domingo, 25 de julio de 2021

 De la vida diaria.(En word)

                             Uno hace humanamente lo que puede.

                             ¿No será que a veces se nos pasa por alto averiguar cuánto más podemos?MJ

                           

                               Todo lo que podemos como seres físicos y biológicos, no sería nunca lo mismo si no estuviera permeado por lo que somos como seres espirituales. Se nos olvida qué fuerza tan grande tiene la parte espiritual de nuestro ser, ya que a veces creemos que solo está presente ante la religiosidad o el arte, ante la creatividad o el hacer acciones especiales. No, el ser espiritual que nos conforma es algo que está tan presente cuando dormimos como cuando estamos despiertos, cuando hacemos algo muy sencillo como respirar (y que tiene un impacto muy profundo para la vida, porque saber respirar adecuadamente nos hace la diferencia hasta en la salud mental) o cuando hacemos alguna tarea tan especial que creemos que lo es para siempre hasta que la vida nos despierta y nos hace ver que solo estamos aquí para saber acatar los cambios que son parte del día a día. Muy presente está cuando compartimos.

A veces el asunto de compartir se presta para pensar que solo lo hacemos cuando estamos en asuntos de índole social, es decir en eventos que son a parte de la vida que vivimos cada día. No hay que olvidar que importante es el modo de relación que logramos con los cercanos, con los que nos rodean de a diario y con los que convivimos en todos los ámbitos de la vida.

Ayer comprobé esto con creces. Salí por unas medicinas que me fue difícil encontrar en las primeras farmacias en las que las busque. Al fin llegue a una en la que por teléfono me confirmaron tener lo que yo necesitaba. Cual fue mi sorpresa que al bajarme del automóvil y llegar a la puerta  antes de poner mi hombro para empujar ( modo actual para no tocar las cerraduras)un joven guardia que pasaba caminando se adelantó y amablemente me abrio la puerta, gesto que agradecí notando que él no trabajaba en ese local, pero si en el edificio. Entre a lo que fuí y al salir por la otra puerta (hoy ya somos conscientes que hay una puerta diferente para cada acción) el mismo joven volvió de nuevo pasando exactamente en mi momento de salida, y con amplia sonrisa en su cara me volvió a abrir la puerta para salir. Entonces si me detuve y le detuve ya que valía la pena hacer ese reforzamiento anímico, y le dije: Eres un ser muy especial, lo que has hecho en estos minutos conmigo redunda para tu bien eterno, serás muy bendecido con esas actitudes que he apreciado en ti, y te vuelvo a agradecer. Me respondió: Señora, yo nunca hago nada en espera de nada, tan solo hago lo que creo correcto y parte de mi deber. Pues eres afortunado, ni quien lo dude. Y me despedí con un Dios te bendiga. Me sonrió y se fué. Yo me subí a mi auto pensando en lo maravilloso que es toparnos con la empatía de nuestros congéneres, pero mucho más estar en algo así como lo que el universo me permitió vivir hoy, no dudo que haya sido tal vez por mis canas, mas eso da lo mismo, el acto fue grandioso. Solo comprendiendo la fuerza de todo lo que nos une, seremos al fin una especie estupenda. No me importa no ver que en todos lados se den cosas así, ya que debería ser asunto de cada quien, pero me vuelve la esperanza en esta especie tan atribulada hoy día. Somos grandes los homo sapiens, pero más grandes seremos si sabemos por donde esta la luz.

                            Todo lo que somos como humanos termina reduciéndose en cada uno de nosotros a lo que se nos da con relación al temperamento y lo que éste nos ayuda a adaptarnos. Ya se dijo en los ámbitos de los estudiosos de homo sapiens: Solo quienes nos adaptamos a lo que la vida propone logramos estar más presentes en ella. El temperamento es este humor que nos es tan individual y que marca la vida conforme vamos avanzando, se dice que en parte es genético y otro tanto lo moldeamos durante la vida. Se asienta en más plenitud durante la madurez y es cuando ya lo tenemos en su aspecto más claro. Es en donde se encuentra la fuerza para seguir adelante cuando de pronto la vida nos lleva por algún tropiezo (que a veces ni imaginamos)  que se asienta como lo más importante para resolver. Es así que también con la madurez vamos comprendiendo que hacer planes demasiado concretos y severos no es lo más sano, más bien saber que sí es lo que queremos pero con la atenuantes de que todo puede cambiarse de un momento a otro.

