De la
vida diaria.
Colores
del día a día. (12)
El genio es el
factor autobiográfico, el genio que puede sentirse ofendido por la vida en la
tierra, aun cuando parezca consumir
todos sus factores en tocar la tierra y expandirse a fuerzas, con tal de
abarcar el mundo en la medida de lo posible. James Hillman.
Todos
somos constructores de nuestra propia genialidad.
Ese sentimiento que a veces nos invade y como
que nos lleva en flotación, es el genio del vivir, fluyente. Creemos que este concepto se refiere a asuntos excepcionales o
de grandezas sabias, cuando en realidad cada uno de nosotros somos tan
irrepetibles que somos asimismo geniales. Esos asuntos que solo nos definen a
nosotros mismos nos los debemos creer y sentirlos de gran valía. A veces nos
ofende lo que vemos que sucede en este planeta, es normal encontrarnos con
muchas anomalías, habremos de hacer nuestra parte y dejar las quejas a un lado.
Lo que en realidad nos centra está más que claro, aunque a veces los nubarrones
grises parezcan inevitables. Estar en la tierra implica tratar de habitarla lo
mejor posible ya que no solo somos moradores, habremos de ser hacedores creativos.
Parte de esa creatividad diaria puede verse envuelta en algún color dependiendo
del día y de la acción a realizar.
Así,
con estas reflexiones vamos cerrando lo que compete a la sanidad, asociada al
color verde, la podemos visualizar más fácil si nos abrimos a percibirla, a fin de cuentas habremos de comprender que es
importante la actitud.
Según
el filósofo Bertrand Russell, en su libro –La conquista de la Felicidad- (daré
la cita al final) El sentimiento de la envidia es destructivo. Esos seres que
solo están viendo lo que hacen o tienen los demás viven atrapados en acciones
que no son propositivas.
El
autor cita claramente que estos sentimientos nacen desde la convivencia del
núcleo grupal original y en la escuela, cuando se alaba a un niño en demasía en
presencia de otros peques, no se está dando algo positivo, hay que tratar a los
niños con cautela y a cada uno con sus
dones y así practicar la justicia
distributiva entre los infantes. Las emociones tienen la misma fuerza en los
niños que en los adultos, mas los niños aun no desarrollan las herramientas de
la inteligencia emotiva que es tan importante como la inteligencia asertiva.
Hay
otra vertiente de la insanidad en las actitudes, es la afición por el escándalo. En algunos
momentos en los que nos impacta algo, se tiende a veces a exacerbar los asuntos
que se salen del común de los hechos, haciendo que estos impliquen más de lo
necesario a las emociones.
El
rumor, es otro modo de crear insanidad, se presenta a veces como parte de los
hechos reales, creando un ambiente ambivalente y desconcertante que solo
propicia incertidumbre.
Muchas
personas sufren contratiempos en la infancia que son solo eso, mas si no se
canalizan adecuadamente para superarlos fácilmente en la adultez, crearan
acciones negativas. A todos nos consta como algunas personas están atoradas en
el tener y tener en demasía, a veces se
está compensando solo un sentimiento que tiene su origen en los primeros años
de vida. Hay que tener mucho cuidado con todo esto, porque es insano cultivar
el acumular de más y vivir con excesos. Adquirir y tener el hábito de la compra
cuando es solo por un asunto psicológico, no es lo más sano.
Quien ha
cultivado la sabiduría genuina no se inmuta con los asuntos de los demás. Esa sabiduría vital y creativa propicia la
paz. Comprender que cada ser tiene su propia historia, nos permite observar
desde la barrera y lograr un sentimiento liberador. Las situaciones vivenciales
no hay que observarlas en relación a otras situaciones paralelas, sino como
entidades particulares.
Los
trabajos que se realizan cuando uno vive intensamente lo que se hace durante el día, son los que se
asientan como los mejores bienes para la mente sana. Si el día a día tiene un
flujo dinámico y justo, nada será ni turbación ni espanto.
No hay que marearse con el mundo, porque
podemos cometer errores que ya no tendrían remedio tal y como quisiéramos,
aunque resolver, es algo tan activo que a veces aunque no sea como lo pensamos
tiene influjo sano.
A los
niños habremos de hablarles con claridad y cariño y hacerles sentir lo que son, alabar sus herramientas y acciones
para que su autoestima siempre se dé en sanidad.
Y dice
Russell:
“La
inestabilidad de la posición social en el mundo moderno y la doctrina
igualitaria de la democracia y el socialismo, han ampliado enormemente la
esfera de la envidia. Por el momento, esto es malo, pero se trata de un mal que
es preciso soportar para llegar a un sistema social más justo. En cuanto se
piensa racionalmente en las desigualdades, se comprueba que son injustas a
menos que se basen en algún mérito superior.”
Es a
fin de cuentas mucho más simple de lo que siempre creemos, la felicidad la
tenemos a la mano pero se nos escapa sin remedio algunas veces, recuperarla puede
ser asunto hasta divertido.
