos a las primeras infancias de los hijos son algo muy especial. A veces en estas épocas me sentía culpable porque muchos ratos me los absorbía la migraña o algunas actividades que no podía dejar pasar como estar presente para mis padres ya adultos u otras cosas infalibles. También percibo como ya después, los apremios se iban transformando en gozos y de ver nuevas rutinas más maduras. Cuando los hijos se van dirigiendo a sus encomiendas personales, volvemos a tener espacios que parecen enormes muchas personas sufren porque es verdad que hay una inercia que queda floja después de haber estado tan atentos a ellos mientras crecían. Aquí, a principios de siglo los jóvenes de casa iban tomado sus caminos. Sus propios intereses que aunque jamás hasta hoy día han dejado de compartirlos con nosotros, están ya a otro tiempo.

La plenitud, no es la cantidad. La plenitud tiene todo que ver con los tiempos y como los utilizamos.

Mientras crecieron los hijos yo tuve las migrañas más intensas que pueda recordar. Me mantenían paralizada por horas. Las visitas al neurólogo eran frecuentes y los medicamentos me dejaban sin dolor, pero como jerga después de trapear, como claramente dice una amiga al respecto del cansancio o la laxitud del cuerpo provocada por algo externo. Así, como jerga trastocada me subía a mi auto y me iba. Tuve la mala fortuna de un accidente que entre todo fue con suerte. Hasta hoy estoy agradecida a los jóvenes que lo presenciaron y pararon para ayudarnos. Mis hijos chiquitos sufrieron golpes y hubo hasta una cirugía de cara que me dolió mas a mi que a la afectada, así como golpes en un brazo a la nana que los cuidaba. Gracias a todo esto aprendí que era mejor no manejar cuando el cuerpo aún no se adapta al medicamento que tenemos que tener para ayudarnos a una calidad de vida necesaria, mucho más si vamos en el automóvil con los hijos pequeños. En esta época ni soñar con asientos especiales para los peques. Así me vieron y crecieron junto a mi todos lo que me rodeaban, con mis pañuelos amarrados en la cabeza pero atendiendo todo. Hoy día puedo decir que mis tiempos migrañosos se fueron, eran de orden hormonal como hoy ya nos queda claro a mi hija y a mi que aunque ella lo padece ya sabe mucho más claro como controlarlo y no tiene que ir tanto a medicos ni nada. Yo creo que eso de las migrañas tiene que ver con la genética y cada quien debe encontrar sus propios tiempos y respuestas.

Algunas de las personas que a veces entran en periodos depresivos yo creo que es porque les gana la ansiedad de ese tiempo que nos da la impresión de que no se acomoda. Porque tiempo hay para todo, mas ¿es que en verdad sabemos como acomodar los tiempos para nuestro beneficio?

                            Son muchísimas las situaciones y cosas para hacer que nos permitan incrementar nuestro ser interior. Mucho de lo que se aprecia a veces en las carreras de crecer hijos, luego se puede volver un deleite. Ya en estas épocas en que se encauzaron caminos nuevos, me di tiempo para saber más de literatura. Como supe de cursos en las universidades cercanas a casa me inscribí. De entrada me di cuenta que todo sería un disfrute total, mas de pronto descubrí que me daba ansiedad el momento de los exámenes ( en toda mi vida no me percate de este asunto, y siempre me fue bien) así que hable con quien impartía y me dijo: Si no haces exámenes no tendrás diploma final. Quede totalmente clara. No era el diploma o el papel por lo que iba, y no me iba a estresar. Solo disfrute los cursos y con la misma me lleve libros y apuntes para seguir disfrutando.

                             Apreciar de maneras diversas las épocas que vamos cerrando para darnos nuevos tiempos es algo que debemos tener presente. No importa que cerramos si lo que sigue es parte de eso mismo solo que transformado.