                             La cultura en la que nacemos, es un hecho profundo que nos marca, en la cultura occidental existen muchas cosas muy positivas, y como en todas existen negatividades que es bueno tener presentes. Sería bueno aceptar que a veces estamos inmersos en unos pensares que provienen de la cultura general y que la verdad no ayudan en nada. Una parte de la cultura se relaciona con bienes supremos, pero si nos acordamos como la definió Linton, entonces sabemos que se refiere a todo quehacer. Es así, que desde mediados de siglo pasado el mundo occidental (en algunas partes más que en otras) comenzó a considerar comprender un poco más del acervo cultural del mundo oriental, ya que se vislumbra como un mundo más pacífico en cuanto lo que proyecta el ser. En estos lares occidentales la ley del menor esfuerzo tiene un lugar preponderante, no hay duda alguna, sabemos a veces que ciertos esfuerzos son agobiantes y que claro está que preferimos hacer lo menos para obtener lo más, pero no siempre se logra, dejándonos algunas veces con mucho que desear. ¿No será que no hemos descubierto que lo que realmente amamos es en donde  debemos enfocar las baterías y no en los caminos de obtener tan solo por conjugar este verbo en su acepción más ramplona?

Lo fácil puede convertirse en lo más difícil cuando no terminamos de comprender que todo lo que sale de nosotros regresará con creces si realiza buena energía.

La cultura del trabajo tiene varios enfoques. En los países asiáticos tiene una connotación de bien supremo que expande la conciencia del ser cuando se realiza con dignidad y más que nada con fidedignidad, es decir acorde al ser humano que la vive. Lo que hacemos no es algo adjunto a uno mismo, es esencia de nuestro ser. Es por ello que hay a veces mucha neurosis presente en las actividades porque se hacen tan solo para obtener más bienes y obviamente esto resulta mucho más difícil y cansado.

Un ejemplo clarísimo está en que si posponemos tareas que en realidad son impostergables, llegará el momento en que nos abrumen.

 Se dice que cuando uno descubre su actividad ideal, o el flujo que le hace más bien en la vida, hasta pagaría por realizarlo. Por otro lado nos queda claro que descubrir ese fluir nos puede llevar tiempo, en algunos casos la vida entera y obviamente un esfuerzo un poco más consciente. 

En oriente sin embargo son más ágiles los quehaceres algunas veces. Se permite a las personas un poco más de tiempo y espacio, ya que en esencia no hay prisas por acumular ni por avanzar más que otros. Existe la competencia que sólo propicia mejorar, nunca para hacer presente un sentimiento de que se es más que otros. El averiguar quién se es, y porque se es así y qué es lo que ha de centrar la  actividad, solo se enfoca en función al centro de la persona y no a como se desempeñe en el mundo exterior, este solo provee lo necesario para que la personalidad se dé pacífica y no exigente y competitiva. Queda claro que la intención sí importa. No importa en qué etapa estamos, lo que sí importa es perfilar mucho mejor las intenciones.

En particular es muy interesante que lo que oriente ha traído al mundo occidental es entre otras tareas el mirar la mente y su fuerza en las acciones que desempeñamos, saber sus colores.

