De la
vida diaria.
Colores
del día a día. (10)
Hemos
venido al mundo a vivir.
En algunos momentos
podremos sentir que tan solo sobrevivimos.
¿Qué
tanto esto tiene que ver con la sanidad?
MJ
El color verde se asocia a la vida en
todos sus aspectos. Se piensa en verde cuando hacemos una asociación en la
mente con el término sano, sanidad.
Estar
sanos implica un equilibrio especial de algunos aspectos en los que nos damos
cuenta hemos de trabajar en particular. Todos queremos una vida en plenitud y la
sanidad implica atención puntual hacia lo que más observamos en detrimento. Si
es la salud, la mente o la forma como encaramos la existencia, da igual, lo
importante es enfocarnos en lo que puede producirnos un daño y evitar que éste ocurra.
Algo
que abarca todo nuestro ciclo en la tierra como lo es la vida personal, lo
queremos vivir de la mejor manera, es trabajo personal, único e irrepetible.
Esa forma de vivir y de ser que elegimos, es lo que afecta a todas nuestras
acciones.
Estar
en el mundo y tener vida en el cuerpo y en la mente no significa que en verdad
estemos viviendo en plenitud, porque es muy fácil caer en el ámbito de la
supervivencia y desencadenar lo insano. Una de las definiciones de sanidad la
plantea como:
-Precaverse
de un daño ante la más leve amenaza.-
Como
bien podremos interpretar en esta definición, la total sanidad no es lo más
fácil de lograr, ya que abarca todos los aspectos y habremos de conformarla en
nuestra vida de una manera razonable. Vivir totalmente sanos es una ilusión.
El
color verde está presente en amplias zonas (junto con el azul) en el planeta
que habitamos. Es producto de una serie de vibraciones lumínicas lo que hace
posible que lo podamos observar en todos sus tonos presentes en la naturaleza.
Sucede que por las condiciones
especiales de todo lo verde, el toque de la luz que se da en una forma
particular nos permite poder captarlo con los ojos humanos.
Se ha
descubierto que caminar debajo de sitios arbolados nos hace bien.
El
color verde ocupa el cuarto lugar en el espectro luminoso. Es la combinación del
amarillo con el azul. Ambos colores primarios. El primero implica a la luz y el
segundo implica a la voluntad.
Tener
una vida sana no es tan solo cultivar los bienes de la sanidad en lo físico, es
más bien cultivarlos y mantenerlos en un cierto rigor mental que a fin de
cuentas se localizará en el pensamiento y se manifestará en los modos de interactuar.
Muchos aspectos del equilibrio sano se dan por naturaleza, mas hay algunos
asuntos que implican la fuerza de la voluntad. Ya se sabe de claro (y hasta
algunas religiones lo promueven) que en mente sana el cuerpo tenderá a una
sanidad por añadidura, la armonía de la pureza creativa es necesaria para lograr
una mente clara para que la meditación y
la reflexión den buen fruto. No solo es moda meditar, es una realidad para la
sanidad.
El
conocimiento de nosotros mismos como seres físicos con determinadas
características es básico. ¿De qué nos sirve tener el peso ideal, comer con
acierto y vivir con los ciclos de sueño bien regulados si a la primera de
cambio respondemos con la amígdala cerebral y no con la mente reflexiva? Algo
de lo más interesante que han proporcionado las neurociencias en los últimos
tiempos es el conocimiento de la amígdala cerebral, ese pequeño órgano del
tamaño de una almendra que rige en mucho la totalidad de nuestro
comportamiento. Es detonante de las respuestas poco controladas (que son normales,
mas no deseadas) que en la vida de relación es mejor saber controlar. Mucha de
la violencia del homo sapiens está ligada
a las respuestas de varios factores físicos ya
planteados en las ciencias: el desajuste en la cantidad de testosterona
en el cuerpo humano que puede propiciar respuestas viscerales, así como
desconocer la función de la amígdala cerebral.
En el
ciclo vital todo tiene su polo opuesto y eso mismo equilibra la circularidad de
los procesos y fenómenos, ya que todo comienza y lleva intrínseco el sentido de
concluir. No porque la vida sea algo
cíclico con fecha de caducidad, vamos a desdeñar algunas de las vivencias que
menos nos agradan, porque todas son las que nos enseñan los aspectos positivos y no porque
estemos constantemente en momentos de pequeñas muertes simbólicas, esto
significa que vamos con menos. Aquí quedaría muy ad hoc la frase ya tan manejada en nuestros días: menos es más. Si
ya acumulamos años, es un buen momento de afinar lo que habremos de elegir para
hacer más plena la vida que nos resta hacia adelante.
En el
enfoque espiritual de la existencia, algunas veces se llega a creer que el
sufrimiento es insuperable y hay que aceptarlo como tal, a veces se piensa que
hay que sufrir para que la vida presente sus dones, cuando no necesariamente es
así, más bien hay que saber encausar el mal momento. La sanidad ya planteada
con sentido de actualidad contempla todos los aspectos, tanto los positivos
como los negativos. Los budistas creen en una condición conocida como vagabundear por el sufrimiento, y lo
aceptan tan solo porque saben el camino de salida y son capaces de encontrar
las armonías necesarias para salir de esa condición, o más bien transformarla.