Lo más preciado que tenemos de la vida se va transformando para nuevas situaciones mucho más maduras. Respecto al tiempo que dedicamos a los hijos hay muchas falacias que nos hacen creer que debemos estar casi costurados a ellos.Tengo una prima queridísima que fue maltratada por el marido que eligió. Al cabo termina dejandole y pasó por un tiempo sin poder ver a sus hijos. Eso solo de escucharlo ya nos duele, pero las experiencias nos demuestran lo contrario, saber dar tiempo de calidad . Mas eso era un asunto vital, o se salvaba ella o no iba a lograr  la fuerza para tener tiempo de calidad con sus críos. Hay día, que le aprecio aún más de lo que puede imaginar después de observar su fuerza y determinación (al saber como logró ser una vez más ella misma y volver más fuerte al lado de sus hijos) me doy cuenta con que facilidad  juzgamos lo que no entendemos de fuera. Aún habiendo pasado un tiempo lejos de sus críos, ella logró un tiempo de calidad con ellos ya sin sufrimiento. Ha encauzado su vida claramente como partícipe operante y activa en ayudar a mujeres vulnerables y que necesitan tiempos de apoyo para poder vivir con dignidad y entereza. Viendo situaciones así (que en mucho hoy son el pan nuestro de cada día) me pregunto si en verdad a ese ser que tuvo como marido en verdad ella lo eligió o fue su situación familiar o sus padres quienes le orillaron a eso. A veces es tal la magnitud de las ideas de los adultos que implican a los jóvenes a vivir cosas para las que no están aún claros, o con personas que no son las indicadas, que se crean situaciones que luego hay que desandar.

Desandar, desaprender, no son acciones negativas ya que siempre nos dan el tiempo de tener nuevas enseñanzas.

En verdad que bueno que han cambiado los tiempos. Que bueno que hoy sabemos que importante es tener claro qué queremos hacer con nuestra vida para que sea activa y propositiva en el medio en el que vivimos. Es un hecho que antiguamente se tenían demasiado en cuenta las expectativas de los adultos, hoy por la Gracia de Dios ya cada ser toma por el cuello sus propios asuntos y ya hay más conciencia de que solos entramos y solos debemos definir los derroteros.

Hoy día que nuestro nieto de tres años apenas empieza a entender como se toman los cubiertos para comer en la mesa con todos, tratamos de ayudarle y él mismo nos dice: Lo que no se sabe, hay que hacerlo.Se llega a un punto por sí mismo en el que pide algo de ayuda, observa y continúa tratando.

                                  El tiempo que me he dado para escribir todas mis vivencias a mano, con varias expresiones manuscritas que ya son parte de mi, es un tiempo muy feliz. Las horas que me he pasado en eso ( para muchos un total desperdicio) para mi han marcado las diferencias. Horas que han sido (y  siguen hasta hoy siendo) sagradas.

En una ocasión hace ya muchos años, visitando la Menil collection de Arte en Houston, corrobore como mis temores de que seguir escribiendo a mano eran infundados. Me percate que tenían un valor como ahí encontré expuesto en dos enormes lienzos de madera ocupando enormes paredes. Había todo un texto en gis blanca, manuscrito. Era un texto efímero, pero al ser tan grande y visto por tantos visitantes cobraba un gran sentido. La escritura manuscrita nunca será parte del olvido de la humanidad, es una acción que implica a todo el ser y no la suple un teclado. Es algo diferente y quien la practica debe seguir haciéndolo, es una mentira que solo debamos escribir en teclados.

Cada libreta que revisó se cierra para irse a una caja segura que quedará al resguardo de mis hijos. De ellos no poder resguardar,  ya saben mis indicaciones al respecto.

La mano con el pensar son uno. El lápiz o instrumento (cualquiera que sea) de tinta que fluye y se desliza sobre el papel cobra un tiempo que se plasma para siempre. Hay palabras que en su simple construcción parecen una escultura. Solo podemos pensar que no son esculturas de arena, sino de tiempo invertido para dar ideas y pensamientos. En su texto, Cartas a mujeres, Virginia Woolf habla de este tema. Nos dice que es muy importante saber la voluptuosidad interior de las cosas insignificantes, como lo es una palabra escrita a mano.

                              No es necesario pasar por cosas de dureza vital para percibir los tiempos bellos o los mejores coloridos. Solo ha de bastar estar dispuestos a darle ese buen sentido a nuestra vida. La madurez ayuda mucho. Cada momento puede ser perpetuo, enorme, significativo y aunque lo sintamos fugáz es infinito.

Periódicamente los regalos más grandes que podía hacerme a mí misma en esta época, era la adquisición de plumas. En esta época me auto regalé una pluma fuente que disfruté como pocas cosas. Hoy día ya no escribo con ella, tuvo su tiempo y momento y hoy es parte de un gozo cerrado. Prefería adquirir plumas y libretas especiales a muchas otras cosas que en realidad no me significaban nada. Con el tiempo valoro esos instrumentos de escritura porque marcaron la felicidad de periodo escrito. Mas, las cosas más bellas de la vida se suceden en el momento menos esperado, la pluma con la que escribo hoy día es un regalo de mi hijo que me llegó sin más, como un regalo de no cumpleaños y que tiene la maravillosa acción de rellenarse con tan solo girar el cartucho dentro del tintero. La disfruto como pocas cosas, jamás la cambiaría ni por todo el oro molido del mundo, cada que la relleno solo me puedo decir a mi misma que la plenitud de estar viva habita en mí  y que seguiré escribiendo mientras pise este mundo.