Hemos dicho ya que la vida puede observarse como una gran esfera. Esa esfera contiene todo lo más alto, lo más bajo y todo un mundo intermedio que es el que conlleva la actividad más dinámica. En las parte más amplias de su redondez, nuestras actividades  podrían hacernos resbalar, es decir los espacios de logros y concreciones con ciertas presiones sí que nos pueden provocar errores. Si nos encontramos en las partes bajas de tristezas o dolor, pues el ser normal siempre trata de mejorar. Más, en la parte más amplia es en donde debemos enfocarnos, es decir en la vida diaria y en la época central de nuestra vida, ahí está determinado el humor que regirá todo. Las curvas en la vida son las más difíciles ya que son los momentos en los que se puede nublar el panorama y puede ser que sintamos que nos hundimos. Si estamos arriba a veces ni la conciencia queremos ampliar porque en occidente se considera estar arriba cuando tenemos una materialidad resuelta, y es entonces cuando creemos que todo lo podemos tener, comprar y adquirir solo con pagar. Enorme falacia. Muchas cosas no se logran así, y cuando nos damos cuenta hemos dejado el tiempo pasar o que no sabemos porque nos toca vivir tal o cual cosa que no nos esperábamos, entonces si que sucede lo que mi madre solía nombrar como: Se nos aparece el diablo. Así mismo en nuestra cultura no se afana el espíritu en encontrar esos momentos de flujo como algo a resguardar y a recordar para que cuando vengan las épocas de menor ánimo o dificultad tengamos de donde tomar la vida y que no nos desinflemos. Es decir, siempre que estemos en gozo, que estemos en momentos álgidos nos conviene tenerlo presente para cuando vengan los momentos difíciles. 

Todo es una interacción conjunta.

Últimamente nos enteramos de que varios de los jugadores más exitosos del tenis mundial practican disciplinas orientales. Algunos de ellos nos dejan con mucho asombro al verlos jugar por horas y prácticamente ni sudar. Uno se pregunta ¿ Son de otro planeta? Cómo lograr tales hazañas. Y las respuestas están bien claras cuando sabemos que son ante todo buenos practicantes de artes espirituales y actividades bien disciplinadas. Practican algún arte marcial, hacen yoga y meditan con principios de mentalidad zen.

Nos asombra como a veces se le anima a un jugador en la cancha y el contrincante que no recibe esa energía del público, podría derrumbarse. Los comentaristas atinados suelen averiguar mucho más allá de cada jugador y se nos dijo que hay un tenista (que ha mantenido el puesto número uno del ranking por mucho tiempo) a quien se ve muy entero siempre, pase lo que pase. Pues una de sus tácticas mentales es que cuando en el público están animando a su contrincante el no lo toma como tal, lo toma como si los vítores y gritos de ánimo fuesen para él o para los dos. Sabia actitud, porque no le inmuta que todo un estadio esté a favor de quien sea, el solo escucha lo positivo. Nada mala idea. No tomar algunas acciones de los demás como algo personal nos puede ayudar mucho. Es lo mismo que saber que hay flujos generales en el mundo y a veces pareciera que nos afectan en lo personal y solo depende de nosotros hacer que esto no suceda.

                         Retarnos a nosotros mismos parecería que no es algo conveniente. Sentimos que seriamos la última persona a la que le debemos exigir algunos logros, o tal vez nos conocemos tan bien a nosotros mismos que preferimos ni intentarlo, sino más bien dejar que las cosas sucedan como van llegando. Es un hecho que como llega la vida habremos de vivirla, pero más aún es un hecho clarísimo que sí debemos proponernos a nosotros mismos esos retos a los cuales llegar. No importa si no se logran de momento, pero que no falte por nosotros tener el ánimo y la mente clara al llegar a ciertos puntos sin retorno.

¿Nos hemos dado cuenta ya, que de nosotros mismos depende el tenor de gozo que podemos alcanzar? 

Eso de estarle echando la culpa a otros por lo que no se logra es de kindergarten, es algo que debemos desterrar, así como la idea de que somos víctimas de situaciones.  El victimismo tan arraigado en nuestra cultura roba mucha energía que se desperdicia, es como estar buscando tranquilidad echando el bulto a otros. Nada de lo que vivimos es gratis, ni llega a nosotros solo por lo que hagan otros, es nuestra tarea personal lograr las situaciones óptimas que estén en nuestras posibilidades.

Los estados de ánimo no deberían ser producto de lo que se vive fuera de nosotros mismos.

 Es algo que tiene todo que ver con el control que hemos logrado tener observandonos y poniendo en la mente lo adecuado.