Existe
en la naturaleza un ejemplo de cómo lo adverso se puede convertir en un bien.El
ejemplo es el caso de las ostras que producen las perlas. Para que una perla
pueda ser creada por la ostra tiene que haber un estímulo y este es tan solo
una pequeña arenita que se infiltra dentro de la concha, ante esa molestia el animal crea capas y capas sobre ella protegiéndose
del intruso, para que al final se convierta en una perla. Es un trabajo inconsciente en este
caso, pero en el caso humano esto puede hacerse con conciencia. Es parte
actuante de la sanidad convertir los estímulos adversos en bienes actuantes.
Uno de
los trabajos más necesarios para ser mejores personas consiste en observar las
emociones y saber de dónde vienen,
porque llegan y a donde nos llevan. Pareciera un asunto sin trascendencia, pero
se puede llegar a afirmar que si tenemos las emociones bajo un determinado
control, nuestro cuerpo físico podría verse
beneficiado.
El
cuerpo humano, adquiere ligereza cuando somos proclives a una mente proactiva.
Algunos casos de obesidad física responden a desequilibrios mentales,
corregidos estos desajustes el cuerpo
podría corregir lo que a veces es un trastorno de ansiedad.
El
budismo ha aportado al mundo uno de los conceptos más revolucionarios de la
sanidad: La impermanencia. Ser impermanente es lo mismo que saber que en el
mismo momento que estamos obteniendo algo, es ahí exactamente que se está dando
la acción para que ese algo se vaya descomponiendo en otra u otras cosas. Nada
dura para siempre. A muchos de nosotros nos puede dar temor esta aseveración,
mas si la observamos con atención veremos que es la dinámica de todo. Resulta
mejor saberlo para estar alerta, a
diferencia de creer que todo permanecerá
como está o como cada uno de nosotros deseamos.
Todo se mueve y todos
terminaremos cada ciclo para reiniciar uno nuevo. En el caso de pérdidas
humanas que nos afectan, sabemos que habremos de tener un tiempo de aceptación
del hecho, con el proceso que la tanatología propone.
Abatir
la ignorancia es algo que cuesta, no es nada fácil desaprender para renovarnos
con conceptos y acciones, aferrarse nunca es sano y produce rupturas porque lo
que se aferra es contrario al flujo del devenir. No todos estamos dispuestos
siempre a abrir la mente para reaprender, mas esto es catalizador para la
sanidad: Todo lo que uno puede saber y convertir en sabiduría será
implícitamente actuante para nuestra sanidad.
Nos
dice Osuna, en su maravilloso libro sobre las virtudes de los colores:
-El no
saber nos ciega.-
Hay temor en muchos de nosotros de perder el
cuerpo físico. La muerte como cambio de estado es algo que ya permea en todas o
casi todas las mentes. Para quienes no creen en el alma y piensan que al cerrar
el ciclo físico y material su vida se
acaba, es más difícil de comprender.
Si nos
rigen los deseos desmedidos, el ansia y la codicia, así como vivir estados
sociales forzando la realidad, es seguro que estamos desbalanceado nuestro
sentido de bien. El asunto de las posesiones es un juego de doble filo y
habremos de aprender desde edades tempranas que las cosas materiales son para
el servicio de la sanidad mental y no para el juego de poseer en sí mismo.
Es un
hecho que somos limitados. Este concepto también crea incertidumbre porque nos
gusta pensar que podemos con todo, poseer todo, saber todo y hacer todo. Como
el asunto del concepto de milagro, que para algunas personas creer que se
merecen vivir milagros es un hecho, cuando estos solo ocurren cuando las
condiciones mentales están acordes con las condiciones físicas. Nos encanta
sabernos omnipotentes. Cuando sufrimos una discapacidad la vida al mismo tiempo
nos regala la potencialidad de recordar que no por los límites físicos o por la
abundancia de bienes es que somos, El ser humano es, por la capacidad de tener claridad
mental y una vida interior, misma que muchos desdeñan por estar jugando juegos
sociales.
Hay un
aspecto de la ignorancia que no es precisamente falta de conocimiento sino más
bien el vacío de saber claramente lo que a cada uno nos compete para progresar.
Cuando nos cuesta trabajo saber cuál es la verdad que nos toca practicar y que está
en función a lo que somos, es cuando podemos
sentir algo de angustia. Se dice mucho
que algunas enfermedades están regidas por el cauce de las emociones y no es
algo descabellado. No hay que confundir en pensar que un estado de ánimo o modo
de ser crea la enfermedad, eso es erróneo, lo que sí se puede tener claro es
que se puede propiciar un mal físico por
las situaciones de energías negativas.
Tener autocontrol,
establecer una dirección concreta a la hora de actuar es básico para una buena salud.
Las intenciones de los actos juegan un papel muy importante en la sanidad
humana.
Nuestra
conciencia puede tomar forma, es decir el modo de asumir la realidad puede
manifestarse en lo físico y ayudarnos a propiciar ciertas condiciones que
resulten más favorables a la salud integral. (Continuará).MJ
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