De la
vida diaria.
Colores,
del día a día.(1)
Cuando
hablamos de coloración, no solo nos referimos a los pigmentos que dan fuerza
especial a nuestro mundo, también tiene que ver con estados del alma. MJ
Ya sea que
nos rija el aprecio a la ciencia y el comprender cómo nuestra especie va en
camino de evoluciones sin precedentes, o que creamos que se darán los cambios
por intervención divina, todos estamos inmersos en mundos plagados de color. A
fin de cuentas no importa tanto lo que centra nuestro pensar, mientras esto sea
beneficioso para la vida creativa. Desde niña todo lo relativo a los colores me
maravilló a tales grados que hoy día tengo claro que quienes me condujeron en
esos primeros años lo entendieron tan bien, que propiciaron las posibilidades para poder lograr con
personal visión la coloración de la
vida diaria. Con el aprecio del valor del color en los acontecimientos que
vivimos y conociendo la fuerza energética que estos brindan, la vida se
enriquece. En realidad el aprecio de los colores como parte del entorno nos
permite poder mirar con otros ojos,
percibir la importancia del color o de los colores de todo y de cualquier cosa,
desde lo que se adquiere para la vida diaria y la casa, como para lo que se
comparte con otras personas. Al mismo
tiempo que se fundamenta la educción emocional se puede comprender los colores
del espíritu. Con el paso de los años esto se ha hecho mucho más evidente en mi
caso personal, he logrado hacer asociaciones del color físico con el
espiritual, saber que lo que uno percibe puede asociarse con un tono
determinado de todo el espectro cromático. Eso mismo me llevó a poder plasmar
con las técnicas de acrílico, temas relativo a la temporalidad con sus propios
ritmos y colores.
No
podemos olvidar que los colores son luz, así que están íntimamente ligados a lo
etéreo como a todo lo que es percepción inmaterial.
No fue
sino en la adultez cuando al fin llegaron a mí las teorías del color y como los
científicos han descubierto sus energías y valores. (Ya lo trataremos más
adelante).
Hoy día, en el
texto que reviso me doy cuenta de que en
general voy sintiendo que en el mundo se ha perdido un poco el tono de la
lucidez, de pronto como que todo se percibe con tonos de gris porque los acontecimientos lejos de proporcionarnos
más claridad y luz, de pronto como que nublan lo que ya era conocido y vuelven
a aparecer cosas que creímos obsoletas, es normal, así funciona la espiral
evolutiva, aunque a veces asusta porque parece que retrocedemos. Los colores
del espíritu han tenido reveces muy significativos porque van cambiando las
percepciones en las que uno cree y van dejándose de lado costumbres que en
realidad ya no funcionan, algunos de nosotros nos preguntamos si será el influjo
de los avances o es que la globalización con todo lo que hoy día conlleva lo crea y propicia, porque ya es más cuantiosa
la información. Yo creo que nada de eso es en vano y que aunque no todo lo que avanza
es en pro de lo que podríamos considerar como beneficioso, las creencias
personales de pronto son lo más sano que tenemos, dan sustento mental y paz. La información ya es tan amplia que de
momento vemos como borroso el mundo que nos rodea. Solo con la aparición de la
pandemia de Covid, cuantas posturas tan diversas se dieron. Yo recibí llamas de
familiares diciéndome que no me vacunase y se agradece el gesto, mas yo creo que ya no procede porque cada quien
decidimos con lo que creemos. Se puede pensar que con los años el mundo
personal se pudiera ir haciendo más nítido, aunque no siempre sucede así y eso
es bueno porque nos produce una necesidad de comprender en que consiste en
realidad el cambio que vivimos, los años nos dan experiencias pero la lucidez y
(tal como la felicidad) habremos de trabajarla, el mundo ha cambiado con rapidez y a veces lo que solíamos ver con una
coloración un tanto inamovible, de pronto se presenta con nuevos tonos y
modalidades. El mundo se ha hecho tan diverso e intercomunicado que puede
producir confusión. Hay matices que
antes laxos, hoy día se han
intensificado por sobremanera y por ende movido
el tapete a muchos congéneres. No podemos dejar de apreciar que los modos
culturales en mucho se unifican cuando se comparten y eso es lo que observo hoy
día, no hay regreso, ya estamos en la cultura global.
La
cotidianidad es pura, a veces se presenta con tonos neutros para permitir que
cada uno demos la coloración personal, porque así es el caldo de cultivo en
donde hacemos creativas nuestras acciones, sabemos que en ese recinto somos nosotros los
que tenemos un cierto control, mismo que en realidad es hasta ficticio porque
la verdad es que es poco lo que se puede controlar cuando entendemos la vida
dialécticamente. Es ahí en donde se despliega la creatividad más genuina y el
libre albedrio más concreto, valores que apuntan a que creamos mucho más en la
creatividad de cada día. He observado en los niños pequeños cuando se empecinan
en algo, como dan muestra de estar seguros de lo que en se momento desean y
crean en los padres desasosiego, pero esto se puede entender, son actitudes de
formación emocional muy necesarias que moldean al infante, lo que no es entendible
es que los adultos podamos convertir nuestros ritmos fluyentes en complicación.
Aligerar (no en el sentido de prisa, sino de hacer más fluido todo) es un verbo
de esta era.