Ahora que me releo, pasó por momentos de muchos estados de asombro. Me encuentro con cosas que viví y que les dí entrada en mi redacción y que tan solo han sido incidentes pasajeros. Ahora si me doy cuenta que vale la pena haber hecho ese recuento, porque al volver puedo retomar, reajustar eso que de pronto observé como preponderante y no lo era.

                              En lo personal he aprendido poco a poco a creer más en el poder de la oración. Vi orar a muchos a mi derredor cuando yo era niña y al final les vi también manifestar angustia en momentos clave. Siempre me pregunte porque se daba eso. A otras personas que nunca vi orar, les vi luego llenos de paz en momentos difíciles ¿Porque? Y me avoque a averiguarlo.

El modo en la oración hace todas las diferencias.

La oración no es repetir textos, aunque lo hagamos como mantras.( El mantra sirve mucho para enfocar, es repetir una frase corta y seguido, volviendo y volviendo a la idea para pacificar). Orar es más bien ante todo tener enfoque en lo que se está pensando en dos direcciones: el porque se enfoca esa atención y como se logra ese decir a la fuerza superior que ponga de sí para alguna necesidad. Sin atención no hay oración. Sí habrá texto pronunciado que de paz a quien lo dice, pero la segunda parte que es la intención del acto, es probable que no se dé. Es un acto circular que va de quien lo proyecta (desde el centro anímico interior) hacia la fuerza ( De Dios) y en el inter está la intención clara del porqué se hace. Como veremos hacerlo no es tan sencillo como repetir, debe de haber un estado de ánimo propicio en un medio lo más adecuado posible.

Cuando pensamos en las rezadoras contratadas o las personas que lloran en los velorios también por contrato (se les conoce como plañideras) de la misma manera, nos queda un poco la incertidumbre de cuál es el sentido.Yo creo que es más cultural que realmente espiritual.

                               El mundo del color me ha acompañado en la mente y en el gozo externo, desde mis primeros años de vida.

Amo ver las cosas llenas de color. Así puedo decir que ya con la madurez y el entendimiento de las fuerzas energéticas de esa luz que es el color, me queda claro que los estados mentales así mismo los veo.

Los grises son los estados en los que vamos de bajada y cuando nada nos parece que fluye bien. 

A veces esos estados nos pueden durar mucho tiempo y paralizarnos en el mal sentido. Hay que saber qué son, cómo llegan y observar cómo a veces se propician dejando entrar ideas que no nos pertenecen. En esos momentos debemos saber dejar afuera de la mente lo que no es. Saber qué asuntos no tienen nada que ver con nosotros, se puede volver una tarea muy divertida y aumentar nuestra autoestima cuando sabemos deslindar esos asuntos.

En algunos casos esto puede pasar con algunas personas. Nos han enseñado que todos los seres humanos con los que tratamos y convivimos han de verse como un prójimo al que no se puede más que tratar muy bien, o como siempre hemos escuchado: como si fuéramos nosotros mismos. Esto puede ser falaz, porque hasta a nosotros mismos nos viene bien soltarnos a ratos y revisar. Si se puede aprender a detectar quienes son personas que no aportan para nuestra promoción espiritual y simplemente se les deja ser sin que interactúen con nosotros. No es fácil a veces, pero tiene que ver con aprender a detectar personalidades que no son afines a uno mismo y que más vale no tener cerca. No es otra cosa que saber que somos merecedores de una vida plena y la gente tóxica existe. Lo único que es claro es que hay que saber detectarla. Es más, hasta se le puede tratar, mas no por ello permitir que interfieran en nuestro pensar. Nadie debe pintar de gris nuestra mente.

La mente es un hecho que tiene sus propios tonos.

 Los tonos verdes, son los de la mente que está en camino de restauración. No en vano se dice que la fuerza del verdor de natura, sana. Somos capaces de hacer todo lo posible por atraernos todo lo que es sano. En épocas recientes esto se ha exagerado a tales grados que las gentes hasta cambian sus dietas de fondo y hacen exceso de ejercicio. Esta bien comer sano, cada quien encuentra su camino pero sin exagerar el punto. Y de lo de hacer ejercicio es algo que también se puede convertir en una manía. He visto que hay seres que pasan más horas ejercitando su cuerpo que viviendo su vida. Hay que saber que es lo adecuado para cada quien y respetar hasta a los que no quieren hacer ese tipo de actividad.