En
estos precisos momentos me encuentro en la revisión de mi libreta de vida número
cuarenta y cinco (45). Las ideas iban en este tiempo fluyendo en mi interior,
en el sentido de una comparación de lo que se piensa con lo que se vive,
tratando de empalmar los hecho con la mente y las conclusiones iban llegando de
a poco.
Mi necesidad
de comprender mejor la amistad en el ser humano era constante, revisaba si en
realidad tenía una certidumbre de que los amigos lo son en un cien por ciento o
tan solo se nos da parcial la amistad y uno va valorando conforme se comprueba que existen
los cariños genuinos. Ya había escuchado algunas veces que la amistad es un
asunto volátil, que la creemos tener en presencia de algunos seres humanos y
que al mínimo revés de circunstancias
todo cambia.
Pude escuchar a quien llegó a decir que la amistad
es una mentira total, hasta encontrar opiniones en el otro extremo, de que la
amistad lo es todo para el ser humano que ha descubierto ese don. Tal vez lo
justo sería como decía mi madre:- ni
tanto que queme al santo ni tanto que no le alumbre-. Este pensamiento con
el paso del tiempo se consolidó en mi misma cuando comprendí lo que significa
haber tenido batallas junto a alguien y cuánto ese alguien nos puede
entender mejor que otros.
Escribí
a la letra: -reales amistades son de cariño eterno aunque no sean de presencia
constante- MJ
Para
entonces me encantaba reunir a algunos amigos en casa y lo hacía con relativa
frecuencia, me parecía interesante conjuntar diversas personalidades y a
quienes no se conocían entre sí, asunto que luego comprendí era un tanto
temerario porque el flujo de la naturalidad en el trato humano cuando hay
diversos modos de ser, se ve afectado. Con los años se ha ido dando el hecho de
convivir con amigos en lugares neutros para todos y con pocas personas, la vida
que nos va llevando hacia nuevas
actividades como lo es estar más cerca de los nietos, nos absorbe de una manera
especial.
Estaba
conociendo la obra de Elías Canetti y en -El suplicio de las moscas- dice:
“Los
demás dan rienda suelta a su parloteo, y en ese mismo instante se vuelve
falso”. Yo me preguntaba en que consiste la realidad certera al convivir,
porque queda claro que los parloteos surgen de pronto y sí que tienen algo de
falso invariablemente, pero el intercambio de ideas siempre enriquece. Canetti
nos habla también de la necesidad de nombrar, de poner una palabra clara que se
refiera a lo que vivimos. Es una necesidad como la de respirar, diría yo misma. Si el léxico es la parte más ínfima
de la experiencia humana, como cree este autor, entonces tendríamos que tener
claro que el lenguaje es algo vivo y totalmente cambiante, la sanidad es
saberlo, para poner más atención en todo lo que escuchamos y decimos.
¿Hay
falsedad en el futuro? ¿Qué tanto podemos influir en él?
Si el
futuro de pronto se presenta tan intensamente difícil de apreciar ¿qué es lo
que nos hace creer en él?
“Solo
por los colores ya valdría la pena vivir eternamente”, nos afirma Canetti.
“La
muerte no calla nada.”, y si lo observamos bien, la persona que se ausenta de
pronto en lo físico, ha dejado mucho a los congéneres para hablar de la vida.
A
veces quisiéramos estar demasiado presentes en las vidas de los otros.
Quisiéramos tener mas interacción y cuando nos damos cuenta de que en realidad
estamos presentes lo justo, lo necesario, esas veces que es poco lo que se
comparte en lo físico, se valoran por su cualidad aunque sea virtualmente. Valoramos
los silencios y las ausencias. Se dice que en Inglaterra “se juzga a las
personas por su capacidad de dejar en paz a los demás.”
Los recuerdos, Si sabemos cómo traerlos de
nuevo, pueden darnos la medicina de sanidad que nos hace falta. Virginia Woolf
es una escritora que se ha revisado y revisado por su genio al escribir casi de
corrido, para que algunas veces se llegue a aseverar que dentro de sus textos,
o la mayor parte carecen propiamente de trama, porque la vida real no la tiene,
estamos en una serie de eventos que danzan entre pasado y presente y caminan a
nuestro lado transformándose y transformándonos.
En
estas épocas de estos mis escritos que les comparto, mi madre llegaba a sus ochenta
(80) años de vida. Uno comienza a valorar lo que significa envejecer. Hizo las cosas exactamente a su manera dentro de sus posibilidades y de la misma
forma concluyó sus últimos días. Había formado en su entorno a dos mujeres que
le acompañaron por más de cuarenta (40) años y ellas le fueron totalmente fieles,
más que nada al final le sustentaron el
diario vivir y le vieron irse un día de abril. En lo personal me quedé atónita
ante este hecho, de cómo algunas personas en la ayuda doméstica se quedan junto
al ser que las contrata, le ayudan y le cierran los ojos. Algo insólito y admirable. (Continuará) MJ
Libro:
La conquista de la felicidad.
Bertrand
Russell. Ed. Debolsillo.
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