miércoles, 24 de agosto de 2022

 

De la vida diaria.

La especie humana. (1)

 

                      Los momentos eternos duran unos cuantos minutos en la vida real, cuando  los percibimos nos pueden acompañar  por siempre. MJ

 

                            No se sabe exactamente cuando el homo sapiens–sapiens, la especie a la que pertenecemos, comenzó a preguntarse sobre ella misma, es decir a tener la clara tarea de saber exactamente quienes somos.  Habitantes milenarios de este planeta y con los cambios adaptativos más insospechados y trascendentes que nuestra mente pueda imaginar, nos hemos ido transformando y parte de nuestro bagaje, así como los procesos que solo son nuestros, están presentes aun hoy día sin que en todos los aspectos nos percatemos de ello. Parte de la conciencia es percibirlos.

Gracias a la tenacidad de algunos congéneres y a la ciencia, es que hoy  podemos saber exactamente desde lo que se ingirió en la cueva primitiva hasta como nos desempeñamos en esas primeras organizaciones de vida y supervivencia. Si lo tenemos en cuenta es seguro que nos renovamos desde dentro y tendremos una perspectiva muy particular. Es el esfuerzo de muchos otros que nos han precedido a quienes les debemos el estar en este momento parados sobre la tierra.

Son científicos de diversas disciplinas los que tienen que ver con este proceso de rompecabezas, en busca de nosotros mismos. No precisamente de un eslabón perdido (como antaño se pensó)  ya no se habla en esos términos que en realidad solo confundieron, ya nuestro conocimiento va más profundo y se van encontrando semejanzas y divergencias que van dando respuestas por sí solas.  Lo maravilloso es que poco a poco se ha ido develando quienes hemos sido armando una especie de mapa. Es la ciencia social en general la que asegura que tal como sucede en la Arqueología: Mientras más se sabe lo que fue, más se aprende a conformar lo que será, lo que seremos.

Percibir la vida como un asunto que se desdobla hacia la eternidad, a veces asusta. Algunos hasta llegan a creer  que flotaremos en la nada al dejar el cuerpo, cuando en realidad ya se sabe que la conciencia vivirá por  siempre. No es claro el concepto de la fuerza de nuestra inmaterialidad, mas se basa en la conciencia que es nuestro centro rector. Nada esta desligado,  todo es consecuencia de algo pasado y es muy necesario saber más allá de lo que nuestra cosmovisión nos indica. Las preguntas básicas se las ha hecho el hombre desde que tuvo conciencia de sí mismo (que no es lo mismo que tener conciencia en el plano espiritual) la conciencia de nosotros mismos es la que está basada en la pregunta: ¿Quiénes somos? Y más que nada qué fue lo que hemos sido.

Según el historiador español, Felipe Fernández Armesto,  quien ha desarrollado serios estudios de Antropología cultural en la Universidad de Londres (El periódico The Times apunta: -este investigador hace de la historia un arte inteligente-) nos dice que el verdadero sentido de vivir está cimentado en lo que sabemos de nosotros, ese camino anterior que como proyecto natural se ha solidificado desde la caverna. Cuando no sabemos que nos da sustento, podemos perder la perspectiva de lo que somos y no implementar con más éxito lo que seremos. Solo los seres humanos tenemos la capacidad de convertirnos en Seres Humanos, todos los homínidos que nos precedieron con características humanas ya no existen y los únicos somos nosotros, el privilegio es nuestro porque hemos sabido adaptarnos. El camino ha sido descuidado y el mundo se nos ha salido de las manos, hoy reclama todos los errores cometidos. El albedrio   único y que se califica de libre, en realidad no lo ha sido, porque utilizarlo sin el sentido adecuado más bien nos ha encadenado y atrapado. Muchas veces me pregunto si es que en realidad somos ¿sapiens? Hay algunos aspectos en los que se ha perdido la brújula, mas somos seres fuertes y la esperanza está presente. Algunos afirman que nos hemos creído mas dioses que Dios mismo. La antropología no puede tener todas las respuestas, más los intentos cada vez son más clarificadores. Nos llamamos seres evolucionados por la dinámica que nos caracteriza, es decir habernos superado dentro de los obstáculos más intensos y duros con desafíos que han sido enormes. Muchos asuntos se vivieron en la indefensión, en las condiciones más difíciles y sin embargo aquí estamos. Cuando se le pregunta a Margaret Mead que es civilización para ella y  pondera la valía de haber encontrado entre los huesos ancestrales uno que fue reparado, nos quiere decir: - fuimos capaces de no abandonar al herido de la tribu, y ese gesto ya nos hace realmente civilizados.-

La naturaleza humana hasta hoy día no ha obtenido de los estudiosos científicos una definición total de sí misma, porque abarca muchos aspectos. El concepto género humano si ha recibido más definiciones, porque abarca las evidencias de cómo evolucionó la especie en lo biológico. Este estudioso nos dice que además de vernos amenazados por asuntos catastróficos de la naturaleza y del mundo que no hemos cuidado, nos afirma que mucho más desvalido está el ser humano por la falta del entendimiento conceptual de su esencia, esa parte sí que está en entredicho  y peligrando para la existencia asegurada de la especie. Tener la mente llena de ideas equívocas, incompletas o distorsionadas no permite la apertura de la conciencia. Varias fuentes han estado estudiándonos, la primera es la Primatología en donde se trata de comprender el uso de un lenguaje y como se desarrolló, ya se sabe que esta característica de la comunicación verbal no es privativa del ser humano, como tampoco lo es la creación de herramientas para la subsistencia. Otros aspectos más sublimes y únicos son: Creación de imaginación simbólica así como el desarrollo de la conciencia de uno mismo.