La mente que está en tonos rojos y rosas, son las mentes que apelan al amor. Existe el amor incondicional, es el que debemos dar y mas que nada percibir en los otros, mas hay que tener cuidado de no descuidar nuestro equilibrio en aras de estar dando o dandonos de más. Se puede ayudar, se puede compartir todo, pero nunca a los grados que sea visto comprometido nuestro propio equilibrio. Se ha creído que salir de nosotros mismos es la manera de agradar a Dios. Es un hecho que esto con medida es muy necesario, mas cuidado con hacerlo fuera de control porque puede convertirse en fuente de enfermedad.

En amarillos son los tonos del saber y de la luz, esa que es más de conocimiento, así se ven las mentes que solo quieren saber y algunas veces saber todo. El conocimiento en desbandada no nos lleva más que a abismos. Ni se diga cuando es búsqueda de lo que ocurre en las vidas de los demás, esto en español vulgar se llama chisme y a nadie hace bien. Nunca es posible tener el total conocimiento de todo. Existe un dicho que aclara: Dejar caer el libro, y mirar. Es en la palabra escrita que encontramos mucho del conocimiento, pero mucho más aprendemos mirando a nuestro alrededor. Es verdad que a quienes nos encantan los libros no podemos entrar a una librería sin sentir la necesidad de llevarnos varios a casa, pero eso hay que hacerlo con cuidado y medida porque puede volverse contraproducente tener la mesa de noche con una pila de libros que no sabemos hasta cuando les tocara su turno. Me ha pasado, mas hace mucho ya, que supe que sobre mi mesa de noche solo pongo el libro que estoy leyendo en la actualidad. Ni uno más. Tener claro que habrá libros que ni vamos a comprar y mucho menos ni vamos a leer. Ya a estas alturas del partido, cuando hemos pasado los primeros cincuenta años ya sabremos mejor que el gozo está en sacar en claro que vale la pena leer y que no. En mi juventud goce leer el periódico en su totalidad, así como varios libros a la vez de temas variados de literatura y más que nada de mi interés personal en Antropología ( me apasiono por unos años su lectura, y que hoy disfruto en modo divulgación desde los centros en los que se promueve su conocimiento para el bien general) terminé donando todos los libros a la Escuela local para uso de los jóvenes que comienzan, algunos de ellos, los más básicos ya nada tenían que hacer  en mi librero. 

Hoy día se que cuando amanece y es muy temprano no permito que me invada el conflicto, disfruto el estar lúcida a la hora que sea porque ya a nuestra edad el ciclo de descanso es diferente, saborear el mejor momento para leer lo que es de conocimiento para el alma, esto es tanto el instructivo o de algo de sabiduría en prosa poética o verso. Tal vez la media mañana sea para dar un vistazo a algo que nos aligere el espíritu como alguna revista de temas que nos interesen como las actividades manuales si nos gustan, o el jardín etc. y en la tarde o antes de dormir gozar más de lo literario tipo novela. Yo solo inauguro  autores en mi librero si es que alguien confiable me los propone o recomienda, de resto ya nada. Si queremos leer un libro de filosofía antes de dormir, es seguro que tal vez nos induzca el sueño, puede ser muy buen somnífero. Yo prefiero a esas horas una o dos páginas de libros especialmente amados que seguro estan como preferentes en el librero personal. En mi juventud amé los textos de las que escribió bastante Jack London y son esos pasajes de las aventuras en bosques de nuestro continente así como asuntos costumbristas, con los que me vuelvo a dar el gusto de leer antes de dormir y después de rezar.