Cuando
apreciamos el valor de una rutina que lleva y afirma los ritmos conocidos nos
da estructura, a veces se percibe con un solo color y sus matices
complementarios y otras veces con combinaciones muy bien logradas nos dan
fuerza. Tener siempre novedades en puerta es una situación de renovación y
cuando sabemos llevar los días con buen ritmo, estas aportaciones dan vida a la
vida. El ánimo, o los estados de ánimo uno los va conociendo para saber
traerlos a la escena de la vida cuando es necesario. En este momento que releo priva en mis líneas plasmadas un dicho que
permea todo, cuando leyendo a Seneca se pregunta: ¿Cuál es el lugar del bien
supremo? Y él mismo responde: El ánimo.
Iba yo
aprendiendo a ser más dueña de mis estados de ánimo, empresa nada sencilla pero
si muy deseable.
Continuo
leyendo (me) y me doy cuenta cuanto de pronto nos puede preocupar ese ánimo,
que solo nosotros construimos. Encuentro reflexiones de las diferencias de
acciones que pudo haber tenido mi propia madre como primordiales a las que tengo
yo misma y noto como de una generación a
otra han cambiado los puntos de vista. Algo de lo que me encuentro que conversé
mucho con ella (producto de lo que aprendió de mi abuela) era que creían en el asistencialismo. Tuvimos largas pláticas
al respecto. En épocas de mi abuela era muy común para ciertos grupos de
señoras (que solo se dedicaban a sus actividades caseras, asunto que se
apreciaba como una ventura y hoy día esto se cuestiona mas) tener personas a
las que por sistema ayudaban con entrega de bienes materiales, en lo personal
me parecía hasta indigno ir con algunas gentes (que era evidente que tenían
necesidades vitales del diario vivir, como miles más que las resuelven
trabajando) a prácticamente decirles: te
doy lo que tú no te puedes proveer. Esos regalos nunca los pude comprender, se solucionaba un mal
momentáneo, notaba el buen tono y la buena intención, mas el mundo no se forja
de intenciones sino de hechos concretos apoyados en conocimientos. Ellas, con
la más natural de las acciones creían en esos menesteres. Me pregunto qué pensarían
hoy día, si vivieran las situaciones de
esos congéneres de edad avanzada que caminan entre los automóviles pidiendo una
moneda o que se yo, una pésima costumbre producto de una sociedad en la que no
hay inclusión digna para los adultos mayores más necesitados, algunos de ellos
viviendo en las calles. En lo personal no pierdo la esperanza de que algún día
salgan de ese arrollo de vehículos, que
en una de esas, los mata. A ratos pienso que ya su vida ha perdido valor y
creen que los pocos pesos que se les dan en una calle les regresarán parte de
la vida, más la dignidad brilla por su ausencia. No se ha dado respuesta
completa a esas situaciones. Mi abuela tenía como una cuestión central en su día a
día, un espacio al mes, escogido para ir a visitar a su pobre particular. Mi madre, ya no tanto lo realizó así, ella tenía
un grupo de personas que con frecuencia repartían
lo que llamaban mercancía. Es un
hecho que se apaciguaban las conciencias, aunque ese no sea el modo ideal.
Cuanto quisiéramos que los medios para el trabajo se acrecentaran. Lo más
indigno que he observado en estos tiempos es a personas que con un cartel piden
dinero para una operación quirúrgica. Cuando no se cuenta con los recursos para
esos asuntos habrase de buscar opciones de lugares que dan asistencia hospitalaria
o seguridad social. Para muchos seres
humanos resulta mucho más fácil extender la mano y obtener con la ley del menor
esfuerzo. Hoy día, con la asistencia que se está dando a los adultos mayores
esperemos esos asuntos se superen y nadie tenga que salir a las calles, es
mucho pedir, mas por algo habrase de empezar. En sociedades mucho más
organizadas y avanzadas del primer mundo es algo común que los recursos del
estado están dentro de ámbitos mucho más consientes para la asistencia social. No soy proclive a hablar de política porque no
es lo mío, (no lleva a ninguna parte cuando uno no se ha preparado para eso)
mas por sentido común uno comprende algunas situaciones. Me parece muy digno
hoy día que algunos adultos con
necesidades económicas en vez de estar en las calles opten por ser ayudantes en
los supermercados, se merecen todo nuestro respeto y admiración, suelo
conversar con ellos cuando el tiempo me lo permite y animarlos a que lo hagan
con toda dignidad. Habremos de darles más de lo estipulado como propina si así
lo consideramos y nos es posible, están realizando un trabajo, exacto como lo
hace el cuicacoches a quien muchos no les dan nada, aludiendo a que en realidad
no han cuidado su automóvil. Comprenderemos a veces que están cuidando en
general en todo ese ámbito y eso ya es un trabajo en sí, y a veces ayudan a
guardar la compra que uno trae.
En mi
juventud, cuando leí una novelita rosa que mi madre me regalo llamada: -Cada
día tiene su secreto-, me di cuenta que no es un solo secreto el que tenemos
obligación de desentrañar en el curso del día a día, son muchos y tener la
actitud de abatir la ignorancia es un asunto serio. Es importante sabernos
ignorantes, todos lo somos porque es imposible ser todólogos y con ello propiciar más conocimientos útiles. Muchas
lecciones de vida a veces provienen de las personas más sencillas.
En
estos días de principios del siglo XXl leí un texto de Guillermo Batarse:
Darle
a la paz, una oportunidad. No existe propiamente nada predeterminado porque ya
el conocimiento nos ha llevado a comprender que todo es cambio y movimiento.
Mucho cuidado con el conformismo. Tener cuidado en no propiciar la aparición de
dramas, porque estos dan pie a que se cancelen momentos que podrían ser mucho
más plenos con menos escándalo y más actividad concreta. MJ
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