Es interesante estudiar el proceso de cómo nos hemos ido estudiando a nosotros mismos, porque las creencias eran muy sui generis, entre otras formas de enfoque, hasta se llegó a creer en la no existencia del alma en la época de Descartes.

La investigación genética de hoy, y el descubrimiento del genoma (el prefijo oma  quiere decir generalidad  o totalidad de algo) ha sido un salto enorme ya que abarca la comprensión de toda la cadena genética y  dar ese aspecto tan impactante de saber que cada ser humano es único aunque comparta el 99.9 % de sus genes con toda la humanidad.

Una de las preguntas más interesantes que se hacen los investigadores de la cultura humana es ¿En qué momento nos volvimos nuestros propios enemigos? Existe en todas las culturas evidencias claras de cooperación que es la base de los avances evolutivos, esa ayuda desinteresada de unos a otros. Se ha llegado a plantear que en la luchas internas de territorios y cuando se volvió el grupo sedentario, el poder malentendido hizo su aparición y con él la controversia de la propiedad. En lo personal me interesó mucho (desde los primeros años en el estudio de la antropología) el tema de la violencia y ya hace mucho que se estudia por diversas disciplinas.  Santiago Genovés, hizo un experimento, este investigador llevo a gente diversa en una balsa a mar abierto para convivir con lo mínimo en busca de observar que pasaría y se logró afirmar después de este laboratorio viviente, que de entrada no violentamos porque si, solo nace esta conducta a partir de ciertas tensiones que no se tiene claro cómo resolver y por ende aunadas al miedo dan por resultado conductas violentas. El miedo es factor clave, hay que tenerle miedo al miedo. Está tan extendida esta conducta, que hoy día ya es tarea obligada para cada persona hacer valida nuestra esencia pacífica, y cada uno habremos de encontrar el camino que más nos convenza.

También hay que aceptar que la ignorancia nos está ganando la partida. Cuando no vemos  claro lo relativo a la especie homo sapiens  (cuando decimos tener claridad no es literal pero si algo conducente) hay que ocuparnos de ir ampliando ese conocernos, y aunque  que no nacemos con un manual bajo el brazo para saber llevar a cabo las misiones que se nos encomiendan, sí podríamos mantener o crear un interés en leer mas sobre nosotros mismos. Creo que en algunos casos lo que va ocurriendo es que nos vamos alejando del interés de saber cómo aportar de fondo, porque la vida se complica en vez de hacerse más clara y hacer lo que la naturalista y estudiosa de los chimpancés Jane Goodall propone: -Más vale que sepamos por donde va el sentido de la diferencia que queremos  hacer-. No podemos hacernos de la vista gorda con la misión primordial que hemos venido a desempeñar, es muy interesante como lo expresa Mark Twain el escritor norteamericano: -Es importante el día que naces y lo es más aun, el día en que descubres para qué-. A veces, la bruma de tanta información ofusca y es por eso que la misión básica habrá de tener más impacto en el entorno personal. Cuando mi padre quiso que fuéramos mis hermanos y yo educados en una institución mixta y laica mi madre puso el grito en el cielo. Siempre pensó que hubiera podido marcar una diferencia en la vida de sus tres hijos. Esto lo comenté como un hecho que me produjo pesar durante un tiempo de mi vida (que luego superé) y la persona a quien se lo dije me afirmó:- es lo mismo, no creo que eso marque ninguna diferencia – Este tipo de pensar no aporta para lograr, porque es obvio que el sentido que le damos al pensamiento y por ende a las acciones, sí que hace diferencias. Cuando se percibe la manera de hacer una diferencia y está en nuestras manos, hay que actuar.

Cuando por primera vez escuche la palabra conciencia, ya conllevaba una connotación implícita: algo que debe refrenar la vida.  El mecanismo secreto es saber por dónde anda nuestra conciencia personal. En tiempos pasados se creía a pie juntillas y en demasía que ésta palabra debería servir para reprender (nos) con un sentido de culpa no muy claro. En esta época todo se ha aclarado mucho más y ya sabemos que esa percepción de la conciencia es limitada y algo obsoleta, que la culpa como tal no es una cosa negativa, nace del lóbulo frontal de nuestro cerebro y nos deja ver lo que hay que perfeccionar. El gran problema de los seres que propician distorsiones en el mundo está basado en la imposibilidad de sentir y reencausar esa culpa reivindicadora.

Hoy día, ya no creo que nadie piense que es más importante la represión como pauta de aprendizaje o educación, la fluidez de saber encauzar lo que es válido en la psique es un hecho muy positivo y más que nada necesario. Viene a colación recordar algo básico de lo que es psique: -modo de conjuntar lo que sabemos con lo que es la verdad-. También sabremos tener claro que las verdades no son totales y que deben responder al momento histórico y mucho más a la persona que las sustenta. (Continuará) MJ

                             

 

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