Es claro que es mucho lo que se escucha en los noticieros hoy día, y no nos damos cuenta cuanto nos hace de mal estar escuchando demasiado de esa información. Ya van varias veces que me topo con personas que me dicen por ejemplo: Ya se supo que los chinos soltaron el coronavirus al mundo, lo escuche en las noticias muy confiables. Y yo me pregunto: 

¿De qué sirve esa noticia, por mas confiable que sea? ¿Podemos remediar algo? Es penoso, pero da lo mismo al ciudadano común de donde salio ese bicho, el hecho es que debemos asumir nuevos modos. Esa noticia solo debe servir a los grandes organismos regulatorios que tienen en sus manos el vigilar quienes están trabajando la ciencia en el mundo. Sí, es una pena que de un centro científico se haya atacado a la humanidad, pero no es tarea directa de nosotros evitarlo. En verdad he sentido pesar cuando me entero que están atacando y matando chinos en el mundo porque se tiene un gran coraje nacido de estas informaciones, gente que nada tiene que ver con el hecho y pierden la vida solo porque son de ese grupo étnico. Que triste. Aprendiendo a deslindar qué noticias sí y qué noticias no, pues hacemos más blanco el centro de nuestra mente. No olvidemos que el color blanco es la unión de todos los colores y deben de estar en equilibrio en la centralidad de nuestro pensar. La pureza existe y es trabajo personal mantenerla a flote en nosotros.

Las mentes que aman y saben el buen sentido de los cambios se encuentran en modalidades de tonos violeta. Es en ese tipo de pensar en el que debemos enfocarnos hoy en día para aceptar que lo que cambia nos trae mucho bien. En lo personal mucho de bueno he recibido de la pandemia aunque parezca irónico. Me encanta que ya sólo veré a la gente que realmente aporta a mi alma. Me encanta que solo iré de compras cuando estoy segura de lo que necesito y no compro de más, y  me encanta que pueda poner la lista del super en la red y me traen todo a casa, exactamente como cuando era yo niña y mi madre lo hacía llamando a la Casa Puga por el teléfono casero y nos llegaba la mercancía en un santiamén. ¿No es circular la vida? Quien lo dude que observe más.

Si sentimos que fluimos y el corazón no se agita en demasía es que estamos en tonos naranjas. Miles son los anaranjados que nos rodean, comenzando por el sol mismo que nos da la vida hasta el infinitum. El naranja es la entonación pacífica del alma.

Asi pues, cuando sintamos alegría el tono naranja puede ayudarnos a conservarla. Obviamente no tenemos que ponernos cada tono encima, con saber como traerlo a la mente basta.

Si obtenemos el tanto de confianza necesaria, será la gama de azules la que nos acompañe. Esos tonos nos dan protección, certeza de que vamos de la mano de lo que nos conviene y de lo que creemos.

                           La firmeza en el alma humana sólo se logra con el ahínco diario de lo que de verdad nos resuena. No vaya a ser que volteemos a la vuelta de la esquina y nos demos cuenta que eso que amamos lo hemos postergado para mas adelante (¿adelante de que?) solo tenemos delante lo que nos resta del día, así que si amamos abrazar a los bebés, hagámoslo, si estamos en eso. Si amamos cocinar, hagámoslo de una santa vez y si lo que nos hace felices es ver llover, pues esperemos la época de lluvias y gocemos con ello. Es una mentira que tenemos que tener resultantes enormes y grandiosas para que la vida pueda pronunciarse como muy feliz. 

Obviamente todos tenemos tareas que hacer que no son de total flujo, mas al lograrlas el flujo verdadero de nuestras preferencias será mucho más intenso. En lo personal no me interesa mayormente los quehaceres de la cocina, mas hoy día en casa me paso buenos momentos ahí, me ocupo de ordenar y si me toca cocinar lo hago con gusto porque se que aunque no soy buena, estoy apoyando a los quienes comparten conmigo.

En lo personal, nunca me imagine que feliz me haría ya en la década de mi sexto escalón de vida, el haber llevado por escrito todo lo que voy viviendo, bueno, no todo sino solo lo que me ha significado y es muy diferente a lo que me significa hoy día. Ahora me hace muy feliz saber que puedo compartirlo antes de irme de este mundo, porque cuando me vaya ahí quedará en cajas, tal vez tan solo para ser parte de un momento de vida.

                           Séneca nos dice: Al jumento en lo áspero se le endureció la pezuña. 