La sencilla mesa de trabajo en donde con un orden muy mío tengo dispuestas mis libretas que están en funciones, es algo que disfruto desde todos los ángulos. No podría vivir sin esa mesita conformada por un sencillo cristal y un portalápices que contiene solo tres. No necesito más ni menos.

La verdadera felicidad se concreta con unas cuantas cosas, con algunos especiales momentos.

                              Cuando logramos concretar buenas ideas dentro de los tiempos que nos regalamos para saber mejor quiénes somos, a veces vemos aparecer a la providencia disfrazada de aventura que propone, como diciéndonos que hay mucho más que hacer que las simplezas que hemos elegido para nuestro gozo personal, a mi me ha valido más decir: No. aquí no tienes cabida. Este asunto de hacernos creer que los tiempos mejores son los que vivimos con las demandas del mundo, aquí se han esfumado. Aquí, nada demanda el mundo. Todos en esta casa vivimos haciendo de la creatividad nuestro modo de vida y de la sencillez nuestro quehacer espiritual.

Escribí:

En estos tiempos lo que más me hace feliz es,

La sencillez de los entornos.

Los ruidos que habitan los rincones.

El rayo de luz que se entromete en donde nadie le llama.

Los aromas del viento que se esfuerza por pasar por los resquicios. MJ

                         Uno, como homo sapiens sapiens solo tiene el mayor compromiso con uno mismo. De no ser así, se nos dificultará dar tiempo para los demás.

Cuando uno logra más conciencia, casi por inercia la vida se simplifica.

¿Alguna vez te has sentido como que se te paraliza las vida en las manos?

En esos momentos es tiempo de parar. Es tiempo de volver los ojos y mirar observando como solo nosotros somos los creadores de lo que realmente nos significa.

Nuestra hija en sus años de primera juventud, deseo mucho poder irse a un intercambio en el extranjero, lo logró. Nosotros apoyamos ante viento y marea para que fuera todo con sus intereses de ese momento en concreto como lo era la equitación y un cole que le permitiera en verdad perfeccionar su inglés. Nos quedamos atónitos cuando un día llorando llamó y nos dijo: Me regreso a casa. Todo el tiempo invertido para este logro parecía esfumarse en un segundo. Tomando las cosas con calma al fin pudimos comprender que lo que en realidad necesitaba era cambiar de familia, en un tris el padre de familia en donde estaba había manifestado que no quería a nadie en su casa. Gracias a Dios el tiempo de Dios llegó y se pudo cambiar de casa, no sin antes sentir lo prolongado del ínterin mientras esto sucedía. A diario nos pasamos buen rato en el teléfono animandole a esperar una mejor situación. Cuando llegó a la casa nueva ya ni nos llamó con tanta frecuencia. Empezó a fluir otra vez y más aún valorando que su nueva familia le había recibido con bombo y platillo. En unos días más tarde ella nota que todos los miembros de esta familia tenían en el centro de su nombre una R. Preguntó qué significaba y uno de los hijos ( que hasta hoy son sus amigos y están en contacto) le dijo: Esa R, es del apellido de mi madre cuando era soltera: Roche. Mi hija casi se va de espaldas, cuando a su vez le dice a su nuevo amigo, ese es también el apellido de mi madre.

No en balde diré que esa señora de Philadelphia vino a conocernos, a concretar quién era esa mujer mexicana con la que compartía el mismo apellido. Nos pasamos unos días maravillosos y hasta decidimos que tal vez sea un hecho que vengamos del mismo grupo que emigró a América, ya que ella tiene hermanos en California y yo por algun lado escuche que tambien nosotros tenemos parientes por ahi. El mundo si que es un pañuelo. Sin duda alguna.

Las cosas no pasan porque sí. Es aquí donde podremos observar de una manera fehaciente que en verdad los tiempos de Dios existen y que solo hay que saber que los viviremos.

Así es, los tiempos de Dios si que pueden ser parte de los tiempos de los hombres. Seguiremos explorando como lograr que esto cada vez sea más y más parte de la vida humana.

Continuaremos. MJ








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