Asi es, solo la adversidad nos cambia la textura de la vida, mas no queremos que nos cambie la textura del alma. Las durezas han de servir para mirar mejor las magníficas suavidades que nos proporciona la vida y vivirlas más conscientes.

Se dice también que a Aníbal ni las nieves tremendas por las que tuvo que pasar, ni los bosques enormes que tuvo que sortear, le doblegaron. ¿Que le ayudó? Su fuerza de ánimo. Ese ánimo que aprendemos a tener bajo custodia constante para hacerlo solo nuestro más fiel aliado.

¿Qué fue lo que doblegó a Aníbal? Se dice que el no conocerse y no saber sus límites. Ya había superado mucho de sus tareas encomendadas, pero a él mismo no. No se daba cuenta que sobrevaloro su personalidad y eso mismo le acabó.

Existe en la ciencia desde los años de la primera mitad del siglo pasado la investigación de un principio que vino a cuajar en la década de los años sesenta del siglo pasado. Se le llamó Principio de Peter por el apellido de su autor Laurence J. Peter, un pedagogo que nació en 1919.

Este principio habla de que todo tiene su propio límite. Así como hemos estado diciendo de la redondez de lo vital, esto se refiere a que no hay más allá de ello, lo que sigue cuando pasamos por la curva plena de la redondez, es volver a bajar. Así pues, algunas personas se preguntan qué es lo que trajo sufrir a sus vidas y la respuesta clara es que se quiere más de lo que nos limita.

 ¿Hemos cumplido la misión encomendada? Pues gocemos de eso sin estarnos dando con exigencias absurdas.

En la parte circular de la esfera vital se camina con pasos cortos y firmes. No se trata de estarnos probando de más, ya en la medianía de la edad habremos de saber que la vida ya está planteada. Esto no quiere decir que dejemos de aprender, pero se escogen las batallas y se centrará la vida en los gozos reales. 

Séneca nos dice: En la medianía, hay que observar más a las vidas y no lo que en palabras se asienta.

                              En 1897 Jules Renaud escribe:

                              Creo haber tocado el fondo de mi pozo. 

Así, tal cual todos hemos sabido de las negruras que puede traer la vida, pero eso tiene un límite, un fondo y no podemos ni debemos estar yendo de más a esos lares anímicos. Muy diferente es si se padece una enfermedad, o algo así fuera de lo normal y habremos de solicitar ayuda, como bien dice el dicho, eso sería harina de otro costal. Pero hablando del común de los mortales regodearse en los males es lo peor.

También dijo: 

Si la verdad estuviera en el fondo del pozo, me tiraré al pozo. 

Es un hecho, habemos seres humanos que estamos felices en las búsquedas y en los cambios gozamos porque de ellos se aprende, mas hay otros congéneres que esto nos les interesa y toman otros caminos. Cada quien con su temperamento a cuestas.

Sacar del pozo baldes llenos de verdades. 

Es normal andar buscando verdades eternas, pero más claro es que no las hay como tales. Las verdades responden a épocas, tiempos y personas.

                                   La vida en realidad se vive a dos tiempos:

Uno es el tiempo emocional y el otro el tiempo real. 

Ambos, apoyados en la mente de cada quien han de complementarse. Si lo emotivo se desmorona se nubla la razón. Mucho apunta para nuestro bien saber cada momento que es lo esencial o como también se puede decir: Lo realmente importante.

En estos tiempos que releo de la década de mis cincuenta años el rito de la misa católica dejó de ser importante para mi. No se exacto que pasó pero dejó de ser significativo. Para poder vivir mejor algo que venía haciendo como parte de mi vida desde la infancia y motivarme para no dejar de asistir, hasta acepte cantar en un coro de guitarras durante el ritual, pero tampoco me sirvio de mucho a pesar de que sentía que por medio del canto se une uno más con Dios. ( De hecho lo comprobé más adelante cuando hace algunos años me avoque a ir a leer la Biblia con los cristianos, de quienes aprendí muchísimo. En sus reuniones de verdadero trabajo y lectura a conciencia de la Biblia, también se canta mucho.)

Lo que me vino a hacer mucho bien fue encontrarme que una prima a la que aprecio mucho,  había estado implementando sesiones de aprendizaje del sentido de los ángeles en nuestra vida. La Biblia habla mucho de estos seres de luz y uno a veces no entiende bien a que se refiere ese asunto angélico, así que me avoque a saberlo. Me encontré con que es algo valiosísimo, da mucho asiento al alma y se puede profundizar cuanto uno quiera. Obviamente hemos de cuidar los pensamientos falaces al respecto y no caer en prácticas de fanatismos que nada tienen que ver con el real sentido de comprender la acción de los ángeles en nuestras vidas.

Buscaba algo que denominé el estado estable de felicidad, y partir de la idea de que solo las verdades propias dan ese sentido. Parte de mi trabajo en esos años era poder observar sin apegos.

Realice la pregunta que dirigiría mis pensamientos:

¿Quién puede saber de un camino certero?

Y la respuesta fue a mi misma:Ni el más pintado.

Quien nos haga creer que ya lo tiene, está mintiendo. 

Nadie deja de tropezar y lo que da certeza de verdad es saber que en el mismo tropezón está la respuesta. Así que me fuí abocando a observar más esos tropiezos inevitables que nos van dando más fuerza.

Cuando amanece en estos lares en donde he amanecido por los últimos cuarenta y cinco años de mi vida, escuchar el canto de la paloma montaraz se convierte en un mantra al oído. Esos sonidos de la naturaleza nunca deberán de dejar de asombrarnos.

                              En la vida en general todos los colores se van combinando y lo que vamos percibiendo es cuánto más negro o cuanto más blanco los habita según el momento. Si estamos en bajada los negros permean y si estamos en subida los blancos darán los tonos a todo nuestro colorido.

Hay momentos en los que uno percibe la vida como si se hubiera desgarrado, el cuerpo respondiendo a lo más mundano y el alma en la lucha de su elevación. Nunca estaremos construyendo en la certeza total. Habremos algunos que podemos desanimarnos con ésto, mas no hay tal, es mucho mejor saber que no hay nada escrito y como tanto nos dijo Serrat a quienes lo escuchamos hasta la saciedad: Se hace camino al andar.

Escribí:

En el centro de la encomienda dada, lo que nos centra es ser fieles a nuestro sentido de bien.

Parecería muy facil, mas ante todo habremos de despejar la claridad.

¿Que nos significa a cada uno ese sentido de bien?.

Las cargas que solo dejan aprendizaje a veces son dolorosas y necesitan del tiempo para ser asimiladas.

Muchas veces en estos lares de los campos lejanos a la ciudad se convive mucho más con los animales. Me encantaba observar a las filas de hormigas llevando hasta sus nidos trozos de hojas mucho más grandes que el tamaño de su propio cuerpo. Creo que es fantástico poder hacer una correlación analogica  con lo que a veces vivimos los humanos: Cargas enormes que pensamos que no podremos soportar y nos salen las fuerzas de flaquezas si el animo esta bien llevado.

                           Así pues, me quedó clarísimo que estaba entrando a una etapa de madurez. Todavía en la década de los cincuenta años de mi vida tenía momentos en los que se me cerraba la garganta y sentia algo de angustia, lo que más me resonó en estos tiempos fue saber qué tanto me hacía bien simplificar, hacer la vida más ligera. Me percate que llevaba mucho tiempo tratando de vivir más sencillo, con más ligereza y lo iba logrando.

Ya maduros los seres humanos dejamos de ir en contra de nuestra propia natura (Como a veces solemos hacer sin percatarnos) y más que nada de nuestra propia especie. El orden en el pensar toma asientos mucho más claros.

La esencia de Dios se vendrá manifestando en un equilibrio tanto personal como con la convivencia.

La madurez nos va serenando. 

No hay cabida para no aceptar lo diferente  y saber como convivimos con ello sin crear daño. Simplemente se aprende a fluir mejor. Saber que las diferencias que nos separan lo hacen porque no todos tenemos que ser compatibles y si algunas personas se van antes de lo previsto, Dios las bendice y los que nos quedamos recibimos nuevas encomiendas de adaptación y cada quien sigue su camino.

Continuará.MJ






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